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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.30 no.117 Zamora mar. 2009

 

Sección temática

 

Cuerpo significante: emblemas identitarios a flor de piel. El movimiento fetichista en Guadalajara

 

Rogelio Marcial

 

* El Colegio de Jalisco. Correo electrónico: rmarcial@coljal.edu.mx

 

Fecha de recepción del artículo: 25 de junio de 2008.
Fecha de aceptación y recepción de la versión final: 25 de febrero de 2009.

 

Resumen

Los procesos de construcción identitaria en diferentes culturas juveniles recurren, sistemáticamente, a simbolismos y expresiones artísticas para manifestar expectativas, visiones de futuro, inconformidades, anhelos, frustraciones, dudas y certezas; todo ello con el fin de evidenciar desmarcajes culturales ante los escasos (y, en ocasiones, nulos) espacios de expresión dedicados a la población joven de México.

Entre estas culturas juveniles, existen los fetishers ("fetichistas") o mejor conocidos como los modern primitives ("primitivos modernos"), quienes hacen del cuerpo propio el vehículo idóneo para portar (y dejar ver a quienes deben verlos) los emblemas identitarios que sintetizan una visión de mundo particular y que les acompañará sobre la piel para el resto de sus vidas.

El texto intenta exponer, primero, el contexto cultural del que surge esta cultura juvenil y las características de los procesos identitarios que construyen grupalmente. A su vez, analiza las condiciones culturales en el contexto de la ciudad de Guadalajara, haciendo énfasis en los procesos de estigmatización social que suelen construirse hacia quienes, aún conscientes de exponerse a ello, marcan su cuerpo para expresar sus visiones de mundo a través de los tatuajes, los tintes de color para el cabello, el piercing (perforaciones corporales), el branding (marcas con hierro al rojo vivo), el scarification (marcas mediante elementos punzocortantes que dejan heridas según el diseño elegido) y el body modification (modificaciones del cuerpo).

Palabras Clave: Cuerpo, jóvenes, movimiento fetichista, Guadalajara.

 

A la memoria del Dr. Luis Ramírez Sevilla,
el Gran Lui Primero,
porque de súbito nos dejaste,
pero de siempre te recordaremos, hermanito
(recurro a esto como mi despedida a destiempo).

 

PALABRAS INICIALES

Entre muchos de los desmarcajes culturales elegidos por la juventud, tales como la música, la vestimenta, la ropa, la literatura, las preferencias en las actividades de ocio, las expresiones artísticas, las formas de organización, las concepciones sobre la democracia, la tolerancia y la igualdad social, etcétera; el cuerpo ha tomado una importancia radical en las últimas décadas como vehículo identitario que permite hacer evidente la diferencia cultural. Después de todo, es uno de los recursos más idóneos debido a su capacidad para mostrar / ocultar marcas, transportarlas con uno mismo y disfrutarlas cotidianamente, sea de forma individual, en pareja o grupalmente.

El presente texto intenta adentrarse en el mundo cultural de algunos jóvenes que hacen del cuerpo un vehículo de identidad mediante su decoración permanente. Intenté plantear un bosquejo muy general de las prácticas y los sentidos entretejidos con esta forma de expresión artística corporal, para después abordar algunos de los aspectos relacionados con esta temática que contribuyen a considerarlas como prácticas culturales de disentimiento e impugnación del orden establecido, por parte de muchos de los seguidores de esta cultura juvenil; ya que ello ha sido uno de los temas centrales dentro del debate académico que desarrollo con mayor amplitud en otro texto.

 

"Primitivos modernos": el fetish como práctica cultural

Al considerar al cuerpo como el principal vehículo portador de los emblemas identitarios, en la década de los noventa surge en Londres (Inglaterra) un movimiento juvenil que hace de la decoración del cuerpo el instrumento idóneo para marcar, de forma permanente y con significados muy personales, diferencias radicales con el resto de la sociedad. Muchos de sus participantes provienen de una radicalización del movimiento punk, el cual surgió en 1976; específicamente como parte del movimiento, dentro de la llamada era post punk, conocido como dark wave (ola oscura). Este último más vinculado con referentes artísticos de culturas ancestrales y con características más introspectivas que sus antecesores los punks.1

La expansión de esta estética corporal entre jóvenes ha alcanzado, en la actualidad, a la inmensa mayoría de países bajo la cultura occidental. Pero es necesario indicar que en cada realidad sociohistórica tiene características propias, lo que ha motivado un debate entre los profesionales de la decoración corporal, los académicos que se acercan al tema y los propios jóvenes consumidores de estas propuestas estéticas, sobre el hecho de que en muchos países africanos, asiáticos y latinoamericanos se han impuesto de forma acrítica los términos de "fetichistas" y "primitivos modernos" sobre una realidad que difiere de los países europeos y del norte de América (Estados Unidos y Canadá) debido a la presencia efectiva de estas prácticas en algunas culturas originarias, que se reproducen desde antes de la llegada de los europeos y hasta la actualidad. Para México, el caso de las culturas mesoamericanas es un buen ejemplo de ello.

Estas prácticas para la decoración corporal son los tatuajes, método practicado que consiste en inyectar tinta de uno o varios colores en la piel, entre la dermis y la epidermis. Se considera que la palabra "tatuaje" (o tattoo en inglés) proviene de tau tau, vocablo polinesio que hace referencia al sonido de martilleo que ocasionaban las herramientas con las que se hacían estas decoraciones corporales. También los diseños multicolores en el cabello, para los que se usan pinturas vegetales y se diseñan modelos de uno a tres colores en el cabello que pueden durar hasta tres meses, dependiendo de la frecuencia con la que se lave la persona la cabeza. El piercing, que consiste en la colocación de objetos a través de perforaciones en diferentes partes del cuerpo. El branding o quemaduras, que son diseños artísticos mediante hierros al rojo vivo que provocan una quemadura de tercer grado, tal y como se marca al ganado. El scarification, escarificaciones o relieves, diseños en la piel mediante heridas con objetos punzo cortantes, sea raspando o cortando la piel, y cuya cicatrización dejará la marca deseada. También se "filetea" o "picotea" la piel evitando que se junte, así la cicatriz se asemeja a escamas en la piel. O, a su vez, se recurre a ácidos que causan la cicatriz deseada. Existen variadas técnicas que son retomadas de las prácticas rituales de grupos étnicos africanos, pero sobre todo asiáticos. El body painting (pintura corporal), que consiste en diseños multicolores en el cuerpo también con pinturas vegetales. Finalmente, el body modification (modificación corporal), práctica que implica la modificación (extrema o radical) del cuerpo mediante la colocación de objetos especiales, sea para agrandar un orificio o perforación introduciendo un objeto cada vez mayor, o mediante piezas muy pesadas que por la gravedad acaban por modificar la parte del cuerpo elegida. Incluye también algunos métodos para ensanchar los labios o marcar los pómulos o la quijada, la inserción de objetos por debajo de la piel, afilar los colmillos o, incluso, dividir partes del cuerpo como la lengua o las orejas.

Conocidos también por estas prácticas como modern primitives o "primitivos modernos", específicamente en los Estados Unidos, en ocasiones se acude con profesionales del diseño gráfico para las decoraciones en el cabello, a quienes se puede llevar un diseño preconcebido o con quienes se puede elegir algún otro que se tenga preparado. Se utilizan colores llamativos, aunque pocas veces pueden usarse más de tres simultáneamente. Se utiliza pintura vegetal, que no daña el cabello o el cuero cabelludo, y la decoración dura entre uno y tres meses, dependiendo de las veces que el cliente se enjuague la cabeza.

En cuanto a los tatuajes, se recurre a diseños artísticos que gustan por su estética, y cualquier parte del cuerpo es susceptible de ser tatuada, aunque algunos fetichistas han comenzado a tatuarse diseños particularmente en la cara e, incluso, en la cabeza previamente rasurada. En este sentido, no son pocas las mujeres que se tatúan partes del rostro como sustitución del maquillaje de cada día, como las rayas que delinean los ojos, leves pigmentaciones en pómulos y en el contorno de los labios, entre otras cosas.

Las perforaciones corporales (piercings) dejaron de limitarse a las orejas (en las que en ocasiones se acomodan hasta 16 aretes en cada una de ellas) y pasaron al ombligo, los labios, la nariz, la lengua, las axilas, y los fetichistas más radicales se han perforado los pezones, el escroto, el glande, los labios vaginales y el clítoris. Por estas últimas zonas corporales, el movimiento fetichista se liga con cuestiones de sadomasoquismo; aunque muchos de los fetishers o modern primitives, en la inmensa mayoría de los casos, experimentan las alteraciones del cuerpo como algo más allá de la experiencia sexual.

Mucha gente piensa sobre los diferentes aspectos S&M [sadomasoquismo] como espiritual. Personalmente encuentro esta experiencia mucho más psicológica que sexual, por medio del S&M puedes obtener diversos niveles del conocimiento de nuestro cuerpo. Superficialmente puede parecer que no existe relación alguna entre nuestras actividades y la música, pero todo es relativo, individual y sobre todo, no al conformismo.2

Las "máscaras momentáneas" del maquillaje comercial, según ellos, sólo hacen más evidente la hipocresía de la sociedad moderna, mientras que portar este tipo de emblemas permite reconocer y reconocerse con quienes buscan algo más en las relaciones interpersonales. Los fetichistas prefieren no tener acceso a empleos, lugares de diversión y diversas oficinas privadas y públicas debido a su aspecto, que seguir reproduciendo formas anquilosadas de normatividad, presentación personal y conducta social.

Mira, lo que pasa es que, la verdad, ponerte medias, maquillaje, saco y corbata es más bien una decoración superficial porque es momentánea: llegas a casa y te lo quitas. Entonces más bien es como ponerte una máscara que hipócritamente da una imagen de ti que ni tú mismo deseas, pues para descansar a gusto lo primero que haces es aflojarte la corbata o quitarte las medias. Este tipo de decoración corporal [se toca con los dedos un piercing en su nariz y luego señala un tatuaje en su hombro izquierdo] es para siempre, es permanente: así soy yo, nada de hipocresía. Así me verás siempre y en todo lugar, hasta recién despierta [risas].3

Lo que más importa aquí es precisamente que el recurso de la alteración del cuerpo nos habla, más que de "extrañas costumbres de otros países", de una herramienta adecuada para resignificar una posición ante la sociedad que se relaciona estrechamente con la búsqueda de una crítica social y desmarcaje cultural, la que no pasa forzosamente por los canales institucionales de expresión de la disidencia: partidos políticos, elecciones, movimientos sociales, etcétera, tal como sucede con buena parte de las manifestaciones juveniles contemporáneas. El cuerpo es, en buena medida, el contexto individual de la protesta social.

El uso social de espacios semipúblicos y públicos donde se hacen visibles estas expresiones culturales de la alteración corporal, se resignifican como manifestación y práctica alterna o de "contracorriente" para un amplio número de jóvenes urbanos. Al mismo tiempo, el cuerpo es usado como una especie de espacio o territorio de la decisión de sí, en el entendido de que con él se puede hacer relativamente lo que venga en gana: introducirle drogas potentes y hasta alterarlo por medio, entre otras cuestiones, del tatuaje y las perforaciones corporales.4

Por lo anterior, resulta imposible descontextualizar este tipo de prácticas ligadas al cuerpo (ámbito personal) del contexto social y cultural en el que se inserta el joven que decide alterar su cuerpo (ámbito social). En tal sentido, es obvio que aquellas influencias que los jóvenes tienen desde las industrias culturales y los medios de comunicación (especialmente el cine, la televisión y la red de internet), pasan por un complejo proceso de apropiación cultural en el que los contextos globales se relacionan y se resignifican con los procesos locales.5 Esto es, no resulta adecuado argumentar la "simple copia" de esas "costumbres extrañas y lejanas".

A los jóvenes tatuados y perforados se les encuentra prácticamente no sólo en las grandes ciudades de nuestro país, sino en los centros urbanos de otros países. Digamos que se les puede caracterizar como una expresión cultural globalizada, aunque con usos y significados particulares: donde converge y diverge lo local con lo global. Aunque estas manifestaciones artísticas se vean en otras ciudades y países del mundo, los significados construidos dependen especialmente del contexto sociocultural al que correspondan.6

Por otro lado, se ha argumentado desde la óptica médica y psicológica que, en muchos de los casos, este tipo de decoraciones corporales hunden sus raíces en procesos psicofisiológicos relacionados con la obtención del placer provocado después de una agresión al cuerpo. Se sabe que ante una agresión, ante el dolor, el cerebro responde soltando cantidades específicas de distintas sustancias químicas que provocan placer, con el objetivo de contrarrestar el dolor que el cuerpo recibe por la agresión de algún agente externo.7 Aunque está comprobada esta reacción química del cerebro, en la inmensa mayoría de los casos lo primordial tiene que ver más con cuestiones culturales de identificación y no-identificación (desmarcaje) hacia ciertas prácticas, usos, estéticas, rituales, referentes y significados sociales y de grupo.

El dolor físico como emocional cobra una gran trascendencia, particularmente para el tatuaje, ya que el aspecto físico o biológico del sufrimiento corporal es rebasado y superado, cargándolo de una serie de motivaciones personales, representaciones sociales y de valores simbólicos muy fuertes. De esta manera, el dolor funciona como una especie de trueque o intercambio social a fin de hacerse acreedor, no sólo de aquellas imágenes elegidas, sino de un componente psicológico de elaboración simbólica que permita sortear a nivel del psiquismo las situaciones, los eventos y los acontecimientos difíciles de comprender en la vida cotidiana, por lo que se requiere plasmarlos para siempre en el cuerpo. [...] En este sentido, no existe la "adicción" al tatuaje como elemento biológico, lo que se da es una suerte de "afición", es decir, un proceso sociocultural basado en un proyecto de alterar y decorar el propio cuerpo como uno de los espacios, territorios o reductos relativos del dominio y la decisión de sí. En otras palabras, no se puede hablar de "adicción", ya que no hay repercusiones en lo físico o biológico del sujeto, en tanto no se generan mecanismos o síndromes de "abstinencia" como en el caso del alcohol u otras drogas. Simplemente, es un proceso construido socialmente a través del vínculo intersubjetivo con el tatuador o perforador, con la representación iconográfica del tatuaje y la carga simbólica que esto conlleva.8

En las prácticas más radicales dentro del movimiento fetish, conocidas como "rituales de suspensión", coinciden también, pero con mayor intensidad, el dolor y el placer entremezclados, para brindar una puesta en escena (performance) de formas alternativas de actuar sobre el cuerpo, de decorarlo y de presentarlo ante una "comunidad emocional" (a lo Maffesolli9). Sin embargo, aún en estas prácticas lo fundamental, lo central como referente cultural, es la construcción de identidades colectivas; así como la participación, compartiéndolos, en la elaboración de referentes simbólicos entretejidos mediante desmarcajes explícitos hacia la normatividad social y la estética corporal dominante.

En sí, la práctica del ritual de suspensión produce identidad gracias a las conductas que genera, lo espontáneo y lo transgresor, en tanto expresiones de la propia comunidad. La práctica del ritual de suspensión instaura mismidad, continuidad y reconocimiento en esta época marcada por el caos, la digresión, la discontinuidad y la crisis. Quienes participan en este ritual, asumen y comparten una comunidad y un sen tido, un estatus que les permite participar en un misterio a veces imposible de verbalizar; no lo pueden decir, pero son constituidos por él.10

El "ritual de suspensión" consiste en sujetar y levantar el cuerpo propio a través de ganchos de acero que se insertan en perforaciones ya realizadas en diferentes partes del cuerpo (pecho, abdomen, rodillas, hombros, espalda, piernas), con el objetivo de elevar al participante a más de un metro de altura y mantenerlo suspendido por el tiempo que éste prefiera (entre los 15 y los 60 minutos).11 La sensación de "flotar en el aire" permite alcanzar estados placenteros aunque ello provoque, a su vez, el dolor en los lugares en los que se insertan los ganchos (no pocas veces estas partes del cuerpo sangran durante el ritual).

Otra técnica de decoración corporal dentro del movimiento ha hecho de las armas de fuego un recurso para marcar la piel. En condiciones adecuadas de higiene y protección, inclusive con una ambulancia preparada en la puerta del lugar donde esto se lleva a cabo, el interesado elige el calibre del arma de fuego según la marca que pretende agregar a su cuerpo, y el decorador dispara sobre una parte corpórea que permita la entrada, paso y salida de la bala sin dañar gravemente algún órgano interno, músculo, hueso o vena importante (normalmente se dispara a través de brazos, hombros y piernas). A mayor calibre, la marca de salida (no de entrada) será más grande. También cuenta el tipo de bala que se elige. Jerome, un joven que recurrió a esta técnica en la ciudad de Dallas (Texas), argumenta en un cortometraje cinematográfico que antes de que un policía represor o una guerra entre pandillas le ocasione una herida de bala, él prefiere hacérsela para evidenciar su inconformidad con las relaciones interpersonales y las estéticas corporales imperantes en su sociedad. Incluso habla de su intención por dejar esa marca justamente en la frente, para que todos la vean, pero reflexiona "no creo que eso sea posible". Lo importante, dice, es "alcanzar un nivel más alto de expresión personal". Por su parte Ray, el decorador corporal, afirma que se les ha tachado de "locos" pero que eso ha sucedido con los vanguardistas dentro del movimiento, asegurando que pronto serán reconocidos como "los verdaderos y más creativos artistas de la decoración corporal". Por supuesto, recomienda "no hacer esto en casa".12

 

El fetish en Guadalajara

La historia de este tipo de prácticas en nuestro país estuvo anclada en visiones estereotipadas hacia sus portadores, y ello sigue siendo la lógica prevaleciente desde la sociedad actual. Así, estas marcas en la piel siempre han tenido una respuesta social reprobatoria que no tiene interés en comprender las motivaciones individuales y grupales, así como los referentes identitarios construidos a partir de aquellas, que están por detrás de estas prácticas.

En México, en sus inicios, ciertamente la práctica del tatuaje estuvo ubicada en los escenarios del encierro teniendo como actores centrales a la milicia, las cárceles y, básicamente, las colonias de clases bajas y populares cuyos usuarios regularmente fueron las prostitutas, los habitantes del bajo mundo y los jóvenes marginales. Situación que fue favoreciendo la edificación de una serie de estereotipos, prejuicios y estigmas en contra tanto de la práctica en sí misma como de aquellos individuos tatuados y perforados, quienes regularmente estaban adscritos a algún grupo o a determinadas identidades juveniles urbanas.13

En particular, la historia de jóvenes que alteran sus cuerpos como expresión de identidad se vincula con los grupos cholos, los que aprendieron y retomaron las experiencias del movimiento pachuco en lo Estados Unidos, así como integrantes de bandas juveniles de barrios populares y, posteriormente, jóvenes adscritos al movimiento punk.14 Sin embargo, ello se limita en gran medida al tatuaje y, en pocos casos, a las perforaciones corporales (piercing); además de los mechones del cabello con tintes de colores en jóvenes punks. Las otras técnicas que actualmente se utilizan (branding, scarification y body modification) han tenido un importante auge dentro del movimiento fetish.15

En Guadalajara existen seguidores de esta cultura juvenil, propiciando que en varios espacios de la ciudad se instalen negocios para tatuarse o hacerse alguna marca o perforación corporal. Estos lugares deben mantener un estricto cuidado higiénico (por el temor al contagio del VIH-SIDA), así como incorporar los procedimientos, adornos, colores y estilos provenientes de Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Londres, Amsterdam, Viena, Munich, Berlín, Sydney y otras tantas ciudades de "avanzada" en el fetish. Sus mejores exponentes y sus creaciones han tenido foros como el Expo Tatuaje Internacional, el cual se realiza en la ciudad una vez al año.16

También compuesto por jóvenes provenientes en su mayoría del movimiento punk tapatío, el fetish ha tomado un importante auge en la capital de Jalisco y actualmente existen cinco puestos en el Tianguis Cultural de los sábados en los que se ofrecen tatuajes permanentes, perforaciones, decoraciones con henna17 y pinturas corporales.

Yo tengo como siete meses viniendo aquí al tianguis con mis cosas. No está mal. Mi chavo y yo nos mantenemos de esto con un local entre semana allá por el centro, y el tianguis nos completa muy bien para el gasto [...] Vienen de todo. La verdad la mayoría son chavos y chavas que se marcan más bien por fashion [moda], y siempre son con tatuajes de henna que no duran más de cuatro meses [...] De repente aquí en el tianguis sí nos cae alguien con ganas de hacerse un tatú [tatuaje] de neta, y normalmente no se lo terminamos aquí, así es que luego van allá al local para que quede terminado. Son pocos los que ya traen un diseño propio y más bien son los que ya decidieron hacerse uno permanente. Los demás se ponen a ver nuestro catálogo y escogen de allí. Incluso a mí me han tocado algunos, casi siempre parejitas, que no llegaron al tianguis con la intención de tatuarse, pero al ver que hay temporales escogen el mismo para los dos [...] No, pues traerlos sí es un rollo. A mí no me pasa tanto, pero a mi chavo ya van como seis veces que lo apañan aquí en los alrededores del tianguis porque trae varios tatuajes a la vista. En el centro también lo han parado. Es gacho, porque como me dice él, ahora resulta que hay que pagarles una lana a la tira por hacer de tu piel lo que se te antoja. Chale, ¿no?18

La opción de realizarse marcas en la piel de forma permanente y a la vista, responde a una actitud que busca provocar un desconcierto en la gente. La sorpresa y extrañeza con la que mucha gente reacciona ante los jóvenes fetishers, en un principio, es parte de lo que se busca al marcarse la piel. Como dice Mireya, "me encanta que se saquen de onda, a veces hasta andan chocando en el coche por voltearte a ver, como si fuera que estás bien buenota [...] Aunque también a veces yo me tapo los brazos porque hay momentos que no quiero que me vean".19

Lo más común es que quienes se extrañan ante los cuerpos decorados de los jóvenes fetishers hagan relaciones estereotipadas con formas de ser y comportarse, inclusive con aquello que tiene que ver con lo más íntimo de las relaciones.

Es bien cotorro, bien loco, porque o bien creen que haces cosas bien locas cuando tienes relaciones sexuales, o bien creen que eres adorador del diablo y rollos satánicos. Es puro cuento. Bueno, yo no se si algunas compas mías a la hora de estar con sus chavos saquen sus látigos y los amarren de cabeza, además ni me interesa lo que hacen en la cama. Al menos yo no le hago a eso. La neta es que me gusta mucho que lo que me hago en el cuerpo le guste a mi chavo, si fuera por él estaría más marcada. Pero si lo hago es básicamente porque me gusta a mí. De repente me dan ganas y diseño algo, luego me imagino en qué parte de mi cuerpo se vería mejor, y luego me lo hago, bueno, me lo hace mi chavo, y ya.20

En relación con las diferentes concepciones sobre el papel de la sexualidad en el ser humano, existe entre algunos jóvenes fetishers de Guadalajara la idea de que la sexualidad debe ser considerada como uno de los instintos de sobrevivencia con mayor vitalidad y energía, algo que le permite al ser humano saber que está vivo y que puede dar algo muy profundo de su ser. La posibilidad de decorar el cuerpo no sólo tiene diferentes sentidos hacia fuera, esto es, hacia quienes se les permite ver dichas decoraciones en las relaciones cotidianas. En pláticas informales con jóvenes fetishers siempre estuvo presente también el papel que juegan las decoraciones corporales en las relaciones íntimas. Como se decía, no es cuestión de asociarlo con "extrañas prácticas sadomasoquistas, panfilias, parafilias y perversiones".

Sin embrago, muchos de estos jóvenes refieren que se está viviendo en la última década una verdadera revolución de la sexualidad, al menos de una expresividad de la sexualidad sin culpas ni cargas moralistas, por parte de las nuevas generaciones. En Guadalajara, estos cambios culturales en torno a la expresividad corporal y de la sexualidad son significativos para los jóvenes seguidores del fetish, ya que prevalece entre la inmensa mayoría de los adultos de la ciudad aquella consideración moralista sobre la necesidad de concebir al cuerpo humano con altos niveles de pudor y vergüenza, sobre todo cuando el individuo "pasa" por la etapa adolescente.21 Los fetishers hablan de que estamos ante una segunda revolución sexual de la humanidad, después de la experiencia hippie, y sienten orgullo de estar participando directamente en ella en un nivel vanguardista.22

De la misma forma, la variedad de diseños que se tatúan algunos de estos jóvenes se acompañan también de una diversidad de sentidos y formas de usarlos. De muchas maneras, los jóvenes que están dentro del movimiento del fetish en Guadalajara consideran que, esencialmente, el tatuaje y el piercing conforman un lenguaje simbólico que busca comunicar la pertenencia a un movimiento que se manifiesta en formas de adornar el cuerpo, pero que va acompañado con una ideología que busca un mayor respeto a la ecología y a la diversidad racial y cultural de la gente. La igualdad de la gente, se piensa, debe de ser en términos de oportunidades económicas y sociales, pero en el ámbito cultural lo menos que se quiere es una igualdad aplastante. Estas formas alternativas de decorar el cuerpo, a su vez, comunican abiertamente que no se quiere pertenecer a una sociedad que intenta igualar estéticamente a sus integrantes.

 

Por una mirada más profunda a los cuerpos juveniles alterados

Me parece oportuno finalizar haciendo hincapié en el significativo crecimiento de la decoración corporal permanente como práctica cultural, en la ciudad de Guadalajara (como sucede en muchas de las grandes ciudades de nuestro continente y del mundo occidental). En los últimos nueve años, los jóvenes seguidores de este movimiento en Guadalajara se pasean por la ciudad con cabellos azules, tatuajes tribales, perforaciones llamativas y demás adornos corpóreos. Las respuestas por parte de la sociedad aún caen en muchas formas de desaprobación e, inclusive, en claras muestras de intolerancia y exclusión hacia la "desagradable apariencia" de estos jóvenes. En distintos eventos en los que he participado, es común que se les califique a estos jóvenes de "incultos", por "castigar de esa forma" a sus cuerpos. Se mantiene una idea de que, debido a la inexperiencia y confusión "propias de la juventud", no deben de tener "derecho" ni siquiera de adornar sus cuerpos como mejor les parezca. Cuando se es adulto y se eligen otras formas de modificaciones corporales (cirugía plástica, liposucción, etcétera), entonces ya no se está "dañando" al cuerpo. A manera de hipótesis, aún por confirmar, me parece que en el caso de Guadalajara tales estigmatizaciones están estrechamente relacionadas con la concepción del cuerpo según la moral y la normatividad católica. Se entiende que el cuerpo es el "templo del alma" y que ha sido "prestado" por Dios para nuestra vida terrenal, por lo que no debemos "dañarlo" para poder "regresarlo" en las mejores condiciones posibles. Aunque, como indiqué, otro tipo de alteraciones corporales que responden a una estética socialmente aceptada, promocionada y deseada,23 no resulta una "agresión" al cuerpo en tanto "continente" del alma en la vida terrena y "obra divina" cedida temporalmente.

Por su parte, este tipo de prácticas culturales, como dije, sigue extendiéndose entre los jóvenes en Guadalajara. Aun cuando buena parte de ellos lo hacen más que nada por seguir una moda24 que al ser reprobada socialmente resulta más seductora, cada vez es más claro que otros lo hacen como una muestra de desmarcajes culturales en relación con las normas establecidas, convirtiendo al cuerpo en ese vehículo identitario, esa bandera visible que ayuda a hacer evidente el distanciamiento y la no aceptación de un "mundo adulto" tal y como se presenta. En ocasiones es la música y el baile, en otras la vestimenta y el sociolecto, tal vez el consumo y el arte. En este caso, el cuerpo se vuelve preformativo para responder, desde lo más íntimo y privado, ante la imposición de modelos de convivencia social anquilosados; construyendo una actitud y un discurso que imagina y le apuesta a "vivir como se quiere vivir", a no dejarse imponer estilos, modas y formas de expresividad corporal. Aun cuando lo anterior implique el inmediato rechazo y marginación por parte de una sociedad que insiste en ver a los jóvenes como "hijos" inexpertos, incoherentes e incapaces de decidir sobre su propio cuerpo.25 Ello nos habla de las diferentes negociaciones e imposiciones que se estructuran al momento de construir las condiciones de un vínculo social, en la que las posiciones jerárquicas tienen un peso específico que han hecho que este vínculo social se base en una "adultocracia" que pretende imponer su visión sobre la de los propios jóvenes, aún allí dentro de las delimitaciones íntimas que refieren al cuerpo, sus usos, sus representaciones y sus performatividades.

La búsqueda por visibilizarse, en este caso, a partir del control y apropiación del cuerpo propio al contravenir enfáticamente las estéticas y los estilos vigentes socialmente, nos habla de posiciones claras de desmarcaje cultural que se sustentan en la elección de un estilo de vida que se apropia de referentes simbólicos para la expresividad artística del cuerpo, y que se reproduce a partir de visiones del mundo basadas en formas alternativas de convivencia social y expresión individual y colectiva. Es necesario destacar aquí dos asuntos que se derivan de lo anterior. Por un lado, en este tipo de prácticas juveniles se hace evidente aquel proceso que Reguillo llama "la culturalización de la política", como "[...] la reconfiguración de los referentes que orientan la acción de los sujetos en el espacio público y los llevan a participar en proyectos, propuestas y expresiones de muy distinto cuño [...]".26 Reconfiguración que paralelamente ha alejado a los jóvenes de las instituciones de la política formal (gobierno, partidos políticos, sindicatos, organizaciones civiles) para manifestar sus disidencias, por considerarlas inoperantes, y encauzarlas al mundo de la "carnavalización de la protesta", la "dramatización de los referentes identitarios", y la "imaginación para captar la atención de los medios de comunicación".27 Tema que nos lleva de manera obligada a cuestionar la tan difundida versión oficial de la "apatía de la juventud contemporánea". Estrechamente ligado con lo anterior, por el otro lado nos enfrenta ante la necesidad de observar a los jóvenes precisamente donde ellos se hacen visibles, y no donde el Estado y la sociedad pretenden "encontrarlos" para ubicarlos, vigilarlos, controlarlos y reprimirlos.

Las culturas juveniles se vuelven visibles. Los jóvenes, organizados o no, se convierten en "termómetro" para medir los tamaños de la exclusión, la brecha creciente entre los que caben y los que no caben, es decir, "los inviables", los que no pueden acceder a este modelo y que por lo tanto no alcanzan el estatus ciudadano.28

Una forma de visibilizarse, cultural y políticamente, es a partir de la performatividad corporal mediante las prácticas aquí descritas; y existen otras formas de visibilización política como las fiestas, los conciertos, el grafiti, los tianguis culturales, los blogs virtuales, los colectivos culturales, la edición de fanzines, la creación de espacios propios para expresarse o la adecuación de los existentes según sus intereses, etcétera. Allí y en otras realidades están algunos jóvenes de Guadalajara; y están fuertemente presentes. Allí echan mano de nuevas prácticas o reconfiguran las existentes. Pero estrechamente relacionado con el tema del cuerpo y sus expresiones, estos jóvenes constatan la afirmación de Butler, tan novedosa hace casi ya 20 años, de que no debemos creernos el "cuento" de que el cuerpo puede evadirse de las categorías clasificatorias y los discursos que lo dominan y le asignan posiciones y posicionamientos jerárquicos, emblemas y estigmas, así como controles y domesticaciones, prácticamente desde que el sujeto nace.29

Pero lo hacen en tiempos en los que socialmente se ha convertido al cuerpo en "objeto de culto", alcanzando prácticas de "culto al cuerpo" como nunca antes lo había experimentado la humanidad. Prácticas que han perfeccionado el control de los cuerpos (sobre todo el femenino, el juvenil y el infantil) y hasta su alienación, sujeción, deformación y explotación por parte de la "cultura depredadora" actual; después de un complejo proceso de liberación que experimentó el cuerpo en los años sesenta y setenta del siglo XX.30 ¿Cuál cuerpo es más bello entre las modelos anoréxicas, los físico-culturistas, las mujeres adultas con liposucciones, las diminutas gimnastas chinas, los llamados "metrosexuales"31 o los jóvenes fetichistas?, ¿hay para todos los gustos?, entonces ¿dónde radica la valorización positiva o negativa de unos y de otros cuerpos? Me parece que por detrás de los tatuajes, las perforaciones y las modificaciones corporales, estos jóvenes enfatizan su derecho a controlar su propio cuerpo precisamente en contra tendencia a los modelos difundidos en la actualidad. Y me parece pertinente, pues su cuerpo es su cuerpo y cada quién su cuerpo.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Filmografía

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Notas

1 Para los orígenes, características y referentes identitarios de esta cultura juvenil, véase Rogelio Marcial, Jóvenes y presencia colectiva. Introducción al estudio de las culturas juveniles del siglo XX, Zapopan, El Colegio de Jalisco, 2001, 138-141.

2 Comentario de Miguel Beristáin citado en Carlos Becerra, "Primitivos modernos". Conecte, México, núm. 627, enero, 1993, 6. Beristáin, junto con James Stone, abrieron el club ¡¡FUCK!! en la ciudad de Los Ángeles a principios de los noventa, el cual se convirtió en un lugar de vanguardia del movimiento fetish junto con los precursores Genesis P-Orridge y Monte Cazazza.

3 Entrevista a Mireya, artista profesional del tatuaje y seguidora del fetish en Guadalajara, realizada por Rogelio Marcial el 8 de diciembre de 2001, en el Tianguis Cultural de Guadalajara.

4 Alfredo Nateras, "Los usos públicos del cuerpo significado: tatuajes en jóvenes urbanos", ponencia presentada en el Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades "El Cuerpo Descifrado". Organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapozalco, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Nacional de Bellas Artes. Ciudad de México, 28-31 de octubre de 2003, 2. Habrá que aclarar que el autor se refiere a los "espacios públicos" como aquellos espacios urbanos abiertos en la cotidianidad de los jóvenes tatuados; mientras que los "espacios semipúblicos", por otro lado, "son los espacios tipo tianguis callejeros, las exposiciones de tatuajes y los estudios establecidos donde se oferta la alteración de los cuerpos juveniles urbanos" (idem).

5 Con respecto al concepto de "apropiación cultural" es recomendable la obra John B. Thompson, Ideología y cultura moderna. Teoría crítica social en la era de la comunicación de masas, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1998.

6 Nateras, op. cit., p. 1.

7 De hecho, el intento de las llamadas "drogas de diseño" o "drogas de síntesis" (como la "tacha" o el "éxtasis") es emular estas sustancias en cantidades mayores para provocar efectos placenteros, de efusividad y empatía.

8 Nateras, op. cit., pp. 10-11.

9 Michel Maffesoli, El tiempo de las tribus. El declive del individualismo en las sociedades de masas, Barcelona, Icaria (Colección "La Mirada Transversal" núm. 1), 1990.

10 Cupatitzio Piña, Cuerpos posibles, cuerpos modificados. Tatuajes y perforaciones en jóvenes urbanos, México, Instituto Mexicano de la Juventud (Colección "Joven-es" núm. 15), 2004, 128 (cursivas en el original).

11 Ibid., p. 123. Resulta de consulta obligada en esta temática el capítulo VII "Ritual de suspensión: la consagración del cuerpo modificado" de Piña, op. cit., pp. 123-128.

12 Daniel Loflin, Delusions in Modern Primitivism, Estados Unidos, 2001.

13 Nateras, op. cit., p. 6.

14 Ibid., p. 8.

15 Por supuesto que también son muy diferentes los símbolos, estilos y significados de los tatuajes según la adscripción identitaria juvenil de la que se trate. Para el caso del tatuaje "cholo" y sus significados, véanse Ma. Abeyamí Ortega, "Los territorios del deseo. Reflexiones sobre cuerpo, migración, territorio e imaginario a través de las imágenes del tatuaje cholo". Ponencia presentada en el Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades "El Cuerpo Descifrado", organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapozalco, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Nacional de Bellas Artes, ciudad de México, 28-31 de octubre de 2003; y Rossana Reguillo, En la calle otra vez. Las bandas: identidad urbana y usos de la comunicación, Tlaquepaque, ITESO, 1991, 219-227.

16 Véase "Fiesta de color y sangre", Público, Guadalajara, 7 de septiembre de 1998.

17 Apesar de que en Guadalajara se conocen como "tatuajes de henna", estas decoraciones corporales son a partir de una pintura que va sobre la piel (por ello, no son tatuajes), cuya ritualización proviene de prácticas ancestrales en la India. Tiene una duración aproximada de entre 15 y 40 días, según la parte del cuerpo elegida y las veces en que ésta se lave. Se puede decir que es un método de decoración corporal intermedio entre el maquillaje temporal y el tatuaje permanente.

18 Entrevista a Mireya, citada.

19 Entrevista a Mireya, citada. Es importante destacar que también ello ha implicado procesos de exclusión hacia los jóvenes que marcan así sus cuerpos. En 1995, el Ayuntamiento de Guadalajara emprendió un programa de "Empleo Juvenil" en el que las autoridades sirvieron de vínculo entre jóvenes desempleados y empresas del municipio. Detrás de las mesas donde se registraban los aspirantes se colocaron carteles que decían: "Sin aretes ni tatuajes".

20 Idem.

21 Véase al respecto Gabriel Montes y Elva Rivera, "Adolescencia, pudor y género", ponencia presentada en el Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades "El Cuerpo Descifrado", organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapozalco, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Nacional de Bellas Artes, ciudad de México, 28-31 de octubre de 2003.

22 En realidad, el origen de las perforaciones (piercing) en labios, lengua, pezones, clítoris, escroto y glande, está estrechamente ligado con una búsqueda de mayor satisfacción en las relaciones sexuales, sobre todo en el connilingus y el felattio. Sin embargo, muchos de los jóvenes que se perforan labios y lengua (y otros partes del cuerpo) no buscan esto, al menos no explícitamente.

23 Cirugía plástica para "ocultar" el envejecimiento en el rostro, cuello y brazos o para "embellecer" otras partes del cuerpo como caderas, glúteos, senos y cintura; así como los trabajos de liposucción o extracción de grasa.

24 Con referencia a las "modas juveniles", hay que recordar que las propias industrias culturales suelen convertir muchas de estas prácticas y expresiones disidentes o alternativas de la juventud en moda. Ello no sólo representa grandes ganancias por su comercialización, sino que por detrás está la intención de "rasurarlas" de sus elementos contestatarios para controlar así a los jóvenes. Lo que sucedió ya con las expresiones de la cultura hippie, beat, punk, del hip-hop y de la cultura electrónica.

25 Aquí están relacionados otros temas sobre el "cuerpo juvenil" (aunque no les atañe exclusivamente a ellos) como el aborto, las relaciones sexuales antes del matrimonio y con opciones diferentes a la heterosexualidad, y el consumo de sustancias prohibidas (mariguana, cocaína, ácido, éxtasis, por mencionar las más conocidas) y permitidas (alcohol, tabaco, café, bebidas energizantes).

26 Rossana Reguillo, Emergencia de cultural juveniles. Estrategias del desencanto, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma (Col. Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación), 2000, 149.

27 Ibid., p. 148.

28 Ibidem.

29 Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Nueva York, Routledge, 1990.

30 Fernando Torres, "Modelos hegemónicos, creaciones siniestras: el cuerpo en la cultura depredadora", Elsa Muñiz (coord.), Registros corporales. La historia cultural del cuerpo humano, México, UAM-A (Serie Estudios, Biblioteca de Ciencias Sociales y Humanidades), 2008, 489.

31 Con el término, muy de moda actualmente, de "metrosexual" se hace referencia al hombre o mujer (casi siempre joven) que emplea grandes cantidades de dinero y tiempo en su look personal, mediante ropa, cosméticos y perfumes de "buena marca", complejos peinados, dietas estrictas, sesiones largas y supervisadas en los gimnasios, y accesorios también de "marca", pero al último grito de la moda (gafas con graduación o para el sol, pulseras, relojes, encendedores, plumas, teléfonos móviles, agendas electrónicas, etcétera).

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