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Salud mental

Print version ISSN 0185-3325

Salud Ment vol.31 n.6 México Nov./Dec. 2008

 

Información y acontecimientos

 

SALUD MENTAL dentro del conjunto de las revistas médicas mexicanas. Su relevancia en las neurociencias*

 

SALUD MENTAL within the corpus of Mexican medical journals: Its relevance for neuroscience

 

Alfonso Escobar1

 

1 Investigador Emérito UNAM. Dpto. de Biología Celular y Fisiología. Instituto de Investigaciones Biomédicas. Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad Universitaria, 04510, México, DF. Tel. y Fax: 5255 5622/3850. Correo electrónico: alesiz@servidor.unam.mx

 

El propósito fundamental de una revista médica científica es difundir y hacer saber, oportunamente, las contribuciones originales de los investigadores, acerca de investigación clínica, aplicada, o básica. Este propósito sigue siendo válido en la situación actual en que la calidad de las revistas científicas depende de la cifra de <<impacto>>, cifra que también determina la calidad de la investigación que se lleva a cabo en una institución, en una universidad, o en un país.

¿Qué representa la revista SALUD MENTAL en el ámbito científico, cuál es su relevancia relativa a las neurociencias? Antes de responder a esta pregunta es necesario hacer una digresión que clarifique en qué consiste el tema de neurociencias.

La historia evolutiva de SALUD MENTAL muestra, desde su fundación en 1977, que su título aparentemente constituía en sí una limitación para el tenor de los trabajos que allí fuesen publicados. Todavía en ese entonces se planteaban dudas sobre el contexto que designaba ese título, esto es, el contenido debería ser de índole psiquiátrico, psicológico o psicoanalítico, ya que así se consideraba pertinente. Recordemos que desde la década de 1940 se produjo la escisión de la especialidad médica llamada en ese entonces Neuropsiquiatría, en dos ramas: la neurología y la psiquiatría. La escisión se debió principalmente, entre otros factores, al hecho de que en ese entonces no había tratamientos efectivos para las enfermedades mentales, las llamadas psicosis mayores, por ejemplo la esquizofrenia o la psicosis maniaco depresiva. En cambio sí había fármacos para enfermedades neurológicas, aunque esos fármacos sólo tuviesen un efecto paliativo y no curativo. Efectivamente, hasta antes de la década de 1950, las enfermedades mentales, sobre todo las psicosis, sólo eran entidades validadas por el diagnóstico clínico y para las cuales sólo existían los choques eléctricos y el coma insulínico, métodos sin una base sólida que explicase el por qué de su aplicación y basados solamente en el empirismo y observación de casos ocasionales en los que había mejoría o curación aparente. En cambio, entre las enfermedades neurológicas, la epilepsia (la más común) y la neurosífilis (infección muy frecuente en los años cuarenta y cincuenta) contaban ya con fármacos efectivos científicamente fundamentados. Así, se utilizaron medicamentos antiepilépticos como la difenilhidantoína (DFH), por mencionar alguno, y la penicilina capaz de eliminar al treponema pálido agente causal de la sífilis. Por medio de la DFH, aunque no curativa, sí se establecía un control absoluto de las crisis convulsivas y se le proporcionaba una buena calidad de vida al paciente, con la penicilina la infección era curada totalmente y sólo quedaban las secuelas de la infección.

Además, en el aspecto psiquiátrico esto provocó que el psicoanálisis y la medicina psicosomática ganaran importancia. De esta forma, se convirtieron en métodos terapéuticos relevantes, indudablemente útiles para tratar las neurosis y el estrés, pero que, sin embargo, se usaron extensamente en el caso de las psicosis. Estos métodos imperaron durante varias décadas en el ámbito psiquiátrico.

El cambio fundamental se inicia al principio de la década de 1950 cuando la terapéutica en la Psiquiatría se enriqueció por la introducción de la cloropromazina y la reserpina, dos compuestos que rápidamente ganaron prestigio al reintegrar a esquizofrénicos crónicos al seno familiar. La observación ulterior y el estudio de los efectos colaterales de esos dos medicamentos condujo a relacionar tanto los efectos benéficos y los efectos colaterales indeseables con el conocimiento reciente de los neurotransmisores en el Sistema Nervioso Central. La siguiente etapa y consolidación inequívoca de un avance significativo en la terapéutica psiquiátrica se basó precisamente en esos conocimientos. Pronto se sintetizaron compuestos químicos con efectos sobre la sintomatología de la esquizofrenia y de la depresión, aunque también algunos de ellos fueron rápidamente descartados debido a los efectos nocivos colaterales y otros fueron mejorados en su fórmula para hacerlos más efectivos.

El advenimiento de técnicas de escanografía para dar imágenes estructurales y funcionales del Sistema Nervioso Central (SNC) especialmente: la resonancia magnética funcional y la espectroscópica, la tomografía por emisión de positrones (PET) y la tomografía por emisión de fotón único (SPECT) han permitido visualizar in vivo el funcionamiento y cambios estructurales en el cerebro de pacientes psicóticos, neuróticos y angustiados, con esquizofrenia y depresión mayor, monopolar y bipolar. El estudio histológico de los cerebros de esos casos ha confirmado ampliamente el desarreglo citoarquitectónico y la conectividad irregular concomitante. Obviamente todo ello contribuyó a eliminar los conceptos animistas que se habían generado en torno de las psicosis mayores, la esquizofrenia y la depresión, entidades que, ahora sí, se les confirmó su categoría de enfermedades orgánicas, categoría previamente negada por falta de información objetiva, y que, ahora, una vez confirmado el hecho de que las psicosis mayores obedecen a un substrato estructural, funcional y químico en el cerebro, pasaron a la categoría de enfermedades neurológicas.

Todo lo anterior justifica que hoy exponga el tema y explique por qué SALUD MENTAL es una revista relevante en el campo de las neurociencias. Con la explicación anterior es obvio que trato de hacer énfasis en que ya es una realidad que toda la revista está consagrada a las neurociencias, y queda claro que la neuropsicología y la neuropsiquiatría como ciencias clínicas/experimentales constituyen el meollo de su contenido y que cada vez un mayor número de contribuciones científicas originales, de estudios clínicos y básicos, y en modelos animales, buscan ser publicadas en SALUD MENTAL.

Pocas son las revistas médicas mexicanas que han tenido el raro privilegio de mantenerse como una publicación puntual, sin interrupción, de larga duración. En el área de investigación debo mencionar el Boletín de Estudios Médicos y Biológicos, fundado en 1942 en el ahora Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. El Boletín se publicó, ininterrumpidamente, hasta 1994 en que fue suprimido por un consenso de investigadores que consideraron necesario publicar solamente en revistas extranjeras indexadas y de alto impacto. Se canceló a pesar de que el Boletín se publicaba totalmente en idioma inglés y se distribuía mundialmente. Otra revista del área de las neurociencias fue Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría, fundada en 1959, órgano de la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría, publicación de alcance internacional, que llegó a un total de diez volúmenes; editada sin interrupción por el doctor Dionisio Nieto. Al cambiar de editor en 1969 continuó su publicación en forma irregular hasta que finalmente desapareció en 2005. Muchas otras revistas médicas mexicanas han tenido el mismo fin —desaparecer— algunas por falta de financiamiento. Otras —la mayoría— por el prejuicio de que en idioma español no tienen difusión las contribuciones científicas mexicanas.

Deseo expresar mi sincera y cordial felicitación, al Editor de la Revista SALUD MENTAL, el doctor Héctor Pérez–Rincón y al fundador de ella, el doctor Ramón de la Fuente (QEPD) quienes oportunamente lograron incluir esta revista en los índices internacionales que califican la calidad y citación de artículos científicos que en ella se publican. Debo felicitarlos también por su ferviente interés en hacer de SALUD MENTAL una revista de excelencia, relevante, prestigiosa y acreditada internacionalmente, como revista médica mexicana dedicada a la difusión de las neurociencias, primordialmente de la producción científica y creatividad de investigadores mexicanos.

 

NOTA

* Contribución con motivo del XXX Aniversario de la Revista SALUD MENTAL, presentada en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, el 6 de septiembre del 2007.

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