SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.33 número4Mesa Redonda. Las revistas psiquiátricas latinoamericanasAutoevaluación índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Salud mental

versión impresa ISSN 0185-3325

Salud Ment vol.33 no.4 México jul./ago. 2010

 

Información y acontecimientos

Un Quevedo psicopatólogo

 

En la reciente publicación de la Poesía inédita de Don Francisco de Quevedo y Villegas (Atribuciones del manuscrito de Évora, Edición, introducción y notas de María Hernández, Editorial Libros del Silencio, Barcelona, 2010, pp. 89–92), aparece un Romance de interés para los lectores de SALUD MENTAL, por lo que lo incluimos:

A una dama melancólica que pidió a un caballero que
le escribiese la definición de su mal

Tan imperiosa mandáis
que escriba, señora mía,
de vuestra melancolía
el extremo en que os halláis,
que mi rudeza obligáis,
y con noble atrevimiento,
la propia ignorancia aliento
porque digáis la verdad que,
como la voluntad,
mandáis al entendimiento.

No pregunto la razón
de dónde este mal os viene,
porque lo malo que tiene
es no saber su ocasión,
que esta secreta pasión
no quiere que se revele
su causa, que a veces suele,
con este oculto accidente,
irse acabando el doliente
sin saber dónde le duele.

Y lo mismo en vos se ve
que todo este mal consiste
en que, muriéndoos de triste,
no podáis saber de qué;
ni yo, señora, lo sé,
aunque me importa buscar
remedio que os aplicar,
porque veo que, en virtud
de que vos gocéis salud,
la tengo yo de gozar.

Puedo pensar porque pende
de una fuerte aprehensión
que está en la imaginación,
que es de linaje de duende,
que ni se ve ni se entiende,
y si esto fuese, está llano
que será el remedio vano
donde el solo golpe suena
y ninguno ve la mano.

Y cuerdamente se rigen
los que a la melancolía,
que es más de la fantasía,
le dan fantástico origen,
porque sin causa se afligen
los tocados deste mal,
a los dormidos igual
que despeñados y muertos
se sueñan, pero despiertos
no ven golpe ni señal.

Vos, señora, sois así
cuando os melancolizáis,
porque aquí y allí pensáis
sin pensar aquí ni allí;
oigo decir por ahí
que padecen comúnmente
discretos este accidente;
yo no alcanzo este secreto:
¿cómo puede ser discreto
quien se muere neciamente?

Por esto me persüado
que, en vuestra gran discreción,
no sabe un mal sin razón
que sólo es imaginado;
demás que en vos he notado
que os reís, buena señal
de que no será mortal
aunque más terco por fíe,
porque mal con que se ríe
no debe ser grande mal.

Y agora, dé mi [re] medio,
que me habéis tenido tal
que, por sentir vuestro mal,
deje de llorar el mío,
pero por eso confío,
señora, en vuestro valor,
que os ha de obligar mi amor,
si aquel se tiene por bueno,
que por el dolor ajeno
no cura de su dolor.

Ay, si Amor, señora mía,
causara vuestra inquietud,
vendiera yo mi salud
por vuestra melancolía,
que, viendo que consistía
toda mi felicidad
en mal de esa calidad,
mal haya mi pensamiento
si no procurara aumento
a tan alta enfermedad.

[Ms. de Évora, pp. 620–625]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons