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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.31 no.122 Zamora ene. 2010

 

Sección general

 

La ciudad de Campeche a través de viajeros extranjeros. 1834-1849

 

The City of Campeche through the Eyes of Foreign Travelers, 1834-1849

 

Carlos Alcalá Ferráez*

 

Universidad Autónoma de Yucatán. Correo electrónico: *carlos.alcala@uady.mx

 

Fecha de recepción del artículo: 19 de febrero de 2009
Fecha de aceptación y recepción de la versión final: 15 de enero de 2010

 

Resumen

La literatura de viaje se relacionó con las políticas expansionistas de las naciones del viejo continente y los Estados Unidos. La aportación de este tipo de fuente radica en que muchos de los aspectos de la flora y fauna, habitantes de la región, costumbres y estructura social están plasmados en sus textos. Para el caso de la ciudad de Campeche, los trabajos que se han realizado con respecto a la evolución urbana se han enfocado al estudio de la plaza principal y el recinto amurallado. De esta manera, el objetivo de esta investigación consiste en la reconstrucción de la ciudad de Campeche a partir del análisis de las impresiones que los viajeros extranjeros que la visitaron entre 1834 y 1849.

Palabras clave: Literatura de viajes, viajeros, Campeche, vida cotidiana.

 

Abstract

Travel literature was related to the expansionist policies of nations in both the Old World and the United States. The value of this kind of resource lies in the fact that it describes many aspects of the flora and fauna, the inhabitants, the customs and the social structure of a region. In the case of the city of Campeche, the studies previously carried out on urban evolution focused on examining the main square (plaza principal) and the walled concourse. Therefore, the objective of this research was to reconstruct the city of Campeche based on an analysis of the impressions that foreign travelers formed of it during visits that took place between 1834 and 1849.

Keywords: travel literature, travelers, Campeche, daily life.

 

En cuanto América se emancipó del dominio peninsular, el continente ocupó el interés de los europeos. La investigación botánica, zoológica, histórica y arqueológica cobró particular importancia en el viejo mundo, en virtud de que florecían las sociedades científicas dispuestas a subvencionar estudios en regiones claramente diferenciadas de su propia cultura y naturaleza.1 En este marco, la literatura de viaje se relacionó con las políticas expansionistas de las naciones del viejo continente y los Estados Unidos2 y por lo tanto, este tipo de relatos transformaron las crónicas del siglo XV y XVI con respecto al objeto de estudio. En las crónicas, lo más importante era el registro de los acontecimientos, mientras que en los relatos de viajes, la descripción del lugar tomó el papel central.3

La aportación de este tipo de fuente radica en que muchos de los aspectos de la flora y fauna, habitantes de la región, costumbres y estructura social están plasmados en sus textos. Como señala Bernecker, permiten una visión más completa del mundo, pero también es necesario considerar que algunos relatos contienen información errónea y con prejuicios euro y etnocentristas. Al mismo tiempo, esto proporciona datos que nos aportan el pensamiento de la época, caracterizado por el mito de la supremacía del hombre blanco y que la interpretación de otras culturas se basó en una perspectiva desarrollista.4

Con el renovado interés por el trabajo de archivo ante el advenimiento de la revista Annales, este tipo de fuente cobró importancia como instrumento de análisis porque no representan una reproducción de la realidad y como cualquier documento, es importante un abordaje metodológico adecuado. Por lo tanto, si la observación de una persona es limitada, habrá que reconstruir su entorno para comprender el sentido de sus escritos, la indagación de sus datos biográficos, así como sus intenciones al recorrer un sitio en conjunto con la actividad profesional que realizaban.5 También es importante señalar que no todos los comentarios de los viajeros concuerdan, no hay que olvidar que sus apreciaciones son parciales y selectivas, pero que pueden aproximarse a una correcta interpretación de acontecimientos cuando llegan a conclusiones comparables.6

En México, durante la década de 1960, los primeros resultados sobre literatura de viajes fueron descriptivos, donde prácticamente se rescataron fragmentos de algunos textos en forma selectiva tales como las costumbres y la manera de vestir; pero se omitieron los que se expresaron en términos ofensivos al país o una región. Sin embargo, tal como señala Chantal Cramaussel, en un principio no existió una crítica hacia este tipo de escritos, probablemente por la tendencia al rechazo del eurocentrismo como causa del atraso de los países latinoamericanos y del llamado tercer mundo.7

Entre 1970-1980, el interés por el viaje y por la literatura de viajes surgió como el resultado de un clima intelectual que puso en cuestión "imperialismo, colonialismo/postcolonialismo, etnografía, diáspora, cultura visual y espectáculo".8 Trabajos con mayor enfoque metodológico han servido para comprender los efectos de la problemática que vivió el país durante el siglo XIX, como el de Aguilar quien describió la influencia de los viajeros extranjeros en la litografía mexicana en esa centuria, estableciendo que la inestabilidad por la construcción del Estado nación provocó que no fuera posible el financiamiento de artistas mexicanos para recabar imágenes de la geografía nacional, aspecto con el que contaban los viajeros extranjeros.9

Para el caso de la ciudad de Campeche, los trabajos que se han realizado con respecto a la evolución urbana se han enfocado al estudio de la plaza principal y el recinto amurallado, aunque también se abordaron cuestiones de la vida en intramuros con un enfoque arquitectónico. Recientemente se elaboró un trabajo sobre la organización territorial de la ciudad durante el siglo XVIII, pero en estos textos, las fuentes primarias son expedientes de archivos y prácticamente la literatura de viajes no ha sido abordada; más bien ha servido para artículos de divulgación, bajo la tradición selectiva de textos como hicieron los primeros investigadores que trabajaron el tema en la década de 1960.

En este sentido, considero importante para una mayor comprensión del desarrollo histórico de Campeche, la revisión de este tipo de fuentes que permiten complementar el conocimiento que tenemos de nuestro entorno, así como de las costumbres y la vida cotidiana. El objetivo de esta investigación consiste en el análisis de las impresiones que los viajeros extranjeros tuvieron sobre la ciudad de Campeche entre 1834 y 1849. Para el cumplimiento de este propósito, será importante examinar el contexto histórico donde se desarrollaron estos viajes, a partir de un marco económico y político tanto en el nivel mundial como nacional y regional. Posteriormente, mencionaré algunos datos biográficos de los viajeros, sus propósitos, así como la situación que se vivía en el puerto durante su estancia; por último, procederé a la reconstrucción histórica de la ciudad, a través de fuentes de archivo y principalmente los textos de los viajeros, destacando algunos antecedentes, la traza urbana, el recinto amurallado, los barrios y la vida cotidiana.

 

La coyuntura histórica de los viajes

Entre 1770 y 1880, la revolución francesa y la revolución industrial inglesa marcaron una profunda transformación en el mundo. En este periodo, España perdió su papel de potencia principalmente por el tipo de economía extractiva que realizó en sus colonias, sin crear una infraestructura capaz de enfrentar a Francia e Inglaterra, quienes se convirtieron en las principales potencias. De 1825 a 1850, el libre mercado ganó terreno en favor de los países desarrollados, que se interesaron en extender su control a través de la explotación de materias primas en países menos desarrollados.10

De 1825 a 1827, estalló la primera crisis del sistema capitalista en Inglaterra y estuvo relacionada con la inversión de capitales ingleses en América Latina. La siguiente crisis se presentó entre 1836 y 1839 que también incluyó a los Estados Unidos por préstamos a Portugal y España para la construcción de minas y ferrocarriles, así como un alza de precio del algodón. En 1846, apareció otra fase negativa que duró hasta 1851 y se caracterizó por una crisis agrícola. Entre los países afectados destacaron Irlanda, Estados Unidos, Rusia y Polonia con pérdidas de papa, algodón y trigo debido a lluvias, plagas y heladas respectivamente. Estas dificultades en el campo se presentaron en conjunto con una caída financiera e industrial en 1848.11

Sin embargo, esta situación no impidió que durante el siglo XIX se expandiera el capitalismo en el mundo, el crecimiento industrial, la urbanización así como la exportación de diversos productos de consumo a bajo precio: "era la extensión de la cultura hacia las zonas periféricas consideradas bárbaras con invasiones militares y matanzas en nombre de la libertad de comercio y de espíritu".12 En este marco, una vez consumada la independencia en México, inició la competencia entre las naciones de primer orden para colocar sus productos y capitales en el territorio.13 En este sentido, destacó principalmente Inglaterra, gracias al mito de la plata propagado por los textos de Humboldt,14 la xenofobia antiespañola y la creación de zonas periféricas de explotación de metales preciosos y de incipiente producción agroexportadora.15 También se generaron proyectos para activar la industria textil con capital inglés y francés, así como la creación del Banco del Avío, pero la mayor parte de éstos fracasaron por las condiciones en las que terminó el territorio mexicano después de la guerra de independencia.16

Por su parte, en Yucatán, a finales del siglo XVIII, la zona de la Laguna de Términos se consolidó como área exportadora de palo de tinte, aspecto que propició la incorporación de la península al mercado mundial.17 Las salinas más importantes se encontraban cerca de la ciudad de Campeche y el producto se exportaba a centros mineros de la Nueva España. En resumen, la aplicación de las reformas borbónicas significó una etapa de prosperidad. Se afianzó la provincia campechana como centro económico de la península por el incremento de las relaciones comerciales con Veracruz, La Habana y Nueva Orleáns. También consolidó a los comerciantes campechanos, quienes durante la primera década del siglo XIX constituyeron una fuerza política importante en la intendencia. Sin embargo, en 1811, la localidad recibió un golpe al monopolio que tenía en la península; Sisal fue declarada puerto menor y benefició a los comerciantes que vivían en el noroeste de Yucatán.18

Durante la primera mitad del siglo XIX, las intervenciones extranjeras propiciaron que la aduana del puerto de Veracruz, que era el más importante del Golfo de México, perdiera el control del movimiento marítimo y de las ganancias por ingresos de exportación e importación. Ejemplos de esta situación fueron los bloqueos de 1823 y 1838 por parte de los españoles y franceses respectivamente. Por lo tanto, las embarcaciones fueron desviadas a otros puertos, entre ellos, Campeche.19

Retomando la actividad del corte del palo de tinte, la villa del Carmen y Campeche fueron los puertos por donde se exportó la madera a puertos europeos como Liverpool, el Havre y Marsella, en los que se desarrolló la manufactura de algodón.20 En este contexto, las casas comerciales más importantes del puerto de Campeche contaban con sucursales en Ciudad del Carmen y entre sus actividades se encontraba la compra-venta del producto. Estas participaron activamente en la economía regional y además del intercambio comercial, efectuaban préstamos o financiaban la producción agrícola e industrial para el transporte de los productos.21

Junto a estas actividades agrícolas y extractivas se presentaron intentos por desarrollar la industria como, por ejemplo, la fábrica de hilados La Aurora, establecida en Valladolid y destruida en 1848 por la guerra de castas. También se implementó el desarrollo de extractos de palo de tinte, para mantener el colorante y bajar los precios de transporte de la madera hacia los centros de consumo. El producto fue aceptado por Estados Unidos y Alemania, pero Inglaterra y Francia lo rechazaron.22 Mientras tanto, entre 1845 y 1856, el comercio de cabotaje del puerto campechano se incrementó y el palo de tinte fue el producto de mayor exportación.23

En el aspecto político, después de la independencia, el antiguo territorio de la Nueva España intentó diversas formas de gobierno como el imperio de Agustín de Iturbide y las repúblicas en sus variantes federalistas y centralistas. Entre 1821 y 1850, el primer gobierno republicano de Guadalupe Victoria fue el único que concluyó los cuatro años de su gestión, gracias a fuertes inversiones extranjeras. Posteriormente, la república se rigió con veinte gobiernos y cien gabinetes.24 Entre los acontecimientos que se presentaron para nuestro periodo de estudio destacaron los pronunciamientos que llevaron a la presidencia al general Antonio López de Santa Anna en once ocasiones entre 1833 y 1853, la guerra con Texas, los problemas diplomáticos con Francia, la guerra con los Estados Unidos, que le costó al país la pérdida de la mitad del territorio, así como los conflictos por los proyectos políticos.25

Con respecto al entorno peninsular, los acontecimientos nacionales también marcaron la política local. En 1829, el derrocamiento del presidente Vicente Guerrero propició un levantamiento para imponer el sistema centralista y la inestabilidad que se vivió durante este periodo fue también una constante en la región. Entre 1829 y 1840, los proyectos federalistas y centralistas, así como la presencia militar en el territorio, fueron los rasgos más característicos de ese tiempo; mientras que entre 1840 y 1857, figuraron en la política yucateca Santiago Méndez y Miguel Barbachano quienes defendieron los intereses de los comerciantes campechanos y de Mérida respectivamente. En este periodo, la relación con la república mexicana estuvo caracterizada por fricciones según el tipo de gobierno implantado en el centro, situación que propició que la península se declarara un territorio independiente.26 Después de un enfrentamiento armado con el ejército nacional, en 1843 se llegó a un acuerdo con el gobierno de Santa Anna, a cambio de mayor autonomía en el régimen interior; sin embargo, el incumplimiento de éste generó en 1845 otra separación. Mientras tanto, la guerra contra los Estados Unidos impidió la reincorporación yucateca, quien asumió una postura neutral en el conflicto.27

El 30 de julio de 1847, los indígenas se levantaron en armas contra la población blanca y mestiza.28 El gobernador Santiago Méndez ofreció la soberanía de Yucatán a los Estados Unidos, Inglaterra y España, pero ante el rechazo de la propuesta, se negoció con el gobierno mexicano para una nueva reincorporación, la cual se concretó en 1848. Un año después, el conflicto disminuyó en intensidad, aunque se prolongó hacia los primeros años del siglo XX. Durante la década de 1850, se presentó la coyuntura para la erección de Campeche como estado de la federación, así como el surgimiento de nuevos actores políticos que no modificaron las estrategias políticas que predominaron durante el siglo XIX, aspectos que rebasan el espacio temporal de este trabajo.

 

Los viajeros y la coyuntura durante su presencia en Campeche

En este marco y durante la primera mitad del siglo XIX, el puerto de Campeche recibió la visita de viajeros extranjeros29 como Frederick de Waldeck quien fue un pintor y grabador que murió en París, presuntamente a los 109 años. Entre 1790 y 1799 recorrió parte del continente africano y la India. Después de la caída de Napoleón Bonaparte en 1815, realizó estancias en Chile e Inglaterra y en 1822 recibió un encargo para realizar unas litografías que representaban las ruinas de Palenque, sitio arqueológico ubicado en México y en 1831 obtuvo financiamiento del gobierno nacional para una expedición arqueológica a los estados de Chiapas y Yucatán.30

Durante su estancia en el puerto, la ciudad se recuperaba de la epidemia de cólera que en 1833 provocó la muerte de la cuarta parte de la población.31 Poco antes de su llegada, el 24 de abril de 1834 el general Antonio López de Santa Anna retomó la presidencia de México, disolvió el Congreso de la Unión y anuló los decretos establecidos por el gobierno de Valentín Gómez Farías; mientras que en Yucatán, los clérigos y militares convencieron al general Francisco de Paula Toro, para que apoyara los cambios presentados en el centro del país. Ante esta situación, el 30 de mayo las autoridades locales destituyeron al militar, pero el 5 de julio un pronunciamiento desconoció a las autoridades estatales, situación que provocó un conflicto armado y después de las batallas en el interior del distrito campechano, los centralistas retomaron el control político del estado, mientras que el 4 de enero de 1835, el centralismo fue adoptado en la nación.32 Tres años después, un pronunciamiento encabezado por Santiago Imán incorporó nuevamente el sistema federal en la península con la rendición de las fuerzas centralistas en el puerto, el 6 de junio de 1840.33

Retomando a Waldeck, en 1836 y ante la falta de informes de su trabajo a quien lo financió así como la publicación de resultados parciales de sus investigaciones en París, fue acusado por realizar acciones de espionaje y trasladar piezas arqueológicas hacia Francia.34 Expulsado del territorio nacional, retornó a Europa y se convirtió en miembro del Consejo de la Sociedad de Arqueología Americana.35

Otro viajero, Benjamin Moore Norman visitó el puerto campechano durante la etapa en que Yucatán proclamó una nueva constitución que la separó políticamente de la república mexicana36 y ante el fracaso de las negociaciones para su reincorporación, en junio de 1842, las tropas del presidente Santa Anna invadieron la península y en octubre, llegaron a Campeche. En febrero de 1843, cerca de la ciudad, se llevó a cabo una batalla que produjo la retirada del ejército mexicano y el 14 de diciembre, se acordó la reincorporación de la región a México con la con dición de mantener sus privilegios, principalmente el libre comercio, pero en 1844 éstos fueron derogados, lo cual generó nuevos pronunciamientos separatistas.37

En cuanto a Norman, después de la muerte de su padre, abandonó su trabajo en Nueva York para hacerse cargo del negocio familiar y subsecuentemente se contrató como vendedor de libros en Filadelfia. En 1837, estableció una librería en Nueva Orleáns, donde fue famoso por su filantropía durante la epidemia de fiebre amarilla que se presentó en 1841 y el 26 de noviembre de ese año partió hacia La Habana con el objetivo de trasladarse hacia el Caribe, pero ante la falta de una planeación adecuada decidió cambiar de ruta y el 9 de diciembre tomó un barco con dirección a Yucatán. El 20 de diciembre arribó a Sisal y se trasladó hacia la ciudad de Mérida donde empezó su recorrido por la península, con el objetivo de recorrer las zonas arqueológicas de Chichén Itzá, Uxmal, Kabah y Zayil, trayecto que duró hasta el 11 de abril de 1842 cuando abandonó el puerto de Campeche para retornar a los Estados Unidos. Sus memorias junto con las de Waldeck fueron reprobadas por el escritor yucateco Justo Sierra O'Reilly porque fueron muy críticas con las costumbres de la sociedad yucateca de ese entonces.38

Posteriormente y durante el conflicto que se vivió en la península por la postura que debía tomarse por la invasión americana a México, arribó a la bahía campechana el naturalista Karl Bartholomeus Heller donde permaneció un año. Al respecto cable aclarar que el 13 de mayo de 1846, Estados Unidos le declaró la guerra a México y el presidente Santa Anna pidió apoyo al gobierno yucateco para enfrentar a los norteamericanos. Por lo tanto, el ejecutivo reconoció los acuerdos de 1843, derogó las prohibiciones de 1844, y el 2 de noviembre Yucatán se incorporó al país. Sin embargo, el 8 de diciembre estalló en Campeche un levantamiento en favor de la neutralidad con los Estados Unidos que dio como consecuencia el triunfo de los alzados y la separación una vez más de la entidad.39 Posteriormente, el 30 de julio de 1847, los indios mayas se levantaron en armas contra la población blanca y mestiza. El gobierno actuó rápidamente contra los indígenas, aprehendió y sacrificó a diversos caciques, pero las poblaciones del sur y el oriente cayeron en poder de los rebeldes.40

Ese fue el contexto que le tocó vivir a Heller, quien arribó al puerto de Veracruz en noviembre de 1845, financiado por la Sociedad Real de Jardinería de la Gran Bretaña, con el propósito de recolectar y estudiar plantas americanas vivas. Su objetivo consistió en recolectar ejemplares para llevarlos al viejo continente y realizar sus propios estudios. Durante su estancia en México visitó Veracruz, la meseta central, Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas; ascendió al Pico de Orizaba y al Nevado de Toluca. A su retorno a Viena, fue profesor universitario hasta su muerte en 1880.41

En Campeche, coincidió con otro naturalista de origen francés, Arthur Morelet, quien fuera miembro de la Comisión de Argelia para realizar ilustraciones artísticas, especialmente sobre historia natural. En 1846, la Academia de las Ciencias de Francia le dio instrucciones para un viaje a América Central42 y a Campeche, llegó el 5 de marzo de 1847, donde su estancia fue breve porque su intención era recorrer la región en busca de mayor contacto con la naturaleza.43 En su país de origen continuó dedicándose a la actividad científica y falleció el 9 de octubre de 1892.

Retomando la cronología de acontecimientos que se dieron alrededor de los viajeros, el 14 de septiembre de 1847, la ciudad de México fue tomada por las tropas norteamericanas y tiempo después se firmaron los tratados de Guadalupe-Hidalgo, en los que México reconoció la pérdida de más de la mitad de su territorio.44 Como señalé anteriormente y ante las dificultades que las autoridades locales enfrentaron durante la rebelión indígena, en agosto de 1848 firmaron los acuerdos de reincorporación al territorio mexicano a cambio de apoyo económico y tropas. Mientras tanto, la gente que huyó de la zona de conflicto se estableció en el puerto, situación que produjo escasez de productos básicos, falta de vivienda, el hacinamiento de asentamientos provisionales y la amenaza de epidemias, por lo que se habilitó el edificio de San Lázaro como albergue y se construyó un nuevo cementerio.45

Así estaba el panorama que presenció nuestro último viajero, William Parish Robertson, inversionista de origen escocés, que se dedicó al comercio en Argentina, Chile, Paraguay y Perú desde principios del siglo XIX. Posteriormente, a finales de 1848 viajó nuevamente en compañía de su hija al continente americano y estuvo en Campeche, Veracruz, así como en la ciudad de México, donde participó como intermediario ante el gobierno mexicano para facilitar inversión inglesa.46

 

La ciudad de Campeche y los suburbios

En 1540 se fundó cerca del mar, la villa de San Francisco de Campeche con una traza cuadriculada sin límites precisos, una plaza mayor rodeada por los edificios públicos y eclesiásticos más representativos, núcleo de la vida económica, política, social del puerto,47 donde a partir del ataque pirata del 6 de julio de 1685, encabezado por Laurent Graff, se iniciaron los trabajos de cimentación para la muralla que rodearía el área del establecimiento español. La obra concluyó en 1704 y consolidó la diferenciación de las clases sociales que existía desde los primeros años de la colonia.48

En 1777, y en el marco de las reformas borbónicas, la villa fue declarada ciudad, éstas intentaron el fortalecimiento de los gobiernos monárquicos y la subordinación de la Iglesia al Estado. Con respecto a las ciudades, se pretendía que fueran limpias, funcionales y monumentales.49 En general, los objetivos de la administración municipal consistieron en la imposición del orden público para garantizar la convivencia social y la comodidad de los ciudadanos mediante la dotación de servicios públicos como el alcantarillado, empedrado, limpieza y ornato.50 Como parte del control por parte del estado, las ciudades fueron divididas en cuarteles.51 En Campeche, la primera división se realizó en 1788 con seis cuarteles intramuros, en 1813 se realizó la segunda división con cuatro y los barrios tenían su propia división como Santa Ana, que en 1855 tenía cinco cuarteles.52

En resumen, éste era el panorama que se encontraron los viajeros extranjeros cuando visitaron el puerto y la primera impresión fue positiva. Norman mencionó que el recibimiento fue bueno y que las personas de la ciudad tenían más clase en comparación del resto de la península: "Mi recepción en Campeche fue extremadamente gratificante. Existe evidentemente una sociedad con clase que contrasta favorablemente con cualquiera que haya encontrado en otras ciudades de la provincia".53 En cambio Heller y Morelet, como naturalistas que eran, ofrecieron un cuadro más relacionado con la belleza natural del lugar54 aunque posteriormente, el primero se decepcionó porque esperaba encontrar mayor diversidad de especies para clasificar, de acuerdo a los objetivos del viaje.55

Con respecto al clima, los viajeros coincidieron que era caluroso por las mañanas y fresco por las noches. Las temperaturas más elevadas se alcanzaban durante el verano y asociaron enfermedades como la fiebre amarilla, el paludismo, y las fiebres biliosas, mientras que durante la estación invernal, prevalecían las fiebres intermitentes. Para Waldeck y Parish, el clima era saludable; sin embargo, Heller opinó lo contrario debido a la humedad de la región que junto con la estación de lluvias permitía las emanaciones miasmáticas que producían enfermedades.56 Por su parte, Morelet afirmaba que las altas temperaturas eran propicias para "insectos que se multiplican prodigiosamente bajo la combinación de calor y humedad. Cucarachas, escorpiones, ciempiés y mosquitos se aglomeran por todas partes".57

El asentamiento urbano estaba sobre un banco de piedras calcáreas y subterráneos construidos por los antiguos mayas. En este sentido Waldeck comentó sobre unas excavaciones que se habían realizado antes de su llegada al puerto: "La ciudad de Campeche, construida de piedras de cantería calcáreas, está asentada sobre un gran banco de la misma sustancia, que se extiende sobre toda la península elevándose hasta la altura de 500 pies nivel de la Sierra Alta, cerca de Tekax".58 Norman copió exactamente las aportaciones de Waldeck, ya que también estaba interesado en las cuestiones arqueológicas, tal como lo señalé en el apartado anterior.59

El recinto amurallado contaba con 42 manzanas, rodeada por una muralla que medía 2.5 kilómetros de longitud, 6 metros de altura y 2.4 metros de espesor, así como 8 baluartes. El puerto estaba protegido por dos fuertes en los cerros, al norte y al sur.60 Con respecto al lienzo amurallado Waldeck mencionaba: "que estaban armadas con piezas de artillería de a 12 y a 24 en parte de bronce y en parte de fábrica francesa".61 Mientras que Parish resaltó la importancia de las murallas como sitio defensivo durante el sitio al que fue sometido Campeche por las tropas de Santa Anna y que mencioné páginas atrás: "Las murallas que habían sido averiadas por los mexicanos en 1842, las encontramos completamente reparadas y todo en buenas condiciones. Los baluartes estaban montados con morteros y todas las paredes juntas hacían una buena fortificación".62

Los viajeros reconocieron el trazado rectangular de las calles del recinto amurallado. Waldeck como dibujante fue más preciso al señalar que "están orientadas a 20 grados a los cuatro puntos cardinales y severamente tiradas a cordel".63 La descripción de Heller fue más subjetiva al mencionar que eran "calles rectas y hermosas con casas hasta de dos pisos de altura, las cuales, lo mismo que toda la ciudad, están sobre firmes rocas coralíferas".64 Norman mencionó las desventajas del tipo de superficie: "Las calles son estrechas e irregulares y tienen un pavimento natural de piedra lisa que se rompe y hace excesivamente accidentado las rutas para los carruajes".65

En el muelle se encontraba la pescadería y era la base de operaciones para el intercambio comercial. No podían atracar grandes embarcaciones y permanecían a 5.5 km o anclaban en el barrio de San Román en un sitio conocido como El Pozo.66 Con respecto al muelle, Waldeck comentó esa problemática señalando que: "El muelle es bueno y bien fabricado, pero no pueden atracar en él sino embarcaciones que no calen más de dos a dos y medio pies, y todavía se quedan en seco a menudo. Los buques que calan más de seis pies fondean a una legua del muelle".67

La plaza principal ocupaba el sitio central a partir del cual se trazaron las calles. Era un espacio vacío donde se realizaban las principales ceremonias religiosas, políticas, militares y sociales.68 Hacia el norte de la plaza se encontraban los edificios de la Aduana, el Ayuntamiento y el Principal, que posteriormente se convirtieron en el Palacio de Gobierno. Estos edificios entre 1845 y 1848 fueron remozados con un segundo piso. Al este se ubicaba la iglesia de la Parroquia del Sagrario o de la Inmaculada Concepción69 que tenía la torre del lado derecho (hacia el mar) y ostentaba, el primer reloj público que existió en Campeche, mientras que la otra fue levantada entre 1849 y 1851. Al sur de la plaza se encontraba la cárcel, que en 1845 fue trasladada a otro sitio y La Lonja Campechana, club social para la gente de estrato social elevado.

De la plaza principal, las descripciones fueron diversas: Norman afirmó que "Los edificios públicos en la plaza son dos almacenes adornados y pintados con buen gusto. Las iglesias como es usual son los más conspicuos trabajos públicos. Los sábados llegaban del interior mendigos indígenas que se instalaban alrededor de la plaza y recibían limosnas por parte de los habitantes".70 En cambio para Morelet la impresión fue todo lo contrario "En lo arquitectónico no tiene nada que destacar, excepto el lienzo amurallado. La plaza principal es fea, sin ningún monumento digno de atención para el visitante".71 Por su parte, Heller se refirió a La Lonja Campechana "mantenida por suscripciones de los habitantes ricos en la que hay una sala de lectura lo mismo que salones de juego y billar".72

De acuerdo a nuestras fuentes, el tipo de vivienda se distinguía de acuerdo con el nivel ocupado en la escala social. Las casas de la clase acomodada se organizaban en torno a un patio central donde se encontraba el aljibe73 y las escalinatas de acceso al segundo nivel. Alrededor se encontraban las habitaciones adornadas con portales o arcos que permitían la iluminación y ventilación del interior. La planta baja se empleaba para almacenes, bodegas, oficinas o como local comercial para uso propio o alquiler. En el segundo nivel se encontraba la casa habitación; al frente la sala, a los lados, las habitaciones; al fondo, el comedor y la cocina. La casa habitación de los sectores medios era de un solo nivel con un área menor que las mansiones en forma de "C" donde la sala se ubicaba en el exterior, de forma perpendicular las recámaras conectadas por una puerta y algunas con acceso al patio central. Éste comunicaba la habitación del fondo, paralela a la sala donde se encontraba el comedor. Hacia el fondo, se encontraba la cocina y el área de servicios.74

Solo Waldeck fue más observador con respecto a las casas al comentar que éstas tenían varias piezas, un aljibe y la cocina, mientras que Norman y Heller acotaron que predominaban las de un piso, sin realizar más comentarios al respecto: "Todas poseen pozos, patios y contienen desde seis hasta ocho piezas, generalmente de un piso y al mismo nivel.

Las cocinas son espaciosa y cómodas; no se quema allí más que carbón en hornillas a la francesa".75

Para complementar los datos, el padrón de las casas intra y extramuros realizado en 1820 señaló la existencia de 1730 casas y 587 propiedades. 200 casas eran del estrato dominante, céntricas y grandes, registradas como "de altos" (dos plantas) y/o "de zaguán" (vestíbulo). De las casas, 75 por ciento era registrada como "comunes de cal y canto"; correspondientes a los estratos medios de la población y eran alquiladas. En Campeche, 36 casatenientes detentaban 47 por ciento del total de las casas empadronadas, la gran mayoría de ellos eran comerciantes, aunque también aparecían 3 hacendados y un sacerdote. Las casas más humildes sumaban 245 cuyos propietarios tenían algo en común, el apellido maya;76 éstas eran de una planta con muros de piedra y techos de palma o guano.77

Con respecto al suministro de agua, las casas particulares tenían pozos o aljibes que de acuerdo a información correspondiente a la segunda mitad del siglo XIX recibían el vital líquido a través de los pozos ubicados extramuros "Belén" y el "Mamey". 78 Esta situación no pasó desapercibida para nuestros viajeros, en particular para Waldeck, quien destacó su comercialización y el precio: "La que se vende en las calles viene de los pozos de afuera y se transporta sobre carretas. Dos barrilitos cuestan un medio, la más pequeña moneda de plata".79 Por otra parte, Heller se enfocó más en la calidad del líquido explicando que: "El agua de las cisternas de la ciudad es mala, pues se guarda desde una temporada de lluvias hasta la siguiente".80

Como he mencionado anteriormente, las inmediaciones del recinto amurallado y los suburbios fueron abordados por los viajeros. Heller fue más explícito al afirmar que

Los alrededores de Campeche casi no tienen elevaciones y ofrecen un cuadro poco pintoresco a no ser por los bosquecillos de cocos, pero hay muchas propiedades hermosas con jardines y huertos donde se cultivan especialmente caimitos, marañones, ciruelas, mangos, mameyes, zapotes, icacos, melones y verduras. Se les llama Quintas y sirven en parte como viviendas y en parte como provechosas propiedades.81

En este sentido, nuevamente las sensaciones del viajero austríaco no fueron las más alentadores con respecto a sus planes: "No se encontró ninguna orquídea, ninguna palma, sólo algunas simientes sin importancia y una hermosa planta bulbosa (Pancratium) [...] hasta animalillos faltaban [...] Lo único que había y sigue habiendo en cantidades incalculables son mosquitos". En cambio Morelet observó y clasificó especies frutales como la pitaya, el caimito y la anona. Igualmente mencionó que la extensión de la ciudad podía contemplarse desde los cerros de La Eminencia82 y de San Francisco.83 Con respecto a éste último, afirmó que

para comprender completamente sus bellezas naturales, es necesario escalar la colina de San Francisco al amanecer. Desde este punto, el plano completo es representado ante la delicia del espectador, cuyos ojos atraviesan un panorama de casas blancas, jardines cultivados y verduras verdes, terminado por el borde azulado del Golfo, contra las torres del pueblo y muros destacan con sorprendente nitidez.84

El puerto contaba con cinco barrios distribuidos alrededor del recinto amurallado, que también era conocido como la Plaza de Campeche: San Román, Santa Ana, Guadalupe, San Francisco y Santa Lucía.85 El barrio de San Román se encontraba al oeste del recinto amurallado.86

Surgió cuando Francisco de Montejo, el Mozo, instaló a los indígenas aztecas que lo acompañaron para conquistar Yucatán.87 En 1810, la población de esta zona trabajaba en los astilleros de la industria naval, pero también se reportaban militares, jornaleros, artesanos y algunos comerciantes.88 Al extremo del barrio estaban el cementerio general, el Hospital de San Lázaro, y la hacienda Buenavista.89

El barrio de Santa Ana se ubicaba al sur de la Puerta de Tierra. El primer asentamiento se realizó en una congregación llamada Santa Ana Holckap, a espaldas de la ubicación posterior que formaba parte del recinto amurallado, y en otro sitio que se denominó Hecelchakanillo.90 A la entrada del suburbio se encontraba "La Alameda" construido en 1830 y era "un paseo con bancos de piedras tanto a la derecha como a la izquierda, interrumpidas por naranjos, mientras que la parte del centro estaba reservada a los coches, especies de dos volantas que pertenecían a los particulares".91 En general esta descripción fue similar con el resto de los viajeros, aunque Parish mencionó que no era utilizado como un sitio de esparcimiento por parte de los "aristócratas campechanos".92 En este barrio, la mayor parte de la gente se dedicaba a la labranza, aunque también existían jornaleros y artesanos.93 En 1855, el padrón de cuatro de los cinco cuarteles que conformaban el barrio de Santa Ana reportaba que los principales oficios eran: la albañilería, los recolectores de basura, los labradores y zapateros.94

Guadalupe, al este de la Plaza de Campeche surgió como consecuencia de la fortificación, que excluyó algunas cuadras que componían la ciudad española. La población estaba conformada por españoles y criollos. De acuerdo al censo de 1810, predominaban los artesanos y jornaleros.95 En esta zona pasaba un desagüe natural que desembocaba al mar. Junto a éste suburbio se encontraba el de San Francisco, cuya actividad principal era la pesca. Los productos se almacenaban en sitios conocidos como casas de pesquería que en realidad eran chiqueros estrechos donde guardaban tortugas marinas. Hacia el interior existían hortalizas donde se cultivaba el maíz y crecían árboles que proporcionaban pastura a caballos y bestias de acarreo.96 El suburbio se dividía por otro desagüe natural conocido como "La Ría". En 1810, de 574 personas registradas con oficio, la mayoría eran artesanos, seguidos de militares y labradores, pero también existía un médico y algunos comerciantes.97

Santa Lucía fue el último suburbio en desarrollarse; era un barrio de población indígena que se dedicaba a la milicia, labranza y artesanías. Sus habitantes trabajaban en intramuros o en las haciendas y quintas cercanas a la ciudad.98 En resumen, el recinto fortificado concentraba las actividades político-administrativas de la ciudad. Era el sitio donde habitaban los sectores privilegiados y medio. El centro de la ciudad era la prioridad con respecto a la imagen urbana. Los grupos de poder ejercían presión sobre el gobierno para influir en la provisión de servicios públicos. Su capacidad para pagar impuestos y un sistema de clientelismos les otorgaba más posibilidades de manipular las decisiones municipales. En efecto: "La capacidad de influencia social y económica es directamente proporcional a la distribución del bienestar".99

El panorama de los barrios contrastaba con el dinamismo de intramuros, los caminos eran irregulares y empolvados dificultando el tránsito de calesas, diligencias u otro tipo de vehículo jalados por caballos, las viviendas eran chozas muy pobres habitadas por indígenas, situación que no pasó desapercibida por Parish:

En los arrabales vimos chozas y los que las vivían agachados por todos lados, estos pobres indios que podríamos decir que escasamente viven mejor que los animales de carga y que constantemente los encuentra uno doblados bajo el peso de su carga, da lástima mirarlos. El camino que el Sr. D había escogido era muy feo y pedregoso. Íbamos subiendo y bajando, dando brincos golpeando, lentamente avanzamos en nuestro faetón viejo, hasta que comencé a temblar no por mis costillas sino por mi vida.100

En resumen, es necesario tomar algunas consideraciones sobre la descripción que los viajeros hicieron acerca de los suburbios: En primer lugar, las narraciones fueron muy generales con respecto a los alrededores, mencionando simplemente los nombres de éstos y la existencia de una iglesia en cada uno de ellos. En segundo lugar, el paisaje alrededor de la Alameda, punto de entrada hacia el barrio de Santa Ana no pasó desapercibido para los naturalistas como Heller y Morelet. De San Francisco, Morelet destacó la vista de la ciudad desde el cerro, mientras que Santa Lucía no fue siquiera mencionado por alguno de los viajeros, tal vez por ser el punto más alejado en extramuros, aunque es necesario aclarar que su desarrollo se presentó a finales del siglo XIX. Al mismo tiempo, llama la atención que el barrio de Guadalupe no fuera destacado en los textos de los viajeros si consideramos que en esta zona de la ciudad la población era principalmente de origen español.

 

La gente, vida cotidiana y actividades

A principios del siglo XIX, la composición étnica de la población de Campeche estaba formada por blancos, indios y negros, a partir de los cuales el mestizaje se caracterizó por el color de la piel.101 En intramuros predominaba la población de raza blanca, descendientes de españoles, quienes ocupaban los principales puestos políticos en el ayuntamiento y poseían casas comerciales que recibían los productos tanto del exterior y del interior de la península.102 Los indígenas tuvieron un papel primordial dentro de la economía novohispana y del México independiente. Eran un polo opuesto a los blancos y significaban mano de obra barata para las empresas españolas y criollas.103 Los mestizos eran segregados por la sociedad española: "Un mestizo pues, podía ir a donde quisiera y ser como fuera, teóricamente, pero con todas las desventajas que la realidad social le imponía".104 Los negros llegaron como domésticos de los españoles, su condición era la de un siervo; sin embargo, ante la demanda de mano de obra que no se cubría con la población indígena, fueron empleados en actividades pesadas.105

Al respecto, Waldeck afirmó que la población "se compone de blancos y mestizos; los blancos son de pura sangre española; los mestizos, que forman la clase baja, nacen de blancos y de indios".106 Heller fue más descriptivo con los indígenas en Yucatán, los cuales

han conservado su idioma, sus costumbres y sus usos más puros que cualquier otra tribu indígena de México. Sólo en las cercanías de las ciudades entienden el castellano, pero más al interior se habla maya exclusivamente. [...] En general son amables, pero, como todos los indios, muy desconfiados, cerrados y parcos de palabra, además de que no gustan de entrar en contacto con los blancos [...] Es notable la natural inocencia de este pueblo, que llega tan lejos que con frecuencia se puede ver bañar en una misma tina a hombres y mujeres sin distinción alguna y sin que el grupo desnudo se sienta incómodo por la llegada de un extraño [...] en ninguna otra parte se observan con mayor rigor las leyes de la naturaleza que entre ellos.107

Para contrastar estas afirmaciones, si consideramos el censo que en 1810 se realizó en Campeche, la población blanca era la predominante, mientras que los indígenas y mulatos tenían el menor porcentaje.108 Solamente Waldeck hizo mención del mestizaje, mientras que Heller hizo una descripción de la conducta y naturaleza de los indígenas en Yucatán. Al mismo tiempo, los viajeros no realizaron alguna referencia sobre la población negra o mulata de la cual si existen datos en el citado padrón.

Heller, también afirmó que "las personas del recinto amuralladas eran cultas y educadas que podían compararse a la europea. La mayoría de los comerciantes hablaban dos o tres idiomas. Otros se dedicaban a la literatura o la historia y vestían con levita corta y bombín; frac o chaqueta y sombrero de copa; chaleco, camisa, corbata y botines".109 Según Parish, las mujeres aprendían a tocar el piano, utilizaban vestidos bajos y mangas cortas, con un pañuelo por lo general de seda alrededor del cuello. No usaban nada sobre la cabeza y se colocaban sobre los hombros un ligero chal. De igual forma, la actividad social iniciaba a las seis de la tarde y se vestían como si fueran a un baile, con flores en el pelo y abanicos en las manos.110 También era costumbre que "los caballeros y las damas van sobre todo a los jardines para tomar leche de coco, pues se considera muy saludable".111

Por las noches eran común, las reuniones en domicilios de la gente acomodada; los mayores se sentaban en una mesa de juego y la animación era con música de piano, guitarra, arpa o violín. Las mujeres jóvenes bailaban poleas, mazurcas, minués y cuadrillas.112 En el teatro de la ciudad113 se hacían representaciones y bailes. Los bailes eran cuadrillas, danzas españolas y valses; generalmente éstos eran en silencio y cuando terminaban, cada caballero acompañaba a su pareja a sentarse y se reunía con los demás hombres a fumar un cigarro en los corredores.114

Los sectores marginados fueron descritos como: "honradas, civiles y agradables. Oímos que los robos son desconocidos, la gente es muy limpia".115 Los hombres que ejercían algún oficio vestían con pantalones anchos de color blanco y una camisa de lino planchada. Al costado llevaban un machete en forma de clava y la cabeza la cubrían con un sombrero de palma.116 De la vestimenta indígena, Heller y Parish fueron los que más tomaron en cuenta sus características al describir el tipo de pantalón blanco, camisas bordadas, sombrero de palma y el machete. Del atuendo femenino enumeraron el fustán, el huipil, los adornos que utilizaban, las peinetas, las trenzas, el reboso y el calzado.117

Más crítico con la gente de la ciudad fue Waldeck al considerarlas como libertinas y de costumbres relajadas gracias a la poca efectividad del clero a quienes consideró como la principal causa tanto del atraso y la barbarie no sólo del lugar, sino también de los territorios que fueron colonias españolas. También los responsabilizó del impacto del cólera de 1833:

Tan relajadas como en las otras ciudades de América española, donde los sacerdotes han naturalizado el libertinaje. Hoy día no hay más que pocos frailes en Campeche, y los conventos están desiertos, pero el clero regular es muy numeroso y ejerce sobre las mujeres una influencia de las más funestas, influencia acrecida y consolidada por el ardor religioso al cual ha dado lugar el paso del cólera que sobre una población de 20,000 almas, ha arrebatado seis mil personas.118

En cuanto a las festividades más destacadas del puerto, Waldeck y Heller comentaron las experiencias que vivieron en el barrio de San Román entre el 14 y el 16 de septiembre, básicamente las ceremonias religiosas y el aniversario de la independencia de México; pero el segundo aportó algunas de las historias de su origen.119 En relación con las de San Francisco, la descripción de Waldeck refleja los prejuicios que tenía sobre la cultura americana, calificando a la población como bárbaros y poco civilizados en comparación con los europeos:

No puede formarse justa idea del ruido infernal producido por las campanas, el cañón, los tiros de fusil, los petardos, el canto de los sacerdotes y los gritos del populacho; era para romper el tímpano de aquellos cuyos oídos no están acostumbrados a estos abominables alborotos. Semejante manera de regocijarse revela bien la ignorancia y la barbarie de ese pueblo. Una nación habituada a pensar no manifiesta así su alegría. En Europa la masa popular se contenta con distracciones apacibles; en México se festeja a los santos no con plegarias sino con cañonazos y mientras más en honor está el santo, mas formidable el ruido.120

Pasando a otro tema, la alimentación de la gente que vivía en el recinto consistía en peces, mariscos, carne de res, ave y cerdo, acompañada de salsas o aderezos, mientras que el maíz era la base de la dieta de los indígenas:

El cocido de los yucatecos se compone de carne de res, de un ave, salchichas, un pedazo de jamón, coles, plátanos, una cabeza de ajo, legumbres y chile; todo eso forma, como se piensa, un potaje bastante suculento. [...] Tres clases de salsas frías acompañan el cocido: una está hecha de tomates, la otra de perejil picado y rociado con vinagre y agua; la tercera, de pimientos; en la estación, un plato de pepinos cortados en rebanadas y con mucha pimienta completa la escolta del cocido".

Con respecto al jamón en vino y el uso de la carne de cerdo afirmaba: "El jamón en vino es el mejor plato de la cocina yucateca. El uso inmoderado de carne de puerco prueba la grosería del gusto de las gentes de este país". Del maíz, mencionaba: "es raro que se vea pan de trigo sobre una mesa; se remplaza por galletas delgadas de harina de maíz; estas galletas o tortillas, que se ven bien calientes, son muy sanas y nutritivas". Destacaba que era el alimento principal de la población con escasos recursos:

Por lo demás, el maíz es el alimento principal de las poblaciones de estas comarcas. Entre las diferentes maneras con que se le prepara, [...] se tritura sobre una piedra plana, por medio de otra piedra que forma rodillo, cierta cantidad de maíz; después se diluye con agua la harina grosera que se obtiene, y se hacen bolitas. Un pedazo de esa pasta mojado en agua ligeramente azucarada forma una excelente bebida a la cual se da el nombre de pozole.121

La venta de comestibles se realizaba en el muelle, la plaza principal y el mercado. La pescadería se encontraba al principio del muelle y se caracterizaba por la venta de una gran cantidad de frutas, vegetales y pescado cuya principal especie era un tiburón pequeño conocido como cazón, abundante y barato, el cual se cocinaba como platillo principal en los hogares campechanos y causaba gran impacto en los extranjeros que visitaron el puerto. Con respecto al mercado, en 1818 se autorizó la construcción de una galera que sirviera como bodega para los utensilios de los trabajadores, pero era necesario remodelar las demás instalaciones debido a que:

Se hallan con cavidades y desigualdades en su pavimento, sucias y manchadas sus paredes, llenos de goteras los techos y de humedad las cabezas de las vigas, lo cual está exigiendo de luego a luego un pronto aunque ligero reparo, que impidiendo por alguna partes la filtración de las aguas, quite la humedad y evite la ruina [.] como porque en cumplimiento de las reglas de toda buena policía deben conservare tan limpios y aseados como corresponde al decoro y ornato de una Ciudad.122

Las instalaciones se encontraban guarnecidas por portales de piedra, sin embargo, los puestos de frutas, legumbres y granos no tenían techo. Se propuso la construcción de uno y la iniciativa se presentó al gobierno estatal el 26 de mayo de 1836, pero no se aprobó debido a la situación beligerante que imperaba en la península por los pronunciamientos centralistas de 1835.123

Morelet mencionaba:

Frecuentemente visité la plaza pública y ahí, entre frutas, aves y vegetales en venta por largas filas de mujeres indias sentadas en el piso, todavía encuentro el inevitable cazón, el monarca del mercado [...] Un primer artículo de la comida en Campeche, donde son comidos frescos, salados, asados, fritos y guisados en todas formas y todas ocasiones. Para evitar la alarma en los extranjeros, han eliminado la palabra tiburón del vocabulario gas-tronómico.124

Para Waldeck, esta especie de escualo era un producto "malsano" y prefería el pez raya.125

Los productos del mar no pasaron desapercibidos para el dibujante francés:

Es abundante y barato. La rada de Campeche es rica en variadas especies. Los peces martillos y los angelotes existen en gran cantidad. Se pesca también una especie de pólipo conocido en el país con el nombre de pulpa. Las ostras de Campeche son pequeñas; los cangrejos, grandes y abundantes en octubre y noviembre [.] En el mes de diciembre se recoge una especie de mújol; esos huevos salados y puestos en prensa, forman un plato apetitoso, superior a los arenques salados. Dicho comestible lleva el nombre de huevas, se conserva cuatro meses y podría guardarse mucho más largo tiempo con las precauciones necesarias.126

Heller destacó que en oposición a la pobreza de la tierra cultivable, las especies marinas eran abundantes y lamentó no realizar colecciones científicas porque su objetivo estaba limitado al reino vegetal. Por lo tanto "el mercado de pescado de Campeche se cuenta entre las cosas más dignas de verse".127

En relación con la abundancia de productos, la visión fue diferente entre Waldeck y Norman. Para el primero, las causas de la escasez se debían a la poca fertilidad del suelo, la falta de trabajo de los campesinos, e incluso llegó a decir que por la indiferencia a las artes culinarias, aspecto que contradice la descripción de la comida campechana realizada en su texto y demuestra la visión occidental con respecto a la superioridad del hombre europeo en todos los aspectos:128

La pobreza del mercado en legumbres, prueba o la poca fertilidad del suelo o la indolencia de los cultivadores o la indiferencia de los habitantes por los goces culinarios, porque allí no se encuentran más que chile, calabazas y perejil en muy pequeña cantidad y muy caro. Las coles, cebollas y patatas vienen de la América del Norte".129

Para el visitante americano: "El mercado está bien surtido con frutas, vegetales y pescado. Pero los artículos son mucho más caros que en otras partes de Yucatán. Eso se debe probablemente a la gran influencia de extranjeros".130 Matizando los comentarios de Waldeck, es necesario precisar que en conjunto con la epidemia de cólera de 1833 se presentó una escasez de granos, por lo que el gobierno yucateco tuvo que importar maíz de los Estados Unidos, cuadro que se extendió hasta 1835 y que él mismo presenció durante su estancia en Mérida.

En algo sí coincidieron, en el precio elevado de los productos, aspecto que también destacaron con respecto al mayor costo de la vida en Campeche en relación con otras poblaciones de la península de Yucatán y debido a la actividad comercial. "La volatería y la caza tenían un bajo costo; la carne y la manteca eran elevados".131 La gran cantidad de moneda circulante producía una tendencia a elevar el costo de las necesidades y lujos. Con respecto a las formas de pago, se utilizaba en primer lugar, el medio, moneda de plata equivalente a seis céntimos, la cortaban en mitades y en cuartos llamados "cuartillos" y "chicas" respectivamente. En segundo lugar, los granos de cacao que se intercambiaban en proporción de 80 a 160 granos por medio, mientras que la menor expresión del sistema monetario eran 5 granos.132 Los sueldos eran mayores a los de Mérida, por ejemplo, "una cocinera ganaba cinco pesos al mes en el puerto, mientras que en la capital del estado, la paga era hasta de tres pesos".133 Sintetizando la cuestión económica, durante la primera mitad del siglo XIX, Campeche fue el principal puerto de la península, y las principales actividades fueron en primer lugar el comercio, principalmente el palo de tinte, productos comestibles y el henequén, que empezaba a convertirse en uno de los principales productos de exportación hacia La Habana y Estados Unidos, pero la principal zona de influencia se relacionaba con otros puertos mexicanos del Golfo de México.134 En segundo lugar, la industria naval, cuyo auge se presentó entre 1826 y 1837, cuando las leyes arancelarias permitieron mayor ingreso económico al puerto. En efecto, la producción de embarcaciones alcanzó sus principales cifras, en 1834, año en que Waldeck estuvo en Campeche:

Es un puerto de construcciones navales. He visto allí una goleta de 100 pies de quilla, que fue lanzada de lado con la ayuda de un aparato ingenioso. Las embarcaciones hechas en Campeche son generalmente de una solidez a toda prueba, y la madera empleada es la mejor que existe para la marina.135

 

Conclusiones

En cuanto América se emancipó del dominio peninsular, el nuevo continente ocupó el interés de los europeos en todos los aspectos. La investigación botánica, zoológica, histórica y arqueológica cobró particular importancia en el viejo mundo, en virtud de que florecían las sociedades científicas dispuestas a subvencionar estudios en regiones claramente diferenciadas de su propia cultura y naturaleza.136

En todo caso, hay que recordar que estos viajeros escribieron ante todo para el público europeo, intermediarios entre un mundo todavía nuevo y en buena parte exótico y unos lectores que se sentían diferentes y civilizados. En el siglo XIX, especialmente la civilización europea asumió en forma creciente una visión de sí misma como encarnación del destino humano, que habría de extenderse desde los países industriales y capitalistas hasta la periferia salvaje. El viajero acompañaba entonces el proceso de conocimiento científico, de búsqueda de nuevas realidades naturales, unido a la perspectiva de explotación de nuevos recursos naturales, de civilización y evangelización de pueblos atrasados.137

Tomando como referencia a Gresle-Pouligny, las descripciones que los viajeros realizaron durante sus recorridos en el continente americano abarcan dos realidades distintas: primero, la del lugar observado y segundo, la mentalidad de cada uno.138 Para el caso de las personas que estuvieron en Campeche fue la misma situación, aspecto que está relacionado con los objetivos del viaje. En general, la visita al puerto fue un punto intermedio para sus propósitos personales. Waldeck deseaba visitar la zona arqueológica de Uxmal e incluso, al principio de su narración centrada en el puerto hizo referencia que se encontraba sobre construcciones realizados por los antiguos mayas. Norman se encontraba también en esta línea porque su objetivo era similar y, en efecto, Campeche fue el último sitio que visitó en la península antes de retornar a los Estados Unidos. Incluso, junto con los otros viajeros hicieron referencia a las colecciones arqueológicas que tenían los hermanos Camacho en la localidad, de lo cual, curiosamente Waldeck no hizo referencia alguna.

Siguiendo esta línea, la formación académica que tenían también influyó en sus crónicas, destacando a Heller y Morelet que como naturalistas describieron con mayor detalle los alrededores de la ciudad clasificando plantas, insectos y frutas. Por su parte, Parish, como inversionista tuvo trato con personas de la elite comercial campechana y por eso en su texto aparecen descripciones de sus actividades cotidianas. En efecto, para él no pasaron desapercibidos los contrastes que existían en intramuros y los barrios, pero no realizó críticas sobre las personas de distintos estratos sociales, situación en la que Waldeck fue más duro con las costumbres de la población, principalmente durante las festividades del barrio de San Francisco con adjetivos de bárbaros e incivilizados. Aunque estos comentarios fueron respaldados en algunos aspectos por Norman, cuando se refirió a la población de la península, también es importante señalar que esta imagen se debía a que en las naciones de primer orden como Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania consideraban que gran parte del atraso de las naciones independientes de España se debió al sistema colonial que sufrieron.

Por otra parte, la utilización de los libros de viajeros como fuente primaria complementa la información que se ha obtenido con respecto a la historia urbana de la ciudad de Campeche y también ha permitido, desde otra perspectiva, un mayor acercamiento a los aspectos relacionados con la vida cotidiana. Este trabajo ha significado un ejercicio donde ha sido importante relacionar las actividades de los viajeros en un contexto que permita comprender los datos que presentaron en sus relatos, que en el caso de la historiografía local representa un avance con respecto a otras investigaciones, porque este tipo de fuentes no fueron utilizadas previamente.

Para finalizar, estos elementos permitieron una aproximación a la reconstrucción histórica del puerto durante el siglo XIX. Es verdad que las narraciones como parte de un género literario puedan exagerarse o carecer de veracidad en algunos puntos de la descripción. Sin embargo, esto no le quita el valor como fuente primaria, porque permitió una visión distinta en relación con otros escritos, tales como los periódicos, gacetas, impresos y documentos oficiales. De esta manera, en los relatos se conjuga la opinión, el gusto, la ideología y el objetivo por lo que se escribe.

 

Anexo 1.

 

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Archivos

AGEC. Archivo General del Estado de Campeche

AGEY. Archivo General del Estado de Yucatán

AMC. Archivo Municipal de Campeche.

Hemerografía El Registro Yucateco La industria de Campeche.

 

Notas

1 Marha Poblett, Viajeros en el siglo XIX, México, Tercer Milenio, 2000, 42-43.

2 Chantal Cramaussel, "La literatura de viaje del siglo XIX en México" en Margarita Guerra y Denise Rouillon (eds.), Historias Paralelas. Actas del Primer Encuentro de Historia Péru-México, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2005, 392.

3 Véase Ludwig Nolte, La imagen de los Estados Unidos de América en la obra de Justo Sierra O Reilly, Tesis doctoral, Berlín, Freie Universitat, 2005 e Ileana Sansoni; "Encuentro en Venezuela, o casi. Literatura de viajes y viajeros argentinos por América. Siglo XIX" en Signos Históricos, II, 3, 2000, 131-149.

4 Walther L. Bernecker, "Literatura de viajes como fuente histórica para el México decimonónico: Humboldt, inversiones e intervenciones", en Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, Morelia, núm. 38, 2003, 41-43.

5 Bernecker, "Literatura", pp. 42-43. Véase también, Cramaussel, "La literatura", p. 400.

6 Bernecker, "Literatura", pp. 61-62.

7 Cramaussel, "La literatura", p. 395.

8 Nolte, La imagen, p. 81.

9 Arturo Aguilar, "La influencia de los artistas viajeros en la litografía mexicana. 1837-1849" en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 76, 2000, 113-141.

10 Argüello, "El primer medio de siglo de vida independiente (1821-1867), en México, un pueblo en la historia. Campesinos y hacendados. Generales y letrados, 1770-1875, tomo IIuady, 2002, México, Alianza Editorial, 1997, 217.

11 Argüello, "El primer medio de siglo de vida independiente", p. 217.

12 Argüello, "El primer medio de siglo de vida independiente", p. 217.

13 Los visitantes tuvieron como objetivo recabar información para establecer relaciones diplomáticas y comerciales, así como el aprovechamiento de los recursos naturales de los países recorridos. Sansoni, 2000, 136-137.

14 Este aspecto ha sido destacado por Bernecker, "Literatura", p. 43.

15 Argüello, "El primer medio de siglo de vida independiente", p. 221.

16 Con respecto a la industria textil, y el Banco del Avío en México véase respectivamente, Jan Bazant, "Evolución de la industria textil poblana (1554-1845) en Historia Mexicana, núm. 4, 1964, 473-516 y Charles Hale, "Alemán, Antuñano y la continuidad del liberalismo" en Historia Mexicana, núm. 2, 1961, pp. 224-245.

17 Luis Millet, "Yucatán: Su entrada al mercado mundial de materias primas", en Baños Othón (coord.), Sociedad y Estructura Agraria, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 1990, 21-44.

18 Esto significó el inicio de una serie de conflictos entre Mérida y Campeche que culminaron con el movimiento de 1857 que separó políticamente a la península yucateca. Alejandro Negrín, Campeche, una historia compartida, México, Instituto Mora, 1991, 31.

19 Trujillo, El Golfo de México en la centuria decimonónica. Entornos geográficos, formación portuaria y configuración marítima, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2005, 117-119.

20 Millet, "Yucatán", p. 24.

21 Millet, "Yucatán", p. 24.

22 Millet, "Yucatán", pp. 33-40.

23 "Campeche: Su Astillero y su marina" en: La industria de Campeche, I-V, núms. 7-11, 13, 16, 20, 23 y 27 de octubre de 1881, Campeche.

24 Rodríguez, "La crisis", p. 89.

25 Para el caso mexicano véanse Josefina Vázquez (coord.), El establecimiento del federalismo en México, 1821-1827, México, El Colegio de México, 2003, 66-167; Charles Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora, 1821-1853, México, siglo XXI Editores, 1972. Entre la historiografía yucateca destacan: Arturo Güemes, Liberalismo en tierras del caminante. Yucatán, 1812-1840, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1994; Othón Baños (comp.), Liberalismo, actores y política en Yucatán, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 1995; Melchor Campos, De provincia a estado de la República Mexicana: la península de Yucatán, 1756-1835, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 2004 y Justo Flores, "El primer experimento centralista en Yucatán: el proyecto de gobierno de José Segundo Carvajal (1829-1831)" en: Secuencia, núm. 62, México, 2005, 47-76.

26 Al respecto véase Melchor Campos, Que los yucatecos todos proclamen su independencia. Historia del secesionismo en Yucatán, 1821-1849, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 2002.

27 Un resumen de los acontecimientos políticos en la península de Yucatán entre 1821 y 1857 puede leerse en Fausta Gantús, "De amor y conveniencia. La familia Carvajal y las redes de parentesco. Campeche, 1841-1853" en Secuencia, núm. 58, 2004, 77-83.

28 Este episodio fue conocido como Guerra de Castas. Para conocer los aspectos fundamentales, véanse los trabajos clásicos de Nelson Red, La guerra de castas de Yucatán, 7° edición, México, Editorial Nueva Era, 1985; Howard Cline, "War of the Castes and the Independent Indian Status of Yucatán" en Related Studies in Early Nineteenth Century Yucatecan Social History, Colección de micropelículas de manuscritos relativos a la antropología, cultura mesoamericana, núm. XXXII, Biblioteca de la Universidad de Chicago, 1941; Ramón Berzunza, Guerra social en Yucatán, México, Costa Amic, 1965. De los trabajos más recientes véase Don Dumond, El machete y la cruz: la sublevación de campesinos en Yucatán, México, UNAM, 2005 y Martha Villalobos, El bosque sitiado: asaltos armados, concesiones forestales y estrategias de resistencia durante la Guerra de Castas, México, CIESAS, 2006.

29 Véase anexo 1que presenta una síntesis sobre los viajeros.

30 Sobre Waldeck, véase Miguel Ángel Díaz Perera, De viajeros a coleccionistas de antigüedades. Frederick de Waldeck en México: historia, origen y naturaleza del hombre americano en los albores de la modernidad, tesis doctoral, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2008.

31 Sobre el cólera en Yucatán véase Jorge Castillo, La pobreza en Yucatán ideas, instituciones y prácticas sociales, 1786-1856. México, tesis doctoral, El Colegio de México, 2002.

32 Eligio Ancona, Historia de Yucatán, tomo III, Mérida, Ediciones de la Universidad de Yucatán, 1978, 342-357.

33 Serapio Baqueiro, Ensayo histórico sobre las revoluciones de Yucatán desde 1840 hasta 1864, tomo II, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 1991, 39.

34 Frederick de Waldeck, Viaje pintoresco y arqueológico a la Provincia de Yucatán, 1834 y 1836, México, CONACULTA, 1996, 25-41. La obra fue publicada en francés en 1837. En español, la primera edición de esta obra fue editada en 1930 por el escritor y periodista yucateco Carlos R. Menéndez y traducida por Manuel Mestre Ghigliazza, quien fuera gobernador de Tabasco entre 1911 y 1913. En el texto, Mestre Ghigliazza escribió una semblanza biográfica de este viajero y con respecto a su nacionalidad señaló: "A los diecinueve años [...] y después de haber explorado una parte de África meridional se fue a París. Allí se entregó al estudio de la pintura, al principio bajo la dirección de Vien, después bajo la de Prud'hon. A partir de este momento Francia se volvió su patria adoptiva, y andando el tiempo se hizo naturalizar".

35 De Waldeck, Viaje, p. 26.

36 Véase cita 25.

37 Negrín, Campeche, pp. 49-49.

38 Registro Yucateco, tomo I, Mérida, 1845, 371-372.

39 Negrín, Campeche, pp. 49-59.

40 Véase cita 27.

41 José Ituriaga de la Fuente, Anecdotario de viajeros en México, siglos XVI-XX, tomo IV, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, 150. La versión en español de este libro se publicó en 1987.

42 Así se constituyen las Instructions genérales rédigées par l'administration du Muséum para viajeros-naturalistas. Se recomendaba observar hasta los animales domésticos tanto originarios de América como importados de Europa; también los nidos de aves, y si fuera posible, la captura de individuos de la especie. En definitiva, la lista de animales a observar era considerable y cubría todo el mundo viviente. Arturo Taracena, "Esbozo de las relaciones entre Francia y Guatemala" (1823-1954) en Boletín afehc, núm. 30, publicado el 04 junio 2007, disponible en: http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=1497.

43 Mario Ruz, "Campeche en la mirada de Arthur Morelet" en Entre letras, Sociedad Artística y Literaria de Campeche, núm. 24, 1997, 3-4 y Arturo Taracena, "Esbozo de las relaciones entre Francia y Guatemala" (1823-1954) en Boletín AFEHCnúm. 30, publicado el 04 junio 2007, disponible en: http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fiaff&id=1497.

44 Al respecto véase Josefina Vázquez, La intervención norteamericana, 1846-1848, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1997.

45 Manuel Lanz, Compendio de historia de Campeche, Campeche, Tipografía El Fénix de Pablo Llovera Marcín, 1905, 274-275.

46 Daniel Muchnik, La patriafinanciera, Buenos Aires, Editorial Norma, 2005, 30 y William Parish Robertson, A Visit to Mexico, by The West India Islands, Yucatan and United States, with observations and adventures on the map, vol. I y II, Londres, publicado por el autor, 1853.

47 Eulalia Ribera, Herencia colonial y modernidad burguesa en un espacio urbano. El caso de Orizaba en el siglo XIX, México, Instituto Mora, 2003, 28.

48 Para una descripción del recinto amurallado véase Héctor Pérez, Piraterías en Campeche: siglos XVI, XVII y XVIII, México, Porrúa. Recientemente Victoria Ojeda ha descrito la piratería en Campeche entre los siglos XVI y XIX en la que destacan las actividades de contrabando. Jorge Victoria, La piratería en la América española, siglos XVI al XIX. Una transición de intereses, Campeche, Gobierno del Estado, 2003. La revista Ah Kim Pech publicó entre 1937 y 1939 una serie de artículos monográficos. Entre los autores se encuentran: Joaquín Baranda, Antonio Magaña Esquivel, Joaquín Lanz Trueba y Francisco Álvarez Suárez.

49 En la ciudad de México, el plano regulador de Ignacio de Castera en 1794 era un ejemplo de esta modernización ya que preveía el crecimiento ordenado a partir del núcleo central; sin embargo, la construcción de obras y el incremento de servicios públicos representaba mayores impuestos a la población, por lo que ésta no se llevó a cabo. Eulalia Ribera (coord.), Trazos, usos y arquitectura. La estructura de las ciudades mexicanas en el siglo XIX, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, 42.

50 Martha Arjona, Organización Territorial de la Ciudad de San Francisco de Campeche en el siglo XVIII, Mérida, Tesis de Maestría, Universidad Autónoma de Yucatán, 2007, 91.

51 En realidad, el establecimiento de cuarteles fue un perfeccionamiento de los ya existentes si consideramos su existencia desde 1604. Arjona, Organización, p. 112. Por otra parte, el objetivo de la división de cuarteles permitía el control a través de levantamiento de padrones, lo cual permitía saber el número de personas, nomenclaturas de las calles y la numeración de las casas. La realidad fue que en la práctica no fue posible su aplicación estadística debido a los errores en los nombres de las calles, la falta de lógica en la numeración de las casas que se prestaba a confusiones y dificultaba la recaudación fiscal. Ribera, Herencia, p. 45.

52 AGEC. Padrón general de los individuos que componen el Barrio de Santa Ana de la ciudad de Campeche. 1855. Ramo: Gobernación, sección: Censos y Padrones, Serie: Padrones. Caja 1, exp. 13.

53 Benjamin Moore Norman, Rambles in Yucatan, Nueva York, J. & H. Langley, 57 Chatham Street, 1843, 209.

54 "Nada puede ser mas encantador que su ambiente, donde una población de 10,000 almas está dispersa bajo las sombras de una magnifica vegetación, que se extiende de la costa rodeado de palmas, hasta el anfiteatro de verdes colinas con círculos alrededor del horizonte del interior". Arthur Morelet, Travels in Central America, Nueva York, Leopoldt, Hold and Williams, 1871, 19. "Imagen sorprendente y pintoresca. Fuertes muros bañan sus pies en las olas del mar, bellos edificios, rodeados de innumerables palmeras se arriman a derecha e izquierda de estos muros y forman los arrabales. Cerros cubiertos de vegetación aparecen en el fondo y llenan al viajero de alegres esperanzas en breve, la primera mirada a la ciudad no dejaba nada que desear". Heller, Viajes, p. 190.

55 Así como los alrededores de Campeche no muestran lugares atrayentes, así también toda la región es extremadamente pobre en sitios más o menos hermosos. Heller, Viajes, p. 192.

56 Con respecto al miasma y las enfermedades se encuentra el trabajo clásico de Alain Corbin, Del perfume o el miasma. El olfato y lo imaginario social. Siglos XVIII y XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 1987.

57 Morelet, Travels, p. 23.

58 De Waldeck, Viaje, p. 68.

59 "Se habían realizado algunas excavaciones, pero los accidentes eran frecuentes: poco antes de mi llegada, un hundimiento tuvo lugar en medio de la calle del Muelle. Felizmente, la galería que había cedido no se extendía bajo las casas; se apresuraron a construir una bóveda para reponer el suelo de la calle en el primer nivel" De Waldeck, Viaje, p. 68.

60 Mariano Báez, Campeche: La otra puerta de México, Veracruz, Gobierno del Estado de Veracruz, 1990, 69-70.

61 De Waldeck, Viaje, p. 70.

62 Parish, A Visit, p. 213.

63 De Waldeck, Viaje, p. 68.

64 Heller, Viajes, p. 191.

65 Norman, Rambles, p. 209. El primer proyecto para construir un parque se presentó en 1858; sin embargo, éste se inauguró hasta 1874. Álvarez, Anales Históricos de Campeche, Campeche, Imprenta del editor, t. II, p. 187.

66 El Ayuntamiento de Campeche propuso la ampliación del muelle hacia el Pozo: "pues para lograrlo gustoso ha satisfecho el impuesto de uno por ciento de los derechos de importación, el cual produjo desde primero de Marzo de 1838 en que se estableció, hasta 17 de Noviembre de 1840, 21,253 pesos, muy suficientes para ese objeto, si no se hubiesen distraído para otros fines". José Regil, Estadística de Yucatán, México, Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1853, 108.

67 De Waldeck, Viaje, p. 69.

68 En 1858 se inició la construcción de un jardín por órdenes del gobernador Pablo García, pero debido a los problemas políticos los trabajos se suspendieron.

69 En 1895, la parroquia fue convertida en la diócesis de Campeche.

70 Norman, Rambles, pp. 210-211.

71 Morelet, Travels, pp. 19-20.

72 Heller, Viajes, p. 191.

73 Pozo o cisterna donde se obtenía agua.

74 Casanova, Campeche, pp. 85-116.

75 De Waldeck, Viaje, p. 72.

76 AGEC. Padrón de las Casas Intra y Extramuros, 1820. Ramo: Gobernación, Sección: Censos y padrones, Serie: Padrones. Caja 1, exp. 1.

77 Báez, Campeche, p. 84.

78 Manuel Ramos, "El agua. Ensayos hidrotimétricos de las aguas de los pozos de Belén y el Mamey", en La Alborada, núm. 7, 1875, 186-192.

79 De Waldeck, Viaje, p. 72.

80 Heller, Viajes, p. 192.

81 Heller, Viajes, p. 192.

82 Ubicado en las afueras del barrio de San Román.

83 Ubicado en el barrio del mismo nombre.

84 Morelet, Travels, p. 20.

85 En esta zona estaba situado el barrio de La Ermita que para el censo de 1861 estaba dividido de San Francisco.

86 Un trabajo interesante sobre el barrio de San Román es el de Mayra Aguayo y Gaspar Cauich, La feria de San Román: Reflejo de una mentalidad colectiva, 1565-1997, Campeche, Gobierno del Estado, 1997.

87 Joaquín Lanz, "Los Sanromaneros y la herencia azteca", en Ah Kin Pech, núm. 13, 1938, 7-8.

88 AGEY. Padrón de la ciudad de Campeche...

89 De Waldeck, Viaje, p. 69.

90 Emilio Rodríguez, Santa Ana, Barrio Tradicional de Campeche. Asentamiento de naborías, mexicas, mulatos y congregación de indígenas mayas durante el siglo XVI, 2005, en prensa.

91 De Waldeck, Viaje, p. 68.

92 Parish, A Visit, 1853, p.

93 AGEY. Padrón de la ciudad de Campeche...

94 AGEC. Padrón general de los individuos que componen el barrio de Santa Ana de la ciudad de Campeche. 1855. Ramo: Gobernación, Sección: Censos y Padrones, Serie: Padrones, Caja 17, exp. 13.

95 agey. Padrón de la ciudad de Campeche...

96 Isidro Gondra, "Campeche visto desde el mar" en: El Mosaico Mexicano, tomo II, México, 1837.

97 agey. Padrón de la ciudad de Campeche...

98 agey. Padrón de la ciudad de Campeche...

99 George Rosen, De la policía médica a la policía social, México, siglo XXI editores, 1985, 56.

100 Parish, A visit, p. 212.

101 Con respecto al mestizaje, Contreras menciona los siguientes rasgos agrupados en castas: mulatos era la mezcla imprecisa entre negros con blancos o indígenas. Pardos: idígenas y negros; Morenos: eran los negros pero que al llamarse así, podían ingresar a la milicia. María Contreras, Análisis Demográfico de la Ciudad de Campeche. 1800-1810, Mérida, Tesis de Licenciatura, Universidad Autónoma de Yucatán, 1988, 36-37.

102 Contreras, Análisis, p. 63.

103 Román Piña, La ciudad donde nací, Gobierno del Estado de Campeche, Campeche, 2001, 32.

104 Contreras, Análisis, pp. 34-35.

105 José Magaña, Historia demográfica de las ciudades de Mérida y Campeche. 1809-1810 (un modelo para el estudio y análisis de Yucatán al finalizar el período colonial), Mérida Tesis de Licenciatura, Universidad Autónoma de Yucatán, 1984, 13-14.

106 De Waldeck, Viaje, pp. 70-71.

107 Heller, Viajes, pp. 193-194.

108 AGEY. Padrón de la ciudad de Campeche...

109 Heller, Viajes, p. 191. Los viajeros coincidían con la opinión de Heller, principalmente por la convivencia que tuvieron con la familia Gutiérrez, Mc Gregor y los Hermanos Camacho, sacerdotes que poseían una colección privada de piezas arqueológicas. Con respecto a estos personajes de la historia campechana véase Gantús, "De amor", 2004, pp. 75-96 y Arturo Taracena y Adam T. Sellen, "Emmanuel Von Friedrichsthal: su viaje a América y el debate sobre el origen de la civilización maya", en Península, I, 2, 2006, pp. 55-59.

110 Parish, A visit, p. 163.

111 Heller, Viajes, p. 191.

112 Piña, La ciudad, p. 73.

113 Waldeck estuvo en la apertura del recinto el 15 de septiembre de 1834. Por fuera le pareció un edificio hermoso, pero la decoración, según él, era de muy mal gusto. Al considerar de mala calidad la presentación de Orestes, se retiró durante el segundo acto. De Waldeck, Viaje, pp. 70 y 77. El teatro se denominó Francisco de Paula Toro, su principal promotor, a partir de 1879. Para la historia de este recinto véase José Alcocer, El teatro Toro. Perspectiva histórica, Campeche, Gobierno del Estado, 1990.

114 Parish, A visit, p. 167.

115 Parish, A visit, p. 167.

116 De Waldeck, Viaje, p. 71.

117"Las mujeres de Campeche, famosas por su belleza, sólo llevan una falda (fustán) que les llega a los tobillos y encima una camisa larga (huipil) cuyo borde está adornado por lo común con bellas florecitas bordadas. En la cabeza llevan peinetas a veces muy costosas de bello trabajo de oro que sirven para sostener un lienzo blanco o de colores que saben ponerse en forma encantadora. Sobre el pecho llevan una larga cadena de oro con una cruz o una medalla que representa a algún santo o a la Virgen y que parece ser un adorno imprescindible entre la clase media. El calzado, cuando lo llevan, son zapatos de seda muy ricos que asemejan a las pantunflas turcas de punta curva o sandalias de cuero". Heller, Viajes, p. 192. "Los vestidos son blancos, que siendo limpios dan muy buen aspecto. Las mujeres usan unas enaguas con la parte más baja bordada de colores subidos y encima de las enaguas una camisa bordada en la misma forma. Llevan el cuello y los brazos desnudos pero cuando salen a la calle portan un rebozo por lo general blanco que usan sobre la cabeza y cuyas puntas se cruzan en el pecho. El cabello se lo echan para atrás formando una trenza espesa. Se ponen la peineta para sujetarse el rebozo en la cabeza. Cuando quieren vestirse mejor usan unas enaguas de muselina de colores con flecos. A veces llevan zapatos, pero nunca tienen medias y en ocasiones excepcionales usan unas zapatillas de colores". Parish, A visit, pp. 162-163.

118 Además de la descripción sobre las fiestas del barrio de San Francisco, nuestro viajero mencionó otro rasgo según él de la "barbarie intelectual en la que gimen todavía esas poblaciones", al describir el ritual sobre el eclipse de luna donde los indígenas disparaban flechas al cielo para que el sol no devorara la luna. "sólo que los cohetes remplazaban a las flechas, como para probar que los yucatecos de hoy no son extraños a los progresos de la civilización". De Waldeck, Viaje, pp. 74-76.

119 "Se paseó al santo en procesión, se llevó en torno a la iglesia un Cristo de seis pies de largo, hecho de cartón, pintado de negro y clavado sobre una cruz cuyas tres extremidades superiores eran de oro macizo. Hubo también ese mismo día una corrida de toros que no trajo ninguna efusión de sangre, gracias a la excesiva prudencia de los toreros. El 15 se dio lectura al acta de independencia, al ruido de salva de doce cañonazos y en presencia de numerosa asamblea popular, de dos batallones de infantería de cincuenta hombres cada uno, de quince lanceros y de una banda de indios, armados la mayor parte con sus machetes. Ese pequeño aparato militar no carecía de pretensiones; los habitantes de Campeche estaban orgullosos de estos guerreros que habían hecho la campaña de Mérida y cuyo único mérito consistía en llevar con una dignidad de préstamo sus uniformes galoneados de oro y de plata, sus sombreros cargados de plumas y sus charreteras más grandes que sus cabezas". De Waldeck, Viaje, p. 76. El 14 de septiembre es la fecha de esta famosa fiesta que en mejores circunstancias atraía a millares de seres y que es una de las mayores fiestas típicas de Yucatán. La causa es un Cristo en la cruz, venerado especialmente como patrón por los marineros. [...] Esta fiesta dura nueve días, pero con frecuencia se alarga, ya que las corridas de toros, los bailes y los juegos alimentan en tal forma la alegría general, que con gusto se les dedican algunos días más. Todo el mundo se reúne al anochecer, innumerables vendedoras de dulces ofrecen su mercancía, en tanto que la lotería y el juego de cartas atraen a jóvenes y viejos, pobres y ricos a la diversión general. Una gran animación reina en torno a la iglesia, mientras que su interior ofrece un aspecto acogedor con su lujosa iluminación y los sonidos del órgano que salen de ella se mezclan curiosamente con las voces de la multitud". Heller, Viajes, pp. 245-246.

120 De Waldeck, Viaje, p. 77.

121 De Waldeck, Viaje, p. 73.

122 Álvarez, Anales, tomo I, p. 87.

123 Negrín, Campeche, pp. 47-48.

124 Morelet, Travels, p. 22. En el caso de Heller, éste señaló que el cazón era un platillo exclusivo de la gente con recursos. Heller, Viajes, p. 193.

125 De Waldeck, Viaje, p. 72.

126 De Waldeck, Viaje, p. 72.

127 Heller, Viajes, p. 196.

128 Véase p. 24.

129 De Waldeck, Viaje, p. 72.

130 Norman, Rambles, p. 210.

131 De Waldeck, Viaje, p. 72.

132 Morelet, Travels, p. 23.

133 De Waldeck, Viaje, p. 72

134 "Consiste en puros en sal, hilo de sosquil que sirve para hacer cuerdas, en costal en tela de embalaje, en cuero, en pescado salado, arroz, algodón y palo de tinte. Se exportan a Veracruz, a Tampico, a Tabasco y a otras localidades de la república, butaques, especie de sillones guarnecidos de cuero y que fabrican los carpinteros". De Waldeck, Viaje, p. 74. "En el interior se cultiva con frecuencia maíz, arroz y palmas de coco y estos productos son el único comercio que ofrece la zona además de la cría de ganado bovino. En especial se exportan pieles de res hacia La Habana, a lo que deben agregarse los productos del tejido de palma y las fibras de maguey. En los últimos tiempos, el comercio de estas fibras ("henequén o sisal") ha tomado mucho impulso, ya que con ellas pueden hacerse cuerdas para barco muy duraderas y baratas. También hay un importante comercio de hamacas, sombreros de palma, miel y cera y algunos trabajos de orfebrería, hechos en Campeche. Se llevan a distintas provincias de México y aun a Norteamérica muchos peces secos, cocos y productos pequeños como limones y otras frutas meridionales". Heller, Viajes, p.193. Véase el primer apartado de este trabajo.

135 De Waldeck, Viaje, p. 70.

136 Con respecto a las disciplinas científicas en México durante el siglo XIX véase Immanuel Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, México, Siglo XXI Editores, 1998 y Laura Cházaro (ed.), Medicina, ciencia y sociedad en México, siglo XIX, Zamora, El Colegio de Michoacán.

137 Jorge Melo, "La mirada de los franceses: Colombia en los libros de viajes durante el siglo XIX" en http://www.lablaa.org/blaavirtual/sociologia/melo/franceses.htm.

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