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Acta poética

versão On-line ISSN 2448-735Xversão impressa ISSN 0185-3082

Acta poét vol.33 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2012

 

Notas y reseñas

 

Amitav Ghosh, Sea of Poppies

 

Laura Carballido Coria

 

London, John Murray, 2008; River of Smoke, London, John Murray, 2011.

 

¿Y para qué hicimos todo esto, Zadig Bey? ¿Fue nada más para esto?
Para que estos tipos pudieran hablar inglés y usar sombreros
y pantalones y jugaran cricket?
Bahram cerró la ventana y los sonidos se apagaron.
Quizá esto es lo que significa el reino de Ahriman,
¿no es así, Zadig Bey? Un interminable espectáculo
en un desierto de olvido y vacío.1

Amitav Ghosh

Cuando se empieza a leer cualquiera de las dos novelas de la trilogía de Amitav Ghosh sobre el tráfico del opio en la primera mitad del siglo XIX, se tiene la sensación de saber ya cuál es el final de la historia: los tratados desiguales impuestos a China durante el siglo XIX y principios del XX; la población de origen indio en lugares como Mauricio, así como las asombrosas variantes ortográficas que presentan sus nombres; el control británico sobre Hong Kong hasta hace relativamente poco tiempo; el hecho de que actualmente buena parte de la elite educada en India hable inglés; el que flores de China, México, India o Gran Bretaña puedan encontrarse en lugares tan distantes a su país de origen. En este sentido, la impresión es que uno está ante un par de textos fundacionales, un par de textos que explican el porqué de las cosas en los océanos Índico y Pacífico.

¿Pero quién es Amitav Ghosh? Ghosh, antropólogo social de formación nacido en Calcuta, Bengala, ha realizado trabajos de corte antropológico e histórico, pero es mejor conocido como uno de los novelistas indios contemporáneos más destacados (véase la lista de sus obras traducidas al español). Lo que me lleva a una segunda pregunta. ¿Por qué leer a Amitav Ghosh? De manera rápida podría argumentar lo siguiente: por su habilidad para construir personajes. Por su habilidad para describir paisajes. Por la riqueza de situaciones de sus novelas. Y, por supuesto, por la riqueza casi inagotable de su prosa. A lo largo de poco más de veinte años (su primera novela, The Circle of Reason, apareció en 1986), Ghosh nos ha llevado en las novelas que nos ocupan por los círculos de la izquierda en India, por los Sundarbans, los manglares del Golfo de Bengala; nos hemos asomado al escenario de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico; hemos escuchado los ecos de la Partición de India (1947) en una familia bengalí, así como el escenario previo a la guerra del opio en Asia.

 

El inicio (Sea of Poppies)

Es 1838 y los campesinos de varias regiones en India, como Bihar (al norte) sufren el impacto del cultivo forzado del opio. Deeti tiene una aflicción más: está casada con un ex soldado que peleó con el ejército británico en Birmania y que se ha vuelto adicto al opio en un afán por sobrellevar una herida de guerra. Su diario y duro trajinar en el campo de cultivo llegará a su fin con la muerte de él a causa de la droga. Ella será rescatada de la pira funeraria del marido por Kalua, un intocable, con quien se unirá a la lista de trabajadores que se embarquen en el Ibis con destino a la isla Mauricio.

Junto a Deeti y Kalua aparecen poco a poco personajes que literalmente provienen de todas partes del mundo. Neel Rattan Halder, hijo de una familia bengalí de zamindares o terratenientes que se asocia con un británico, Benjamin Burhnam, que comercia con opio y trabajadores por contrato. Neel será enviado a Mauricio, una de las islas usadas como cárcel, en castigo por una acusación de fraude sin fundamento. Zachary Reid, hijo de una esclava liberada de Maryland, Estados Unidos, quien tras una serie de sucesos afortunados, ascenderá para convertirse en uno de los altos oficiales del Ibis. Paulette Lambert, la inteligente hija de un botánico francés, ateo y de izquierda, que pertenece a esa capa de blancos pobres de las colonias y posesiones en proceso de conformación. Serang Ali, quien dirige la diversa tripulación del Ibis integrada por: chinos, malayos, árabes, bengalíes, goanos, arakaneses, tamiles, africanos del este y cuya lingua franca recrea brillantemente Ghosh.

La novela está dividida en tres partes, Tierra (Land), Río (River) y Mar (Sea). En Tierra, Ghosh reconstruye dos actividades económicas altamente rentables para los comerciantes británicos: la producción de opio y la obtención de trabajadores por contrato que en muchos lugares sustituyeron a los esclavos.

Deeti recuerda que todavía en su infancia el opio no era muy cultivado, pues implicaba demasiado trabajo: "¿pero qué persona en su sano juicio querría multiplicar estos esfuerzos cuando había cultivos mejores y más útiles como trigo, lentejas, vegetales?".2 Se cultivaba poco y de lo producido se guardaba para consumo familiar en enfermedades y el resto se vendía a la nobleza local o a algunos comerciantes. Pero esto había cambiado: los agentes de la Compañía Comercial Británica de las Indias Orientales impusieron su cultivo a fuerza de adelantar el pago a los campesinos, a veces falsificando su huella en contratos que los obligaban a cultivarlo. Paulatinamente los campesinos se empobrecieron por tal práctica, poco rentable para ellos y que desplazó a cultivos para el consumo y la venta. Una vez cosechado, el opio era llevado por los campesinos a las fábricas, con la esperanza de cubrir en calidad y cantidad lo pactado en los contratos, algo que no siempre sucedía. Tras ser procesado en múltiples etapas y por múltiples manos, el opio sería enviado a Maha Chin o China.

Cuando en 1807 fue prohibido el comercio de esclavos en el Imperio Británico, surgió la necesidad de seguir proveyendo de mano de obra a varias regiones, así que la solución fue reclutar campesinos pobres de India. Estos se embarcaban en puertos como Calcuta y de allí salían lo mismo a Mauricio en el océano Índico que a Trinidad y Tobago en el Caribe. Benjamín Burnham es uno de tantos británicos que deciden aprovechar este lucrativo negocio que explica así a Zachary Reid, capitán del Ibis:

—¿Dónde más habría podido encontrar una embarcación como esta, tan adecuada para el cargamento?
—¿Quiere decir esclavos, señor?
El señor Burham se sobresaltó. "Claro que no, Reid. Esclavos no, coolies. ¿No ha escuchado decir que cuando Dios cierra una puerta abre otra? Cuando las puertas de la libertad fueron cerradas al Africano, el Señor las abrió para una tribu que estaba todavía más necesitada [la Asiática]" (Sea of Poppies, 83).

Burnham incursionará tanto en esta actividad como en el tráfico de opio, en la que incluirá de forma inusitada a los zamindares Halder. El comercio del opio era una actividad exclusiva de la Compañía Comercial Británica y de un pequeño grupo de comerciantes parsis de Bombay. Irónicamente, la buena fortuna de participar en tal negocio, será el principio de la ruina económica de los Halder, coronada por la acusación contra Neel. La historia de la familia le permite a Ghosh introducirnos a la participación india en la conformación del poderío británico en India. Parafraseando a Ghosh, los Halder, como tantos otros terratenientes, cambiarán sus alianzas de acuerdo a sus intereses: mostrarán apoyo a la dinastía mogola, se vincularán con la Compañía Comercial y cuando esta se confronte con los gobernantes bengalíes le darán dinero a la primera y soldados a los segundos (Sea of Poppies, 87).

En la segunda parte, Río (por el río Hoogly que pasa por la ciudad portuaria Calcuta), asistimos al juicio y castigo de Neel, quien será enviado por siete años a Mauricio. Así como profundizamos en la sociedad europea que habitaba Calcuta y en particular en Paulette Lambert, una botanista formada en parte por la influencia de su padre y en parte por iniciativa propia.

Veremos también como Deeti y Kalua se unirán a los trabajadores por contrato que van por la corriente del río que desembocará en el Mar, no sin antes ser "rebautizados". Cuando sean entrevistados por el gomusta (contador) y un piloto inglés antes de embarcarse en el Ibis, se les preguntarán sus nombres, apellidos y casta. Deeti y Kalua ya han decidido cambiar sus nombres, pues son perseguidos: se han convertido en Aditi y Madhu Kalua. Pero con las prisas y el desconocimiento de la lengua sus nombres serán transcritos por el piloto como Addity y Maddow Colver.

Finalmente en la tercera parte, a bordo del Ibis, conocemos la vida en los barcos que transportaban coolies o trabajadores por contrato, al lado de prisioneros. La total libertad de acción del capitán y la tripulación, además de las difíciles condiciones del viaje caracterizan una travesía de semanas y semanas a través del mar, en dirección a Mauricio.

 

El intermedio (River of Smoke)

¿Por qué denominar el intermedio a esta segunda novela de la trilogía? La novela abre con los recuerdos de Deeti, ya anciana y jefa de la familia Colver, sobre su vida en Mauricio. No obstante, la vida de la población de origen indio no es el tema de River of Smoke, sino el comercio del opio y la vida en Cantón, China. De manera que este arranque constituye probablemente un atisbo de lo que vendrá en la tercera novela.

Si en Sea of Poppies el acento está principalmente en los trabajadores: tanto en aquellos que cultivan y venden el opio, como en aquellos que trabajan en los barcos o en aquellos que partieron de India para trabajar en alguna de las posesiones británicas, en River of Smoke son los comerciantes de opio y de otros productos llevados a China que se enriquecen, junto con los intermediarios y toda una serie de profesiones necesarias para el comercio del opio. ¿De dónde obtenían comida, pero también diversión, las tripulaciones de los barcos en su ruta costera por China? Allí están las innumerables embarcaciones que venden lo mismo comida, que ofrecen el lavado de ropa o entretenimiento en forma de sing-song girls ("muchachas cantantes"). ¿Quién habría pensado que también el comercio de las plantas para jardines podría ser lucrativo? ¿Quién habría imaginado que harían falta pintores que reprodujeran las plantas chinas para que compradores potenciales las vieran en Europa?

Aunque parte de una trilogía unida por el cultivo y la comercialización del opio, las dos novelas son diferentes. La primera novela construye los personajes, se aboca a la descripción de sus acciones: la inacción e irresponsabilidad de Neel, la astucia de Serang Ali, la reacción sorprendente de Malati, esposa de Neel, ante la desgracia, dejando atrás restricciones impuestas por su casta y estatus. La segunda novela es más lenta en términos narrativos y reconstruye la forma de vida y el lenguaje en las factorías de Cantón.

Así, me atrevería a decir que si los complejos personajes femeninos sobresalen en la primera novela (Deeti y su omnisciencia, Paulette y su deseo por saber, ambas independientes y resueltas, Malati, la firme y decidida esposa de Neel); en esta segunda además del comerciante parsi Seth Bahramji Naurozji Modi (o Barry Moddie como es conocido en Cantón), los principales personajes son el lenguaje, la comida, las plantas y la ciudad misma de Cantón. Quizá exagere, pues sí hay personajes, algunos ya conocidos por nosotros como el hijo de Bahram, Ah Fatt; Neel el zamindar venido a menos y otros nuevos como el comerciante estadounidense Charles King o Robin Chinnery el hijo bastardo de un pintor británico. Pero buena parte de este libro está centrada en las redes comerciales, en las calles y factorías que componen Cantón, en sus complejas relaciones sociales, en la lengua creada por el contacto entre el chino y los múltiples extranjeros que habitan Cantón. Esta sensación se refuerza porque varias secciones de la novela tienen un carácter epistolar: Robin Chinnery escribe largas cartas a su amiga Paulette Lambert, desde una óptica por demás interesante, pues él no es chino, pero tampoco es uno de los extranjeros o fanquis que participan de alguna forma en las actividades comerciales con China.

La novela está dividida en tres partes, Islas (Islands), Cantón (Canton) y Comisionado Lin (Commisioner Lin). En la primera se describe el importante papel que jugaban las islas en el tráfico del opio que debía ser introducido de contrabando. En la segunda, se muestra la vida llevada a cabo en esta ciudad adonde solo a extranjeros hombres se les permitía la entrada, así como la forma en que operaban las trece factorías, mezcla de oficina, vivienda y bodega de los comerciantes.

En Cantón, un alto número de extranjeros era de origen indio y eran designados como los Achha. El hecho de que esta palabra en hindi fuera tan usada por ellos (o al menos desde la perspectiva de los habitantes locales) los distinguía: para expresar que algo está bien, que se está de acuerdo con lo que el otro dice, para expresar sorpresa o exclamación. Esta unidad a ojos de los otros sorprende y maravilla a los personajes indios. Robin Chinnery escribe a Paulette en una de sus cartas: "Ellos parecen persuadidos de que los Achhas son todos de un mismo país —¿no es acaso la noción más divertida? Hay incluso una factoría a la que se refieren como la Achha Hong— por supuesto que no tiene bandera propia" (River of Smoke, 175).3 Esta misma perplejidad expresará Neel al observar la diversidad de los habitantes del Achha Hong, unidos por el comercio con China: "era como si sus residentes fueran los primeros habitantes de un nuevo país, un todavía no formado Achha-sthan" (181).4

En la tercera se ve la llegada del Comisionado Lin Tse-hsu, hombre recto, incorruptible y decidido a terminar con el contrabando del opio. Lin tratará de razonar con los comerciantes occidentales sin ningún éxito, lo que eventualmente llevará a las guerras del opio.

Si se me pregunta qué consigue Ghosh en esta segunda novela, yo diría que darle una dimensión histórica a la globalización, que se convierte en uno de los hilos conductores. Así, Cantón cuenta con 13 factorías donde están albergados los comerciantes, por nacionalidades. Existe la factoría holandesa (Dutch Hong), la británica (British Hong), la estadounidense (American Hong) y, quizá la más interesante, la Accha Hong: habitada por indios de todos los rincones de India.

En cuanto a la otra idea que funciona como hilo es la del mestizaje, la mezcolanza. Por ejemplo, a fuerza de estos contactos culturales va surgiendo una nueva lengua, mezcla de inglés y de chino. La necesidad de entenderla es tan grande, que Compton, un chino cuya familia había servido como "compradora" para los barcos, abasteciéndolos de provisiones y equipo; produce un diccionario para que los locales puedan entender a los fanquis. El título abreviado era "El Habla de la Gente Fantasma" (Ghost-People Talk) y había sido tan popular que le había permitido establecer su propia imprenta.

Otro ejemplo es el de los innumerables hijos que los extranjeros tienen con las mujeres locales, ejemplificado por supuesto en Bahram y su hijo Ah Fatt. Bahram, perteneciente a una familia parsi pobre, se había casado con una mujer rica, por lo que había ido a vivir a la casa del suegro. La necesidad de probarse digno de pertenecer a esa nueva familia le había llevado a aventurarse en el comercio con China. Una vez en Cantón había establecido una relación con una lavandera, Chi Mei, con la cual tendría a su único hijo varón y de cuya manutención se hará cargo.

Asimismo, la cocina y la pintura entran en un diálogo constante: ingredientes por un lado y técnicas de representación, por el otro, que darán por resultado, a veces nuevas formas, a veces desencuentros y a veces reencuentros. Un par de ejemplos bastará. ¿Quién no ha oído hablar del "chai"? El té servido a la "usanza india": con leche, azúcar y especias. Empero nosotros asistimos a su nacimiento en la costa sur de China: la invención de esta bebida india corre a cargo de Mesto, el cocinero de Bahram Modi: una bebida hecha con leche, que le produce náuseas a los chinos, pero que es la bebida por excelencia para los habitantes del Achha Hong. Parafraseando un título de Eric J. Hobsbawm y Terence O. Ranger, estamos ante la "Invención de la Tradición" (River of Smoke, 180).

El otro ejemplo es el reencuentro con el ancestro de la samosa, una rica botana india hecha de pasta y rellena de carne molida, originalmente hecha por los uigures y llamada samsa (180).

¿Qué decir de la riqueza de los intercambios botánicos descritos por Ghosh? El interés tanto científico como económico que generarán las plantas chinas y del resto del mundo en Europa harán costeables viajes exclusivamente para este propósito. Así nos encontramos ante otro universo, poblado este por botanistas, pintores que reproducen la belleza de las plantas, barcos habilitados para su transportación e invernaderos que son fuente de riqueza. Al decir de Robin Chinnery es increíble que a cambio de tantas flores bellas, Cantón haya recibido opio: "Es extraño pensar que esta ciudad, que ha absorbido tanto del mal del mundo, haya dado a cambio tanta belleza [...] Pero cuando todo el resto sea olvidado las flores permanecerán, ¿no es así, estimada Puggly?" (River of Smoke, 502).5

Particularmente este último punto sobre el contacto intercultural y las mezclas ilustra una fase muy precisa en la expansión comercial y colonial occidental (previo a las guerras del opio), un periodo corto en el que otro tipo de encuentros un poco menos desiguales entre los occidentales por un lado y asiáticos por otro fue posible. La participación de elites indias en empresas capitalistas al lado de británicos, el nacimiento mismo de hijos mestizos, la conformación de un enclave comercial abierto no solo a "blancos" y occidentales interesados genuinamente por acercarse a estos Otros. Sin querer romantizar de ninguna manera el periodo, sí hay una diferencia entre la curiosidad generada lo mismo por la pintura o las plantas chinas y el desprecio que marcaría posteriormente los Tratados desiguales.

Neel lo expresará así al recordar su paso por Cantón antes de las guerras, la posterior destrucción de las trece factorías y el asentamiento que las sustituyó tras la victoria británica sobre China: "Odié los aburridos edificios europeos, con sus fachadas afectadas y sus frontones de codicia: el nuevo enclave era como un monumento construido por las fuerzas del mal para celebrar su marcha triunfal a través de la historia" (River of Smoke, 516).6 Ya sin ningún impedimento, el tráfico de opio florecería por largo tiempo.

De la misma manera que la novela explora esta etapa, también delinea los contornos que el capitalismo adquirirá en la segunda mitad del siglo XIX, de las profesiones y de las habilidades que requiere. Este capitalismo requerirá de libertad a ultranza, por lo que la prohibición para el opio es algo inaceptable. Asimismo precisará del conocimiento de otras lenguas como en el caso de Neel, la capacidad de estar al tanto de las noticias y de calcular riesgos y oportunidades como Bahram Modi.

Finalmente no me queda sino decir que esta reseña constituye sobre todo una invitación para acercarse a una prosa precisa, fluida y a una historia apasionante donde lugares aparentemente tan alejados entre sí como Calcuta, Cantón y Mauricio se conectan de múltiples maneras.

 

NOTAS

1 Esta y las siguientes son traducciones mías. Se ha conservado el inglés en notas a pie de página para comodidad del lector. "And what was it all for, Zadig Bey? Was it just for this: so that these fellows could speak English, and wear hats and trousers, and play cricket? Bahram pulled the window shut, and the sounds faded away. Perhaps that is what Ahriman's kingdom is, isn't it, Zadig Bey? An unending tamasha in a desert of forgetting and emptiness" (Ghosh, River of Smoke, 493).

2 "but what sane person would want to multiply these labours when there were better, more useful crops to grow, like wheat, dal, vegetables?" (Ghosh, Sea of Poppies, 31).

3 "They seem to be persuaded that the Achhas are all from one country —is it not the most diverting notion? There is even a factory that is spoken of as the 'Achha Hong? —of course it has no flag of its own".

4 "it was as if the inmates were the first inhabitants of a new country, a yet unmade Achha-sthan".

5 "It is odd to think that this city, which has absorbed so much of the world 's evil, has given, in return, so much beauty. [...] But when all the rest is forgotten the flowers will remain, will they not, Puggly dear?"

6 "I hated the dull, European buildings of Shamian, with their prim façades and their pediments of murderous greed: the new enclave was like a monument built by the forces of evil to celebrate their triumphant march through history".

 

Información sobre la autora

Laura Carballido Coria. Doctora en Estudios de Asia y África, área India, por El Colegio de México. Es profesora-investigadora del Departamento de Ciencias Sociales, División de Ciencias Sociales y Humanidades, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Cuajimalpa. Sus principales líneas de investigación son la construcción de identidades en el periodo colonial, la conformación de Estados-nación en el sur de Asia y recientemente la salud pública en Delhi colonial. Ha publicado ¿India o Pakistán? Espacios divididos (2011) y La Partición: Narrativas históricas y literarias (2005), y es también autora de contribuciones en varias publicaciones especializadas.

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