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Salud mental

versão impressa ISSN 0185-3325

Salud Ment vol.31 no.3 México Mai./Jun. 2008

 

Revisión de la bibliografía internacional

 

Brüne M., Brüne–Cohrs U., McGrew W.C., Preuschoft S. Psicopatología en grandes antropoides: Conceptos, opciones de tratamiento y posibles semejanzas con los trastornos psiquiátricos humanos*

 

Brüne M., Brüne–Cohrs U., McGrew W.C., Preuschoft S. Psychopathology in great appes: Concepts, treatment options and possible homologies to human psychiatric disorders

 

Jairo Muñoz–Delgado y Ana–María Santillán–Doherty

 

Los autores toman el término de psicopatología a la luz del continuo psico–socio–biológico entre los grandes simios y el humano (entiéndase el término de grandes simios cuando se está hablando en la escala filogenética de los primates más cercanos al humano: chimpancés, gorilas y orangutanes). Inician con un breve resumen donde argumentan que la psicopatología en primates en cautiverio ha sido planteada en estudios como el de Tinklepaugh, que en 1928 documentó la automutilación en el mono rhesus, así como los déficit sensoriales, y las descripciones de las estereotipias por Yerkes y algunos otros autores. Hacen énfasis en los trabajos de Harlow, de 1950, acerca de la importancia de la relación materno infantil y las alteraciones de conducta presentes a lo largo de la vida en infantes que han sido separados de sus madres. Plantean que el análisis de estos resultados ha aportado datos sólidos para entender los conceptos modernos de la personalidad anormal, la ansiedad patológica, la depresión y el estrés postraumático.

Plantean cuatro argumentos para la psicopatología en los grandes simios: Primero, el grado de variación de las anormalidades conductuales por las diferencias de las condiciones de cautiverio, por ejemplo los que se encuentran en laboratorios, en circos, etc. Segundo, dada la complejidad de los procesos cognitivos, la destrucción de los hábitat naturales son un riesgo latente en la fragmentación de las poblaciones de grandes simios, ya que éstos son básicamente sociales. Tercero, la confiabilidad y validación de catálogos conductuales en primates para el registro de señales no verbales que tienen que ver con la expresión facial de las emociones y la expresión corporal, que al compararlos con catálogos de conducta no–verbal en humanos ayudan para el diagnóstico de trastornos de la conducta y de patologías, como la inmadurez o el retardo mental. Cuarto, estos elementos pueden contribuir tanto a la detección de patologías en primates no–humanos como para explicar la de los humanos, así como al desarrollo de metodologías sistemáticas para la caracterizar la psicopatología en los humanos a partir de la conducta no–verbal.

Con relación a la psicología de la personalidad los autores consideran las bases de la herencia tanto en el temperamento como en el carácter, y hacen una comparación con las dimensiones de personalidad en monos, a partir de los cuales se diseñó un instrumento para medir psicopatía en chimpancés.

La descripción de patología en los primates se evidencia en conductas estereotipadas, pero se sabe que hay un conjunto de conductas que pueden estar dando la pauta para definir patología, como las conductas asociadas a autolesión/autoagresión o conductas de coprofagia y de ataque, así como conductas de regurgitación de comida. Estas y otras conductas pueden ser observadas en primates que viven en aislamiento social.

Desde el punto de vista de la psicopatología en los humanos, hay cuatro vías para evaluar los síntomas: 1) el reporte verbal del paciente, 2) el señalamiento de una desviación objetiva en la forma, el contexto o la frecuencia de una conducta desde la visión estadística, 3) hacer referencia al resultado funcional y 4) por comparación a un estandar ético de los mecanismos psicológicos en cuestión. Sin embargo, en palabras de los autores es difícil valorar la psicopatología en los primates no–humanos por la ausencia del reporte verbal y no se pueden aplicar en ellos estándares de tipo moral. No obstante, plantean que la conducta no verbal, área que ha sido evitada en la investigación contemporánea en psiquiatría, puede jugar un papel muy importante, pues los patrones de movimientos para indagar acerca de los estados mentales a partir de la cualidad de la acción, estudiando la velocidad, el ritmo, la aceleración, son parte del <<lenguaje>> de las especies. La fisiología de las expresiones emocionales son similares en todos los mamíferos y éstas se pueden combinar con medidas hormonales en muestras de sangre y en heces. Plantean una serie de conceptos como la depresión mayor, trastornos de ansiedad, de personalidad antisocial, borderline y esquizoide, que en algún grado son aplicables a los grandes simios si se hacen registros de bienestar subjetivo obtenido de observaciones etológicas que sugieren fenotipos patológicos homólogos en los humanos. La visión de los etólogos es descriptiva y explicativa desde la teoría evolutiva con un valor funcional para las causas próximas (que se refiere a los mecanismos y a la ontogenia) y para las causas últimas (adaptativo y filogenético), que pueden contribuir a la etiología del trastorno mental.

Es decir, las condiciones adversas sociales y sensoriales constituyen factores de riesgo para desarrollar psicopatología, y no son necesariamente específicas de una especie, pues se pueden encontrar en otras incluyendo la humana, aunque los factores de riesgo se deben evaluar de manera específica para cada sujeto. Es pertinente anotar que la presencia de psicopatología en los grandes simios no sólo se expresa en condiciones de cautiverio, también en condiciones naturales se ha observado depresión en chimpancés huérfanos, con correlatos psicofisiológicos como la pérdida del apetito, la alopecia, el aislamiento social, baja de peso corporal y un decremento importante en la expresión de conductas exploratorias y de juego, así como malestar general, lo que en los humanos se conoce como depresión anaclítica, que puede degenerar en enfermedades infecciosas. Diversos estudios han demostrado que los monos adultos que han sido separados de sus madres a temprana edad, presentan cambios en los niveles neuroquímicos que los hacen vulnerables a la depresión y a los trastornos de ansiedad, con cambios traumáticos en el estatus social dentro del grupo. Finalmente los autores consideran los problemas de envejecimiento, los que en los chimpancés muestran cambios neuropatológicos en el tejido del cerebro, algo similares a lo que ocurre en la enfermedad de Alzheimer en los humanos, aunque comentan que el déficit cognitivo no se ha visto en chimpancés y en gorilas. Quizá si se establece una observación cuidadosa en los simios en cautiverio se pueda obtener información para entender los procesos de envejecimiento normales y patológicos tanto en grandes simios como en humanos.

 

TRATAMIENTO DE LA PSICOPATOLOGÍA EN LOS GRANDES SIMIOS

Hay dos objetivos en este campo: 1) Los cuidados para reintroducir a los individuos anormales a grupos sociales nuevos o ya existentes, y 2) reducir el sufrimiento de los individuos con base en las similitudes fenomenológicas con las condiciones psicopatológicas de los humanos. En este sentido se ha venido trabajando en tres aspectos:

1. Resocialización. Estos programas incluyen procedimientos a largo plazo para la reintroducción a ambientes físicos y sociales naturales, pues las habilidades sociales y de forrajeo se ven afectadas y requieren el cuidado y la atención individualizada.

2. Tratamiento conductual. El enriquecimiento ambiental mejora y reduce las conductas estereotipadas. Con la estimulación de técnicas de forrajeo y el incremento en los niveles de actividad en primates en cautiverio, se reduce el estrés.

3. Tratamiento farmacológico. En monos, se han utilizado fármacos para tratar estereotipias. Hopwell et al. (1997) utilizaron la sertralina, un inhibidor selectivo de la recaptura de serotonina, apoyado en terapia conductual, para tratar la regurgitación en chimpancés, incrementando la conducta prosocial. También se ha utilizado ese fármaco en un macho bonobo como tratamiento para la auto–mutilación, el vómito, la agresión, el reposo en exceso y la estereotipia.

Finalmente los autores plantean que hay un número considerable de simios que presentan conductas anormales, que éstas son medibles y que sugieren homologías con la psicopatología en humanos. Plantean la necesidad de que la psiquiatría debe acercarse de manera urgente a la primatología. No obstante reflexionan sobre las limitaciones entre el estudio y la comparación entre especies, ya que es diferente la ecología de los simios y la de los humanos, lo cual repercute en diferencias en el <<software>>, es decir, en la cognición, en la emoción y la conducta, así como en el <<hardware>>, es decir, el tamaño del cerebro y su organización. Empero, se deben estudiar aspectos etiológicos que son similares en simios y en humanos, tales como los síntomas asociados a los trastornos de ansiedad, la depresión y el estrés postraumático.

Las consideraciones hechas por los autores recuperan la necesidad imperiosa de que las especialidades de la salud mental se apoyen en la investigación primatológica, pues éstas son de alto interés por los aportes que hacen desde el punto de vista evolutivo, para entender el fenómeno psicopatológico, pero a diferencia de la postura de los autores, nosotros proponemos que la investigación de estos fenómenos no debe circunscribirse sólo al tema de los grandes simios, pues para entender los aspectos adaptativos y los fenómenos que explican las causas próximas y últimas de la patología, es necesario abordar la investigación en todas las especies de primates no–humanos, esto es, incluir a los prosimios, a los monos y a los simios.

 

NOTA

* Brüne M., Brüne–Cohrs U., McGrew W.C., Preuschoft S. Psychopathology in great appes: Concepts, treatment options and possible homologies to human psychiatric disorders. Neurosciences and Biobehavioral Reviews, 2006;30:1246–1259.

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