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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.33 no.132bis Zamora sep./nov. 2012

 

Presentación

 

Un alto en el camino

L'interdisciplinarité est un mode de relation entre des pratiques scientifiques spécialisées. ces relations, leur nature, leur fonction, leur efficacité sont réglées par le rapport qui existe, à un moment donné, entre les disciplines en même temps que par leur évolution propre. ce rapport, depuis le début du siècle, a changé. Durkheim et ses disciples avaient rêvé d'une science sociale unifiée autour d'une méthode qui serait commune à toutes les disciplines. Une génération plus tard, Marc Bloch et Lucien Febvre, puis après eux Fernand Braudel, donnèrent toute priorité à ce qu'ils nommaient heureusement le <<décloisonnement>> du travail intellectuel; l'emprunt souvent sauvage, porté par un formidable appétit de connaissance fut avec eux la règle. Mais l'expansion accélérée du territoire de l'historien, la multiplication des provinces inédites ont été acquises au prix d'un risque inattendu: celui d'un nouveau cloisonnement qui ne passerait plus cette fois, entre les sciences sociales, mais à l'intérieur de notre discipline elle-même sous couvert des nouvelles spécialisations. [...]. Nous savons bien qu'aucun paradigme majeur ne propose plus d'ordonner, encore moins d'unifier le champ des sciences sociales. L'histoire est engagée dans un travail de redéfinition de ses projets et de ses pratiques, mais nous pressentons qu'elle n'est pas seule dans ce cas. [...].

[...] On voudrait avancer ici qu'au lieu de penser, comme tout nous y invite, la relation entre disciplines en termes d'homologie ou de convergence, il est utile aujourd'hui d'insister sur leur spécificité, voir leur irréductibilité les unes aux autres.1

Les Annales, Economie, Sociétés, Civilisations, noviembre-diciembre 1989, "Editorial".

 

Corresponde a los geógrafos reconocer y explorar a fondo las implicaciones de involucrar en su trabajo los desarrollos metodológicos alcanzados en las ciencias sociales en su confrontación del positivismo.
Pero bien vale la pena insistir en que la mejor geografía es la que hacen los geógrafos y deben hacerla muy bien, sobre todo cuando los problemas que abordan sean de carácter interdisciplinario, pues allí la geografía y los geógrafos deben tener muy claro cuál es su verdadero y propio aporte discursivo.
Ovidio Delgado, "Geografía y ciencias sociales. Una relación rexaminada", en Martha Chávez Torres, Octavio M. González Santana, Maria del Carmen Ventura Patiño, eds., Geografía humana y ciencias sociales. Una relación rexaminada, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2009, p. 102.

 

Dentro de un recorrido ya más que treintañero, Relaciones decide después de haberlo meditado, hacer un alto que en realidad es muy activo, ya que excepcionalmente se publica un quinto número este año, el aquí presente. Es ocasión de algunas reflexiones, tanto sobre las circunstancias que llevaron a esta decisión, como sobre la encrucijada en la cual se encuentra toda revista académica en 2012. Más aún abierta a todas las ciencias sociales, pluridisciplinaria, cuando precisamente, y los epígrafes aquí presentes no son inocentes, todo parece apuntar a un repliegue disciplinario.

¿Pero por qué un número 132 bis? Es parte de las problemáticas que debe de enfrentar hoy toda revista académica indizada: son pocas en el mercado, según las disciplinas y son muchos los académicos que aspiran a un reconocimiento merecido. Además, son implacables los tiempos: de evaluación, de publicación... y de entrega de los expedientes a las autoridades científicas con la justificación de los trabajos. Habría muchas formas de evadir el compromiso —y además se aplican de forma más o menos aparente—, levantando bardas de todo tipo (la calidad sigue siendo por supuesto la más recomendable). El hecho es que se acumulan los artículos recibidos, los tiempos de espera se alargan, ¿un año?, ¿dos años?

Hoy en día, con la ampliación de las posibilidades de información, con el acercamiento de las fuentes a los investigadores gracias a internet (pienso aquí sobre todo como historiador), con la multiplicación de los libros sobre temas afines y de necesaria consulta, el dilema se complica aún más para los editores de revistas. Los artículos están respaldados con mayor y mejor información, son más originales, con temáticas que hace apenas 10 años estaban fuera del alcance de cualquier investigador en ciencias sociales: pienso en todos aquellos temas de historia, lingüística, inclusive de literatura —y probablemente todas las otras disciplinas— para los cuales se puede tener acceso a motores de búsqueda muy potentes, a fuentes primarias ayer muy dispersas y alejadas. ¿El resultado? Artículos de mayor calidad, que aunque los criterios de selección se endurezcan, los sobrepasan, salvo por ser de un cerrajón cerril, lo que no se pretende. Es así que en un lustro la tasa de rechazo, en el caso de Relaciones, bajó unos puntos. Sin olvidar que las instituciones que nos tutelan piden, con toda razón, que en cierta medida se abran las revistas a los estudiantes aventajados: es decir, más clientela autoral, y cierto apoyo —no favoritismo o condescendencia— a este grupo.

Hay más: artículos con mejor información y con argumentos más contundentes —ejemplos, anexos, bibliografías abundantes— ¿se está disparando el tamaño del artículo —en ciencias sociales— en tiempos de internet? Es una hipótesis que requiere un estudio fuera de nuestro alcance: otra vez sería necesario recurrir a Google y sus secuaces. Intentemos un acercamiento que todo lector podrá completar, criticar con toda libertad. Ya que he puesto en el umbral de esta editorial la revista Annales, he tenido la curiosidad de ir a su primer número, de 1929, con firmas prestigiosas. Nada menos que Gustave Glotz, gran especialista de Grecia, y Henri Pirenne: pues resulta que el artículo del primero tiene 10 páginas, el otro se conformó con 16.2 Por supuesto, la realidad es más compleja, como lo demuestra el cuadro que sigue. Es un pequeño juego estadístico que ofrecemos al lector, sin demasiada sofisticación.

Comparando estos resultados, ahora entiendo mejor los reclamos del fundador de la revista, allá por 1982, quejándose de la extensión de algunos artículos. Estamos en los albores, todavía no hay una línea totalmente definida y algunos artículos (tres en realidad en el periodo de observación) saltan por encima de la barda: hasta 82 páginas. Si apartamos estos tres artículos y convertimos en "caja constante" (2012), se establece la media de principio a 31.1 páginas. Más acertada es la comparación 1992-1994, con una revista ya muy establecida, pero antes de la revolución interneciana, y 2010-2012: 8-9 páginas de diferencia. En esto hay mucho de bibliografía, de notas al pie de página —aunque muy variable de un producto a otro—, es decir, según las disciplinas y los temas.3

Internet significa globalización, o si se quiere internacionalización: se entra en un mercado autoral mucho más abierto, aun para una revista con su anclaje regional —pero también con sus ambiciones nacionales y más todavía—. Valdría la pena de nuevo comparar con la era antes interneciana. Es tarea pendiente.

Cada observador podrá verificar que todavía hay cabida para más artículos procedentes tanto del Colegio de Michoacán como del exterior de la República, en proporción. Y es lo que anhelamos y proponemos. Pero entonces cargaremos más la barca, si es posible. Y así se explica la solución muy excepcional —no pensamos renovar de pronto el intento— del 132 bis.

Pero los lectores asiduos de Relaciones —deben haber algunos, espero— habrán notado que falta algo, en este número bis, que es su marca de fábrica, dado su carácter pluridisciplinario: la consagrada sección temática. Es la ocasión de volver sobre ello, es decir la convivencia —y algo más— entre nuestras diferentes disciplinas. También hay que explicitar la selección aquí presente. Son los artículos que por razones varias se encontraban a mitad de 2012, los más rezagados, en espera de publicación: esto nada tiene que ver con su calidad o su pertinencia temática. En sí es un muy breve muestrario de lo que se recibe y se publica en la revista. Su carácter aleatorio (apenas 8 artículos) impide sacar conclusiones muy firmes: sino que la historia domina numéricamente, como en el seno de las ciencias sociales y humanidades. Cerca de la mitad de los artículos, el de Celina Becerra, de Othón Baños, de José Armando Hernández, de José Bustamante están decididamente ligados a esa disciplina. Sus enfoques revelan la riqueza de posibilidades que se ofrecen, entretejiendo piratería y ecología histórica, en un marco global; instituciones y sociedad en un cuadro regional restringido y por eso ofrecen una visión agudizada. El estudio de los mesones no es por demás tema baladí, aparte de ser novedoso: sino que se diga hoy en día a Sectur. Y si hablamos de fiscalidad y escuelas, creo que hemos dicho lo esencial del Leviatán que nos gobierna, para bien o para mal.

Queda el estudio que Pedro Velázquez dedica al ingeniero Agustín M. Chávez: estamos entre biografía, historia de la ciencia, filosofía y psicología: una amplia gama de disciplinas, acorde con un personaje a la vez romántico, positivista, inventor, soñador y moralista. ¿Quién ha dicho que "la humanidad es una"?

La práctica pluridisciplinaria se expresa con más claridad en los demás artículos, pero notemos, y de nuevo estamos remitidos a nuestros epígrafes, siempre desde una disciplina dominante. El que dedica Joaquín Rodríguez a Rusticatio mexicana, obra publicada en Bolonia en 1782, tiene un fuerte tinte de literatura y hasta de retórica, pero con aportaciones antropológicas y una que otra histórica. El códice de Huichapan es la ocasión para practicar la lingüística, una lingüística por lo demás muy peculiar, ya que se asocia con la etnohistoria y analiza sistemas de representación tan válidos para un noble otomí del siglo xvii como para los señalamientos carreteros de hoy según David Wright.

Por fin, en el barrio de Zamora que trilló Isaac Riquelme, la vida circula a río revuelto y lo mismo las disciplinas: antropología, sociología, política, hasta economía, y porque no lingüística (con transcripción de la jerga popular zamorana). Y sin olvidar la historia: ya que se nos presentan finalmente historias de vida, y de las más interesantes, de aquellas gentes que la historia olvidó.

Algunas constataciones simples confortarán lo escrito hasta ahora: el carácter cada vez más abierto —cosmopolita— de los temas y los autores. Unos y otros viajan entre España y América, como los alcaldes mayores de Lagos, o tal autor de artículo, a menos que sea dentro del propio continente. La globalización se puede plantear desde las playas de Campeche o a través de la extensión de conceptos (identidad), de prácticas hoy casi universales (microcrédito, informalidad). Sin embargo, hay algo que quedó prácticamente inamovible: no hay dilución total, definitiva, de las disciplinas. Con variaciones, como se debe: la historia, desde su territorio temporal tiende a ser más autónoma. Las otras se fortalecen con apoyos múltiples: algunas (lingüística, literatura) en los casos aquí presentes necesitan un colchón cronológico de amplitud variable: limitado a unas décadas en el caso del barrio Ejidal Sur de Zamora, el tiempo suficiente para verlo surgir y dar forma a una cultura popular.

Pero la discusión, tal como la presentan los dos epígrafes merece más y mejor entrada en materia que la que le podamos ofrecer en este corto espacio. Pero tampoco se puede dejar de lado con un simple codazo: somos una revista pluridisciplinaria, a la diferencia de una buena parte (¿una mayoría?) de las que pertenecen al gremio de las ciencias sociales y humanidades, casi siempre expresión de un único centro de investigaciones. Promover la práctica pluridisciplinar5 no implica aceptar la abolición de toda frontera, hacer renunciar a siglos (para algunas disciplinas) de experiencia y de determinación de reglas necesarias para el buen desarrollo de cada una de nuestras ciencias, con sus instrumentos, sus métodos y modos operativos, sus facultades de control y crítica, sus temáticas o objetos de estudio (lo más intercambiable). Dentro de una obligada interdependencia, es igualmente indispensable el espacio propio de cada disciplina. ¿Cuánto espacio? Confieso que es lo difícil de la discusión: hay muchas variables. Los editores de Annales, en 1989, muestran con el dedo el carácter unificador de la sociología: es cierto que su carácter central, en el corazón de todo dispositivo humano (por lo tanto gregario) la puede llevar a ser unificadora. En esto podría ser respaldada por la antropología: recordemos que Marcel Mauss, sociólogo y etnólogo, promotor del "hecho social total" fue también sobrino de Emile Durkheim.

Según los epígrafes, los que reivindican la autonomía de sus disciplinas son historiadores y un geógrafo. ¿Es porque sus territorios, el tiempo y el espacio, están mejor delimitados? ¿Es porque tienen, desde la antigüedad, precedencia sobre las demás disciplinas? Tal vez es por eso que historia y geografía humana han sido aliadas durante una buena parte del siglo XX (por lo menos en Francia). No todo es tan sencillo y en el mismo libro de donde se saca la cita geográfica, otro geógrafo, después de reconocer la fragmentación actual de todo saber disciplinario,6 vuelve sobre la intricada pluridisciplinaridad (con el perdón de la Real Academia): "los grandes temas de la geografía humana son en su totalidad arrancados de las entrañas de las ciencias sociales". Pero todo no es modestia (y tiene razón): sin su disciplina las demás ciencias estarían "flotando en un espacio sin dimensiones".7 Voy a confesar que pienso lo mismo, tratándose de la historia: sin ella las otras disciplinas estarían sin reloj que les marcara la hora. Y pienso que el sociólogo y el antropólogo están sobre la misma línea: sin ellos no hay ciencia, sin ellos se pierde la dimensión social, humana... Pero todos pretendemos ser de una única escuela, la nuestra.

Están las disciplinas, están también los tiempos en los que vivimos, donde las solicitaciones se multiplican, donde las facilidades —buenas o malas— se acrecientan. Por lo tanto, las fronteras se van cruzando cada día más, las producciones académicas (no únicamente los artículos de revistas) se vuelven verdaderos ovnis. Ya era perceptible en 1989, se ha vuelto una realidad apremiante hoy.

Pero hay otra realidad, también relativamente reciente: que cualquier lector haga el experimento siguiente —si ya tiene cierta edad—: compare su producción de capítulos y artículos de ayer (hace unos 15 años, por ejemplo) con la de este ultimo quinquenio. Notará que si había un equilibrio entonces, hoy hay un notable desequilibrio a favor de los capítulos.8 ¿Son producciones equivalentes, con el mismo control de calidad estricto? Depende, sin duda, pero en términos generales diré que no. Es una respuesta a la falta de revistas indizadas ya comentada: ¿es buena solución? Otra vez, la prudencia me obliga a ser precavido, y no dar una respuesta que sería forzosamente fragmentaria.

El lector, llegando a este término podrá contar las veces que hemos dudado o que hemos abierto un paraguas para protegernos: son muchas. Tenemos una justificación: es que son tiempos modernos, es decir complicados..

 

Notas

1 "La interdisciplinaridad es una forma de relación entre prácticas científicas especializadas. Dichas relaciones, su naturaleza, sus funciones, su eficiencia están reguladas por el lazo que existe, en un momento dado, entre las disciplinas. Pero también por su propia evolución. Tal lazo, ha cambiado desde principios de siglo. Durkheim y sus discípulos habían soñado una ciencia social unificada alrededor de un método que fuera común a todas las disciplinas. Una generación más tarde, Marc Bloch y Lucien Febvre, y después de ellos Fernand Braudel, dieron prioridad a lo que llamaban con acierto "la caída de las barreras" en el trabajo intelectual; con eso el préstamo a menudo salvaje, llegado adelante por un formidable apetito de conocimiento, fue la regla para ellos. Pero la expansión acelerada del territorio del historiador, la multiplicación de las provincias inéditas se han logrado con un alto costo, inesperado: el de una nueva construcción de tabiques que no pasan esta vez entre las ciencias sociales, sino al interior de nuestra propia disciplina, con el desarrollo de nuevas especializaciones [...]. Sabemos perfectamente que ningún paradigma mayor propone ya de ordenar, y menos aun de unificar el campo de las ciencias sociales. La historia se encuentra en un trabajo de redefinición de sus proyectos y de sus prácticas, pero tenemos el presentimiento que no está sola en estas circunstancias [...].

[...] Se quisiera aquí adelantar que en lugar de pensar la relación entre las disciplinas en términos de homología o de convergencia, como se nos propone, es hoy útil insistir sobre sus especificidades y, porque no, su irreductibilidad, las unas hacia las otras".

2 "Le prix du papyrus dans l'antiquité grecque", "L'instruction des marchands au moyen âge".

3 Más allá de la periodización: el numero 130 (primavera 2012) tiene un promedio de 27 notas por artículo, el 131 (verano 2012) 61 notas.

5 Es de interés que a estas alturas del debate la palabra "pluridisciplinaridad" no está en el diccionario de la Real Academia Española: únicamente el adjetivo "pluridisciplinar". ¿Es el atraso de una venerable institución, son las reticencias de todo el cuerpo de los científicos?

6 "Lo que hoy llamamos geografía humana no constituye una sola disciplina, sino más bien una especie de membrete que abarca gran variedad de disciplinas", Gilberto Gimenez, "La geografía humana como ciencia social y las ciencias sociales como ciencias 'geografiables'", en Martha Chávez Torres, Octavio M. González Santana, María del Carmen Ventura Patiño, eds., Geografía humana y ciencias sociales, p. 78.

7 pp. 81 y 83.

8 No tengo cifras precisas, pero cierta experiencia me indica que debe ser del orden de 3 capítulos, por lo menos, por 1 artículo.

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