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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.30 no.118 Zamora jun. 2009

 

Presentación

 

Minería: lenguajes de trabajo y consumo

 

Herón Pérez Martínez

 

En su número 118, Relaciones aborda la cuestión de la minería desde los lenguajes de trabajo y el consumo. El tema, referido a la minería mexicana, abarca niveles, matrices y aspectos distintos de la simbolización cultural. Por un lado la minería con toda su historia y sus universos, y por otro, un corpus importante de unidades fraseológicas nacidas en esa minería como un mecanismo privilegiado de lexicalizar aspectos de la vida cotidiana mediante figuras, mecanismos y símbolos muy propios de ese universo. La fraseología, como cualquier proceso de lexicalización, abarca cosas que, en muchas de las categorías de que nos servimos para organizar nuestros sistemas de comprensión, están muy distantes unas de otras. El conjunto temático de este número de Relaciones, pues, parte sí de la exploración del subsuelo en busca de minerales, especialmente de metales, tan importantes en la determinación de las edades de la cultura, tanto por el poder que de ellos emanó como por las significaciones, importancia y funciones que adquirieron culturalmente cosas como las armas, los utensilios y los variados objetos de arte. Pero el interés del conjunto temático de este número de Relaciones llega hasta las simbolizaciones que el lenguaje ha hecho del microcosmos minero mediante un extenso, florido y variado caudal fraseológico que, de por sí, viene a ser una aportación en especie a la fraseología mexicana.

Bien vista, pues, la conjunción de los temas que conforman este número no están tan distantes entre sí en cuanto que van matizados por el tamiz siempre creativo y hermenéutico de lo humano y sus universos. Al fin de cuentas el lenguaje no sólo es el resultado de los procesos de simbolización que históricamente realizan los grupos humanos para domesticar su realidad sino que es, ni más ni menos, que una manera de crear esa realidad y con ella una poderosa herramienta hermenéutica. La minería viene a ser, entonces, una amplia matriz de símbolos tanto de fuerza o debilidad guerrera, como de riqueza o de pobreza y aún del grado de avance tecnológico que refleja a través de muchas mediaciones la compleja red de relaciones sociales que le subyace. La minería siempre fue medida en la historia humana por los símbolos del poder que derivan de las armas a través de la guerra, de la lucha del hombre contra la intemperie y aún de la necesidad de fabricarse utensilios para dar comodidad a la vida cotidiana. Agradecemos a Jorge Uzeta su contribución a integrar el conjunto que conforma este número.

En el primer artículo, con el título de "Un mundo subterráneo de la significación: los mineros mexicanos", Pedro Reygadas y Juan Luis Sariego, asumen, el lenguaje como la casa del ser, una ciudad llena de vericuetos y superposiciones históricas, como una batalla por el sentido, siempre ligada a las distintas ideologías, como un tesoro histórico y cultural o, finalmente, como una red tejida en el vínculo entre el emocionarse y el conversar. Con este bagaje de prejuicios, los autores primero a partir del caso de Charcas, en el estado de San Luis Potosí, y luego basándose en otros centros mineros del país, analizan el mundo simbólico del lenguaje de los mineros. Describen para ello tanto los procesos de trabajo en el interior de las minas, como las formas de organización, jerarquía y división del trabajo. También se exploran los procesos históricos complejos que han dado lugar a la apropiación de los mineros de términos de raíz nahuatl, española e inglesa y que se traducen en un vocabulario y en formas de conversación distintivas. La tesis central sostiene que el lenguaje minero es, al mismo tiempo, un modo original de comunicación y un espejo de las luchas de los trabajadores por apropiarse de la significación de su experiencia laboral.

Concluye este primer artículo que el lenguaje de las minas nos demuestra que la fraseología del hablar minero, como el de cualquier otra habla, es producto de la práctica histórica. Presenta, además, un desarrollo notable de diversos campos semánticos, con sus peculiares valores y sistemas de oposiciones no comunes. El corpus fraseológico que se va conformando en el artículo es una especie de microcosmos en relación con el sistema de hablas mexicanas. Se funda en una jerga, ligada a una historia, a una economía política y a una evidente cultura específica que recuerda, olvida y transforma elementos en un proceso evidenciado en sus arcaísmos y neologismos, en sus creencias. Como es usual en las hablas, el habla de la minería mexicana, tiene dialectos regionales y muestra fenómenos diversos de desplazamiento de sentido en el uso particular de los hablantes mineros como refracciones del prestigio social sobre los nombres.

Como sucede en cada uno de los ámbitos en que se desarrolla la vida de un ser humano, la minería conlleva una cultura, un mundo de la vida y de la política, que muestra fenómenos de fascinación, como la proyección del prestigio de los nombres sobre los sujetos, y la refracción de la hegemonía que nos manifiesta como se pierde un lenguaje y una cultura al darse la apropiación del proceso productivo por el capital, uniformando los nombres, los procesos y la vida, para dar paso a un lenguaje chato, uniforme y abstracto de la expropiación cultural para reiniciar un ciclo de batalla que manifiesta como, siempre, las relaciones de fuerza se traducen en relaciones de sentido.

Sin embargo, para los autores, el foco de todo estudio humanístico no se agota en la lengua sino que culmina en el discurso, el lenguaje y la semiosis en sentido amplio, que nos permiten, en el caso minero, estudiar los lenguajes de luces, los mensajes en clave Morse y las diversas dimensiones de la expresión, así como la ideología y la política. El lenguaje es visto por ellos como ligado a la economía y a la materialidad de la vida refractada en la lengua. El lenguaje de la minería, dicen, revela una cultura que encierra miles de mundos.

En el segundo artículo, "Asuntos de consumo: sobre el lugar del consumo en la antropología de la minería", Elizabeth Emma Ferry muestra, en primer lugar, como en otras áreas de la antropología económica, que reconocer y explicar el rol del consumo modifica en gran medida nuestro modo de comprender lo que sucede cuando se crean y utilizan mercancías. En segundo lugar, el artículo desglosa algunos de los modos en que los estudios centrados en otras clases de mercancías han considerado la relación entre consumo y producción, al paso que aborda estos procesos desde la perspectiva de su propia investigación sobre los especímenes minerales de México.

Para la autora, investigar las transacciones que rodean a los minerales en tanto objetos científicos y coleccionables puede decirnos cosas valiosas sobre la producción interrelacionada de conocimiento y valor y, en el caso particular de los minerales mexicanos consumidos en los Estados Unidos, sobre la producción del espacio transnacional mexicano-estadounidense. Este tipo de consumo de substancias mineras es, cuando se lo compara en términos de la cantidad producida, insignificante, pues el consumo de especímenes minerales constituye apenas una fracción de las substancias extraídas de minas actualmente y en el pasado. Piensa la autora que examinar las particularidades del consumo en esta área relativamente pequeña de las mercancías mineras ayuda a comprender los modos en que la minería funciona, entonces es posible sostener que el consumo debería considerarse como un factor importante en la extracción de otras substancias mineras más significativas, tales como la mena metálica.

El tercer artículo, "Economías subterráneas. Minería informal en México", de Inés Cortés Campos presenta el desarrollo de la minería informal en la ciudad de Fresnillo, Zacatecas, durante las últimas cuatro décadas. El fenómeno ha involucrado la actividad discreta de numerosos mineros, localmente conocidos como gambusinos o ladrones de minas, quienes bajo un esquema precario de trabajo y en una situación considerada ilícita, han proporcionado un inestimable soporte productivo a la gran industria minera de esa ciudad, especialmente durante las crisis que surgieron en la regulación de los trabajadores sindicalizados en ese periodo. Se busca ofrecer una perspectiva sobre la minería mexicana que se desarrolla más allá de la articulación entre empresas, Estado y sindicato, cuya trayectoria, sin embargo, no se desvincula de ese campo de relaciones.

En su artículo, la autora muestra, en concreto, que las prácticas de la minería informal, cuyo rasgo distintivo más importante consiste en escapar al aparato burocrático que ha orientado a la minería mexicana moderna, son relevantes para comprender los procesos de negociación y de ruptura que el sector empresarial de la actividad ha establecido con un importante segmento del sindicalismo mexicano. O en términos generales, que a través de la informalidad, la gran industria ha podido amenazar las bases del poder del sindicalismo minero.

Con la presentación de Juan Manuel Silva R., el documento nos ofrece la "Sentencia a los prisioneros de la huelga de Cananea de 1906". Descubierto y paleografiado por el presentador ofrece numerosos detalles que precisan los acontecimientos históricos que nutrieron esos hechos. Con seguridad, dice Silva, darán pie a muchas más conjeturas para continuar profundizando sobre la trascendental Huelga de Cananea de 1906.

Inician la sección general Fausta Gantús y Florencia Gutiérrez con su artículo "Liberalismo y antiporfirismo. Las incursiones periodísticas de Joaquín Clausell" gira en torno a la atractiva figura de Joaquín Clausell cuyo nombre está ligado al del impresionismo mexicano, que lo cuenta entre uno de sus más relevantes representantes, como autor de diversas labores periodísticas. Como dicen las autoras, Clausell participó en 1892 como boletinista de El Monitor Republicano y se desempeñó como redactor del periódico El Demócrata. Ésto, dicen, permite aprehender la complejidad de la prensa independiente de la ciudad de México a fines del siglo XIX y analizar la implementación de los mecanismos de censura sobre el periodismo urbano. El análisis de las incursiones periodísticas de Joaquín Clausell, posibilita aproximarse al estudio de las redes sociales y los vínculos de amistad, los cuales fueron decisivos para articular y promover su inserción en el periodismo capitalino.

Asimismo, su liderazgo en el movimiento antirreeleccionista de 1892 y sus escritos posicionan al personaje en estudio como un representante del liberalismo radical y confirman la importancia del "uso de la prensa como herramienta de presión política" revelando de qué forma, más allá de los mecanismos de censura y represión porfirianos, los intersticios y contradicciones del régimen estuvieron presentes y posibilitaron la expresión de voces disidentes, como la del estudiante campechano.

En "De la migración: ausencias masculinas y reacciones femeninas mazahuas", Ivonne Vizcarra Bordi, Xóchitl Guadarrama Romero y Bruno Lutz Bachère analizan en el quinto artículo las reacciones femeninas frente a la migración masculina transnacional en comunidades mazahuas del noroeste del Estado de México. A través de la experiencia de quince mujeres indígenas, examinan cómo las relaciones de poder (de género, social y cultural) se van reconfigurando y en qué condiciones este reordenamiento de las tareas y responsabilidades de las mujeres de migrantes es susceptible de constituir elementos de resistencia y abrir la posibilidad de hacerse con el poder. Asimismo, este estudio de las reacciones femeninas en un contexto patriarcal y de migración internacional permite concluir que las formas creativas femeninas para sacar adelante a sus hogares constituyen inéditos espacios de resistencia.

El artículo muestra como el proceso migratorio de los hombres mazahuas deja la posibilidad de que las mujeres adquieran más poder y control sobre el hogar, lo cual se manifiesta en la gama más amplia de decisiones que tienen que tomar. En efecto, con el pasar del tiempo, las mujeres indígenas no sólo se sienten capaces sino que sienten el peso de la obligación moral de sacar adelante a su familia asumiendo nuevas y más amplias responsabilidades en los ámbitos domésticos y sociales. De manera paulatina y a raíz de esto, ellas se van imponiendo en la vida cotidiana como interlocutoras con voz y voto tanto en las asambleas del pueblo como en las reuniones de la escuela o las reuniones convocadas por autoridades gubernamentales. El artículo muestra la innegable potencia creativa de las reacciones de las esposas de migrantes: la imaginación económica de estas mujeres mexiquenses es capaz de franquear las estrechas fronteras del ámbito del gasto del hogar para desplegar sus efectos en espacios tradicionalmente etiquetados como masculinos. De esta forma, la migración internacional masculina es susceptible de constituir una oportunidad para ver florecer las palabras de las mujeres mazahuas.

Finalmente, cierra este número de Relaciones el artículo de Miguel J. Hernández Madrid y David Hernández Alvarado "La construcción de sujetos virtuales entre los jugadores masivos en internet" en el que los autores analizan y muestran el fenómeno, acrecentado en los diez últimos años, de los jugadores en línea de internet que ha convocado a individuos de diferentes edades, sexo y nacionalidades en todo el mundo para interactuar en videojuegos con temas de aventuras, fantasía, ciencia ficción y otros. El objetivo de este artículo es analizar, en una perspectiva sociológica, la construcción de sujetos virtuales en las interacciones simbólicas que al interior del juego conforman sociedades y códigos sociales equivalentes a los de las realidades concretas. Para mostrar esta dinámica virtual se presenta la experiencia de investigación de campo realizada por los autores como jugadores en World of Warcraft.

La conclusión a la que llegan los autores es en este mundo, el MMORPG (Massive Multiplayer On Line Role Playing Game) entreteje estímulos y situaciones emocionales, parecidas a las que se experimentan en el éxtasis religioso, al ganar puntos, derrotar a sus enemigos, destruir aldeas y dominar territorios; al menos, cada vez que enciende su computadora y se conecta por internet a la página del juego. Pero llega un momento en el que el tiempo de alquiler de la computadora en un cibercafé expira o alguno de los padres, conyugues e hijos ordenan apagarla para realizar las tareas escolares o cualquiera de esas actividades domésticas y laborales que nos expulsan del mundo de la fantasía. ¿Qué ocurre entonces?, ¿cuál es nuestro estado de retorno a la realidad? y ¿por qué insistimos en regresar al mundo de Warcraft o a cualquiera de sus homólogos?, ¿acaso no sabemos que sólo son juegos, que lo que ocurre en ellos no es real?

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