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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versão On-line ISSN 2448-7554versão impressa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.32 no.126 Zamora Jan. 2011

 

Sección general

 

El catolicismo frente a la modernidad. Gabriel Méndez Plancarte y la revista Ábside

 

Catholicism in the Face of Modernity: Gabriel Méndez Plancarte and the Journal Abside

 

Le catholicisme face à la modernité. Gabriel Méndez Plancarte et la revue Abside

 

Jesús Iván Mora Muro*

 

*jimmu@hotmail.com.

 

Fecha de recepción del artículo: 25 de septiembre de 2009
Fecha de aceptación y recepción de la versión final: 4 de enero de 2011

 

Resumen

El artículo aborda el papel del padre Gabriel Méndez Planearte y de la revista Ábside como representantes de la cultura católica de principios del siglo XX en México. Se busca destacar la postura que los autores de la revista tomaron ante las ideas de modernidad y sus propuestas temáticas englobadas en dos líneas básicas: el estudio de los clásicos (cultura grecorromana) y el hispanismo (estudios novohispanos y el franquismo).

Palabras Clave: Méndez Plancarte, catolicismo, modernidad, cultura clásica, hispanismo.

 

Abstract

This essay analyzes the role of Father Gabriel Méndez Plancarte and the journal Abside as representatives of Catholic culture in early 20th-century Mexico. It seeks to manifest the journal's thematic proposals and the posture that its contributors adopted as they confronted the ideas of modernity; which can be summarized in two basic lines: studies of the classics (Greco-Roman culture), and of Hispanism (studies of New Spain and Francoism).

Keywords: Méndez Plancarte, Catholicism, modernity, classic culture, Hispanism

 

Résumé

L'article aborde le rôle du Père Gabriel Méndez Plancarte et de la revue Abside en tant que représentants de la culture catholique des débuts du XXe siècle au Mexique. On cherche à mettre en valeur l'attitude que les auteurs de la revue eurent face aux idées de modernité et leurs propositions thématiques contenues dans deux lignes principales : l'étude des classiques (culture gréco-latine) et l'hispanisme (études novo-hispaniques et le franquisme).

Mots clés: Méndez Plancarte, catholicisme, modernité, culture classique, hispanisme

 

En las últimas décadas, los estudios sobre el catolicismo en México se han multiplicado de manera importante. Este acercamiento a temas poco abordados se debe, sobre todo, al cambio de enfoque y de perspectiva en torno a la cultura conservadora. Es evidente que, durante la primera mitad del siglo XX, la historia sobre el catolicismo en México era realizada únicamente por "historiadores confesionales", bástenos recordar los nombres de importantes estudiosos como Alberto Ma. Carreño, el padre Mariano Cuevas S. J., José Bravo Ugarte, Francisco Elguero y Toribio Esqui-vel Obregón, quienes de una manera apologética, y en algunos casos de combate, buscaron defender desde su trinchera a sus héroes y satanizar a sus enemigos. Este panorama empezó a cambiar con la paulatina profesionalización de la disciplina histórica. Desde instituciones como El Colegio de México y la ünam surgieron algunos investigadores con importantes propuestas para el estudio del catolicismo y su historia desde una perspectiva no combativa que buscaba más la imparcialidad.1

En la actualidad, además del ya consolidado estudio del catolicismo en México y sus relaciones con el Estado, se ha incrementado de manera importante la historiografía en torno a la cultura católica y sus intelectuales.2 Con respecto a nuestro tema existen algunos artículos que considero de gran valía para adentrarse en el conocimiento del padre Gabriel Méndez Plancarte y Ábside, revista de cultura mexicana. Siguiendo un orden cronológico, tenemos el texto de Eduardo Enrique Ríos "Ábside" de 1964 que recogió algunos datos biográficos de Gabriel Méndez Plancarte a quien llamó "Príncipe del Humanismo Mexicano", y destacó la labor cultural de la revista. En general, el artículo nos describe de manera sintética y anecdótica la multitud de colaboradores y de temas literarios con los que Ábside formó su propuesta. El autor hizo hincapié en que Ábside, en su empeño de propagar todo "linaje de cultura mexicana", procuró el concurso de escritores profesionales o nóveles que fuesen de preferencia católicos, aunque ésta no era una condición obligada, y fomentó la incorporación de escritores del interior del país en un intento de descentralizar la cultura nacional.3

Por otro lado, tenemos el interesante texto de Louis Panabiére "Ábside: un ejemplo de inscripción y de dilatación de la conciencia nacional por la cultura", en donde la revista es tomada como integrante en la escena mundial de las revistas culturales de la primera mitad del siglo XX.4 Según esta propuesta, entre los años treinta y cuarenta se dio un fenómeno en el que los intelectuales intentaron situarse en el ámbito social de manera activa y autónoma. En este movimiento los valores cristianos y humanistas jugaron un papel preponderante y, para el autor, México no fue una excepción. Es importante recalcar que en su opinión estas revistas culturales —entre las que se encuentran Esprit de Emmanuel Mounier, y Contemporáneos de Salvador Novo y Jorge Cuesta— buscaban una salida para la creciente "crisis de la civilización", es decir, se buscó darle una "primacía a lo espiritual" y "salvar el humanismo".5 En mi opinión, aunque coincido con el autor en que tanto el humanismo como los valores cristianos jugaron un papel preponderante durante la primera mitad del siglo XX para contrarrestar el creciente materialismo mediante ideas de tinte espiritual, estoy en desacuerdo en que agrupe en la misma categoría a Contemporáneos, una revista de vanguardia profrancesa, y Ábside, católica e hispanista, pues no compartían los mismos intereses espirituales y cristianos.

Otro trabajo es el de "Los dos primeros años de la revista Ábside (1937-1938)" de Manuel Olimón Nolasco, en donde se destacan las temáticas de la revista: "humanismo definidamente cristiano, alimentado de la herencia grecorromana, descubridor de la tradición prehispánica y abierto a la aportación hispana y latinoame-ricana".6 Además, la publicación de Gabriel Méndez Plancarte se nos muestra como un movimiento de diálogo desde el catolicismo hacia el resto de la sociedad, y como una refundación "universalista de la cultura mexicana" que fue castigada desde fines del siglo XIX por el positivismo "esterilizante" y después por el exclusivismo cultural revolucionario7 Por último, tenemos el epistolario entre Alfonso Reyes y Enrique González Martínez, obra que cuenta con una extensa introducción de Leonardo Martínez Carrizales que destaca la cercana relación que mantuvieron ambos ateneístas con los hermanos Méndez Plancarte.8

Sobre Gabriel Méndez Plancarte, en particular, contamos con el trabajo de Herman von Bertrab, Un humanista moderno (Gabriel Méndez Plancarte), que postula que el "humanismo moderno" se caracterizaba por combinar una educación clásica y un humanismo cristiano (teocéntrico) en aquella primera mitad del siglo XX.9 El libro contiene un extenso e importante análisis de la poesía "mendez-plancartiana" y de sus primeras obras que nos facilita el estudio literario de nuestro autor. También el volumen de la correspondencia entre Alfonso Reyes y los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, preparado por Alberto Enríquez Perea, es una fuente inmejorable de información que complementa el estudio de la revista y aporta innumerables datos sobre las relaciones intelectuales entre estos tres baluartes del humanismo en México.10 Por último, de gran utilidad para la realización de este texto fue el artículo de Herón Pérez Martínez sobre Alfonso Méndez Plancarte que recoge información valiosa sobre la educación eclesiástica del humanista zamo-rano y sus vínculos con la de su hermano Gabriel.11

Partiendo de estas fuentes, mi interés primordial es entender a la revista Ábside como una manifestación cultural católica cuyo proyecto se fundamentó en una crítica a la modernidad. Siguiendo a Gabriel Zaid, quien escribió en una ocasión que existen cuestiones culturales en México que nunca serán totalmente entendidas si se ignora que el "catolicismo mexicano soñó con la modernidad",12 me interesa encontrar los lineamientos teóricos de la modernidad que los católicos mexicanos exploraron. El pensamiento occidental dominante, principalmente el surgido desde la Revolución Francesa, fue contrario desde un comienzo a los postulados de la Iglesia católica. Ante el individualismo y el laicismo modernos, la Iglesia defendió el organicismo, la familia y a Dios como guía suprema de los hombres. La primera respuesta defensiva del papado ante la modernización creciente durante el siglo XIX estuvo plasmada en el Syllabus (1864) de Pío IX, el documento trataba de mostrar los "errores" modernos en relación con la fe y las costumbres cristianas.13 Después, cuando se buscaron nuevas alternativas para la problemática social, en 1891 surgió la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII como una respuesta ante el liberalismo capitalista y el creciente socialismo europeo, de alguna manera se persiguió que la "Doctrina Social Católica" fuera una tercera vía.14

En cuanto a México, el catolicismo social se destacó como una alternativa para solucionar los problemas obreros e intentar menguar las desigualdades sociales. También el pensamiento católico se caracterizó por una fuerte oposición a las medidas anticlericales tomadas por los gobiernos posrevolucionarios que finalmente desembocarían en el conflicto armado conocido como la Cristiada (1926-1929). Después de los "arreglos de 1929" para Bernardo Barranco V. se dio un "repliegue táctico del catolicismo" que no significó que la Iglesia claudicara en su intención de "cristianizar" a la sociedad mexicana, sino que se estableció la Acción Católica (ac) como un medio para "rearticular y centralizar sus fuerzas laicas, manteniendo un estrecho control y dominio doctrinal".15 Aunque la formación mundial de la ac se remonta al siglo XIX, fue con el papa Pío XI (1922-1939) con quien se dio a conocer la línea que seguiría la Iglesia. Se inició la batalla "para reivindicar a la familia y a la Iglesia los derechos que por ley natural y divina"16 le correspondían en cuanto a la educación.

Durante los años treinta, la Acción Católica Mexicana (acm) intentó recuperar la hegemonía "ideológica" que el catolicismo había perdido en el país, pero el Estado reforzó las medidas que se venían implementando para neutralizar el poder y la influencia del clero en la población: se disminuyó el número de sacerdotes, Plutarco Elías Calles lanzó el "Grito de Guadalajara", en julio de 1934, manifestando que la Revolución debía "apoderarse de la conciencia de la niñez", y en ese mismo año la educación se declaró socialista. Con el gobierno del general Lázaro Cárdenas, aunque se habían disminuido las tensiones entre los dos poderes, las disputas ideológicas en torno a la educación resurgieron con nuevas fuerzas17 y se manifestaron brotes de violencia entre los católicos y algunos grupos anticlericales de manera esporádica, sin que esto resultara en un nuevo conflicto armado.18

En general, los católicos buscaron tener más injerencia en la vida social, pero se abstuvieron de participar tan activamente como antes en la vida política. Después del fin de la Cristiada, los seglares mexicanos intentaron sustituir en algunos aspectos las funciones desempeñadas por los sacerdotes en el ámbito social,19 y en el ámbito intelectual-académico el católico trató de tener más participación.20 En este contexto de reacomodo de fuerzas, el padre Gabriel Méndez Plancarte (1905-1949) fundó, en 1937, Abside, revista de cultura mexicana,21 donde los católicos encontraron un nuevo espacio para participar en los grandes temas nacionales. Además, con el anticomunismo de los años treinta y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los miembros de Abside tomaron una postura crítica ante el fascismo italiano y el nazismo alemán pero no así contra el franquismo instaurado en España después de la Guerra Civil Española. Estos eventos: las guerras, la crisis económica de 1929, las crecientes desigualdades sociales, el individualismo, la pérdida de los "valores" familiares y cristianos, y el surgimiento de nuevas ideologías que cuestionaban al capitalismo; constituyeron para el catolicismo de la primera mitad del siglo XX los elementos que, para ellos, mostraban una clara crisis de la modernidad. Lo interesante de esta revista es que defendió la idea católica pero siempre con un intento de diálogo. Finalmente, lo que se deseaba era cristianizar a la sociedad mexicana por medio de la cultura pero de manera persuasiva y no impositiva.

De esta manera, el texto postula la siguiente hipótesis: el catolicismo de las primeras décadas del siglo XX en México buscó ser una alternativa diferente al pensamiento occidental, es decir, moderno. Pero consideró que el catolicismo no deseaba únicamente oponerse a las ideas modernas, ni responder a ellas simplemente con una propuesta de regreso a las formas antiguas, sino que intentó repensarlas y de esta manera despojarlas de su antirreligiosidad característica. Es decir, deseaban modernizar a la Iglesia, pero con una modernidad diferente, fundar una civilización católica que apelara a los valores fundamentales del cristianismo. Concretamente, es importante intentar entender ¿qué tipo de "modernidad", o racionalidad, es la que persiguieron y cómo la fundamentaron? Una manera de conocer el pensamiento católico es acercarnos a la revista Ábside que se caracterizó, durante más de cuatro décadas, por ser referencia obligada de la cultura no laica en México. En pocas palabras, el escrito busca ser un acercamiento a la revista durante sus primeros años de existencia, es decir, bajo la dirección del padre Gabriel Méndez Plancarte (1937-1949).

 

Gabriel Méndez Plancarte: un humanista cristiano ante la "crisis" de la modernidad

El fundador de Ábside, Gabriel Méndez Plancarte (1905-1949), deseaba dar a sus lectores lo que él consideraba los fundamentos de la "verdadera" cultura mexicana que se nutría con el acercamiento a poetas y escritores grecolatinos, autores novohispanos y pensadores católicos. De esta manera, desde el principio encontramos los trabajos de Octaviano Valdés, Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, Nemesio García Naranjo, Robert Ricard y Ángel Ma. Garibay, quienes analizaron a los "clásicos" como Horacio o Virgilio; a letrados de la época colonial como don Luis de Sandoval y Zapata y sor Juana Inés de la Cruz del siglo XVII; y a don Cayetano de Cabrera y Quintero, el padre Alejo Cossío y fray Hernando de Ojea del siglo XVIII. En palabras de Gabriel Méndez Plancarte, la importancia del estudio del humanismo grecolatino radicaba en lo siguiente:

Quienes propugnamos el humanismo grecolatino sostenemos que los grandes clásicos de la Antigüedad son, para quien de ellos se nutre, fuente inexhausta de elevación intelectual, moral, y estética; y mediante tal elevación, contribuyen a "hacer al hombre más humano" por el goce específicamente humano de la Verdad, la Bondad y la Belleza.22

Es notable que durante el siglo XIX y los primeros años del XX los trabajos académicos relacionados con la época novohispana estaban ligados casi exclusivamente al catolicismo.23 Además, los estudios grecolatinos, aunque no se habían olvidado del todo durante el positivismo, tuvieron un retorno importante con los hombres del Ateneo de la Juventud y después con los autores de Abside. La formación sacerdotal de Méndez Plancarte fue determinante en sus posteriores intereses literarios e intelectuales. El padre Gabriel inició sus estudios en el Colegio Teresiano de su natal Zamora, Michoacán, después pasó al Colegio del Sagrado Corazón de los padres jesuitas en la ciudad de Puebla y en la ciudad de México ingresó al Colegio Francés y al Seminario Conciliar. En Roma estudió en el Pontificio Colegio Pío Latino-Americano y la Pontificia Universidad Gregoriana en donde se doctoró en Filosofía el 17 de junio de 1924; y en Teología, por la misma Universidad, el 23 de julio de 1928: ambos con la suprema graduación de summa cum laude. Finalmente, se ordenó sacerdote en Roma el 30 de octubre de 1927 y culminó sus estudios en la Universidad de Lovaina, Bélgica, en donde estudió sociología en 1929.24

Estas instituciones educativas se caracterizaban por proponer un estudio de los clásicos a fondo. Por ejemplo, para los dirigentes del Colegio Pío Latinoamericano era una exigencia que los estudiantes tuvieran un elevado conocimiento del latín y el griego.25 Por otro lado, la Universidad de Lovaina se destacaba en aquellos años por la enseñanza neotomista introducida por el cardenal Mercier.26 Para Jesús Guisa y Azevedo, el neotomismo era, más que un retorno a la Edad Media, un repensar a Santo Tomás cuya filosofía se entendía como de un orden trascendente, rejuvenecimiento de la escolástica y de adaptación general de sus tesis a la atmósfera moderna.27 Trataron de "hacer vivir el tomismo en relación con las filosofías de hoy, en relación también con las ciencias y sus progresos más recientes".28 Según el mismo autor, en Lovaina se codeaban la escolástica y la filosofía moderna porque ambas estudiaban los mismos problemas, partían del mismo lugar y hacían las mismas observaciones, es decir, la escolástica se había saturado de ciencia y convertido en moderna pero sin dejar de apelar a sus tradiciones.29

Es importante recalcar que la formación intelectual de Gabriel Méndez Plancarte estuvo orientada tanto por el conocimiento de los autores grecolatinos como por la filosofía neotomista que deseaba estar en contacto con el pensamiento "moderno". En opinión de Octaviano Valdés, las influencias más notables en la formación humanística de Méndez Plancarte fueron las que adquirió de sus estudios en la Universidad de Lovaina. Pero, sobre todo, para Valdés fue definitivo en su maduración intelectual el encuentro con los humanistas del siglo XVI, porque fueron ellos quienes definieron y vitalizaron cabalmente su concepto humanista guiado por las ideas especialmente de Erasmo, Tomás Moro, Luis Vives. En suma fueron estos pensadores quienes le dieron un humanismo "nutrido de amor evangélico, en el rescate de la persona humana".30

En 1950, Abside organizó un número especial dedicado a Gabriel Méndez Plancarte quien en diciembre de 1949 había fallecido. En este homenaje se reunieron escritores de diversas personalidades del ámbito intelectual nacional y de la jerarquía eclesiástica, ambos grupos coincidieron en exaltar la importante labor que había tenido el padre Méndez Plancarte en el acercamiento entre los católicos y los no católicos. Agustín Yáñez apuntó que la patria se había consternado por la pérdida "de una fuerza de concordia pública [...] una fuerza de cohesión proyectada con la palabra y el ejemplo sobre el territorio de México, y más allá en la ilimitada jurisdicción de su Humanismo".31 Por su parte, José Luis Martínez declaró que a partir de 1937 en que se dio a conocer Abside, Gabriel Méndez Plancar-te fue el principal promotor de un renacimiento de la cultura cristiana y humanista en México, "no sólo con los trabajos que realizó o auspició, sino también, y acaso en mayor grado, con el ejemplo estimulante y conciliador de su conducta".32 Además, para él, Méndez Plancarte fue un "hombre de su tiempo" porque había sabido superar las falsas tradiciones para apoyar las causas que le parecían justas, condenar dictaduras y luchar por las acciones liberales que él creía que eran verdaderamente cristianas. Según este autor, Méndez Plancarte era un "apóstol moderno"33 que luchaba contra a las incertidumbres de su tiempo.

Dentro de la jerarquía católica también el sacerdote jesuita José Antonio Romero coincidió en el carácter conciliador que caracterizó a Méndez Plancarte, ya que "aún personas no católicas, o católicas a medias, frecuentaban su amistad y leían sus escritos".34 Octaviano Valdés puntualizó que no sería fácil calcular el alcance de la obra de acercamiento y penetración que el padre Gabriel realizó entre los intelectuales más o menos distanciados de la idea católica. "Y cobra ella especial valor, en este México nuestro de extremismos contradictorios, dividido secularmente en dos bandos irreconciliables" [católicos y jacobinos]. Para estos autores, la obra del fundador de Abside fue de concordia y contribuyó grandemente en el establecimiento de una conexión con el medio universitario, periodístico, literario y artístico. Por último, Eduardo Olmedo Cotilla, miembro de la Unión de Católicos Mexicanos, lamentó la muerte de Méndez Plancarte porque la cultura mexicana había perdido a uno de sus principales exponentes, pero era

más lamentable pérdida la de la Iglesia mexicana, pues don Gabriel era, sin duda, el Sacerdote que ejercía mayor influjo en medios ajenos y, a veces, hostiles, al Catolicismo [...] Tremendo problema para el Catolicismo en México es su escasa influencia en la vida intelectual. La muerte del Padre Gabriel resulta, por el indicado motivo, una catástrofe.35

Siguiendo a Gabriel Zaid, no hay que olvidar que la cultura católica durante los primeros años del siglo XX había perdido el lugar de privilegio que había sustentado en México durante los siglos anteriores. De tener un lugar único durante la época colonial con sor Juana Inés de la Cruz, Carlos Sigüenza y Góngora, Clavijero, etcétera, había pasado con el triunfo de Benito Juárez (1867) a una época en la que el clero dejó de encabezar "la emancipación de la cultura mexicana" y pasó a la disidencia.36 Fue hasta después de la paz de 1929, continúa Zaid, cuando se dio el "renacimiento de la cultura clerical" y se creó un "foco de cultura católica". Para él, la revista Abside fue parte de este gran renacimiento.37 Tomando en cuenta esto, entendemos por qué Gabriel Méndez Plancarte era considerado por los católicos mexicanos de su época como un mediador cultural: porque había logrado consolidar un acercamiento con grupos lejanos al catolicismo gracias, en gran parte, a su humanismo cercano a la tradición clásica.

 

La propuesta humanista de Ábside

Podría decirse que la característica más importante de la revista Abside, y por la que ha sido recordada hasta la fecha, fue su marcado carácter humanista basado tanto en la cultura griega como en la latina. Siguiendo a Leonardo Martínez Carrizales, la cultura grecola-tina no era sólo un concepto que describía los fundamentos del patrimonio literario de Europa, sino que también formaba parte central de las discusiones orientadas a probar la coherencia y la vigencia de la civilización occidental y terminaba por cobrar un estatuto ideológico.38 De esta manera, la cultura grecolatina fue reivindicada como una tradición, "la tradición clásica", "fuente de la pretendida unidad de Occidente".39 Es por esto que Gabriel Méndez Plancarte y su revista promovieron la enseñanza de los "clásicos", porque era el vínculo que los unía con la "esencia" de la cultura occidental. La tradición clásica, continúa Martínez Carrizalez, "más que un canon, se trata de una política literaria" y el prestigio y la distinción que le eran propios procedía más allá de un puro esteticismo, porque tenía "un gran interés en las cuestiones sociales, morales, políticas y religiosas".40

Dicho con otras palabras, el estudio de los clásicos tenía como finalidad, particularmente para los hombres de principios del siglo XX, lograr un crecimiento "espiritual" y moral. La meta era lograr un "progreso" espiritual, por lo menos a la par del progreso material que la humanidad había logrado en los llamados tiempos modernos. Gilbert Highet, autor contemporáneo de Méndez Plancarte, englobaba en su pensamiento el papel de los estudios clásicos en unión con los valores cristianos, ya que para él, el verdadero deber del hombre no era extender su poder ni multiplicar sus bienes más allá de sus necesidades, sino "enriquecer y gozar su única posesión imperecedera: su alma".41

Ante el progreso netamente material se persiguió un progreso "espiritual" mediante un humanismo cristiano y grecorromano. También para Gabriel Méndez Plancarte el humanismo estaba íntimamente ligado a la tradición grecolatina, muestra de esto es su primera investigación de largo alcance: Horacio en México, publicado en 1937 por la Universidad Autónoma de México. La obra mostró un meticuloso análisis de los imitadores, traductores y escritores influenciados por el poeta latino desde el siglo XVI hasta los primeros años del siglo XX. Es importante destacar que para él su obra revivía los olvidados estudios clásicos en México en una época en la que la modernidad había exaltado los logros materiales y la producción acelerada, o como él lo resumía en una frase: time is money.42

En su concepción, los griegos y los romanos eran "los maestros insustituibles de todo arte que aspire a perdurar".43 Las humanidades eran parte fundamental o "esencial" del pensamiento humano, es decir, eran ideas pertenecientes a todas las épocas. Por esta razón, en Abside la divulgación de autores como Horacio, Virgilio u Homero era primordial en la formación de México y de la cultura nacional. El "amor a Horacio y el amor a México" fue el impulso para que Méndez Plancarte iniciara esta obra y tratara de demostrar que

Horacio es una de las más hondas y fecundas raíces" de la tradición literaria mexicana y que su "alma nacional no es hija del feroz Huichilobos [sic] sino de la inmortal cultura greco-latina, depurada y ennoblecida por el Cristianismo, vigorizada y transfundida por la España materna.44

En resumen, clasicismo, cristianismo e hispanismo fue el mensaje del Horacio en México.45

El colaborador de Abside, Octaviano Valdés (1901-1991),46 también describió lo que entendía por humanismo en dos características: la primera se reducía al conocimiento de las lenguas y sus literaturas grecorromanas; y la otra a la elevación del hombre hacia un ideal de perfección por medio del reconocimiento y realización de sus más altos valores materiales y espirituales.47 En su opinión, el humanismo de Gabriel Méndez Plancarte en sus años juveniles se desenvolvió en "el plano exclusivamente estético" (un humanismo literario), es decir, como conocedor de la literatura griega y especialmente de la latina "cuya lengua conoció a la perfección".48

En una segunda etapa, "con el crecer y profundizar de su cultura humanista su poesía se fue despojando de su brillo exterior y adquiriendo un sentido más humano". Gabriel Méndez Plancarte no se estacionó en el cultivo del humanismo puramente literario, o sea, en lo que se ha llamado "Humanidades",49 el cual, limitándose a la contemplación de la antigüedad clásica, se aleja de la realidad y degenera en hueca retórica. Su humanismo, "sin abandonar la preocupación erudita y estética, se sigue ensanchando y profundizando en el orden del conocimiento y del juicio literario; pero sobre todo, como norma ético-social del mundo y de su conciencia personal".50 El propio padre Gabriel nos explica su concepción de humanismo:

El humanista auténtico es el hombre que, mediante la asimilación de los más altos valores de la humanidad precristiana y su síntesis vital con los supremos valores del cristianismo, llega a realizar en sí un tipo superior de hombre, en el que la esencia humana logra florecimiento y plenitud.51

Su humanismo, más allá de buscar un acercamiento a los textos grecolatinos, quiso restaurar por medio del cristianismo el lugar que Dios ocupaba en el pensamiento moderno. En efecto, para el padre Gabriel, y para muchos otros pensadores católicos, la modernidad se había desviado de su cauce desde el preciso momento en que el individualismo renacentista y el materialismo ilustrado sustituyeron a Dios por el "Hombre". Es decir, la jerarquía se había invertido dando como resultado un humanismo antropocéntrico en lugar de uno teocéntrico.

Una de las influencias más notables de este humanismo teocén-trico fue Jacques Maritain (1882-1972), quien en la primera mitad del siglo XX se destacó como importante pensador católico. El concepto de "humanismo" propuesto por Maritain en su conocida obra Humanismo integral (1936) significó una salida para aquellos hombres que habían vivido la Primera Guerra Mundial, la Revolución Mexicana y que, hacia los años treinta, se preocupaban por el ascenso del fascismo italiano y el nazismo alemán. De alguna manera se creía que los más altos "valores humanos" eran negados o pisoteados por las grandes naciones y sus aliados. Maritain postuló que el humanismo, que se inició en la concepción medieval, que pasa después por el racionalismo del siglo XVII y XVIII que negó toda idea trascendental o divina, y llega hasta el humanismo liberal (laico) y posteriormente al socialista o marxista que fue catalogado de ateo, corresponde a un mismo proceso en el que el hombre es concebido como el centro de todas las cosas. Además consideró que la salida a la pérdida de valores de la sociedad contemporánea era establecer un nuevo humanismo cristiano (católico) que buscara superar el humanismo instaurado desde el Renacimiento.

A la historia del mundo sólo le queda una salida (quiero decir, un régimen cristiano): quiero decir que la criatura sea verdaderamente respetada en su enlace con Dios y porque todo lo tiene de él. Humanismo sí, pero humanismo integral, humanismo de la Encarnación.52

Para el pensador francés la filosofía social y política implicada en el humanismo integral requería cambios radicales para el "régimen de cultura" que se vivía. La transformación sustancial, "no sólo exigía la instauración de nuevas estructuras sociales y la instauración de un nuevo régimen de vida en sustitución del capitalismo", sino también y consubstancialmente, "una ascensión de las fuerzas de fe, de inteligencia y de amor que brotan de las fuentes interiores del alma, un progreso en el descubrimiento del mundo de las realidades espirituales".53 Indudablemente, para Maritain el sistema capitalista había creado un mundo egoísta que perjudicaba enormemente al ser humano, además, el ateísmo se había convertido en la guía humanista por excelencia, como el marxismo del siglo XX y otros pensamientos filosóficos como el existencialismo y el historicismo.

Llegados a este punto cabría preguntarnos ¿cuál era el valor de los clásicos para la cultura en México según este grupo católico? Es claro que para los escritores de Abside, la cultura grecolatina era depositaria de los "valores" occidentales, principalmente los estéticos. Estos valores, conjugados con las enseñanzas cristianas de amor al prójimo y de caridad, daban como resultado la síntesis de lo que debía ser la guía de la cultura nacional. El destino de la nación mexicana, escribiría Felipe Pardinas Illanes (1912-1985),54 "está estrechamente enlazado al Catolicismo y a la cultura latina, y cuando lo abandonamos nuestros caminos descienden".55

 

Hispanismo (Los estudios Novohispanos y el Franquismo)

Otro tema de gran importancia para Abside, íntimamente ligado al anterior, fue el que estaba relacionado con los escritores novohispa-nos y la época colonial en general. El hispanismo en México estuvo relacionado con el conservadurismo y, por consiguiente, con el catolicismo. Para Ricardo Pérez Montfort el hispanismo, desde los años veinte hasta los cuarenta, se basó en un principio que planteaba la existencia de una gran familia, comunidad o raza trasatlántica que distinguía a todos los pueblos que en un momento de su historia pertenecieron a la Corona española. Esta identidad hispánica descansaba en la convicción de que los españoles desarrollaron "una serie de formas de vida y de cultura propias" que fueron trasplantadas a las colonias y transmitidas a los aborígenes, "de manera que éstos quedaron definitivamente integrados a la raza española". Para los hispanistas esta raza no era simplemente cuestión de sangre, sino que también la cultura, la historia, las tradiciones, la religión y el lenguaje formaban parte imprescindible de lo que llamaban "la patria espiritual".56 "El imperio espiritual", como también se le llamó, plantea que este hispanismo descansaba sobre varios principios entre los que destacan tres: la religión católica (que se vincula con la nación), la sociedad jerarquizada (que defendía el gobierno de seres superiores o de una elite) y la lengua.57 Por último, rechazaban prácticamente todas las contribuciones aborígenes en la formación de las nuevas naciones y eran opositores a la injerencia del pensamiento norteamericano en los países americanos.58

Tanto Gabriel como Alfonso Méndez Plancarte (1909-1955)59 fueron sin duda de los más comprometidos con las letras coloniales o con la raíz cultural hispánica. En el primer número de la revista, Alfonso dio a conocer la poesía de Luis de Sandoval y Zapata60 del siglo XVII de estilo similar a la de Quevedo (1580-1645), y en el mes de mayo estudió al padre Alejo Cossío.61 En febrero, el padre Gabriel escribió un artículo sobre Cayetano de Cabrera y Quintero, que a pesar de haber sido uno de los mayores poetas de la época colonial, había sido olvidado por la crítica "miope y rutinaria" de los últimos años.62 Además, resaltó la importancia de Cabrera y Quintero como traductor de Horacio y su amistad con Eguiara y Eguren.

En 1938, Abside nutrió sus contenidos con más temas coloniales como lo muestra el trabajo de Robert Ricard (1900-1984) sobre fray Alonso de la Vera Cruz,63 y el de Federico Gómez de Orozco (18911962)64 sobre fray Francisco de Aguilar.65 También se dio a conocer el interesante artículo de Fernando Diez Urdanivia (1900-1966)66 "Una ciudad colonial", donde describió a la ciudad de Puebla. Lo colonial, explicaba el autor, significaba en México tradición hispánica. España conquistó creando tradición, es decir, "sin odios", porque casi siempre "el vencedor trata de aniquilar al vencido, y entre ambos se establece un enfrentamiento de odios seculares".67

Conquistar materialmente, sometiendo a un pueblo e imponiéndole un yugo, es hazaña que se repite con trágica frecuencia [...] Pero conquistar identificándose con el pueblo conquistado y uniéndose a él con una fuerte trabazón espiritual; fundar pueblos con el afán con que se construye un hogar común en el que habían de convivir conquistadores y conquistados bajo la sombra augusta de la cultura occidental, traer a las tierras dominadas enhiestos el corazón y el alma cuando pudo sólo traerse la coraza y la espada, es, antes que una conquista, un soplo creador que únicamente la España del siglo XVI —rica en santos y artistas— fue capaz de lanzar sobre la virginidad esplendorosa de este Continente.68

En efecto, para Urdanivia hablar de la tradición hispánica era referirse necesariamente a la modelación del espíritu nacional de México. Es por esto que lo colonial no era simple ornamentación de ciudades y arquitectura, sino que la síntesis de la conquista comprendió "un hondo sentido cristiano de la vida [...], instituciones jurídicas, políticas y sociales extraídas de España para aclimatarlas en México".69

Sobre la época colonial también son interesantes los trabajos de Manuel Romero de Terreros (1880-1968)70 acerca de los iniciadores del arte novohispano como fray Pedro de Gante, fray Diego Valadés y de pintores como Simón Pereyns, Andrés de la Concha y Francisco de Sumaya (del siglo XVI), Baltasar de Echave Orio, Alonso López de Herrera, Baltasar Echave Ibía, Luis Juárez, Sebastián de Arteaga y José Juárez (del XVII).71 También los cuentos de Artemio del Valle-Arizpe (1888-1961),72 cuya trama se desarrolla durante la época colonial,73 nos pueden mostrar el interés que los autores de Abside tenían en la Nueva España como tema literario e histórico. Octaviano Valdés, además de abordar a los escritores clásicos, también se destacó por sus trabajos sobre los misioneros franciscanos como fray Juan Bautista de Moya quien fuera evangelizador en la Tierra Caliente michoacana.74 También para conmemorar el cuarto centenario (1538-1938) de la consagración del primer obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, José Herrera Rossi75 publicó un texto biográfico del "apóstol y civilizador".76 Finalmente, siguiendo con la misma región, Alfredo Maillefert (1889-1941)77 escribió sobre el Liceo Michoacano78 y acerca de fray Alonso de la Veracruz en Michoacán.79

La herencia hispánica de México fue exaltada en varias ocasiones por Abside como en el caso de Juan Laine (1883-1977),80 quien buscó mostrar la influencia que en América habían ejercido "los dones preciosos de Castilla".81 En suma, para el hispanista mexicano, la lengua y la religión eran los nexos que identificaban "a los veinte pueblos indo-españoles de América y quien dice idioma dice cultura."82 La labor de la cultura hispánica era una herencia que se manifestaba en literatura, en ciencia, en historia y en todas las actividades humanas.83

El propio Gabriel Méndez Plancarte declaró que "el tesoro que la Iglesia y España hicieron florecer en toda la amplitud" no era sólo "herencia, sino también [...] obra porque en él palpita el espíritu de México".84 La defensa del catolicismo y de la herencia española en México también se vio reflejada en la resistencia ante el imperialismo estadounidense que económica y culturalmente iniciaba su expansión sobre América Latina. El padre Felipe Pardinas Illanes, ante la supuesta intención de transformar en bibliotecas y en museos los templos como el Sagrario Metropolitano, expresó que en el momento en que los mexicanos se resignaran a ver los templos en museos, Estados Unidos podría poner en las fronteras gigantescos anuncios "llamando al mundo a visitar el museo de una cultura desaparecida".85 Además, afirmó que los mexicanos no pertenecían a la historia universal por el hecho de una evolución o de una revolución sino por la "hegemonía espiritual y cultural en el continente". Evidentemente para Pardinas el continente "hispanoamericano" se caracterizaba por su "unidad religiosa" que era en su opinión parte esencial del ser nacional.86 Volviendo a la supuesta conversión del Sagrario de la Catedral en museo, para él, en clara crítica al gobierno postrevolucionario, se trataba de suplantar un "espiritualismo de raigambre hispánica, por un materialismo disfrazado de indianismo", pero que en el fondo era "standarización nórdica", es decir, norteamericana. "Y una vez entrados por el materialismo, rendidos a la máquina, podemos cerrar nuestra historia y aceptar resignada-mente la supremacía política y cultural de nuestros vecinos".87

Continuando con el texto, encontramos que la crítica hacia el "materialismo" capitalista y el socialismo se acentúa y se establece una defensa de las tradiciones:

México no se edificó ni conservó sobre materias primas, ni para convertir los hombres en máquinas: su leyenda es un arranque de fe invencible que se concretó en sus ábsides, en sus torres [...] Nuestra fe y nuestra esperanza están en la vuelta al espíritu, a nuestros ábsides, que son el refugio de nuestra cultura y la promesa en piedra de nuestra reconstrucción. Y ese es el crimen de los que visten de tropiezos "pochos", o de sindicalismos rojos y antinacionales, un materialismo que repugna perfectamente con lo que es y debe ser nuestro México.88

Finalmente, el autor hizo hincapié en la labor que la revista Abside jugó como impulsor de un movimiento consciente de retorno a lo que ellos pensaban era la auténtica cultura mexicana liberándola "de ajenas injerencias antimexicanas".89

Las expresiones de tintes hispanistas en Abside llegaron incluso a apoyar el régimen del general Franco en España. La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un tema tabú en la revista durante el desarrollo de ésta. Una de las razones de este "silencio" fue el intento de no levantar controversias en torno a un conflicto en el que México estaba sentimentalmente y, en algunos casos, activamente involucrado. Con el triunfo de Franco la situación cambió y los textos en apoyo a los vencedores no se hicieron esperar. Por ejemplo, Efraín González Luna (1899-1964)90 en su artículo "Pasión y destino de España" inició el año de 1940 con un renovado hispanismo a la luz de los acontecimientos mundiales. El autor hizo un recorrido histórico de España: desde la España latina, pasando por la "avalancha islámica" en el siglo VIII y la Reconquista que consolidó a España como el "paladín de valores supremos", entendidos como la cristiandad y el pensamiento occidental.91 Y pensaba que en el momento en que él escribía, España cumplía con la lucha contra la agresión al cristianismo, es decir, "la barbarie marxista".92

Es importante recalcar que González Luna veía en la España de Franco la defensa de los valores "esenciales de la cultura occidental", es decir, latinidad y cristianismo.93 Además, aclaró que el movimiento nacionalista español no era fascismo ni nazismo, sino que era "simplemente nacionalismo español". Según este autor, el régimen de Franco no coartaba las libertades y, más aun, en España nunca se habían limitado los derechos de la persona.94 En resumen, el papel de México era, decía González Luna, "exaltar la fulgurante evidencia de que España es el centro de un sistema espiritual".95

También el poeta católico Alfonso Junco (1896-1974)96 fue uno de los más fervientes defensores tanto de la cultura española,97 como del régimen franquista.98 En su libro El difícilparaíso,,99 compuesto por artículos periodísticos que siguieron mes con mes el conflicto español, Junco defendió al régimen de Franco de los ataques perpetrados por sus opositores. Para él no existía "nazificación" en el Estado español, pese a que tanto los alemanes como los italianos ayudaron a Franco en la Guerra Civil: "La eventual alianza bélica, y las naturales cortesías y deferencias entre los aliados, no implican identificación de doctrinas. Como tampoco la hay, del otro campo, entre Inglaterra y Rusia".100 Mejor dicho, "Franco y los suyos son católicos sinceros, y como tales repudian todo lo que en el nazismo es re-pudiable".101 Además, fue enfático al apuntar que "un recio soplo cristiano" sacudió la empresa de Franco: "Un soplo de reforma, enderezamiento y resurrección".102

Concretamente en Abside, Junco publicó el artículo "Entraña y símbolo de la Hispanidad" que originariamente fue un discurso pronunciado en la Real Academia de Ciencias y Artes de Cádiz (Sección de México) para conmemorar el 12 de octubre de 1940, día de la Raza. De entrada la "Raza" no significaba para el autor "exclusión altanera, sino amorosa fusión" bajo "la doctrina espiritualista y cristiana de un hispanismo integrador", porque para él al ser hispanista se era auténticamente indigenista.103

El indigenismo en México, explicó Junco, solía prescindir del hispanismo y aún repudiarlo. El hispanismo, en cambio, al afirmar lo hispánico afirmaba precisamente lo indígena, que no era cosa contrapuesta ni ajena a la hispanidad, "sino fundida a ella en una totalidad étnica e histórica objetivada por veinte pueblos". El hispanismo católico —"único hispanismo entero y verdadero, porque lo católico es la entraña misma de lo hispano—, ama y siente al indígena como cosa propia. No lo segrega, sino lo incorpora. Quiere su mejoría y exaltación integral, como persona humana".104 Hay que aclarar que el hispanismo de estos autores, aunque en el discurso incorporaban al indígena como una de las raíces de lo mexicano, en realidad muy pocas veces tomaban a la cultura autóctona como base de la nacionalidad. Por el contrario, como se ha expuesto, fueron más insistentes en los aspectos occidentales como la religión cristiana, la lengua castellana, las tradiciones europeas, etcétera.105

La religión católica era uno de los ejes de la identidad hispánica y se defendía como parte primordial de lo nacional en oposición a lo extranjero. Se le concebía como fisonomía, espíritu y savia de la cultura. Para este grupo, al separarse los mexicanos del catolicismo siguiendo ideas extranjeras como el protestantismo, negaban sus "auténticos valores".106 El terror hacia el imperialismo estadounidense ocasionó un llamado hacia la creación de un pensamiento propio latinoamericano, para Junco ese pensamiento propio ya existía y tenía bases hispánicas, pues exaltar la tradición no impedía que México se abriera al "progreso y la superación". Es importante aclarar que el discurso hispanista, y el del católico mexicano en general, aparece en estos años como un intento de preservar las tradiciones pero, a un mismo tiempo, se pretendió buscar el progreso para encajar con el pensamiento moderno. Más no la modernidad liberal sino una modernidad jerárquica, espiritual y teocéntrica.

El mensaje de Alfonso Junco en defensa de la hispanidad también buscó impactar a las juventudes y fomentar una unión conti-nental,107 como lo muestra su discurso pronunciado en el Congreso de Universitarios Iberoamericanos que a fines de julio de 1941 se reunió en la capital colombiana. Ante la tragedia europea, Junco hizo un llamado a las "juventudes católicas" a tomar la iniciativa para enfrentarse al materialismo que, según él, nutría la pugna mundial y "el relajamiento de las costumbres".108

Por otro lado, aunque la mayoría de los autores de Abside se caracterizaron por un franquismo de diferentes tonalidades, también tenemos el caso sui generis de Antonio Gómez Robledo (1908-1994),109 quien se autoproclamaba "católico de izquierda" por haber apoyado a la República Española en el transcurso de la guerra ci-vil.110 Esta postura se muestra en su libro Política de Vitoria111 que fue comentado por el padre Gabriel Méndez Plancarte en el número de marzo de 1941. Fueron varios los puntos en los que el padre Gabriel estuvo en desacuerdo con la obra de Gómez Robledo, pero ahora únicamente nos detendremos en las cuestiones referentes al gobierno español. Primeramente, le dio la razón al autor por censurar algunos actos del gobierno español y algunas de las orientaciones de la Falange, pero le refutó que "esté probado aquello que se ha dicho de las ejecuciones en masa de marxistas" y pidió que no se aceptara con facilidad lo que él llamaba un rumor difundido sin pruebas de veracidad. En general, consideró que era prematuro, "y probablemente injusto", el juicio condenatorio contra el régimen y el movimiento franquista, "en el cual indudablemente no todo es digno de reprobación". Después aclaró que las críticas a Franco eran "lamentables desviaciones dentro de un movimiento substancialmente bueno y laudable, que tiende a restaurar espiritualmente los genui-nos valores de la Hispanidad".112

Méndez Plancarte finalizó el artículo declarando su "profunda aversión —intelectual y sentimental— al nazismo y el fascismo", pero, y esto es importante, consideró que el movimiento español estaba fuera de "estos funestísimos errores". Además, hizo un llamado a tomar en cuenta la "actitud de elogio y de benevolencia" de la Santa Sede para con el régimen de Franco que debía pesar mucho al momento de externar un juicio definitivo en "tan grave y complicada cuestión".113 Aunque ambos autores eran hispanistas tenían diferentes orientaciones, esto es importante tenerlo en cuenta para no hacer generalizaciones absolutas del pensamiento de Abside. En el texto se muestra, por un lado, el catolicismo de izquierda de Antonio Gómez Robledo, y por otro, el franquismo moderado de Gabriel Méndez Plancarte.

Otra muestra del carácter moderado de Gabriel Méndez Plan-carte era que evitaba las críticas hacia los Estados Unidos como sí lo hacían otros renombrados hispanistas. Para él era más importante estudiar y difundir la hispanidad por medio de los valores cristianos y humanistas que España les había heredado, y no con "alharacas imperiales y politiqueras" que tendían a fomentar un odio "sentimental, simplista y estéril contra los Estados Unidos y contra Inglaterra". Además, fue reiterativo en su posición de categórica reprobación ante el nazismo y el totalitarismo estatal, así como del racismo del Tercer Reich. 114

 

Conclusión

Para los hombres de Abside, tanto la cultura cristiana y clásica como la española se convirtieron en el mejor instrumento de sus ideales civilizadores y humanistas. El resurgimiento de la cultura grecolati-na en México como un retorno al humanismo se debió, principalmente, a un intento de oponerse a formas de pensamiento como el comunismo y el fascismo que durante los años treinta, y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se intensificaron en el mundo entero. Para los hombres de Abside, "la civilización" corría un grave peligro y veían como única salida el retorno a los valores cristianos y espirituales que el Occidente había olvidado.115 Ante esta crisis, Gabriel Méndez Plancarte elaboró un programa cultural que se vio cristalizado en la revista.

He querido destacar aquí que aunque Abside se conformó de autores de diversas edades, profesiones y de ideologías diferentes, es también cierto que el grupo editorial se homogeneizaba para seguir una línea de pensamiento coherente. Los autores estaban unidos por tres ejes básicos: la cultura clásica, un hispanismo de diferentes tonalidades y el catolicismo. Estos tres tópicos formaron el esqueleto temático de la revista durante más de tres décadas, pero obviamente las preocupaciones históricas también fueron determinantes en los rumbos que tomaron.

Los eventos que a estos hombres les tocó vivir fueron interpretados por ellos como una clara señal de la crisis a la que la civilización estaba llegando, y el problema provenía desde los fundamentos mismos de la vida contemporánea: la modernidad. El énfasis en la racionalidad y el individualismo enajenante significaron para los autores de Abside un retroceso en la humanidad y trataron de repensar la modernidad restableciendo sus fundamentos "espirituales".

 

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Notas

1 Principalmente desde El Colegio de México, Silvio Zavala y Moisés González Navarro, y en la ünam estudiosos como el padre Ángel María Garibay y Ernesto de la Torre Villar se dedicaron a una labor de rescate de obras históricas coloniales y a la traducción de textos que abordaron estas temáticas. Vid Rafael Diego-Fernández Sotelo, "Los precursores, cincuenta años de historiografía colonial en México" en Gisela Von Wobeser, coord., Cincuenta años de investigación histórica en México, México, 1998, 93-126.

2 Con respecto al abordaje como tema de estudio de la cultura católica y conservadora, entre los investigadores más sobresalientes de las últimas décadas se encuentran Gabriel Zaid, Mauricio Beuchot, Jaime del Arenal Fenochio, Ricardo Pérez Montfort, entre muchos otros. Además la obra coordinada por Erika Pani, Conservadurismo y derechas en la historia de México, nos muestra las últimas tendencias en nuestro país en relación con estas problemáticas.

3 Eduardo Enrique Ríos, "Ábside", en Las revistas literarias de México (Segunda Serie), México, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1964, 81.

4 Coincido con el autor en que las revistas culturales, "a través de la cultura literaria, definen una línea ideológica, un imaginario colectivo, una conciencia nacional o una identidad" y, por lo regular, se apartan de la cultura oficial. Louis Panabiére "Ábside: un ejemplo de inscripción y de dilatación de la conciencia nacional por la cultura", en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, núm. 6, vol. II, primavera 1981, 107.

5 Ibid., pp. 109-110.

6 Manuel Olimón Nolasco, "Los dos primeros años de la revista Ábside (1937-1938)", en Los últimos cien años de la evangelización en América Latina, Ciudad del Vaticano, Editrice vaticana, 2000, 1086.

7 Idem.

8 Leonardo Martínez Carrizales, comp., Alfonso Reyes/Enrique González Martínez, El tiempo de los patriarcas. Epistolario 1909-1952, México, FCE, 2002.

9 Herman von Bertrab, Un humanista moderno (Gabriel Méndez Plancarte), México, UIA, 1956. Es importante aclarar que esta interpretación sobre el humanismo teocéntrico ya había sido formulada por Jacques Maritain en su conocida obra Humanismo integral (1936), por lo que me parece que el texto carece de profundidad en este aspecto.

10 Alberto Enríquez Perea, comp., Humanismo y literatura. Correspondencia entre Alfonso Reyes y Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte 1937-1954, México, El Colegio Nacional, 2006.

11 Herón Pérez Martínez, Alfonso Méndez Plancarte. Artífice del humanismo mexicano, en Bárbara Skinfill Nogal, Alberto Carrillo Cázares, coords., Estudios Michoacanos VII Zamora, El Colegio de Michoacán, 1999, 291-342.

12 Gabriel Zaid, Tres poetas católicos, México, Océano, 1997, 13.

13 Para Fortunato Mallimaci, los años de 1850 a 1930 en América Latina se caracterizaron por la implantación de un "liberalismo integral" que buscó la marginalización institucional de lo religioso, el intento de insertar a la Iglesia en el ámbito de lo privado y la creación de una religión y moral laicas. Fortunato Mallimaci, "Catolicismo y liberalismo: las etapas del enfrentamiento por la definición de la modernidad religiosa en América Latina", en Jean-Pierre Bastían, coord., La modernidad religiosa: Europa latina y América Latina en perspectiva comparada, México, FCE, 2004, 24.

14 Roberto Blancarte, "La doctrina social del episcopado católico mexicano", en El pensamiento social de los católicos mexicanos, México, FCE, 1996, 13-38.

15 Bernardo Barranco V., "Posiciones políticas en la historia de la Acción Católica Mexicana", en Elpensamiento socialde los católicos mexicanos, México, FCE, 1996, 56-57.

16 Pío XI, Ubi Arcano, núm. 22. Colección de Encíclicas y Documentos Pontificios, ace, t. II., Madrid, 1967, 1901, citado por Bernardo Barranco V, "Posiciones políticas ..." op. cit., p. 40.

17 Manuel Olimón Nolasco, Asalto a las conciencias, Educación política y educación pública (1934-1935), México, imdosoc, 2008.

18 Principalmente sucedieron varios conflictos entre los católicos y los grupos de Tomás Garrido Canabal. Carlos Martínez Assad, El laboratorio de la revolución: el Tabascogarridista, México, Siglo XXI, 2004.

19 Por ejemplo, la Acción Católica, en este periodo, tomó mayor fuerza como defensora del catolicismo social en oposición al agrarismo cardenista y a las ideas socialistas. En 1936, la Acción Católica Mexicana propuso tres temas como centrales de su asamblea nacional: comunismo, socialismo y agrarismo. María Luisa Aspe Armella, La formación social y política de los católicos mexicanos. La Acción Católica Mexicanay la Unión Nacional de Estudiantes Católicos, 1929-1958, México, uia, 2008, 185.

20 Es interesante la influencia que tuvieron los católicos en la Universidad Autónoma de México durante los años treinta y cuarenta, particularmente como opositores a la educación socialista durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas. Vid Gabriela Contreras Pérez, Los grupos católicos en la Universidad Autónoma de México (1933-1944), México, uam, 2002.

21 La revista Ábside surgió en 1937 y continuó publicándose hasta el año de 1979 con colaboradores como los sacerdotes Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, Octaviano Valdés, Ángel María Garibay, los abogados Antonio Gómez Robledo, Mariano Alcocer, Efraín González Luna y los poetas Alfonso Junco, Enrique González Martínez y Manuel Ponce.

22 Herman von Bertrab, op. cit., p. 111.

23 Para Rafael Diego-Fernández Sotelo, antes de la llegada de los refugiados españoles a México durante la Guerra Civil la historia colonial por lo general era practicada únicamente por los "religiosos o los conservadores". Rafael Diego-Fernández Sotelo "Los precursores...", op. cit., p. 93.

24 Abside 1950/enero-junio, pp. 7-8.

25 Carlos Francisco Vera Soto, Laformación del clero diocesano durante la persecución religiosa en México, 1910-1940, México, Universidad Pontificia de México, 2005. Según el autor de 1921 a 1930 se inició un periodo de esplendor para el Colegio Pío Latinoamericano y el número de mexicanos fue significativo, encabezando la lista las diócesis de Guadalajara, México y Zamora, p. 784.

26 Desideré Félicien-François-Joseph Mercier (1851-1926). Sacerdote belga quien desde 1882 fue profesor de filosofía en la Universidad de Lovaina, donde bajo los auspicios de León XIII organizó un instituto para el estudio de Tomás de Aquino.

27Jesús Guisa y Azevedo, Lovaina de donde vengo, México, Excelsior, 1934, 58.

28 Ibid., p. 60.

29 Ibid., p. 67.

30 Octaviano Valdés, "Prólogo", en Gabriel Méndez Plancarte, El humanismo mexicano, México, Seminario de Cultura Mexicana, 1970, 18.

31 Agustín Yáñez, "Un duelo nacional", en Abside, 1950/enero-junio, p. 77.

32 José Luis Martínez, "Gabriel Méndez Plancarte", en Abside, 1950/enero-junio, p. 79.

33 Ibid., p. 80.

34 José Antonio Romero, "La muerte de un apóstol", en Abside, 1950/enero-junio, p. 85-86.

35 Eduardo Olmedo Cotilla, "Gabriel Méndez Plancarte", en Abside, 1950/enero-junio, p. 171.

36 Gabriel Zaid, Muerte y Resurrección de la cultura católica, México, Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, 2007, 43.

37 Idem, p. 46.

38 Leonardo Martínez Carrizales, "Una amistad en el contexto del clasicismo", en op. cit., p. 41.

39 Idem.

40 Ibid., pp. 41-42.

41 Gilbert Highet, La tradición clásica, México, FCE, 1954, citado por Leonardo Martínez Carrizalez, op. cit., p. 44.

42 Gabriel Méndez Plancarte, Horacio en México, México, Ediciones de la Universidad Nacional, 1937, XII-XIV.

43 Idem.

44 Ibid., p. XVIII.

45 Alfonso Reyes se refirió de esta forma a la obra de Gabriel Méndez Plancarte: "Su Horacio en México es uno de esos libros que lo llenan a uno de optimismo con respecto a la literatura de un país. Hacía mucho que no se emprendían entre nosotros obras de tanto aliento, y puede usted estar seguro de que aprecio y aplaudo con toda conciencia la magna labor por usted realizada". Alberto Enríquez Perea, op. cit., p. 48.

46 Sacerdote y escritor nacido en Cacolomacán, Estado de México. Se ordenó sacerdote en 1929. Estudió en el Colegio Pío Latinoamericano. Maestro de Arte Sacro y de Elocuencia Sagrada en el Seminario Conciliar de México. Fue deán de la Catedral de México y canónigo desde 1950. Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1956. Diccionario Porrúa de historia, biografíay geografía de México, México, Porrúa, 1995, 3657.

47 Octaviano Valdés, "Prólogo", op. cit., p. 14.

48 Idem.

49 Ibid, p. 16.

50 Idem.

51 Ibid, p. 17.

52 Jacques Maritain, Humanismo integral, Buenos Aires, Ediciones Carlos Lohlé, 1966, 62.

53 Ibid., p. 74.

54 Jesuita y filósofo nacido el 28 de noviembre de 1912 en la ciudad de México. Hizo estudios de letras y filosofía en Loyola, España, en Ysleta College, EU, y teología en la Universidad Gregoriana de Roma. Decano del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Iberoamericana, promotor de la construcción de la misma; profesor de metodología y estadística; profesor de temas orientales y antropología; fundador de la revista Comunidad. Hizo estudios en New Asia College, Hong Kong. Fue director de la Facultad de Arte y Arquitectura en el Centro Cultural Universitario. Profesor de arte sacro en el Instituto Superior de Cultura Católica. Murió en la ciudad de México. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 2636.

55 Felipe Pardinas Illanes, "Montecassino, otoño de 1938", en Abside 1938/noviem-bre, p. 47.

56 Ricardo Pérez Montfort, Hispanismo y Falange. Los sueños imperiales de la derecha españolay México, México, FCE, 1992, 15.

57 Ibid., p. 16.

58 Idem.

59 Sacerdote, crítico y humanista. Nació en Zamora, Michoacán. Su vida académica fue gemela a la de su hermano Gabriel: estudios primarios con los maristas de Zamora y preparatorios en el Seminario Conciliar de México y en el Tridentino de Zamora. En Roma Colegio Pío Latinoamericano, doctorado en filosofía y teología por la Universidad Gregoriana. Después de fallecido su hermano en 1949, dirigió la revista Abside. Correspondiente de la Academia Mexicana en 1950 y de número en 1952. Colaborador de El Universal. Dio a conocer interesantes muestras de la obra de Poetas novohispanos de 1521 a 1721 en los tomos 33, 43 y 54 de la "Biblioteca del Estudiante Universitario" editada por la Universidad de México. Murió en la ciudad de México. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 2193.

60 Alfonso Méndez Plancarte, "Para la historia de nuestra poesía colonial, Don Luis de Sandoval y Zapata, siglo XVII", en Abside 1937/enero.

61 Alfonso Méndez Plancarte, "Para la historia de nuestra poesía colonial, El padre Alejo Cossío, Poeta Inédito del siglo XVIII", en Abside 1937/mayo.

62 Gabriel Méndez Plancarte, "Para la historia del Humanismo en México. Don Cayetano de Cabrera y Quintero", en Abside 1937/febrero, p. 39.

63 Robert Ricard, "Fray Alonso de la Vera Cruz. Un documento desconocido en México", en Abside 1938/enero.

64 Nació en Tlalpan, DF. Perteneció a diversas asociaciones nacionales y extranjeras tales como la Academia Mexicana de la Historia y la Sociedad de Geografía y Estadística. Doctor en Filosofía y Letras, fue profesor del Departamento de Historia, Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la ijnam. Sus artículos están relacionados con la época prehispánica y la virreinal. Murió en Tizapán. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 1504.

65 Federico Gómez de Orozco, "Fray Francisco de Aguilar y su Historia de la Conquista de México", en Abside, 1938/febrero.

66 Periodista y abogado nacido en Puebla. Desde la edad de 15 años se inició en la carrera periodística en las revistas El Proceso y Alfa. Pasó a México como director de El Debate. Editor de El Amigo de la Verdad y director de El País, que fue clausurado. Pasó a Guadalajara en donde fundó El Heraldo, clausurado en 1927. Poco después colaboró con los periódicos El Universal y Excélsior, así como en El Occidental de Guadalajara. Fue uno de los fundadores de la acjm, y de la Escuela de Periodismo para jóvenes de la Acción Católica. Murió en la ciudad de México. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 1092.

67 Fernando de Urdanivia, "Una ciudad colonial", en Abside 1938/mayo, p. 41.

68 Ibid., pp. 41-42.

69 Ibid, pp. 42-43.

70 Polígrafo, especializado en la historia y el arte virreinal. Nació y murió en la ciudad de México. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 3007.

71 Manuel Romero de Terreros, "Los principales pintores de la Nueva España", en Abside 1938/junio.

72 Escritor y abogado nacido en Saltillo, Coahuila. Designado cronista de la ciudad de México a la muerte de Luis González Obregón. Se dedicó a la novela de la vida virreinal. Murió en la ciudad de México. Diccionario Porrúa, op. cit. , p. 3671.

73 Artemio del Valle-Arizpe, "Cuentos Mexicanos. Las Flores del Pino", en Abside 1938/junio.

74 Octaviano Valdés, "El apóstol de Tierra Caliente, Fray Juan Bautista de Moya", en Abside 1938/julio.

75 Escritor posiblemente nacido en Guadalajara.

76 José Herrera Rossi, "Don Vasco de Quiroga", en Abside, 1938/septiembre, p. 29.

77 Nació en Taretán, Michoacán. Dedicado a la literatura, en especial el ensayo y el teatro. En 1919 marchó a la ciudad de México. Redactor de La República; fue empleado de la oficina de Monumentos Artísticos de la Secretaría de Educación. Regresó a Morelia y desempeñó la cátedra de francés en el Colegio de San Nicolás y la de castellano en la Normal. En 1926 se trasladó a la capital y colaboró en periódicos y revistas. En 1934, en la Escuela Nacional Preparatoria atendió las cátedras de francés y literatura hispanoamericana y en la Imprenta Universitaria fue traductor y corrector. Diccionario Porrúa, op.cit., p. 2082.

78 Alfredo Maillefert, "Sencillez, Perfección", en Abside 1938/noviembre.

79 Alfredo Maillefert, "Fray Alonso de la Veracruz", en Abside 1939/junio.

80 Empresario y filántropo. Nació en la ciudad de México. Hizo sus estudios en el Colegio Católico de Capuchinas de Puebla y en la Escuela Nacional Preparatoria. A causa de la persecución religiosa fue deportado a Estados Unidos, donde estableció casas para sacerdotes y religiosas exiliadas en Texas, Nuevo México y California. Miembro y alto funcionario de los Caballeros de Colón, miembro de la Cruz Roja Mexicana y presidente de la misma en 1957. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 1949.

81 Juan Laine, "Nuestra herencia hispánica", en Abside 1938/marzo, p. 21.

82 Ibid., p. 22.

83 Ibid.., p. 26.

84 Gabriel Méndez Plancarte, "Libros, Notas críticas y bibliográficas", en Abside 1939/mayo, p. 68.

85 Felipe Pardinas Illanes, "Meditación sobre los ábsides. El misterio de Roma y el futuro de México", en Abside 1939/julio, p. 25.

86 Ibid., p. 26.

87 Ibid., p. 28.

88 Idem.

89 Ibid., pp. 28-29.

90 Abogado y político nacido en Autlán, Jalisco. Hizo sus estudios profesionales en la Universidad de Occidente de Guadalajara y se graduó en 1923. Catedrático de esa Universidad y de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Fue presidente de la acjm. Recibió las Palmas Académicas de Francia y el grado de oficial de Instrucción Pública del mismo país. Fue, junto con el Lic. Manuel Gómez Morín, fundador del pan (1939) y el candidato presidencial de éste en 1952. Escritor y orador, escribió muchos artículos periodísticos y discursos principalmente de temas políticos. Murió en Guadalajara. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 1530.

91 Efraín González Luna, "Pasión y destino de España", en Abside 1940/enero, p. 5.

92 Ibid., p. 6.

93 Ibid., p. 7.

94 Ibid, p. 8.

95 Ibid., p. 16.

96 Escritor nacido en Monterrey, Nuevo León. Presidente del Instituto Hispano-Mexicano de Cultura, de la Asociación Nacional de Periodistas y de la Academia de Historia "Santa María de Guadalupe". Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1950 y decano de la misma. Por largos años colaboró en Excélsior, El Universal, El Heraldo, Novedades y otros periódicos y revistas de la República. Defensor de la hispanidad y de la pureza de la lengua española, polemista católico. Fue director de la revista Abside desde el año de 1955 hasta su muerte en la ciudad de México. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 1924.

97 Alfonso Junco, Sangre de Hispania, Buenos Aires, Espalsa-Calpe, 1940, y sobre este libro el artículo de Gabriel Méndez Plancarte, "Notas críticas", en Abside 1941/ marzo, p. 220, en el que se comenta que "libros como éste son, a mi juicio, inmensamente más útiles —para revivir en América nuestra conciencia hispánica y para difundir, entre propios y extraños, el conocimiento y el amor de nuestros genuinos valores— [...] Esta hispanidad espiritual —no atada a partidos políticos siempre mudables y contingentes, cuando no claramente reprobables— es la que nosotros profesamos y amamos, y es una de las razones de ser de nuestro Abside".

98 El trabajo de Alfonso Junco, como bien lo explicó Toribio Esquivel Obregón, es todo él una unidad, "el fin es el mismo". Para él la vida literaria de Junco no tenía más que un propósito: la defensa del catolicismo y de España. Torivio Esquivel Obregón, "Notas críticas", en Abside 1940/diciembre, p. 66.

99 Sergio Méndez Arceo, "Libros, notas críticas y bibliográficas", en Abside 1940/ agosto, p. 52, en donde Méndez Arceo felicita a Alfonso Junco y coincide con él en que "ante los gravísimos problemas españoles debemos experimentar afectuosa simpatía para el hombre y el gobierno que salvaron a la Madre Patria del caos —por transitorio que se imagine— y se esfuerzan sinceramente por reconstruirla, pues no obstante los defectos, lo que importa es el porcentaje de bien público que se afianza".

100 Alfonso Junco, El difícil paraíso, México, Helios, 1940, 19.

101 Idem.

102 Ibid., p. 20.

103 Alfonso Junco, "Entraña y símbolo de la Hispanidad", en Abside, 1940/diciem-bre, p. 10.

104 Ibid., p. 11.

105 Una clara excepción fue el padre Ángel Ma. Garibay quien dedicó gran parte de su vida a estudiar las lenguas y culturas otomí y náhuatl. Vid Ángel Ma. Garibay, "Tres poemas aztecas vertidos del náhuatl y anotados", en Abside 1937/febrero, "Los poetas aztecas ante el enigma del más allá", en Abside 1937/abril, y "El enigma Otomí" en Abside 1938/marzo.

106 Alfonso Junco, "Entraña y símbolo...", op. cit., p. 17.

107 Durante aquellos años se buscó fomentar una unión con España y sus antiguas colonias para lograr una fuerza continental que, entre otros objetivos, buscara oponerse al creciente poder norteamericano en América. Un ejemplo de esto fue la Cancillería del Consejo de la Hispanidad en España cuya primera reunión (29 de julio de 1941) tuvo "como fin estudiar los puntos fundamentales sobre la forma de presentar al mundo la doctrina de la Hispanidad. Establecer las normas para su desarrollo y redactar las consignas que han de animarla". Gabriel Méndez Plancarte, "Nuestro frustrado viaje a España. Documentos y aclaraciones", en Abside 1941/noviembre, p. 655.

108 Alfonso Junco, "Mensaje a las juventudes hispánicas", en Abside 1941/septiem-bre, p. 543.

109 Abogado y embajador nacido el 7 de noviembre en Guadalajara Jalisco. Licenciado en derecho y doctor en derecho por la UNAM. Tomó cursos de especialización en Francia, Holanda, Estados Unidos y Brasil. Miembro del servicio exterior mexicano desde 1936. Consultor jurídico de la cancillería. Por acuerdo presidencial, en marzo de 1992 fue designado embajador emérito. Ejerció la docencia en la UNAM, la Escuela Libre de Derecho, el Tecnológico de Monterrey, etc. Miembro de Academia Mexicana de la Lengua, El Colegio Nacional y el Comité Jurídico de Derecho Interamericano de Derecho Internacional de EU. Murió en la ciudad de México. Diccionario Porrúa, op. cit., p. 1512.

110 Antonio Gómez Robledo, Vita et Opera, México, Colegio Nacional, 1996, p. 95.

111 Antonio Gómez Robledo, Política de Vitoria, México, Universidad Nacional de México, 1940.

112 Gabriel Méndez Plancarte, "Política de Vitoria. Carta al Lic. Antonio Gómez Robledo", en Abside 1941/marzo, pp. 216-217.

113 Ibid., p. 217.

114 Gabriel Méndez Plancarte, "Nuestro frustrado viaje a España.", op. cit., pp. 657-658.

115 Para algunos como Alfonso Reyes el continente americano era una de las esperanzas, ante la decadencia europea, de la continuación del proyecto cultural occidental. Alfonso Reyes, Última Tule, OCAR, pp. 9-153, citado por Leonardo Martínez Carrizalez, op. cit., p. 48.

 

Información sobre el autor:

Jesús Iván Mora Muro estudió la licenciatura en Historia en la Universidad de Guadalajara durante el periodo 2001-2006, presentó la tesis El antidogmatismo de Antonio Caso como crítica de su época. En la Universidad Iberoamericana con sede en la ciudad de México cursó la maestría en Historia (2008-2010), y se tituló con la tesis La modernidad repensada, Gabriel Méndez Plancarte y la revista Ábside 1937-1949, por la cual obtuvo mención honorífica. Las líneas de investigación que aborda están vinculadas a la historia intelectual, las revistas culturales y el catolicismo durante la primera mitad del siglo XX.

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