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Salud mental

Print version ISSN 0185-3325

Salud Ment vol.28 n.3 México May./Jun. 2005

 

Artículos originales

Evaluación de la relación entre rasgos psicopatológicos de la personalidad y la calidad del sueño

Juan Carlos Sierra1 

Ihab Zubeidat1 

Virgilio Ortega2 

Carlos J. Delgado-Domínguez1 

1Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de Granada.

2Departamento de Psicología Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Universidad de Granada.


Resumen:

Introducción.

La relación que existe entre la psicopatología y las alteraciones de sueño ha sido demostrada en diversos estudios. Los datos procedentes del ámbito psiquiátrico ambulatorio muestran que 70-75% de los pacientes señala haber tenido problemas de sueño. Las quejas más frecuentes hacen referencia a una alteración del sueño nocturno, una excesiva somnolencia diurna, una dificultad para levantarse por la mañana y desajustes del ritmo circadiano en el ciclo sueño-vigilia. Son varios los estudios que han relacionado los rasgos psicopatológicos de la personalidad y los trastornos del sueño; la mayoría de ellos utiliza muestras de pacientes. Todos estos trabajos ponen de manifiesto que las personas con trastornos del sueño se suelen caracterizar por la presencia de rasgos psicopatológicos (ansiedad, psicastenia, depresión, etc.). Existe cierta evidencia de que la estructura de algunos trastornos del sueño (como puede ser el caso del insomnio) es similar en la población general y en muestras psiquiátricas, siendo las diferencias más de tipo cuantitativo que cualitativo. En muestras de estudiantes universitarios, el porcentaje de individuos que informa de una mala calidad del sueño ha resultado similar al porcentaje de insomnes en la población general. Con el objetivo de profundizar más en la analogía entre la calidad del sueño en sujetos normales y la de las muestras clínicas, y ante la escasez de estudios que relacionen rasgos psicopatológicos de la personalidad y la calidad del sueño en población normal, en el presente estudio tratamos de explorar en una muestra de sujetos, sin ningún diagnóstico de trastorno del sueño, la relación entre las variables psicopatológicas de la personalidad incluidas en el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2 (MMPI-2) y la calidad de sueño evaluada por medio del Indice de Calidad de Sueño de Pittsburg, así como determinar qué variables psicopatológicas incluidas en el MMPI-2 predicen la calidad del sueño en una muestra no clínica.

Metodología.

Una muestra de 222 sujetos (186 mujeres y 36 varones), con una edad media de 21.65 años (desviación típica = 2.81), completa el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2 (MMPI-2) y el Indice de Calidad de Sueño de Pittsburg (PSQI), que proporciona una medida global en calidad de sueño y siete puntuaciones parciales sobre diferentes dimensiones: Calidad subjetiva del sueño, Latencia del sueño, Duración del sueño, Eficiencia habitual de sueño, Alteraciones del sueño, Uso de medicación hipnótica y Disfunción diurna. Resultados. Algunos rasgos psicopatológicos (hipocondría, ansiedad y depresión) correlacionan positivamente con casi todas las dimensiones de la calidad de sueño recogidas en el PSQI. Hipocondría y ansiedad son los únicos rasgos que permiten predecir significativamente la probabilidad de ser buen o mal durmiente mediante un modelo de regresión logística.

Discusión y conclusiones.

Desde una perspectiva conductual, el sueño del ser humano estaría determinado o se explicaría a partir de cuatro dimensiones diferentes: tiempo circadiano (situación del ciclo sueño-vigilia en el nictémero), organismo (factores intrínsecos como la edad, los patrones de sueño, estados emocionales, etc.), conducta (comportamientos facilitadores o inhibidores) y ambiente (temperatura, luz, ruido, etc.). Dentro del segundo componente (organismo) se pueden incluir los rasgos psicopatológicos de la personalidad, que constituyen el objetivo central de este estudio. Trabajos previos que utilizaron el MMPI asociaron el insomnio con niveles elevados de ansiedad, depresión, hipocondría, histeria y psicastenia. El MMPI se ha considerado incluso como un instrumento útil en la identificación de perfiles de personalidad diferentes entre los insomnes. Sin embargo, apenas existen estudios centrados en la relación entre estos rasgos de personalidad y la calidad del sueño en sujetos normales. Con respecto a la calidad del sueño de la muestra estudiada, los resultados nos indican que estamos ante sujetos que no presentan trastornos graves del sueño. Ello viene reflejado por el hecho de que todos los componentes del Indice de Calidad de Sueño de Pittsburg presentan puntuaciones medias por debajo del centro del rango de respuesta de la escala, situado en 1.5. No obstante, si consideramos la puntuación total, y teniendo en cuenta que una puntuación de cinco es el punto de corte para diferenciar a sujetos buenos durmientes de malos durmientes, podemos calificar a 45.94% de la muestra como malos durmientes. En cuanto a las puntuaciones en las diferentes escalas clínicas del MMPI-2, cabe decir que ninguna de ellas alcanza la puntuación típica de 60, por lo que ningún rasgo llega a tener significación clínica. Podemos apreciar que existen algunos rasgos psicopatológicos vinculados a casi todas las dimensiones de la calidad de sueño. Así, la hipocondría, la ansiedad y la depresión están presentes en las asociaciones con la calidad subjetiva del sueño, las perturbaciones y la somnolencia diurna. Aunque las relaciones encontradas entre el uso de medicación hipnótica y rasgos psicopatológicos no son excesivamente elevadas (ninguna de ellas por encima de 0.30), se observa una tendencia similar a lo que ocurre en pacientes dependientes de las benzodiacepinas, en que se encuentran como rasgos predominantes la depresión, la psicastenia y la esquizofrenia. A su vez, también es destacable la relación encontrada entre disfunción diurna y la escala WRK (interferencias laborales), lo que pone de manifiesto los efectos negativos de la somnolencia diurna, incluso en personas que no presentan importantes trastornos del sueño, como es el caso de la muestra seleccionada. Por otro lado, la relación entre disfunción diurna e hipocondría, depresión y esquizofrenia encontrada en nuestro estudio ha sido constatada anteriormente en pacientes con excesiva somnolencia diurna. Al tomar en consideración la puntuación global, es posible advertir claramente que la preocupación por la salud (reflejada en las escalas Hs, HEAyHy) ylos estados emocionales negativos (escalas D, ANX y DEP) se relacionan con la calidad de sueño. Estos dos factores (preocupación por la salud y ansiedad) son precisamente los que entran a formar parte del modelo de regresión, lo que refleja que el incremento en las puntuaciones de hipocondría y ansiedad aumenta significativamente la probabilidad de ser mal durmiente, es decir, de tener una peor calidad de sueño. Este modelo explicativo presenta una buena capacidad predictiva y permite clasificar correctamente a 68.50% de la muestra. Así, entre los buenos durmientes se predice correctamente 78.30% y entre los malos durmientes (puntuaciones en el índice global del Pittsburg superior a 5), se predice correctamente 53.90%, lo que otorga al modelo una adecuada especificidad y sensibilidad. No obstante, es necesario tener presente que los datos sobre los que se realiza la estimación obedecen a un rango de puntuaciones restringido, por lo que cualquier efecto resulta mucho más leve que si trabajásemos con un conjunto más heterogéneo de sujetos. Muestra de ello es que, en calidad global de sueño, las puntuaciones pueden oscilar entre 0 y 21, pero en nuestra muestra están comprendidas entre 0 y 15. Posiblemente, incluidos sujetos que presenten puntuaciones elevadas en las escalas empleadas en este estudio, se pondría de relieve un mayor número de predictores significativos sobre la calidad del sueño, y de mayor magnitud. No obstante, el interés de este estudio reside, precisamente, en que explora la relación entre preocupación por la salud, niveles de ansiedad y depresión y calidad del sueño en una muestra no clínica, relación que, hasta ahora, apenas había sido abordada en investigaciones previas. Una limitación común en este tipo de estudios con muestras no aleatorias reside en la dificultad para generalizar los resultados a la población normal. No obstante, partimos del supuesto de que si nuestros resultados son similares a los obtenidos en otros estudios con muestras no clínicas, mayores serán las posibilidades de generalizar los hallazgos. Por otro lado, de cara a futuras investigaciones en esta línea, sería interesante controlar el uso de sustancias que pueden afectar la calidad del sueño como café, tabaco y alcohol.

En resumen, los rasgos psicopatológicos más asociados con la calidad de sueño y con cierta capacidad para determinarla en una muestra de sujetos normales son la preocupación por la salud y el nivel de ansiedad, variables claramente relacionadas con el insomnio, tal como se ha puesto de manifiesto en múltiples estudios realizados con pacientes insomnes. Se constata, por tanto, que el patrón seguido en la relación entre rasgos psicopatológicos y calidad de sueño en una muestra no clínica es similar al encontrado en muestras de pacientes con trastornos del sueño. Esto respalda que las relaciones entre rasgos psicopatológicos y calidad del sueño en sujetos normales frente a pacientes con trastornos del sueño puedan responder a un patrón más de tipo cuantitativo que cualitativo.

Palabras clave: Calidad de sueño; rasgos psicopatológicos; MMPI-2; hipocondría; ansiedad

Abstract:

Introduction.

Diverse studies llave demonstrated the relationship between psychopathology and sleep alterations. Data proceeding from the ambulatory psychiatric field show that 70-75% of the patients experience sleep problems. The most frequent complaints refer to nighttime sleep alterations, excessive daytime sleep, difficulty with morning waking, and disturbances in the circadian rhythm of the sleep-wake cycle. Many studies, most of which use patient samples, have associated psychopathological personality traits and sleep disorders. All of these studies reveal that subjects with sleep disorder tend to be characterized by psychopathological traits (anxiety, psychasthenia, depression, etc.). There is some evidence that the structure of some dream dysfunctions (such as insomnia) is similar among general population and psychiatric samples; differences are more quantitative than qualitative. In samples of university students, the percentage of individuals who report bad sleep quality has been similar to the percentage of insomniacs in general population. With the aim to delve more deeply into the analogy between the sleep quality of normal subjects and clinical samples, and given the shortage of studies relating psychopathological traits of personality and sleep quality in normal population, this study intends to explore the relationship between the psychopathological personality variables included in the Minnesota Multiphasic Personality Inventory-2 (MMPI-2) and the sleep quality evaluated with the Pittsburg Sleep Quality Index in a sample ofsubjects who have no diagnosed sleep disorder. The psychopathological variables included in the MMPI-2 which predict sleep quality in a non-clinical sample are also determined.

Methodology.

A sample of 222 individuals (186 women and 36 men) with a mean age of 21.65 years (SD=2.81) completes the Minnesota Multiphasic Personality Inventory-2 (MMPI-2) and the Pittsburg Sleep Quality Index (PSQI), which provide an overall sleep quality measure and seven partial scores for different dimensions: Subjective sleep quality, Sleep latency, Sleep duration, Sleep habit efficiency, Sleep alterations, the use of hypnotic medication, and daytime dysfunction.

Results.

Some psychopathological traits (hypochondria, anxiety, and depression) correlate positively with almost all of the sleep quality dimensions comprising the PSQI. From a logistic regression model developed to predict the probability of being a good or bad sleeper, hypochondria and anxiety are the only statistically significant predictors.

Discussion and conclusions.

Human sleep, from a behavioral perspective, would be explained from four different dimensions: Circadian time (sleep-wake cycle situation on the nictemero), Organism (intrinsic factors such as age, sleep patterns, emotional states, etc.), Behavior (facilitating or inhibiting behaviors), and Environment (temperature, light, noise, etc.). Psychopathological personality traits, the main objective of this study, can also be included within the second component (organism). Previous studies using the MMPI have associated insomnia to high anxiety levels, depression, hypochondria, hysteria, and psychasthenia. The MMPI has also been considered to be a useful instrument in identifying different personality profiles ininsomnia subjects. There are, however, only a few studies focusing on the relationship between these personality traits and sleep quality in normal subjects. The results indicate that this study sample the subjects do not present serious sleep disorders. All of the components pertaining to the Pittsburg Sleep Quality Index present mean scores below the middle response range, situated in 1.5. However, if we consider the total score and bear in mind that a score of five is the cut-off point used to differentiate good sleepers from bad sleepers, we can classify 45.94% of the sample as bad sleepers. In considering the scores for the different MMPI-2 clinical scales, we should mention that none of them reached the typical score of 60; therefore no trait was found to be clinically significant. Some psychopathological traits are linked to almost all of the sleep quality dimensions. Hypochondria, anxiety, and depression are present in the associations with subjective sleep quality, disturbances, or daytime sleepiness. Though no stronger relations between use of hypnotic medication and psychopathological traits have been found (none of them above 0.30), a similar trend on patients dependent on benzodiazepines (predominating traits as depression, psychasthenia and schizophrenia) has been showed. It is also important to point out the relationship between daily dysfunction and the WRK scale (work interferences), which reveals the negative effects of daytime sleepiness, even in subjects who do not present important sleep disorders, as in this sample. On the other hand, the relationship between daily dysfunction and hypochondria, depression, and schizophrenia found in this study has previously been verified in patients with excessive daytime sleepiness. When considering the global score, we can clearly inform that health concerns (reflected in the Hs, HEA, and Hy scales) and the negative emotional states (D, ANX, and DEP scales) are related to sleep quality. These two factors (health concerns and anxiety) are part of the regression model, revealing that an increase in hypochondria and anxiety scores significantly increases the probability of being a bad sleeper, that is to say, of having a poor sleep quality. This explicative model presents a good predictive capacity which allows us to correctly classify 68.50% of the sample. We can correctly predict 78.30% of the good sleepers and 53.90% ofthe bad sleepers (scores higher than 5 on the Pittsburg global index), which grants the model an adequate specificity and sensibility. It is, however, necessary to consider that data used for the estimation respond to a range of restricted scores, causing any effect to be much less important than if we had worked with a more heterogeneous group of subjects. For example, global sleep quality scores can oscillate between 0 and 21, but in our sample they are comprised between 0 and 15. It is possible that, in including subjects who present high scores on the scales used in this study, a greater number of significant sleep quality predictors with greater magnitudes would be emphasized. Nevertheless, our interest resides in exploring the relationship between health concerns, anxiety and depression levels, and sleep quality in a non-clinical sample. So far, this relationship has not been explored in depth. One common limitation of these non-randomized studies is the difficulty to generalize findings to the normal population. Nevertheless, we assume higher possibilities to generalize findings if our study results are similar to those obtained from other non-clinical samples. In conclusion, health concerns and anxiety levels are the psychopathological traits most related to sleep quality and which hold a certain capacity to determine this quality in a sample of normal subjects. Both variables are clearly related to insomnia, as has been revealed in many insomnia patient studies. Therefore, we can verify that the pattern followed in the relationship between psychopathological traits and sleep quality in a non-clinical sample is similar to that found in sleep disorder patient samples, supporting that relationship between psychopathological traits and sleep quality in normal subjects opposite to patients with dream disorders can be drawn more easily from a quantitative than a qualitative approach.

Keywords: Sleep quality; psychopathological traits; MMPI-2

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Recibido: 10 de Enero de 2005; Aprobado: 29 de Abril de 2005

Correspondencia: Juan Carlos Sierra. Facultad de Psicología, Universidad de Granada, 18071 Granada, España. E-Mail: jcsierra@ugr.es

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