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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versão On-line ISSN 2448-7554versão impressa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.32 no.128 Zamora Jan. 2011

 

Sección temática

 

Las metáforas de la cruz: un caso de penetración ideológica en el estado de Colima, México

 

Metaphors of the Cross: A Case of Ideological Penetration in the State of Colima, Mexico

 

Gabriela del Carmen González González*

 

Universidad de Colima *(ramdas@ucol.mx) (gabrieladelcarmenl l@hotmail.com)

 

Fecha de recepción del artículo: 30 de junio de 2010
Fecha de aceptación y recepción de la versión final: 31 de enero de 2011

 

Resumen

Este artículo muestra que las metáforas de la cruz funcionan pragmáticamente como instrumentos de penetración ideológica, que opera en dos dimensiones: una consciente, por parte de la Iglesia católica y otra diferida e inconsciente en los creyentes colimenses, que en forma de autopersuasión, los hace sentirse seguros, confiados y protegidos. De manera simultánea, estas metáforas les sirven para adaptarse a su medio ambiente, reafirmando sus creencias e interpretando la realidad a partir del esquema cultural fatalista religioso.

Palabras clave: Cruz, metáfora, ícono, símbolo, penetración ideológica.

 

Abstracts

Gabriela del Carmen González González, Universidad de Colima This article shows how metaphors of the cross function pragmatically as instruments of ideological penetration that operate in two dimensions: one conscious, on the part of the Catholic Church, the other deferred and unconscious among believers in Colima, Mexico; who through a form of selfpersuasion come to feel safe, secure and protected. Simultaneously, these metaphors help people adapt to their surroundings by reaffirming their beliefs and interpreting reality on the basis of a fatalistic religious cultural scheme.

Keywords: cross, metaphor, icon, symbol, ideological penetration.

 

Résumés

Cet article démontre que les métaphores de la Croix fonctionnent pragmatiquement comme des instruments de pénétration idéologique, qui opèrent à deux niveaux : l'un conscient, à partir de l'Eglise, et l'autre différé et inconscient à travers les croyants de Colima, qui comme une forme d'auto persuasion les fait se sentir sûrs, confiants et protégés. De façon simultanée ces métaphores leur servent pour s'adapter à leur milieu ambiant en réaffirmant leurs croyances et en interprétant la réalité à partir du schéma culturel fataliste et religieux.

Mots clés: Croix, métaphore, icone, symbole, pénétration idéologique.

 

"Metaphors are cognitive filters, but different metaphors filter different
partióles of truth".

Andrew Goatly

 

INTRODUCCIÓN

En el estado de Colima, México, la cruz ocupa un puesto privilegiado en el universo de las significaciones culturales, debido a la herencia cultural que integra aprendizajes religiosos de mucho tiempo atrás. Su prominencia cultural se puede observar en el discurso cotidiano de las personas, a través de metáforas y en numerosas ocasiones, también aparece icónicamente en los escenarios donde transcurre la vida privada y la comunitaria.

La cruz está investida con múltiples significados que en su mayoría provienen de una manera de pensar enraizada en la creencia religiosa cristiana católica. Las visiones de la población colímense en torno a la cruz principalmente surgen de un esquema cultural fatalista religioso que contiene ideas relativas a que Dios controla la vida humana y, por tanto, todo sucede por su voluntad, ante la cual el ser humano es impotente. Algunas de las metáforas de la cruz responden directamente a esta visión fatalista y otras se alejan un poco, situándose en la periferia de esa misma manera de interpretar la realidad.

La fuerza de la significación de la cruz está enraizada en tres aspectos: lo icónico, lo metafórico y lo simbólico; esto se da a tal grado en el discurso, que resulta sumamente difícil disociar lo uno de lo otro, como se podrá ver en el análisis pormenorizado de los ejemplos que se presentan en el cuerpo del artículo.

En la vida cotidiana de gran parte de la población colímense, la cruz se integra de diversas maneras a sus conductas: usan un crucifijo colgado al cuello; se santiguan al salir de su casa, al pasar frente a un templo católico, antes de presentar un examen o de entrar a una entrevista de trabajo, entre muchas otras. Además, en su manifestación icónica, la cruz se vuelve un recordatorio omnipresente de ciertas creencias y de su importancia para los colimenses. Se encuentran cruces en diversos escenarios: al interior de las casas, en accesorios personales, en alguna construcción en proceso o sobre la fachada de casas antiguas.

La gente que vive en el ámbito rural tiene más usos para la cruz: las emplean hechas de palma, de ceniza, de sal o trazadas en el aire para protegerse de diversas amenazas. Cada una de estas cruces obedece a una razón específica para estar ahí, que puede ser ostentación de la pertenencia a la religión católica; la búsqueda de protección; la defensa de posibles males; entre otras.

Precisamente, esta inmersión de la cruz y sus metáforas en la vida de la gente, como se expuso en los párrafos anteriores, confirma que en temas relativos a creencias no es posible estudiar la metáfora desligándola de lo cultural y por consecuencia, tampoco de lo social.

Las metáforas acerca de la cruz tienen un alto nivel de ocurrencia en el habla colímense; algunas con una historia más larga que las demás, pero todas igualmente útiles para expresar diversos contenídos relevantes para la población que hacen eco a sus creencias y determinan conductas en su vida cotidiana.

El empleo de la cruz tanto en su representación icónica como en las metáforas hace reverberar su potencia simbólica, la cual permanece latente, tanto en las conductas, como en las verbalizaciones, haciendo presente la fuerza de la creencia que las sustenta; sin embargo, el grado en que esto sucede depende del nivel de internalización del propio esquema cultural fatalista religioso que comparten muchos colimenses, aunque en cada uno, tiene una profundización diferente.

A continuación expongo las preguntas de investigación que busca responder este artículo: ¿son las metáforas sobre la cruz un instrumento de penetración ideológica? y ¿cómo funcionan pragmáticamente estas metáforas entre los colimenses? Por consiguiente, el objetivo general del artículo es mostrar el funcionamiento de las metáforas sobre la cruz como instrumentos de penetración ideológica y demostrar su función pragmática en la vida cotidiana de los colimenses.

El abordaje teórico de las metáforas de la cruz se centró en las propuestas de Charteris-Black (2004) acerca del Análisis Crítico de la Metáfora y de Goatly (2007) con respecto a los contenidos ideológicos ocultos tras las metáforas, ambos considerados dentro del paradigma de la Lingüística Cognitiva.

Todo el corpus se obtuvo por elicitación directa de personas colimenses de todas edades; y los datos que se exponen acerca de las costumbres y tradiciones en torno a la cruz, surgieron de observación etnográfica y de la experiencia personal de quien escribe como colímense por adopción.

La estructura de este artículo es la siguiente: tras la introducción se presenta un apartado sobre el esquema fatalista religioso, su fuerza motivacional y los grados de internalización en que puede manifestarse; luego, las metáforas de la cruz, que se analizan precedidas por la explicación de la naturaleza de las metáforas religiosas; después se expone el valor simbólico de la cruz seguido por la función pragmática de sus metáforas; para terminar con las conclusiones y las referencias.

 

EL ESQUEMA CULTURAL FATALISTA RELIGIOSO

En una investigación personal anterior sobre percepción del riesgo geológico en el estado de Colima,1 se identificó entre otros esquemas culturales2 el fatalista religioso, cuya presencia se extiende a muchos ámbitos de la vida de los colimenses y resulta pertinente tratarlo aquí por la relevancia que tiene en la metaforización de la cruz.

"Un esquema cultural es una versión genérica sobre alguna parte del mundo construida a partir de la experiencia compartida y almacenada en la memoria" en la propuesta teórica de Naomi Quinn (2003, 38). Estos esquemas son construcciones mentales acerca de fracciones de la realidad que sólo se pueden reconstruir a partir de un análisis del discurso basado en la identificación de tres tipos de unidades lingüísticas: metáforas, palabras clave y razonamientos de los informantes. La parte medular del esquema la constituyen las metáforas, para cuya comprensión se dispone de las palabras clave que son las que más se repiten en el discurso y los razonamientos que son las explicaciones que los informantes dan en relación con sus puntos de vista acerca del tema en cuestión; no requieren pulcritud lógica, pueden ser exposiciones muy sencillas, incluso fragmentarias o poco desarrolladas, pero que faciliten la comprensión de las metáforas y favorezcan la reconstrucción del esquema. Así, a partir de la consideración de estas tres unidades se reconstruye la secuencia que integra el esquema cultural.

Los esquemas culturales poseen fuerza motivacional, como reconoce D'Andrade (1997) pueden instigar a la acción, es decir, que pueden funcionar como metas; cuando las personas se guían por un esquema cultural, los contenidos de éste las motivan a hacer algo específico, sea positivo o negativo.

Los esquemas culturales necesariamente presentan un grado de internalización en las personas, según el cual influyen en mayor o menor medida en las convicciones y las conductas de los informantes.

El esquema cultural fatalista religioso está basado en una creencia religiosa cristiana, principalmente católica que impera en la mayor parte de la población colímense: 93%,3 por tanto, las metáforas que lo fundamentan son metáforas religiosas, cuyo tratamiento tiene ciertas peculiaridades que es necesario aclarar antes de presentarlas en el siguiente apartado.

El esquema fatalista religioso se expresa en la siguiente secuencia: La vida humana depende de Dios y nadie puede escapar de su justicia.

Como se señaló antes, los esquemas culturales tienen fuerza motivacional, al respecto, es tan notable la presencia de este esquema cultural en muchas mentalidades colimenses que, muy frecuentemente, sale a relucir la dependencia de la voluntad divina para todo género de asuntos; los acontecimientos en la vida de las personas, sus problemas, sus posibilidades de realización o de logro son interpretados como producto de la decisión divina. Ante esta voluntad suprema, se victimizan, asumiendo con tranquilidad el destino que les fue determinado por quien consideran el máximo poder existente. Se someten pasivamente a esa fuerza de la divinidad que aprendieron a considerar omnipotente.

Sean situaciones buenas o malas, las reciben con resignación admitiendo que son impotentes ante tal autoridad; y además, cuando viven una situación negativa o trágica, con frecuencia asumen que fue por algo que ellos hicieron mal; fácilmente encuentran en su conducta algo que pudo ofender a Dios, es decir, un pecado o una culpa, que requiere expiación. Estos rasgos conductuales son generados por la fuerza motivacional del esquema cultural fatalista religioso, pero el grado en que se presenten en cada persona que dispone de este esquema depende de su nivel de internalización; para abordar este tema, se empleó la propuesta de Spiro (1987 en D'Andrade y Strauss 1997, 36-37) quien propone cuatro niveles:

el primero presenta indiferencia o rechazo de las creencias, de tal manera que el esquema cultural no tiene fuerza directiva. En el segundo, las creencias son como clichés, la persona honra la fuerza directiva del esquema pero es más en palabras que en hechos. En el tercero, el esquema cultural está internalizado, no es externo a los actores, sino que influye en su conducta y se instala en sus mentes. En el cuarto nivel, el esquema cultural no sólo está internalizado sino que es altamente prominente. Los actores lo sostienen con fuerte convicción, tanto mental como emocionalmente y se muestra con claridad en su conducta.

En los casos donde el esquema cultural está profundamente internalizado, se da un fenómeno que Hutchins (1980 en D'Andrade y Strauss 1997, 38) ha llamado transparencia, para describir la manera en que la gente, algunas veces, ve el mundo a través del esquema sin ver el esquema en sí mismo. La gran transparencia de algunos esquemas ayuda a darles fuerza motivacional porque la persona ve el mundo de una manera particular y lo experimenta como una realidad innegable e incuestionable, como una verdad absoluta.

La consideración del esquema cultural fatalista religioso con su fuerza motivacional y sus niveles de internalización permitirá comprender cómo algunas de las metáforas de la cruz tienen relación directa con la visión de la realidad que propicia el mencionado esquema.

 

LAS METÁFORAS DE LA CRUZ

La metaforización de la cruz en el habla colimense refleja múltiples tradiciones, costumbres y maneras de ver la realidad, que se crean y se recrean fundamentadas en la relación entre lengua, cultura e imaginería, precisamente de esta última surgen las metáforas investidas con rasgos culturales que toman cuerpo en la lengua.

"Desde una perspectiva cognitiva, la metáfora puede ser definida como pensar de una cosa (A) como si fuera otra cosa (B), y lingüísticamente esto resulta en un ítem de vocabulario o un fragmento de texto más largo que se aplica de una nueva manera inusual. En la terminología tradicional A es el Tópico o Meta y B es el Vehículo o Fuente" (Goatly 2007, 11); tanto la meta como la fuente constituyen dominios conceptuales que interaccionan para dar origen a la metáfora.

La interacción entre los dos dominios conceptuales que integra cada metáfora, en el caso de la cruz, se mantiene subyacente a la conciencia, permanece latente; los hablantes verbalizan diversas metáforas derivadas de tal interacción, pero no la fundamental, ésta sólo aparece a los ojos del analista y es la que constituye la conceptualización subyacente que explica la tensión existente entre los dominios; denominada por Goatly (2007) como tema metafórico.

También resulta importante considerar las metáforas convencionales, que "adquieren el poder de afectar nuestro pensamiento subconscientemente, sin que nos demos cuenta de ello" (Goatly 2007, 22). Estas metáforas no trastornan nuestros modos de percepción o acción por completo, ya que han logrado convertirse en una manera aceptable de construir, conceptualizar e interactuar con la realidad (Goatly 2007, 28); es precisamente a este grupo que pertenecen las metáforas de la cruz, algunas de las cuales se encuentran en camino hacia la lexicalización.

Se presenta en las metáforas de la cruz un fenómeno denominado multivalencia que ocurre cuando el dominio fuente es el mismo pero es aplicado a diferentes dominios meta (Goatly 2007,13). Así, el dominio fuente o vehículo metafórico siempre será la cruz, con diferentes dominios meta o tópicos metaforizados, a saber: un signo de pertenencia, una carga, una bendición, una protección, un instrumento de sanación, un agradecimiento, una defensa, un reforzador de intenciones, una maldición y un instrumento encubridor. Lo que quiere decir que la cruz es el fragmento de realidad concreta que los hablantes tomaron para explicar diversos asuntos abstractos.

Además de lo anterior, es necesario considerar que las metáforas, cuyo análisis se ofrece a continuación, manifiestan las creencias religiosas de los hablantes, por tanto, se trata de metáforas religiosas y como tales requieren de un tratamiento especial. La identificación de tales metáforas no puede ser demasiado drástica ni tajante, debido a que la interacción entre los dos dominios conceptuales que genera la metáfora se ve implicada en la manera de ver las cosas de quien la interprete. Esto sucede debido a que el dominio meta (tenor o tópico de la metáfora) corresponde al ámbito espiritual de las personas y, por consiguiente, está sujeto a la manera en que cada quien lo experimente. En la interpretación de estas metáforas es determinante el ser creyente o no creyente porque puede decidir el reconocimiento de los contenidos de la expresión como metafóricos o como literales.

En las metáforas religiosas se dan tanto incongruencias semánticas como filosóficas; para un creyente, puede no haber incongruencia semántica porque lo que dice la metáfora le parece verdadero y le ayuda a comprender algún aspecto de su marco de creencia; en cambio para un no creyente, la incongruencia semántica es fácilmente detectable porque comprende los contenidos de la metáfora como manifestaciones de una creencia que así simboliza sus contenidos pero no los toma como verdades (Charteris-Black 2004).

A continuación se expondrán los diferentes temas metafóricos que generan metáforas sobre la cruz identificadas en el habla colímense con su respectiva iconicidad y con un intento explicativo de su gestación organizados en tres grupos metafóricos: el primero surgido de la idea de la crucifixión de Jesús; el segundo asociado con la supeditación de la vida humana a la voluntad divina; y el tercero derivado de la asociación entre la cruz y la muerte.

Grupo metafórico asociado a la crucifixión

El tema metafórico4 LA CRUZ ES UN SIGNO DE PERTENENCIA puede haber surgido del adoctrinamiento de la Iglesia católica a través de la crucifixión de Jesús; esto es parte de la historia que la gente aprende en su participación como feligresía. Dentro de las costumbres colimenses, el sentido de pertenencia al catolicismo se muestra con crucifijos colocados en diversas partes de la casa o con la cruz asimilada a la indumentaria. En esta metáfora, aparece el icono en su expresión material, las cruces de metal, madera, cristal o piedras preciosas lo confirman.

Otra forma de operar esta metáfora se da en el campo del lenguaje corporal al santiguarse cuando salen de la casa o al pasar frente a un templo católico; en estos casos, la metáfora se extiende al terreno corporal y se experimenta en el cuerpo, se encarna a partir de su iconicidad.

Para todas estas personas, aunque nunca lo expresen verbalmente está operando esta metáfora en el ámbito de su vida cotidiana. Generalmente aparece entretejida con otra donde se le considera como una protección; atendiendo a su contenido simbólico, la gente al ostentar la cruz busca más sentirse protegida que demostrar su membresía religiosa.

El tema metafórico la cruz es una carga se deriva de un pasaje bíblico en el cual Jesús cargó su cruz en el Calvario antes de ser crucificado; la gente interpreta diversas situaciones muy conflictivas como cargar una cruz. Según el grado de internalización del esquema cultural fatalista religioso en la persona, será la actitud con que experimente esa carga; porque el cargar la cruz, se puede referir desde soportar el mal genio del esposo hasta al maltrato por parte de él o al hecho de sufrir una enfermedad seria, especialmente, terminal.

Para algunas personas, la metáfora: Ésta es la cruz que me tocó cargar puede quedar en el nivel del discurso sin implicaciones internas fuera del impacto de la costumbre o la herencia cultural, en cuyo caso se estaría hablando de un nivel de internalización muy superficial; en cambio para otras personas, puede significar la ofrenda de su sufrimiento a Cristo en aras de lavar sus culpas o de asemejarse a él, caso en que se podría apreciar un nivel muy profundo de internalización en el que se habla de transparencia porque la persona ya no ve el esquema, sólo ve a través de él y de acuerdo con eso interpreta la realidad.

En las metáforas derivadas de la misma conceptualización: Cada quien carga su cruz igual que Cada altar tiene su cruz y que Cada quien trae su cruz significan que todas las personas tienen que sobrellevar una situación difícil en su vida, sea ésta la conducta de una persona, una enfermedad o alguna carencia significativa, sea económica, afectiva o de otro tipo. En la última metáfora, se incluye la idea de predestinación, aunque de manera subyacente, porque al traer la cruz, se considera que nació con ella, aplicable a casos de enfermedades congénitas.

Esta metáfora trabaja principalmente en el nivel verbal; su iconicidad se mantiene sólo en la dimensión pictórica de la metáfora5 que remite de manera espontánea a la escena de Jesús rumbo al Calvario; en este caso, la gente no dispone de lenguaje corporal para representarla; sin embargo, sí tiene implicaciones sociales y morales muy profundas además de complejas.

Cargar la cruz es una fórmula religiosa para indicar que hay que asumir los sufrimientos que la vida presente y aprender a tolerarlos, no a evitarlos; se trata de aguantar la carga de manera estoica. Lamentablemente, el contenido de esta fórmula está profundamente internalizado en muchas mujeres que sufren violencia doméstica física, psicológica o de ambos tipos; a ellas, su creencia les permite explicarse la situación que viven y de alguna manera, justificarla al asemejarse a Cristo. Como se puede observar, esta manera de reaccionar ante el maltrato tiene implicaciones inaceptables, que el estado de Colima aún no ha podido erradicar; el número de mujeres que denuncian violencia doméstica es muy reducido y la causa de esto, en parte, radica en la manera de pensar imbuida por el catolicismo.

De acuerdo con Geertz (2005), la religión no se queda en el terreno metafíisico, se relaciona con lo moral. Lo sacro implica obligaciones; no sólo alienta la devoción sino que la exige, no sólo suscita el asentimiento intelectual sino que impone entrega emocional, por tanto, dirige la conducta humana. Así, lo que estas mujeres aprendieron de su religión lo interpretan de tal manera que según ellas actúan de acuerdo con los principios que les señaló la Iglesia. Esta manera de pensar ha sido reforzada oralmente de generación en generación, de las abuelas a las madres y de ellas a las hijas.

Estos casos son una muestra de la asociación entre el sufrimiento, el mal y la injusticia de la que habla Geertz (2005); las mujeres maltratadas sin duda sufren, saben que está mal lo que les sucede y lo experimentan como una injusticia, el problema es que se sienten impotentes ante el agresor y prefieren ofrendar su sufrimiento en un intento por expiar sus pecados.

En este caso valdría la pena considerar cómo la metáfora se convierte en un instrumento de sojuzgamiento confirmando lo que dice Charteris-Black: "Si la metáfora puede influir la manera en que percibimos cierta realidad social entonces es un arma potente y potencialmente poderosa" (2004, 23). Y como se puede apreciar, esta metáfora ha sido una verdadera arma masculina para abusar de las mujeres, propiciada por la Iglesia, a partir de su adoctrinamiento aunado a la manera en que las mismas mujeres la interpretan y la repiten de generación en generación.

Grupo metafórico asociado a la supeditación de la vida humana ante la voluntad divina

Los temas metafóricos LA CRUZ ES UNA BENDICIÓN, LA CRUZ ES UNA PROTECCIÓN, LA CRUZ ES UN INSTRUMENTO DE SANACIÓN, LA CRUZ ES UN AGRADECIMIENTO, LA CRUZ ES UNA DEFENSA Y LA CRUZ ES UN REFORZADOR DE INTENCIONES se derivan del esquema cultural fatalista religioso en su consideración de que la vida humana depende de Dios, como se podrá ver en las explicaciones de cada metáfora, la gente centra su posibilidad de estar bien y lograr lo que quiere en la voluntad de Dios; no consideran otra posibilidad de resolución a los retos que la vida les presenta.

Aunque este esquema cultural está enraizado en la doctrina cristiana católica, sus contenidos han sido elaborados por la gente al compartir experiencias; es decir que surge de una reinterpretación de las propuestas de la Iglesia católica y por ello, tiene ya una notable carga de visiones de la población.

En las áreas urbanas del estado de Colima, se verbalizan diferentes metáforas derivadas del tema metafórico LA CRUZ ES UNA BENDICIÓN, usualmente están relacionadas con su valor icónico, hacerse la cruz, que refiere la costumbre de santiguarse con el primer pago que recibe alguien en un trabajo, o por la primera venta del día; esta última acción se acompaña generalmente con la expresión: Ojalá que tenga buena mano refiriéndose al cliente que acaba de pagar. La iconicidad en esta expresión resulta obvia por el movimiento corporal. Y todo esto implica el bendecir el dinero recibido para allegarse mas durante el día. Del mismo tema metafórico se deriva la metáfora hacerle la cruz a alguien, que se emplea cuando se le traza con la mano la señal de la cruz a otra persona en alguna parte del cuerpo, con mucha frecuencia en la frente o desde la cabeza hasta el pecho, que con intención de bendecir se emplea tanto en el ámbito urbano como en el rural. En este caso también la iconicidad se manifiesta por los movimientos de la mano.

Los temas metafóricos LA CRUZ ES UNA PROTECCIÓN y LA CRUZ ES UNA BENDICIÓN se asocian directamente, ya que al bendecir la intención es que la persona quede protegida; en este sentido, en el estado de Colima es muy común observar que en las familias los padres, pero especialmente las madres, acostumbran bendecir a sus hijos antes de salir de la casa con una cruz, para que les vaya bien.

Muy probablemente, el tema metafórico más prolífico es LA CRUZ ES UNA PROTECCIÓN, en donde se aprecia un reforzamiento de la iconicidad ya que las expresiones implican algunas acciones relacionadas con la presencia material de la cruz, con su icono como en el caso de los albañiles que colocan una cruz en las construcciones en proceso para protegerse de accidentes y para evitar que la construcción se caiga; en todo el estado de Colima quienes se dedican a este oficio celebran una fiesta en honor a la Santa Cruz el 3 de mayo; especialmente en esas fechas las cruces de las construcciones lucen engalanadas con flores y listones de colores.

Esta misma conceptualización subyace al papel que le asignan a la cruz en relación con fenómenos naturales principalmente en las áreas rurales del estado, aunque no es raro encontrar personas que lo practiquen en el ámbito urbano y se manifiesta de diferentes maneras: con la finalidad de protegerse de tormentas o ciclones, la gente traza cruces de ceniza o de sal en la tierra o las dibuja en el aire. Para espantar remolinos de tierra hacen cruces con los dedos de las manos. Con el propósito de evitar que llegue una borrasca, avientan las tijeras en forma de cruz. Por su parte, los campesinos para proteger la siembra, hacen una cruz de madera que amarran a una vara, la clavan en la parcela y en seguida riegan con agua bendita. En algunas ladrilleras, entierran una cruz en un intento por evitar que llegue la lluvia porque les dañaría el producto de su trabajo o entorpecería su consecución.

En la playa El Paraíso en Armería, Colima, para cortar una culebra de agua —remolino de agua y viento que se forma en el mar— se toma a un bebé en brazos y con su manita dirigida por la de un adulto, se traza una cruz en el aire con un cuchillo o machete en dirección a la culebra, se reza una oración con la finalidad de deshacerla para evitar que entre a tierra y cause daño.

A juicio de los informantes, tanto en el campo, como en las ciudades colimenses, la cruz también sirve para protegerse de entidades sobrenaturales, de todo aquello intangible, por ejemplo: si hay que salir durante la noche o en la madrugada y la persona se siente asustada, se le recomienda que extienda los brazos en forma de cruz y que rece una oración. En el mismo ámbito, para espantar los malos espíritus se traza una cruz de arroz en el techo de la casa y en un intento por evitar la penetración del diablo a la comunidad, se coloca una cruz en uno de los cerros más cercanos, costumbre que se puede observar en muchos de los pueblos de México.

Si se trata de enfrentar fuerzas incomprensibles como las de la tierra durante un sismo, se enfatiza el lenguaje corporal ya que la gente sugiere tirarse al suelo y abrir los brazos en cruz para protegerse. Los informantes explican que hacer esto surte efecto porque se imita la cruz de Cristo.

En los caminos de las localidades pequeñas igual que en las carreteras del estado de Colima y hasta en las avenidas de las zonas urbanas, se acostumbra colocar una cruz en los sitios donde alguien perdió la vida. Esto se hace con la finalidad de que el alma del fallecido reciba protección para que no ande penando. En el ámbito rural, existe la costumbre cuando pasa alguien junto a una de esas cruces, de colocar una piedrita a manera de oración por el alma del muerto, acción que según los informantes, evita que el ánima se manifieste para asustarlos.

Por otra parte, los curanderos luego de hacer una limpia a una persona la cruzan para protegerla, esto consiste en trazarle una cruz con una especie de gis blanquecino en las plantas de los pies, en ocasiones también lo hacen en las manos y en el pecho.

Fácilmente se puede apreciar que la metáfora de LA CRUZ ES UNA PROTECCIÓN más actuada que verbalizada, a través de la encarnación de la metáfora, al representar la cruz con el cuerpo de la persona.

Como en todos los casos, el grado de profundización de la metáfora y su impacto dependerá del nivel en que esté internalizada la creencia; para algunas personas a pesar de que actúen la metáfora mediante su iconicidad, no pasa de ser un asunto de tradición, de herencia cultural que no introyectan profundamente; en cambio, para otros, la fuerza motivacional del esquema cultural fatalista religioso con el que interpretan la realidad los hace vivir intensamente la búsqueda de protección a través de darle cuerpo a la cruz con trazos, madera, sal, ceniza o con su propio cuerpo. Canalizan todo su intento en la figura de la cruz y con ello, refuerzan su contenido simbólico.

En muchas ocasiones, la gente acostumbra trazar una cruz con la mano en el lugar donde se siente un dolor para que se quite; en el sitio en donde se recibió un golpe o donde se siente un calambre por lo que LA CRUZ ES UN INSTRUMENTO DE SANACIÓN, recurso que emplean muchas madres y abuelas colimenses. La bendición que los sacerdotes dan a los enfermos en algunas ceremonias especiales, también responde a esta metáfora; de manera similar, en el curanderismo, se traza una cruz con la mano sobre el cuerpo del paciente con la misma intención.

En muchos hogares colimenses de todos los niveles socioeconómicos, LA CRUZ ES UN AGRADECIMIENTO, ya que se acostumbra santiguarse antes de tomar los alimentos para dar gracias por tener qué comer. Esta costumbre es simultáneamente una bendición y un acto de gratitud.

Dentro de este mismo tema metafórico por las noches, antes de acostarse, es usual para muchos colimenses santiguarse, por una parte con la intención de agradecer un día más de vida y, por otra, para pedir un sueño tranquilo.

Derivada del tema metafórico la cruz es una defensa aparece en el habla infantil: cruz, cruz, que se vaya el diablo y venga Jesús, metáfora asociada a la idea de protección, que usan los niños para evitar aquello que les causa miedo. Esta expresión se acompaña de hacer la señal de la cruz con los dedos de las manos, lo cual manifiesta su carga icónica.

Dentro de la misma conceptualización, en la vida adulta de los colimenses, se emplea la metáfora ponerle las cruces a alguien para indicar rechazo. Se aplica cuando se evita encontrarse con alguien porque se le considera indeseable o hasta peligroso, en algún sentido. Icónicamente se representa haciendo la señal de la cruz con ambas manos en dirección a la persona rechazada.

LA CRUZ ES UN REFORZADOR DE INTENCIONES es un tema metafórico que aparece en el discurso de niños y adolescentes con la frase cruzar los dedos, que literalmente se refiere a una acción corporal para conseguir algo, a manera de un deseo al que se carga con una intención en la que se da un marcado involucramiento del hablante. Como puede apreciarse, aquí también interviene el valor icónico de la cruz. Los futbolistas antes de iniciar el partido, al pasar la línea donde inicia la cancha, se agachan y toman un puñado de pasto y se santiguan con él, reforzando la intención de que les vaya bien en el partido. Hacerse cruces es otra metáfora de este mismo grupo que significa cargar un deseo de logro con una decidida intencionalidad: me estoy haciendo cruces para que me den el trabajo. Estas metáforas presentan carga icónica gestual en las expresiones de los niños y adolescentes, igual que en los futbolistas; en cambio, en los dos últimos casos, sólo llevan la iconicidad relativa a su dimensión pictórica.

Grupo metafórico derivado de la asociación entre la cruz y la muerte

Los temas metafóricos la cruz es una maldición y la cruz es un instrumento encubridor parecen originarse en la condición humana, principalmente en la problemática del Ego, que afecta tanto al que la experimenta como a quienes interactúan con él.

Surgida de la idea de maldecir y asociada con necesidades psicológicas negativas, aparece la metáfora hacerle la cruz a alguien, que significa encargarse de dificultarle la vida de todas las maneras posibles, que bien pudiera derivarse de la idea de fabricar una cruz para que la cargue la persona, como en el caso de Jesús y tal vez, implique hasta el deseo de que muera.

Otro caso relacionado con esta conceptualización lo refirió una madre nativa de la ciudad de Colima, que perdió a un hijo en un accidente. Ella dijo que si se hace la cruz a una persona cuando está dando la espalda la bendición se vuelve maldición porque se le dirige a la muerte, como ella considera que sucedió con su hijo.

Con intención negativa surge la metáfora crucificara alguien que implica afectar gravemente a una persona; se emplea con frecuencia en el ámbito político cuando por razones diversas alguien con más poder que el afectado acaba con su trayectoria política, la destruye sea a través de una conversación, de una acción o de una simple demostración pública de rechazo.

También aparece en el discurso la metáfora Salir crucificado que se aplica a situaciones donde alguien con la intención de ayudar se involucra en algo que no le corresponde y obtiene malos resultados, especialmente para él; el dicho completo es: no te metas a redentor porque puedes salir crucificado. En estos casos, la cruz significa un daño que se recibe a consecuencia de ciertas conductas que implican una disposición de ayuda; esta expresión está inspirada en la actitud que la historia eclesiástica le atribuye a Jesús.

En esta metáfora, la iconicidad no se manifiesta a través del cuerpo más que en el caso de la bendición por la espalda, en las otras expresiones sólo se mantiene en el nivel de dimensión pictórica de la metáfora.

Del tema metafórico LA CRUZ ES UN INSTRUMENTO ENCUBRIDOR se deriva una metáfora muy antigua: la cruz en los pechos y el diablo en los hechos y su versión actual: detrás de la cruz está el diablo, que aluden al hecho de que muchas de las personas que aparentan una vida recta tienen conductas inapropiadas que encubren con actitudes o discursos apegados a la normatividad religiosa. Esta metáfora se aplica a las noticias recientes acerca de los abusos deshonestos cometidos por sacerdotes católicos en el mundo.

La presencia del valor simbólico de la cruz en sus metáforas

Como se expuso al inicio de este artículo, el significado de la cruz juega en tres espacios semióticos: el icónico, el metafórico y el simbólico, los cuales se traslapan para construir el significado cultural de la cruz, que es extraordinariamente amplio en el estado de Colima.

Si se preguntara ¿cuál es la razón por la que la representación icónica de la cruz es tan prominente en la vida cotidiana de muchos colimenses? y ¿a qué se debe que las personas se apeguen a tal grado a la cruz, que además de verbalizarla en metáforas, la representen con su cuerpo hasta casi actuarla? La respuesta más viable es su carga simbólica, para cada persona que usa la cruz en su discurso o en representaciones icónicas, el poder de Cristo está presente en ella, con todo su simbolismo. De acuerdo con lo anterior, se puede considerar que a través de la cruz se da una manifestación de lo sagrado, es decir, una hierofanía (Eliade 2005). Inscritos en esta hierofanía, los informantes encuentran amor, sacrificio, poder, entre otros atributos que reconocen en Jesucristo, generalmente, por lo aprendido del adoctrinamiento católico, y con ello se sienten protegidos, redimidos y hasta salvados, por eso es que el símbolo de la cruz resulta tan poderoso para ellos. Como señala Uzeta (2004, 25):

Los símbolos guardan una naturaleza ambivalente que depende de forma simultánea de la tradición y del contexto particular en la que ésta se realiza, ya que tienen una presencia fija y pretendidamente invariable, como los cerros y las jerarquías, pero también fungen como receptáculos de nuevas significaciones producidas a partir de la experiencia diaria.

Precisamente en la presencia de la cruz en la vida de muchos colimenses se puede apreciar esta amalgama de tradición, contexto y nuevas cargas significativas surgidas de lo cotidiano; el adoctrinamiento católico les ha proporcionado los atributos básicos de la cruz, que fundamentan algunas de sus metáforas; sin embargo, ellos mismos al compartir discursos y vivenciar experiencias relacionadas con sus creencias han hecho reelaboraciones con las que han teñido el valor de la cruz y, por tanto, el de sus metáforas.

A partir de lo anterior, en algunas de las aplicaciones de la cruz, aunada a su carga simbólica pareciera manifestarse una carga mágica. En este caso, se aprecia una tendencia a buscar la solución de problemas diversos como aprobar un examen, conseguir un trabajo, quitar un dolor, tener éxito en los negocios, evitar un daño, no exclusivamente a través de la intervención divina sino disponiendo de recursos mágicos como la ley del contagio6 principalmente; por consiguiente, creen que si trazan una cruz con el dedo en el sitio donde sienten un dolor, éste desaparecerá de inmediato; o si dibujan una pequeña cruz al reverso de la hoja de respuestas de un examen, van a aprobarlo. De este modo, la cruz aglutina como símbolo lo religioso con lo mágico, y confirma lo que dice Eliade: "Un símbolo revela siempre, cualquiera que sea su contexto, la unidad fundamental de varias zonas de lo real" (2005, 404).

Toda la experiencia que los colimenses verbalizan y actúan en relación con la cruz alude al tremendo poder con que la invisten en su calidad de símbolo, así, siguiendo a Ricoeur: "Los símbolos nos hunden en la sombreada experiencia de lo que es poderoso. Las metáforas sólo son la superficie lingüística de los símbolos y deben su poder de relacionar la superficie semántica con la presemántica que yace en las profundidades de la experiencia humana, a la estructura bidimensional del símbolo" (2003, 82).

Precisamente, esta zona profunda de la experiencia humana donde se funde la intuición con las creencias, es de donde emerge el poder que los colimenses reconocen en la cruz.

La crucifixión de Jesús no sólo tuvo lugar en el Calvario sino que se revive y se recrea en cualquier lugar donde se le rinda culto a una cruz; en este proceso se funde lo icónico, lo metafórico y lo simbólico; sin embargo, la cruz no se asocia solamente al sufrimiento de Cristo, sino a la omnipotencia que comparte con Dios por considerársele consustancial a él; de esta manera, la gente atendiendo a sus creencias, siente que a través de la cruz está bendecida, protegida, defendida de amenazas diversas por Dios, precisamente porque piensa que la vida humana depende de él, como lo propone el esquema cultural fatalista religioso.

La cruz como símbolo sagrado ejerce una profunda influencia en las mentalidades colimenses; se le verbaliza, se le representa materialmente, se dibuja con el propio cuerpo y aunado a todo eso, proporciona seguridad para vivir, porque es un apoyo en diferentes ámbitos de la vida cotidiana.

Como señala Eliade (2005, 37), algo "se convierte en hierofanía en el momento en que ha dejado de ser un simple objeto profano, en que ha adquirido una nueva 'dimensión': la de la sacralidad" y esto es lo que sucedió con la cruz a partir de la crucifixión de Jesús, aunque no precisamente en ese momento, sino al paso del tiempo conforme fue reforzada doctrinalmente la idea de su sacrificio por la salvación de la humanidad y fue penetrando en las mentalidades cristianas.

En Colima su presencia se remonta a la evangelización inicial y, a partir de entonces, la cruz inmersa en el bagaje doctrinal católico se reproduce y se refuerza por tradición, de una generación a otra, enriquecida con las interpretaciones que le agrega la población creyente.

La cruz se vuelve una extensión del esquema cultural fatalista religioso a través de la cual la gente se pliega a la voluntad divina por una parte y, por otra, se acoge a ella, atendiendo a la potencia divina, incomprensible y tremenda que representa. Bien dice Geertz que: "Los símbolos sagrados tienen la función de sintetizar el ethos de un pueblo -el tono, el carácter, la calidad de vida, su estilo moral y estético— su cosmovisión, el cuadro que ese pueblo se forja de cómo son las cosas en la realidad, sus ideas más abarcativas acerca del orden" (2005, 89).

En cada una de las metáforas de la cruz reverbera su valor simbólico, al que se acogen los creyentes; en la mayoría de los casos con un impacto positivo en su vida cotidiana. No obstante, existen algunas metáforas, donde la cruz se vuelve un instrumento para hacer daño, surgidas de las debilidades propias de la condición humana, en las cuales también está implicado su valor simbólico pero transformado en negatividad poderosa. Esta carga negativa probablemente surge de la idea de muerte asociada a la cruz por la misma crucifixión de Jesús.

 

EL VALOR PRAGMÁTICO DE LAS METÁFORAS DE LA CRUZ

Específicamente de la carga simbólica de la cruz emerge el valor pragmático de sus metáforas, que se relaciona con la retórica por su función persuasiva. Lo anterior se asocia con "la parte crítica del análisis de la metáfora que consiste en identificar las proposiciones que subyacen a su base cognitiva y revelan las intenciones de los hablantes" (Charteris Black 2004, 11).

La función persuasiva de la metáfora se logra combinando recursos cognitivos y lingüísticos, que usualmente tienen una meta consciente; sin embargo, en el caso de las metáforas de la cruz, la persuasión opera de dos maneras diferentes: la primera que implica plena conciencia y es ejercida por la Iglesia católica a manera de penetración ideológica y la otra, encubierta y usualmente inconsciente, que se da en la gente de Colima cuando emplean las metáforas de la cruz verbal o corporalmente, reforzando así sus creencias religiosas de las que, a la vez, obtienen seguridad y protección por el valor simbólico que le atribuyen a la cruz.

Con respecto a lo anterior, es necesario considerar el impacto emocional de las metáforas ya que las emociones son una parte del mundo subjetivo del cual depende nuestra interpretación de la realidad, influida también por nuestras experiencias pasadas con otras personas; por consecuencia, al analizar metáforas resulta útil explorar la subjetividad de los hablantes debido a que de ahí precisamente surge su percepción del mundo y, a partir de ella, responden a las ideas y situaciones a las que se enfrentan (Goatly 2007).

En la aplicación de las metáforas de la cruz, se involucran profundamente las emociones ya que a través de su verbalización o de su actuación —anclada en su iconicidad— los informantes obtienen tranquilidad. Así, estas metáforas funcionan como un instrumento de autopersuasión que ayuda a muchos colimenses a vivir en paz. Estas personas no se detienen a analizar por qué piensan de esa manera, sólo aplican estrategias de aseguramiento interno que han aprendido por tradición, que han escuchado a lo largo de su vida.

Se aprecia con lo anterior que como señala Goatly (2007, 27): "la influencia de la lengua en nuestro pensamiento y percepción de la realidad es mas poderosa cuando no estamos conscientes de ella, cuando expresa ideología oculta o, técnicamente hablando, ideología latente"; este fenómeno ademas de proporcionarles emociones positivas les permite reforzar sus creencias, centradas en el valor simbólico de la cruz.

Aquí también se puede apreciar el influjo del esquema cultural fatalista religioso que subyace en la mentalidad de estas personas, sin que propiamente hagan conciencia de él; muy probablemente el nivel de internalización del esquema en la mayoría de estos casos es muy profundo, de tal manera, que las personas sólo ven a través del esquema, no lo perciben en sí mismo; situación que se conoce como transparencia en términos de Hutchins (1980 en D'Andrade 1987) y también se identifica como naturalización, que representa "el profundo realismo que caracteriza la visión del mundo de los dominados" (Bourdieu 1991, 235); aquí se estaría hablando de una dominación por parte de la institución eclesiástica.

Es por esta implicación de la Iglesia católica que se puede pensar en las metáforas de la cruz como un instrumento de penetración ideológica, el cual funciona tan sutilmente que gran parte de la población no se percata de ello; de manera que viven de acuerdo con los contenidos del esquema cultural fatalista religioso, considerando que es verdadero sin cuestionar sus contenidos, porque así lo aprendieron de sus mayores y lo siguen reproduciendo cotidianamente. Además, esta visión de la realidad les ha reportado una manera de vivir que les resulta cómoda porque en lugar de enfatizar sus propias capacidades para lograr realizaciones, ellos consideran que todo depende de la voluntad de Dios, a la que todos los seres humanos están sujetos, y ante la cual son impotentes.

Por otra parte, es necesario considerar que esta manera de ver las cosas, en cierto modo, es un mecanismo de adaptación a la situación en que viven, el esquema cultural fatalista religioso les proporciona una lectura del mundo que les explica el porqué de las cosas y con ello, los hace mantenerse dentro de un orden que, muy a su manera, les brinda cierta seguridad. No obstante, lo anterior no significa que sea deseable que estas personas se mantengan sin conciencia plena acerca de la manera en que experimentan la vida, modificar esto requeriría de una educación mas realista.

 

CONCLUSIONES

Para gran parte de la población colímense, la cruz se vuelve un recordatorio multifacético de sus creencias religiosas a lo largo del día; la cruz trazada, corporeizada o verbalizada refuerza cotidianamente su fe católica. Su expresión en las metáforas interactúa con su iconicidad y con su carga simbólica para lograr el significado cultural que le ha dado la población.

Gracias a la tradición, los tres grupos metafóricos de la cruz se han vuelto convencionales y han hecho a muchos colimenses pensar o conducirse de cierta manera. Tras el análisis mostrado en este artículo se aprecia que como señala Goatly (2007, 30) "las metáforas convencionales construyen y reproducen ideologías y justifican o reproducen ciertas conductas" en el caso de estas metáforas, inscritas en el esquema cultural fatalista religioso se ve el impacto que tienen en la vida de muchos colimenses quienes consideran que su vida depende de Dios y no se puede hacer nada ante su voluntad; por consecuencia, se asumen como víctimas de la divinidad.

Esta manera de pensar, imperante en muchas familias colimenses nos habla del efecto pragmático de las metáforas de la cruz, que funcionan a manera de instrumentos de penetración ideológica en dos diferentes dimensiones: una directa y consciente que surge de los representantes de la Iglesia católica y otra, diferida e inconsciente que da lugar a un proceso de autopersuasión en los creyentes colimenses, el cual a su vez, les proporciona tranquilidad, seguridad y confianza.

Muy probablemente, las metáforas de la cruz igual que otras muchas metáforas gestadas a partir de creencias religiosas, también funcionan como instrumentos de adaptación al ambiente en que la gente vive, si se piensa que estas metáforas y el esquema cultural que las genera brindan a las personas estados anímicos positivos y una manera de explicarse la vida, la muerte, el sufrimiento, entre otros temas relevantes. Se trata de un mecanismo adaptativo que opera adecuadamente para ellos, aunque para otros con una visión diferente no funcione de esta manera. En este punto, se vuelve a presentar la misma conflictiva que en el análisis de las metáforas religiosas: el creyente y el analista se desplazan por caminos diferentes y cada quien, a su manera, encuentra las respuestas que le satisfacen.

 

REFERENCIAS

Bourdieu, Pierre, Language andSymbolic Power, John B. Thompson, ed., Cambridge, Polity Press, 1991.         [ Links ]

Charteris-Black, Johnathan, Corpus Approaches to Critical Metaphor Analysis, Nueva York, Palgrave MacMillan, 2004.         [ Links ]

D'Andrade, Roy G. "Schemas and motivation" en Roy G. D'Andrade y Claudia Strauss, eds., Human motives and cultural models, Cambridge, Cambridge University Press, 1997, 23-44.         [ Links ]

Eliade, Mircea, Tratado de historia de las religiones, México, Ediciones Era, 2005.         [ Links ]

Frazer, James George, La rama dorada, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.         [ Links ]

González, Gabriela, "Vivir en tierra inquieta. Metáforas e inmunidad subjetiva: esquemas culturales en la percepción del riesgo geológico en el estado de Colima, México", tesis doctoral no publicada, 2008.         [ Links ]

Geertz, Clifford, La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa Editorial, 2005.         [ Links ]

Goatly, Andrew, Washingthe Brain. Metaphor and Hidden Ideology, Ámsterdam, Filadelfia, John Benjamins Publishing Company 2007.         [ Links ]

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Quinn, Naomi, ed., Finding culture in talk. A collection of methods, Nueva York, Palgrave MacMillan, 2003.         [ Links ]

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––––––––––, "The Metaphorical Process as Cognition, Imagination, and Feeling" en Sheldon Sacks, On Metaphor, Chicago y Londres, The University of Chicago Press, 1979.         [ Links ]

Uzeta, Jorge, "Cruces que son mapas. Análisis de un símbolo clave otomí", Estudios sobre culturas contemporáneas, diciembre, año/ vol. X, núm. 020, Colima, Universidad de Colima, 2004, 9-44.         [ Links ]

 

REFERENCIAS ELECTRÓNICAS

INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, disponible en: http://www.inegi.gob.mx        [ Links ]

 

NOTAS

1 Tesis doctoral titulada "Vivir en tierra inquieta. Metáforas e inmunidad subjetiva: esquemas culturales en la percepción del riesgo geológico en el estado de Colima, México" en El Colegio de Michoacán, 2008. No publicada.

2 Los términos esquema cultural y modelo cultural son intercambiables y han recibido varios nombres como lo explica Keesing: modelos folk, modelos culturales (D'Andrade 1995; D'Andrade y Strauss 1992; Holland y Quinn 1987), conocimiento folk (Clement 1982) o esquemas culturales (Strauss y Quinn 1997) y hay una vertiente trabajada con mayor énfasis por los lingüistas cognitivos a la que llaman modelos cognitivos (Dirven 2003) en Keesing (1987).

3 INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, disponible en: http://www.inegi.gob.mx

4 Los temas metafóricos se escriben en versalitas por convención lingüística.

5 Ricoeur (1979, 142) se refiere a la dimensión pictórica de las metáforas a partir de lo propuesto por Aristóteles en cuanto a que lo vivido de las buenas metáforas consistía en su habilidad para "poner ante los ojos" el sentido que desplegaban.

6 Frazer (2006) identifica la ley del contagio como una de las vertientes de la magia simpatética que propone que las cosas que han estado en contacto una vez, continúan actuando una sobre otra, a pesar de que ya se hayan separado.

 

Información sobre la autora:

Gabriela del Carmen González González. Profesora investigadora de tiempo completo de la Facultad de Letras y Comunicación en la Universidad de Colima. Doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de Michoacán, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I. Docente en la Licenciatura en Lingüística y en el Doctorado en Ciencias Sociales. Miembro del cuerpo académico 67: Líneas de investigación: Historia y percepción del riesgo y el desastre y Significados culturales. Autora del libro Polisemia y gramaticalización del verbo andar (2005), coautora del libro Lenguajes de la tradición oral en el estado de Colima (2005), coautora del artículo "Las metáforas de la influenza humana A (H1N1) en México: el escenario nacional al descubierto. Una aproximación a través de la prensa mexicana" (2011). Sus áreas de interés académico son la lingüística cultural, la lingüística cognitiva y la metáfora.

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