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Salud mental

versión impresa ISSN 0185-3325

Salud Ment vol.35 no.4 México jul./ago. 2012

 

Información y acontecimientos

 

Ceremonia de fin de cursos

 

El pasado 24 de febrero tuvo lugar la ceremonia de entrega de diplomas a los alumnos egresados de la especialización en psiquiatría, de la subespecialización en psiquiatría infantil y de la adolescencia y de los cursos de posgrado de alta especialidad en psiquiatría. Después de las palabras de la Directora General del Instituto, la doctora María Elena Medina–Mora, hubo un programa musical a cargo de la arpista Janet Paulus. Posteriormente el doctor José Antonio Jasso Molina, Jefe de Residentes, leyó unas palabras a nombre de los egresados. Finalmente el doctor Héctor Pérez–Rincón leyó un mensaje de despedida. Se incluyen a continuación ambos textos.

 

LA VISIÓN ACTUAL DEL PSIQUIATRA JOVEN SOBRE LA SALUD MENTAL

Aun durante el siglo XIX la locura era concebida como la pérdida del atributo que hace al hombre un ser único en la naturaleza. Al perder la razón, se perdía la condición humana y también el derecho a un trato generoso. Se creía que los enfermos mentales eran insensibles al dolor, al frío y al hambre. Como se le conocía: los pacientes sufrían "una muerte psíquica".

Lo característico de los signos y los síntomas de los trastornos psiquiátricos, como las alteraciones en la percepción, en el humor, en el pensamiento y en la conducta, generaron en el pasado y generan actualmente ambivalencia hacia los enfermos y hacia las instituciones psiquiátricas.

Entre 1920 y 1950, la psiquiatría derivó su principal impulso intelectual del psicoanálisis, pero a partir de 1952 empezó a derivarlo de la neurobiología, de la neurofisiología, de la neurobioquímica, de la genética y lo que es más importante, de la terapéutica. La eficacia de los fármacos psicoactivos para suprimir síntomas y rectificar el curso y desenlace de los trastornos psiquiátricos, ocasionó que el campo de la terapéutica psiquiátrica entrara en un proceso de cuestionamiento y reorientación.

Los avances recientes en el conocimiento de las bases neurales y moleculares de las funciones mentales y de sus trastornos, han ejercido la influencia más importante de las últimas décadas sobre las teorías de los trastornos psiquiátricos. Estos avances son principalmente resultado del desarrollo de las neurociencias y de la consolidación de la psiquiatría con el resto de la medicina.

Cuando hablamos de psiquiatría nos referimos a la rama de la medicina que tiene la relación más íntima con la sociedad y la cultura. Estamos ante la más humana de las especialidades. Estamos con la más hermosa de las ramas de la biología.

La Psiquiatría nos ofrece un campo de estudio inmenso que nos da la oportunidad de avanzar en el conocimiento de algo tan maravilloso como lo es la mente humana: ese conjunto de pensamientos, sentimientos, memorias, fantasías, actitudes, deseos y defensas organizadas que dan continuidad y significado a nuestras vidas. Como menciona el doctor Eric Kandel "a la mente se le podrá estudiar desde el punto de vista psicológico o molecular, pero nunca perderá su poder ni su belleza".

Como psiquiatras jóvenes, recién egresados de un Instituto Nacional de Salud nos vemos impulsados a perfeccionar constantemente el estudio de los enfermos, a mantenernos siempre a la vanguardia en el conocimiento científico, a cuestionar los tratamientos tradicionales y a asumir el rol de pioneros en la investigación en psiquiatría en el país.

El doctor Ramón de la Fuente Muñiz escribió en 1990: "El logro más importante de la Psiquiatría del siglo XX, ha sido reunir a la mente y al cuerpo a través de los métodos de la investigación científica, establecer el estrato neural de los desórdenes del pensamiento, del afecto y de la conducta y, lo que es más importante desde el punto de vista práctico, alterar favorablemente el curso de algunos de los trastornos mentales más frecuentes y así, aliviar el sufrimiento de la persona que los padece...".

Para nosotros, el camino dentro de la residencia de psiquiatría no ha sido fácil... no esperábamos que lo fuera; al inicio todos éramos ingenuos, estábamos perdidos, desorientados. ahora, lo seguimos estando, sólo que ya nos dimos cuenta de ello. Hoy celebramos el fin de una etapa más en nuestras vidas, una etapa muy especial, una etapa de muchísimo aprendizaje. No me resta más que agradecerles a todos:

Empezando por nuestros maestros, que son psiquiatras ejemplo de profesionalismo. A todos aquellos que destinaron un poco de su tiempo para tratar de inculcar en nosotros el interés y el amor genuino por la psiquiatría. Aquellos que nos enseñaron que en ocasiones puedes ayudar a alguien con sólo escucharlo. A aquellos que nos impulsaron día a día para llegar a ser los mejores en el área de la salud mental.

También quiero agradecer a nuestras familias, por ser la base de nuestra educación, por su sacrificio en algún tiempo incomprendido por nosotros, por su apoyo constante, por su ejemplo de superación inalcanzable, por su comprensión, por su amor incondicional, por la confianza en nosotros y por constituirnos como las personas que somos actualmente.

Quiero agradecer a los pacientes, por su paciencia y tolerancia. Ellos nos han enseñado lo que es la confianza, la esperanza; con ellos hemos descubierto en nosotros la compasión y la responsabilidad que significa ser psiquiatra. Ellos han permitido que el fin de nuestro propio estudio cambie desde estudiar para rendir en un examen a estudiar para tratar de ayudar a otro. Ellos son nuestra razón para seguir mejorando día a día.

Pero principalmente quiero agradecerles a ustedes, a mis compañeros de la residencia en psiquiatría, por el apoyo incondicional, por estar siempre ahí cuando necesitabas que alguien te escuchara, por compartir las alegrías y los momentos de celebración, por compartir las lágrimas y los momentos de tristeza. Echaré de menos nuestros días en los pasillos del hospital, añoraré las bromas que sólo entre nosotros entendemos, extrañaré a todos y a cada uno de ustedes, porque no sólo hemos dejado huella en el Instituto, sino también en el compañero de al lado.

Yo sé que de esta generación saldrán cosas importantes para la psiquiatría del país, pues las grandes hazañas nacen de grandes personas, de los que luchan por lo que quieren, de los que defienden lo suyo, de los mejor preparados. En realidad no importa lo distinto que pueda ser mi compañero, lo importante es que viajo junto a él.

No encuentro las palabras adecuadas, porque decir adiós nunca será fácil. Desde aquí me despido de ustedes, colegas, compañeros, amigos; y creo que hablo en nombre de todos cuando digo que fue un verdadero placer coincidir con ustedes estos años y que desde hoy cuento los días hasta que nos volvamos a reunir.

Ahora, después de varios años, por fin podemos decir: Soy Médico, Soy Psiquiatra y Soy egresado del Instituto Nacional de Psiquiatría. ¡Felicidades a todos!

 

MENSAJE DE DESPEDIDA

Esta casa se encuentra de fiesta el día de hoy porque 41 especialistas egresan de ella tras haber acreditado una etapa de la formación académica que ofrece.

Se suman así a una lista cada vez más amplia de colegas que han encontrado aquí cabal cumplimiento a su anhelo de progreso académico y de perfeccionamiento personal. Son como las nuevas ramas de un árbol frondoso que cubre con su sombra sapiente y protectora el territorio nacional.

Con la ceremonia que hoy nos convoca, el Instituto los reconoce, valga la expresión, como miembros de una gran familia intelectual que ha ido creciendo, como las de sangre, alrededor de un tronco sólido que hunde profundamente sus raíces en la historia, en este caso en la historia de la medicina mexicana. Este día quedará indeleblemente marcado en su memoria como un momento de triunfo y de progreso personal. Escogieron estas disciplinas, se postularon a esta institución, fueron aceptados en ella, y tras un tiempo no exento de dificultades en el que el esfuerzo se hermanó a la alegría y la fatiga a la camaradería, llegó para ustedes el momento de partir hacia otros horizontes. Su paso por esta casa crea un lazo indisoluble con ella y les confiere, además, una especial responsabilidad: la de dar testimonio, con su ejercicio profesional y con su vida personal, de que han merecido con justicia el reconocimiento que hoy se les otorga. El diploma que adornará entre otros muchos un muro de su sitio de trabajo deberá recordarles, espero que durante largos y felices años, el compromiso que hoy contraen con la tradición y los valores que encarna esta institución y con los fundamentos científicos y humanos que animaron a su ilustre fundador. Aquí tuvieron la oportunidad de tomar contacto con las técnicas y los métodos más avanzados de la especialidad que eligieron, pero su formación, como bien lo saben, no concluye ahora, sino que deberán erigir por sí mismos, en un interminable proceso autodidáctico, sobre los cimientos aquí construidos, el edificio profesional y biográfico del que serán los únicos responsables. No sólo serán valorados por sus colegas y por la sociedad por sus triunfos académicos y científicos, sino también por la rectitud y la honorabilidad de su trayectoria vital. En una época confusa en crisis de valores es indispensable que los médicos, una vez más como en muchos momentos de la historia, den valeroso y decidido testimonio de responsabilidad social y de desinteresado compromiso con quienes depositarán en ustedes su confianza. ¡Que el Instituto se sienta honrado de haberles tenido entre sus egresados!

¡Gaudeamus igitur!

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