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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.30 no.117 Zamora mar. 2009

 

Sección temática

 

El cuerpo: una travesía

 

Jorgelina Bover*

 

* Colegio Universitario IES Siglo 21, Argentina. Correo electrónico: jbover@ies21.com.ar

 

Fecha de recepción del artículo: 25 de junio de 2008.
Fecha de aceptación y recepción de la versión final: 25 de febrero de 2009.

 

Resumen

Estas reflexiones acerca del cuerpo se inician con la construcción de la subjetividad y se extienden a la conciencia de la decadencia, la enfermedad y la amenaza de la muerte, que activa los mitos.

Señalan la discordancia entre el cuerpo constituido por su sujeción primordial al orden sociocultural imperante y el cuerpo biotecnológico de la postmodernidad.

La postmodernidad promueve una nueva forma de estructuración psíquica que se caracteriza por un sistema sociocultural que va perdiendo su capacidad de hacer de referente simbólico. Es la época dominada por la imagen.

El discurso dominante se define por una ruptura con el tiempo histórico.

Palabras Clave: Vida-muerte, organismo-cuerpo, subjetividad, esquema corporal-imagen corporal, postmodernidad, enfermedad, mitos-muerte, tecnociencia.

 

INTRODUCCIÓN

Desde el inicio, el cuerpo como objeto de conocimiento se nos presenta inasible, excede sus determinaciones. Si el conocimiento se produce como consecuencia de la falta, aquí la falta señala precisamente el límite del conocimiento.

El cuerpo es semiótico, no es sólo un ente biológico. Es un sistema de signos y significados. Es un lenguaje en sí mismo. Tanto en términos de sus apariencias como de sus movimientos, sus gestos y de sus comportamientos aprendidos.1

Un estudio del cuerpo, como algo que tiene vivencias y significados o cualquier experiencia desde la corporeidad, abre un campo complejo y contradictorio, en el que siempre hay algo que queda oculto. Cualquier representación del cuerpo siempre resulta ser una alusión fragmentaria, una referencia parcial a lo que suponemos, o intuimos, como íntegro, pero que difícilmente podemos experimentar así. 2

La experiencia que somos, el mundo de la vida, no es una unidad fáctica, sino la unidad del sentido que teje todo lo que existe.

La manera en que cada quien vive su cuerpo, y lo que sentimos dentro de él, instaura una verdad vital que colorea y da significado a todas nuestras vivencias, y emerge en el gesto, en el acto o en la palabra, pero nunca se desnuda completamente en la exterioridad.3

La experiencia del cuerpo, diversa en su vivencia, no puede explicarse ni abarcarse en su totalidad a partir de un discurso integral y único. Y no obstante, el cuerpo es vivenciado como unidad de lo diverso, como uno en lo diverso y como continuidad.

Si el cuerpo es "múltiple", "semiológico", una pluralidad de significaciones, todo conocimiento del cuerpo es, al mismo tiempo, un desconocimiento, el de su pluralidad.

¿De qué travesía se trata? De la travesía de la vida hacia la muerte. Es en el cuerpo que se origina la travesía de la vida hacia la muerte. El cuerpo es portador de vida y, como tal, amenazado por la muerte.

El cuerpo y la vida anteceden todo pensar, yacen como condiciones del existir.

Estas reflexiones acerca del cuerpo se inician con la construcción de la subjetividad,4 y se extienden hacia la conciencia de la decadencia, la enfermedad y la amenaza de la muerte.

Señalan la discordancia entre el cuerpo constituido por su sujeción primordial al orden sociocultural imperante y el cuerpo biotecnológico de la postmodernidad.5

No es este un camino lineal, tiene saliencias, bordes, las interrupciones del permanente enigma que silencia los discursos. Como una recurrencia de las opacidades dejadas por el erotismo en la piel.

Implica pasar de la búsqueda de certezas a la aceptación de la incertidumbre, del destino fijado a la responsabilidad de la elección, de las leyes de la historia a la función historizante, de una única perspectiva privilegiada al sesgo de la mirada.6

A veces este viaje es doloroso, deja al descubierto nuestras limitaciones y nuestras contingencias, elimina las garantías tranquilizadoras y nos abre las puertas a la perplejidad, a la vacilación, al vértigo.

A medida que avanzamos nos acercamos más a nuestro destino y las respuestas eluden las preguntas.

 

EL CUERPO CONSTRUIDO

En el principio era el verbo

Advenimos, acontecemos, acaecemos, en un organismo como sujetos de deseo demandando amor.

El cuerpo al que se refiere el psicoanálisis desde Freud, no es el cuerpo anatómico o el cuerpo de la fenomenología o el cuerpo de la conciencia, es una representación inconsciente del cuerpo.

El ser viviente, organismo, cuerpo biológico no es idéntico al cuerpo, que en psicoanálisis es el cuerpo del significante, que nos hace decir: tengo un cuerpo, distinto de decir: soy un cuerpo. Cuerpo imaginario, campo privilegiado del yo y sus identificaciones.

Jacques Lacan, nos dice que el orden simbólico estructura el orden de lo real: el sujeto se estructura a partir del discurso, el niño recibe un "baño de lenguaje" que modelará su psiquismo.

El cuerpo no es una realidad primaria, no se nace con un cuerpo, sino que éste se construye gracias al otorgamiento de un cuerpo simbólico, que preexiste al sujeto.7

El lenguaje recorta el cuerpo aunque el ser que se sostiene de él no lo sepa.

El cuerpo es un otorgamiento de un Otro simbólico que precede al sujeto. El sujeto reconoce su subjetividad en las palabras, en el discurso, nombra su cuerpo con el poder fundador de la palabra.

Cualquier forma imaginaria donde reconozca su cuerpo siempre tendrá como referencia las palabras y el discurso de donde surge su sentido, de acuerdo a leyes estructurales del campo del lenguaje.

El cuerpo es cuerpo del lenguaje y su estructura se puede explorar en la topografía imaginaria que tenga sobre su realidad corporal.

Sólo por la palabra los deseos pretéritos han podido organizarse en imagen del cuerpo, sólo por la palabra recuerdos pasados han podido afectar zonas del esquema corporal, convertidas por este hecho en zonas erógenas.

Las palabras para tener sentido deben tomar cuerpo, ser al menos metabolizadas en una imagen de cuerpo relacional.8

Existe un cuerpo simbólico: el cuerpo como construcción significante y un cuerpo organismo. El cuerpo-organismo permite la objetivación de la intersubjetividad del mundo significante.

Si no ha habido palabras, la imagen del cuerpo no estructura el simbolismo del sujeto, carece de mediación fundada en el lenguaje. El deseo queda disociado de su representación posible. Del mismo modo, si no hay organismo, no hay construcción significante alguna. Es necesario un cuerpo aun cuando se goce del significante.

 

ESQUEMA CORPORAL-IMAGEN CORPORAL

De la necesidad al deseo

El cuerpo como organismo, el cuerpo físico, se inscribe en la noción de lo que Schilder 9 denominó: esquema corporal.10

El esquema corporal es la imagen tridimensional de sí, que supone la experiencia inmediata de la existencia del cuerpo como una unidad.

La imagen del cuerpo es la representación que nos formamos mentalmente de nuestro propio cuerpo. La forma en que éste se nos aparece.11

El esquema corporal se presenta relacionado a una realidad neurológica y la imagen del cuerpo se refiere a un proceso psíquico.

El cuerpo no es producto de sensaciones sino que se halla coordinado con las sensaciones, las cuales adquieren su significado final sólo gracias a esta unidad, que es una de las unidades fundamentales de nuestra experiencia.

El esquema corporal refiere a la experiencia inmediata del cuerpo actual en el espacio. Es una realidad de hecho, en cierto modo es nuestro vivir carnal al contacto del mundo físico.

La imagen corporal es, en su forma definitiva, una unidad. Pero esta unidad no es rígida sino variable. El esquema corporal será el intérprete de la imagen del cuerpo, sin cuyo soporte sería un fantasma no comunicable.12

La imagen del cuerpo es la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales: interhumanas, repetitivamente vividas a través de las sensaciones erógenas. Se la puede considerar como la encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante.

Dolto analiza comparativamente la imagen del cuerpo y el esquema corporal. El desarrollo que hace la imagen corporal excede ampliamente lo aportado por Schilder.13

Asigna la necesidad al esquema y el deseo a la imagen. El deseo busca satisfacerse en la palabra, las imágenes y los fantasmas. La necesidad puede ser satisfecha en el cuerpo. Ha de ser saciada para que el cuerpo pueda continuar.

La imagen del cuerpo, se estructura mediante la comunicación entre sujetos y ha de ser referida a una intersubjetividad imaginaria marcada en el ser humano por la dimensión simbólica. Puede independizarse del esquema corporal. Se articula con él a través del narcisismo, originado en la carnalización del sujeto en la concepción.

La imagen del cuerpo es la representación inconsciente donde se origina su deseo, da testimonio de la falta en ser que el deseo apunta a colmar, allí donde la necesidad apunta a saturar una falta en tener del esquema corporal.14

Las pulsiones, emanan del sustrato biológico estructurado en forma de esquema corporal, y no pueden pasar a la expresión sino por medio de la imagen corporal.

El lugar frente a las pulsiones es el esquema corporal, el lugar de su representación es la imagen del cuerpo.15

Si el esquema corporal y la imagen del cuerpo se hallan en relación, es sólo por los dos procesos que son tensiones de dolor o de placer en el cuerpo, por una parte, y palabras venidas de otro para humanizar esas percepciones por otra. Si no ha habido palabras la imagen del cuerpo no estructura el simbolismo del sujeto.16

El vivir en un esquema corporal sin imagen de cuerpo, es un vivir mudo, solitario, silencioso, narcisísticamente insensible, lindado con el desamparo humano.17

La imagen del cuerpo se elabora en la misma historia del sujeto, se construye y se modifica en el tiempo. Es la condición de la articulación del sujeto, que no es temporal ni espacial, opuestamente a lo que se puede decir de su cuerpo.

Vivir es eso. Este contrato que liga al sujeto con su cuerpo es el misterioso enigma de cada ser humano.

El cuerpo es al mismo tiempo unidad de acción y pensamiento, ejecutante capaz de actividad biológica y de conciencia, mientras no sea sólo organicidad, sino también, imaginario.

El cuerpo no se agota en el cuerpo como organismo y el cuerpo como significación. Cuerpo anatómico, organismo, esquema corporal, imagen corporal, imagen inconsciente del cuerpo, cuerpo simbolizado.

Desde que nacemos el contacto corporal con el otro, marca nuestro cuerpo, dibuja el mapa de su propia representación sobre nuestra piel. Quedarán demarcadas aquí también y en el mismo movimiento, lugares negados a la libido, y por lo tanto, a nuestra representación.

Estas opacidades, se desdibujan en la ilusión de unicidad, producida por la conciencia. El cuerpo es capturado por la forma que impone la idea de unidad.

El cuerpo-organismo excluye el organismo en sí, aquello que por su materialidad, participa del carácter de no representable.

Hay un aspecto en lo orgánico imposible de conocer que puede ser ubicado como lo real. Comparte el carácter óntico de lo viviente. Aquello del cuerpo incognoscible, por no ser del orden de la representación, cuya existencia se nos impone, pero que es remiso a la comprensión. Ello supone el misterio de la vida y de la muerte.

Y es justamente aquí, en este no-lugar, si bien "aquí" es una manera de designar lo imposible en el lenguaje, en que se juega el misterio de la vida y de la muerte. Pues la muerte, introduce el sentido al desviar la totalidad de la vida del sujeto hacia un espacio no-real, no puramente real, acorporal.

 

El cuerpo y el tiempo

El esquema corporal es una vivencia del cuerpo en las tres dimensiones espaciales de la realidad, deja fuera de su construcción la dimensión del tiempo.

El cuerpo es lugar de confluencia de placer y de dolor, es origen de vida y de muerte. Y, por ser lugar de vida y de muerte impone límites a nuestra comprensión.

Nuestra vida en la duración del tiempo de la juventud, no tiene límites, parece eterna. Como un desplegar continuo, no ineludiblemente limitado, en relación con el tiempo objetivo. En la etapa del envejecimiento tomamos conciencia de la objetividad del tiempo. El tiempo es acotado y tiene un fin, es la medida última de las duraciones simultáneas.

El cuerpo analizado en la dimensión del tiempo, no es permanente, está sujeto a la decadencia. La conciencia de la decadencia del cuerpo despierta la idea de la muerte.

La idea de la muerte acompaña la conciencia del envejecimiento.

El envejecimiento es un proceso gradual, natural, universal, inexorable, estructurado en torno al tiempo y evidenciado por cambios en el nivel biológico, psicológico y social.

Los efectos de sentido, las representaciones sociales y sus valoraciones acerca de lo que una cultura en particular considera acerca del envejecimiento humano construirán determinados espacios y recursos que a su vez posibilitarán mayores o menores expectativas para subjetivar la vejez, y construir o inventar nuevas formas de vivirla.

La muerte está significada por la vida y desde niños conocemos su existencia. Sabemos que la muerte no es propiedad de ninguna edad, llega en cualquier momento, pero es sin duda más esperable en la vejez.

Es paradójico que la sociedad contemporánea, que ha hecho posible a lo largo del siglo XX una considerable prolongación de la esperanza de vida, considera el hecho de envejecer como un defecto que debe ser evitado a toda costa.

Todo lo que amenaza al cuerpo adquiere una nueva gravedad. El cuerpo está amenazado por la edad y la enfermedad.18

Si bien, ningún investigador se atrevería a hablar de la "inmortalidad", muchos creen que será posible ralentizar el proceso del envejecimiento, y prolongar considerablemente la vida de los seres humanos.

Las mortales se niegan a envejecer. Envejecer sería encontrarse con su destino. El mandato social determina que se mantenga una apariencia joven, y hasta tal punto la persona se confunde con el cuerpo, que permanecer siendo uno mismo, tiende a confundirse con continuar siendo joven.

La conciencia del tiempo como personaje activo y con voluntad indoblegable toma importancia en la vejez, en lo que se percibe como representación del cuerpo —imagen del cuerpo— y también desde lo que palpita como sensorialidad —esquema corporal—. La unicidad de la imagen comienza a fracturarse cede terreno a la sensorialidad.

El modelo cultural vigente establece desde dónde el individuo buscará satisfacer el requisito narcisístico de ser reconocido y valorado.19 Y lo valorado en este tiempo un cuerpo joven, sólo marcado por la huella del significante.

Al envejecer, las modificaciones corporales pueden implicar una rotunda lesión narcisista: lo que refleja el espejo puede tener un carácter crecientemente decepcionante. Ese cuerpo decepciona al sujeto en la medida que supone la desilusión del otro. Las miradas se desvían de los cuerpos viejos, la gracia los ha abandonado. Se evita mirar del mismo modo en que se evita tocar el cuerpo enfermo, en una especie de temor al contagio.

La sociedad actual es una sociedad donde reina un vacío total de significación, con subjetividades cada vez más narcisistas y hedonistas.

El envejecimiento del cuerpo se cumple de manera diferente en hombres y mujeres, por razones del orden de lo orgánico y también de lo social.

El ideal estético ha cambiado hacia formas cada vez más extremas de delgadez, que se aplican al cuerpo mismo, especialmente al cuerpo desnudo.

Nos encontramos ante un mandato no sólo a manipular lo que adorna el cuerpo, la apariencia, sino a ser capaz de mostrar el cuerpo al desnudo, a desvestirse.

Al ofrecer a la mirada el cuerpo desnudo, la apariencia toca el propio ser, la intimidad del cuerpo. La condición de desnudez entraña algún grado de indefensión: en carnes, desvestido, indigente, descubierto, sin defensa. El cuerpo expuesto al ojo del otro, y a través de ese otro, mirándose a través de él.

El cuerpo no es sólo el lugar desde el cual llegamos a experimentar el mundo, sino que a través suyo llegamos a ser vistos en él. El cuerpo de las mujeres es sobre todo un cuerpo para los demás.

El envejecimiento del cuerpo plantea la alternativa entre el desnudo y el estar al desnudo. El dilema entre la intimidad del cuerpo y el cuerpo desprovisto de toda posibilidad de intimidad20 ¿Qué nos devuelve el Otro de la mirada?

A las mujeres, la prohibición de envejecer nos coloca en la difícil elección de aceptar nuestro cuerpo envejecido y temer de ser apartadas o excluidas, no ser ideal para el yo. O nos arroja en los brazos del Yo ideal y del narcisismo.21 Se produce una ruptura del espacio y el tiempo, ya no hay una representación reconfortante para el deseo.

El sentimiento de vulnerabilidad corporal gobierna la fantasmática sexual. El fantasma de lo que se espera no es lo que sucede en la realidad. Algunos aspectos de la imagen pueden convertirse en amenazantes y ambivalentes. El cuerpo en tanto se convierte en fuente de malestar, angustia e insatisfacción es vivido como un cuerpo extraño, como algo ajeno o amenazante.

El cuerpo signo mediador en la relación social, aquello con que nos presentamos, habla por sí solo y la palabra enmudece.22

La solución de compromiso encontrada para cumplir el mandato social de no envejecer es ingresar en el mundo de la virtualidad.23 Se ha pasado de fingir no tener lo que se tiene a ocultar que la realidad ya no es más la realidad.24

Es posible conjeturar que lo que denuncia la subjetividad postmoderna a través de sus diversas formas, formas del malestar de nuestros días, sería un producto o un efecto del propio discurso de la postmodernidad.

La postmodernidad promueve una nueva forma de estructuración psíquica, en la que se debe considerar la predominancia de un sistema social y cultural que se ha distanciado cada vez más de su plena capacidad de hacer de referente simbólico.

La postmodernidad, en cuanto discurso fragmentado y descentrado, no puede sino reproducirse a través de una subjetividad equivalente, dejando a los sujetos indefensos, abandonados a la angustia, en los que se ve entorpecida la conformación de su identidad.

 

Intervención médico-estética de la subjetividad

La utilización de las técnicas virtuales, como medio para mantener la ilusión de un cuerpo joven, parecen ingenuas si analizamos algunas reflexiones referidas a la utilización de las técnicas médicas para erradicar la vejez.

La medicina ha logrado un milagro de sustanciación: el Yo puede operarse.

Los médicos han contribuido a crear o definir y legitimar los nuevos códigos éticos y estéticos de los nuevos usos del cuerpo.

El discurso de la medicina estética, se apropia de las construcciones teóricas del psicoanálisis sobre el cuerpo y las fisicaliza. Borra las diferencias entre cuerpo físico e imagen del cuerpo.25

La medicina extiende su noción de salud y reconoce en el cuerpo facetas inmateriales capaces de afectar la salud individual sin limitarla a la índole física. Examina el imperativo de aminorar los signos de envejecimiento por cuanto se asimilan a la pérdida del poder de atracción y de la fortaleza.

Además de la condición de paciente, ha incluido la de cliente: una persona que no acude en calidad de enfermo. Alguien que no padece una dolencia o afección somática y que demanda tratar un malestar cuya etiología carece de origen orgánico. Se trata de armonizar la imagen corporal, de hacer desaparecer una imperfección adquirida o las huellas indiscutibles del paso del tiempo.

La medicina debe precisar y justificar su accionar cuando no compete al logro o mantenimiento de la salud. El criterio ético para aseverar la conveniencia de la intervención médica es proteger el yo. Desaconsejar una intervención que pueda lesionar al yo, al modificar la esencia física del paciente y que éste no pudiera reconocerse en su imagen.

Es en el fluctuante terreno de la corporalidad donde se asienta la condición de subjetividad contemporánea, y ésta es susceptible de ser estéticamente intervenida.

¿Estamos frente a un nuevo proceso de personalización?

En la medida en que las instituciones se adapten a los deseos y motivaciones particulares, se promueven valores narcisistas y una nueva forma de legitimación social.

Por ello, el hombre se encuentra enfrentado a una creciente deficiencia de significación y con ello de sentido y de valores. Con la imposibilidad de ordenar el mundo significante.

Esto nos lleva a reconsiderar el concepto de enfermedad mental y plantearlo en términos de patologías emergentes.

Vemos surgir un campo subjetivo distinto, una nueva estructura discursiva que subvierte el orden psicopatológico reinante.26

 

La enfermedad

Las subjetividades se construyen con los saberes y los discursos de cada época histórica. La enfermedad, forma parte de estos discursos y saberes, ya que el cuerpo es una construcción subjetiva.

La enfermedad y la muerte son dos de los mayores determinantes de la experiencia humana. El arte, la literatura, la moral, las relaciones sociales, las expectativas del futuro y la misma religión han evolucionado a la luz de la experiencia de la enfermedad y la muerte.

La enfermedad, está sometida a la determinación de los lenguajes epocales que atraviesan el cuerpo, que le configuran como depositario de una vida psíquica. Podemos considerar la enfermedad como un acontecimiento de orden técnico, que expresa un momento del estado de progreso de una tecnología, en referencia a la relación de lo humano con la vida. La enfermedad es, en este sentido, un hecho social, pertenece al ámbito de las ciencias humanas y no al de la biología o de la medicina.27

El sujeto entendido así como síntoma —social— manifiesta toda la fragmentación propia de su misma constitución y en la actualidad evidencia imaginariamente y sin precedentes el límite de su inherente estructura fragmentada o, si se prefiere, escindida.28

La enfermedad es siempre un mentís a la cultura que organiza un cuerpo, que inscribe en él la potencia imaginaria de una estabilidad virtual: la enfermedad no es otra cosa que esa propensión a lo inorgánico y el desordenamiento que reintroduce en el orden de la conciencia, del espíritu, de la cultura, la ley misma que rige en el orden de la naturaleza, la de la caducidad de todo.29

La sociedad postmoderna es la época dominada por la imagen cuyo culto ha evocado hasta llenarlo, el vacío de la substracción del ser. El discurso dominante se caracteriza por la volatilización del tiempo, el dominio puro de lo imaginario. Es una rotura con el tiempo histórico.

Siempre le es posible a una mujer apelar al recurso del perfeccionismo corporal a través de la búsqueda y mantenimiento de la delgadez como defensa narcisista de compensación ofrecida por los valores de la cultura actual.

La anorexia es una enfermedad que pone de relieve una de las formas del malestar en la postmodernidad. Es una perturbación psicológica que tiene la característica de implicar en modo profundo y dramático lo real del cuerpo. El cuerpo anoréxico es un cuerpo en peligro de muerte. Las alteraciones que soporta, conciernen al cuerpo no solo en el nivel de su imagen, sino sobre todo en el nivel de la supervivencia.30

El interior del cuerpo no se ve, lo que se muestra del cuerpo es la imagen. El resto está sustraído a la mirada. El interior del cuerpo auscultado por la medicina, ya no es un interior subjetivo, es el interior objetivo y despersonalizado de la anatomía. No es de nadie. Un interior sin nombre y sin sujeto.

La anoréxica quiere ocuparse sólo del cuerpo-imagen, estético, visible. El resto del cuerpo es una molestia, un obstáculo en el camino de la imagen idealizada.31

El cuerpo debe hacerse transparente para exaltar su ausencia de vínculos, de ataduras a la materia. Elige la invisibilidad para volverse visible para excavar en el campo de lo visible un agujero. Volverse invisible hasta desaparecer sin dejar rastros, hasta el punto de devenir nada, pero queriendo que el otro se de cuenta de esta falta.

La omnipotencia narcisística de la anorexia llega a negar la incidencia real del cuerpo. El adentro del cuerpo introduce a lo real. A lo real de la muerte. A la posibilidad real de que el cuerpo muera. La anorexia no pertenece al orden de la revelación del síntoma, sino al orden de la lesión. Una lesión real y no metafórica. Toca lo real del cuerpo y no la metáfora del sentido. La huella se encarna directamente en el ser, se hace cuerpo.

El cuerpo de la anoréxica se acerca a la muerte, desafía la muerte, para provocar al Otro del amor, el amor del Otro. Está dispuesta a dejarse morir por amor. Para poder cavar una falta en el Otro.

Anorexia y bulimia, son disyunciones, roturas de la compleja dialéctica del tener y del ser, del goce y del amor.32 El imaginario ha ocupado el lugar dejado vacío por el "retiro del ser".

El valor de cambio ha tomado el lugar del valor de uso y esto reduce al sujeto a una demanda compulsiva. El discurso del capitalista, que gobierna en la actualidad la sociedad, se basa en la supresión de la dimensión de la falta. Pero la falta no puede ser saturada con el consumo del objeto, porque es falta en ser del sujeto y no en el objeto.

Es una respuesta subjetiva a la insistencia del discurso social sobre la imagen estética del cuerpo, sutil, etéreo, asexuado. Con un efecto no calculado: el inquietante y espectral parentesco con la muerte. La anoréxica encarna el espectro33 de la muerte con su obscenidad irreductible, que el discurso del capitalista tiende a anular.34

Exorcismo de la muerte que se vuelve rechazo del alimento en su presencia sensorial. La dimensión del ser recae en el campo de la identificación. El sujeto no es sustancia sino un déficit de sustancia. No es un ser, sino una falta en ser. La función de la identificación es reparar este déficit del ser, este agujero del ser, aportando al sujeto una identidad, una especie de máscara de la identidad.35

La anorexia acentúa el aspecto idealizante de la identificación dedicando todo su ser a la búsqueda continua de una coincidencia con el Ideal.

La ilusión sostenida por el discurso de la sociedad capitalista es la ilusión de que multiplicando el tener se pueda alcanzar el ser. La anoréxica, mientras logra sostener su proyecto de aniquilación de todos los objetos, afirma la verdad extrema de la heterogeneidad entre el tener y el ser.36

 

La muerte y los mitos

Cada época se confronta con algún indecible, que la lleva a oscilar hacia la poesía o hacia la narración mítica.37

La lucha del hombre con el tiempo aparece de manera evidente en todas las manifestaciones del arte y de la religión. Pero es el mito la forma más eficaz de combatir la fugacidad y la caducidad de lo humano.

Los mitos han sido considerados como narraciones divinas que fueron relatadas por los dioses a los hombres, quienes a su vez las transmitieron a sus semejantes.

El mito es una realidad, no sólo como imagen del pasado, sino también como técnica del hombre moderno utilizada para renovarse y para percibir lo eterno.

La existencia del universo está regida por la divinidad o puede identificarse con lo divino. La divinidad controla la existencia misma, que se diferencia de la mera vida biológica.

El hombre es el único animal que sabe que morirá, y de esa certeza nace el anhelo de evitar la muerte y permanecer con vida eternamente.

Se puede concebir al mito como un intento de expresión de las ansiedades básicas de la humanidad. Aquello que no se puede conocer, que no se puede entender, se lo resuelve míticamente.

Los dioses pueden otorgar a los héroes poderes sobrenaturales, pueden otorgar la inmortalidad. Pero los poderes otorgados a los hombres, por extraordinarios que sean, están siempre subordinados al absoluto poder con referencia al Ser que tiene la divinidad.

El mito es un esfuerzo de elaboración de las ansiedades existenciales y, al mismo tiempo, la negación de las mismas. Se cierra el círculo: el mito fascina a los individuos. No sólo sirve para explicar un pasado, sino que es un proceso que involucra en sí mismo una función teleológica. Estamos hablando no sólo de ayer, ni de hoy, sino de un mañana; con una fuerza potencial de realización.

Es necesario entrelazar realidades para darle un sentido a lo que acontece.

El deseo de soslayar el envejecimiento y la muerte ya aparecen en la epopeya de Gilgamesh, un poema épico sumerio, de hace más de 4000 años.

En la temática mítica se observa que la iniciación en el camino de la pruebas del héroe se produce en un momento determinado de su historia. Se refiere al momento en que el héroe toma conciencia de su propio envejecimiento y muerte futura, es entonces que opta por la travesía.

Cuando Gilgamesh comienza a verse viejo inicia el viaje para eludir su destino mortal. Se sumerge en el mar cósmico con piedras atadas a los pies. En el fondo encuentra la hierba de la inmortalidad, la recoge, se desprende de las piedras y sube a la superficie. Pero su triunfo dura poco tiempo: mientras Gilgamesh se está bañando en una fuente, surge una serpiente y se come la hierba. El cambio periódico de piel convierte a la serpiente en símbolo de rejuvenecimiento e inmortalidad, mientras que el hombre tiene que asumir su mortalidad.

Lo que parecen decirnos estos mitos antiguos es que no se puede emular a dios, no se puede renegar de la propia finitud, sin correr el riesgo de perderlo todo. La lucha contra la propia fragilidad esencial, contra el dios todopoderoso está perdida de antemano, pero la victoria del hombre está en la lucha misma y en la confianza en el futuro de la humanidad.

La usurpación de los derechos de la divinidad, de sus prerrogativas indiscutibles, el afán de imitarle en su capacidad creativa, aparecen como delito punible en todas las ocasiones, porque lo que realmente reflejan estos relatos es la conciencia humana de no poder rebasar las limitaciones que le impone su naturaleza.38

El deseo de ser dios y crear un ser a imagen y semejanza del hombre, el intento de despojar al ser humano de su mitad perversa o de privarle de las tristezas de su vejez indican que el verdadero problema de nuestra especie es el de asumir su cruel destino, el de afrontar sin miedo su finitud.

El ser humano construye mitos como una manera de alejar las ansiedades y los miedos que surgen ante la conciencia de la muerte.

Estas historias nos muestran la dificultad del hombre para aceptar el modo en que ha sido creado, y la gran distancia que existe entre la realidad que le esclaviza y sus deseos de elevación más íntimos.

Desde el principio de los tiempos míticos parecen los dioses haber querido frustrar el ansia de autosuperación del ser humano, su voluntad inquebrantable de conocimiento, su búsqueda de inmortalidad y su ardiente deseo de sublimación.

El hombre ha sido creado como un ser limitado y no debe intentar sobrepasar las fronteras que su propia naturaleza le impone, no debe desear la trascendencia, la ascensión hacia formas de vida superiores, hacia mundos prohibidos, porque en su vuelo anhelante encontrará siempre un sol poderoso y abrasador que fundirá sus alas de cera, encontrará un dios implacable que castigará su desobediencia con los abismos infernales, encontrará una y otra vez la caída, sólo la caída.39

Cuando el Antiguo Testamento narra la pérdida del Paraíso, nos cuenta que Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento, siéndoles entonces posible distinguir entre el bien y el mal. Pero no pudieron acceder nunca al árbol de la vida. A pesar que la humanidad tiene la capacidad de aumentar su saber, de aprehender racionalmente el mundo que le rodea y en el que habita, es consciente de no haber adquirido el secreto que más le interesa, encontrar en la propia existencia las respuestas al innato vacío que la posee.

El ser humano puede en la conciencia reconocer lo que es la muerte y lo que significa, inconscientemente se sabe inmortal. Freud afirma que, en el fondo, nadie cree en su propia muerte, o, lo que viene a ser lo mismo, en el inconsciente, cada uno de nosotros, está convencido de su inmortalidad.

Todos somos ese héroe inconscientemente, hemos anulado el tiempo, hemos vencido a la muerte. O tal vez vencer a la muerte sea vencer los miedos y angustias que ella induce. Aceptar nuestra condición de mortales.

 

El retorno del mito de la juventud perenne

La ciencia corre el riesgo, en el presente, de convertirse en mito. El mito de la ciencia omnisciente y omnipotente que quiere sustituir, en cierta medida, a la religión.

La crisis de la modernidad que estamos viviendo es, en definitiva, una "crisis de la razón".40 Los antiguos mitos han dado paso al mito de la ciencia de la biotecnología: el mito de la eterna juventud.

A esta expansión del mito ha contribuido la sustitución de la teoría del conocimiento por la teoría de la ciencia, existe en la actualidad una actitud del hombre según la cual se toma a la sociedad en sí misma como su objeto.

En las sociedades lucrativas de nuestro tiempo, no puede haber un objeto más negociable que el siempre mítico elixir de la eterna juventud. La transición del mito al logos, no es algo conseguido de una vez para siempre, sino que, como un eterno retorno, a cada coyuntura histórica o cultural parece retomar nuevos bríos. Las nuevas fronteras ya no son geográficas, sino científicas, pero los mitos, como el de la eterna juventud, se sostienen.41

Las empresas privadas, están decididas a ejercer el control sobre lo que algunos denominan la última frontera humana: el diseño y fabricación de embriones, células, tejidos y órganos humanos. Empresas como Geron y Advanced Cell Technology, al conseguir las patentes sobre el proceso de clonación, se encuentran en posición de dictar las condiciones de los avances futuros en la investigación médica que utilice las células madre. La concesión de una patente sobre embriones humanos suscita la pregunta de si pueden las empresas comerciales reivindicar una vida humana individual, en forma de propiedad intelectual, en una fase temprana de desarrollo. La Oficina de Patentes británica ha dicho que sí.42

La cuestión de si se permitirá a las empresas comerciales ser propietarias de seres humanos antes del nacimiento, debería ser uno de los temas políticos primordiales del siglo de la biotecnología.

 

Y EN EL FINAL ERA LA TECNOLOGÍA

Los discursos de los medios, las ciencias y las artes están engendrando un nuevo personaje: el hombre postorgánico.43

En la actual sociedad de la información, se vislumbra la posibilidad de anular la enfermedad, el envejecimiento y la muerte haciendo uso de la tecnología.

Estaríamos ingresando en una nueva era dirigida por la evolución posthumana o postevolución que superaría la lentitud de la evolución natural.

Los cuerpos dóciles, disciplinados, útiles de la sociedad industrial ceden su paso a los nuevos cuerpos, procesadores de información, bancos de datos, de códigos cifrados.

Con la ayuda de la biotecnología y la informática, se están conformando nuevos cuerpos y subjetividades, nuevas formas de ser.44 Los nuevos saberes rechazan la obsolescencia del cuerpo humano, material y orgánico, pretenden superar la condición humana. Adhiriendo a ideales virtuales, artificiales e inmortales. El cuerpo humano parece haber perdido su solidez, se transforma, en programable.

Para la nueva mentalidad científica, pensar que la ciencia y la técnica tienen limitaciones, que el origen de la vida y de la evolución biológica exceden la racionalidad científica, supone una actitud decadente. El nuevo modelo científico, considera que la ciencia depende de la técnica.

La meta del proyecto tecnocientífico actual parece atravesado por un impulso ciego hacia el dominio y apropiación total de la naturaleza humana y no humana.

 

Más allá del tiempo humano

La tecnociencia contemporánea anhela superar todas las limitaciones derivadas del carácter material del cuerpo humano. La limitación de la relación entre el tiempo y la vida, y la limitación de la organicidad del cuerpo. La ciencia lucha contra el envejecimiento y la muerte.

Las subjetividades y los cuerpos contemporáneos se ven afectados por las tecnologías de la virtualidad y la inmortalidad, y por los nuevos modos de entender y vivenciar los límites espacio-temporales que originan estas tecnologías.45

La nueva tecnología subvierte la antigua prioridad de lo orgánico sobre la tecnología, trata a los seres naturales preexistentes como materia prima manipulable. Exhibiendo de este modo su vocación ontológica: ve en los instrumentos tecnocientíficos la posibilidad de crear vida.

Está surgiendo un nuevo tipo de conocimiento que pretende ejercer un control total sobre la vida y superar sus restricciones biológicas, incluso la mortalidad.

La propia muerte estaría amenazada de muerte.

La muerte se ha convertido en una estrategia evolutiva superada, porque ahora el cuerpo humano debe hacerse inmortal para adaptarse. Lo lograremos entendiéndonos a nosotros mismos como patrones de información y descubriendo un modo de conservar eso.46

Las conquistas tecnocientíficas de las últimas décadas han obligado a revisar los conceptos médicos y jurídicos sobre la vida y la muerte. Ante la imposibilidad de precisar una causa, la muerte pasa a ser una cuestión de grado. Hay una zona de muerte entre la inconsciencia permanente y la falta de respiración.

Con la hibridación, el ser humano podría liberarse de su finitud natural. En el contexto de las técnicas criogénicas la definición de muerte vigente, es una prueba de la ineficiencia de la medicina actual.

La muerte sufre además una desvalorización sociocultural. Para el biopoder, la muerte aparece como algo inefable que se le escapa. La muerte debía ocultarse, porque al morir de alguna manera el individuo huye.

La ingeniería genética tiene como tarea revertir la muerte. Recurre al instrumental informático para descifrar el mapa genético de la especie humana y conquistar la inmortalidad.

Cuando se descubre el ADN, el misterio de la vida se piensa descifrado: se trata simplemente de información.47 Esa información se almacena en los tejidos orgánicos y se transmite de generación en generación.

En la tecnociencia contemporánea, la naturaleza se recompone y se recrea de acuerdo con el modelo informático-molecular.48 No sólo lo psíquico es representacional, ahora la materialidad del cuerpo es reducida a la virtualidad de la información. Surge así, contradictoriamente, un nuevo discurso de impureza referido a la materialidad corporal, en una sociedad que hace del culto del cuerpo su razón de ser. Todas las propuestas aspiran a superar los límites de la materia, trascender las restricciones inherentes al organismo humano en busca de una esencia virtualmente eterna. Se rechaza la materialidad y organicidad del cuerpo y se exalta el espíritu incorpóreo, la energía.

El cuerpo biológico es limitado y perecedero es necesario reciclarlo. Se pretende trascender la humanidad. Se ha operado una escisión conceptual entre la información y su soporte material. La encarnación biológica de los hombres sería un mero accidente histórico, no una característica inherente a la vida.49

El proyecto Genoma Humano permitirá desprogramar las enfermedades y la muerte. Incluso es más ambicioso: no se trata de perfeccionar el material genético; el objetivo es producir seres vivos, con fines explícitos y utilitarios.

El biopoder propaga el imperativo de la salud y la vida eterna, en un esfuerzo por evitar que se manifiesten los errores inscriptos como probabilidades de los códigos genéticos. Nuestra naturaleza empieza a ser comprendida como una creación humana y debe someterse a la corrección de la lógica digital. El hombre contemporáneo sueña con volverse compatible con las computadoras.

No obstante, el cuerpo humano, opone resistencia a la digitalización con su tenacidad orgánica. La materialidad se rebela, persiste e insiste, el hombre es encarnado.50

El mito de la ciencia omnisciente y omnipotente es solo un mito. La ciencia no ha podido sobrepasar las fronteras que la naturaleza le impone.

El sueño de la inmortalidad deberá seguir esperando.

 

Notas

1 Marcos Cueto, El pasado de la medicina: la historia y el oficio. Entrevista con Roy Porter, História, Ciências, Saúde-Manguinhos, enero/abril, 2002.         [ Links ]

2 Karen Cordero Reiman, presentación de la exposición: "El cuerpo aludido", la representación y la alusión visual, espacial y conceptual al cuerpo en México de la Colonia al siglo XX, México, 1998.         [ Links ]

3 Karen Cordero Reiman, ob. cit., p. 1.

4 No debemos confundir el sujeto con la subjetividad. Esta es la forma peculiar que adopta el vínculo humano-mundo en cada uno de nosotros, es el espacio de libertad y creatividad, el espacio de la ética.

5 El nombre de postmodernidad deja traslucir una ruptura con todo lo que distingue a la modernidad entendida como un modo de experimentar lo nuevo, una época secular y científica, donde se crearon las condiciones para elaborar y transmitir una imagen global de las cuestiones humanas.
Denise Najmanovich, Pensar la subjetividad, Venezuela, Utopía y Praxis Latinoamericana, año 6, núm. 14, septiembre 2001.         [ Links ]

6 Miklas Bornhauser, Andrea Naranjo, La subjetividad posmoderna: la forma del límite, Buenos Aires, Acheronta, núm. 19, julio 2004.         [ Links ]

7 Colette Soler, "El cuerpo en la enseñanza de Jacques Lacan", en El cuerpo como efecto, Barcelona, Instituto del campo freudiano, 1997.         [ Links ]

8 Françoise Dolto, La imagen inconsciente del cuerpo, Argentina, Paidos, 2005, 39.         [ Links ]

9 Paul Schilder, Imagen y apariencia del cuerpo humano, Buenos Aires, Paidos, 1958.         [ Links ]

10 Paul Schilder, ob. cit., p. 16. Los esquemas de acuerdo con Head son modelos organizados de nosotros mismos, que forma la corteza sensorial con las impresiones pasadas, almacenadas fuera de la conciencia central.

11 Paul Schilder, ob. cit, p. 15. La estructura de la imagen corporal en un sentido puramente fisiológico se basa en procesos que permanecen en el fondo de la conciencia. Es allí donde tiene lugar una activa construcción de la imagen del cuerpo. Gran parte de esta construcción se halla fuera del campo de la conciencia, pero también está representada por procesos psíquicos conscientes e inconscientes.

12 Quien no logra articular con claridad el concepto de esquema corporal, al que denomina alternativamente: imagen corporal, esquema corporal o esquema postural.

13 Francoise Dolto, ob. cit., p. 33. Esta imagen del cuerpo se construye en el niño durante los primeros años, y queda reprimida por lo que llamamos imagen escópica del cuerpo y luego por la castración edípica.

14 Francoise Dolto, ob. cit., p. 37.

15 Francoise Dolto, ob. cit., p. 36.

16 Geron Corporation, de San Francisco, es la primera compañía biotecnológica dedicada exclusivamente al desarrollo de terapias que puedan acabar con la vejez y consigan prolongar indefinidamente la vida humana.

17 Sergio Fajn y otros, El cuerpo en la vejez: una mirada psicogerontológica, Buenos Aires, Universidad Maimonides, 2005.         [ Links ]

18 El Yo ideal implica, que lo que ve es Yo: como imagen integrada de sí mismo, pero al mismo tiempo eso que ve es otro, en ese sentido produce efectos de alienación.

19 Entre un estado del sujeto que se supone voluntario, a una condición de desnudez que entraña algún grado de desamparo.

20 Ana María Barreiro, "La construcción social del cuerpo en las sociedades contemporáneas", Coruña, Papers 73, 2004, 138.         [ Links ]

21 El cuerpo se expresa en función de una virtualización. El cuerpo materia, el cuerpo carne no es más que un estado en lo real, un volumen con peso. Pero es desde la imagen donde se construye, transforma y destruye. Las mujeres que aparecen en televisión recurren a la técnica del fotoshop. Esta técnica puede retrotraer la imagen del cuerpo casi hasta la edad que se desee.

22 J. Baudrillard, Cultura y simulacro, Barcelona, Kairos, 1978, 7-8.         [ Links ] O a la suplantación de lo real por sus signos.

23 Sandra Pedraza Gómez, "Intervenciones estéticas del yo", en Laverde María Cristina et al., Debates sobre el sujeto. Perspectivas contemporáneas, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2004, 61-72.         [ Links ]

24 José Luis Brea, Sida: El cuerpo inorgánico, Madrid, Acción paralela núm. 1, Ediplus, 1995, 8.         [ Links ]

25 Miklas Bornhauser, Andrea Naranjo, ob. cit.

26 Miklas Bornhauser, Andrea Naranjo, ob. cit.

27 José Luis Brea, ob. cit., p. 8.

28 Massimo Recalcati, La última cena: anorexia y bulimia, Buenos Aires, Ediciones del Cifrado, 2004.         [ Links ]

29 Massimo Recalcati, ob. cit., p. 196-197.

30 Recalcati Massimo, ob. cit., p. 264.

31 Recalcati Massimo, ob. cit., p. 249. Conceptualizado así por Lacan, marca la imposibilidad de todas las formas de discurso.

32 Recalcati Massimo, ob. cit., p. 253.

33 Recalcati Massimo, ob. cit., p. 253. El espectro indica un punto de transición inquietante entre lo que está vivo y lo que está muerto. Es el fantasma del muerto.

34 Recalcati Massimo, ob. cit., p. 257.

35 Recalcati Massimo, ob. cit., p. 262.

36 Recalcati Massimo, ob. cit., p. 259.

37 Marcelo Pizarro, "La metafísica sobrevive a todo", Buenos Aires, revista Ñ, 28.3.2009, p. 16.         [ Links ]

38 Natalia González de la Llana, Dios teme al hombre: el hombre teme su destino, Tenerife, Universidad del La Laguna, 2000.         [ Links ]

39 Natalia González de la Llana, ob. cit.

40 C. Valverde, Génesis, estructura y crisis de la Modernidad, Madrid, BAC, p. 33.         [ Links ]

41 Eduardo Ruiz Abellán, Entre el cientificismo y el mito de la "eterna juventud", Alicante, Universidad de Alicante, Cuaderno Bioética, 2004.         [ Links ]

42 Eduardo Ruiz Abellán, ob. cit.

43 Paula Sibilia, El hombre postorgánico, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica 2005, p. 11.         [ Links ]

44 Paula Sibilia, ob. cit., p. 42.

45 Paula Sibilia, ob. cit., p. 68.

46 Paula Sibilia, ob. cit., p. 53.

47 Toda las células vivas contienen un código, idéntico para todos los seres vivos, con instrucciones que varían para cada especie: el genoma.

48 Paula Sibilia, ob. cit., p. 53.

49 Catherine Hayles, "How we became posthuman: Virtual bodies", en Paula Cibilia, pp. 105-106.         [ Links ]

50 Sibilia Paula, ob. cit., p. 99.

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