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Acta poética

On-line version ISSN 2448-735XPrint version ISSN 0185-3082

Acta poét vol.32 n.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2011

 

Dossier: Homenaje a Antonio Alatorre

 

Tiempo y poesía1

 

Time and Poetry

 

Antonio Alatorre

 

El Colegio Nacional y El Colegio de México.

 

Fecha de recepción: 12 de mayo de 2010.

 

Resumen

Este artículo-antología que Antonio Alatorre nos entregó varios meses antes de morir reúne una serie de sonetos que tienen como tema el paso del Tiempo. Comienza con unos versos de Ovidio y sigue con las traducciones y adaptaciones hechas por algunos poetas renacentistas italianos; pero la mayoría de estos sonetos se deben a poetas ibéricos (españoles y portugueses, y alguno también catalán) de los siglos XVI y XVII. En la selección se da preferencia a los sonetos "de artificio": en ella encontramos sonetos en "eco", sonetos continuos, sonetos construidos a base de anáforas, etc. A manera de coda, Alatorre añade uno del siglo XVIII y otros de algunos poetas mexicanos del XX que siguen la misma línea temática y formal comenzada con Ovidio. El gusto con que elige estas piezas, y el cuidado con que va engarzándolas, ilustran a la perfección esa mezcla de amenidad y rigor filológico que caracterizan el estilo de Alatorre. No falta aquí tampoco la elegante colocación de algunos puntos sobre algunas íes.

Palabras clave: Soneto, Tiempo, Siglos de Oro, poesía renacentista, poetas ibéricos, siglos XVI-XVII, soneto continuo, soneto en "eco".

 

Abstract

This "article anthology" given to us by Antonio Alatorre several months before his death consists of a series of sonnets about the passing of time. It begins with a passage by Ovid, which is followed by some translations and adaptations by Italian Renaissance poets; however, the majority of the sonnets gathered here were written by Iberian poets -Spanish, Portuguese and even a couple from Catalonia- in the 16th and 17th centuries. In choosing these poems, Alatorre privileges pieces that are formally quite sophisticated: thus we find echo sonnets, sonnets written as continuous poems, sonnets structured around anaphora and so on. As a coda to the collection, Alatorre adds a few sonnets from the last couple of centuries that follow the same thematic and formal pattern as the Ovid sonnet that opened the anthology -one by an 18th century Spanish poet and a few by 20th century Mexican poets. The obvious delight that the author takes in choosing these poems and the care he takes in putting them together illustrate brilliantly that mix of sparkling creativity and philological scholarship that is so characteristic of Alatorre's style.

Keywords: Sonnet, Time, Golden Age, Renaissance poetry, Iberian poets, 16th-17th centuries.

 

Las páginas que siguen no tienen más objeto que ofrecer a los lectores un ramillete de sonetos que se refieren al Tiempo, tema "eterno" de la literatura -y en especial de la poesía- de todas las naciones, al lado del Amor con sus gozos y sus penas, la Naturaleza (cielo y tierra), los Dioses y los Héroes, la Vida y la Muerte, el Destino, lo Hermoso, lo Aterrador, y también el lado alegre de las cosas...

Los autores de estos sonetos son poetas o versificadores ibéricos (o sea españoles y portugueses) de los siglos XVI y XVII que meditan sobre el Tiempo -su poder, su velocidad, su inexorabilidad, su soberana indiferencia, etc.-, o que lo increpan, o le piden un favor...

La selección ha sido muy difícil. He preferido aquellos sonetos en que el "asunto" va trabado con una "forma" artificiosa y bien trabajada. En otras palabras, predominarán en este ramillete los "sonetos de artificio".

Comienzo con unos sonetos cuya hechura se remonta, en última instancia, al muy artificioso y elegante Ovidio. En su Ars amatoria, obra maestra de frivolidad y cinismo (manual del seductor, método para triunfar de la resistencia de las mujeres), Ovidio se muestra como hombre experimentado que da consejos útiles a los principiantes. En un pasaje les dice que no se desanimen si la mujer apetecida parece inconquistable: ya verán cómo acabará por rendirse. Con el tiempo los novillos bravíos toleran el yugo; con el tiempo los potros salvajes se someten al freno; con el tiempo se desgasta un anillo de hierro; con el tiempo se embota la reja del arado. ¿Hay cosa más dura que un peñasco, cosa más blanda que el agua? Pues el agua acaba por hacer un surco en el peñasco:

Tempore difíciles veniunt ad aratra iuvenci;
Tempore lenta pati frena docentur equi;
Ferreus adsiduo consumitur anulus usu;
Interit adsidua vomer aduncus humo.
Quid magis est saxo durum, quid mollius unda?
Dura tamen molli saxa cavantur aqua...
2

Años después, desterrado por Augusto a orillas del Mar Negro, lugar inhóspito, todavía bárbaro, se acuerda Ovidio de lo que ha dicho sobre el poder del tiempo, y lo repite, pero ahora con intención muy diversa:

Tempore ruricolae patiens fit taurus aratri,
Praebet et incurvo collapremenda iugo;
Tempore paret equus lentis animosus habenis,
Et placido duros accipit ore lupos;
Tempore Poenorum compescitur ira leonum,
Nec feritas animo, quae fuit ante, manet;
Quaeque sui monitis obtemperat Inda magistri
Belua, servitium tempore victa subit...

Sí, con el tiempo se amansan los toros y caballos, con el tiempo se doman leones y elefantes... Y prosigue: el tiempo hincha las uvas, hace germinar las semillas, desgasta pedernales y diamantes, aplaca la más furibunda cólera, alivia los dolores. Todo lo puede el tiempo mientras calladamente va corriendo, salvo atenuar los dolores del pobre desterrado:

Cuncta potest igitur tacito pede lapsa vetusta
Praeterquam curas attenuare meas.
3

Los poetas italianos del Renacimiento hicieron "renacer" no solo las reglas de la antigüedad clásica para hacer poesía, sino también muchos de los temas y de los recursos que los antiguos usaron. He aquí cómo uno de ellos, Girolamo Angeriano, imita la anáfora ovidiana (Tempore esto, Tempore lo otro...); él prescinde de toros, caballos y leones, y piensa más bien en la acción del tiempo sobre las obras hechas por el hombre (edificios e instituciones) y sobre las obras de la Naturaleza, para terminar diciendo que el tiempo (¡ay!) es incapaz de borrar el amor que siempre le tuvo a su difunta Lidia:

Tempore tecta ruunt, praetoria, tempore vires,
Tempore quaesitae debilitantur opes [...];
Tempore montani lapides, et tempore virtus
Occidit, et regum tempore defit honor [...];
Tempore fit caelum variabile; tempore Phoebus
Luce caret, scriptum tempore marmor abit;
Tempore durìtìes decedìt, tempore livor.
At meus, heu! nullo tempore cessat amor.
4

Otro tanto (pero en lìngua volgare) hace Calmeta, contemporáneo de Angeriano:

5 Vincenzo Colli, llamado "il Calmeta" (m. 1508), según Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en España, 96. Este soneto, y también el de Panfilo Sasso que se verá en la página 32, se atribuyeron a Serafino Aquilano (o dall' Aquila), quizá porque este contemporáneo de Angeriano y de Calmeta compuso varios strambotti u octavas sobre el mismo tema: "Se 'l tempo spiana ogni superba altezza / et ogni gran signor converte in polve..."; "Consuma el tempo ogni aspro e duro sasso, / poi lo converte in polve a poco a poco...", "Co 'l tempo al fier caval si mette il freno..." (Die Strambotti des Serafino dall'Aquila, núms. 215 a 217).

Las traducciones e imitaciones ibéricas del soneto de Calmeta son todas de la segunda mitad del siglo XVI. Es imposible establecer un orden cronológico. Pero es fácil suponer que la primera que se hizo gozó de tal éxito, que la gente la sabía de memoria, con las lagunas y las equivocaciones de rigor, y que estas fueron llenándose o corrigiéndose de la manera que cada cual pudo.6

He aquí una traducción (anónima) que sigue muy de cerca el texto de Calmeta:

7 Cancionero de poesías varias (manuscrito 617 de la Biblioteca Real), núm. 408. Corrijo el texto que dan los editores para el v. 10 "con tiempo él pasa tiempo a fin y estanca"; pasatiempo es traducción de piacer; en ese mismo verso, estanca ('cansa') es italianismo crudo.

He aquí otro texto:

Se parece mucho al anterior, pero lo afean las erratas; no solo gallardía (que no rima con—eza), sino también "el bello claro", v. 9 (por "el tiempo claro") y "nieve fría" (por "nieve blanca"); la variante del v. 13 ("se eclipsa y no parece") no es propiamente errata; puede ser señal de que el copista no tenía ante los ojos un modelo, sino que escribía de memoria.8

El soneto que sigue está menos cerca del original de Calmeta (y de la versión [1]):

9 "Soneto de Navarro", en las Flores de baria poesía, recoxida de varios poetas españoles ("recopilóse en la ciudad de México año del nascimiento de Nuestro Salvador Iesuchristo de 1577"), manuscrito 2973 de la Bibl. Nacional de Madrid, p. 325. Este manuscrito está muy corroído por la tinta (hecha tal vez a base de huiza-che), y lo todavía legible fue copiado a principios del siglo pasado por Antonio Paz y Mélia; esta copia (manuscrito 7982 de la misma Biblioteca) sirvió para la edición de Margarita Peña, México, 1980, núm. 293; evidentemente, el benemérito Paz y Mélia no "reconstruyó" bien el último verso: leyó mismo, pero lo que hay que leer es nunca.

10 Carolina Michaëlis de Vasconcelos da noticia de este texto en "Notas aos Sonetos anónimos", 116.

Según parece este texto es copia de otro en que se omitió el verso 4 ("con tiempo la belleza se desdora"), de manera que el verso 5 pasó a ser 4; y, por falta del 5, hubo que inventar otro: "con tiempo, cubre noche clara aurora". Lo demás es casi igual al texto [3], pero con erratas: además de mundo en vez de mando (v. 2), hay aurora en vez de luna (v. 9), calor en vez de color (v. 11) y grande en vez de gran (v. 13); el v. 14 está bien: "Y en mí nunca el amor con tiempo falta".

[5] Con tiempo pasa el año, mas la hora;
pasa el reino y la riqueza...11

Fuera de las dos variantes señaladas (y el mas parece mala lectura por mes), los cuartetos son los del texto [1], pero los tercetos son otros, hechos expresamente para rendir homenaje a la reina de Francia:

El soneto siguiente:

[6] Con tiempo pasa el año, mes y hora...,

se parece al [4] hasta el verso 6, pero se aparta de él a partir del 7, en busca de una nueva conclusión. El autor, prolífico fabricante de versos ascéticos y piadosos, quiere llevar el agua a su molino, que es excitar al pecador al arrepentimiento:

... con tiempo pierde el tigre la braveza,
con tiempo lo que es malo se mejora;
con tiempo el tiempo se consume y anda;
con tiempo se va y viene la fortuna
y con tiempo la luna mengua y crece;
con tiempo lo que es duro más, se ablanda
y con tiempo lo blando se endurece:
¡y no hay, con tiempo, en ti mudanza alguna!12

Estos dos últimos sonetos toman el impulso del soneto original, pero lo alteran, introduciendo nuevas imágenes. Lo mismo, y de manera más acentuada, se observa en los cinco siguientes. El primero es de Camões:

El soneto que sigue es anónimo:

13 Flores de baria poesía (véase supra, nota 8), 326; M. Peña (ed.), núm. 294.

El tercero es de Baltasar Estaço:

14 Baltasar Estajo, Sonetos, canções, églogas, fol. 33r. El Visconde de Juromenha atribuyó este soneto a Camoes (1861); figura también en la edición de Lírica completa de Camões por Ma. de Lourdes Saraiva, Lisboa, 1980, 450, aunque ella misma advierte: "Nenhum dos editores modernos o inclui". -La partícula co es contracción de com o.

El cuarto es de Lope de Vega:

15 Lope de Vega, La serrana de Tormes, 453 y 454; cfr. Otto Jörder, Die Formen des Sonnets bei Lope de Vega, 225, nota, y Joseph G. Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en España, 243.

Podrá observarse cómo en los tercetos (versos 9-14) hay claras reminiscencias de los versos 11, 12 y 14 del texto [3].

En cambio, en el "Soneto al tiempo de Couarruuias" (¿Sebastián de Covarrubias, el lexicógrafo?) casi no queda de Calmeta sino la idea general:

16 Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 3968, fols. 167v-168r. Publicado por Foulché-Delbosc, "237 sonnets", núm. 171.

II

En el soneto de Panfilo Sasso (1455-1527) que copio en seguida han influido evidentemente los mismos pasajes de Ovidio en que se inspiró Calmeta, y también, probablemente, el soneto mismo de Calmeta. Dice así:

17 Este soneto se atribuyó en un tiempo a Serafino Aquilano, lo mismo que el de Calmeta (cfr. supra, nota 5). De esta falsa atribución se ocupa Mario Menghini en su edición de Le rime de Serafino Aquilano, 213.

Es un soneto de esquema distributivo recapitulativo. Se van enumerando los animales que con el tiempo se amansan -el toro, el halcón, el oso, el jabalí-, a los cuales se añade el poder del agua que horada un peñasco si cae sobre él durante un tiempo, y en el verso final se reúnen todos -aunque con una infracción: en vez del cinghiale ('jabalí') está el león. La última palabra del soneto es sasso, puesta por el poeta como si fuera su firma: [P.] Sasso.

Siguen algunas traducciones o imitaciones ibéricas:

18 Manuscrito 3915 de la Bibl. Nacional de Madrid (Cancionero de Jacinto López), fol. 11r. (En este manuscrito está una de las versiones del soneto de Calmeta: Cfr. supra, nota 8). Editado por Foulché-Delbosc, "136 sonnets anonymes", núm. 118, 394.

Aquí, como se habrá visto, no hay ninguna falla en cuanto a la distribución-recapitulación, pero uno de los animales de Sasso, el oso, ha quedado fuera. -Y sigo:

19 Soneto de Lope de Vega, en la Primera parte de las Flores de poetas ilustres de España... ordenada por Pedro Espinosa, Valladolid, 1605, fol. 117 (y edición de Francisco Rodríguez Marín, 173). Cfr. la nota de Rodríguez Marín, 395 y 396. Otto Jorder, Die Formen des Sonnets bei Lope de Vega, 225, nota, descubrió que ya Lope había incluido este soneto en su comedia El soldado amante, acto II (Obras, ed. de la Academia, nueva serie, tomo 9, 571). Véase Rosa Navarro Durán, "El soneto de Sasso 'Col tempo el villanel al giogo mena' y Lope de Vega", 391-409. -La melena del primer verso es 'cierta piel blanda que se pone al buey en la frente para que no se lastime con el yugo'.

Es una imitación más rigurosa del soneto de Sasso: los cinco elementos de la comparación reaparecen en la recapitulación, solo que esta no se pone en el verso final, sino en el 10. El siguiente traductor es Manuel de Faría y Sousa:

20 Manuel de Faría y Sousa, Fuente de Aganipe, fol. 151v.

Faría y Sousa era un portugués avecindado en Madrid que en sus obras, muy numerosas, trató de distinguirse superando en ingenio a los grandes poetas españoles que en los tres o cuatro primeros decenios del siglo XVII residían en la Corte. El soneto que he copiado lo pinta muy bien: Faría ha querido hacer un soneto perfecto, superior incluso al original de Sasso. En efecto, el verso 14 de Sasso, el recapitulativo, no obedece el orden en que han aparecido los elementos de la distribución, aparte de que en la distribución hay jabalí y en la recapitulación hay león. En cambio, el verso 14 de Faría recoge las imágenes en el orden en que han aparecido. No solo eso: las imágenes de Sasso son cinco, y las de Faría son 6: oso, toro, león, tigre, águila y piedra. Aún más: el verso 13 enumera, en el orden debido, los medios de que se ha valido el tiempo para conseguir su propósito: la maña del cazador, el arte del campesino, la industria del domador, etc. (Una pequeñez: lo que es fuente en el v. 11 se convierte en llanto en el 13).

En contraste con el soneto de Faría, tan cuidadosamente elaborado, el soneto que comienza "El libre pajarillo se cautiva...", mal atribuido a Lope de Vega, es sumamente torpe: la enumeración incluye un pajarillo que se acostumbra a su jaula, un animal bravío que se amansa, y elementos como el mar, el hielo y el sol, a los cuales cualquiera puede acostumbrarse, mientras que a una mujer nadie la puede forzar si ella no quiere,

que es más furiosa, amando disgustada,
que el pájaro, animal, mar, sol y hielo.

Es un soneto peor que mediocre.21

Los dos sonetos que siguen sí son de Lope. El primero pone la recapitulación en los versos 9-10, y el segundo prescinde por completo del esquema:

22 Lope de Vega, Rimas (1609), en sus Obras poéticas, 41. El "agua tierna y blanda" del v. 2 parece recuerdo de P. Sasso ("acqua molle e frale").

Sorprende, en esta serie de derivaciones de Sasso, la imagen del indio (americano, por supuesto) cuya amistad logra el español a fuerza de un trato asiduo (como el que se tiene entre amigos). Tampoco es muy convincente la del áspid que apoca su fiereza cuando se lo ruegan.

23 Lope de Vega, La viuda valenciana, 71.

Se le puede perdonar a Lope, por ser Lope, que diga oliva (y "arrugada") en vez de olivo, y la imagen de la serpiente (= áspid) es más convincente aquí que en el soneto anterior: se derriba (se queda pasmada, dormida) gracias a la chirimía del encantador. Pero no se puede tolerar que ponga, en serie con fenómenos cotidianos y sujetos al paso del tiempo, el caso excepcionalísimo de Pigmalión: no es cosa de todos los días que los dioses conviertan una estatua en mujer de carne y hueso.
Los versos iniciales del siguiente soneto recuerdan, ciertamente, el comienzo del soneto de Sasso:

24 Manuscrito 4117 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 32. Lo reproduce H. Boneville en su Guirnalda odorífera (thèse complémentaire), 28 (en el v. 4 escribo del en lugar de do el).

pero no pasa de ahí; el segundo cuarteto describe hazañas mucho menos espectaculares: con el tiempo se aclaran las cosas, de manera que el poeta está seguro de que el tiempo acabará por mostrar "la limpia y pura fe" de su amor.

En su Desengaño de amor en rimas, Pedro Soto de Rojas incluye cinco sonetos sobre el tiempo. Sus epígrafes son: 1, "Todo se muda, su desdicha no"; 2, "Deprecación al tiempo"; 3, "Potencia del tiempo, frustrada en su amor"; 4, "Caída miserable", y 5, "Fénix perjura".25 El Desengaño de amor, primer libro de versos de Soto de Rojas, se imprimió en 1623, cuando él ya era un cuarentón. Es un libro ambicioso, con más de doscientas composiciones, muchas de ellas bastante largas. Es imposible que no se haya dado cuenta de que, al publicarlo, iba a competir con toda una pléyade de grandes poetas, con Lope, Quevedo y Góngora a la cabeza; y justamente en el año 1623 la republica literaria española había alcanzado su pleno esplendor. Pero él no se amilanó. Más bien, como sucede en los pechos generosos, aceptó la competencia y apostó por la Poesía. Véase, por ejemplo, el comienzo de la "Deprecación al tiempo":

No cabe duda de que estos versos están todavía, aunque ya de manera algo borrosa, dentro de la tradición iniciada por Calmeta y Panfilo Sasso -la fuerza incontrastable del tiempo como tema poético-, pero tampoco cabe duda de que las imágenes de Soto de Rojas son sumamente novedosas: quebrar peñascos, comer aceros, beber (!) metales, sólidos anfiteatros que vacilan al golpe de unos filos breves, y, sobre todo, esas Troyas esparcidas al viento en polvos leves y esas Cartagos derribadas al suelo en llantos puros. Son versos que "suenan" quizá más a Quevedo que a Góngora. En cambio, estos otros, que son el comienzo del tercer soneto:

"suenan" más bien a Góngora; el hipérbaton de "tanta mano [o sea, una mano tan poderosa] toda elevada vence valentía" (valentía = cumbre) es muy gongorino, como también el "mucho vuelo ufano" (muchos pájaros bulliciosos), y el tronco del laurel, seco ahora a causa de la "fuerza de convicción" del cierzo...

Los sonetos cuarto y quinto tienen menos relación con el tiempo, pero el primero merece ser citado íntegramente:

Los versos 3 y 4 de este soneto producen en cualquier lector un sobresalto -que es, evidentemente, lo que se propuso el poeta. ¿Por qué Anfitre y Anfitrite?, ¿por qué Cibel y Cibeles? La explicación debe de ser esta: Anfitrite (deidad marina) es la pleamar y Anfitre la bajamar; Cibeles (diosa de la fertilidad) es la naturaleza en verano y Cibel la misma naturaleza en invierno. En una palabra: las mareas y las estaciones están sujetas al ritmo del tiempo. Anfitre y Cibel parecen un chiste, pero el soneto es completamente serio. (Que yo sepa, ningún poeta imitó un "rasgo de ingenio" tan fuera de lo común).

La huella de Sasso sigue siendo visible en este soneto que recita un personaje en la novela pastoril Esperanza engañada, escrita en castellano por un oscuro escritor portugués:

26 Manoel Fernandes Raya, Esperanza engañada, 242; soneto dado a conocer por Antonio Carreira en "Algo más sobre textos y atribuciones en la lírica áurea", 51.

Me detengo en el segundo cuarteto. Hasta aquí, quienes pagan tributo al tiempo han sido objetos naturales, como prados, montes, peñas, árboles, leones, osos;27 pero algunos poetas mencionan también obras hechas por la mano del hombre, edificios sobre todo: así Angeriano ("Tempore ruunt praetoria..."), y el anónimo que dice que, con el tiempo, "el más soberbio muro / del mismo tiempo vemos derribado", y Soto de Rojas, que evoca a Troya y a Cartago y habla de "anfiteatros" sólidamente construidos, pero "mal seguros" a los golpes del tiempo. Es lo que hace Fernandes Raya al recordar los mármoles de Paro y "la subida gloria del romano", y es lo que hace también el autor del siguiente soneto:

Pero este soneto no está propiamente en la línea de Panfilo Sasso, sino más bien en la de Baldassare Castiglione, que, a diferencia de Sasso, evoca solo la magnificencia de la antigua Roma, reducida a cenizas por la envidia del tiempo:

28 Soneto atribuido a Francisco de Figueroa (uno de los varios poetas españoles que merecieron el epíteto de "divino"), pero declarado apócrifo por su último editor, Chirstopher Maurer, en su Obra y vida de Francisco de Figueroa. (Lo cual no significa, o no debiera significar, que el soneto sería mejor de lo que es si alguien reivindicara su autenticidad).

Pero este soneto no está propiamente en la línea de Panfilo Sasso, sino más bien en la de Baldassare Castiglione, que, a diferencia de Sasso, evoca solo la magnificencia de la antigua Roma, reducida a cenizas por la envidia del tiempo:

Castiglione termina, como Sasso, con una "aplicación" a su estado sentimental (real o imaginario); pero si su soneto fue aplaudido e imitado no solo en España, sino en toda la Europa renacentista,29 fue por su evocación de las soberbias siete colinas, cubiertas de colosos, arcos, teatros, obras divinas. Un paso más, ya en los tiempos barrocos, y nos encontramos ante un soneto de Lodovico Paterno, que explota a conciencia el recurso de la enumeración. Su soneto "Se colonne, trofei, tempi, archi e fori, / stagni, terme, acquedotti, are e teatri...", fue traducido así por Cristóbal de Mesa:

30 Fiori di sonetti /Flores de sonetos, 78 y 79. La enumeración de Paterno comprende 38 elementos; la de Mesa, solo 22. (El traductor omite por completo la materia del segundo cuarteto del soneto original: cónsules, senadores, tribunos, dictadores, lictores, etc.).

Y entonces un "Incógnito" se propuso superar a Paterno, o a Mesa, o a ambos, de la manera siguiente:

31 "Rimas del Incógnito" publicadas por Foulché-Delbosc, 359 y 360. No sé qué cosa son filabres (v. 2); en cuanto a arbolantes (v. 14), debe ser errata por arbotantes.

Obsérvese cómo, a pesar de estar alargado por el estrambote de tres versos, no hay en este soneto la obligada expresión final de algún sentimiento. Además, aquí lo clásico (coliseos, obeliscos, termas...) se mezcla caóticamente con muchas otras cosas, hasta llegar a un total de 48 elementos. Es un soneto de relumbrón.

 

III

En esta sección agrupo, en orden cronológico aproximado, algunos sonetos que están fuera de la tradición de Panfilo Sasso y de Calmeta, y que -en apariencia, por lo menos- no tratan de señalarse por vistosos artificios formales. Podría decirse que son más "sentidos", más "personales". El desfile comienza con Juan Boscán, patriarca de la poesía española "a la italiana". Copio solo el comienzo:

32 Cancionero de poesías varias (manuscrito 617 de la Biblioteca Real), núm. 402; los editores parecen no haberse dado cuenta de que el soneto es de Boscán; está en sus Obras poéticas, 184.

Jorge de Montemayor parece recordar unas sentencias famosas del Eclesiastés, capítulo 3: "Omnia tempus habent..., tempus flendi et tempus ridendi, tempus plangendi et tempus saltandi..., tempus acquirendi et tempus perdendi...", etc.:

33 Jorge de Montemayor, Cancionero (1562); cito por su Poesía completa, 542. Cfr. también sus octavillas "Contra el tiempo" en la misma edición, 1253-1257: "Pues el tiempo es tan cruel, / y el bueno tan poco dura, / en tan buena coyuntura / digamos mil males de él".

Soneto atribuido (sin mucho fundamento) a Francisco de Figueroa:

34 Este soneto está en la misma situación que "Gasta y consume el tiempo toda cosa..."; véase supra, nota 28.

Juan de la Cueva, soneto "A Baltasar del Alcázar":

35 B. J. Gallardo, Ensayo de una biblioteca..., tomo 2, columna 675.

Damián de Vegas, en su soneto "Al tiempo mal gastado", no habla como un desdichado en amores, sino como un cristiano que toma en serio la justicia de Dios:

36 Damián de Vegas, Libro de poesía christiana, moral y divina, Toledo, 1590; soneto reproducido en el Cancionero y romancero sagrados de Justo de Sancha, 508. El comienzo es reminiscencia de Garcilaso, "Cuando me paro a contemplar mi estado / y a ver los pasos por donde he venido, / hallo que...". También está impregnado de ascetismo cristiano un soneto anónimo del Cartapacio poético del Colegio de Cuenca, 93: "¡Oh tiempo variable que, huyendo, / al seso engañas del que más lo alcanza..." (o sea: 'engañas la inteligencia del más sagaz'). Y Cfr. Alonso de Ledesma, "Difinición del tiempo", en sus Conceptos espirituales (1600): "Tiempo, estimado de sabios / y desechado de necios...".

He aquí ahora un soneto anónimo de reflexión "filosófica":

37 Cancioneiro de Cristóvao Borges, núm. 112. Este soneto se ha atribuido a Diogo Bernardes, y también a Camoes. Manuel de Faría y Sousa lo incluye en su edición de las Rimas varias de este poeta (Lisboa, 1685) con un comentario exorbitante: "¡Viva todo el Parnaso, que desde sus fundamentos hasta hoy no se escribió soneto igual a éste! Pesa mil arrobas de majestad, de elegancia, de imágenes y de bellezas. Su argumento es la instabilidad de todo lo de que se compone este miserable mundo. No sabe decir esto con tal limpieza sino quien lo tiene bien trillado con profundísima ponderación".

El mensaje de este otro tiene una tonalidad parecida:

38 Cancioneiro de Évora, 118. He retocado los versos 5 y 14, que en el original dicen esperança y poderá respectivamente, a sabiendas que sperança y podrá no son formas portuguesas. En el Cancioneiro de Corte e de magnates, núm 229, se halla este mismo soneto, con texto aún más defectuoso, y con esta terminación: "Fortuna em mim, só a fortuna quero; / fortuna tomo enfim por passatempo, / e quem não for triste não poderá alegrarme".

En el soneto precedente se lee que el tiempo convierte en lágrimas el dulce canto; en este, en cambio, el poeta dice que el tiempo todo lo cambia, menos su íntima tristeza (reminiscencia, tal vez, del "praeterquam curas attenuare meas" de Ovidio), pero es una tristeza gozosamente asumida. (En la España del siglo XVII los portugueses tenían fama de excesivamente "sentimentales").

Siguen aquí varios de los poetas más ilustres de los Siglos de Oro, comenzando con Cristóbal de Virués:

39 Cristóbal de Virués, Obras trágicas y líricas, fol. 204v. Para entender bien el soneto importa saber que Virués era militar de profesión, de manera que estaba sujeto al rigor de Marte y añoraba una vida tranquila.

Vienen en seguida los hermanos Argensola. Primero el mayor, Lupercio:

40 Lupercio Leonardo de Argensola, Rimas, 62.

Y luego Bartolomé, el menor:

41 Bartolomé Leonardo de Argensola, Rimas, 248.

Sobre la velocidad y el silencio con que corre el tiempo medita Góngora en uno de sus últimos sonetos. La rapidez de una flecha al "morder" el blanco, y el silencio con que un carro agonal (en el circo romano) da vuelta a la meta sin rozarla, son menos que la rapidez y el silencio del correr del tiempo:

Un cometa anuncia desgracias y muertes; y, si bien lo vemos, cada día que pasa es un cometa, cada uno nos acerca más a nuestra muerte. Cartago es imagen de lo que fue y ya no es. Licio es Luis (de Góngora): el poeta habla consigo mismo. Pocas veces se habrá descrito tan eficazmente la acción del tiempo como en el último terceto.

He aquí ahora un buen soneto anónimo, muy gongorino:

42 "A la fuerça del tiempo", manuscrito 3794 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 31. Algunas explicaciones: v. 1, ya: 'en otro tiempo'; v. 4: 'partí cargado de ambición, regresé cargado de plata'; vv. 6-7: '[sobreviví a] muchas naves que murieron mordidas, como por una serpiente, por el diente oculto de un escollo' (en la Soledad II, vv. 317-327, habla Góngora de un arroyo que corre como sierpe y que muerde el pie de un pino que se le atraviesa); v. 9 tal vez: 'algunas veces'; v. 12: el Euro es un viento borrascoso.

Juan de Arguijo se dirige así "A don Fernando de Saavedra":

43 Juan de Arguijo, Obra poética, núm. LIV.

Cristóbal Suárez de Figueroa:

44 Cristóbal Suárez de Figueroa, El pasajero, 519 y 520. (Soneto recitado por "el Doctor", que antes ha dicho: "me quejé una vez de la pereza del tiempo, en esta forma").

Luis Martín de la Plaza tradujo el soneto "Al tempo" de Torquato Tasso: "Vecchio ed alato dio, nato co 'l sole / ad un parto medesmo con le stelle...":45

46 Luis Martín de la Plaza, Poesías completas, 91. (En el v. 3, rapto significa 'rápido': es el "movimiento arrebatado" propio de la esfera de las estrellas fijas en la cosmología ptolemaica). El texto procede del Cancionero antequerano, núm. 280 en la edición de José Lara Garrido; en este mismo Cancionero, núm. 445, hay un soneto anónimo, "La noche oscura, temerosa y fría...", que pondera los cambios que acarrea el paso del tiempo, y que termina con este estrambote: "Sólo mis esperanzas / la noche de mi mal, mi pena y muerte / se estarán, por ser mías, de una suerte".

El correr del tiempo es tema que aparece varias veces en los llamados "poemas metafísicos" de Quevedo: "Vivir es caminar breve jornada...", "Huye sin percibirse, lento, el día...", "¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?...", con sus memorables tercetos:

47 Hay un soneto de José Jerónimo Valmaseda y Zarzosa (1660) que comienza: "Ayer pasó, mañana no ha llegado; / el día de hoy no sé cómo le cuente, / pues apenas le llego a ver presente / cuando le debo lamentar pasado..." (B. J. Gallardo, Ensayo..., tomo 4, columna 883); y Quevedo mismo, en el soneto "Fue sueño ayer, mañana será tierra...", comienza así los tercetos: "Ya no es ayer; mañana no ha llegado; / hoy pasa, y es, y fue...".

48 En el segundo terceto, junto es verbo (yo junto: 'del pañal y la mortaja hago una sola cosa').

 

La mejor explicación del último verso está en una carta del propio Quevedo (1635): "Hoy cuento yo 52 años, y en ellos cuento otros tantos entierros míos. Mi infancia murió irrevocablemente; murió mi niñez, murió mi juventud, murió mi mocedad; ya también falleció mi edad varonil. Pues ¿cómo llamo vida una vejez que es sepulcro donde yo propio soy entierro de cinco difuntos que he vivido...?", etc.49

La atribución a Quevedo del soneto siguiente es sumamente dudosa:

Lo publicó Pedro Aldrete, sobrino de Quevedo, en Las tres Musas últimas castellanas (1670), donde hay gran número de poemas apócrifos. Concretamente, este soneto ya se había publicado, con pocas variantes, entre las Obras de Francisco de Figueroa. Pero también la atribución a Figueroa es muy dudosa.50 Si nos atenemos a los hechos, podemos decir con toda tranquilidad que el soneto no tiene padre conocido.

En cambio, no hay dudas sobre la autenticidad de este otro:

Sin duda Carrillo Sotomayor tenía presente el soneto anterior al escribir este:

51 Luis Carrillo y Sotomayor, Poesie, 102. Soneto elogiosamente citado por Gracián, Agudeza, discurso V.

Antonio Enríquez Gómez dice cosas parecidas, pero en lenguaje menos exaltado:

52 Antonio Enríquez Gómez, "Al curso y velocidad del tiempo", en sus Academias morales de las Musas, Burdeos, 1612. Compárese el segundo cuarteto con el segundo cuarteto del soneto de Carrillo y Sotomayor. El v. 8, "ir y quedarse...", es cita del primer verso de un soneto famoso de Lope de Vega.

Francisco de Rioja, "A la fugacidad del tiempo":

Juan Vélez de Guevara:

53 "Al tiempo", en Jardín de Apolo, academia... recogida por don Melchor de Fonseca y Almeida, Madrid, 1655, fol. 33.

El siguiente soneto muestra cómo los poetas portugueses cultivaban los mismos tópicos que los españoles:

54 Cancioneiro de corte e de magnates, núm. 275. Según Askins, el autor podría ser Felipe de Aguilar.

 

IV

En esta sección recojo algunos sonetos "de ingenio"; y comienzo con este de Elói de Souto Maior "A um religioso virtuoso e santo":

55 Jardim do ceo... [por] Eloyo Saa Souto Mayor, Lisboa, 1607, último folio.

El soneto "en eco" es un juego típicamente ibérico, aunque con vagos antecedentes en Italia. En cambio, los orígenes italianos del artificio que en seguida va a verse son mucho más claros. Podría decirse que se trata de una forma complicada del soneto continuo, que es el que tiene solo dos rimas o, más aún, palabras rimas (vida/muerte, noche/día, fuego/nieve, etc.) a lo largo de todo el soneto; la "complicación" consiste en meter en el interior del verso una de esas dos palabras cuando no está sirviendo de rima. Por ejemplo, Giuseppe Gosellini comienza así un soneto:

pero no mantiene el juego en los diez versos restantes, como lo hacen, en cambio, varios poetas españoles, uno de ellos Baltasar del Alcázar:

y así hasta el final:

Tal es la estructura de un soneto en que el Tiempo se dirige a nosotros exigiéndonos, implacablemente, cuenta del empleo que hemos hecho de él. De la fama de este soneto son testimonio los muchos manuscritos en que fue copiado.56 He aquí los principales:

1, Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 2883 (con apostilla marginal, de letra más tardía: "de Lope de Vega"); publicado por Joseph G. Fucilla en Hispanófila, 1962, núm. 16, pp. 106-109;

2, Ibidem, manuscrito 3884, fol. 287 ("Soneto célebre de Lope de Vega"); publicado por Fucilla, loc. cit.;

3, Ibidem, manuscrito 3895, fol. 60v;

4, Ibidem, manuscrito 3992 (¿o 3912?);

5, Ibidem, manuscrito 4140: soneto copiado dos veces en distintas páginas;

6, Biblioteca del Escorial, manuscrito Z.IV.26, fol. 23b;

7, Biblioteca Braidense (Milán), manuscrito AD.XI.57, fol. 26v.

8, Biblioteca Nazionale Centrale, Roma, manuscrito 2.078;

9, Bibliothèque Nationale, París, manuscrito Esp. 632 (soneto atribuido a "Almazán");

10, Biblioteca de la Hispanic Society of America, manuscrito CCX en el Catálogo de A. Rodríguez Moñino y María Brey Mariño, New York, 1965.

11, Arte doctrinal y modo para aprender la lengua matlatzinga, por fray Miguel de Guevara (manuscrito de 1638); es una de las varias poesías que copió el autor en los folios que quedaron en blanco.

A diferencia de lo que hice con los sonetos derivados de Calmeta y de Sasso, en este caso no he creído que valga la pena exhibir paso a paso las diferencias que hay entre los distintos manuscritos; lo que hago es utilizar varios de ellos y elaborar una especie de mosaico. Bien sé que esto es pecar contra las reglas del sacrosanto método filológico, pero aquí el pecado es verdaderamente venial, pues las variantes son muy negligibles: la forma de este soneto es tan estricta, tan trabada, que, por así decir, les deja a los copistas pocas oportunidades de equivocarse o de inventar. Casi puede decirse que los once manuscritos ofrecen un solo texto, que es el siguiente:

Las variantes de alguna importancia son poquísimas: v. 1, "Pídeme de mismo...", y también "El tiempo de mismo..." (mí mismo en vez de sí mismo está en la mayor parte de los manuscritos; pero mismo, en este caso, no va bien con mí: es el Tiempo quien pregunta: "A ver, ¿qué has hecho conmigo?", "¿de qué manera me has empleado?"); v. 3, "pues quien vivió sin cuenta..."; v. 11, " que al que sin cuenta vive, falta el tiempo", y también "que quien sin cuenta va, le falta el tiempo".

No hay en este soneto nada propiamente religioso, nada específicamente cristiano: la obstinación en el pecado, la justicia divina, la importancia de no dejar el arrepentimiento para la última hora (el "¿Tan largo me lo fiáis?" de Tirso de Molina); y, sin embargo, de alguna manera todo eso está aquí. Es un soneto profundamente serio, aunque el autor se nos muestre mucho más interesado en el juego de ingenio tiempo/cuenta, cuenta/tiempo, que convencido de la importancia de la virtud y las buenas obras. Y creo que fue esta doble índole del soneto -mensaje moral a la vez que juego poético- lo que lo hizo tan famoso.

La atribución a Lope de Vega carece de fundamento. Se debe, con toda verosimilitud, al recuerdo de dos sonetos suyos auténticos: "Con el tiempo se pasan horas y años..." y "Con el tiempo el villano a la melena..." (supra, pp. 30 y 33). Más consideración merecen otros epígrafes; "Soneto que embió un amigo christiano al mayor privado del rey de España estando enfermo de una grave enfermedad" (manuscrito 3895),57 y "del duque de Lerma cardenal" (manuscrito 4140, fol. 7r); Askins encontró también el soneto en el Cancionero de príncipes y señores recopilado por Juan Pérez de Guzmán (1892); se atribuye ahí a don fray Garcerán Albanell, arzobispo de Granada, y el título indica que fue enviado al duque de Lerma "después de su caída" (pero Askins no sabe si esto lo dice Pérez de Guzmán o la fuente utilizada por él).58 Lo interesante, en todo caso, es que en el manuscrito 3895 hay una "Respuesta del duque de Lerma":

Y allí mismo hay "Otro soneto en respuesta":

No es imposible, aunque sí poco probable, que el propio duque haya escrito estas respuestas, o una al menos (y lo mismo da si se la encargó a un secretario); la segunda me parece la mejor: es más unitaria y, sobre todo, el "¡Cuida tu casa y deja la ajena!" es más contundente.

La presencia de este famoso soneto en el Arte manuscrita de fray Miguel de Guevara (1638), en compañía de otro aún más famoso, el "No me mueve, mi Dios, para quererte...", dejó ciego de entusiasmo a Alfonso Méndez Plancarte, patriota de hueso colorado: ¡dos relucientes joyas de la poesía española elaboradas en México por un mexicano! Naturalmente, se hace lenguas del segundo, pero del de la cuenta y el tiempo dice que "recata hondura bajo su amanerado alarde preciosista", y que "[no] tendrá rival en nuestro conceptismo, que con él se inaugura".59 En descargo suyo -y de Octavio Paz, que se guió por él-, hay que decir que en 1942 se ignoraban muchas cosas que hoy todo el mundo conoce.

En 1665 Juan Caramuel y Lobkowitz incluyó nuestro soneto en su Rhythmica, como ejemplo del fenómeno que él llama unisonantia.

En 1670, dos frailes trinitarios, Bartolomé Serrano y Juan Marcos, emprendieron un viaje a Argel con el fin de rescatar cristianos cautivos; el Libro en que se da la razón del viage que ycimos a la ciudad del Argel es obra de fray Bartolomé, el cual incluye en él un buen número de poesías propias; y entre ellas está el soneto de la cuenta y el tiempo.60

A comienzos del siglo XVIII, la Inquisición de México le secuestró al oaxaqueño Manuel del Barrio y Sedano una enorme cantidad de escritos devotos, unos en prosa y otros en verso; entre ellos estaba nuestro soneto.61

En 1793, finalmente, cierto fray José Sanz imprimió en Barcelona una obra intitulada El sabio ignorante, en cuyo tomo primero, página 158, está una versión levemente retocada: "Pídeme el Tiempo de sí mismo cuenta, / si darle puedo yo la cuenta al Tiempo...". 62

Del siglo XVII data una versión portuguesa, atribuida a Martín de Castro de Rio:

63 Cancionero de Cortes e de magnates núm. 318. Hay otra versión, publicada por Carolina Michaélis de Vasconcelos en "Notas aos Sonetos anónimos", 113 y 114: "O Tempo já de si me pede conta: / é necessário darse a conta a tempo, / que quem gastou...", etc.; el verso 12 dice "Vejome sem ter tempo e com ruim conta". (Cfr. supra, p. 31, textos castellanos que comienzan con "El tiempo..." y no con "Pídeme...").

Un poeta llamado, al parecer, Joao Ribeiro, escribió un soneto de conta y tempo para satirizar a quienes, por seguir la moda, gastan su tiempo en hacer sonetos de conta y tempo:

64 Publicado por C. Michaélis de Vasconcelos, "Notas aos Sonetos anónimos", 115 y 116.

 

V

El soneto del tiempo y la cuenta ha tenido no pocas repercusiones o reverberaciones. El autor del que copio en seguida, llamado Pedro da Costa Perestrelo, como si hubiera leído la burla de quienes pierden el tiempo en acomodar tempo/conta y conta/tempo en cada verso, resolvió simplificar la estructura. Hizo un soneto continuo, de solo dos palabras rimas, pero sin más complicaciones. Así las dos palabras, desligadas del juego, ganan en seriedad. Y el título es muy explícito: "A conta que devemos dar a Deus":

65 Soneto publicado por C. Michaélis de Vasconcelos, "Notas aos Sonetos anónimos", 115.

La eficacia de una serie de sonetos que vienen en seguida consiste en la simple repetición de la palabra tiempo, sin mención de la idea de "rendir cuentas". Hay un dicho recogido por Gonzalo Correas en su Vocabulario de refranes (1627): "Quien tiempo tiene y tiempo atiende, tiempo viene que se arrepiente", o bien "Quien tiempo tiene y tiempo espera, tiempo viene que desespera" (o "tiempo viene que el diablo le lleva"). A propósito de las expresiones "tiempo y lugar" y "dar tiempo al tiempo", usadas por Cervantes a poca distancia una de otra, su comentarista Francisco Rodríguez Marín recuerda una copla española: "Yo le pedí tiempo al tiempo, / y el tiempo me respondió / que, con el tiempo, tendría / tiempo, lugar y ocasión", y también una colombiana: "Al tiempo le pido tiempo, / y el tiempo tiempo me da, / y el mismo tiempo me dice / que él me desengañará".66

En el siguiente soneto, la palabra tiempo se repite 17 veces:

67 Cancioneiro de Corte e de magnates, núm 278; como el copista es portugués, han sido precisos algunos retoques (por ejemplo, tormentos en vez de tromientos en el v. 11). El soneto está en varios otros manuscritos de la Bibl. Nacional de Madrid: el núm 598, fol. 179 = Reyes Messía de la Cerda, Discursos festivos... (Corpus Christi de Sevilla, 1594), Vicente Lleó Canal (ed.), Sevilla, 1895, p. 219 (en esta versión falta el v. 7, y los vv. 3-4 dicen: "Triste del que ve el tiempo tan trocado, / que algún tiempo al tiempo no temía"); -el núm. 861, p. 135; -el núm. 3168 (Cancionero de Jhoan López), Rosalind J. Gabin (ed.), tomo 1, Madrid, 1980, pp. 201 y 202; y el núm. 17.556 (Poesías varias, J. M. Hill (ed.), Bloomington, 1923). Se copia también, con buen número de variantes, dos veces en el manuscrito 3.358 de la Biblioteca Riccardiana de Florencia (en la segunda vez se atribuye a Diego de Soria).

Hubo una traducción portuguesa del soneto precedente, no muy correcta; por ejemplo, el verso 1 termina "a custa minha", lo cual no rima con las tres consonantes en -ía.68

Es posible que en el caso siguiente la situación sea la inversa; o sea, quizá ahora la versión portuguesa sea la original, y la castellana la traducción. En todo caso, en una y en otra la palabra tiempo aparece 22 veces:

69 Baltacar Estaço, Sonetos, canções, églogas, fol. 20r; soneto reproducido por C. Michaélis de Vasconcelos, "Notas aos Sonetos anónimos", 113. Está también, con variantes, en el manuscrito 17.719 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 31r, intitulado "Soneto de un particular"; es el manuscrito, fechado en 1623, descrito por Juan Manuel Rozas, Cancionero de Mendes Brito, Madrid, 1965.

La versión castellana es como sigue:

70 Soneto "Al tiempo", manuscrito 2883 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 239. Obsérvese que en la versión portuguesa se repite la rima presente en los vv. 10 y 14, mientras que en la castellana no hay defecto; además, en el Cancionero de Mendes Brito, el verso inicial dice: "...todo vai passando", que parecería traducción de la versión castellana.

Finalmente, el ingenioso Rector de Vallfogona logró meter 26 veces la palabra temps en el siguiente soneto:

71 Lo Parnàs Catata, manuscrito D. 47 de la Boston Public Library, p. 11, cuyas erratas corrijo con base en la edición de Poesias de Vicens Garcia, Barcelona, 1820, p. 15 (epígrafe: "Al Temps, en cumpliment de la demana que se feu al autor preci-santlo a anomenar 26 vegadas Temps"); vi también La armonia del Parnàs de Vicent García, Rector de Vallfogona, Barcelona, 1700, p. 15 (epígrafe: "Demanaren al autor fes un Soneto al Temps, en que hi hagués 26 vegadas Temps"). No modernizo la ortografía, ni lo intento siquiera, porque lo haría muy mal.

Pero hay en estos barrocos tiempos dos sonetos, por lo menos, que en vez de repetir tiempo, tiempo, lo que repiten es cuenta, cuenta. He aquí el primero:

72 Cancioneiro de Corte e de magnates, núm 262. Según parece, otro tanto sucede en el soneto "De tudo quanto fiz quis fazer conta...", mencionado por C. Michaélis de Vasconcelos en "Investigacoes sobre sonetos e sonetistas portugueses e castelhanos", 545.

Y he aquí el segundo:

73 Pedro Paz, soneto que sirve de prólogo a un manual de contabilidad que se imprimió en México en 1623. En su Biblioteca hispano americana septentrional (comienzos del siglo XIX), Beristáin y Souza dice que el autor era "contador de diezmos" de la catedral de México. Vicente de P. Andrade, Ensayo bibliográfico del siglo XIX, México, 1899, 762 y 763, conoce dos ejemplares del libro, los dos sin portada y sin más preliminares que la aprobación, donde se habla de "arte de aritmética". Finalmente, Antonio Palau y Dulcet, Manual del librero hispanoamericano, dice que es "libro raro", y menciona "un ejemplar falto de preliminares" que en 1921 se vendió en 2 libras esterlinas. El texto del soneto hace pensar que el autor quería que su libro se llamara La cuenta (aunque el título sería más largo que eso).

La siguiente octava es una especie de derivación o apéndice de los sonetos del tiempo y la cuenta en su vertiente devota:

Se puede leer en buen número de manuscritos, así españoles como portugueses. En el Cancioneiro de Corte e de magnates tiene este epígrafe: "Oitavas que fez Dom Ladron de Guevara estando para espirar, e acabando, acabou a vida". El epígrafe de un manuscrito de la Hispanic Society of America no es muy distinto: "No ano de 16 [o sea 1616] compós um poeta em Madrid a oitava seguinte, e acabando de compor o derradeiro verso morreu súbito, tendose confessado o mesmo dia".74 La octava mereció, además, los honores de la imprenta. Hay un pliego suelto cuya portada dice: Segunda parte del Desengaño del hombre, sobre la octava que dize "Larga cuenta que dar de tiempo largo", impresa en Salamanca en 1613; la octava va seguida de una glosa que consiste en ocho octavas, y comienza "Si duermes en tus vicios, alma mía...".75

Los sonetos del tiempo y la cuenta tuvieron repercusión en Francia. He aquí una buena traducción adaptación de "Pídeme de sí mismo el tiempo cuenta...":

Se habrá observado que, a semejanza de lo que se hace en el modelo, hay repetición de tems/compte o compte/tems en los catorce versos. Pero también hubo una imitación francesa de estructura menos complicada, a semejanza del soneto portugués "Dos anos mal gastados pede a conta..." (supra, p. 68), que es un simple soneto continuo:

76 "Sonnet du tems et du compte" y "Sonnet du contre-tems et du mécompte", publicados por Joseph G. Fucilla en la revista Hispanófila, núm. 16 (septiembre de 1962), 109. Proceden del Nouveau choix de pièces tirées des anciens "Mercures" et d'autresjourneaux, [París], 1764, 129 y 130. En este Nouveau choix, como dice Fucilla, se reimprimen libritos más antiguos, uno de ellos Le Glaneur littéraire, donde aparecieron por vez primera los sonetos. No dice Fucilla de cuándo es ese Glaneur littéraire, pero es de suponer que de comienzos del siglo XVII, cuando estaban de moda las traducciones de poesías españolas. Cfr. Antonio Alatorre, "La popularidad de una letrilla de Góngora", 25-27.

 

VI

No, claro que no es un soneto más de la era barroca, aunque trata de parecerse a ellos. El autor es José Caldaso (1741-1782), y "Filis" es María Ignacia Ibáñez, el amor de su vida. Es muy impresionante el caso de este poeta, que compuso intrascendentes "anacreónticas" de gusto neoclásico (como las de Meléndez Valdés), pero que, al mismo tiempo, tuvo oídos, como ninguno de sus contemporáneos, no solo para el pasado (la poesía de los Siglos de Oro), sino también, por así decir, para el futuro: sus Noches lúgubres son un preludio del romanticismo, no solo español, sino europeo.

No he encontrado ecos parecidos en la poesía del siglo XIX, aunque no me extrañaría que alguien, mejor informado que yo, los encontrara en algún poeta menor, nacido en España o en cualquiera de las repúblicas hispanoamericanas. Pero en el siglo XX hubo un resurgimiento de los viejos artificios gracias a un grupo pequeño de amantes de la Musa juguetona. El primero, que yo sepa, es el mexicano Renato Leduc, autor de composiciones muy divertidas, entre ellas un soneto que tiene este arcaizante epígrafe: "Aquí se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho, los santos lo lloran":

77 Renato Leduc, Poesía y prosa, 88. Pero el soneto es muy anterior. No sé cuánto crédito merece lo que cuenta José Ramón Garmabella, Por siempre Leduc, 176: que hacia 1930, durante las aburridas clases de Julio Torri, sus alumnos se dedicaban a retarse y a apostar con pies forzados; que alguien le propuso esto a Leduc: "hay que darle tiempo al tiempo", y que Leduc, incapaz de hallarle consonante a tiempo, hizo su soneto. (Lo que a mí me consta es que las clases de "Español superior" de Torri eran aburridas; asistí tres o cuatro veces a ellas en 1946, y lo que aprendí es que el superlativo de humilde no es humildísimo, sino humílimo, y que no se dice "a pie juntillas", sino "a pies juntillas").

Una admiradora de Renato Leduc le envió el siguiente soneto:

78 Alicia Delaval, Atrio del soneto, 95 y 96.

La huella del soneto de Leduc es visible en este otro:

79 Sebastián Martínez y Castro, "El valor del tiempo", en su libro Flechas, dardos y saetas, 31.

Siendo un hecho de conocimiento general que Time is money, no creo que Eduardo Lizalde haya dependido de ideas expresadas en sonetos anteriores -"y pierdo siempre el tiempo y pierdo el oro", "ignoraba yo aún que el tiempo es oro"- para escribir el siguiente:

80 Eduardo Lizalde, Tabernarios y eróticos; reproducido en Un siglo de sonetos en español, Jesús Munárriz (ed.), 304. -El "enamorado polvo" del penúltimo verso es reminiscencia indudable de Quevedo, final del soneto "Cerrar podrá mis ojos la postrera...".

En agosto de 1986, la infatigable Ulalume González de León publicó en la revista Vuelta, un díptico de sonetos que, según creo, son los únicos modernos que obedecen las leyes del viejo "Pídeme de sí mismo el tiempo cuenta...". (La autora, por cierto, pone el viejo soneto a guisa de epígrafe y, siguiendo el error de Méndez Plancarte y de Octavio Paz, se lo atribuye a fray Miguel de Guevara). El primero se llama "La Muerte":

El segundo se llama "El Amor":

Estimulado quizá por el ejemplo de Ulalume González de León, Severo Sarduy elaboró también un par de sonetos al tiempo:

81 Severo Sarduy, "Poesía bajo programa", en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, marzo de 1998. Hay un nota (¿de Andrés Sánchez Robayna?) que dice: "Conferencia dictada en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santa Cruz de Tenerife el 9 de abril de 1991". Más que conferencia, es una "auto antología". -En el segundo soneto, el [sic] del v. 9 tiene por objeto subrayar la extraña ignorancia prosódica de Sarduy: se puede usar diéresis enpüeril (latín pu-e-ri-lis), pero no en recuerda (latín re-cor-dat). El "entre las manos" del v. 10 es reminiscencia indudable de Quevedo, "¡Cómo de entre mis manos te resbalas!..." (supra, p. 56).

Dice Sarduy que se ha inspirado en el viejo soneto "del poeta Miguel de Guevara" (información procedente quizá de Octavio Paz: Cfr. supra, nota 59). Pero en el viejo soneto, "Pídeme de sí mismo...", hay tiempo/cuenta o cuenta/tiempo en los catorce versos, que es la vía difícil elegida por Ulalume. Sarduy eligió la vía fácil.

 

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NOTAS

1 Agradezco de todo corazón la ayuda de Antonio Carreira.

2 Ovidio, Ars amatoria, I, vv. 471-478.

3 Ovidio, Tristia, IV, elegía 6, vv. 1-18.

4 Girolamo Angeriano, égloga De obitu Lydiae (1520), según Joseph G. Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en España, 215.

5 Vincenzo Colli, llamado "il Calmeta" (m. 1508), según Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en España, 96. Este soneto, y también el de Panfilo Sasso que se verá en la página 32, se atribuyeron a Serafino Aquilano (o dall' Aquila), quizá porque este contemporáneo de Angeriano y de Calmeta compuso varios strambotti u octavas sobre el mismo tema: "Se 'l tempo spiana ogni superba altezza / et ogni gran signor converte in polve..."; "Consuma el tempo ogni aspro e duro sasso, / poi lo converte in polve a poco a poco...", "Co 'l tempo al fier caval si mette il freno..." (Die Strambotti des Serafino dall'Aquila, núms. 215 a 217).

6 Carolina Michaélis de Vasconcelos editó y estudió algunas de las traducciones portuguesas y castellanas en sus "Notas aos Sonetos anónimos", 110-118, en sus "Investigações sobre sonetos e sonetistas portugueses e castelhanos", 544 y 545, y en las pp. 86-89 de su edición del Cancioneiro de Fernandes Tomás.

7 Cancionero de poesías varias (manuscrito 617 de la Biblioteca Real), núm. 408. Corrijo el texto que dan los editores para el v. 10 "con tiempo él pasa tiempo a fin y estanca"; pasatiempo es traducción de piacer; en ese mismo verso, estanca ('cansa') es italianismo crudo.

8 Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 3915 (Cancionero de Jacinto López), fols. 8v-9r; soneto editado por Raymond Foulché-Delbosc, "136 sonnets anonymes", núm. 106, y copiado por Joseph G. Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en España, 303. El v. 10 dice: "con tiempo el fuerte tiempo siempre estanca"; quizá el copista no entendió el italianismo estanca, y vio al tiempo como un poderoso torrente de agua que, con el tiempo, acaba por estancarse.

9 "Soneto de Navarro", en las Flores de baria poesía, recoxida de varios poetas españoles ("recopilóse en la ciudad de México año del nascimiento de Nuestro Salvador Iesuchristo de 1577"), manuscrito 2973 de la Bibl. Nacional de Madrid, p. 325. Este manuscrito está muy corroído por la tinta (hecha tal vez a base de huiza-che), y lo todavía legible fue copiado a principios del siglo pasado por Antonio Paz y Mélia; esta copia (manuscrito 7982 de la misma Biblioteca) sirvió para la edición de Margarita Peña, México, 1980, núm. 293; evidentemente, el benemérito Paz y Mélia no "reconstruyó" bien el último verso: leyó mismo, pero lo que hay que leer es nunca.

10 Carolina Michaëlis de Vasconcelos da noticia de este texto en "Notas aos Sonetos anónimos", 116.

11 "Soneto de la reina [de Francia]", en La silva curiosa de Julián Íñiguez de Medrano, Paris, 1608, 84 (la 1a ed. es de París, 1583). Foulché-Delbosc lo reproduce en "136 sonnets anonymes", 387.

12 Juan López de Úbeda, "Soneto al alma obstinada", en su Vergel de flores divinas, fol. 181r.

13 Flores de baria poesía (véase supra, nota 8), 326; M. Peña (ed.), núm. 294.

14 Baltasar Estajo, Sonetos, canções, églogas, fol. 33r. El Visconde de Juromenha atribuyó este soneto a Camoes (1861); figura también en la edición de Lírica completa de Camões por Ma. de Lourdes Saraiva, Lisboa, 1980, 450, aunque ella misma advierte: "Nenhum dos editores modernos o inclui". -La partícula co es contracción de com o.

15 Lope de Vega, La serrana de Tormes, 453 y 454; cfr. Otto Jörder, Die Formen des Sonnets bei Lope de Vega, 225, nota, y Joseph G. Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en España, 243.

16 Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 3968, fols. 167v-168r. Publicado por Foulché-Delbosc, "237 sonnets", núm. 171.

17 Este soneto se atribuyó en un tiempo a Serafino Aquilano, lo mismo que el de Calmeta (cfr. supra, nota 5). De esta falsa atribución se ocupa Mario Menghini en su edición de Le rime de Serafino Aquilano, 213.

18 Manuscrito 3915 de la Bibl. Nacional de Madrid (Cancionero de Jacinto López), fol. 11r. (En este manuscrito está una de las versiones del soneto de Calmeta: Cfr. supra, nota 8). Editado por Foulché-Delbosc, "136 sonnets anonymes", núm. 118, 394.

19 Soneto de Lope de Vega, en la Primera parte de las Flores de poetas ilustres de España... ordenada por Pedro Espinosa, Valladolid, 1605, fol. 117 (y edición de Francisco Rodríguez Marín, 173). Cfr. la nota de Rodríguez Marín, 395 y 396. Otto Jorder, Die Formen des Sonnets bei Lope de Vega, 225, nota, descubrió que ya Lope había incluido este soneto en su comedia El soldado amante, acto II (Obras, ed. de la Academia, nueva serie, tomo 9, 571). Véase Rosa Navarro Durán, "El soneto de Sasso 'Col tempo el villanel al giogo mena' y Lope de Vega", 391-409. -La melena del primer verso es 'cierta piel blanda que se pone al buey en la frente para que no se lastime con el yugo'.

20 Manuel de Faría y Sousa, Fuente de Aganipe, fol. 151v.

21 Se recita en la comedia El rey por trueque, atribuida a Lope de Vega (Obras, tomo 2, 550), pero que ciertamente no es de él. Cfr. el catálogo de Jorder, Die Formen des Sonnets bei Lope de Vega, num. 131, y Antonio Carreira, "Algo más sobre textos y atribuciones en la lírica áurea", 51. (Se puede añadir que las hazañas ponderadas por el anónimo poeta no son propiamente del tiempo, sino de la costumbre.)

22 Lope de Vega, Rimas (1609), en sus Obras poéticas, 41. El "agua tierna y blanda" del v. 2 parece recuerdo de P. Sasso ("acqua molle e frale").

23 Lope de Vega, La viuda valenciana, 71.

24 Manuscrito 4117 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 32. Lo reproduce H. Boneville en su Guirnalda odorífera (thèse complémentaire), 28 (en el v. 4 escribo del en lugar de do el).

25 En la edición de sus Obras por Antonio Gallego Morell llevan, respectivamente, los núms. 12, 76, 87, 152 y 153.

26 Manoel Fernandes Raya, Esperanza engañada, 242; soneto dado a conocer por Antonio Carreira en "Algo más sobre textos y atribuciones en la lírica áurea", 51.

27 La imagen del potro que con el tiempo aprende a tolerar el freno está en Ovidio ("pati frena docentur equi"; "paret equus lentis animosus habenis"), pero no en sus imitadores italianos y españoles, con una excepción notable: el soneto de Luis Carrillo y Sotomayor "Al ejemplo de las cosas que fueron y acabaron", 102, "gran soneto" según Gracián (Agudeza y arte de ingenio, discurso II): "El imperioso brazo y dueño airado / el que Pegaso fue...", etc.: el brioso corcel que aprendió a obedecer y fue un veloz Pegaso ricamente enjaezado, es hoy un triste jamelgo que apenas sirve como bestia de labor, "que el cano tiempo, en fin, todo lo acaba".

28 Soneto atribuido a Francisco de Figueroa (uno de los varios poetas españoles que merecieron el epíteto de "divino"), pero declarado apócrifo por su último editor, Chirstopher Maurer, en su Obra y vida de Francisco de Figueroa. (Lo cual no significa, o no debiera significar, que el soneto sería mejor de lo que es si alguien reivindicara su autenticidad).

29 Véase la antología Fiori di sonetti /Flores de sonetos, Antonio Alatone (ed.), XXIX-XXXI y 74-77.

30 Fiori di sonetti /Flores de sonetos, 78 y 79. La enumeración de Paterno comprende 38 elementos; la de Mesa, solo 22. (El traductor omite por completo la materia del segundo cuarteto del soneto original: cónsules, senadores, tribunos, dictadores, lictores, etc.).

31 "Rimas del Incógnito" publicadas por Foulché-Delbosc, 359 y 360. No sé qué cosa son filabres (v. 2); en cuanto a arbolantes (v. 14), debe ser errata por arbotantes.

32 Cancionero de poesías varias (manuscrito 617 de la Biblioteca Real), núm. 402; los editores parecen no haberse dado cuenta de que el soneto es de Boscán; está en sus Obras poéticas, 184.

33 Jorge de Montemayor, Cancionero (1562); cito por su Poesía completa, 542. Cfr. también sus octavillas "Contra el tiempo" en la misma edición, 1253-1257: "Pues el tiempo es tan cruel, / y el bueno tan poco dura, / en tan buena coyuntura / digamos mil males de él".

34 Este soneto está en la misma situación que "Gasta y consume el tiempo toda cosa..."; véase supra, nota 28.

35 B. J. Gallardo, Ensayo de una biblioteca..., tomo 2, columna 675.

36 Damián de Vegas, Libro de poesía christiana, moral y divina, Toledo, 1590; soneto reproducido en el Cancionero y romancero sagrados de Justo de Sancha, 508. El comienzo es reminiscencia de Garcilaso, "Cuando me paro a contemplar mi estado / y a ver los pasos por donde he venido, / hallo que...". También está impregnado de ascetismo cristiano un soneto anónimo del Cartapacio poético del Colegio de Cuenca, 93: "¡Oh tiempo variable que, huyendo, / al seso engañas del que más lo alcanza..." (o sea: 'engañas la inteligencia del más sagaz'). Y Cfr. Alonso de Ledesma, "Difinición del tiempo", en sus Conceptos espirituales (1600): "Tiempo, estimado de sabios / y desechado de necios...".

37 Cancioneiro de Cristóvao Borges, núm. 112. Este soneto se ha atribuido a Diogo Bernardes, y también a Camoes. Manuel de Faría y Sousa lo incluye en su edición de las Rimas varias de este poeta (Lisboa, 1685) con un comentario exorbitante: "¡Viva todo el Parnaso, que desde sus fundamentos hasta hoy no se escribió soneto igual a éste! Pesa mil arrobas de majestad, de elegancia, de imágenes y de bellezas. Su argumento es la instabilidad de todo lo de que se compone este miserable mundo. No sabe decir esto con tal limpieza sino quien lo tiene bien trillado con profundísima ponderación".

38 Cancioneiro de Évora, 118. He retocado los versos 5 y 14, que en el original dicen esperança y poderá respectivamente, a sabiendas que sperança y podrá no son formas portuguesas. En el Cancioneiro de Corte e de magnates, núm 229, se halla este mismo soneto, con texto aún más defectuoso, y con esta terminación: "Fortuna em mim, só a fortuna quero; / fortuna tomo enfim por passatempo, / e quem não for triste não poderá alegrarme".

39 Cristóbal de Virués, Obras trágicas y líricas, fol. 204v. Para entender bien el soneto importa saber que Virués era militar de profesión, de manera que estaba sujeto al rigor de Marte y añoraba una vida tranquila.

40 Lupercio Leonardo de Argensola, Rimas, 62.

41 Bartolomé Leonardo de Argensola, Rimas, 248.

42 "A la fuerça del tiempo", manuscrito 3794 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 31. Algunas explicaciones: v. 1, ya: 'en otro tiempo'; v. 4: 'partí cargado de ambición, regresé cargado de plata'; vv. 6-7: '[sobreviví a] muchas naves que murieron mordidas, como por una serpiente, por el diente oculto de un escollo' (en la Soledad II, vv. 317-327, habla Góngora de un arroyo que corre como sierpe y que muerde el pie de un pino que se le atraviesa); v. 9 tal vez: 'algunas veces'; v. 12: el Euro es un viento borrascoso.

43 Juan de Arguijo, Obra poética, núm. LIV.

44 Cristóbal Suárez de Figueroa, El pasajero, 519 y 520. (Soneto recitado por "el Doctor", que antes ha dicho: "me quejé una vez de la pereza del tiempo, en esta forma").

45 Torquato Tasso, Poesie, 797. Cfr. Mario Vitale, "Sul sonetto Al tempo di Torquato Tasso", 36-40. Traduciendo a lenguaje moderno las palabras de Tasso, diríamos que el Tiempo es, en efecto, viejísimo: ¡nació con el Big Bang!

46 Luis Martín de la Plaza, Poesías completas, 91. (En el v. 3, rapto significa 'rápido': es el "movimiento arrebatado" propio de la esfera de las estrellas fijas en la cosmología ptolemaica). El texto procede del Cancionero antequerano, núm. 280 en la edición de José Lara Garrido; en este mismo Cancionero, núm. 445, hay un soneto anónimo, "La noche oscura, temerosa y fría...", que pondera los cambios que acarrea el paso del tiempo, y que termina con este estrambote: "Sólo mis esperanzas / la noche de mi mal, mi pena y muerte / se estarán, por ser mías, de una suerte".

47 Hay un soneto de José Jerónimo Valmaseda y Zarzosa (1660) que comienza: "Ayer pasó, mañana no ha llegado; / el día de hoy no sé cómo le cuente, / pues apenas le llego a ver presente / cuando le debo lamentar pasado..." (B. J. Gallardo, Ensayo..., tomo 4, columna 883); y Quevedo mismo, en el soneto "Fue sueño ayer, mañana será tierra...", comienza así los tercetos: "Ya no es ayer; mañana no ha llegado; / hoy pasa, y es, y fue...".

48 En el segundo terceto, junto es verbo (yo junto: 'del pañal y la mortaja hago una sola cosa').

49 Quevedo, Obras en prosa, 1851.

50 En su edición de Figueroa (citada supra, nota 28), Christopher Maurer expresa algunas "reservas" (137-140) en cuanto a la paternidad de Figueroa -reconoce, por ejemplo, que los versos 10 y 11 suenan más a Quevedo que a Figueroa-, pero a pesar de ellas, dice, "no podemos rechazar la posible autoría de Figueroa". He aquí las variantes del texto atribuido a Figueroa respecto del atribuido a Quevedo: v. 1, "te miro correr"; v. 3, "antes volar"; v. 7, "y siendo fuerza que"; v. 12, "despierte al alma, al corazón manchado / limpie...". Hay que recordar que las Obras de Figueroa se imprimieron por primera vez en 1625, cuando hacía ya 36 o 37 años que el poeta había muerto. Finalmente, la disposición de las rimas en los tercetos es ajena a la costumbre lo mismo de Quevedo que de Figueroa.

51 Luis Carrillo y Sotomayor, Poesie, 102. Soneto elogiosamente citado por Gracián, Agudeza, discurso V.

52 Antonio Enríquez Gómez, "Al curso y velocidad del tiempo", en sus Academias morales de las Musas, Burdeos, 1612. Compárese el segundo cuarteto con el segundo cuarteto del soneto de Carrillo y Sotomayor. El v. 8, "ir y quedarse...", es cita del primer verso de un soneto famoso de Lope de Vega.

53 "Al tiempo", en Jardín de Apolo, academia... recogida por don Melchor de Fonseca y Almeida, Madrid, 1655, fol. 33.

54 Cancioneiro de corte e de magnates, núm. 275. Según Askins, el autor podría ser Felipe de Aguilar.

55 Jardim do ceo... [por] Eloyo Saa Souto Mayor, Lisboa, 1607, último folio.

56 Varias de las noticias que recojo proceden de A. L.-F. Askins, nota al núm. 318 del Cancioneiro de Corte e de magnates, y de Antonio Carreira en Voz y Letra, vol. 1, 1990, núm 2, 96.

57 El "privado" o primer ministro de Felipe III fue, durante veinte años (1598-1618), el duque de Lerma, paradigma de rapacidad y mal gobierno.

58 No hay contradicción entre estos epígrafes: Lerma, político "sagaz", previó a tiempo su caída y consiguió que el papa Paulo V lo nombrara cardenal. De no haber sido por esta providencia, quizá hubiera acabado como don Rodrigo Calderón, que en 1621 murió degollado por orden de Felipe IV.

59 Alfonso Méndez Plancarte, Poetas novohispanos, tomo 1, XXXV-XXXVII y 140141. Los dos sonetos ocupan un lugar en la Anthologie de la poésie mexicaine que organizó y publicó Octavio Paz por encargo de la ünesco (Collection Unesco d'œuvres représentatives, Nagel, Paris, 1952, Série ibéro americaine 2). En su introducción, p. 20, dice Paz: "Ces quelques poèmes suffisent à faire de Guevara un des plus hauts poètes religieux de la langue". Hay que añadir que ya Marcel Bataillon, en un artículo publicado en la Nueva Revista de Filología Hispánica (vol. 4, 1950), había echado, con mucha discreción, un jarro de agua fría sobre el entusiasmo de Méndez Plancarte.

60 ;Bartolomé José Gallardo, Ensayo..., tomo 4, cols. 586-600; el soneto, en la col. 598.

61 Catálogo de textos marginados novohispanos: Inquisición, siglos XIX y XIX, núm. 1202.1.

62 De aquí procede el texto incluido por León María Carbonero en sus Esfuerzos del ingenio literario, 298; y de Carbonero pasó a Agustín Aguilar y Tejera, Las poesías más extravagantes de la lengua castellana, 134.

63 Cancionero de Cortes e de magnates núm. 318. Hay otra versión, publicada por Carolina Michaélis de Vasconcelos en "Notas aos Sonetos anónimos", 113 y 114: "O Tempo já de si me pede conta: / é necessário darse a conta a tempo, / que quem gastou...", etc.; el verso 12 dice "Vejome sem ter tempo e com ruim conta". (Cfr. supra, p. 31, textos castellanos que comienzan con "El tiempo..." y no con "Pídeme...").

64 Publicado por C. Michaélis de Vasconcelos, "Notas aos Sonetos anónimos", 115 y 116.

65 Soneto publicado por C. Michaélis de Vasconcelos, "Notas aos Sonetos anónimos", 115.

66 F. Rodríguez Marín (ed.), El Quijote, Madrid, 1947, tomo 3, 50 y 75.

67 Cancioneiro de Corte e de magnates, núm 278; como el copista es portugués, han sido precisos algunos retoques (por ejemplo, tormentos en vez de tromientos en el v. 11). El soneto está en varios otros manuscritos de la Bibl. Nacional de Madrid: el núm 598, fol. 179 = Reyes Messía de la Cerda, Discursos festivos... (Corpus Christi de Sevilla, 1594), Vicente Lleó Canal (ed.), Sevilla, 1895, p. 219 (en esta versión falta el v. 7, y los vv. 3-4 dicen: "Triste del que ve el tiempo tan trocado, / que algún tiempo al tiempo no temía"); -el núm. 861, p. 135; -el núm. 3168 (Cancionero de Jhoan López), Rosalind J. Gabin (ed.), tomo 1, Madrid, 1980, pp. 201 y 202; y el núm. 17.556 (Poesías varias, J. M. Hill (ed.), Bloomington, 1923). Se copia también, con buen número de variantes, dos veces en el manuscrito 3.358 de la Biblioteca Riccardiana de Florencia (en la segunda vez se atribuye a Diego de Soria).

68 Y sin embargo Juromenha lo incluyó en su edición de Camões (1861). Y a pesar de que Carolina Michaélis de Vasconcelos mostró claramente la superchería -"Notas aos Sonetos anónimos", 112 y 113; e "Investigações sobre sonetos e sonetistas portugueses e castelhanos", 544 y 545-, todavía Ma. de Lourdes Saraiva la pone en su edición de L/rica completa, Lisboa, 1980, tomo 2, 438, entre los "Sonetos de autoría controversa" (¡como si hubiera "controversia" posible!).

69 Baltacar Estaço, Sonetos, canções, églogas, fol. 20r; soneto reproducido por C. Michaélis de Vasconcelos, "Notas aos Sonetos anónimos", 113. Está también, con variantes, en el manuscrito 17.719 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 31r, intitulado "Soneto de un particular"; es el manuscrito, fechado en 1623, descrito por Juan Manuel Rozas, Cancionero de Mendes Brito, Madrid, 1965.

70 Soneto "Al tiempo", manuscrito 2883 de la Bibl. Nacional de Madrid, fol. 239. Obsérvese que en la versión portuguesa se repite la rima presente en los vv. 10 y 14, mientras que en la castellana no hay defecto; además, en el Cancionero de Mendes Brito, el verso inicial dice: "...todo vai passando", que parecería traducción de la versión castellana.

71 Lo Parnàs Catata, manuscrito D. 47 de la Boston Public Library, p. 11, cuyas erratas corrijo con base en la edición de Poesias de Vicens Garcia, Barcelona, 1820, p. 15 (epígrafe: "Al Temps, en cumpliment de la demana que se feu al autor preci-santlo a anomenar 26 vegadas Temps"); vi también La armonia del Parnàs de Vicent García, Rector de Vallfogona, Barcelona, 1700, p. 15 (epígrafe: "Demanaren al autor fes un Soneto al Temps, en que hi hagués 26 vegadas Temps"). No modernizo la ortografía, ni lo intento siquiera, porque lo haría muy mal.

72 Cancioneiro de Corte e de magnates, núm 262. Según parece, otro tanto sucede en el soneto "De tudo quanto fiz quis fazer conta...", mencionado por C. Michaélis de Vasconcelos en "Investigacoes sobre sonetos e sonetistas portugueses e castelhanos", 545.

73 Pedro Paz, soneto que sirve de prólogo a un manual de contabilidad que se imprimió en México en 1623. En su Biblioteca hispano americana septentrional (comienzos del siglo XIX), Beristáin y Souza dice que el autor era "contador de diezmos" de la catedral de México. Vicente de P. Andrade, Ensayo bibliográfico del siglo XIX, México, 1899, 762 y 763, conoce dos ejemplares del libro, los dos sin portada y sin más preliminares que la aprobación, donde se habla de "arte de aritmética". Finalmente, Antonio Palau y Dulcet, Manual del librero hispanoamericano, dice que es "libro raro", y menciona "un ejemplar falto de preliminares" que en 1921 se vendió en 2 libras esterlinas. El texto del soneto hace pensar que el autor quería que su libro se llamara La cuenta (aunque el título sería más largo que eso).

74 Cancioneiro de Corte..., núm. 244. En su nota, Askins menciona tres manuscritos de bibliotecas portuguesas y dos de la Hispanic Society. En uno de los manuscritos portugueses, el autor se llama Montalto, y en uno madrileño (Bibl. Nacional, ms. 17.557) el epígrafe dice: "Otava al Juicio, del marqués de Montesclaros". El nombre del verdadero autor importa menos que el hecho de que los lectores de esos católicos y barrocos tiempos veían con admiración y envidia el morir así, "en caliente", y subir al cielo por la vía rápida. Un caso semejante ocurrió en 1682 en México: cierto Carlos de Santa Rosa, aunque simple seglar, era muy devoto; murió en la noche del 11 de enero de 1680 sentado ante su mesa, al acabar de escribir unas coplas "A la muerte", cuyo último verso era "o morir o padecer"; durante el día fueron a verlo todos los vecinos de la ciudad, comenzando con el arzobispo-virrey fray Payo, y los señores de la Real Audiencia. Hubo que enterrarlo sigilosamente, a las 12 de la noche, "para evitar el concurso de la gente". Y parece que sor Juana Inés de la Cruz comentó el suceso en unos versos (que se han perdido). Véase sobre esto Antonio Alatorre, Sor Juana a través de los siglos, México, 2007, tomo 1, 315. Unos años después, cierto "eclesiástico de espíritu elevado" tuvo una visión del momento en que moría el padre Antonio Núñez, "rodeado de ángeles, y se le dio a entender que de la cama había volado su alma a la gloria": Antonio Alatorre, "La Carta de sor Juana al P. Núñez", 603, nota 27.

75 En uno de los manuscritos de la Hispanic Society la octava tiene una glosa distinta, también en octavas reales: "-¿Qué sientes alma mía? -Que me voy...". Este pliego suelto se reimprimió al final del Confessionario general de Francisco de Soto, Cuenca, 1622. En él se incluye otra octava sumamente popular: "-¿Yo para qué nací? -Para salvarme..." cuyos versos finales ("¿Qué hago? ¿En qué me ocupo tiempo tanto? / Loco debo de ser, pues no soy santo") sirven como de estrambote a "Larga cuenta que dar..." en el manuscrito 3895 de la Biblioteca Nacional de Madrid.

76 "Sonnet du tems et du compte" y "Sonnet du contre-tems et du mécompte", publicados por Joseph G. Fucilla en la revista Hispanófila, núm. 16 (septiembre de 1962), 109. Proceden del Nouveau choix de pièces tirées des anciens "Mercures" et d'autresjourneaux, [París], 1764, 129 y 130. En este Nouveau choix, como dice Fucilla, se reimprimen libritos más antiguos, uno de ellos Le Glaneur littéraire, donde aparecieron por vez primera los sonetos. No dice Fucilla de cuándo es ese Glaneur littéraire, pero es de suponer que de comienzos del siglo XVII, cuando estaban de moda las traducciones de poesías españolas. Cfr. Antonio Alatorre, "La popularidad de una letrilla de Góngora", 25-27.

77 Renato Leduc, Poesía y prosa, 88. Pero el soneto es muy anterior. No sé cuánto crédito merece lo que cuenta José Ramón Garmabella, Por siempre Leduc, 176: que hacia 1930, durante las aburridas clases de Julio Torri, sus alumnos se dedicaban a retarse y a apostar con pies forzados; que alguien le propuso esto a Leduc: "hay que darle tiempo al tiempo", y que Leduc, incapaz de hallarle consonante a tiempo, hizo su soneto. (Lo que a mí me consta es que las clases de "Español superior" de Torri eran aburridas; asistí tres o cuatro veces a ellas en 1946, y lo que aprendí es que el superlativo de humilde no es humildísimo, sino humílimo, y que no se dice "a pie juntillas", sino "a pies juntillas").

78 Alicia Delaval, Atrio del soneto, 95 y 96.

79 Sebastián Martínez y Castro, "El valor del tiempo", en su libro Flechas, dardos y saetas, 31.

80 Eduardo Lizalde, Tabernarios y eróticos; reproducido en Un siglo de sonetos en español, Jesús Munárriz (ed.), 304. -El "enamorado polvo" del penúltimo verso es reminiscencia indudable de Quevedo, final del soneto "Cerrar podrá mis ojos la postrera...".

81 Severo Sarduy, "Poesía bajo programa", en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, marzo de 1998. Hay un nota (¿de Andrés Sánchez Robayna?) que dice: "Conferencia dictada en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santa Cruz de Tenerife el 9 de abril de 1991". Más que conferencia, es una "auto antología". -En el segundo soneto, el [sic] del v. 9 tiene por objeto subrayar la extraña ignorancia prosódica de Sarduy: se puede usar diéresis enpüeril (latín pu-e-ri-lis), pero no en recuerda (latín re-cor-dat). El "entre las manos" del v. 10 es reminiscencia indudable de Quevedo, "¡Cómo de entre mis manos te resbalas!..." (supra, p. 56).

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