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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.32 no.128 Zamora ene. 2011

 

Sección temática

 

Patudos, entradores y metidos: metáfora, esquema de imagen e idealización en ejemplos del léxico popular chileno de la conducta social

 

Patudos, Entradores y Metiches: Metaphor, Image Schemes and Idealization in Examples of Popular Chilean Lexicon on Social Behavior

 

Jorge Osorio*

 

Universidad de Concepción, Chile *josorio@udec.cl

 

Fecha de recepción del artículo: 26 de julio de 2010
Fecha de aceptación y recepción de la versión final: 18 de febrero de 2011

 

Resumen

En el presente trabajo expongo un acercamiento analítico al léxico popular chileno de las conductas sociales, desde la perspectiva semántico-conceptual. Esta perspectiva permite caracterizar el material léxico en términos de categorías conceptuales y sus relaciones. Las expresiones consideradas forman parte del vocabulario usual en Chile para referir conductas sociales. El foco, en esta ocasión, es la formación de estas unidades, que de acuerdo al presente análisis provienen de conceptos espaciales y esquemas de movimiento. La principal conclusión es que la aplicación de estas expresiones está determinada por modelos cognitivos que capturan idealizaciones del comportamiento social. Este último aspecto puede explicar su recurrencia en la comunicación cotidiana, en funciones tales como la caracterización de conductas típicas y la designación de personas singulares.

Palabras clave: Léxico chileno, metáfora, esquema de imagen, idealización.

 

Abstract

In this study I present an analytical approach to popular Chilean lexicon on social behavior from a semantic–conceptual perspective, a vision that allows me to characterize lexical materials in terms of conceptual categories and their relations. The expressions examined form part of the normal vocabulary used in Chile in reference to social behavior. On this occasion, attention centers on the formation of these units that, according to the analysis, arise from spatial concepts and schemes of movement. The main conclusion is that the application of these expressions is determined by cognitive models that capture idealizations of social behavior. This latter aspect may explain their recurrence in everyday communication, for such functions as characterizing typical behaviors and designating singular persons.

Keywords: Chilean lexicon, metaphor, image schemes, idealization.

 

Résumés

Le présent travail expose une approche analytique du lexique chilien sur les conduites sociales, depuis la perspective sémantique– conceptuelle. Cette perspective permet de caractériser le matériel lexical en terme de catégories conceptuelles et leurs relations. Les expressions considérées font partie du vocabulaire habituel au Chili et se rapportant aux conduites sociales. L'attention, en cette occasion, se porte sur la formation de ces unités, qui, d'accord avec la présente analyse proviennent de concepts spatiaux et de schémas de mouvement. La principale conclusion est que l'application de ces expressions est déterminée par des modèles cognitifs qui capturent des formes idéalisées du comportement social. Ce dernier aspect peut expliquer sa récurrence dans la communication quotidienne, dans des fonctions comme la caractérisation de conduites typiques y la désignation d'individus.

Mots clés: Lexique chilien, métaphore, schéma d'image, idéalisation.

 

INTRODUCCIÓN

El estudio del léxico puede estar orientado en múltiples direcciones. El propósito de la lexicología es el estudio sistemático de los significados de las palabras, las relaciones entre los diversos sentidos de las mismas y su conexión con el mundo conceptual. En el presente trabajo tomo expresiones del habla popular chilena1 que responden, a mi juicio, a un único patrón conceptual definido a partir de un apareamiento metafórico. Se trata de expresiones metafóricas de amplio uso en contextos cotidianos y que remiten todas ellas a conductas sociales, por lo que se usan para la caracterización del comportamiento y la designación de personas singulares. Mas que un repertorio de expresiones lingüísticas (reducido, por lo demás), se trata de un caso de anclaje corporal de los conceptos, que explica el surgimiento sistemático de la expresividad lingüística.

El marco conceptual y metodológico en el que se inserta esta propuesta es la lingüística cognitiva. Esta corriente teórica ha desarrollado una importante contribución en todos los planos del estudio científico del lenguaje, especialmente en el tratamiento de los problemas del significado. De acuerdo con Evans y Green (2006), la semántica cognitiva adopta cuatro principios, que señalamos brevemente a continuación.

A) La estructura conceptual está corporeizada. La naturaleza de la organización conceptual surge de la experiencia corporal. Así, parte de lo que hace significativa la estructura conceptual es la experiencia con la que está asociada (Evans y Green 2006, 157). Lakoff (1986) postula integrar en su noción de experiencia, tanto las experiencias básicas sensorio-motrices y emocionales, como las sociales y otras que arrancan del hecho de ser humanos y vivir en una sociedad humana. La experiencia es, para este autor, un funcionamiento activo y una motivación de lo que es significativo en el pensamiento humano.

B) La estructura semántica es estructura conceptual. El lenguaje refiere los conceptos de la mente del hablante más que los objetos del mundo externo. En otras palabras, los significados convencionalmente asociados con las palabras y otras unidades lingüísticas pueden ser igualados con los conceptos. Estos significados convencionales asociados con las palabras son conceptos lingüísticos o conceptos léxicos: la forma convencional que la estructura conceptual requiere para codificarse en el lenguaje.

C) La representación del significado es enciclopédica. Los conceptos léxicos no representan paquetes de significado organizados cuidadosamente. Más que eso, sirven como "puntos de acceso" a vastos repositorios de conocimiento relativo a un concepto particular o dominio conceptual (Langacker 1987).

D) La construcción del significado es conceptualización. El lenguaje en sí mismo no codifica el significado. El significado se construye en un nivel conceptual. La construcción del significado está igualada con la conceptualización, un proceso donde las unidades lingüísticas sirven como impulsos para un conjunto amplio de operaciones conceptuales y la recuperación del conocimiento de fondo. Desde esta perspectiva, no existen los significados completamente especificados y predefinidos, sino que son seleccionados y formados desde el conocimiento enciclopédico, que es denominado el significado potencial (Allwood 2003) opurport (Croft y Cruse 2004) de un item léxico.

 

EL DOMINIO DE LA CONDUCTA SOCIAL: EL ANCLAJE CORPORAL DE LOS CONCEPTOS

La noción de dominio

La aseveración de que conceptos tales como espacio y comunicación constituyen dominios de experiencia, implica asumir una perspectiva del conocimiento según la cual la especie humana está dotada de la capacidad de diferenciar unidades cognitivas a partir de ciertas propiedades. Hirschfeld y Gelman (1994) ponen como ejemplos de dominios: las entidades físicas, procesos, substancias, cosas vivientes, números, artefactos, estados mentales, tipos sociales, fenómenos sobrenaturales. La existencia de dominios diferenciados emerge como una respuesta adecuada a la pregunta de cómo llegan los humanos a tener la abundancia de conocimiento que tienen. Sobre esta base, Hirschfeld y Gelman proponen lo que denominan "una definición no controversial":

Un dominio es un cuerpo de conocimiento que identifica e interpreta una clase de fenómeno que se asume que comparte ciertas propiedades de un tipo general y distinto. Un dominio funciona como una respuesta estable a un conjunto de problemas recurrentes y complejos que enfrenta el organismo. Esta respuesta involucra la dificultad de acceso a los procesos perceptuales, de codificación, de recuperación e inferenciales destinados a esa solución.2

Como los autores señalan, esta definición implica asumir que los dominios son guías para la segmentación del mundo. En semántica cognitiva, un dominio corresponde a un ámbito de experiencias que posee un estatus cognitivo tal que es posible delimitarlo en contraste con otros. Estos ámbitos de experiencias constituyen estructuras unitarias en las que rige algún tipo de organización, incluso algún tipo de lógica experiencial o situacional.

Si bien, la conducta social es un dominio complejo, con varias dimensiones interrelacionadas, me interesa considerarla básicamente como materia de moralidad, en la medida que concierne a la relación entre los individuos, cómo es el trato entre ellos y la valoración que se hace de ese trato (Premack y Premack 1994, 149). Como señalan también estos autores, la habilidad para hacer juicios morales acerca de la conducta social es parte de la competencia social humana. De allí que resulte relevante, a mi juicio, que la conducta social y su valoración sea figurada léxicamente tomando como dominio fuente el territorio y los movimientos de los cuerpos en el territorio. Como expondré en las secciones siguientes, la metáfora conceptual la conducta social es movimiento resulta central. Siguiendo a Johnson (1993), tomo en consideración el principio de que las comunidades construyen imaginativamente el significado moral. Esta construcción social y cultural se revela a través del lenguaje, en especial, a través del vasto repertorio de expresiones figurativas. Asimismo, esta construcción del significado moral no es, sin embargo, inmotivada. Al contrario, se advierte un continuo entre las formas físicas de movernos en el mundo y las formas simbólicas (incluidas las lingüísticas) de relacionarnos socialmente. Dicho de otro modo, existe un anclaje corporal que promueve los modos de figurar. Como he adelantado, éste es uno de los principios de la semántica cognitiva, respecto del cual es necesario detenerse un momento.

Anclaje corporal

La denominada hipótesis de la corporeización (embodimenthypothesis) ha adquirido en la actualidad una relevancia creciente en el marco de las ciencias cognitivas. La noción de embodiment se ha planteado como la convergencia natural entre los hallazgos concretos de disciplinas complejas como la neurobiología y la reflexión teórica en filosofía de la mente, por ejemplo.

Existe cierto consenso respecto de que la hipótesis de la corporeización tuvo su origen en la lingüística cognitiva (Rohrer 2007), en el ya célebre ensayo de Lakoff y Johnson (1980), Metaphors we Uve by. En ese texto los autores argumentan que los tres tipos naturales de experiencia -corporal, ambiente físico y de la cultura- constituyen los dominios básicos sobre los que se levantan las metáforas. El desarrollo posterior de la teoría conceptual de la metáfora está precisamente guiado por el supuesto de que todos esos tipos de experiencia son cognitivamente representados y que constituyen la motivación de los hechos lingüísticos.

 

ESQUEMAS DE IMAGEN

Una noción muy influyente en el marco de los estudios cognitivos (y que se propone como respaldo para afirmar la hipótesis del embodiment) es la de "esquema de imagen" (imageschema, en Johnson 1991). Un esquema es una representación cognitiva de hechos, percepciones, relaciones u objetos, cuyas propiedades son generalizadas a partir de múltiples instancias u ocurrencias.3

Para que las experiencias nos resulten significativas deben estar basadas en nuestras acciones, percepciones y concepciones. Un esquema es un patrón recurrente, una figura, "que, por tanto, contribuye a la regularidad, coherencia y comprensibilidad de nuestra experiencia y entendimiento" (Johnson 1991, 127). Estos patrones emergen como estructuras significativas para nosotros, principalmente en el nivel de nuestros movimientos corporales en el espacio, nuestra manipulación de objetos y nuestras interacciones perceptuales. Son entendidos como conceptos de alto nivel, y su configuración es independiente del contexto. En tanto conceptos, operan en diferentes dominios y son capaces de darle forma y significado a una experiencia. Por todo lo anterior, los esquemas son entendidos como estructuras estables y persistentes en el sistema cognitivo.

Entre los esquemas de imagen que Johnson propone, se cuentan: CONTENEDOR, COACCIÓN, CAPACITACIÓN, ATRACCIÓN, VÍNCULO, CENTRO-PERIFERIA, PARTE-TODO, CICLO, SUPERFICIE, PROCESO. El autor sostiene que este tipo de esquemas tiene una estructura interna lo suficientemente rica como para limitar nuestra comprensión y razonamiento.

Lakoff (1989) enfatiza que la lógica básica de los esquemas de imagen está determinada por sus configuración como gestalt, es decir, como un todo estructurado que es más que una mera colección de partes. Esta forma de comprender los esquemas de imagen es irreductiblemente cognitiva, diferente de la forma en que se concibe la lógica formal, en la que tales configuraciones gestálticas no resultan admisibles.

Si asumimos que algunas de nuestras experiencias físicas pueden llegar a ser conscientes, en términos de esquemas de imagen, estas estructuras se perfilarían como patrones que inciden directamente en la asignación de significado lingüístico. El papel de los esquemas en la descripción del significado lingüístico se vincula con su contribución a la estructura conceptual, es decir, a la organización de la representación mental subyacente.

Es posible, de acuerdo con esta perspectiva, rastrear la influencia en el lexicón de cada uno de los esquemas de imagen, por ejemplo: "estar dentro", "llenar", "estar fuera", "vaciar", "salir", remiten directamente al esquema de contenedor; "unión", "estar atado", "enlazar"; "desunión", "cortar", al de vínculo; "aspecto central", "estar en medio", "dar en el centro", "asunto marginal", "margen social", al esquema de centro-periferia.

Como apunta Tuggy (2007), hay bastante consenso en considerar que, en último término, el esquema es un concepto su-perordinado a partir del cual se desprenden conceptos específicos que corresponden a instancias o elaboraciones del concepto general.

Por último, en este trabajo propongo tres razones para apelar al conocimiento esquemático al momento de dar cuenta de las estructuras semánticas. Estas razones constituyen nuestros supuestos básicos en la incorporación de los patrones esquemáticos al análisis semántico:

A) La esquematicidad manifiesta de modo prominente la corporeización del significado. Los patrones esquemáticos son directamente significativos en la medida que están determinados por la naturaleza de nuestros cuerpos y las formas de interacción con el medio ambiente (Lakoff 1987, 268).

B) Los esquemas de imagen configuran los dominios conceptuales. Tanto la descripción del proceso de proyección metafórica como la caracterización de la polisemia en términos sistemáticos requieren la configuración de los dominios conceptuales. En el sentido experiencial que le asigna la lingüística cognitiva, los dominios primigenios son aquellos definidos por los patrones esquemáticos; de ellos emergen las propiedades generales y la lógica básica a partir de la cual es posible explicarse el articulado de correspondencias en los conceptos metafóricos.

C) Los esquemas de imagen sustentan algunas formas básicas de categorización. Los esquemas de imagen imponen relaciones categoriales básicas, tales como las implicadas en las oposiciones DENTRO-FUERA, ARRIBA-ABAJO, ORIGEN-DESTINO, BALANCEA-DO-DESBALANCEADO. Estas categorías resultan especialmente productivas en los dominios no físicos. Por ejemplo, una idea, una persona o un grupo puede estar adentro o afuera de un marco de referencia (una teoría, una comunidad).

 

ESQUEMATIZACIÓN DE LA CONDUCTA SOCIAL

Es posible caracterizar inicialmente la dimensión que nos interesa de la conducta social mediante dos esquemas básicos: el esquema de CONTENEDOR V el de CONTACTO.

El esquema de contenedor (Johnson 1987; Lakoffl989) consiste en una distinción de límites entre un interior y un exterior, y define la distinción mas básica entre dentro y fuera. Todo esquema remite a una experiencia física, que en este caso se relaciona con el hecho de asumir nuestros propios cuerpos como contenedores. La experiencia física recurrente entrega las bases de la proyección metafórica; es así como, por ejemplo, el dominio del campo visual es comprendido como un contenedor (las cosas entran y salen de la vista); y, por cierto, igual proyección se observa en el caso de las relaciones personales (uno puede estar atrapado en una relación o salir de ella).

El esquema de contacto remite a la posición adjunta de dos o más cuerpos, posición que se ha alcanzado producto de un movimiento y la ejecución de cierta fuerza (la que eventualmente puede ser resistida, desviada o atenuada). A mi modo de ver, este esquema resulta extremadamente relevante para la comprensión de las relaciones interpersonales y constituye la base física sobre la que se entienden las actitudes de aceptación o rechazo social. Una explicación es que, cuando el espacio físico es compartido por dos o más individuos, las disposiciones gestuales, proxémicas, los desplazamientos, cobran vital importancia, al punto de permitir, restringir o imposibilitar el encuentro. Es así como está dado comprender la comunicación como un juego de distancias, cuyas reglas sirven tanto para conseguir proximidad como para obtener lejanía. Se puede considerar que las distancias más cortas se asocian a la conversación más implicada, más eficaz. La comunicación "más estrecha" típicamente permite a los participantes asegurar la claridad del mensaje y la atención del interlocutor. En cambio, la desimplicación asociada a la lejanía entre los participantes resta posibilidades en el logro de los objetivos comunicacionales.

La lógica que organiza el dominio de las distancias físicas establece una escala de proximidad que sirve para expresar una cuantificación del compromiso, por ejemplo, en el dominio de las relaciones interpersonales. Alguien "está cerca" de otro cuando comparte una opinión o al menos la respalda; al contrario, cuando alguien se "siente lejos" de otro es porque existe una implicación personal mínima. Estamos en presencia de una escala de compromiso, en la que nos ubicamos (al modo espacial) más cerca ("allegado", "al lado", "junto a") o más lejos ("muy distante, "ni ahí",4 "al otro lado").

En el lenguaje, entonces, constantemente nos referimos a relaciones personales en términos espaciales. Considero que esta figuración lingüística se debe a disposiciones cognitivas que subsumen la experiencia de la espacialidad física en otros planos más abstractos. En términos cognitivistas, el dominio de las relaciones personales, más abstracto, simbólico, se aparea con el dominio más concreto del espacio físico. Entre las consecuencias de esta forma de conceptualización están las abundantes referencias lingüísticas y no lingüísticas a la espacialidad, a propósito o dentro de una situación comunicativa.

Por otra parte, en su ensayo El lenguaje silencioso, Edward Hall (1989) puso atención en el modo en que el espacio per se comunica. Las culturas han organizado de modo particular su tratamiento del espacio, por lo que hay reglas explícitas e implícitas que se aplican a la relación de las personas con su espacio. Puedo añadir que el comportamiento de una cultura respecto del espacio forma parte de conceptualizaciones de fondo que están también en la base de otras manifestaciones tales como las lingüísticas. Pensemos en alguien que quiere "sobresalir" a toda costa y podremos visualizar una imagen de alguien que se abre paso entre un grupo de personas hasta asomarse a un espacio central o un primer plano. Incluso nos costaría trabajo referirnos a la situación de un modo que no considere la imagen espacial.

En síntesis, para la esquematización de la conducta social propongo la visualización de un espacio bidimensional (territorio), en el que se identifican espacios individuales y un radio de acción para cada uno de ellos. Así, el contacto entre los individuos es el resultado de la extensión del radio de acción, la que puede implicar ingreso en el espacio ajeno, como se representa en la figura 1.

 

PROYECCIÓN ESQUEMÁTICA EN EL LÉXICO

El caudal léxico y fraseológico de una lengua puede representarse en términos de algunas categorías populares. Piénsese, por ejemplo, en el caso de perspicacia, que refiere una cualidad de innegable interés social: una persona perspicaz destaca en contextos donde lo relevante es la consecución de objetivos comunicativos e intelectuales, tales como la persuasión o el descubrimiento de una verdad; una persona perspicaz resultará, por lo general, valorada positivamente. ¿De qué manera figuramos la perspicacia? El dominio preeminente es el de los objetos punzantes: una expresión acertada es "aguda", incluso "penetrante" o "incisiva"; la persona perspicaz es "agudo", "puntudo" o "aguja". Siempre en términos populares, la perspicacia contumaz resulta en una incomodidad para quien la sufre, de modo que el "puntudo" puede terminar estigmatizado. En este mismo polo negativo se ubica el "puntudo" cuando sus observaciones constituyen una intromisión ilegítima.

La proyección metafórica, que lleva al dominio de las conductas sociales las propiedades de los objetos, genera una categoría popular enriquecida por la experiencia de la realidad tangible. Lo que puede ser considerada una categoría conductual con cierto grado de abstracción adquiere la "corporeidad" de la experiencia sensible, de tal forma que ya no tenemos un individuo simplemente perspicaz, sino un objeto punzante capaz de penetrar los cuerpos. Ésta es, por cierto, la dinámica habitual de lexicalización, según la cual una expresión metafórica termina copando el espacio conceptual y erigiéndose ella misma en la categoría del caso.

Otro ejemplo para el mismo proceso de lexicalización puede observarse en el caso de la categoría antipatía, figurada como "pesadez". El caudal expresivo que aporta el dominio de los objetos pesados no sólo incluye objetos o materiales prototípicos ("yunque", "plomo"), sino también una interminable lista de escenas hipotéticas, y en principio absurdas ("tanque a pedales", "chupete de fierro", "vaca / elefante en brazos"). La categoría, así, se conforma sobre la base imaginativa a partir de una propiedad definida de los objetos sensibles.

La centralidad que le asigna la comunidad a estas categorías promueve la aparición de múltiples formas expresivas: los hablantes, de modo recurrente, refieren la perspicacia o el carácter antipático mediante diversas imágenes (símiles, fórmulas fraseológicas, paremias); si bien todas ellas aportan aspectos diferentes, confluyen en un centro categorial, por lo que se puede afirmar que son expresiones de la misma categoría conceptual.

En lo que sigue, me concentraré en la caracterización somera de las categorías que emergen de las conceptualizaciones idealizadas de la conducta social. Para ello, considero las expresiones más usuales en el castellano de Chile que lexicalizan tales categorías. En la siguiente tabla señalo las expresiones y proporciono un contexto lingüístico posible en el español de Chile. Adicionalmente, señalo la carga axiológica de cada unidad,5 esto es, el valor (positivo o negativo) asignado por la comunidad al contenido semántico de la palabra y, en consecuencia, a la conducta de la persona designada (véase cuadro 1).

A partir de la esquematización ya señalada, el análisis asume la participación de dos modelos cognitivos idealizados6 en los que convergen las preferencias culturales asociadas a la conducta social, esto es, las concepciones estereotipadas según las cuales se caracterizan y valoran a las personas en su relación con los demás. Considero que cada modelo de idealización tiene su foco de interés en dimensiones de la conducta diferentes aunque complementarias: el primero (que denomino modelo absoluto) se centra en la proactividad, mientras que el segundo (que llamo modelo relativo) da cuenta de las opciones de contacto, en especial, la invasión.

Modelo absoluto

Este modelo tiene su foco principal en la proactividad orientada al logro de objetivos. Las personas tenemos diversas motivaciones, que están en la base de nuestra actuación en sociedad. El modelo idealiza nuestra pertenencia a la comunidad en términos de acción, en la medida en que la probabilidad de éxito radica en nuestras propias habilidades y estrategias. El modelo se funda en la metáfora conceptual la conducta social es movimiento, de la cual se derivan dos polos de significación, claramente diferenciados en el léxico como opuestos binarios. Por un lado, la presencia de movimiento orientado a la consecución de fines es lexicalizado en la expresión "movido" y, por otra, la ausencia de movimiento, que implica una incapacidad y la improbabilidad de éxito, se lexicaliza en la expresión "quedado". Los contextos más usuales de ambas unidades léxicas remiten a la oposición más general actividad-pasividad: una persona "movida" realiza las acciones necesarias para conseguir sus objetivos, en cambio, una persona "quedada" no toma la iniciativa y, por ello, suele perder oportunidades. La axiología de estas unidades es, obviamente, contrapuesta: la conducta activa del "movido" es valorada positivamente, mientras que el quedado es signado negativamente. Así, el modelo absoluto se haya construido sobre el acuerdo de que las personas son responsables por el logro de sus propios objetivos, lo que constituye un beneficio para ellas (y, eventualmente, para terceros).

Modelo relativo

La metáfora LA CONDUCTA SOCIAL ES MOVIMIENTO está también en la base de un segundo modelo idealizado, que califico de relativo, pues implica la interrelación personal. Así, la conducta individual, más allá de los objetivos, se define en función del efecto que tiene sobre los demás. El léxico metafórico que responde a este modelo codifica tanto propiedades del sujeto como opciones de movimiento dentro de un territorio, de acuerdo con la lógica del concepto metafórico. Así, se puede entender que a cada individuo le corresponde un territorio propio y un radio de acción que debe ser regulado. No tenemos un término cotidiano para el estado ideal que es resultado de esta regulación, pero sí para los casos en que esto no ocurre, y que son los casos prominentes que el léxico popular captura. En términos sociales, la extensión del radio de acción corresponde a una invasión del territorio ajeno, mientras que la contracción del radio corresponde a una incapacidad. La axiología en ambos casos es negativa, pues el modelo idealizado supone tanto la utilización del radio propio como la no invasión.7 A continuación resumo el contenido conceptual de cada expresión:

"Corto''

El sujeto no utiliza su radio de acción en toda su extensión lo que le impide tomar contacto efectivo con otros. En términos sociales, la persona "corta" posee un carácter tímido o es extremadamente cauto para tratar temas; inhibido verbalmente, se ve imposibilitado de conseguir sus propósitos. La axiología es negativa, pues este individuo está alejado del ideal social, basado en la proactividad.

"Patudo"

El origen conceptual de esta expresión (el atributo de tener los pies grandes8) se proyecta en el dominio social a la conducta abusiva. Ésta es resultado de la acción previa de invasión: alguien con los pies grandes ocupa (ilegítimamente) el territorio ajeno. De allí que la invasión sea consustancial al patudo. Esta invasión puede ser parcial o inicialmente consentida. Se trata, entonces, de la entrega de confianza, la cual finalmente será retirada. De allí que "patudez" sea un término adecuado para caracterizar el abuso de confianza en general.

"Metido"

El sujeto se mueve hacia el interior del territorio ajeno y permanece allí. Esta invasión se da, socialmente hablando, como la intromisión en los asuntos ajenos. De allí que el metido se entienda como impertinente y sólo eventualmente como abusivo, como sí lo es el patudo. La axiología es negativa, pues meterse en territorio ajeno constituye una violación de las normas que regulan el comportamiento social ideal.

"Lanzado"

Esta expresión codifica centralmente la aplicación de mayor fuerza en la entrada al territorio ajeno (lo que se muestra en las flechas de la figura 5)- Se entiende, entonces, como la categoría léxica mas adecuada para expresar el traspaso de todos los límites. Da cuenta de los abusos típicos, especialmente los relativos a las pretensiones amorosas y sexuales, que se dan sin consentimiento y, a veces, súbitamente. La carga axiológica es normalmente negativa.

"Entrador"

El atributo relativo a la capacidad para ingresar a territorio ajeno, codificado en esta unidad, se considera un rasgo mas permanente. El "entrador" es socialmente mas desinhibido, sociable y asertivo. Estos rasgos suelen ser considerados positivos, en la medida en que hacen posible la interrelación. No se integran en esta conceptualización eventuales fuerzas que contrarresten la entrada, por lo que el "entrador" resulta ser básicamente alguien que aprovecha la oportunidad de ingresar. La figura 6 representa la acción del "entrador" como algo recurrente.

 

CONCLUSIONES

Las expresiones estudiadas corresponden a diferentes posibilidades de la organización esquemática. Los esquemas de contacto y de contenedor entregan las propiedades topológicas básicas sobre las cuales se levantan los modelos de idealización. Asimismo, las restricciones impuestas por la lógica esquemática preservan la naturaleza de la proyección metafórica: son la posibilidades de regulación del radio de acción, fundamentalmente, las que se codifican en el léxico.

Los modelos cognitivos idealizados capturan las preferencias culturales en relación con la evaluación de la conducta social. Si bien, las categorías conductuales signadas negativamente pueden admitir la asignación de un valor positivo, este cambio axiológico requiere siempre una argumentación adicional: alguien puede considerar que un individuo es patudo y asignarle un valor positivo, pero debe aclarar que la conducta es positiva en un sentido distinto del habitual. En este caso, el parámetro axiológico se mueve en relación con las expectativas contextúales (situaciones en las cuales la intrusión implica un desafío, por lo tanto, eventualmente positivo).

De acuerdo con la hipótesis del embodiment, la estructura conceptual anclada en la experiencia corporal hace significativos los hechos lingüísticos, en la medida en que éstos codifican tal experiencia. La capacidad imaginativa de los hablantes, asociada a esta base experiencial, permite que las cualificaciones de "patudo", "entrador" o "metido", por ejemplo, mantengan su significado territorial y produzcan nuevas categorías en el dominio de la conducta social. Tal como está lexicalizada en cada una de las unidades estudiadas, nuestra experiencia territorial incluye la experiencia de entrar a un contenedor y la experiencia de entrar en contacto con otros cuerpos.

Las posibilidades esquemáticas y la generación de los modelos idealizados son variadas; sin embargo, sólo algunas han derivado en codificaciones léxicas. En efecto, el léxico que se sustenta en los esquemas de imagen señalados es reducido y no constituye, en principio, una clase abierta. Ciertamente, podemos encontrar material expresivo adicional ("canchero", el que parece sentirse cómodo en los territorios ajenos; "pasado para la punta", al parecer una variante de "lanzado"; "tener llegada", como la capacidad para ser admitido y eventualmente favorecido; etcétera), pero con certeza se tratará de elaboraciones de las unidades léxicas básicas tratadas.

 

BIBLIOGRAFÍA CITADA

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NOTAS

1 No necesariamente chilenismos. De hecho, con variaciones, algunas de estas expresiones están presentes en otras regiones de habla hispana.

2 Id., 1994, 21. Mi adaptación.

3 Los esquemas tienen un carácter relacional, en el sentido de que están constituidos por el par forma-significado; esta noción ha derivado en la concepción de los esquemas como estructuras que poseen una configuración abstracta que es instanciada en situaciones concretas. Una imagen, a su vez, tiene una naturaleza más particular, por cuanto representa de modo analógico hechos u objetos específicos. Las personas podemos representarnos mentalmente un objeto individual o una escena particular mediante una imagen bastante precisa, que incluya detalles observados una única vez.

4 En Chile, la expresión "No estar ni ahí" ("no estoy ni ahí contigo"; "los jóvenes no están ni ahí con la política") refiere normalmente la idea de desinterés absoluto.

5 En este punto me baso en la propuesta general de Krzeszowski (1989).

6 Sigo de cerca la proposición original de Lakoff(1987).

7 Esta es una constatación basada en las observaciones más generales presentadas por Hall (1976), quien ha definido a la especie humana como un animal de "no contacto". Si se considera que nos movemos en el mundo evitando los peligros que son inherentes al contacto, es posible entender que constantemente debemos hacer ajustes a la extensión de nuestro radio de acción con el fin de no invadir el territorio de los otros. Si alguien transgrede la distancia personal sin la aprobación del otro, estará violando el principio regulador del no contacto. Existen situaciones límite en las que factores físicos impiden el mantenimiento de la distancia personal y el contacto se acerca peligrosamente a la distancia íntima. Por ejemplo, en un bus repleto, las personas deben hacer muchos esfuerzos para que la cercanía no sea percibida como invasión.

8 Son sinónimos de "patudo", "balsa" y "balsudo" que remiten a la figura derivada de una persona con pies tan grandes como balsas.

 

Información sobre el autor:

Jorge Osorio. Profesor Asistente del Departamento de Español de la Universidad de Concepción (Chile). Es profesor de Español y se doctoró en Lingüística en la misma universidad con una tesis sobre aspectos de la comprensión de metáforas conceptuales. Realiza docencia de prerado en semántica y argumentación, y en postgrado en el área de lingüística cognitiva. Coautor del libro Lenguaje y cognición: estudios en lingüística cognitiva (2004) y editor del volumen Recorridos de la metáfora: mente, espacio y diálogo (2011). Entre sus áreas de interés se cuentan la semántica cognitiva y los estudios de la argumentación.

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