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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versão On-line ISSN 2448-7554versão impressa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.31 no.121 Zamora Jan. 2010

 

Reseñas

 

Erica González Apodaca, Los profesionistas indios en la educación intercultural. Etnicidad, intermediación y escuela en el territorio Mixe

 

Andrew Roth Seneff

 

México Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Casa Juan Pablos, 2008, 391 p.

 

El Colegio de Michoacán aroth@colmich.edu.mx

 

Este libro cumple exitosamente con todo lo que se propone. La creación e institucionalización de la oferta de educación intercultural media-superior en tres comunidades del Alto y Medio Mixe se ubica en un campo de relaciones sociales que se vislumbran con cuatro redes sociopolíticas y económicas interrelacionadas. Las redes permiten el estudio de otro campo aún más difícil de vislumbrar, el campo de poder. Las relaciones de poder son exploradas mediante tres dominios: primero, la gestión para la obtención de premios o recursos dentro de la arena definida por las cuatro redes; segundo, la política comunal que constituye la base de la legitimidad y autoridad de los agentes e instituciones; y tercero, la dinámica escolar en la cual los problemas de las prácticas educativas legítimas y su autorización giran en torno al balance intercultural entre fuerzas hegemónicas y contrahegemónicas.

La propuesta del libro es sumamente ambiciosa. Procura ubicar a los profesionistas indios en la construcción de la oferta institucional de la educación intercultural, pero con un enfoque preocupado con las relaciones entre poder y sentido en el proceso educativo intercultural. El enfoque en las relaciones entre poder y sentido en instituciones que operan como marcos de interacción para la interiorización de lo externo (o como escribe González Apodaca, citando a Elsie Rockwell, la apropiación) siempre nos lleva a una serie de problemas importantes acerca de las relaciones entre derechos colectivos e individuales. Por ejemplo, la educación formal tiene una correlación clara con el avance socioeconómico, pero en términos de individuos y no de los grupos domésticos como una colectividad. Al menos esta tendencia está explícita en la orientación de programas como Oportunidades y, también, fue demostrada para varias zonas urbanas populares en un estudio de Shelby y otros (1994) en los ochenta del siglo pasado. González Apodaca presenta el argumento etnográfico de que la educación intercultural nos presenta con un dilema semejante: presente en las luchas locales sobre el balance curricular entre los conocimientos necesarios para operar exitosamente dentro de la esfera pública moderna y los conocimientos culturales históricamente excluidos de esta esfera, pero que constituyen una experiencia comunal y una imaginación colectiva dentro de las poblaciones indomexicanas.

Existe, por lo tanto, lo que González Apodaca caracteriza como -una doble vía- en operación dentro de la institucionalización de la educación intercultural: Por un lado, la hegemonía de la apropiación de los conocimientos y prácticas institucionalizadas dentro de la esfera pública y, por otro, los conocimientos y prácticas subalternos que están inscritos, por ejemplo, en las comunidades de habla mixe y que tienen la capacidad de volverse fuerzas contrahegemónicas en la lucha por una esfera pública más diversa, heteroglósica e incluyente de los sentidos (y derechos) de la solidaridad de pertenecer a diferentes unidades imaginadas. Para el análisis etnográfico de esta doble vía, González Apodaca combina una descripción de las luchas en tres casos de emergencia institucional de bachilleratos interculturales con las historias de vida de dos intelectuales orgánicos mixes, protagonistas de la educación intercultural.

El plan del libro es, primero, presentar las cuatro redes interconectadas que operan en la institucionalización de la oferta institucional de educación intercultural en el territorio mixe y, luego, examinar cómo las cuatro redes operan en el desarrollo desigual de la oferta intercultural en tres casos concretos. Las cuatro redes son: a) la red gubernamental neoindigenista; b) las redes étnico-indigenistas; c) las redes magisteriales proindianistas; y d) las redes migratorias comunalistas. La red gubernamental neoindigenista es la red madre o, mejor dicho, la red del Estado resultante de las nuevas instancias creadas con las reformas neoliberales que está compuesta no sólo de instancias oficiales burocráticas, sino, también, de los padrinos políticos claves para el dominio de la gestión de recursos. La red étnico-indigenista combina las órdenes religiosas que inicia la formación de lideres étnicos profesionistas en la zona con las organizaciones no gubernamentales étnicas formadas por el liderazgo mixe emergente. La red magisterial proindianista emerge en un proceso de larga duración de la organización colectiva del magisterio indígena en Oaxaca. Finalmente, la red migratoria comunalista es, también, una red con profundidad histórica construida alrededor de los procesos interculturales en la región que fueron promovidos por un grupo local caciquil caracterizado por su manejo de oficios y conocimientos asociados con la cultura dominante así como, también, procesos promovidos por las asociaciones de solidaridad o fraternidad que emergieron en las redes de apoyo para mixes migrantes.

Las cuatro redes se combinan de diferentes maneras en el desarrollo local de la oferta institucional de educación intercultural en los tres casos estudiados. En todos los casos, hay una transición desde la emergencia de la escuela comunal hacia su conversión en parte del sistema estatal-federal. Los casos de Tlahuitoltepec y Alotepec están más relacionadas con la importancia de las relaciones entre la red gubernamental neoindigenista y la red étnico-indígenista, especialmente relaciones de padrinazgo entre líderes locales y altos funcionarios en la red neoindigenista, pero difieren en sus relaciones contenciosas con la red magisterial proindianista así como en el grado en el cual la red de apoyo conformada por los migrantes de las dos comunidades impacta en la emergencia del bachillerato intercultural. En contraste, el caso de Totontepec permite examinar una relación clave entre la red de migrantes comunalista, la red magisterial proindianista y la red neoindigenista del aparato educativo estatal en la emergencia de la escuela intercultural.

En el análisis de las redes en cada caso, González Apodaca logra describir gente real haciendo cosas reales a la vez que capta cómo los agentes mismos son nodos de relaciones vinculados con relaciones más amplias en un proceso educativo de apropiación mediante la creación de instituciones que, como marcos de interacción, procuran objetivar los procesos de la apropiación. Este logro es particularmente notorio en la presentación de dos historias de vida en la emergencia de maestros mixes como intelectuales orgánicos: una maestra que participa, tanto en una red de migrantes comunalistas, como dentro de la red magisterial proindianista y, por lo tanto, tiene un papel contencioso dentro de la red étnico-indigenista; y un maestro que entra en la educación intercultural por vía de su participación en la conformación de la red étnico-indigenista durante la emergencia del bachillerato en Alotepec.

El estudio es una excelente exploración de la política de la educación intercultural en el territorio mixe. Cumple exitosamente con todas las metas propuestas y estás son metas muy exigentes en términos etnográficos. Usa con gran provecho el modelo desarrollado por Richard Adams para el análisis de poder en grupos socioculturales. En verdad, va más allá del análisis de Adams al incluir los procesos de reforma neoliberal orientados a la participación de México en la economía global, así como al analizar la red gubernamental neoindigenista en términos de su poder como una red madre o red del Estado. No obstante, con la finalidad de entrar en un diálogo con el libro voy a ofrecer dos observaciones sobre el estudio de poder y etnicidad que son pertinentes a la institucionalización de la educación intercultural en México.

La primera observación viene de la crítica de Eric R. Wolf (2001) de los estudios de poder en la antropología social. Wolf sigue a Weber al reconocer que el poder es sociológicamente amorfo y, por lo tanto, difícil de vislumbrar. Propone, no obstante, que se le puede vislumbrar en formas de organización y en formas de significación. Identifica, además, cuatro formas interrelacionadas o modos de poder que podemos vislumbrar en procesos de organización y significación: primero, el poder vital de actores, especialmente actores carismáticos; segundo, el poder en interacción en la cual la voluntad de un agente o institución domina sobre otros; tercero, el poder táctico o estratégico en el cual un grupo logra controlar y manejar recursos contenciosos; y, por último, el poder estructural que Foucault caracterizó como la gobernamentalidad, generalmente asociado con los procesos organizativos y de significación en la formación de los Estados pero también presente en la construcción de mercados globales y, también, imperios. Para Wolf este modo más amplio de poder en organización y significación gira en torno a la movilización estratégica de trabajo social.

El punto de Wolf es que la antropología ha enfocado su trabajo, especialmente su trabajo etnográfico en procesos situacionales, en el nivel del poder en interacción. Nota que las investigaciones innovadoras de Richard Adams y la escuela de Manchester introdujeron el tercer modo de poder, el poder táctico o estratégico, como enfoque de estudio. Pero durante la última década de su vida, Wolf abogó para la inclusión del poder estructural en los estudios de la etnografía histórica.

La nueva gobernamentalidad presente en la construcción de una red gubernamental neoindigenista o en los dominios emergentes de gestión trasnacional y de dinámicas escolares subalternas reciben un desarrollo importante en el estudio de Erica. No obstante, en el marco teórico con su punto de partida en la definición de poder táctico o estratégico de Adams, queda implícito este modo de poder estructural. El punto es importante porque las condiciones de la posibilidad de una adscripción étnica podrían estar vinculadas con el modo de poder estructural y sus cambios. De hecho, las comunidades políticas construidas alrededor de una unidad imaginada como nación no necesariamente dependen de un referente único a la organización y significación del Estado. Aun cuando esta postura se presenta en una obra de Gunther Dietz (2003) citada en el libro, en términos historio-gráficos y etnográficos no queda claro porqué el nacionalismo como forma cultural y política de identificación y movilización efectiva debe consistir de un solo referente a un tipo de centralización de poder y no a varias comunidades políticas y, por lo tanto, a múltiples referentes diferentes del mismo Estado. En las formaciones cotidianas de un Estado pueden existir formulaciones plurinacionales desarrolladas a partir de varias comunidades políticas nacionales. Existen casos, a veces políticamente reprimidos, de tales construcciones históricas, por ejemplo en la formación de España o en algunas otras partes del viejo imperio español así como en la formaciones de estados modernos después del ocaso del imperio otomano. Necesitamos explicitar el modo de poder estructural en nuestros estudios para así establecer las bases de la autoadscripción y la adscripción por otros que asociamos con la etnicidad como forma políticamente eficaz de identificación. Solo así podremos establecer las bases etnográficas e historiográficas de las comunidades políticas participando en la institucionalización intercultural como parte de la formación cotidiana del Estado.

González Apodaca se mueve en esta dirección cuando crítica las nociones de interculturalidad que separan una supuesta cultura propia de otras culturas supuestamente ajenas. Las culturas siempre tienen una dimensión espacial compleja: siempre están ubicadas en espacios sociales con configuraciones histórico-geográficas. Por ejemplo, Claudio Lomnitz (1992) ha argumentado que en el mundo moderno las culturas son siempre culturas regionales que se pueden caracterizar por la coexistencia de diferentes polos de coherencia cultural (un polo mixe y otro español, por ejemplo). Los agentes e instituciones están ubicados en diferentes lugares dentro de los polos de coherencia y los polos de coherencia tienen diferentes formas de institucionalización.

El estudio nos permite vislumbrar esta complejidad y captar los procesos de institucionalización de la educación intercultural media-superior dentro de una de las regiones culturales indo-mexicanas. En fin, el texto es un modelo del nivel de descripción y análisis que requerimos para comprender los procesos contemporáneos de institucionalización de la oferta educativa y sus consecuencias, pero con el fin de construir una cultura nacional fortalecida por la riqueza y profundidad histórica de sus culturas regionales.

 

REFERENCIAS CITADAS

Dietz, Gunther, Multiculturalismo, interculturalidad y educación: una aproximación antropológica, Madrid, CIESAS, Universidad de Granada, 2003.         [ Links ]

Lomnitz Adler, Claudio, Exits from the Labyrinth, Berkeley, Universidad de California, 1992        [ Links ]

Selby, Henry, S. Murphy et al., La familia en el México urbano. mecanismo de defensa frete a la crisis (1978-1992), México, Conaculta, 1994.         [ Links ]

Wolf, Eric R., "Facing Power. Old Insights, New Questions", en Pathways of Power. Building an Anthropology of the Modern World, Berkeley, Universidad de California, 2001 [1990], 383-397.         [ Links ]

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