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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.33 no.129 Zamora ene. 2012

 

Reseñas

 

Claudine Chamoreau, Hablemos purépecha. Wantee juchari anapu

 

Sue Meneses Eternod*

 

Morelia, Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Institut de Recherche pour le Developpement, Ambassade de France au Mexique–CCC–IFAL, Grupo Kw'anískuyarhani de Estudiosos del Pueblo Purépecha, Fondo Editorial Morevallado, 2009, 551 p.

 

*Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Correo electrónico: suemeneseslike@gmail.com

 

El libro Hablemos purépecha. Wantee juchari anapu de Claudine Chamoreau, más que ser un método para aprender la lengua, como podría sugerir el título, es, a decir de la propia autora, "una invitación, una introducción, un acercamiento práctico a la lengua purépecha al alcance de un público apasionado, curioso o sensible que busque entender y familiarizarse con ella" (p. 14). Si uno ojea el índice, inmediatamente notará que, efectivamente, no se trata de un curso de lengua p'urhepecha, sino de un libro que tiene como centro de interés la lengua en un sentido amplio. Así, se incluyen desde temas de descripción gramatical hasta cuestiones sobre la literatura oral y escrita, pasando por una discusión sobre los orígenes de la lengua y la cultura a partir de las evidencias antropológicas, arqueológicas y lingüísticas; temas, todos ellos, sustentados en la consulta de numerosas fuentes y de sus propios resultados de investigación. No sólo eso, la autora también tiene el acierto de incluir numerosas muestras de la lengua en su contexto de uso real, e incluso nos ofrece un cd que incluye la pronunciación del léxico que aparece al final de la obra, además de algunas narraciones orales en p'urhepecha. Así, esta obra, además de ser una invitación a hablar la lengua, es también una invitación para escuchar la lengua, para dialogar con la lengua y de la lengua.

El libro está dividido en tres partes: "La lengua", "Miradas del pasado" y "Lengua y cultura. De lo oral a lo escrito". El corazón de la obra lo constituye la parte titulada "La lengua"; el primer texto que aparece en ésta es una interesantísima discusión acerca de la pluridenominación de la lengua a lo largo de su historia (lengua de Michoacán, Tzintzuntzan anapu wantakwa, tarasco, p'urhépecha o juchari anapu). Aquí la autora insiste en que esta cuestión, más que ser meramente de orden lingüístico, evidencia los cambios históricos y políticos del pueblo p'urhepecha, así como la manera en que se ha ido construyendo su identidad. La segunda parte de este apartado, la más amplia de la obra, se titula "Descripción de la lengua". Aquí la autora presenta las principales características del idioma, basándose en las más recientes investigaciones lingüísticas y en sus propios estudios, llevados a cabo en la zona del lago de Pátzcuaro, particularmente, en la comunidad de Jarácuaro, de donde proceden la mayoría de sus datos. Sin duda, como la misma autora indica, el reto mayor de esta parte fue explicar datos lingüísticos muy precisos con un lenguaje lo menos técnico posible, que fuera accesible al público no especializado. Y siendo el mayor reto, también es su mayor virtud, pues hasta antes de la publicación de esta obra, fuera de la versión en francés de la misma, no contábamos con ningún material sobre el p'urhepecha con estas características. Así, si uno quería acercarse al conocimiento de esta lengua se encontraba muchas veces con textos sumamente especializados, de difícil acceso desde Michoacán y muchos de ellos escritos en otras lenguas. En este sentido, la aparición de esta obra es importante pues contribuye a atender la demanda de las comunidades p'urhepechas y, en particular, la de sus maestros, de contar con materiales bibliográficos serios pero entendibles que puedan apoyar su labor docente.

Ahora bien, en cuanto a la conformación de esta parte quisiera resaltar además varios aspectos. En primer lugar, la organización de los contenidos. Chamoreau empieza con la fonología y escritura de la lengua; después describe sus principales características tipológicas (lengua aglutinante, polisintética, sufijal y nominativo–acusativa); más adelante explica en detalle las unidades de la frase nominal, para adentrarse, finalmente, en una descripción de los predicados y los enunciados complejos. Aunque pueda resultar algo complicada la lectura de esta parte, el esfuerzo sin duda valdrá la pena, pues a lo largo del texto el lector encontrará muchas razones para sorprenderse; así descubrirá, por ejemplo, que el p'urhepecha emplea, con los numerales, tres clasificadores que reflejan las características físicas del objeto contado: si es largo, plano o redondo. De igual manera, advertirá los sutiles mecanismos formales para marcar si un objeto es animado o inanimado, si es definido o indefinido, si es percibido como individuado o como no individuado, etcétera. Así, por ejemplo, en p'urhepecha un sustantivo animado determinado por el indefinido ma 'un', al pluralizarse, disminuye su individuación refiriéndose entonces a una colectividad. De tal suerte que ma achati es 'un señor', pero con la marca de plural –cha, ma achaticha, no resulta en 'unos señores', cada uno manteniendo su individualidad, sino en 'un conjunto de señores' refiriéndose a una colectividad.

Otro aspecto que me gustaría resaltar de esta parte es el hecho de que, a pesar de mostrar un panorama general de las características de la lengua, la autora no se pierde en generalizaciones; al contrario, trata de describir, con el mayor detalle que permite una obra de esta naturaleza, los significados y funciones de cada una de las unidades que analiza; así, por ejemplo, describe los diferentes significados que pueden tener algunos casos, como el –mpu (en su forma sufijal) o jimpo (en su forma posposicional), formas que pueden indicar, o bien, un instrumento, como en kach'uku jak'impu '¡Rómpelo con la mano!'; o bien, una duración de tiempo, como en kutsimpu agostumpu janisinti 'En el mes de agosto llueve'. De igual manera, describe la sutil diferencia entre el uso del locativo y el objetivo en sintagmas nominales que aparecen con verbos que tienen marcas espaciales; así, kurhuxuxakani ják'irhu, con locativo –rhu, significaría 'me estoy quemando una parte del brazo o de la mano', es decir, el locativo funciona aquí para indicar una parte del todo, mientras que kurhuxuxakani ják'ini, con objetivo –ni, significaría 'me estoy quemando el brazo, todo el brazo', en donde el brazo es visto como una totalidad.

Aunado al análisis de la forma y el significado de las unidades en el nivel sintáctico, oracional, cabe resaltar que la autora incluye, en muchos momentos, información sobre las funciones discursivas y pragmáticas de las unidades que analiza, así por ejemplo, al referirse a la conjunción ka 'y', tan utilizada en la lengua p'urhepecha, la autora señala: "En un relato, numerosos enunciados empiezan con ka. No indica una simple coordinación, sino una relación discursiva de coherencia [...]. Esta marca surge probablemente por la necesidad de indicar oralmente el inicio o final de un enunciado a nivel sintáctico, y a nivel discursivo de relacionar un acontecimiento con otro dentro del relato" (pp.141–142).

Finalmente, es importante subrayar que en esta parte de la obra (como en el resto) se encuentra reflejada la visión que la autora tiene de la lengua como un sistema dinámico y complejo. Esta visión la lleva a considerar la lengua, más que como algo homogéneo y estático, como un sistema dinámico, variable, cambiante que, además, ha tenido más de cinco siglos de contacto con otro sistema, el español, del cual el p'urhepecha ha ido adoptando y adaptando ciertos rasgos. Por ejemplo, el verbo jatsini 'tener' acompañado de la preposición para del español, se adoptó en la lengua indígena para expresar 'deber', por ejemplo, tataka jatsixti para p'irani ampepara kw'íni 'el muchacho se debe quitar la ropa para dormir'. Otra muestra de esta visión dinámica de la lengua son las constantes referencias a la cuestión de la variación inter e intradialectal. Prueba de ello, además de los numerosos comentarios en torno a la variación que podemos encontrar cuando la autora analiza unidades particulares, es el apartado que cierra esta primera parte de la obra y que se titula "Las variaciones dialectales: entre heterogeneidad e inteligibilidad", en el que discute dos aspectos interesantísimos sobre la variación dialectal de esta lengua: 1) la resistencia del p'urhepecha a una división lingüística que corresponda a zonas geográficas y 2) el papel que las hablas tienen en la identificación comunitaria.

Un par de apartados complementan esta parte del libro: "La formación del vocabulario" y "La conversación cotidiana". En cuanto al primero, Chamoreau hace un recuento de los principales recursos que utiliza la lengua para la formación de palabras; el más importante, el uso de sufijos derivativos, y entre estos, los sufijos espaciales, tan característicos de la lengua. La autora organiza los morfemas espaciales según su grado de complejidad semántica; entre los más interesantes están los que la autora clasifica como "marcas espaciales de un alto grado de complejidad"; entre ellos se encuentra, por ejemplo, el sufijo –tsi, que además de utilizarse para indicar una superficie inferior o el suelo (como en charatsini 'reventarse el suelo'), se aplica también a acciones que se realizan en secreto, silenciosamente, o a estados percibidos como negativos (como yurhutsini 'adelgazar' o k'urhatsini 'tener vergüenza'). En esta parte, sin embargo, se extrañan algunos ejemplos en los que se pueda apreciar los diferentes significados que adquieren estos morfemas. Otros recursos de formación de palabras que se discuten en este apartado son la composición y el préstamo.

La segunda parte del libro, titulada "Miradas del pasado", está sub–dividida, a su vez, en cuatro apartados: 1) "Territorio", donde la autora nos describe algunos aspectos geográficos y demográficos de la región p'urhepecha; 2) "La búsqueda de los orígenes", en donde se discute el enigma sobre la procedencia de la cultura y la lengua, y su pertenencia o no a lo que se ha dado en llamar Mesoamérica; 3) "Breve historia de la investigación sobre la lengua purépecha", un texto sencillo y ameno, basado en una exhaustiva y crítica revisión bibliográfica, en donde la autora reseña cuáles han sido los aspectos que han merecido la atención de los estudiosos e interesados en ella a lo largo de la historia, y 4) "El purépecha como lengua de enseñanza", donde la autora nos informa sobre la historia de las políticas lingüísticas traducidas en políticas educativas impulsadas en la región.

Finalmente, la tercera parte del libro, "Lengua y cultura. De lo oral a lo escrito", es una breve reseña de algunos de los espacios de uso de la lengua. Así, partiendo de los géneros líricos y narrativos propios de la tradición oral, presenta cómo la lengua ha ido ganando espacios de uso gracias al emergente desarrollo de la escritura y a la presencia de la lengua en distintos medios de comunicación.

Quisiera terminar esta reseña apuntando algunos aspectos que se comentaron en una reunión del grupo Kw'anískuyarhani de estudiosos del pueblo p'urhepecha a propósito de la aparición de esta obra y la enseñanza de la lengua; en particular, me referiré a la enseñanza dirigida a p'urhepechahablantes (y no a su enseñanza como segunda lengua). Según mi modo de ver, dos deberían ser los objetivos de esta actividad —a los cuales contribuye, definitivamente, la obra de Chamoreau—: uno tiene que ver con incentivar procesos que llamaré de conciencia lingüística, y el otro, con la activación de procesos que permitan el mantenimiento y desarrollo de la lengua; ambos son complementarios. Dentro del primero entrarían aspectos relacionados, por ejemplo, con la reflexión acerca de la importancia y el valor de la lengua, con la eliminación de prejuicios e ideas erróneas respecto a que las lenguas indígenas no se pueden escribir, que no tienen gramática, que no permiten la abstracción, etcétera, y, muy importante, con la reflexión metalingüística a partir de las categorías propias de la lengua y no de las impuestas por el español (en otra forma, mucho más sutil, de subordinación). Por poner un ejemplo simple, tomado del libro de Chamoreau: en p'urhepecha no existen artículos definidos, pero la definitud en la lengua, como noción, está presente a través de sutiles mecanismos de codificación; así, por ejemplo, íntsaxatiksi tsitsikichani con marca de plural –cha significa 'ellos le están dando las flores', las flores, como definidas; mientras que íntsaaxatiksi tsitsiki, sin la marca de plural, significa 'ellos le están dando flores', siendo las flores indeterminadas. Los mecanismos de codificación de una misma noción son, pues, muy distintos en ambas lenguas. En este mismo sentido, la reflexión metalingüística puede verse infinitamente enriquecida si, en vez de tratar de explicar las categorías de una lengua con las de la otra, se contrastan ambos sistemas resaltando las particularidades de cada uno; por ejemplo, mientras que en español tenemos, en general, un solo verbo para la noción de 'caer', en p'urhepecha tenemos dos verbos básicos: wekorhini 'caer de lo alto' y kwarhatseni 'caer en el mismo plano', además de otros tantos que indican la forma de los objetos o los sonidos que hacen los objetos cuando caen, por ejemplo: ichakwatseni 'caer a lo largo', kókwatseni 'caer a lo ancho', opómatseni 'caer produciendo ese sonido'.

En cuanto al segundo objetivo, que tiene que ver con la activación de procesos que permitan el mantenimiento y desarrollo de la lengua, incluiríamos, por ejemplo, el desarrollo de habilidades tanto en la expresión oral como en la lectoescritura, en dos vertientes: 1) el cultivo y conocimiento de los géneros tradicionales y las tradiciones discursivas propias de la lengua, que son fundamentalmente orales, y 2) el desarrollo de nuevos espacios de uso de la lengua, a través de la escritura y la oralidad.

Como ya lo hemos mencionado, Chamoreau en su obra nos muestra unas pinceladas de estos aspectos en la parte titulada "Lengua y cultura. De lo oral a lo escrito". Sin embargo, es en estas áreas donde hace falta más reflexión e investigación, en particular, sobre los géneros tradicionales; por otra parte, en cuanto al cultivo de la oralidad y la escritura, son los hablantes los que llevan la voz cantante y los que deben impulsar más estrategias que incentiven su práctica.

En fin, no me queda más que invitar a los lectores, tanto hablantes como no hablantes del p'urhepecha, a acercarse a esta obra que seguramente motivará su interés por la lengua, y hacer un llamado a aquellos dedicados o interesados en la enseñanza de la misma, a reflexionar en lo que ahí se discute, para mejorar e incluso traducir esos contenidos en métodos, planes, programas y materiales que fortalezcan y contribuyan al conocimiento, mantenimiento y desarrollo de la lengua.

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