SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.29 número1Ficino, lector de la RepúblicaEl reconocimiento de Śākuntalā índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Acta poética

versión On-line ISSN 2448-735Xversión impresa ISSN 0185-3082

Acta poét vol.29 no.1 Ciudad de México mar./may. 2008

 

Artículos

 

Hermenéutica en la Traducción y glosas de la Eneida de Enrique de Villena

 

Cecilia A. Cortés Ortiz

 

Resumen

Se revisan, desde una perspectiva hermenéutica, los dos principales niveles interpretativos de la Traducción y glosas de la Eneida de Enrique de Villena. El primer nivel es la traducción del latín al castellano; el segundo nivel, que se da a consecuencia de la compenetración entre el lector (Villena) y el texto (la Eneida), son los comentarios. En las Glosas encontramos dos niveles constantes de interpretación: el sentido literal, dentro del cual se encuentran los evehemerismos y las etiologías, y el sentido alegórico, que a su vez se subdivide en alegoría ético-moral y en alegoría científica. También se resalta la importancia que el comentarista le concede al lector y se señalan los ejemplos más representativos.

Palabras clave: Villena, Eneida, traducción, glosa, hermenéutica.

 

Abstract

From a hermeneutic perspective, two main levels of interpretation in Enrique de Villena' s Traducción y glosas de la Eneida are analized. The first level is the translation from Latin into Castilian; the second level, which is a consequence of the compenetration between the reader (Villena) and the text (the Aeneid), consists in the commentaries. In the Glosses we find two constant interpretation levels: the literal sense, which comprises evehemerisms and etiologies; and the allegorical sense, which is divided in ethical-moral allegory and scientific allegory. Also, the importance of the reader for the author of the commentary is underlined, as well as illustrated with some examples.

 

Enrique de Villena (1382-1434) comenzó a traducir la Eneida del latín al castellano por encargo del rey Juan II de Navarra, su sobrino, y a él le dedicó originalmente la traducción. Sin embargo, la enemistad que surge entre este rey y el de Castilla (de quien Enrique de Villena era súbdito), que también se llamaba Juan II, hace que don Enrique permanezca "leal" a su señor y no se atreva a dedicarle oficialmente la traducción ni a entregársela al de Navarra. Además de la traducción, Villena decide glosar cuidadosamente la Eneida, pero la muerte lo sorprende antes de terminar y sólo logra hacer los comentarios de los tres primeros libros.

La Traducción y glosas de la Eneida (1427-1434) comprende: 1) la "Carta al rey de Navarra", con glosas; 2) un "Prohemio" a la obra, también con sus respectivas glosas, en el cual hace un sinnúmero de advertencias y recomendaciones al lector; 3) Traducción y glosas del libro I al libro III de la Eneida; 4) únicamente traducción del libro IV al libro XII de la Eneida.

Es un hecho que, mediante su Traducción y glosas de la Eneida, Enrique de Villena asumió e interpretó la obra de Virgilio, es decir, hizo una labor hermenéutica. Villena, como lector, se apropió de la Eneida y la comprendió a tal grado que pudo traducirla al romance, es decir, verter el significado de la obra de una lengua a otra, y además complementarla con profusos comentarios; a lo largo de su interpretación, el texto (la Eneida), el autor (Virgilio) y el lector (Villena) interactúan constantemente. Así, puede considerarse que la Traducción y glosas de la Eneida es una extensa obra literaria que presenta dos grandes momentos o niveles hermenéuticos: el primero es la TRADUCCIÓN al castellano del texto latino, y el segundo, la elaboración de profusos COMENTARIOS al texto ya traducido.

 

Primer nivel hermenéutico: la traducción

En la Edad Media, el tema de la traducción era bien conocido y los distintos procedimientos para realizarla estaban ya bastante discutidos. Para traducir del latín a cualquier lengua vernácula había dos teorías generales: por un lado, estaba la tradición liberal, que aceptaba la idea de san Jerónimo (quien sigue a Cicerón y a Horacio) de traducir no por las palabras, sino por el sentido (ad sensum); por el otro, había una postura más tradicionalista que se apoyaba en la literalidad, es decir, en la traducción palabra por palabra (ad verbum), con base en "la idea ya tópico de la inferioridad de la lengua vernácula".1

El mismo Enrique de Villena se refiere a su forma de traducir en las "avisagiones al nuevo leedor" que están al final del "Prohemio" de la Traducción y glosas:

en la presente traslación tove tal manera que non de palabra, ne por la orden de palabras que está en el original latino, más de palabra a palabra segúnd el entendimiento e por la orden que mejor suena, si quiere paresce, en la vulgar lengua (las cursivas son mías).2

Enrique de Villena traduce mediante el sentido y de acuerdo con la tradición liberal, probablemente influido por su formación catalano-aragonesa,3 ya que, durante los siglos XIV y XV, en Castilla predominaba la postura tradicionalista, e incluso ciertos traductores castellanos pensaban que, entre más oscuro fuera el texto, más cerca estaría "de los antiguos", además de que se mostraban más interesados en la idea de la "pureza lingüística".4 Por el contrario, en el reino de Aragón, el panorama era diferente, pues aun los traductores aragoneses tradicionalistas se permitían más libertades que sus homólogos castellanos; esta apertura se debía quizá a que Aragón, por su situación fronteriza, tenía más contacto con regiones de Francia e Italia.

Don Enrique nos dice que empleó un año y doce días en hacer la traducción (glosa 116). Al respecto, Pedro Cátedra señala que, en ese año, don Enrique únicamente hizo un borrador de la traducción de los doce libros y que, posteriormente, sobre esta primera versión empezó a corregir.5 También propone que la idea original de Villena era únicamente traducir la Eneida (sin las Glosas), y enviársela al rey junto con la "Carta", pero, cuando la primera versión de la traducción estuvo terminada, empezó el conflicto de los reyes de Aragón y Navarra con el de Castilla,6 razón por la cual Villena decidió no entregarle la traducción al rey de Navarra. Sin embargo, otro noble, ahora un castellano, el marqués de Santillana, se mostró interesado en el trabajo y Villena decidió dedicarle la traducción a él. Con estos cambios de destinatario, quizá también se modificó la primera idea que Villena tenía de su traducción de la Eneida, ya que parece ser posterior la decisión de anteceder la obra con un "Prohemio" y de adicionarla con las Glosas, lo cual implicó hacer una interpretación aún más profunda.

Ya con la intención de explicar y comentar su traducción, Villena "va añadiendo sus glosas página a página a un texto que simultáneamente iba revisando"; esto quiere decir que, del libro I al libro III (los que contienen glosas), tenemos una segunda e incluso una tercera revisión de la traducción, mientras que los libros IV al XII (los que no tienen glosas) únicamente se quedaron en la versión de borrador. Así, dentro del primer nivel hermenéutico, que es la traducción, existen dos grados diferentes de interpretación: en la traducción revisada de los libros I al III existe una mayor apropiación del texto y, por consiguiente, una lectura diferente que en la traducción de los libros IV al XII.7

En este primer nivel hermenéutico, el traductor debe primero leer la obra y comprenderla, es decir, interpretarla. Después de haberla interpretado según su propio "horizonte", el traductor la recrea, buscando equivalencias entre la lengua original y la suya. De modo que Enrique de Villena, al hacer la traducción de la Eneida, primero tuvo que ser un lector de dicha obra en latín para después intentar comprenderla (interpretarla) y después traducirla al castellano. Finalmente, traducir es interpretar, y toda interpretación conlleva una traducción, ya sea una traducción del lenguaje del autor al del receptor (aunque autor y receptor hablen el mismo idioma), ya sea una traducción de un idioma a otro.

Ya realizado el acto hermenéutico de traducir, la comprensión y la compenetración que se dio entre el receptor y el texto, es decir, entre Enrique de Villena y la Eneida, fue tal, que nuestro receptor decidió llenar los huecos que había dejado Virgilio, añadiéndole comentarios al texto traducido, comentarios que están hechos desde el "horizonte" del glosador; según Ingarden, esta operación consiste en "concretizar" los "puntos de indeterminación".8

 

Segundo nivel hermenéutico: las glosas

La palabra glosa es de origen griego y significa 'lengua'. En el Tesoro de la lengua castellana o española de Covarrubias de 1611 tenemos que la palabra glosa tiene una acepción positiva y una negativa. Sobre la primera, dice que "comúnmente se toma por las anotaciones y comentos que declaran los textos o cualquier escritura, por quanto son como lenguas o intérpretes. Glossar alguna cosa escrita o dicha es interpretarla" (cursivas mías). Mientras que la acepción negativa dice: "glossar las palabras; vulgarmente es darles otro sentido del que suena y a veces del que pretendió el que las dixo".9

A mi modo de ver, esta ambivalencia constante y todavía actual sobre los aspectos negativos y positivos de las glosas está relacionada con la polémica hermenéutico-filosófica entre una "hermenéutica positivista o univocista" y una "hermenéutica romántica o equivocista". En general, el univocismo pretende reducir la polisemia del texto únicamente a un solo significado: el esencial, asignado por el autor, mientras que el equivocismo está a favor de buscar el mayor número posible de significados de un texto.10 De igual modo, forma parte de esta interminable discusión la preferencia y defensa que ciertos autores y críticos hacen, sea del sentido literal, sea del alegórico. Ambas corrientes se ven reflejadas en las glosas.

Centrándonos en las Glosas de don Enrique, la labor hermenéutica que nuestro autor realiza está íntimamente relacionada con la exégesis bíblica medieval, cuya tradición establecía que las Sagradas Escrituras podían interpretarse mediante cuatro sentidos: el literal o histórico, el moral o tropológico, el anagógico o espiritual y el alegórico.11 Desde los Padres de la Iglesia hasta el siglo xn se había privilegiado la interpretación alegórica sobre la literal, pero con la Escolástica y la creación de las universidades se produce un equilibrio entre ambas. Este equilibrio lo podemos ver en la interpretación que Enrique de Villena hace de la Eneida, pues coloca el sentido literal y el alegórico en el mismo nivel. Así, a lo largo de las glosas encontramos dos niveles constantes de interpretación:

a) el SENTIDO LITERAL, que abarca las glosas históricas, geográficas, genealógicas, políticas, y

b) el SENTIDO ALEGÓRICO, que se oculta debajo de la literalidad. En las Glosas, éste se puede subdividir, a su vez, en dos tipos:

1) la ALEGORÍA ÉTICO-MORAL, que comprende todas las enseñanzas con carga moral, por lo general de corte cristiano, y

2) la ALEGORÍA CIENTÍFICA, es decir, los conocimientos "científicos", propios de don Enrique y de su época, contenidos en las Glosas.

Dentro de la exégesis literal están comprendidas las explicaciones evehemerísticas y las etiologías de los mitos clásicos. El evehemerismo12 es la racionalización de los mitos; es un sistema de interpretación que establece que todos los dioses fueron hombres superiores (conquistadores, reyes, filósofos, legisladores, inventores, etc.), que de alguna forma adquirieron la "inmortalidad", ya que son recordados: las explicaciones evehemeristas son la búsqueda de un conocimiento razonado. La etiología es la explicación de las causas de las cosas, una explicación a posteriori de un hecho; así, a partir de un hecho conocido, se elabora una historia que concuerda con el hecho, de manera que sirve para explicarlo. Esta explicación, que por lo general no es cierta, debe ser verosímil.13 De este modo, los evehemerismos y las etiologías son una clara muestra de que el hombre tiene la necesidad de conocer con mayor precisión y profundidad la verdadera causa de las cosas, pues en su naturaleza está el afán de explicar, de interpretar. Así, puede verse que el sentido literal no está exento de interpretaciones.

El interés que nuestro glosador muestra en el sentido literal también se deja ver en su preocupación gramatical por definir el exacto significado de las palabras que emplea,14 incluso en ocasiones explica por qué utilizó exactamente una palabra y no alguna otra parecida.15 Además, hay casos en los que nos muestra que las palabras pueden tener varias acepciones, y que el significado depende del contexto en el que se utilice una palabra.16 Este interés por definir las palabras con excesiva precisión se debe a su intención de precisar lo más posible los "puntos de indeterminación", pues pretende que con su explicación (glosas) el texto sea entendible para el lector, eliminando hasta donde sea posible toda sensación de ambigüedad.

Un ejemplo ilustrativo que presenta tanto el sentido literal como el alegórico es la descripción de Neptuno como un dios que está sobre el mar en su carro tirado por cuatro delfines; esto se refiere al sentido literal. Respecto al sentido alegórico ético-moral, Villena explica que las cuatro ruedas del carro de Neptuno significan las cuatro virtudes cardinales: justicia, prudencia, templanza y fortaleza; mientras que en el sentido alegórico "científico", los cuatro delfines de Neptuno se relacionan con los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire (glosa 199). Como estos conocimientos no son accesibles al lector común de la Eneida, él explica (o "concretiza") estos sentidos en sus Glosas.

Como ya dijimos, nuestro glosador establece un equilibrio entre el sentido literal y el alegórico, en el cual engloba los tres sentidos restantes establecidos por la exégesis bíblica tradicional: alegórico, tropológico y anagógico. Por otra parte, hemos visto que, además de emplear estos cuatro sentidos, Villena añade uno nuevo que no estaba contenido en los sentidos que la exégesis tradicional atribuía a la Biblia: la alegoría científica, que él llama "secretos naturales". Esto demuestra, una vez más, que los "puntos de indeterminación" son los que hacen posibles las varias lecturas en un mismo texto: cada lector puede encontrar nuevas significaciones dependiendo de su "horizonte", es decir, de su "imaginario".17

En la interpretación alegórica, Villena toma el texto literal como signo que oculta un significado más profundo. El significado oculto bajo el sentido literal es la lectura hermenéutica que él hace del texto; por esta razón, pudo asignar un significado científico a la Eneida, pues él es quien está elaborando, a partir de asociaciones, el significado.

Las Glosas de la Eneida son el resultado de la férrea lectura interpretativa de Enrique de Villena, quien, al leer el texto, encontró "puntos de indeterminación" y quiso precisarlos con las Glosas; al "concretizar" esos puntos, el receptor se vuelve co-creador.18

 

La importancia del lector

Al analizar las Glosas, encontramos tanta atención y consideraciones al lector que pareciera que Enrique de Villena, adelantándose en el tiempo, conocía esta frase de Weinrich: "El lector también tiene derecho a ser tenido en cuenta. Por él hay literatura..."19 El principal objetivo de Villena con esta obra es que sus lectores entiendan su gran complejidad y que aprovechen su "fructuosa doctrina". Al elaborar su interpretación, echa mano de todos sus conocimientos para "iluminar los pasajes obscuros" y los múltiples sentidos ocultos bajo el "artificioso decir" del poeta Virgilio. También, con la intención de ayudar a los receptores en su trabajo de interpretación, divide los libros de la Eneida en pequeños capítulos, aludiendo al tópico de la brevedad; esta fragmentación tiene por objetivo que "el perezoso leedor" termine de leer la obra en el plazo de un año.20 Reiterando una vez más su preocupación pedagógica, don Enrique señala que esta división hace más atractiva la obra, y estimulando a que la lean inclusive quienes no tienen disposición de hacerlo. A tanto llega la obsesión numérica de Villena que llega a señalar algunos capítulos que, en última instancia, podrían quitarse para que el número de capítulos concuerde con los días del año, 21 como sugiere que podría hacerse con los que nos hablan de los juegos que organizó Eneas. Ya sin disimular su fascinación por la divisio y la ordinatio, Villena declara que pondrá breves resúmenes (o "argumentos") al comienzo de cada uno de los libros, así como otros aún más breves, a manera de título, al comienzo de cada uno de los capítulos.

Al hacer sus Glosas, Villena está plenamente consciente de que su obra "concretiza" los puntos de indeterminación de Virgilio y afirma que, si se compara el original con la traducción, podrá verse que esta última lo sobrepasa en claridad:

En tal gysa que alguna cosa no es dexada ho pospuesta, siquiere obmetida, de lo contenido en su original, antes aquí es mejor declarada e será mejor entendido por algunas expresiones que pongo acullá subintellectas, siquiere ymplígitas ho escuro puestas, segúnd verá el que ambas lenguas latyna e vulgar sopiere e viere el original con esta traslagión comparado (las cursivas son mías).22

Un ejemplo de la "concretización" de estos puntos es el siguiente: cuando Villena, en su traducción, habla de Títides, explica que Títides quiere decir hijo de Tideo y que se refiere a Diomedes; de igual manera, si el original latino habla de los dos Atridas, Villena aclara que son Agamenón y Menelao, hijos de Atreo.

Sobre el tipo de público al que está dirigida su obra, Villena nos dice, en la glosa 127, que la puede leer u oír cualquier persona, puesto que, gracias a los niveles y subniveles en los que está escrita, ofrece conocimientos nuevos para cualquier persona según el grado de preparación de cada quien: el sentido literal es para los "non letrados", mientras que para los intermedios es el sentido moral, y para los "entendidos", el alegórico.23

La "obscuridad de los modos poéticos de Virgilio", así como la falta de "ciencia" y de formación en la lengua latina de los lectores de la obra, son las razones por las cuales don Enrique decide anteceder su obra con un "Prohemio", ya que sin éste la obra no sería asequible para los "romancistas". En dicho "Prohemio" el lector es informado de quién es el autor de la obra, cuál es y qué significa el nombre de ésta; además conocerá con qué finalidad fue hecha (aquí tenemos que Villena hablará de la intencionalidad de Virgilio) y a cuál parte de la "philosophía" pertenece. El "Prohemio" es lo que se conocía como accessus ad auctores.24

En el "Prohemio" también se señala que el lector encontrará, en esta obra, los doce estados del mundo, las edades del mundo y las de los hombres, relacionados todos con cada uno de los libros de la Eneida. Ya en las Glosas, Villena encuentra que el poema de Virgilio funciona como un espejo de príncipes; así Villena, como lector, al interpretar condicionado por su "horizonte", hace que el texto signifique algo diferente de lo que su autor quiso decir.

Ahora bien, escribir de modo figurado, según Villena, es también de ayuda para los autores, pues así escriben poco, pero su texto, al ser descodificado o interpretado por el receptor, tendrá múltiples significados. Además, esta forma velada de escribir les dará material a los comentaristas para encontrar otros sentidos y poder escribir sus obras.

De este modo, Villena llega a un punto en el que asegura que Virgilio escribió premeditadamente en la Eneida todos los sentidos e interpretaciones que él (Villena) como comentarista le atribuye; en la glosa 341, afirma:

E bien deve ser presumido que todos estos entendimientos fueron en la conçebçión virgiliana quando fabricó estos yntegumentos, pues que llegó a la rudidat de nuestros engeñios. E por eso fablaron los poetas en esta velada manera porque pudiesen los exponedores varias e útiles declaraciones fazer (las cursivas son mías).

Don Enrique, sin duda, interpretó el texto de Virgilio a partir de sí mismo, de su propia concepción del mundo, y de sus referentes inmediatos. A lo largo de las Glosas encontramos constantes medievalizaciones: Villena llama a Casandra "infanta" y a Héctor, "el mejor caballero del mundo". En dichas medievalizaciones se hace presente el ya tratado tema del "imaginario" como referente para interpretar, de modo que Villena, al querer comprender el texto, fusiona su horizonte con el de la obra, aunque es su propio horizonte el que predomina.

Nuestro intérprete y co-autor comprende el mundo clásico, pero con los medios que él tenía a su alcance, condicionado por su horizonte histórico, de modo que sus Glosas son una lectura, una interpretación, una re–creación de la Eneida y, a la vez, son el reflejo del mundo de Villena, de su cultura y de la ciencia de su época.

 

REFERENCIAS

BEUCHOT, Mauricio, La hermenéutica en la Edad Media, México, UNAM-IIFL, 2002 (Cuadernos del Instituto de Investigaciones Filológicas, 27).         [ Links ]

----------, Perfiles esenciales de la hermenéutica, México, UNAM-IIFL, 2005 (Cuadernos del Instituto de Investigaciones Filológicas, 26).         [ Links ]

CASTAÑO, Ana, "Del comentario medieval al de los Siglos de Oro. Algunas actitudes, recursos y convenciones del género", en Discursos y representaciones en la Edad Media, México, UNAM/Colmex, 1999, pp. 109-137.         [ Links ]

----------,  "Glosas: ¿lenguas del texto o malas lenguas? Lexicógrafos, trasladadores y declaradores de textos en el Siglo de Oro", Acta Poetica, 25-1, 2004, pp. 117-129.         [ Links ]

CÁTEDRA, Pedro, "Introducción", en Enrique de Villena, Obras completas, 3 tomos, Madrid, Turner-Biblioteca Castro, 1994.         [ Links ]

CURTIUS, Ernst R., Literatura europea y Edad Media latina [1955], trad. de Margit Frenk y Antonio Alatorre, 2 vols., México, FCE, 3a reimpresión, 2004.         [ Links ]

EAGLETON, Terry, "II. Fenomenología, hermenéutica, teoría de la recepción", en Una introducción a la teoría literaria [1988], trad. de José Esteban Calderón, México, FCE, 2ª edición aumentada, 1998 (Lengua y Estudios Literarios).         [ Links ]

GADAMER, Hans-Georg, "Fundamentos para una teoría de la experiencia hermenéutica", en En busca del texto. Teoría de la recepción literaria, México, IIS-CELE-UNAM, 2001, pp. 19-29.         [ Links ]

INGARDEN, Roman, "Concretización y reconstrucción", en En busca del texto. Teoría de la recepción literaria, México, IIS-CELE-UNAM, 2001, pp. 31-54.         [ Links ]

ISER, Wolfgang, "La estructura apelativa de los textos", en En busca del texto. Teoría de la recepción literaria, México, IIS-CELE-UNAM, 2001, pp. 99-119.         [ Links ]

JAUSS, Hans-Robert, "Experiencia estética y hermenéutica literaria", en En busca del texto. Teoría de la recepción literaria, México, IIS-CELE-UNAM, 2001, pp. 73-87.         [ Links ]

RALL, Dietrich (comp.), En busca del texto. Teoría de la recepción literaria [1987], trad. Sandra Franco et al., México, IIS-CELE-UNAM, 1ª reedición, 2001 (Colección Pensamiento Social).         [ Links ]

RECIO, Roxana, "'Por la orden que mejor suena': traducción y Enrique de Villena", La Corónica, vol. 24: 2, 1996, pp. 140-153.         [ Links ]

SOBRINO, Miguel Ángel, "La interferencia del imaginario en la interpretación de textos", en La voz del texto. Polisemia e interpretación. Memoria. Primera jornada de hermenéutica, México, UNAM-IIFL, 1998, pp. 139-145.         [ Links ]

VILLENA, Enrique de, Traducción y glosas de la Eneida, ed. y estudio de Pedro Cátedra, Salamanca, Diputación de Salamanca, 1989.         [ Links ]

---------- , Obras completas, ed. Pedro Cátedra, 3 tomos, Madrid, Turner-Biblioteca Castro, 1994.         [ Links ]

WEINRICH, Harald, "Para una historia literaria del lector", en En busca del texto. Teoría de la recepción literaria, México, IIS-CELE-UNAM, 2001, pp. 199-210.         [ Links ]

 

Notas

1 "[en los siglos XIV y XV] para los latinistas en general todo debe ir ajustado al texto base porque así lo exige la belleza del latín frente a la pobreza del castellano", Recio 1996, 141-142.

2 Villena 1989. Todas las referencias a las glosas se citan de esta edición.

3 Aunque Enrique de Villena nació en Castilla, se educó en la corte valenciana de su abuelo, don Alfonso de Aragón, quien era duque de Gandía (Valencia).

4 López de Ayala, en su obra Las flores de los "Morales de Job", dice: "Otros' y paren mientes los que en este dicho libro leyeren al romance que el dicho traslador fizo, y la orden y manera que tovo, guardando todavía la costumbre de los sabios antiguos filósofos y poetas, los quales syenpre guardaron en sus palabras y en sus dichos la virtud de los vocablos y la significagión dellos segunt la realidad. E guardaron syenpre este estilo de llevar la sentencia suspensa fasta el cabo, y de anteponer los casos del verbo, del qual han regimiento, los quales segunt la arte de la gramática, en construyendo, deven ser pospuestos. E esto fizo él por guardar el color de la retórica y la costunbre sobredicha de los sabios, que dificultaron sus escrituras y las posieron en palabras difíciles y aun obscuras, porque las leyesen los onbres muchas vezes y mejor las retoviesen y más las preciasen, quanto en ellas más trabajo tomasen; ca lo que con mayor trabajo se gana, con mayor presçio se guarda" (cursivas mías), apud Recio 1996, 142.

5 "[...] versión no revisada aún, con letra cursada, es decir, en borrador", Pedro Cátedra, "Introducción", en Villena 1994, II, XVII.

6 El rey de Aragón es Alfonso el Magnánimo.

7 "En una segunda lectura se está provisto con una información infinitamente mayor sobre el texto, sobre todo cuando la distancia temporal es relativamente corta. Esta información adicional es la condición para que se puedan usar, de manera diferente o tal vez hasta de una manera más intensa, las relaciones no formuladas entre las diversas situaciones del texto [...]. Procedimientos ya conocidos se vuelven ahora nuevos horizontes y hasta cambiantes y por eso aparecen como enriquecidos, cambiados y corregidos. De todo esto no está formulado nada en el texto, más bien el lector mismo produce estas innovaciones", Iser 2001, 106.

8 Punto de indeterminación es el "aspecto o detalle del objeto representado del que, con base en el texto, no se puede saber con exactitud cómo está determinado en el objeto correspondiente. Toda cosa, toda persona, todo proceso, etcétera, que es representado en la obra literaria contiene muchas partes de indeterminación", Ingarden 2001, 33.

9 Tesoro de la lengua castellana o española, apud Castaño 2004, 119.

10 Beuchot 2005, 21-24.

11 Juan Casiano (360-434), en su obra Colaciones, recogió varias conferencias de abades orientales, sobre todo egipcios. Una de ellas es la del abad Nesteros, que habla de la ciencia divina y dice que puede dividirse en práctica y teoría; esta última, a su vez, se divide en interpretación histórica e inteligencia espiritual. La inteligencia espiritual tiene tres géneros: la tropología, la alegoría y la anagogía. En esa misma conferencia, "Nesteros llama a la alegoría revelación, porque revela el sentido espiritual oculto por el histórico; la ciencia representa la tropología, porque nos da un juicio prudencial de lo que es útil para la vida práctica o moral; la profecía corresponde a la anagogía, que refiere las palabras a las cosas invisibles o futuras; y la doctrina designa el sentido llano de la exposición histórica". Cf. Beuchot 2002, 13-14.

12 Evehémero fue un escritor griego que, después del año 300 a. C, explicó el culto de las divinidades por la apoteosis de los héroes, y aplicó esta hipótesis a Zeus, Urano y Cronos. La invención del sistema no era propia de Evehémero; algunos años antes lo enseñaba Hecateo de Teos, historiador jónico a quien siguieron Herodoto y Herodoro. Toda la tendencia del sistema parece ser de origen cínico y su finalidad era acabar con las divinidades nacionales de Grecia. La difusión que obtuvo la idea y el hecho de que conservase el nombre de Evehémero se debió a que por él pasó a los romanos, haciéndose Enio eco de ella.

13 En la glosa 344 de Villena a su Eneida, tenemos una etiología para explicar el origen del nombre y del pueblo de los mirmidones: en Tesalia pereció todo el pueblo debido a la peste, así que el rey Eaco le pidió a Júpiter que le regresara a su pueblo o que lo matara. Al ir caminando, se encontró con un hormiguero, por lo que le pidió a Júpiter que le diera un pueblo tan numeroso como las hormigas. Durante la noche, en sueños, vio cómo las hormigas se convertían en hombres; al despertar escuchó alboroto en su palacio, se levantó, vio a su nuevo pueblo y se dio cuenta de que su petición había sido oída. Por eso llamó a su gente "mirmidones", que quiere decir "hechos de hormigas" (etimológicamente, mirmidones deriva de la palabra griega myrmêkes, que significa 'hormigas').

14 Sobre la palabra estuación, dice que "quiere dezir escalentamiento, significando que quando el agua se mesge muy aquexadamente se escalienta e buelve consigo el arena espesgiendose más", glosa 183.

15 Al referirse a que Cupido obedece a Venus y se despoja de sus alas para transformarse en Julo, nos dice: "Aquí se debe notar que non dixo quitó, más dixo despojó, a demostrar que aquéllas son ábito que amor vestido trahe o abituado por la velogidad con que se mueve a las cosas amables e concupegibles; e despójaselas quando se encubre e transforma, mostrando que faze con deliberagión sus obras" (cursivas mías), glosa 326.

16 De obtusos dice: "quiere dezir grosero, [pero] mayor significación tiene. Por quanto este vocablo se tomó de geumetría, en do se falla que tres maneras de ángulos hay [...] e el que fuere mayor de recto, llámanlo optuso. E porque el optuso tiene las liñas derramadas e apartadas, a los entendimentos descuidados e non curosos e derramados a similitud desto llaman optusos", glosa 307.

17 El imaginario son las "articulaciones últimas que una sociedad impone al mundo, a sí misma y a sus necesidades; son esquemas organizadores que se producen por adición y elaboración de datos empíricos fruto de la experiencia acumulada de cada sociedad [...]. Conjunto de creencias compartidas, de ideales, mitos, fantasías, utopías, símbolos, valores, prejuicios y matices de codificación correspondientes, que cada sociedad tiene", Sobrino 1998, 142.

18 "El grado de indeterminación en la prosa literaria —tal vez en toda la literatura— representa el elemento más importante de conexión entre el texto y el lector. La indeterminación funciona como punto de conexión en tanto que activa las ideas del lector para la co-ejecución de la intención que yace en el texto", Iser 2001, 118.

19 Weinrich 2001, 199.

20 De los doce libros, resultan trescientos cuarenta y seis capítulos; más los veinte párrafos "principales" del "Prohemio", hacen un total de trescientos sesenta y seis; así que, leyendo sólo un capítulo por día, al cabo de un año el lector habrá terminado de leer la obra completa.

21 Lo cual nos hace pensar en una anticipación, de cinco siglos, a Rayuela de Julio Cortázar.

22 Glosa 105.

23 Curtius (2004, I, 295) observa que "en Alain de Lille la alegoría se une a la idea de la omnisciencia; en el prólogo al Anticlaudianus afirma que su obra puede ofrecer algo a los estudiosos de todos los grados: el sentido literal, dice, es asequible a los principiantes, el moral a los más avanzados; las sutilezas de la alegoría, añade, agudizarán hasta al espíritu más formado". De igual modo, Hugo de San Víctor, del siglo XII, dice en su Didascalicon que hay que seguir tres pasos para poder interpretar cualquier discurso: littera, sensus, sententia. Littera es la letra, el nivel gramatical, sintáctico. Sensus es lo que significa la letra, el nivel semántico. Y sententia es el contenido, la enseñanza oculta que se extrae a partir de la letra y el sentido, en un nivel pragmático. Cf. Beuchot 2002, 88.

24 "Gracias a esta técnica, todas las obras de los auctores que se explicaban en las clases de gramática podían ser analizadas de una manera sistemática, siguiendo un esquema más o menos fijo, que incluía puntos como: la vida del autor (vita auctoris), el título de la obra (titulus operis), la intención del autor (intentio scribentis), el tema del que trataba (materia operis), la utilidad de la obra (utilitas), la parte de la filosofía a la que pertenecía (cui parti philosophiae supponatur) y el número y orden de los libros (numerus librorum, ordo librorum) [entre otros]", Castaño 1999, 111.

 

Información sobre la autora

Cecilia A. Cortés Ortiz. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de México, con la tesis "Algunos aspectos de la cultura y la 'ciencia' de la España de Enrique de Villena reflejados en sus Glosas de la Eneida". Terminó los estudios de maestría en Letras en esa misma institución y ha sido "joven investigador" del Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española (CiLengua). Actualmente cursa el periodo de investigación del doctorado "Vanguardia y Postvanguardia en España e Hispanoamérica. Tradición y rupturas en la literatura hispánica", en la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, en España.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons