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Salud mental

versão impressa ISSN 0185-3325

Salud Ment vol.33 no.1 México Jan./Fev. 2010

 

Revisión de la bibliografía internacional

 

El espíritu. Ensayo sobre la unidad paradójica de los flujos energéticos de la dinámica psíquica

 

Robert–Michel Palem

 

Pierre Marchais. L'Esprit*: Essai sur l'unité paradoxale des flux énergétiques de la dynamique psychique. Ed. L'Harmattan, col. Trouvailles et retrouvailles, París, 2009, 244 páginas

 

Este libro es el más reciente de Pierre Marchais y la coronación de su obra (el décimo séptimo como autor único), la piedra angular de su edificio, de su sistema. Admirable constancia en su legítima preocupación: hacernos pensar justamente en psiquiatría para integrar, por fin, a la psiquiatría dentro del <<círculo de las ciencias>> donde nunca ha sido verdaderamente tomada en serio. Perseverancia también en el esfuerzo y la comunicación (numerosas intervenciones eruditas en la Société Médico–Psychologique de la que fue tan largo tiempo el sostén, un personaje mayor). Si como lo piensa Helvetius: <<en las cuestiones complicadas no basta para ver bien tener el espíritu justo: es necesario también tenerlo amplio…>>.1 El autor cumple, y hay que reconocerlo con todas las garantías. Bajo la antigua reserva, empero, de Auguste Comte: <<hay que preocuparse del método y de la metodología hasta que la ciencia ya esté constituida>>. Así, es esto lo que no dejarán de pensar aquellos que reconociendo l'Esprit tal como lo diseca admirablemente el autor a lo largo de su libro, pensarán que desmiente a esos antiguos griegos para quienes todas las desgracias del hombre provenían de que no podían unir el principio y el fin. Porque el autor lo logra bastante bien aquí, de cierta manera. En otros términos, el espíritu no es el descubrimiento y la recompensa de su largo camino, sino el tesoro oculto que guardaba de alguna manera en él, en herencia (<<y este trabajo permanece marcado por un antropocentrismo evidente>>, reconoce en la página 20). Desde hace tiempo que esto se sospechaba.

¿Pero en herencia de qué? Es a esta pregunta a la que Pierre Marchais puede brindar (y brinda) respuestas interesantes.

Cuando dice que <<el espíritu es la piedra angular del edificio psíquico>>, no se puede dudar que superpone o confunde ventajosamente a este último con la representación piramidal y <<metafórica>> del recorrido progresivo del conocimiento que da en la página 55 (gráfica 6) y en las páginas 198–199 (gráfica 26); providencialmente señalado por las obras del autor, testigos oportunos de las diversas etapas de su investigación, sin que el ascensor se haya equivocado en algún momento de piso. Habla así (p. 83) de su <<metáfora de un pico de conocimiento por escalar y habiendo alcanzado su cima con nuestro estudio sobre la conciencia humana…>>.2 Pero se le agradece que rechace todo reduccionismo o dogmatismo y que aborde esta problemática con <<una perspectiva ampliada de tipo interdisciplinario y un método suficientemente riguroso y flexible como el método sistémico>>, inspirada en la teoría de los conjuntos, fiel a <<un enfoque dualista operatorio de pertenencia cartesiana>> precisa en la página 62; situándose dentro de <<una perspectiva dinámica y estructural del pensamiento>>. Marchais no parte, no obstante, de una tabula rasa cualquiera y permanece fiel, en principio, a <<una representación estructurada del sistema psíquico, es decir a una arquitectónica apoyada en la biología>> (p. 33). Los seguidores de Henri Ey estarán contentos.

Ahí donde Ph. Prats subraya la importancia del principio del tercero excluido de Aristóteles en la comprensión de la Conciencia según Ey, Pierre Marchais manifiesta un vivo interés por el principio del tercero incluido de Lupasco3, del que subraya el interés para su tema y el deslizamiento inevitable hacia una <<empresa analógica>> y de los <<mundos virtuales>>. Jung aparece como un precursor a propósito de la noción de analogía epistémica.

<<Hablando analógicamente, no corresponde a nuestra lógica habitual que evoca el principio del tercero excluido el decidir si existe o no un espíritu unitario. Es la existencia admitida y reconocida de este último por sus diversos efectos observables lo que conduce a utilizar otros tipos de razonamiento recurriendo al tercero incluido, los cuales pueden no obstante conservar un cierto rigor>> (p. 113).

En las páginas 124 y 125 se plantea la pregunta de la unicidad del espíritu o de sus polarizaciones contrarias. Porque existe por supuesto una fuerza energética [¿se trataría de la Locura de los antiguos?] que va en contra de los principios conocidos de armonía, de simetría y de integración, pronto personificada como <<mauvais esprit>> (<<mala índole>>). Pero el espíritu (que no podrá confundirse con lo divino) se multiplica menos que las divinidades. La perspectiva psicológica (fenomenológica) se opone ahí a las perspectivas (teorías) constructivista y ontológica (p. 153).

 

¿QUÉ ES PUES EL ESPÍRITU? DEFINICIONES

Principio de fuerza implícita al hombre, que activa su pensamiento, da un sentido a las dinámicas de pensamiento y del que dan testimonio los fenómenos vividos existenciales, creativos y morales, los <<flujos energéticos>>. Se puede considerar al espíritu <<como una realidad intrínseca o como una representación de nuestra actividad de pensamiento>>.

<<Que este concepto sea el efecto de una construcción natural del pensamiento o el origen de este pensamiento, sigue siendo un asunto de creencia>>. Se cree o no se cree. <<El espíritu, la creditividad [aptitud para creer] y la creencia están así estrechamente ligados>> (p. 91). El espíritu <<pertenece inicialmente más a la creencia que a un pensamiento reflexivo ya capaz de definirlo… se presenta como una dinámica profunda que surge con el ser>>.

<<Fundamento del sistema psíquico con todos sus aspectos positivos o negativos>>, hay que distinguirlo de la conciencia4 y del conocimiento, aunque las relaciones entre todos ellos sean muy estrechas.

Es un <<principio organizador>>, un <<operador>> que sirve para ligar las estructuras progresivamente formadas (arreglo complejo de bucles retro–antero–activos integrados en los diferentes niveles), sin necesariamente ser el único en constituirlos dado que pueden intervenir también factores exteriores y retroacciones esperadas de las estructuras siguientes. Pero <<es ilusorio querer localizar al espíritu dentro de la arquitectónica psíquica>>, de la que no es más que el <<principio motor>>, la <<dinámica energética>>, el espejo (una <<representación metafórica imaginaria>>, p. 86), el <<baño nutricio>>.

En cuanto a decir como algunos que es un contenido sin forma, o como otros que <<el espíritu es la forma del cuerpo>> (los aristotélico–tomistas), se trata de bellas fórmulas pero de valor probatorio desigual o incierto, entre actitud operatoria y aserción existencial (págs. 102–104).

Lo que es más seguro es que el espíritu es <<una estructura viviente de integraciones sucesivas y ávida de una integración tan total como sea posible… tentada por la representación de un absoluto>>.

Por el espíritu, <<el hombre aparece así objeto y sujeto de una fuerza que lo integra al medio y le da la posibilidad de actuar sobre sí mismo y sobre los demás>>.

Hay tres buenas páginas (59–61) sobre el dualismo, el espíritu y el alma en Platón, Aristóteles, Epicuro, Tertuliano, Orígenes… también se aprecia el enfoque junguiano.

Observemos de paso: que un metodólogo y epistemólogo de la calidad de Pierre Marchais, apasionado por las matemáticas y la informática, esté obligado a recurrir a un <<subterfugio metafórico>> y a entregarse a un verdadero <<trabajo de ilusionista>> (p. 111), evocando las <<construcciones que conducen a ficciones>> (p. 141)… nos tranquiliza y nos alegra al mismo tiempo. Son las bellas imágenes las que nos hablan (entre metáforas y … peticiones de principio) cuando el autor nos dice que <<el espíritu irradia en el ser y todo alrededor de él>> (p. 57), que él <<sopla>>, que <<él se trasciende>> (p. 157), que él <<anima y vivifica el pensamiento y permanece como fuente de la libertad>> (p. 221).

<<Desde su comienzo, cuando la aparición del ser, anima al pensamiento y contribuye a formar la conciencia, con las innumerables dinámicas psíquicas y los automatismos que participan en su constitución, contribuyendo así a estructurar el conocimiento. No obstante, es al mismo tiempo el efecto y la esencia de una energía original, energía que realiza una aptitud dinámica de síntesis para comunicar con los demás, uno de cuyos aspectos es la palabra antes incluso de su formalización realizada por el lenguaje (que puede ser engañoso) y los útiles técnicos que son las lenguas, las cuales denotan su variedad expresiva>> (p. 204).

En las páginas 176–180 hay un excelente párrafo sobre los <<ceñuelos trascendentales>>, donde se recuerda que no hay que <<tomar el camino de las abstracciones del pensamiento por una auténtica trascendencia del espíritu>>; que la espiritualidad no deberá reducirse a los determinismos psicológicos ni tampoco desembocar necesariamente hacia una <<trascendencia espiritual llamada sobrenatural>>. Ahora el espíritu puede trascenderse en razón de la doble acción de un impulso mental por las fuerzas del ser viviente y una aspiración por las representaciones del universo. Las de los místicos agregan dimensiones ilusionales, catatímicas, estéticas y megalomaniacas bien conocidas. Hay allí una posibilidad suplementaria, una actividad de lujo, un bello escape contingente y facultativo.

Pierre Marchais no disimula su satisfacción por encontrar y prolongar, dentro de una vasta corriente histórica de <<isomorfismos>> y de <<homeomorfías>>, los valores platónicos de lo Bello, del Bien y de lo Verdadero (pp. 205, 214). Se une en gran medida a estas perspectivas clásicas y optimistas.

En el capítulo IV, <<Síntesis>>, el autor insiste sobre su método…

La apuesta era, en un principio, explicar el espíritu de manera suficientemente rigurosa, sin ser exageradamente <<científico>>; no <<captarlo>>, sino <<aproximarse a él>> distinguiéndolo de la actividad psíquica y de la conciencia con las cuales constituye una trilogía indisociable. Se trataba <<cuando mucho de inspirarse de las empresas racionales para estudiar, en el hombre, un operador de pensamiento inaparente que le permite integrar y desarrollar el funcionamiento psíquico a la vez con fines personales y más generales de orden sociocultural>>.

Apuesta mantenida en este libro de referencia del que no se podrá, en el futuro y sobre este tema, dejar de citar, y que llega a punto para completar las lagunas y subrayar las limitaciones de una cierta <<filosofía del espíritu>> de origen anglosajón propulsada por las neurociencias.5

(traducción de H.P–R.)

 

NOTAS

* La palabra francesa Esprit tiene múltiples significados en castellano: Espíritu, inspiración divina, don sobrenatural, gracia, mente, alma, mentalidad, ánimo, carácter, índole, pensamiento, idea, intención, entendimiento, inteligencia, juicio, razón, sentido, disposición, por lo que su traducción resulta frecuentemente problemática, y el traductor debe elegir de acuerdo al contexto de la frase el equivalente más adecuado (N. del E).

1 De l'Esprit (1758).

2 La Conscience humaine. Des flux énergétiques réflexifs, interactifs et trascendants. L'Harmattan, París, 2007, 392 p.        [ Links ]

3 Este autor estipula que dos factores aparentemente contrarios pueden coexistir al mismo tiempo, incitando a buscar un tercer factor común subyacente (Le principe d'antagonisme et la logique de l'énergie. Prolégomènes à une science de la contradiction, segunda ed. Le Rocher, Coll. L'Esprit et la matière. París, 1987, p. 68).        [ Links ]

4 Fundada según tres principios fundamentales: la armonicidad, la simetría y la integración.

5 Ver sobre este tema las reflexiones de N. Puig–Verges (Annales Médico–Psychologiques, 166, 2, 127–131) y el excelente libro de Christian Poirel: La Neurophilosophie et la question de l'être. L'Harmattan, París, 2008.        [ Links ]

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