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Salud mental

versión impresa ISSN 0185-3325

Salud Ment vol.33 no.5 México sep./oct. 2010

 

Información y acontecimientos

 

El hakik ¿remedio o veneno?*

 

The hakik: remedy or poison?

 

Jean Garrabé1

 

1 Miembro del Comité Internacional de Salud Mental. Presidente de la Sociedad de L'Évolution Psychiatrique. E-mail: jean.garrabe@wanadoo.fr

 

Pocas sustancias han inspirado a tantos autores de textos religiosos, filosóficos, científicos, médicos y legislativos que las extraídas de ese cáñamo indio que llamamos en francés, desde 1846, cannabis. Esta denominación proveniente del griego kannabis, derivada a su vez del sumerio, sugiere que la planta descrita en su sistema taxonómico por el médico sueco Carl von Linné (1707-1778) bajo la denominación de cannabis sativa, surgida de las estribaciones del Himalaya, llegó desde la Antigüedad a Europa, mientras que se difundía hacia la India y el Medio Oriente antes de hacerlo, mucho más tarde, hacia las Americas.

 

DE DIOSCÓRIDES A COLUCHE

El médico anazerbeo Pedanios Dioscórides (I d. J.) se ocupa de él en su Tratado Sobre la Materia Médica como lo veremos. Me ocuparé hoy del «hakik», pronunciación usada en Marsella, en la región de la Canebiére, lugar predestinado según la etimología para ser un centro activo de tráfico de cannabis en el siglo XX, si creemos al sketch de Michel Colucci, llamado Coluche (1944-1986).

Todos estos textos de Dioscórides a Coluche, ya sea que sus autores sean poetas, escritores, médicos, políticos, sólo tratan en el fondo de una misma cuestión: ¿estamos en presencia de lo que podría ser un pharmacos, de una planta medicinal, y en ese caso cuáles serían las indicaciones terapéuticas y las reglas de prescripción, o por el contrario de una planta dañina, verdadero veneno del que los responsables de la Ciudad deberían prohibir el uso para proteger a los ciudadanos de los peligros que corren? Esta pregunta se formula por la evolución de la palabra francesa «droga» cuyo sentido antiguo era el de remedio tradicional (1588) antes de que tomara a principios del siglo XX el de «estupefaciente». Uno de los efectos sorprendentes de la globalización del comercio es que los políticos de diversos países preconizan ahora la despenalización del comercio y del consumo de haschich para poder cobrar impuestos al producto en venta libre, lo que significaría para el presupuesto de los Estados Unidos 30 mil millones de dólares.

Las interrogaciones etimológicas o lexicológicas tienen mucha importancia en este terreno porque según las palabras empleadas parece que no hablamos de la misma cosa.

Los ignorantes que como yo no leen ni el griego clásico ni el árabe literario pueden conocer la opinión de Dioscórides gracias a la admirable traducción al castellano hecha durante el Renacimiento por Andrés Laguna (1511-1559), el médico de Carlos V y del papa Julio III, publicada en 1566: Acerca de la Materia Medicinal y de los Venenos Mortíferos.1 Subrayo la última parte del título de esta espléndida obra ilustrada con grabados que representan las plantas medicinales estudiadas y en la cual Laguna da los equivalentes de «cannabis» en una decena de lenguas europeas así como la denominación «bárbara», es decir popular o corriente, el hakik de Coluche. Dioscórides escribe en el Capítulo CLX, Del Cáñamo Salvaje: «Sus granos calientan y secan con tal vigor y eficacia que disipan la virtud genital. Además son difíciles de digerir, dan una pesadez de estómago, emborrachan y se transforman en humores nefastos. Se deben perdonar a la cannabis estos inconvenientes y estos problemas porque es seguro que se trata del instrumento de la justicia para purgar y extirpar de la República a los malos hombres. También hay que notar que si la semilla del cannabis agota y consume el esperma, las gallinas que se nutren de él ponen huevos abundantes y excelentes» (p. 369). Este juicio pronunciado en el Primer siglo de nuestra era todavía estaba vigente en el Renacimiento, y sin discusión: la cannabis es un veneno mortífero y por este hecho no puede utilizarse en medicina. De Materia Medica había sido traducida al árabe desde el siglo IX por el médico nes-toriano que llamamos Estéfano (Istafán ibn Basil), traducción revisada por Hunayn ibn Ishád. Pudimos admirar un manuscrito del siglo XII de esta traducción, adquirido para la biblioteca de Colbert y conservado en la Bibliotéque Nationale,2 durante la exposición «A la sombra de Avicena», organizada en el Instituto del Mundo Árabe, en París. Parece que en esa época se distinguía el haschich al-haraftsh o yerba de los truhanes y el haschich al-fokora o yerba de los faquires.3

 

¿EL «PANTAGRUELION» ERA EL HASCHICH?

Fue Sir Robert Burton (1821-1890) quien propuso en su traducción de Las Mil y Lina Noches (1885) que esta yerba de los truhanes no sería otra que el misterioso «pantagruelion» del que Frangois Rabelais (1483-1553) describió los maravillosos efectos en su Pantagruel (1532). Numerosos eruditos han discutido esta opinión.4 Por mi parte pienso que si Rabelais dio prueba de un conocimiento profundo de la botánica medicinal del siglo XVI, debido a sus estudios médicos en Montpellier, los pasajes consagrados al pantagruelion en Los Horribles y Espantosos Hechos y Proezas del Muy FamosoPantagruel constituyen más bien una parodia de la farmacopea de su tiempo y una denuncia de la creencia muy difundida entonces de la existencia de una panacea universal.4 Hay que hacer notar que Rabelais no habla del haschich como medicamento en sus obras médicas, mucho menos conocidas que las obras literarias.

 

¿AVICENA PRECONIZÓ EL USO TERAPÉUTICO DEL HASCHICH?

Frecuentemente se cita a Avicena (980-1037) como uno de los representantes de la medicina de lengua árabe que utilizó el haschich con fines terapéuticos. Pero el doctor Dátil Boubakeur, rector de la mezquita de París, nos dice que el Islam prohibe el uso en medicina de las drogas psicotrópicas {Al Mukhaddirat) «en tanto que destructoras del psiquismo 'normal' del individuo en su facultad de recibir la luz divina» y, recordando el episodio en el que Avicena, en ese momento con sólo 18 años, curó a un príncipe samánida, habla como de un ejemplo de tratamiento de una melancolía delirante por medio de una técnica psicodramática sin recurrir a drogas. En cuanto a Gérard de Nerval (1808-1855), si en su Historia del califa Hakem,5 escrita de regreso de su viaje a Oriente en 1843, imagina un encuentro de éste (consumidor de haschich) con Avicena quien visitaba en el curso de un viaje al Cairo el máristán, es para hacer decir al médico persa: «Ya ve usted, su razón lo abandona... Felizmente se trata de visiones que no hacen mal a nadie. Siempre he dicho que el cáñamo con el cual se hace la pasta del haschich era esta misma hierba que, al decir de Hipócrates, comunicaba a los animales una especie de rabia y los llevaba a precipitarse en el mar» (p. 221). En suma, según Nerval, Avicena, al referirse a la opinión de Hipócrates, considera que el consumo de haschich puede generar por lo menos en el animal comportamientos autodestructivos. La pasta de haschich no es una sustancia medicamentosa y podemos preguntarnos si Nerval no pensaba en sí mismo esperando de la absorción del haschich un efecto terapéutico sobre la locura de doble forma que sufría y que le condujo al suicidio. Nerval da como apéndice de este relato lo que intitula el «Catecismo de los drusos», texto religioso cuya comprensión es extremadamente difícil para quien no conoce en detalle la historia del Islam y de sus sucesivos cismas.

 

LA ORDEN DE LOS ASESINOS (SIGLO XII) Y EL CLUB DE LOS HASCHISCHINS (SIGLO XIX)

La literatura sobre el haschich comprende, en efecto, un importante terreno: el de la constitución entre los chiítas ismaelianos, a partir de Abdallah ibn Ma'ímoün, de una confraternidad de iniciados que se convertiría, bajo la autoridad de Hassan ibn Sabbah, en el movimiento conocido en Occidente como la Orden de los asesinos. Los textos que habría escrito en persa el Viejo de la Montaña fueron quemados por los mongoles quienes habrían hecho copias, en ocasión del asalto y la destrucción en 1256 de la fortaleza de Alamüt, más de un siglo después de su muerte en 1124, de manera que ignoramos cuál era exactamente su enseñanza. Es en los textos literarios inspirados por las Cruzadas que aparecen en latín medieval palabras provenientes del árabe «hassa» que significa «despedazar», puesto que varios de los caballeros que participaron en la tercera Cruzada fueron víctimas de atentados perpetrados por los miembros de esta secta. Marco Polo (c. 1254-c. 1324) consagra varios capítulos (XL-XLII) de su Descripción del Mundo al «Viejo de la Montaña» y a la manera en que reclutaba a adolescentes muy jóvenes para hacer de ellos sus haschassis o asesinos. Ahí se lee el relato del viaje que hacían, embriagados por un bebedizo, a ese paraíso artificial de los jardines de Alamüt, los fanáticos de Hassan quien les hacía creer que esa era la prefiguración del verdadero paraíso al cual accederían por la muerte autosacrificial bajo la orden del Gran Maestre. Pero Marco Polo no dice nada acerca de la composición de este filtro, situando este episodio de las guerras de religión islámicas en un lugar llamado Mulette, que significaría en árabe «herético» y que correspondería a la fortaleza de Alamüt destruida por los tártaros de Levante, según él en 1265 o sea nueve años más tarde que la fecha comúnmente aceptada. Hay que recordar que Hassan y sus sucesores hicieron asesinar a más príncipes musulmanes que a cristianos. Como Marco Polo dictó su libro en 1298, el recuerdo de estos acontecimientos debía estar todavía presente en la mente de los habitantes de esta región de Irán.6 Joseph Freiher von Hammer-Purgstall (1774-1856) retomó en su Historia de la Orden de los asesinos? que hará conocer en Europa esta guerra de religión interna del Islam alimentada y sostenida por la droga, el relato de Marco Polo, pero dice que el Gran Maestre o el Gran Prior embriagaban a los candidatos a formar parte de esta legión de matones con el «el opio del beleño» hasta antes de conducirlos hacia esos jardines paradisíacos (p. 312). Esta alusión al Hyoscyamus Niger sorprende puesto que desde la Antigüedad se considera a esta solanácea como un veneno utilizado por los nigromantes en la conjura de los demonios. Hammer parece ignorar la composición exacta de la droga utilizada porque si opium u opion significa jugo de planta, siempre se trata del jugo de la amapola o adormidera. Cuando Baudelaire publicó Un Mangeur A'opium (I860), inspirado en las Confessions of and English Opium eater, de Thomas de Quincey (1821), es de esta otra droga de la que se trata. Cuando Hammer dice que fue el cuarto Gran Maestre quien reveló las alegrías del paraíso haciendo público el medio para acceder a él, habla como Marco Polo de «opio preparado con el beleño» (p. 215). Esto nos parece en contradicción con el siguiente pasaje: «Los efectos que produce nos explican el furor con el cual los jóvenes buscaban estas embriagadoras pastillas vegetales (Haschische), que les daban una confianza ilimitada en sus propias fuerzas. El uso de estas pastillas les había hecho merecedores del nombre de Haschischins, es decir Comedores de yerbas. Esta palabra en la lengua de los griegos y en las de los cruzados se transformó en la de «Asesinos», que se convirtió en todos los idiomas europeos en sinónimo de matón y de sicario, lo que recuerda involuntariamente las atrocidades de esta Orden (p. 215-216).

No fue sino a partir de los trabajos filológicos de Antoine-Isaac, barón Sylvestre de Sacy (1758-1838), quien también cita a Marco Polo, que se considera, gracias a un trabajo que escribió en 1809, que assassin (asesino) proviene de hashshashin «fumador de haschich». Ha(s)ch era una adaptación del árabe hasis, que significa yerba y cáñamo indio. Esto explica las variaciones de la ortografía de la palabra haschich en francés. El estudio de Sylvestre de Sacy, quien hablaba diez lenguas, seis del Medio Oriente y cuatro europeas, figura como anexo en la traducción francesa, publicada en 1833, de la obra de Joseph Freiher von Hammer-Purgstal.

Algunos novelistas árabes contemporáneos relatan que los otros dos condiscípulos de Hassan ibn Sallah en la universidad de la Mezquita de Nichapur, el futuro visir Nizám al-Mulk, quien sería una de las primeras víctimas de estos asesinos y el genial Ornar Khayam (c. 1050-c. 1123), habrían sido iniciados en el uso del haschich al mismo tiempo que él, en el Cairo. Pero el gran poeta persa alabó sobre todo la ebriedad razonable obtenida por el vino, desafiando la prohibición coránica. Sólo he encontrado en el cuarteto 183 el siguiente verso que podría ser una alusión: «Pondré pues esta esmeralda (haschich) en mi cubilete de rubí morado (calían)». El traductor escribe: «Esta figura completamente oriental presenta dos sentidos alegóricos. El primero es que la hoja de cáñamo con la cual se prepara este narcótico es de un verde que se asemeja al de la esmeralda. El segundo es que en la opinión de los persas bastaba mostrar una esmeralda a la serpiente para volverla ciega e impedirle así que mordiera».7 El calían es la pipa de agua (narguile) que el poeta compara con un rubí morado a causa del color del fuego que contiene y sería más bien un desafío más lanzado por el poeta persa a los mollahs que al tiempo que condenaban el uso del vino fumaban haschich.

Théophile Gauthier (1797-1881) citó a Hammer en Le club des hashischins, título bajo el cual, jugando con el doble sentido de la palabra, describió las sesiones organizadas a partir de 1844 por Joseph Moreau de Tours (1804-1884) en el Hotel Pimodan, el antiguo Hotel Lauzun, en el número 17 de la rue Poulletier, en la isla Saint-Louis, en París. El haschich se consumía allí bajo la forma de dawamesc, confitura de color verduzco en el que la droga está mezclada a la miel para endulzar lo amargo y a pistaches.

 

LOS EFECTOS DEL HASCHICH SOBRE EL PSIQUISMO

Los efectos nefastos del haschich sobre el psiquismo de quienes lo fumaban o lo bebían ya habían sido observados por los médicos de la expedición de Egipto, de ahí la disposición del general Bonaparte el 17 Vendimiario del año IX (8 de octubre de 1800) que edicta: «Art. 1.- Se prohibe en todo el Egipto el brebaje fabricado por ciertos musulmanes con el cáñamo (haschich) así como fumar los granos de cáñamo. Los fumadores y bebedores habituales de esta planta pierden la razón y son víctimas de delirios violentos que los llevan a entregarse a excesos de todo tipo». Brierre de Boismont (1797-1881) escribió en la Gazette medícale del 2 de mayo de 1840 que «Madden y Desgenettes vieron en el hospital del Cairo a varios alienados que habían perdido el uso de la razón sólo por consumir haschich» (p. 378).8 No se sabe si estos alienados haschichiados eran habitantes del Cairo o militares de la expedición.

 

EL TRATAMIENTO DEL TIFO DE ORIENTE Y DE LA PESTE

René-Nicolas Dufriche, barón Desgenettes (1762-1837), quien había sido contagiado por el tifo durante la campaña de Italia, debió hacer frente después a la epidemia de peste bubónica que asoló al ejército de Oriente.

Se cita frecuentemente a Louis-Rémy Aubert-Roche (1818-1874) como el primer médico que preconizó el uso terapéutico del haschich en su obra publicada en 1840, «De la peste o tifo de Oriente»,9 pero estos «documentos y observaciones recolectados durante los años 1834 a 1838 en Egipto, en Arabia, en el Mar Rojo, en Abisinia, en Esmirna y enConstantinopla», si constituyen uno de los primeros estudios desde el punto de vista de la medicina occidental, se apoyan sobre todo en una constatación epidemiológica, a saber, que los consumidores de haschich en estas regiones serían menos frecuentemente afectados por esta peste o tifo de Oriente, marcada por una fuerte mortalidad, que la población de no consumidores. Aubert-Roche habría curado personalmente, gracias al haschich, siete casos graves de «peste» pero no sabemos en qué consistía esta enfermedad que asolaba a una gran parte del Medio Oriente ni qué permitía distinguir sus formas graves que se beneficiarían con esta terapéutica. Se cita también a William Brooke O'Shanghnessy (1809-1889) como un autor que habría precedido a Aubert-Roche en el estudio médico del haschich, pero este médico de la British East India Company parece haberse interesado más en la preparación del Hemp o Gunga, tal como se hacía en Bengala, que en su eventual utilización terapéutica. Aubert-Roche formó parte después del grupo de médicos que frecuentaron las sesiones del Hotel Pimodan, consumiendo él mismo la confitura verde.

El Profesor Arveiller considera que la historia médica del haschich en Europa arranca con los famosos estudios psicológicos publicados por Moreau (de Tours) en 1845: Del haschich y de la alienación mental.10 Como se sabe, sólo en la última parte Moreau aborda la cuestión del tratamiento de la alienación por el haschich. Recuerda allí los resultados obtenidos por Aubert-Roche, al que cita desde el principio de su obra, para justificar su propia audacia terapéutica. Presenta ocho observaciones de alienados tratados por el haschich que habría permitido obtener la curación de los enfermos y su egreso de Bicétre entre 1840 (fecha en la que, a su regreso de su viaje a Egipto, había sido nombrado médico del hospicio) y 1842, sin plantear por lo demás conclusiones definitivas de tales ensayos terapéuticos. Fue el método llamado sustitutivo lo que le dio la idea de tal experimentación. Moreau pensaba de este modo llegar a sustituir la excitación maniaca patológica por aquella, artificial pero transitoria, provocada por la absorción de haschich. En el prefacio a la reedición de esta obra, publicada en 1970, Henri Ey consideró que se trataba del modelo de las «psicosis experimentales» que tantos autores intentaron provocar, en los años 1960, con otras sustancias alucinógenas como el LSD.

Estos audaces ensayos terapéuticos de la alienación fueron juzgados severamente, especialmente por Baudelaire, y nosotros pensamos por nuestra parte que los experimentos que Moreau emprendió, como él dijo «sobre mí mismo y sobre algunas personas (entre otros varios médicos) que tomé la decisión -lo que no es siempre fácil-, de consumirlo» (p. 14) para juzgar el efecto del consumo sobre voluntarios sanos debieron haberse llevado a cabo mucho antes que las tentativas terapéuticas con los alienados.

Théophile Gautier participó en una decena de sesiones experimentales y después renunció «a esta droga embriagadora no porque nos hubiera hecho mal físicamente sino porque el verdadero literato no tiene necesidad más que de sueños naturales y no le gusta que su pensamiento sufra la influencia de un agente cualquiera».11 ¿Tras este juicio estético no se dibuja el temor de un ataque a la integridad psíquica provocada por la repetición del recurso a la confitura verde para fantasear?

Fue Charles Baudelaire (1821-1867) quien en Del vinoy del haschich como medios comparados de multiplicación de la individualidad (1851), texto retomado en Los paraísos artificiales (I860),12 quien lanzó la polémica sobre las virtudes tóxicas o curativas respectivas de esos dos productos, polémica en la que participaron los médicos de su tiempo. Baudelaire se pronunció como el padre ebrio de alcohol que en el sketch de Coluche se lamenta del consumo de «hakik» por parte de su hijo, y se manifiesta por razones personales y culturales a favor del vino. Se mostró así muy prudente frente al consumo de haschich como medio de multiplicación de la individualidad. Théophile Gautier, quien escribió tras la muerte de su amigo, aseguró que aunque asistía a las sesiones del club nunca consumió haschich. Baudelaire se mostró sobre todo muy circunspecto acerca de la actitud que debe tener frente a esta droga el poder político: «nunca un Estado razonable podrá subsistir con el uso del haschich... Si hubiera un gobierno que tuviera interés en corromper a sus gobernados, sólo tendría que favorecer el uso del haschich» (p. 503). Finalmente observa: «Sólo como recuerdo hay que mencionar la reciente tentativa para aplicar el haschich en la cura de la locura. El loco que toma haschich contrae una locura que sustituye a la otra, y cuando la ebriedad pasa, la verdadera locura que es el estado normal del loco retoma su imperio como en nosotros la razón y la salud. Alguno se tomó la molestia de escribir un libro sobre esto. El médico que inventó este buen sistema no es para nada un filósofo» (p. 504). Esta crítica estaba dirigida por supuesto a los audaces ensayos terapéuticos de la alienación mental realizados por Moreau de Tours en Bicétre. Esta toma de posición de Baudelaire ha sido considerada como conservadora por nuestros contemporáneos defensores del uso generalizado y libre de las drogas, como Antonio Escohotado, autor de una monumental Historia general de las drogas?

 

BRIERRE DE BOISMONT

En la segunda edición de su Tratado de las Alucinaciones Brierre de Boismont relata una sesión del Club des Assassins a la cual fue invitado a participar con otros eminentes médicos y farmacéuticos, con ingestión de licor de haschich por tres voluntarios sanos.13 Se situó, pues, como observador externo de los efectos y no como observador de una experiencia vivida como Moreau o Théophile Gautier. Remite por lo demás a la descripción hecha por este último en La Presse del 10 de julio de 1843, de los efectos observados en sí mismo tras la absorción de la confitura verde, descripción que será muy citada posteriormente. Henri Ey la reproduce in extenso en su Tratado de las Alucinaciones (1973), en el capítulo consagrado al haschich. Brierre observa que «es curioso encontrar en ese trabajo los ocho fenómenos que el señor Moreau ha señalado en su libro sobre el haschich [se trata de los llamados normales por Moreau] pero ni ahora ni en esa época hemos compartido la opinión de nuestro honorable colega sobre el hecho primordial del delirio que él llama excitación maniaca, ni sobre la identidad absoluta de la naturaleza fisiológica del delirio con la de los sueños (p. 440). Pero no se pronuncia sobre el interés del haschich en el tratamiento de la alienación, y recuerda nuevamente su uso en la peste subrayando, por el contrario, los efectos psíquicos nefastos constatados en ciertos usuarios del producto. Consideró que «en todo caso, la composición del brebaje... debe ser sometida a la Academia de Medicina, y ninguna experiencia debe permitirse en los enfermos antes de que se conozcan perfectamente los elementos de esta droga» (p. 378). Recordó con cierta perfidia que Moreau ya había tratado y curado alienados con una sustancia venenosa, el estramonio {datura stramonium), otra solanácea como el beleño conocida por provocar trastornos mentales graves.

 

FELIX-ALEXIS ROUBAUD: EL TRATAMIENTO DE LA IMPOTENCIA POR EL HASCHICH

Un médico siguió a Moreau (de Tours) en el uso terapéutico del haschich pero con otra indicación diferente a la de la alienación mental: Félix-Alexis Roubaud (1820-1878) quien reportó las experiencias a las cuales se sometió voluntariamente para verificar el efecto de la cannabis sativa sobre el «sentido de la generación», en su «Tratado de la impotencia y de la esterilidad en el hombre y la mujer incluyendo los medios recomendados para remediarlas»,14 publicada diez años después de la del alienista. Esta obra tuvo un éxito indudable puesto que hubo tres ediciones francesas y una traducción al español. No obstante, si los lectores buscaron en ella un remedio contra la impotencia debieron haber quedado decepcionados puesto que las experiencias a las que se entregó Roubaud mostraron que la cannabis, lejos de curarla, la provoca. No obstante la hipótesis de partida era interesante. En efecto, habiendo constatado en ocasión de sus primeras experiencias vividas de consumo de haschich en 1848 (tenía entonces 28 años), también en el Hotel Pimodan, que la acción de la cannabis sativa sobre el sentido venéreo se producía en cada una de sus fantasías y exactamente de la misma manera en cada ingestión, nos describe de la siguiente manera una experiencia crucial a la cual se entregó valerosamente: «Me haschichiaba (sic) con una mujer cuyas costumbres fáciles no podían aportar obstáculo a la experiencia... tras el periodo de hilaridad... solicitado por una a una de las visiones completamente ideales provocadas por el haschich, y por la voluntad de hierro que me animaba, me encontraba en una alteración extrema y me pareció finalmente, que habiéndose producido la erección del miembro viril tras unos esfuerzos infinitos, quise entonces entregarme al coito. Pero en el momento en el que creía alcanzar el fin un obstáculo infranqueable se opuso a la intromisión peneana y mis fuerzas se agotaron para vencerlo: quebrado por la fatiga y bañado en sudor debí renunciar a este inmenso trabajo. El propio órgano copulador participaba en el abatimiento de todo el organismo».

Jacqueline Carroy ha publicado sobre este texto y sobre su autor un estudio al que remito al lector deseando limitarme aquí a la cuestión de saber si la cannabis es un remedio o un veneno.** Lo que me parece importante es que Roubaud, sin saberlo, hizo un descubrimiento fundamental: la del poder de disyunción*** de la pulsión (que Freud definirá como un concepto límite entre el psiquismo y lo somático) que tiene el haschich pues al desencadenar en su consumidor una intensa actividad fantasmática erótica impide su realización física. Finalmente los fanáticos de Hassan no podían más que soñar las delicias del jardín donde se embriagaban. No obstante no creo que ya se haya preconizado su empleo en el tratamiento de los criminales sexuales mientras que los poderes públicos preconizan actualmente su castración química.

Los experimentos realizados por Moreau marcaron la mente de los médicos durante toda la segunda mitad del siglo XIX.

 

CHARLES RICHET

En la recolección titulada «El hombre y la inteligencia»,15 Charles Richet (1850-1935) reporta varios de los estudios que realizó con el haschich. Algunos se refieren a los efectos experimentados por él mismo en ocasión del consumo bastante regular del producto bajo la forma del dawamesc que también hacía consumir a sus amigos. Se refiere también al texto de Théophile Gautier para la descripción de los efectos psíquicos pero insiste sobre un fenómeno que le parece característico y que no se encuentra en otras ebriedades: la alteración del tiempo y del espacio, descripción casi fenomenológica de una experiencia oniroide. Richet relata los intercambios que pudo tener con Moreau de Tours debido a la longevidad de éste. Yo no propongo aquí el uso del dawamesc ni para prolongar la vida ni con el fin de obtener el Premio Nobel de Medicina. Lo que es muy interesante es que Richet emprendió esos verdaderos estudios toxicológicos planteados por Brierre en lo que concierne tanto a las diferentes preparaciones consumidas (se quejaba de la mala calidad de las que preparaban los farmacéuticos parisinos) como a su toxicidad en el animal. Constató que es intensa en el perro y comparó el envenenamiento por el haschich en el animal de laboratorio al del absintio (ajenjo), con convulsiones que preceden a la muerte. Concluyó que el haschich es por excelencia el «veneno de las circunvoluciones cerebrales». Trató también de ver «si los perros envenenados una primera vez se vuelven más sensibles a la acción del veneno. Me pareció que así ocurría» (p. 495). ¿Fue ésta una premonición del fenómeno de sensibilización que bautizó como «anafilaxia» y que le valdría el Premio Nobel?

 

PIERRE JANET, CHARCOT Y EL HASCHICH

Cuando Pierre Janet (1856-1947) emprendió en el hospital del Havre sus propios experimentos para explorar el automatismo psicológico y fundar así una psicología experimental, quedó muy impresionado por el medio utilizado por Moreau de Tours para explorar las formas inferiores de la actividad psíquica, pero habiendo asistido a un consumo de haschich por un voluntario no alienado, quedó aterrado por la violencia de los efectos producidos por lo que prefirió utilizar un método de investigación menos violento, el hipnotismo, para explorar el psiquismo de los enfermos, sobre todo histéricos, que le habían sido confiados por los médicos de ese establecimiento. No obstante se ve, al leer su tesis de filosofía El automatismo psicológico (1889)16 sobre estas formas inferiores de la actividad humana donde consigna el resultado de sus experimentos, que los trabajos de referencia en ese terreno siguen siendo para él los de Moreau. Ese voluntario sano no parece haber sido él mismo, por lo que fue en tanto que observador externo como quedó aterrado por la violencia de los efectos. Por lo que concierne al estudio de las drogas que serían calificadas como psicodislépticas, Janet se interesó, sobre todo después de su viaje triunfal de conferencias en México, en el peyote o Anhalonium Lewinii, nombre que le fue conferido en 1886 tras de que Louis Lewin (1850-1929) lo hubiera traído de América. Janet lo cultivó en una maceta en el balcón de su departamento de la rue de Varennes, hasta el fin de su vida, frente a la estupefacción de los mexicanos que lo visitaban. Una placa conmemorativa ha sido colocada recientemente en la fachada de ese inmueble en el que Janet vivió desde 1904 hasta su muerte.

En cuanto a Charcot, consumió personalmente por lo menos una vez el haschich puesto que se conserva en la Biblioteca Charcot de la Salpétriére el dibujo que hizo de sus visiones, pero, hasta donde se, no llevó más lejos la exploración. Este dibujo me parece más pobre que aquellos que este excelente dibujante realizó sin la ayuda de un tóxico.

 

EL DESINTERÉS POR EL ESTUDIO DEL HASCHICH

En la segunda mitad del siglo XIX el interés de los médicos se desplazó hacia otras plantas, sobre todo a partir del descubrimiento y la extracción de sus alcaloides: en 1817 la morfina, del opio, por Friedrich Setürner (1783-1841), más tarde, en 1860-1865 la cocaína a partir del Erythroxylon Coca. La elucidación de sus fórmulas químicas sería todavía más tardía. En todos los casos la bibliografía de inspiración médica de fin del siglo se orientó hacia el estudio de los efectos psíquicos de la cocaína y de su utilización en terapéutica como droga de sustitución de los opiáceos, siguiendo el ejemplo de la poco afortunada tentativa de Freud quien pasó al lado de su utilización terapéutica como anestésico local en oftalmología, o de la utilización según Sir Arthur Conan Doyle (1869-1930) de una solución de cocaína por Sherlock Holmes como estimulante mental. Fueron menos en esa época los textos consagrados a los trastornos mentales provocados por el consumo de cannabis la cual, por lo demás, disminuyó por lo menos en Europa. Además las drogas naturales sufrieron la competencia provocada por la aparición de productos sintéticos, como el hidrato de cloral del que Nietsche se volvió adicto, y más tarde de los derivados del ácido barbitúrico, descubiertos el 4 de diciembre de 1864, fiesta de Santa Bárbara, de ahí su nombre. Estos dos productos, introducidos en terapéutica como hipnóticos, provocaron durante todo el siglo XX graves toxicomanías, trastornos mentales y muy numerosas muertes sobre todo cuando se asociaban, como en los casos del presidente Schreber y de Marylin Monroe.17

 

EL HASCHICHISMO EN EL SIGLO XX

Bajo este título Régis escribió en la quinta edición de su Précis de psychiatrie: «Nuestro alumno Hesnar ha descrito (l'Encéhale, 1912) trastornos psíquicos agudos en los fumadores de cáñamo de Siria y de Turquía, así como signos de decadencia cerebral obtusa en los intoxicados crónicos»18 y describió por una parte la ebriedad haschíchica y por la otra la intoxicación crónica considerada como propia de las regiones donde vivían esos fumadores de cáñamo.

Louis Lewin consagra un capítulo -que está lejos de ser el más desarrollado- de sus Phantastica19 al cáñamo indio. Tras describir su historia trata ampliamente el desarrollo del «cannabinismo» (sic) en África, después en Asia Menor y en Oriente Medio, lo que parece ser el objeto de sus preocupaciones de entonces, antes de describir los efectos del cannabinismo. Fue muy pesimista en lo que concierne a su consumo crónico que provoca, según él, graves trastornos mentales: «nos encontramos por supuesto frente a un phantasticum pero que ofrece algo particular, pues junto a las ilusiones sensoriales, no siempre agradables, y junto a la impresión de euforia que provoca en ciertos individuos, puede provocar efectos más brutales que conducen a enfermedades mentales». Lewin se plantea la pregunta de saber por qué las enfermedades provocadas por la cannabis son tan diferentes de aquellas provocadas por la cocaína: ¿se trata de una afinidad química particular de ciertos componentes del cáñamo para ciertas zonas del cerebro? En todo caso no lo considera, en el estado actual de la ciencia (escribió su libro en 1925), como de utilidad terapéutica. No obstante agregó algo que nos intriga: «el cultivo del cáñamo se ha organizado desde 1917 en Alemania para las necesidades de la medicina». ¿Cuáles eran las necesidades de cáñamo para la medicina alemana al final de la Gran Guerra? ¿Se utilizaba para el tratamiento de los dolores de los heridos?

 

EL CANNABINISMO

Entre las dos guerras mundiales fueron los médicos europeos que ejercían en el Maghreb quienes se interesaron por el cannabinismo, término que había remplazado al de haschichismo. Fue así que Bouquet, de Túnez, realizó el estudio para la Comisión de estupefacientes de la Sociedad de las Naciones, en 1939, pero el producto ya había alcanzado el Continente Americano. En su Manuel de Psychiatrie, Antoine Porot, profesor en Argelia, tras recordar los diferentes modos de consumo en el mundo, distinguió desde el punto de vista clínico la ebriedad cannábica del cannabismo crónico. Empleó el término de psicosis para calificar tanto los episodios agudos y subagudos como las psicosis prolongadas y crónicas cuyas manifestaciones clínicas «hacen pensar en una psicosis disociativa con debilitamiento intelectual y plantear el diagnóstico de demencia precoz».20 Observemos que ya señalaba el problema de la doble intoxicación: «los fumadores de kif del África del Norte se habitúan también al alcohol y acumulan las intoxicaciones» y se interrogó sobre la eficacia respectiva de las políticas de prohibición absoluta que favorecía la intoxicación clandestina o de monopolización por el Estado, como ocurría en Túnez.

 

LA LLEGADA DE LA MARIJUANA O MARIGUANA A LOS ESTADOS UNIDOS

Entre las dos guerras la batalla alrededor de la mariguana se desarrolló en los Estados Unidos donde la cannabis sería conocida bajo este nombre en razón de su introducción, a partir de México, por los hispanófonos. Se ignora el origen del empleo de ese doble nombre femenino, marijuana, escrita con una jota para designar el cigarrillo de haschich fumado en los bajos fondos de México a principios del siglo XIX. Según los datos que gentilmente me comunicó personalmente el doctor Osear Prospero García, del Laboratorio de Cannabinoides de la Facultad de Medicina de la UN AM, el origen de esta apelación sería una palabra náhuatl: marihuana. Mallín significa prisionero, hua poder o propiedad de, y ana agarrar, palabra que habría sido confundida con otro significante, el doble nombre español marijuana. El doctor José Luis Díaz me comunica que durante el periodo colonial se llamaba marijuanas a las curanderas que utilizaban la planta para tratar los dolores reumáticos. No me atrevo a decir que mariguana expresaba más bien el poder de la cannabis para apoderarse de la mente y marijuana el de calmar el dolor. En todo caso esta designación se popularizó por la canción La cucaracha, cantada en México desde principios del siglo XX sobre un aire antiguo proveniente de España y cuya letra cambiaba en función de los acontecimientos políticos. ¿Se referían inicialmente al general Victoriano Huerta, comparado con una cucaracha porque usaba lentes negros y una levita oscura y además cojeaba? Las tropas de Pancho Villa (1878-1923) rebeladas contra el gobierno constitucionalista de Venustiano Carranza (1859-1920) agregaron algunas estrofas:

De las barbas de Carranza
voy a hacer una toquilla
pa ponerla en el sombrero
de su padre Pancho Villa.

Las mujeres en el pecho
tienen puesta una esperanza
y un poquito más abajo el retrato de Carranza.

Conservando por supuesto el célebre refrán:

La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar
porque no tiene, porque le falta
mariguana que fumar.

Durante las guerras revolucionarias mexicanas la cannabis era pues fumada bajo la forma de cigarrillos.

Este antiguo aire español que llegó a la Nueva Orleans hacia 1910 fue uno de los orígenes del jazz. Louis Amstrong (1901-1971) sería su intérprete más conocido bajo esta forma musical. Dejo a los historiadores del jazz la tarea de precisarnos si formó parte de los aires que registró en París en el estudio que existía en el sitio del actual Square Louis Amstrong, en el Quartier de la Salpétriére. Este tema inspiró también musicalmente a Jean Oberlé el eslogan utilizado por Radio Londres: «Radio París miente, Radio París miente, Radio París es alemán», pero no creo que haya habido aquí alguna referencia a la cannabis.

 

LAS BATALLAS POLÍTICAS ALREDEDOR DE LA MARIJUANA EN LOS ESTADOS UNIDOS

Los textos literarios, musicales, legislativos y médicos concernientes a la marijuana proceden esencialmente, para el siglo XX, de los Estados Unidos, tras el Marihuana Tax Act, de 1937, que instauró la prohibición hasta la contestación de la beat generation en los años 50 y después la de los hippies. Tengo la impresión que se utiliza la ortografía náhuatl correcta en los textos que reglamentan el uso de un producto considerado como terapéutico: Marihuana Act o Medical Marihuana, y la española marijuana cuando se le considera como una droga, habiéndose producido una inversión de los significantes. La cuestión de la legislación concerniente al producto, su despenalización o tolerancia para un uso médico, es decir la de saber si la cannabis sativa es un veneno o un medicamento, va a estar en el centro de varias de las últimas campañas presidenciales y aparentemente lo será para las próximas. Curiosamente fue a partir de la guerra de Vietnam que la atención de los médicos militares norteamericanos fue nuevamente atraída por los efectos del consumo de cannabis por el cuerpo expedicionario o por los veteranos que sufrían de trastorno pos traumático, pero por una especie de modus vivendi entre las dos corrientes bien pensantes opuestas no se abordó la cuestión de los trastornos mentales producidos por el consumo regular. Al mismo tiempo se planteó en California, convertida en uno de los más grandes productores mundiales, la cuestión de la Medical Marihuana.

Es sorprendente la prudencia con la cual el DSM-III trata de la Categoría Trastornos mentales orgánicos ligados a la cannabis que se reducen a dos rúbricas: 305.20 Intoxicación por cannabis y 292.11 Trastorno delirante ligado a la cannabis, sin que se mencione la posibilidad de una evolución psicótica ulterior incluso bajo la forma de una de esas comorbilidades de la que este Manual es tan pródigo. Se precisa que en los Estados Unidos las sustancias más utilizadas son la marijuana, el haschich o el THC fumados o ingeridos oralmente. Sólo en el lenguaje corriente se habla de los mariolics, los consumidores regulares que sufren de una adicción. El DSM-IV desarrolla más el tema y remite a otros «Trastornos inducidos por la cannabis», especialmente el delirium y el Psychotic Disorder, pero se trata de un capítulo que se ocupa de los trastornos psicóticos inducidos por un gran número de sustancias sin que se especifiquen las particularidades propias de aquellas provocadas por la cannabis.

 

EL REGRESO DE LA CANNABIS EN EUROPA

Al haberse globalizado el mercado de la droga como todos los mercados a finales del siglo XX la cannabis penetró en Europa por dos vías comerciales, una proveniente de América y la otra del Maghreb, antes de que se desarrollara el cultivo in situ, menos oneroso, al aire libre, en invernadero o en departamento. Fue también el tiempo en el que se difundió en la opinión pública una distinción sorprendente entre «drogas duras» y unas míticas «drogas dulces» que podrían ser consumidas impunemente, mito que pondría en aprietos al famoso estudio epidemiológico de larga duración efectuado en Suecia sobre una promoción de conscriptos que puso en evidencia la elevada frecuencia de cuadros clínicos que evocaban una evolución esquizofrénica y que aparecían en los jóvenes consumidores regulares de haschich a dosis importantes en relación con los no fumadores. Este estudio se confirmó en la mayor parte de los países en función del aumento del número de consumidores que habían comenzado a utilizarlo regularmente desde la adolescencia.

Actualmente se admite en Francia la existencia de psicosis inducidas por el uso frecuente y prolongado de cannabis a partir de la adolescencia. Se describen así tres cuadros clínicos: el síndrome confusional agudo, un síndrome llamado esquizofreniforme y un trastorno psicótico prolongado. Pero la discusión se orientó, como en todos los casos donde hay co-ocurrencia de trastornos mentales y de consumo de drogas, hacia el hecho de saber si ésta puede por sí sola provocarlos o si no hace más que revelar una vulnerabilidad o una susceptibilidad previa, incluso si el recurrir a la droga no sería una tentativa de autoterapia del sujeto que intentara corregir los fenómenos que comienza a experimentar por el uso de una sustancia a la cual tiene un acceso más o menos fácil. La observación clínica nos brinda el ejemplo de jóvenes en búsqueda de una ebriedad cannábica para luchar contra la anhedonia, esa pérdida de la capacidad para experimentar placer que fue descrita por Théodule Ribot en 1896 y a la que numerosos psiquiatras contemporáneos consideran un elemento esencial de la fase inicial de la evolución esquizofrénica.

El Observatorio Francés de Drogas y de Toxicomanías (OFDT) hizo público el 4 de febrero de 2010 los resultados obtenidos por su dispositivo de observación TREND establecido en 1999. Ahí se lee, respecto del enraizamiento de la cannabis: «Tras el último decenio marcado por el aumento constante del uso de cannabis, su consumo se ha estabilizado pero a un nivel muy elevado. La cannabis es hoy el producto ilícito más consumido en Francia, con 1.2 millones de consumidores regulares y 550 mil consumidores cotidianos». No se brindan indicaciones sobre la importancia del consumo de estos últimos. «La iniciación ocurre en promedio a la edad de 15 años, menos en el cuadro festivo que en el cotidiano, al contacto con otros jóvenes».21 Es en esta población que el peligro de desarrollar una psicosis cannábica es el más grande.

La dificultad es tanto mayor que en nuestros días ya casi no se encuentran en Francia sujetos que sólo recurran a una droga, fumadores puros de cáñamo indio, sino que hay siempre un consumo simultáneo de varios productos, especialmente haschich-alcohol, como lo describía en otro tiempo Antoine Porot en África del Norte, y que es pues difícil relacionar las manifestaciones clínicas a tal producto más bien que a otro. No obstante se puede hacer notar, a contrario, que si el alcoholismo puede por sí mismo provocar un delirium como el cannabismo, nunca se han descrito trastornos mentales de aspecto esquizofreniforme entre los alcohólicos crónicos como los observados en los cannábicos crónicos. Se trata aquí de un problema particularmente difícil de resolver desde el punto de vista terapéutico. Por su parte, el tabaco tendría un efecto potencializador sobre la cannabis.

 

LOS CANNABINOIDES

Se suscitó una gran esperanza por los progresos de la farmacología, en particular por el descubrimiento de los cannabinoides «sustancias emparentadas desde el punto de vista químico al tetrahidrocannabinol (THC), y que son aisladas de la cannabis u obtenidas por síntesis».22 Observemos que no son alcaloides sino terpenos. Algunos tendrían sobre todo propiedades psicotropas poderosas en tanto que otros tendrían propiedades terapéuticas en particular contra el dolor. Pero como ocurre frecuentemente estos progresos han mostrado que las cosas son más complicadas de lo que uno se imagina y han aparecido nuevas interrogantes. En efecto, el descubrimiento de receptores cerebrales específicos para THC llevó a formular la hipótesis de la existencia de cannabinoides naturales. Serían éstos los que estarían en el origen de los síntomas psicóticos incluso en ausencia de un aporte tóxico exterior.

LA GLOBALIZACIÓN DEL MERCADO

Me parece significativo que la reciente «Contra-encuesta» publicada en Le Monde de fecha 4 de junio, haya aparecido en la rúbrica «Economía».23 Sólo un breve «Contrapunto» señala los resultados de las encuestas del INSERM de 2001 y 2004 sobre el riesgo de presentar síntomas psicóticos cuando se ha consumido cannabis durante la adolescencia. Se incluyen datos interesantes de la legislación californiana. Desde que en 1996 California autorizó el cultivo y el consumo de la marijuana con fines terapéuticos teniendo como indicación los dolores, los trastornos de la motilidad o las náuseas, el número de ciudadanos que sufren de estas patologías ha aumentado considerablemente. Se estima que hay actualmente 400 mil en este Estado. Las recetas médicas prescritas en ocasión de una consulta de 200 dólares es válida durante un año para «todas las enfermedades susceptibles de ser aliviadas por la marijuana». Otros trece Estados han seguido el ejemplo californiano por lo que el número de sujetos bajo tratamiento médico con cannabis en los Estados Unidos debe ser considerable. Ignoro lo que esté previsto en la reforma de los seguros de enfermedad para la carga financiera de estos tratamientos. En lo que concierne a la cannabis llamada «recreativa», un proyecto de ley propuesto por un electo demócrata de San Francisco prevé otorgar a cada condado la posibilidad de permitir la venta, en expendios autorizados, de una onza de yerba para los adultos de más de 21 años que no podrán fumarla en lugares públicos ni en la proximidad de menores.

Se ha fundado un Campus Universitario Oaksterdam (contracción de Oakland y Amsterdam) que forma a los «cannabusiness» y que administra cuatro dispensarios. Desde 2009 la ciudad de Oakland ha creado un impuesto de 1.8% sobre las ventas de «cannabis médica». En Los Ángeles, donde se habían creado 900 sitios de venta de cannabis médica, las autoridades contemplan reducirlos solamente a 70 para evitar los abusos constatados.

En Francia, los políticos que preconizan la despenali-zación del comercio y del consumo de cannabis evocan también la eventualidad de cobrar impuestos sobre el producto a una tasa que no he visto precisar. Este sería tal vez un medio de reducir el endeudamiento de las diferentes regiones o incluso el del Estado.

 

REFERENCIAS

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8a. Sylvestre de Sacy. Mémoire sur la dynastie des Assassins et sur l'origine de leur nom, lu a la séance publique de l'Institut du 7 Juillet 1809.         [ Links ]

8b. Lettre au rédacteur du Moniteur du 25 Décembre 1809 in 6 (346-342).         [ Links ]

9. Aubert-Roche. De la peste ou typhus d'Orient. París: Libraire des Sciences Medicales; 1840.         [ Links ]

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NOTAS

* El título de este artículo se refiere, de manera humorística, a un neologismo introducido por el célebre cómico francés Coluche, que en un sketch muy celebrado imitaba a un marsellés alcohólico que se quejaba de que su hijo, en lugar de beber alcohol, consumiera «hakik», pronunciando a la italiana o a la alemana la «ch» del haschich.

** Jacqueline Carroy: «Les visions toute idéales de Félix-Alexis Roubaud». Le portique. Revue de philosophie et de sciences humaines. 10. 2002.

*** Fil. separación de dos realidades, cada una de las cuales está referida intrínsecamente a la otra. DRAE.

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