SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.30 número2Literatura y filosofía en Una muerte sencilla, justa, eterna de Jorge Aguilar MoraCircunvalaciones de la muerte: Beckett-Derrida-Poe índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Acta poética

versión On-line ISSN 2448-735Xversión impresa ISSN 0185-3082

Acta poét vol.30 no.2 Ciudad de México sep./nov. 2009

 

Dossier: filosofía y literatura

 

Filosofía y filología (texto, comentario, traducción)

 

Filosophy and philology (text, commentary, translation)

 

Tatiana Bubnova

 

Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Fecha de recepción: 15 de marzo de 2010.
Fecha de aceptación: 20 de julio de 2010.

 

Resumen

Ésta es una visión desde la filología sobre las bases de una posible aproximación entre dos dominios que alguna vez fueron uno solo: recordemos a Platón. Una conversación a fondo entre filósofos y filólogos se ha vuelto imposible en no sé qué momento. Es imposible siempre y cuando no esté basada en una cita o un comentario filológico de una concepción filosófica. La filología es una especie de "ciencia positiva" que pretende basarse en los datos exactos que arrojan las disciplinas ancilares que son la lingüística, la historia, la literatura, entre otras. La filología se concibe a sí misma como una ciencia de la comprensión, y la comprensión sólo puede basarse en un saber: para comprender, hay que saber, y no imaginar. Si llevamos esta posición al extremo, la filosofía puede verse como un dominio de la creación, igual que la literatura, mientras que la filología es un dominio de la investigación, y prefiere basarse en la deducción. No obstante, los casos como el de Bajtín, al que muchos han catalogado como filólogo, puede desmentir esta costumbre de atenerse a un "hecho", por hacer prevalecer el constructo sobre los datos concretos. Desde este punto de vista, los propios hechos resultan estar bajo sospecha de interpretación, y el resultado de la investigación se acerca más a la creación que al saber exacto. La interpretación es también un recurso que en cierta forma une los intereses de los filólogos con los de algunos filósofos. El comentario como forma o género de discurso filológico o filosófico podría manifestarse como un terreno donde las disciplinas se reencuentren: siempre y cuando se base en la premisa de que lo comentado prevalece sobre el comentario.

Palabras clave: Bajtín, filología, interpretación.

 

Abstract

This is an essay which stems from the point of view of philology and is about the possible approximation between two domains which used to be one: we can remember Plato. A conversation among philosophers and philologists has become impossible in a moment I can not specify. It is impossible as long as it is not based on a quote or a philological commentary of a philosophical conception. Philology is a kind of "positive science" which aims to build itself on accurate data thrown by ancillary disciplines as linguistics, history, literature, and others. Philology conceives itself as a science of understanding, and understanding can only be based on one knowledge: to understand, one must know, not imagine. If we take this position to the extreme, philosophy can be seen as a domain of creation, just like literature, while philology is a domain of research, and prefers to base itself on deduction. However, cases like that of Bakhtin, who has been labeled by many as a philologist, can refute this custom of accepting a "fact", that may prevail the construct over the concrete data. From this point of view, the facts themselves end up being under suspicion of interpretation, and the result of research becomes closer to creation than to exact knowledge. Interpretation is also a resource that somehow connects the interests of philologists with those of some philosophers. The commentary as a form or a kind of philological or philosophical discourse may manifest itself as a ground where disciplines meet once again: as long as it is based on the premise that what is commented on must prevail over the commentary.

Key words: Bakhtin, philology, interpretation.

 

El destacado y ampliamente reconocido filólogo ruso M. Gaspárov fue autor de importantes trabajos sobre la literatura rusa y la literatura y cultura clásicas. Siendo al mismo tiempo permanente opositor post mortem del pensamiento y del culto al pensador (y popular teórico de la literatura) M. Bajtín (1895-1975), lo criticó poniendo de manifiesto la ruptura entre la filosofía y la filología de la manera siguiente. La filología es una ciencia positiva, que busca simplificar lo difícil (la investigación simplifica el cuadro del mundo, dice, al sistematizar y ordenar los valores antiguos), mientras que la filosofía, para él, pertenece al ámbito de una especie de creatividad desbordante, que no pide justificación de su propio proceder y goza de una libertad metodológica que le niega a la filología: la filosofía es creación, lo mismo que la literatura.1 Esta exageración fue paradójicamente injusta, porque a la obra de Gaspárov, recientemente muerto, se le atribuyeron las cualidades de una filosofía de las ciencias humanas. En cambio, Bajtín, al que se le consideró oficialmente como filólogo, teórico y crítico literario, siempre concibió su propia tarea como filosófica, y actualmente se habla de él como pensador más que como filólogo, a pesar de su formación en filología clásica. Además, por lo que se puede juzgar, jamás estaría de acuerdo con la definición que Gaspárov hizo de la filosofía como libre creación. Si la filología se declara a sí misma, modestamente, como un "servicio de la comprensión", aquí tenemos una de las numerosas confirmaciones a la postura semiótica de Bajtín con referencia al concepto del texto: "Ni un solo fenómeno de la naturaleza posee una 'significación'; sólo los signos (las palabras inclusive) tienen significaciones. Por eso todo estudio de los signos, no importa qué dirección haya adoptado, empieza necesariamente por la comprensión" (Estética dela creación verbal, 292). Se evidencia, pues, una contradicción y una ruptura, de la que acabo de describir un episodio particular, y al mismo tiempo una inquietante y evidente vecindad entre filosofía y filología, no sólo etimológica, sino genética. Aquí en la universidad, en nuestra heterogénea Facultad de Filosofía y Letras, demasiado pocos saben qué implica ser filólogo,2 y sólo algunos se conciben a sí mismos como filólogos, mientras que los filósofos suelen desconocer cualquier identificación o proximidad con la filología, sobre todo si se trata de los analíticos y filósofos de la ciencia. No obstante, los orígenes de la filología moderna, que se remontan al siglo XVIII, hay que buscarlos en la proximidad con la teología y en una estrecha colaboración con la filosofía. Entre sus huestes, los filósofos han contado con filólogos de la talla de Nietzsche (incluso si pasamos por alto la filosofía de los románticos, tan estrechamente ligada a la filología: F. Schlegel, Schleiermacher, etc.), con un Heidegger, que reconoció en el lenguaje "la casa del ser", y "poesía en el sentido esencial", objetos preferenciales de un estudio filológico. Sobra mencionar a Jacques Derrida, que emplea el análisis textual y el comentario filológico como fundamento de sus constructos teóricos. Ahora bien, el mismo Heidegger reconoce que "poetizar y pensar son dos modos de hacerse cargo de lo real bien diferentes", pero el filólogo en su función de facilitar que el sentido surja, tampoco poetiza: analiza, confronta, compara, indaga. Es un maestro carpintero, restaurador, indagador, clasificador, traductor del texto (¿habría dicho Gaspárov?). El filólogo también tiene que ver con "lo real", que son las letras de un texto. De cualquier manera, la filosofía siempre se ha servido, más o menos solapadamente, del instrumental filológico, y lo ha hecho sobre todo en el siglo XX, con su "giro lingüístico" (¿qué tal los conceptos de 'narrativa' y 'discurso' aplicados a la sociología y la filosofía de la ciencia?), mientras que los filólogos de pura cepa, a su vez, prefieren no reconocer (sea deliberada o inconscientemente) en su trabajo fundamentos filosóficos, lo cual suele producir curiosos anacronismos en sus planteamientos. Es necesario reconocer los límites disciplinares, pero a la vez hay que reconocer y respetar la salida a las fronteras como una necesidad del otro: del otro modo de conocer, de concebirse como sujeto. Es en las fronteras, en los lindes donde se dan sucesos importantes (Schleiermacher, Hegel, Natorp).3

La interdisciplinariedad por principio desestima las fronteras, es decir, la diferencia, al propiciar un tránsito irreflexivo de un dominio a otro sin tomar en cuenta la especificidad del dominio y del método. Las fronteras son necesarias, pero hay que trabajar sobre ellas y asumir la filologización de la filosofía y la necesidad de la última en la filología.4 Y viceversa. Participación, unidad, cultura como personificación de la interacción interdisciplinaria son realidades propias de la experiencia social, humana, tanto de los contemporáneos como en la perspectiva sub specie aeternitatis. Las fronteras concebidas como un lugar de encuentro entre disciplinas, campos de estudio y culturas son lugares donde se generan nuevos problemas, puntos de vista, disciplinas y formas: fronteras entre enunciados, que son marcas de cambio de sujeto discursivo (uno habla, otro responde); fronteras entre géneros, entre materias y dominios de estudio y, finalmente, entre culturas. Tomando como punto de partida algunos trabajos de V. L. Makhlin, filósofo ruso contemporáneo y estudioso del pensamiento de M. Bajtín, voy a plantear la permeabilidad entre filosofía y filología mediante tres elementos que son compartidos por ambas disciplinas: texto, comentario, traducción.

 

Texto

Existen, pues, terrenos que no sólo son limítrofes entre las dos disciplinas, sino que pueden ser compartidos. El primero de ellos es el texto como objeto de estudio. Los textos son "la dación primaria y el punto de partida de todas las disciplinas humanísticas" (Bajtín, Sobranie sochinenii, 320), herencia común de los filósofos y de los filólogos, lo mismo que de las ciencias humanas en general, mientras que las ciencias naturales, por ejemplo, construyen su objeto a partir de la naturaleza.5 Debido a los problemas metodológicos y a la multiplicidad de enfoques del texto (ante todo, el "científico", que trata el texto como objeto, y el "translingüístico" o dialógico, que lo considera como emisión de un sujeto concreto), así como de la interpretación o explanación, ambas disciplinas se ven obligadas a salir fuera de sus propias fronteras.

La orientación al texto distingue en general a las ciencias humanas de las ciencias naturales y exactas que buscan su objeto entre los fenómenos naturales y conceptos intelectuales abstractos. El texto es el objetivo primario de todas las "ciencias del espíritu" y aquella realidad inmediata del pensamiento y de la vivencia de la que parten estas disciplinas y el pensamiento humanístico en general, dice Bajtín (Estética de la creación verbal, 281), y agrega un elemento importante: un texto puede estudiarse como objeto muerto (lo que proponía Gaspárov en aras del respeto al texto, o sea, de la "cientificidad" positiva), pero hay un límite de legitimidad en este acercamiento; siendo una realidad material y objetual, al mismo tiempo, fue emitido por un sujeto al que de alguna manera contestamos al tratar este texto más allá de su "estructura". El círculo de Bajtín señaló que los primeros orígenes de la filología se remontan al estudio de los textos sagrados, los cuales en la mayoría de las culturas eran textos en lenguas ajenas, producidos y comentados por sacerdotes (Volóshinov, El marxismo y la filosofía del lenguaje, 115-120). En efecto, las definiciones tradicionales de la filología subrayan que la disciplina está orientada a los textos del pasado, escritos en lenguas cuya comprensión implicaba un conocimiento especializado. Tratar todo texto como si fuera escrito en lengua extranjera, y además desde una distancia piadosa que requiere un objeto sagrado, es lo que reproduce la filología que teóricamente postulaba Gaspárov. Con esto, definía su labor como "servicio de la comprensión", siguiendo a otro gran filólogo de la misma generación, S. Avérintsev. El voluntarismo del teórico que considera lícita cualquier aproximación al texto, y la imposición del filósofo que ve en el texto un elemento subordinado a su reflexión, molestaban a Gaspárov, que hacía un llamado a la ética de la investigación concebida como una humilde autolimitación de la propia presencia del investigador. El investigador y el autor que descubren su presencia humana, frente a la ilusión de una objetividad y una imparcialidad construidas por la declaración de los principios científicos, son el elemento de la teoría y la práctica del discurso postmoderno, gesto paralelo al reconocimiento de la ausencia y hasta de la "muerte" del autor. Bajtín, en cambio, no sólo reconoce, sino que personaliza al autor, aun reconociendo su no originalidad. Por supuesto, un objetivo más idóneo para los dardos de Gaspárov deberían ser los epígonos de Bajtín; no obstante, durante los últimos veinticinco años de su vida, el eminente filólogo los dirigió —post mortem— al filósofo de la dialogicidad y la polifonía (muerto en 1975). La filología, de acuerdo con su punto de vista, tiende a apoyarse en lo que llama hecho, que debe supuestamente hablar por sí mismo, sin la intervención de las "opiniones" de aquel que lo descubrió, mientras que el pensamiento bajtiniano pone en la mira y cuestiona la legitimidad misma del concepto de hecho, al decir que la comprensión es necesariamente dialógica pues parte de nuestras preguntas dirigidas al objeto. "La filosofía, que puede ser definida como una metafísica de todas las ciencias (y de todos los tipos de cognición), empieza donde termina la cientificidad exacta y comienza la heterociencid" (Bajtín, Estética de la creación verbal, 362). Volvemos así a este concepto de "heterociencia", la "otra ciencia", misma que incluye al "otro", ante todo, al otro modo de conocer. El otro es, en primer lugar, el propio sujeto investigador, de donde resulta que el "primero" o el yo hipotético es el autor o productor del texto a quien, según el filólogo, se debe rendir respeto. Por lo pronto, tomemos en cuenta que el texto desde este punto de vista no es una cosa muerta, sino producto de una conciencia, que es, aunque ausente, físicamente, generadora de los sentidos justamente gracias a que es plasmada en un texto. "El texto no es una cosa, y por eso la segunda conciencia, la del receptor, de ninguna manera puede ser eliminada o neutralizada" (Bajtín, Sobranie sochinenii, 310). La hermenéutica moderna reconoce que es imposible depurar un análisis de las huellas de la participación del analista. Ahora bien, llevando las cosas a los límites: si Gaspárov exige tratar metodológicamente los textos relativamente recientes como si fueran producidos en la antigüedad más remota, Bajtín, por el contrario, invita a que los textos antiguos sean tratados como los de nuestros contemporáneos. Con esta posición está relacionada su idea del gran tiempo: la posibilidad de intercomunicación transhistórica universal, que tiene, a pesar de su apariencia mística, una base semiótica.

Así, pues, se puede concebir otra actitud hacia el texto, si éste no es tratado como un monumento, sino que se concibe como un enunciado eslabón en la cadena de un intercambio discursivo, de modo que los bordes del texto son entendidos como fronteras entre las réplicas de un diálogo. Un texto establece así un diálogo que está dirigido hacia los textos del pasado, hacia los contemporáneos y hasta hacia los del futuro, así como con su lector. Es uno de los puntos que más indignaban a Gaspárov en el dialogismo bajtiniano: el filólogo hacía ver que los textos del pasado, por sentido común, no fueron escritos para nuestros contemporáneos, y menos van dirigidos a aquellos que los leen.6 La mentalidad de un genio del pasado es para nosotros un libro cerrado, y al abrirlo hemos de respetar la letra, no fantasear acerca de los nuevos sentidos del texto que se nos ocurren en nuestro propio contexto.7 La mentalidad de, pongamos por caso, Goethe, nos es tan ajena como la del perro Kashtanka (de un conocido cuento de Chéjov), alega Gaspárov. Es cierto que los textos del pasado no fueron escritos para nosotros, sus lectores futuros (aunque hay casos en que formamos parte de un destinatario futuro hipotético directamente),8 podemos responder; pero los textos sí nos contestan a nuestras preguntas, y al menos en esta medida podemos considerar su potencial dialógico. Los textos son portadores y, sobre todo, generadores de los sentidos; un sentido, decía Bajtín, es aquello que contesta a alguna pregunta. Lo que no me contesta a ninguna pregunta, no tiene para mí sentido. Desde este punto de vista, los sentidos brotan en la frontera entre el "emisor" y el "destinatario", entre el "autor" y el "lector".

 

Comentario

Otro elemento común que comparten la filología y la filosofía es el comentario, el género más antiguo de la investigación, que acerca los terrenos de las dos disciplinas. En el marco del comentario se encuentran los filósofos y los filólogos. El comentario filológico concebido tradicionalmente, es decir cuando no está consciente de sus propios fundamentos filosóficos, se opone en cierta medida al moderno, que muchas veces sí lo está, y que a menudo sigue la consigna de una desmedida libertad de la interpretación como principio. Las reglas de la interpretación han existido desde la antigüedad; ya en el comentario teológico a la Biblia se postulan cuatro niveles de la interpretación —literal, alegórico, moral y anagógico—, metodología que pasa luego a formar parte de la herramienta teórica de los teólogos y filólogos medievales. Elementos de interpretación siempre han existido en el comentario concebido de la manera más positivista posible, y las más veces se han regido por reglas racionales.9 La exegética bíblica conduce directamente a la teología, y de ahí los principios interpretativos han migrado a la hermenéutica moderna. La filología, por otra parte, tuvo también su origen en la exégesis de los textos sagrados. Ahora bien, tal vez sea la filosofía de los románticos la que dio origen a la tendencia de privilegiar el texto crítico —cuyo elemento esencial es el comentario— por encima del mismo objeto de estudio. Walter Benjamin recoge esta misma tendencia al buscar un "contenido de verdad", tarea por lo demás filosófica, en una obra literaria.10 En sus escritos la filosofía se acerca a la filología. Por cierto, la crítica es también un elemento que la filología y la filosofía comparten, precisamente en los dominios del comentario. Pero sobre todo el comentario crítico se convierte en una obra independiente, con la pretensión de ser al menos equivalente a su objeto, pero a veces hasta de superarlo, en el pensamiento y la crítica literaria de la postmodernidad. "The modern style of interpretation", decía Susan Sontag, "excavates, and as it excavates, destroys; it digs 'behind' the text, to find a subtext which is a true one" (Sontag, "Against interpretation").

Volviendo a Bajtín, éste, con arreglo a la idea de atender las fronteras y lindes disciplinares, desarrollaba un pensar independiente al encontrar en sus escritores favoritos, por ejemplo, Dostoievski, Rabelais, Goethe, una fuente de filosofía más que objeto de divagaciones paraliterarias autónomas.11 Pero es cierto, en su demostración de cómo un texto "responde" a las preguntas de un hipotético destinatario extemporáneo va a los extremos, lo mismo que hace Gaspárov al proclamar como virtud la modestia del enfoque positivo de la humilde autorrestricción. Ahora que estamos al parecer en un receso del pensamiento original, el llamado del filólogo cobra un nuevo sentido de limitar el impulso de parasitar sobre el pensamiento ajeno en forma de un comentario libre. Un filósofo contemporáneo ruso, V. Makhlin, recuerda en esta relación el "grado cero de la escritura" como una necesidad ético-epistemológica que pondría el comentario hermenéutico al servicio de la comprensión. El comentario, de este modo, debe estar consciente y manifestar su condición de producto de una segunda conciencia que no pretende deglutir a la primera en la relación entre el yo y el otro, relación que genera, al fin y al cabo, todo enunciado de la cultura. Recurriendo una vez más a Susan Sontag, puntualicemos que "[t]hus, interpretation is not (as most people assume) an absolute value, a gesture of mind situated in some timeless realm of capabilities. Interpretation must itself be evaluated, within a historical view of human consciousness".

 

Traducción

La traducción es el dispositivo, la técnica y la práctica que acerca asimismo los dominios de la filología y la filosofía.

Decía Franz Rosenzweig: "Traducir quiere decir servir a dos señores a la vez. Por lo tanto, nadie lo puede hacer. Por ende, la traducción —como todo aquello que en una especulación teórica nadie puede llevar a cabo— es una tarea práctica de todo el mundo. Cada quien debe traducir y todo el mundo lo hace. Quien habla, traduce su opinión al lenguaje de la comprensión mutua que espera del otro" (Gesammelte Schriften, 749).

En efecto, incluso en una comunicación cotidiana, aquel que emite un enunciado en aras de ser comprendido por su interlocutor, no puede asegurar que en el proceso de la traducción de su idea original, el producto de la comprensión por parte del otro sea idéntico al mensaje inicial.12 La traducibilidad es la condición de posibilidad de la cultura contemporánea, todo es traducción, no hay comprensión sin traducción, pero la traducción no es un reflejo especular del original.13 Todo lo contrario.

Así, desde el principio hay que plantear que en el estado en que encontramos la cultura contemporánea, la traducción es ubicua: no se trata simplemente de traducir de una lengua natural a otra lengua natural, sino de cada uno de los lenguajes de la cultura (semióticas de diverso nivel y tipo) a otros lenguajes, siendo la lengua natural, desde luego, la condición de posibilidad de la comunicación cultural. De este modo, en el proceso de la traducción se traduce no sólo de una lengua a otra, sino de una cultura a otra. Desde este punto de vista, leemos los complejos textos de las culturas remotas en la medida en que logran significar para nosotros; para ello, necesitamos relacionar sus signos con aquellos que nos sean más familiares.

"Todas las filosofías europeas, con la excepción, por lo que parece, de la griega", dice N. Avtonomova, "surgieron en el proceso de la traducción de una lengua a otra y de una cultura a otra" (Cognición y traducción, 7), pero únicamente en los últimos tiempos este conocido hecho empezó a adquirir un nuevo significado, si no dentro de la filosofía, al menos en las intersecciones y cruces de la filosofía con otras ciencias humanas. Filología, historiografía, estudios literarios, textología, la misma teoría literaria, antropología, etc., son las disciplinas generadas en estos terrenos limítrofes que comparten la filosofía y la filología.

Lo que une las tres vertientes principales de la filosofía contemporánea que compiten entre sí —la hermenéutica alemana, el neo y el postestructuralismo francés y la filosofía analítica anglosajona—, observa V. L. Makhlin, es el "giro" hacia la interpretación por un lado y hacia los "discursos" (concepto de la lingüística inicialmente y de la filología luego) por el otro. En este giro se evidencia también la filologización de la filosofía. La autoría, la interpretación, la comprensión, el discurso del otro, la narrativa, los antiguos y los modernos, los clásicos y los modernos, las metanarrativas, etc., todos estos temas son problemas emanados de las disciplinas de la filología. No se trata sólo del problema del lenguaje, de la "semántica histórica", cuando se invade hasta la lógica formal. La filologización de la filosofía es un giro translingüístico14 sui generis bajo cuyo signo se sitúa el filosofar contemporáneo en cuanto un acontecer inconcluso: abre un diálogo implícito entre disciplinas, métodos, cosmovisiones. La translingüística fue postulada por Bajtín como un estudio, que todavía no inaugura una nueva disciplina, de aquellos aspectos de la vida de la palabra que rebasan, con toda legitimidad, las fronteras de la lingüística. Se trata de aquellas relaciones dentro de la lengua que van dirigidas de sujeto a sujeto, a diferencia del enfoque lingüístico, dentro del cual el sujeto investigador analiza las relaciones intrasistémicas de la lengua. Es el aspecto heterocientífico del estudio de los lenguajes de la cultura, que implica axiologías, ideologías, inter-subjetividad y la personalización, estudio que indaga hacia la profundidad, y no en aras de la expansión. En esta circunstancia la filosofía tiende hacia las ciencias experimentales y exactas, mientras que la filología pierde fondo, dirigiéndose hacia aquellas esferas de la cientificidad, espiritualidad, teoría a partir de cuya crítica nació y se desarrolló la filosofía contemporánea (es el momento cuando la filología niega la necesidad de la filosofía y de la teoría).

La función crítica de la traducción en la historia de la filosofía y en la historia de la cultura consiste en preservar la conciencia y la comprensión de que es una ilusión la pretensión de que se puede aprehender todo junto y por completo, partiendo del supuesto de que un texto traducido da cuenta cabal del original. El texto así mitologizado prevalece sobre la conciencia de que se trata de un texto traducido no sólo de una lengua a otra, sino de una cultura y una visión del mundo a otra. De este modo se establece una tensión que opone la comprensión a la interpretación. Hay que entender que al traducir no transmitimos el "sentido general" (como a veces se hace en la traducción de la poesía), sino el "discurso ajeno", discurso del otro sujeto que viene de un mundo ajeno. La traducción es el último y más actual eslabón de la problematización filosófica de la lengua, eslabón que sigue a la comprensión, la comunicación y el diálogo. De este modo, la traducción puede ser entendida como la metáfora universal de la diferencia y de la otredad, sin ser tan sólo una metáfora: se trata de una diferenciación epistemológica, un nuevo tipo de unidad entre cognición y experiencia. En la traducción el yo y el otro se encuentran en un proceso de la cognición (Makhlin) heterocientífica. Para una filosofía que se cree el conocimiento fundamental sobre "lo general", pero que es incapaz de cuestionar la historicidad y la finitud de sus fundamentos e ideales, la misma idea de la filología no puede ser sino profunda y desesperadamente ajena. En los campos más cercanos a la filología, la conciencia de la traductibilidad universal está mucho más presente, como, por ejemplo, en esta observación del lingüista George Mounin:

la filología es una traducción o, más exactamente [...] la filología es una pre-edición del texto que ha de traducirse (en cuanto que aporta a este texto, en sus ediciones críticas, aclaraciones sobre las informaciones no explícitas que el texto implica), así como una post-edición de este mismo texto (en cuanto que añade al texto, original o traducido, notas que completan el acceso a las significaciones de este texto (Mounin, Los problemas teóricos de la traducción, 278).

Debería de prevalecer la conciencia del carácter no primigenio del objeto que se estudia: este objeto, ante todo, ya fue delimitado, formulado, evaluado, comentado e incorporado en una tradición cultural, antes de caer en la mira de un observador que construye sobre este objeto un discurso de acuerdo con las reglas de un género, y que es, a fin de cuentas, social, históricamente situado y asimismo analizable, sea como objeto, sea en un diálogo. Tal es el punto de vista de Bajtín. En cambio, Walter Benjamin, en "La tarea del traductor" (1923), habla de la imposibilidad de la traducción en cuanto instrumento de la comunicación. El planteamiento que hace de un lenguaje puro y una obra original como pertenecientes a lo incognoscible hace estallar nuestra ingenua seguridad de que lo que encontramos a través de las traducciones es la verdad del original en su estado más puro. Paul de Man a este propósito supone que la dificultad del escrito de Benjamin corresponde al hecho de que este texto sea también una traducción: "El texto acerca de la traducción es, a su vez, una traducción, y la intraducibilidad que menciona acerca de sí mismo habita su propia textura y habitará en todo aquel que a su vez tratará de traducirla" (Man, "'La tarea del traductor' de Walter Benjamin", 280-281).

La conciencia de lo que la traducción representa debe ayudar a superar, si no las fronteras entre el pensamiento y la práctica del filólogo y el pensamiento del filósofo, al menos la alienación vertida sobre sí mismos cuando conciben su tarea como el punto de partida para su propia reflexión. Al menos idealmente, tal auto-conciencia caracteriza la actividad tanto del uno como del otro.

 

REFERENCIAS

AVTONOMOVA, N., Cognición y traducción: ensayos de una filosofía del lenguaje [Poznanie i perevod: opyt filosofii iazyka], Moscú, ROSSPEN, 2008.         [ Links ]

BAJTÍN, M. M., Estética de la creación verbal [1979], trad. Tatiana Bubnova, México, Siglo XXI, 1982.         [ Links ]

----------, Problemas de literatura y estética [Voprosy literatury i estetiki], Moscú, Judozhestvennaia Literatura, 1975.         [ Links ]

----------, Sobranie sochinenii [Obras reunidas], tomo 5, Moscú, Russkie Slovari, 1996.         [ Links ]

BOCHAROV, A. B., "M. M. Bajtín: de la filología a la filosofía, de la metalingüística (metarretórica) a la filosofía del lenguaje" ["M. M. Bajtín: ot filologii k filosofii, ot metalinguistiki (metaretoriki) k filosofii iazyka"], Vestnik gumanitarnoi nauki, 6 (78), 2004, <http://vestnik.rsuh.ru/article.html?id=54924>         [ Links ].

GASPÁROV, M. L., "La historia de la literatura como creación o como investigación: el caso de Bajtín" ["Historia literatury kak tvorchestvo i issledovanie: sluchai Bajtina"], Vestnik gumanitarnoi nauki, 6 (78), 2004, <http://vestnik.rsuh.ru/article.html?id=54924>         [ Links ].

JAKOBSON, R. O., "Aspects linguistiques de la traduction", en Essais de linguistique générale [1959] en On Translation, R. A. Brower (ed.), París, Harvard University Press, Minuit, 1963.         [ Links ]

----------, "On linguistic aspects of translation" [1959], in Roman Jakobson, Selected Writings, 2. Word and Language, The Hague, Mouton, 260-266.         [ Links ]

MAKHLIN, v. L., "Después de la interpretación" ["Posle interpretatsii"], <http://magazines.russ.ru/voplit/2009/2/ma6.html>         [ Links ].

----------, "Traducción y educación" [Perevod i obrazovanie], <http://magazines.russ.ru/voplit/2009/2/ma6.html>         [ Links ].

MAN, Paul de, "'La tarea del traductor', de Walter Benjamin", trad. J. J. Utrilla, en Cábala y deconstrucción, Esther Cohen (ed.), México, UNAM, 2009.         [ Links ]

MOUNIN, George, Los problemas teóricos de la traducción [1963], trad. Julio Lago Alonso, Madrid, Gredos, 1971.         [ Links ]

RIVADULLA RODRÍGUEZ, Andrés, "Ludwik Fleck o la irrupción de la orientación histórico sociológica en epistemología", en Arbor, 128 (502), 1987, 31-61.         [ Links ]

ROSENZWEIG, Franz, Gesammelte Schriften, vol. 3, Dordrecht-Boston-Lancaster, Martinus Nijhoff Publisher, 1984.         [ Links ]

SÁNCHEZ MECA, Diego, "Filosofía y literatura o la ausencia del romanticismo", Anthropos, 129, 11-27.         [ Links ]

SONTAG, Susan, "Against interpretation" [1964], <http://www.coldbacon.com/writing/sontag-againstinterpretation.html>         [ Links ].

TOROP, Peeter, La traducción total [Total'nyi perevod], Estonia, Editorial de la Universidad de Tartu, 1995.         [ Links ]

VOLÓSHINOV, Valentín N., El marxismo y la filosofía del lenguaje [1929], trad. Tatiana Bubnova, Buenos Aires, Ediciones Godot, 2009.         [ Links ]

 

Notas

1 Para Kant, la relación sería exactamente a la inversa: "filosofía y literatura se diferenciarían propiamente, en el pensamiento de Kant, cuando, para formular una idea de la historia universal, Kant cree necesario oponer la idea de un 'sistema' a lo que de otro modo no sería más que una novela" (Sánchez Meca, "Filosofía y literatura", 13). En otro lugar, Gaspárov, en un llamado a los investigadores de no convertir la recepción de las ideas de Bajtín en una epopeya, dice que sus teorías representan una "novela".

2 Si no, consúltese las clasificaciones del Sistema Nacional de Investigadores, que define a la filología como disciplina auxiliar de la historia. Si bien esta visión se justifica desde un cierto punto de vista, con su permiso, para un filólogo es exactamente al revés: un filólogo se sirve de la historia. La filología abarca un conjunto de disciplinas (lingüística, historia de la lengua, arqueología, textología y ecdótica, historia, teoría e historia literarias, filosofía, mitología, epigrafía, entre otras), siendo su propósito la comprensión y el comentario de los textos de la cultura. La vocación filológica, diría yo, empieza cuando el lector privilegia la lectura del comentario por encima del texto mismo.

3 El concepto de frontera es uno de los fundamentales en el pensamiento bajtiniano y tiene implicaciones complejas. En el arte, por ejemplo, Bajtín relaciona con la frontera la idea de la forma, siendo ésta el lugar del encuentro entre el creador y el receptor (Problemas de literatura y estética, 58-59). A su vez, los conceptos de encuentro y diálogo, asimismo básicos, están vinculados a la posición del sujeto creador (exotopía) y a la forma concebida como frontera, y los encontramos entre sus ideas acerca del contacto entre las culturas enteras (Cfr. Bajtín, Estética de la creación verbal, 334-335).

4 ¿Qué sería de la filosofía de Platón, por ejemplo, sin los filólogos? La sabia y puntillosa labor de éstos ha precedido la comprensión y la interpretación de sus ideas. Ver más abajo sobre la traducción.

5 El pensamiento del siglo XX superó la idea de que las ciencias encuentran su objeto directamente en la naturaleza: su objeto se construye a partir de las decisiones consensuales sobre el protocolo de observación y de los discursos especializados, pero esto sí, iniciando por la observación de los fenómenos. En este punto la frontera aparentemente infranqueable entre ciencias y humanidades empezó a ser permeable debido al análisis de la participación de los sujetos sociales en cuanto productores de los discursos científicos. Ludwik Fleck cuyas ideas precedieron la teoría de las revoluciones científicas puede considerarse como un antecedente de este punto de vista. Un lúcido resumen de sus aportaciones en torno al proceso del pensamiento científico se puede encontrar en Rivadulla 1987.

6 En este punto, al menos, coinciden el filólogo y el filósofo: los textos que ellos estudian no fueron concebidos para los "especialistas".

7 Cfr. Bajtín, Sobranie sochinenii, 68: "La ciencia positiva construye a distancia una imagen del mundo que inflige muerte, y pretende encerrar en ella la vida y el sentido [que están] en un proceso de generación". Y esta imagen construida tiene carácter histórico también, y un filólogo debe poseer en su arsenal la conciencia de la historicidad de su herramienta "positiva".

8 Así lo concibe, por ejemplo, un poeta como Ósip Mandelstam ("Sobre el interlocutor", 1916). Ahora bien, la posición de Walter Benjamin, que poeta no era, es totalmente contraria: en "La tarea del traductor", postula que la poesía, entre otros textos, no se escribe para el lector.

9 En las ciencias experimentales la decisión acerca del significado de un fenómeno es resultado de una decisión y producto de un consenso de especialistas.

10 En su ensayo sobre Las afinidades electivas de Goethe (1924).

11 Es uno de los elementos que marcan la diferencia entre Bajtín y Benjamin.

12 A este propósito, ver el texto de Paul de Man en la bibliografía.

13 R. Jakobson (1959) distinguía tres tipos de traducción: intralingüística, interlingüística e intersemiótica. A partir de ahí ha habido suficientes teorizaciones acerca de las posibilidades de la traducción.

14 Empleo el término de acuerdo con la traducción que hizo del vocablo bajtiniano original T. Todorov. Bajtín habla de una "metalingüística" para definir las relaciones dialógicas en el lenguaje. Todorov encuentra un equivalente para evitar ambigüedades, pues la "metalingüística" ya había sido ocupada por otro significado (por ejemplo, en la 'función metalingüística" de Roman Jakobson). Aquí no se trata simplemente de un ejemplo de traducción lingüística, sino de una adaptación terminológica que, por cierto, traiciona la letra pero no el espíritu del pensador ruso.

 

Información sobre la autora

Tatiana Bubnova. Es investigadora titular C de tiempo completo del Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Es traductora de una buena parte de la obra de Bajtín al español y especialista en la literatura del Siglo de Oro español, y directora de la revista Acta Poética. Ha publicado un sinnúmero de artículos en revistas especializadas. También ha dictado cursos y conferencias en España, en Argentina y México.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons