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Nova tellus

Print version ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.40 n.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2022  Epub Apr 08, 2022

https://doi.org/10.19130/iifl.nt.2022.40.1.432575 

Artículos

Los estereotipos étnicos en Ab urbe condita: un estado de la cuestión

Ethnic stereotypes in Ab urbe condita: a state of the matter

aUniversidad Nacional de Córdoba, Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad, Argentina, agustin.moreno@unc.edu.ar


Resumen

El artículo propone un estado de la cuestión de las investigaciones sobre los estereotipos étnicos en Ab urbe condita desde el clásico libro de Walsh de 1961 hasta la actualidad. Para ello, el trabajo se estructura en cinco partes. La primera, más general, muestra cómo se ha ido complejizando el estudio del tema al problematizarse la tradición etnográfica de la que forma parte Livio, la identidad romana que él presenta y la propia noción de estereotipo. La segunda, parte de una crítica a las concepciones binarias de la otredad para abogar luego por una gradación más amplia de la misma. La tercera recupera observaciones hechas por Moore en 1989, que han sido desoídas posteriormente y que aún son útiles para profundizar en el tema. La cuarta revisa la propuesta de Levene que aboga por identificar una visión no romanocéntrica en la obra de Livio a partir de estudios sobre identidad étnica. Finalmente, nos detenemos en la relevancia de considerar tres tipos de contextos —el género de la obra, el episódico y el temporal— al estudiar los estereotipos étnicos en Ab urbe condita.

Palabras clave: Livio; estereotipos étnicos; historiografía romana; romanocentrismo; tradición etnográfica grecorromana

Abstract

This paper proposes a state of the matter on the scholarship about ethnic stereotypes in Ab urbe condita from the classic work by Walsh written in 1961 to nowadays. With this goal in mind, the paper is divided in five parts. The first part shows how the analyses of the subject matter became more complex as the ethnographic tradition with which Livy dealt, as well as the Roman identity and the notion itself of stereotype became an issue. In the second part, this article criticizes binary conceptions of otherness and suggests a wider gradation of it. The third part deals with some interesting observations made by Moore in 1989 that were later disregarded. In the fourth, it reviews Levene’s suggestion based on ethnic identity studies that we should look for a non-Romancentric view within Livy’s work. Finally, it studies the relevance of considering three kinds of contexts —the genre of the work, episodic and temporal frameworks— while analyzing the ethnic stereotypes in Ab urbe condita.

Keywords: Livy; ethnic stereotypes; Roman historiography; Romanocentrism; Greco-Roman ethnographic tradition

Introducción

El tema de la caracterización de los pueblos con los que se va enfrentando Roma en Ab urbe condita (en adelante, AVC) ha llamado la atención de muchos estudiosos desde hace más de un siglo, aunque la problematización de la noción de estereotipo étnico, a la que podemos definir rápidamente como representación generalizada de los miembros de una etnia, tiene alrededor de dos décadas. Nuestro interés aquí es presentar un estado de la cuestión sobre la materia, discutiendo con distintas obras que han estudiado el tema de un modo general.1 Cabe aclarar asimismo que, en lo que sigue, nos centraremos en los colectivos y no en personajes individuales.

El artículo se estructura del siguiente modo. En el primer apartado se aborda el tema de un modo general. Ahí se expone un recorrido cronológico del mismo donde se muestra cómo se fue complejizando el análisis de los estereotipos étnicos. En los restantes apartados se estudian aspectos más específicos del debate. En el segundo se cuestionan dos concepciones binarias de la otredad que han tenido cierto éxito en los estudios de fuentes literarias griegas y romanas. En el tercero se retoman aportes de Timothy Moore (1989), algunos de los cuales parece que han sido descuidados por investigaciones posteriores, para sugerir vías que podrían ayudar a profundizar en el estudio de los estereotipos étnicos en la obra de Livio. En el cuarto se revisa la propuesta de David Levene (2010) sobre la posibilidad de identificar una visión no romanocéntrica dentro de AVC. Por último, nos detenemos en tres tipos de contextos: el género de la obra, el temporal, que no es tan fácil de determinar como se suele aceptar, y el marco episódico, que puede ser de utilidad para ahondar en el análisis de la cuestión que aquí tratamos.

Problematizar los estereotipos étnicos: de la mera opinión personal al diálogo con la tradición

Si bien la presencia del otro2 se hace notar desde el prefacio de AVC, los estudios sobre la obra de Livio habían dedicado poco espacio a esta temática; fue a partir de Livy. The Composition of His History, de Torrey James Luce (1977), que se abrió más el campo. Para efectos de nuestro estudio, tomaremos Livy. His Historical Aims and Methods, de Patrick Gerard Walsh (1963), como punto de partida. Este libro, una obra de síntesis sobre diferentes aspectos de la obra de Livio, puede tomarse como ejemplo de la manera en que era leída la información sobre los estereotipos étnicos. Ahí se realiza una crítica de las caracterizaciones que ofrece Livio, pues carecen de sutileza y perspicacia, además de que algunas son banales y otras reflejan prejuicios, producto de la estrechez de mente romana.3 Así, tanto de pueblos de la península itálica como sobre otros externos a la misma, enfatiza que en la obra no encontramos retratos claros y que las características citadas por Livio son convencionales sin agregar nada original.4 Tomando como ejemplo el caso de los etolios, señala la clara influencia de Polibio e, incluso, advierte la poca capacidad del historiador paduano para reconocer las cualidades guerreras o la resistencia heroica frente a Roma.5

En la reflexión de Walsh podemos notar tres aspectos muy presentes en las investigaciones sobre Livio hasta fines de los ’70 y comienzos de los ’80, con reminiscencias aún visibles hoy en algunas páginas. El primero es el juzgar aspectos de la obra a partir de concepciones científicas modernas,6 descontextualizando el uso de recursos de la historiografía clásica, en este caso, especialmente, los estereotipos étnicos. El segundo es realizar una lectura anacrónica, en algunos casos al menos, de las obras de autores griegos como Dionisio de Halicarnaso o, más comúnmente, Polibio, a quien se lee como a un par de los historiadores modernos. En general, como ejemplifica el libro de Walsh, Polibio es empleado como baremo para medir las aptitudes de Livio como historiador, siendo este usualmente calificado como deficiente, salvo en lo que atañe al estilo.7 El tercero es la fuerte reminiscencia de los estudios de la escuela de la Quellenforschung: la imagen del escritor paduano reducida a la de un mero copista.

La obra citada de Luce significó, en cuanto a la última cuestión, un quiebre, al proponer un Livio reflexivo, que construía su narración y no hacía simplemente un collage de relatos ajenos.8 En el capítulo sobre el desarrollo del carácter romano, dedica unas páginas interesantes a la cuestión del otro. Si bien mantiene algunas ideas de las expuestas anteriormente, complejiza el análisis y aboga por la tesis de que, para Livio, la decadencia romana es causada por razones externas a la comunidad, que se vería afectada por contagio. Así, señala que para el historiador paduano —y a diferencia de Salustio— no había nada inherente al Estado o a los ciudadanos romanos que pudiera causar su destrucción en el corto o en el largo plazo. De este modo, se aparta de aquellos que leen una visión biológica en AVC, según la cual un Estado nace, madura, envejece y muere.9 Para este autor, el pensamiento de Livio está explícito en el prefacio, en donde este señala la penetración de los vicios que producen el declive romano.10 Asimismo, recalca que la inexistencia de una referencia al metus hostilis en dicha parte de la obra, debería hacernos pensar en no enfatizar este punto.11

A partir de ahí, Luce toma en cuenta otros aspectos al abordar la etnografía en la obra, cuya importancia en el pensamiento liviano subraya: la influencia de la geografía, de la topografía y de los pueblos que lindan con aquel que es objeto de estudio. Considerando estas cuestiones, propias de la tradición etnográfica grecorromana, llama la atención sobre el hecho reflexivo que tiene lugar en los libros 3712 y 3813 en torno a los pueblos que migran hacia nuevos ambientes. En el primer caso, Livio sostiene, por boca de un embajador rodio, que los pueblos migrantes no cambian su carácter y, en el segundo, por medio de un discurso que atribuye a Cn. Manlio Vulsón, defiende la posición contraria. Aunque la opinión de Livio no se puede establecer con total certeza, Luce afirma que, por lo que podemos leer en el resto de la obra, el historiador estaría de acuerdo con la versión del cónsul. No obstante, cabe aclarar que aunque llama la atención sobre estas dos argumentaciones, las saca del contexto narrativo en el que están insertas y, de ese modo, su análisis resulta superficial. Más allá de indicar que el segundo parece una respuesta al primero, no se detiene a pensar en las implicancias de los discursos, que, si bien están en distintos libros, son enunciados el mismo año según Livio. Sobre estas cuestiones volveremos más adelante.

Luego de aseverar la concordancia entre la idea puesta en boca del cónsul y la del propio historiador, Luce considera la visión de Livio de los otros pueblos y sugiere que este se mostraría partidario de un aislacionismo romano,14 lo que lo llevaría a manifestar poco interés por los pueblos extranjeros —en consonancia con lo que afirmaban investigadores precedentes—,15 especialmente para el caso de los pueblos de Asia, en cuyos asuntos preferiría que los romanos no se mezclaran. Además, hace notar que tampoco los otros pueblos de Italia, a excepción de los paduanos y los antiguos sabinos,16 gozan de una caracterización positiva.17 Luce desestima que la razón de ello se deba a que Livio, buscando dar verosimilitud a su relato, presentara a esos pueblos de una manera que los hiciera visiblemente distintos de los romanos y, asimismo, enemigos de estos.18 De este modo, tampoco se ahorra la crítica a Livio por su incapacidad para apreciar a aquellos pueblos que Roma, en el momento en que escribe el paduano, había incorporado al imperio y que en algunos casos, incluso, ya eran ciudadanos.19 Una preocupación que, en cierto modo, retomará más adelante Levene.

El resumen que hemos realizado de la propuesta de Luce, sin duda, genera reflexiones y dudas,20 pero no podemos detenernos aquí en todas ellas sin apartarnos de nuestro objeto que son específicamente las caracterizaciones de pueblos. Sobre este tema, un punto interesante en su argumentación es la desestimación de la idea del uso retórico de los estereotipos a fin de dar verosimilitud a la narración. Probablemente debamos notar el poco peso que en el ámbito anglosajón de esa época se le reconocía a la retórica en los estudios sobre historiografía romana, incluso en un trabajo vanguardista como lo fue el de Luce. Aunque la relevancia de la retórica en la historiografía antigua no era negada, al menos no por todos, su importancia será acentuada y en algunos casos sobrevalorada a partir de los ’80 bajo la influencia teórica de, entre otros, Hayden White y de las investigaciones de Timothy Peter Wiseman y Anthony John Woodman.21

Luce no solo no problematiza el concepto de estereotipo, sino que incluso reproduce la idea que considera las caracterizaciones de los extranjeros en AVC como opiniones personales de Livio, sin considerar su relación con la tradición etnográfica, cuya importancia el propio Luce había apreciado, por ejemplo, al analizar los discursos contrapuestos del emisario rodio y el cónsul romano en la cuarta década de Livio.

Obviamente, AVC es una obra de historia; sin embargo, la información etnográfica que se aprecia especialmente en las digresiones —pero no solo en esos pasajes— tiene un peso significativo en la narración y, por ello, en la interpretación de los hechos que nos proporciona el escritor. La información que brindan las fuentes históricas sobre esta materia no es gratuita ni debe tomarse simplemente como un fondo que otorga colorido a los acontecimientos que se relatan. Este tema comenzó a recibir atención a comienzos de la década de 1980 en un artículo de M. R. Girod sobre la geografía en AVC publicado en Aufstieg und Niedergang der römischen Welt. En la última sección del trabajo, que trata de la geografía humana, el autor se detiene en el tema que nos interesa aquí. Enfatiza la idea de exotismo que Livio manifiesta en cada campaña romana ante la mención de pueblos nuevos en la obra y que muestra la apreciación de la diversidad del mundo.22 Asimismo, observa la relación sutil y personal que teje Livio entre los lugares y los hombres, especialmente notorio entre los pueblos catalogados como bárbaros, que en su simple oposición ante el avance romano revelan una gran adaptación al entorno en el que viven cuando hacen la guerra.23

También advierte reflexiones de Livio a partir de la teoría de los climas, pero afirma que este tiene una mirada más estrecha de la misma que la que leemos en Hipócrates o, posteriormente, en Polibio, pues se limita a las consecuencias morales que trae aparejada y, especialmente, en lo que hace a la práctica militar que, afectada por el entorno y de acuerdo con sus características, forja la belicosidad de un pueblo o la reblandece.24 Así, encontramos paisajes bárbaros en donde tanto el espacio como los pueblos tienen la misma rudeza, y lugares con amoenitas donde el ambiente corrompe a los habitantes.25 Esto, en una segunda instancia, le interesaría a Livio por la manera en que afecta cada nueva campaña militar a las tropas romanas.26 Para Girod, la originalidad de Livio residiría en el valor humano vinculado al espacio, en esa relación entre hombre y geografía.27

Como se advierte, el artículo de Girod desarrolla, de manera paralela al libro de Luce, algunos puntos que anteriormente no habían sido profundizados; sin embargo, en su propuesta reproduce otros aspectos cuestionables. Así, por una parte, si bien se propone defender a Livio de las críticas que se le hacían sobre su material geográfico a partir de Polibio, no deja de incurrir en una lectura anacrónica, estudiando la cuestión a partir de concepciones modernas de geografía. De ahí que considere a Livio, a diferencia de Polibio, como un historiador inexperto, un “historien de cabinet”.28 Por otra parte, al circunscribirse fundamentalmente a Livio, el estudioso francés pierde de vista algunos aspectos que encuentran asidero en la tradición etnográfica anterior a aquel. Así, por ejemplo, ese exotismo “assez rare” que enfatiza en ciertos pasajes de AVC nos induce a pensar que él comparte la idea de que la caracterización del otro en la obra sería fruto de una opinión personal de Livio.29 Es decir, que dicha caracterización no guarda relación con un estereotipo que ya está presente en la tradición.

Sobre este segundo punto, es interesante consultar el capítulo introductorio del libro de Richard F. Thomas, Lands and Peoples in Roman Poetry. The Ethnographical Tradition, publicado en el mismo año que el texto de Girod. Aunque ahí Thomas no se detiene en el caso de Livio, presenta un breve recorrido que pone de manifiesto que hacia la época en que escriben César y Salustio los distintos aspectos que conforman el conocimiento etnográfico de la tradición que retoma Livio ya formaban parte de la corriente literaria principal en el ámbito romano.30

Más próximo en el tiempo, en 2006, Bernard Mineo dedica un apartado al tema que nos interesa en el marco de un análisis de la propuesta de Livio de entender Roma a través de un modelo fisiológico y organicista.31 Ahí, el investigador francés recuerda al lector algo que anteriormente ya hemos visto señalado: la importancia del determinismo geográfico y de las características heredadas en la representación de los pueblos en AVC.

El primer aspecto sería, en gran medida, la norma. El ejemplo más significativo, obviamente, es el caso de Roma, que, por su posición en el centro del mundo, su clima y su topografía, desarrolló un comportamiento moralmente virtuoso que le posibilitó llegar a ser un pueblo poderoso y, asimismo, dominar a otros. La idea bien puede ser aceptada como opinión del propio Livio a partir de lo que leemos en su prefacio general y lo que interpretamos de lo que nos ha llegado de la obra. De todos modos, no se debe dejar de considerar que la relación de los diferentes elementos señalados está inserta explícitamente en el discurso de un personaje romano ilustre, Camilo.32

Más allá de esto, se advierte en la obra que las diferencias morales entre los pueblos estarían vinculadas con el determinismo geográfico, específicamente en las relaciones que cada uno de los otros tiene con Roma y que dan pie a una suerte de frontera moral. Esta, que en la narración legitima la supremacía y dominio de los romanos, solo puede ser atravesada con la ayuda del patronazgo de estos y, ligado a ello, con el respeto de la dicotomía funcional.33

El segundo aspecto, las características heredadas, solo puede encontrarse como explicación del carácter de un pueblo en unos pocos casos en lo que nos ha llegado de la obra. Se refiere a pueblos que, habiendo migrado, han logrado conservar su carácter primigenio en el nuevo ambiente. Un punto que se hace notorio al tratar este tema es que Mineo no es constante en señalar en boca de quién se inserta una determinada opinión en la narración. Y, en los casos en que lo menciona, no se detiene a analizar la cuestión en detalle. De este modo, al igual que la mayoría de los investigadores que han tratado el tema anteriormente, él toma ejemplos de la obra fuera de contexto y ello le lleva, en algunos casos, a realizar aseveraciones precipitadas.34

Un tercer aspecto que complejiza la cuestión es que más allá de lo anterior, especialmente de las diferencias generadas por el determinismo geográfico, Livio está convencido de que el género humano constituye una unidad. La coexistencia de ambas ideas en AVC, afirma Mineo, genera ciertas contradicciones:

Cette conscience tout à la fois des avantages naturels que la géographie offre à Rome et de l’unité du genre humain ne pouvait conduire qu’à l’adoption de postures contradictoires qui révèlent combien dut être forte en réalité chez l’auteur la tension entre son effort de théorisation et ses préjugés nationaux: de fait, l’universalité de la dignité humaine ne s’accorde ni avec l’absence dans le récit livien de véritable curiosité ethnologique, ni avec la médiocrité du tableau qu’il nous fait parfois des peuples évoqués, dépourvu de tout réalisme et de toute vraisemblance.35

Observamos aquí que retoma la crítica a los prejuicios de Livio hacia los otros pueblos y su falta de curiosidad etnográfica. En este último punto, el autor parece quedar atado a ciertas concepciones anteriores que juzgan la información geográfica y etnográfica de Livio según concepciones modernas.36 En toda esa página 31 de Mineo, uno puede sospechar la presencia implícita de la imagen francesa de Livio como un historiador de gabinete abrumado por pilas de obras que debe consultar y que, por ello mismo o por pereza, no viaja para conocer la topografía de los campos de batallas o para consultar documentos epigráficos.37 ¿Debemos reconocer allí también el viejo juicio de Livio a partir de los estándares de Polibio? Mineo no lo explicita, pero sí critica al paduano por no haber sabido usar “des descriptions objectives et souvent positives” de Posidonio.38

Ante estas opiniones, cabe recordar que las ideas de etnografía, geografía e, incluso, historiografía no eran entonces iguales que las de hoy en día. Así, en el caso de la información etnográfica, un lector romano tenía expectativas diferentes a las actuales sobre lo que esperaba encontrar en una obra. Sobre este punto, Thomas Burns ha resumido claramente la cuestión en su análisis de César, a quien sí se le reconoce el empleo de la obra de Posidonio:

Perhaps the various groups of barbarians and their leaders did have these stereotypical attributes, perhaps not. The testimony of Caesar just does not prove the affirmative. The supposed eyewitnesses’ testimonies certainly lend personal touch and add human interest, but they also support the author’s verisimilitude among his contemporaries by providing them with validation of the received literary tradition. This is what his readers expected, and this is what they found. When he speaks as an eyewitness himself, Caesar intentionally lifts elements, which his primary readers and we understand as mere tropes, onto a higher level. The effect is to confirm further our image of him as a truthful reporter. He becomes believable by personally meeting our expectations (…) He was a stylist giving his readers what they wanted, not a field anthropologist writing for National Geographic Magazine.39

Quizás, el avance más relevante sobre la problematización de los estereotipos étnicos en la obra de Livio sea el propuesto por David Levene en 2010 en su libro sobre las guerras anibálicas en AVC. Él se detiene allí en la caracterización de algunos pueblos para estudiar la descripción de determinados personajes y, especialmente, para analizar la importancia del rol de la identidad étnica en la narración de la tercera década de la obra. Con esos objetivos en mente, Levene reexamina la forma estereotipada en que Livio se refiere a los pueblos por medio de características que marcan la distancia con los valores romanos.40 Al hacerlo, afirma que es un error vincular este modo de describir al otro solo con un prejuicio de Livio —un aspecto que ya indicamos más arriba—, pues los estereotipos étnicos que presenta este historiador no son una formulación propia de él. Más aún, Levene considera la naturaleza de los estereotipos y subraya la importancia de estos como elementos que proporcionan verosimilitud a la narración en una sociedad en la que son tomados como verdaderos, algo que pudimos advertir en la cita de Burns sobre César.41 No obstante, también observa que esto no impide a un autor, al tratar sobre un personaje en particular, limitar o rechazar atributos que encuentra en el estereotipo del pueblo de origen de este. En otras palabras, el estereotipo no excluye la posibilidad de la individuación. Este tema es trabajado en profundidad por el autor por ejemplo en los casos de los númidas Masinisa y Sífax.42 Esto, subraya Levene, se ve potenciado por otro aspecto importante señalado por Mineo: Livio explica su tipología de los pueblos no solo a partir de características ambientales, sino también considerando aquellas heredadas. En ocasiones, incluso se puede notar que las primeras tienen más peso en la exposición que las segundas. De este modo se evidencia una vez más que en AVC los estereotipos no son rígidos, sino que son factibles de cambio.43 Levene cita al respecto el caso de las tropas de Aníbal en Capua,44 y se puede pensar también en el caso de los galos, o más bien galogriegos, del libro 38.

Los caminos que abre con sus observaciones distan de estar agotadas, como esperamos mostrar a continuación. Así, por ejemplo, en su texto no profundiza cómo las variaciones en la caracterización de un pueblo pueden tener implicancias en la exposición de un tema en el marco de un episodio concreto. Tampoco lo hace cuando esas variaciones solo parecen serlo bajo la percepción de un grupo o personaje en particular en la narración.

Antes de cerrar este apartado, cabe traer a colación otro aporte interesante en lo que atañe a la problematización de los estereotipos étnicos que no ha sido abordado en el marco de los estudios sobre Livio. Gideon Bohak nos recuerda que los estereotipos no solo son construcciones literarias y culturales, sino también son hechos sociales45 influenciados por encuentros con el otro que, a su vez, modelan contactos posteriores al predeterminar, en cierta medida, las expectativas que tiene una persona o un grupo ante tal situación y que esto afecta su comportamiento en el momento de participar en un encuentro futuro. En otras palabras, el contacto con el otro está siempre mediado por una imagen preexistente.

Aunque esta perspectiva es interesante para poder observar y estudiar en distintas fuentes cómo los cambios en las circunstancias históricas traen aparejadas modificaciones en los estereotipos, tal vez algunas cuestiones puedan ser trabajadas con provecho considerando específicamente AVC. Esto nos invita a seguir profundizando en la diferencia de representación de un pueblo en dicha obra con respecto a la que identificamos precedentemente en la literatura griega y romana y en otro tipo de fuentes. Un tema que, por ejemplo, para el caso de los celtas ha sido observado por Bernhard Kremer y, más sucintamente, ha sido señalado, en el caso de los etolios, por Claudia Antonetti y, en el de los númidas, por Shelley Haley.46

Asimismo, pensando en ciertas dinámicas al interior de la obra, nos invita a reflexionar sobre los cambios que el narrador hace de los atributos con que representa a un pueblo a medida que es asimilado por Roma. Un punto interesante si tenemos en cuenta que Livio escribe una historia romana desde la fundación de la ciudad hasta su época y que, en ese tiempo, muchos pueblos que fueron enemigos acérrimos pasaron a ser aliados y luego romanos. Este tema, como veremos más adelante, llamó la atención de Levene.

Finalmente, otro aspecto interesante que aborda Bohak cuando considera la larga duración es la reacción que ciertos individuos han tenido frente a los estereotipos de su pueblo que circulaban entre griegos y romanos o, al menos, ante algún predicado tradicionalmente asignado en particular. Esta cuestión puede resultar significativa para el estudio de AVC en dos puntos. Primero, cuando estudiamos a Livio, porque este, si bien —como es comúnmente aceptado— gozaba de la ciudadanía romana, era de origen paduano. Sería por tanto pertinente ahondar en la representación de los paduanos o de los vénetos —pueblo del que formaban parte estos— entre los romanos hasta la época de Livio. Un dato que tenemos al respecto, de un fragmento de Sisena, analista de peso en la tradición historiográfica romana, afirma que Anténor, fundador de Padua, había traicionado a los troyanos.47 En la medida en que las virtudes y vicios de un héroe fundador podían dejar una marca en la caracterización de sus descendientes, podría esperarse que Livio decidiera contestar dicha aseveración. Para ello, se debería realizar una lectura atenta de los pasajes que se conservan en su obra en que se trata de los vénetos para determinar qué imagen se nos muestra de los mismos. Es posible que identifiquemos lo que Mary Louise Pratt ha denominado una autoetnografía, es decir una narración —o más, puesto que Livio hace cuatro referencias a su pueblo en lo que nos ha llegado de su obra— en la que el autor presenta una caracterización de su pueblo en términos culturales romanos con el objetivo de convencer a los miembros de la capital.48

También podría resultar productivo, para problematizar la representación de los pueblos que encontramos en AVC, prestar atención a la atribución de este modo de actuar a personajes. Por ejemplo, tal vez sea posible reflexionar sobre esta cuestión a partir de los discursos puestos en boca de embajadores rodios.49 Para ello, también se debería considerar cómo eran caracterizados anteriormente en la narración desde la perspectiva romana o de otros personajes. Obviamente, no podríamos derivar de allí que, más allá del texto, esa opinión fuera defendida por un individuo de dicho origen, salvo que encontrásemos una fuente —literaria, epigráfica, numismática, arqueológica— de dicha procedencia que lo atestigüe.

Sobre la concepción binaria civilizado - bárbaro y la idea del tercero excluido. Por una gradación de la otredad

Otro aspecto de la caracterización de pueblos en AVC que debe ser profundizado es el de la gradación de la otredad frente a las cualidades que conforman la identidad romana.50 Una mirada que ha tenido cierta vigencia, y que excede los estudios sobre Livio, restringe la concepción de esta dinámica a un tema binario civilizado - bárbaro, en el que el romano encarna el primer caso y el resto de los pueblos, con mayor o menor intensidad, el segundo. Este modelo es el que rige el análisis estructuralista de Yves Albert Dauge, quien al tratar el caso de Livio afirma:

Le monde barbare, malgré sa diversité, est donc un, et, à travers tous ces peuples, tous ces êtres, on entrevoit la dimension universelle de ce qu’il faut bien appeler le «Barbare en soi». De temps à autre, d’ailleurs, Tite-Live renvoie son lecteur à cet archétype abstrait en utilisant la généralisation (…) On est ainsi amené à concevoir un véritable pôle de l’être qui représente l’essence de la barbarie, et auquel se rattachent tous les cas particuliers: au pôle opposé, naturellement, se trouve le «Romain en soi».51

Una afirmación que se ve socavada por una observación del propio autor unas páginas antes e, igualmente, por algunas citas que presenta a modo de ejemplo tomadas de la obra de Livio: “Il y a d’abord les divers peuples d’Italie dont parle la première «décade»: s’ils ne sont nulle part appelés barbari (…), ils sont pourtant dépeints sous les traits d’authentiques barbares (…) et si l’on ne va pas jusqu’ à les déclarer tels explicitement, c’est à cause de leur qualité d’Italiens, les premiers à avoir été assimilés par Rome”.52

Otra mirada dicotómica que tampoco se ajusta a Livio es la del “tercero excluido”, propuesta por primera vez por François Hartog en el marco de su propuesta de una “retórica de la alteridad” en su trabajo sobre Heródoto.53 Según esa idea, en toda caracterización de dos pueblos que leemos en la fuente uno encarnaría el patrón de comportamiento de la cultura desde la que escribe el autor de la fuente y el otro su inversión. Así, uno encarnaría a los romanos y el otro a su opuesto, incluso en casos en que no se estuviera hablando explícitamente de los romanos. La lectura de diferentes pasajes de AVC en donde se hace participar a dos o más pueblos, pone de manifiesto que esto no es así y que cada pueblo, como habían advertido ya otras investigaciones, es caracterizado con una constelación de atributos específica y que, como se observó en el apartado anterior, podemos reconocer en la tradición etnográfica griega y romana precedente a Livio.

Bohak critica esa propuesta estructuralista de Hartog y afirma que un estereotipo nos informa más de la sociedad que lo genera que de aquella que es estereotipada, lo que otorga verosimilitud a una narración ante la audiencia de la primera. Pero precisa que no hay que limitar la cuestión meramente a una mirada narcisista que ve al otro como simple reflejo de un nosotros.54 De todos modos, Bohak no se despega de la otra visión dicotómica, la que opone civilizado (i.e. griego y romano) a bárbaro.55

Posteriormente, Levene critica ambas posturas y usa el caso cartaginés en la tercera década de AVC para evidenciar el error.56 Señala que este pueblo no es denominado bárbaro por el propio Livio, ni su comportamiento es descripto como tal. De todos modos, reconoce que en ciertos contextos polémicos algunos personajes romanos sí califican a aquellos de bárbaros.57 No obstante, Levene los define más bien como “contra-romanos”, porque, si bien sus rasgos se oponen a las virtudes romanas, su caracterización difiere de la de los bárbaros: cartagineses y romanos son colocados en un nivel diferente en la narración —difieren, por ejemplo, de los galos—; son dos pueblos que rigen imperios, que luchan por el dominio mundial.58

Podemos sumar dos ejemplos incluso más claros, el de los vénetos y el de los etruscos. Ninguno de estos pueblos es catalogado como bárbaro ni por el narrador ni por un personaje en la obra. El primer caso tal vez no llame la atención, dado que es el pueblo natal de Livio.59 El segundo es, quizás, más interesante, puesto que diferentes investigadores han resaltado la representación peyorativa que se advierte en AVC de los otros pueblos italianos —por ejemplo, Walsh, Luce, Levene—. Incluso, en algunas investigaciones se ha señalado que los etruscos son descriptos con características similares a las de bárbaros.60

Estos mismos dos pueblos ponen de manifiesto la importancia de seguir profundizando en el estudio de la gradación de la otredad étnica en la obra. Es decir, seguir ahondando en la distinción que Livio propone de los pueblos no romanos. Como hemos observado, ninguno de los dos es visto como bárbaro, pero tampoco es considerado a la altura de los romanos, algo que justifica nuestro desacuerdo con la propuesta del tercero excluido.

Finalmente, otro punto que nos ha llamado la atención al revisar la dicotomía civilizado - bárbaro es que no hemos encontrado un estudio específico sobre el término barbarus en AVC. Resultaría, por tanto, de gran provecho una exploración con detenimiento de dicha cuestión, así como de otras ideas afines.

Reflexiones a partir de observaciones realizadas por T. J. Moore al respecto del vocabulario de la virtud empleado por Livio

En 1989 apareció un libro sobre el vocabulario de la virtud empleado por Livio, cuyo objetivo no era específicamente analizar la representación de los pueblos en AVC, pero que, sin embargo, presentó una serie de aportes intere­santes que ponían en evidencia ciertos errores en los que habían incurrido los estudios sobre la materia hasta ese momento. Incluso, algunas cuestiones parecen no haber sido retomadas posteriormente. Por ello nos parece oportuno repasarlas aquí y señalar su potencialidad para seguir avanzando en la cuestión.

A partir del análisis del vocabulario, Moore demuestra que si bien no se puede negar la visión pro romana a partir de la que son narrados los hechos,61 el historiador paduano no distribuye virtudes solo dentro del pueblo romano, las mismas también son atribuidas a aliados e, incluso, a enemigos.62 De este modo, esa visión extremadamente negativa del otro que se le criticaba a Livio parece puesta en cuestión, incluso sin considerar el caso de grandes generales enemigos de quienes era común presentar retratos positivos para resaltar aún más la grandeza del general romano vencedor.63

Otro punto interesante advertido por Moore, tal vez el aporte más significativo, es el de observar qué personajes articulan los juicios sobre romanos. El autor señala, por ejemplo, que la superioridad romana en el despliegue de fides, iustitia o pietas no la encontramos en afirmaciones del narrador, sino en las de personajes romanos.64 De ahí, cabe deducir la relevancia de considerar en boca de quién es presentado un juicio sobre el otro en la narración, un aspecto este que pone en cuestión una vez más la tesis que reconocía una opinión liviana en cada pasaje de la obra en que nos topábamos con una caracterización de pueblos.

La importancia de considerar qué personaje articula la caracterización de un pueblo en cada momento de la narración solo parece haber sido considerada por Levene posteriormente. Pero, si bien lo señala de pasada al marcar que en la tercera década no es el narrador quien cataloga como bárbaros a los cartagineses, no ahonda en esa línea. En consecuencia, los estudios de la cuestión en gran medida siguen analizando los estereotipos a partir de pasajes que son sacados de los contextos narrativos en los que están insertos en la obra —así como aquellas reflexiones de Luce sobre los discursos rodio y romano de los libros 37 y 38— y, de ese modo, en general no solo se atribuye a Livio opiniones que no aparecen expresadas por el narrador, sino que, incluso, se pierden de vista matices que resultan significativos para entender la interpretación de los hechos que propone el historiador. Al no ser palabras del propio narrador, empiezan a cobrar importancia otros factores en el momento de reflexionar sobre las caracterizaciones de pueblos en la obra: ¿quién articula la representación en la narración?, ¿difiere esta o no de la que ofrece otro personaje en el episodio, en el mismo libro o en otro libro?, ¿por qué se pone en boca de un personaje o del narrador una afirmación?, y ¿en qué contexto se realiza dicha aseveración?, ¿cómo se describe el comportamiento de un determinado pueblo en la narración?, ¿cómo aquel es interpretado por los diferentes actores?, etcétera. Estos cuestionamientos hacen evidente que ya no es posible hablar, simplemente, de la opinión de Livio acerca del otro, pues en AVC podemos encontrar más de una caracterización de un mismo pueblo. Todo esto pone de manifiesto la relevancia de repensar el caso de los otros pueblos a partir de lo mostrado por Moore acerca de los romanos.

En este marco, resulta de utilidad tomar prestado de la narratología el concepto de focalización desarrollado por Gérard Genette, el cual pone el acento en el modo en que se presenta la información en la narración, prestando atención a quién habla en la narración o desde qué perspectiva se percibe lo narrado. De este modo, el punto de vista varía según se nos muestre algo o a alguien desde la perspectiva de un personaje en particular, de un grupo o del narrador.65

El estudio de Moore ofrece otra conclusión significativa: en la obra de Livio, los romanos no son superiores en todos los aspectos a los demás pueblos. Si bien lo son moralmente y se destacan por sobre ellos como soldados,66 lo que posibilitó a Roma alcanzar su poder hegemónico, no se advierte en AVC que sobresalgan en virtudes intelectuales.67 Una afirmación interesante, pero que nos lleva a pensar en la necesidad de explorar si esta aseveración es válida en general o si lo es en comparación con determinados pueblos.68

Dos corolarios más presenta Moore en su trabajo. El autor remarca que las cualidades que Livio atribuye en cada caso no son meras copias de lo que encontraba en sus fuentes, sino que la decisión de caracterizar elogiosamente o no a personajes en distintos episodios recae siempre en él.69 Esta libertad que Moore le reconoce a Livio, bien diferente de los postulados de los estudios de la Quellenforschung, junto con la idea de que las caracterizaciones dependen del personaje que las articula en la narración, apoyan la observación propuesta años después por Levene sobre la posibilidad de que un estereotipo cambie en situaciones particulares (por ejemplo, en los casos de Sífax o Masinisa). Al mismo tiempo, refuerza la idea de un diálogo entre el historiador con la información que encuentra en la tradición etnográfica. Esto que se ha pensado para casos de personajes, también se ha podido identificar en la caracterización de pueblos en trabajos posteriores al de Moore.70 Un punto que resultaría interesante trabajar es si este diálogo que reconocemos entre Livio y la tradición puede identificarse entre los personajes de la propia obra. Esto, claro está, guarda relación con lo planteado anteriormente de considerar qué personaje focaliza la acción en un determinado pasaje.

Un último punto que subraya Moore es que los principios morales a partir de los cuales argumentan sus posturas los personajes romanos, prácticamente no difieren de aquellos que sirven de base a los no romanos en la obra.71 Esta cuestión evidencia el romanocentrismo que prima en AVC y pone de manifiesto, al mismo tiempo, lo difícil que puede resultar reconocer en la obra, por ejemplo, voces de ciertos subalternos —es decir, no romanos—, e, incluso, quizá dificulta también la identificación de fuentes empleadas por Livio que no sean romanas ni griegas.72

El valor de estos aportes de Moore y las reflexiones que hemos derivado de ellos, se advertirá en mayor medida más adelante cuando nos detengamos a considerar la cuestión de los contextos que un análisis del tema del otro en AVC debería tener en cuenta para llevar adelante una mirada compleja y significativa. Pero, antes de tratar esa cuestión, es conveniente detenerse en la crítica que realiza Levene a las investigaciones que solo prestan atención al romanocentrismo identificable en AVC y que desconocen o pasan por alto otras visiones menos evidentes en la narración.

Levene y su propuesta de ir más allá de la mirada romanocéntrica

En el capítulo tercero de su libro, en el que trata sobre personas y pueblos, Levene introduce en el debate sobre los estereotipos étnicos en AVC un aspecto interesante, fruto de las inquietudes poscoloniales y posmodernas que desde los ’90 han enriquecido los estudios sobre romanización: la cuestión de la identidad étnica.73 Buscando complejizar la lectura de la tercera década de la obra, se detiene en la idea del trato peyorativo de los extranjeros en AVC señalada por investigadores precedentes y llama la atención sobre lo problemático que esta visión resulta, porque la mayoría de los pueblos que están implicados en esa parte de la obra han sido incorporados paulatinamente al imperio romano desde aquella guerra contra Cartago hasta el periodo en que escribe Livio. De este modo, Levene pretende evidenciar que la mirada romanocéntrica que salta a la vista al leer AVC y que ha captado toda la atención de los estudiosos hasta el momento, no es la única que puede identificarse en la obra. A partir de allí, le interesa reconocer cómo plantea Livio el difícil problema de la incorporación del otro —itálico o extranjero a la península— a la ciudadanía romana y las consecuencias que ello trae en lo que atañe a la identidad.74 Un tema que resulta más visible en la Eneida de Virgilio y que, a su juicio, no pudo haber escapado en la misma época a Livio, quien también procede de la Galia Cisalpina: “If Livy, born in a non-Roman city, was indeed excluding not merely non-Roman but even future Roman perspectives as utterly as is often thought, that itself would be something remarkable and noteworthy”.75

Sin duda, el enfoque que propone Levene es interesante y permite complejizar aún más la mirada de Livio hacia el otro y su relación con Roma; de todos modos, algunos puntos de su argumentación no resultan tan claros. Para lo que nos interesa aquí, nos detendremos en el que puede ser, a nuestro juicio, el tema más importante y más general: la crítica a la mirada romanocéntrica, aunque la argumentación de Levene no clarifica en ningún momento en qué medida el planteamiento de Livio no lo es.

Señalamos arriba que Levene parte de reflexiones poscoloniales y posmodernas de los estudios sobre romanización. Justamente, un claro problema denunciado por dichas contribuciones es el sesgo elitista y romanocéntrico de las fuentes literarias romanas y la necesidad de considerar otras fuentes —por ejemplo, epigráficas y arqueológicas— para dar voz a los grupos subalternos.76 Estemos de acuerdo o no con que el objetivo pueda lograrse a través de estas otras fuentes, lo que interesa aquí es que, incluso en el caso de que aceptemos que Livio pretende no restringir su exposición a una identidad unívoca y no problemática de la identidad romana luego de distintos momentos de incorporación de diferentes pueblos, la cuestión propuesta por Levene no se clarifica. Esto es así porque lo que tenemos es la narración de Livio en términos romanos, como vimos en el repaso de los aportes de Moore, y la problematización que el historiador propone, y que se advierte en el análisis de Levene, tiene como objetivo reflexionar sobre cómo la situación afecta a Roma.77 Además, no identifica y, por ello, no nos ofrece ningún ejemplo de una voz subalterna —por ejemplo, la de un campano o etrusco— reconocible en el texto. Por supuesto, es difícil negar que esta pueda estar detrás de tal o cual pasaje, pero para poder abogar por una mirada no romanocéntrica es necesario identificarla.78

Quizás haya dos casos que puedan servir de alternativa fructífera para ahondar en la propuesta de Levene de reconocer voces no romanas en ese complejo tejido romanocéntrico que nos propone la narración de Livio. Uno es el propio pueblo del autor, los vénetos, sobre el que nos informa en algunos pasajes. En este caso, es interesante tener en cuenta cómo ha sido caracterizado dicho pueblo antes de Livio y, asimismo, apoyarse en material epigráfico y arqueológico para identificar, por ejemplo, qué aspecto de las fiestas de Anténor y de la victoria sobre Cleónimo ha decidido incluir en su historia y traducirla a los términos romanos. Igualmente, analizar cómo presenta la intervención romana en los enfrentamientos civiles comentados en 41.27.3-4.

El otro caso que puede resultar interesante es el de los griegos, al menos de aquellos de los que nos han llegado fuentes literarias y suficiente material epigráfico como para poder identificar cómo se representaban y si polemizaban con lo que afirmaban los escritores romanos. Aquí también la consulta de fuentes no literarias puede resultar de utilidad.

Contextos: el género historiográfico, el episodio y la fecha de composición de los libros

Un último aspecto que nos interesa tratar y que puede resultar significativo para complejizar el análisis de las caracterizaciones de pueblos en AVC es el de los contextos. Nos referimos al género literario en que se sitúa la obra, al contexto narrativo donde la caracterización está inserta y al momento histórico en cuyo marco Livio escribió.

El primer caso tiene que ver con el género historiográfico, que nunca ha sido negado ni descuidado en los trabajos sobre AVC. De todos modos, una observación de Erich Gruen en su libro Rethinking the Other in Antiquity (2011) merece ser recogida y considerada aquí. Este historiador critica a aquellos investigadores que simplemente hacen una lista de citas de diferentes autores clásicos antiguos para establecer la visión que tenían los romanos —o griegos— de los demás pueblos y sugiere que es más útil centrar la atención en una obra específica para notar sus particularidades de cada representación. En este tipo de abordaje, el investigador debe reconocer la finalidad que persigue el autor en la fuente seleccionada y, asimismo, vinculado con ello, reconocer las especificidades del género al que pertenece la obra en cuestión. Es decir, no es lo mismo analizar la presencia del estereotipo púnico en una comedia, como El cartaginés de Plauto, que en un escrito de historia, como AVC, porque las características propias del género en que se inscribe la obra permiten o no ciertas libertades al autor.79 Una vez más, se evidencia aquí a través de este abordaje la flexibilidad de los estereotipos.

Ahora bien, Gruen se detiene en casos de obras cortas para aplicar el análisis que propone, por ejemplo, la Germania de Tácito y la Guerra de Jugurta de Salustio, lo que, en cierta forma, es menos fatigoso que aplicarlo a todo lo que se conserva de AVC. Por ello, consideramos que otro tipo de contexto más acotado puede resultar de utilidad para poder llevar este modelo de análisis del otro a la obra de Livio y superar así esas meras listas de pasajes descontextualizados de sus respectivas tramas narrativas: los episodios en que la obra fue compuesta.80 Esto implica tener en cuenta sobre qué tema o temas reflexiona Livio en el episodio analizado. Asimismo, el estudio de dicho episodio debe realizarse sin perder de vista el marco mayor en el que figura el episodio seleccionado en la obra; es decir, el libro, la pentada, etcétera. Por supuesto, esto no significa relegar los aspectos que componen un estereotipo que aparecen en otros pasajes de la obra o, incluso, en obras de otros autores clásicos, sobre todo anteriores y contemporáneos de Livio, dado que, como hemos señalado, el historiador dialoga con la tradición al realizar sus caracterizaciones de pueblos. En este sentido, los trabajos que criticamos nos resultan útiles como reservorios de información. Pues, teniendo en mente esos pasajes, podremos reconocer los aspectos de un determinado estereotipo que estén presentes explícita o implícitamente en los episodios que son objeto de estudio.81

De este modo, si se analiza la cuestión en distintos episodios, es más fácil prestar atención a quién articula en diferentes instancias la caracterización del otro y observar en qué medida es acertada o no dicha representación en el contexto del episodio o en un marco narrativo mayor. Un claro ejemplo es el del discurso de Manlio Vulsón en el libro 38,82 donde por boca del cónsul se informa a la audiencia de la obra que existen al menos dos formas de interpretar cómo son los galos asentados en Asia Menor. La victoria final del general romano en esa campaña evidencia que su interpretación resultó la correcta en ese episodio. Este caso nos posibilita reconocer la flexibilidad retórica del estereotipo dentro de la obra —pues tenemos una valoración hecha por el cónsul y otra por los griegos de Asia sobre esos galos— y estudiar cómo juega Livio con diferentes atributos de un determinado estereotipo que aparecen en la tradición etnográfica. De este modo, asimismo, se pone de manifiesto la dificultad de determinar lisa y llanamente cuál era la visión que tenía Livio de los otros pueblos.

El tercer tipo de contexto, el histórico de la obra, raramente es descuidado. Tenerlo presente puede posibilitar reflexiones como, por ejemplo, la planteada por Levene sobre romanocentrismo e identidad étnica. Ahora bien, aunque considerarlo siempre resulta significativo, no se debe perder de vista la dificultad que existe para determinar con precisión en qué año fue compuesto cada libro, puesto que ello puede generar cambios de perspectiva rotundos.83

Conclusiones

El recorrido que hemos seguido en las páginas precedentes ha puesto de manifiesto cómo las reflexiones que se han hecho sobre la representación de los pueblos en la obra de Livio se han ido complejizando a medida que la propia noción de estereotipo se problematizó y, asimismo, se profundizó en el estudio de la identidad romana que propone el historiador romano.

Una idea que ha comenzado a ser discutida es la concepción binaria de la otredad, ya sea en términos de civilizados y bárbaros, ya sea en los términos de una descripción especular según el tercero excluido. Esta crítica abre el juego a lecturas más atentas de la obra y llama a identificar las diferencias que propone el autor entre los pueblos con que se enfrenta Roma a medida que avanza en sus conquistas. Sin duda, esto posibilitaría reconocer una gradación de la otredad y una presentación más compleja que la que se ha tendido a observar en AVC.

Para ello, claro está, hay que superar los inventarios descontextualizados de caracterizaciones étnicas. Esperamos haber evidenciado que estos ya no son suficientes para entender la cuestión y que es necesario ir más allá: tener en cuenta el contexto narrativo —es decir, episódico— en el que dicho pasaje está inserto y, asimismo, atender a quién o a quiénes focalizan la acción allí. Esto permitirá reconocer la maleabilidad del estereotipo en la obra e identificar cómo juega el autor con los atributos del mismo según quién hable o perciba en la narración. En ese marco, no se deben perder de vista el género historiográfico al que pertenece la obra y, con ello, las particularidades de dicho género en el periodo en que escribe el autor. El contexto temporal también es relevante en la medida en que se pueda precisar, puesto que permite considerar reflexiones que pueden haber preocupado al historiador y que le pueden haber servido de inspiración cuando configuró el episodio a analizar.

Finalmente, como se puso de manifiesto también en los casos de la propuesta de Bohak que trajimos a colación al final del primer apartado o en la discusión acerca de la posibilidad de reconocer una mirada distinta a la romanocéntrica en AVC, es necesario prestar una mayor atención a otras fuentes —literarias y no literarias— para profundizar en el análisis de los estereotipos étnicos en la obra. Es evidente que no todas las respuestas que esconde AVC pueden ser identificadas si nos limitamos al texto de la misma.

En síntesis, el tema de la otredad étnica en la obra de Livio dista de estar agotado. Esperamos, con esta breve reflexión, haber puesto de manifiesto algunos caminos que puedan mantener vivo el debate.

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1 Las referencias a análisis específicos de un pueblo son mencionadas a modo de ejemplo y, en general, en nota al pie.

2Somos conscientes de que la idea de otro es polisémica y que, en Roma, se puede referir a todos aquellos que no son el vir, es decir, mujeres, niños, esclavos, extranjeros, etcétera. Por ello, consideramos pertinente aclarar que cuando aludamos al otro estaremos limitándonos a la acepción étnica del término.

3 Walsh 1963, p. 108. La misma idea encontramos en André y Hus 2005, pp. 95, 111.

4Una afirmación similar leemos en Usher 1970, p. 176 y en Foulkes 1999, p. 75.

5 Walsh 1963, pp. 108-109. Para una interesante reflexión sobre este tipo de atribuciones a Polibio de información que encontramos en AVC al respecto de cuestiones geográficas, ver Girod 1982, pp. 1200-1201.

6Así, por ejemplo, se lee críticamente a Livio como si fuera un historiador contemporáneo, que escribe historia según cánones próximos a nuestro tiempo. Hay quien lo lee como si fuese un historiador romántico, otros como si fuera un positivista —y, más actualmente, como si fuera posmoderno—. Otro ejemplo de lo señalado arriba puede encontrarse en las críticas, al menos hasta la década de 1980, a las imprecisiones geográficas identificadas en AVC, que parten de una forma de interpretar los datos geográficos desarrollada en la modernidad y cuyos instrumentos para tal fin, por cierto, no tenía el autor romano.

7Este juicio fue compartido por muchos investigadores que leían el Praef. 2 de Livio (Liv., ed. 1958) —novi semper scriptores aut in rebus certius aliquid allaturos se aut scribendi arte rudem vetustatem superaturos credunt, “[aparecen] continuamente nuevos historiadores con la pretensión, unos, de que van a aportar en el terreno de los hechos una documentación más consistente, otros, de que van a superar con su estilo el desaliño de los antiguos”. Las traducciones citadas son de Villar Vidal 2006)— como un pasaje que encerraba una elección. Un ejemplo lo encontramos en Ogilvie 1970, pp. 24-25: “[Livio]…writes less to preach political or moral lessons than to enshrine in literature persons and events that have given him a thrill of excitement as he studied them”, ver también pp. 5-7.

8Ver Luce 1977, pp. xv-xxvii, citado con aprobación por Lipovsky 1981, p. 5. Sobre los aportes del trabajo de Luce y su recepción ver Miles 1997, pp. 4-5. La imagen de Livio como un pensador no original la expresa explícitamente Kajanto 1958, p. 56: “Livy is no original thinker…”. También puede verse pássim en Walsh 1963; ver especialmente p. 273.

9Sin embargo, ver ahora Mineo (2006, pp. 19-21), que ofrece un resumen de las opiniones anteriores sobre el tema.

10nec in quam civitatem tam serae avaritia luxuriaque immigraverint, “ni en pueblo alguno fue tan tardía la penetración de la codicia y el lujo” (Liv., Praef. 11, ed. 1958).

14Luce sugiere que la solución pensada por Livio para restaurar el imperio enfermo que se cae a pedazos como un monumento, es aislarse del resto y mirar hacia adentro (1977, p. 294).

15No obstante, Livio también incluye algunas afirmaciones críticas sobre el modo de gobernar romano en boca de enemigos. Luce, siguiendo un estudio de Hoch (1951), reconoce que estas sirven para mostrar la habilidad de Livio, quien, por su formación retórica, puede defender perfectamente dos opiniones contradictorias. Sin embargo, por lo numeroso de los casos, Luce deja traslucir sus dudas sobre que Livio, en ciertas ocasiones, haya reprobado el accionar de Roma (1977, p. 287).

16Más adelante, Luce (1977, p. 295) incluirá a los ligures.

17“Particularly surprising in a man from Patavium is his attitude toward Italian peoples other than Romans” (Luce 1977, p. 285). La misma lectura encontramos en von Albrecht 1997, p. 781.

18Incluso se muestra sorprendido por la poca importancia que Livio da a la conquista romana del norte de Italia. El poco interés de las campañas en Liguria, afirma Luce, sería una consecuencia, al menos en parte, de la orientación griega de Polibio, una de las fuentes más importantes con las que trabajaba Livio en ese momento cuando narraba guerras más importantes en el Mediterráneo oriental.

20Así, por ejemplo, Luce no resuelve el problema que suscitaría la defensa de una postura aislacionista por un Livio que no critica la política de ciudad abierta que ha hecho grande a Roma y la diferencia de modelos griegos.

21Sobre este tema, ver Moreno 2018.

24Girod señala que en el tratado hipocrático también se aprecian consecuencias sociales, políticas y fisiológicas y en la digresión sobre los arcadios en Polibio se vincula con el temperamento, costumbres e instituciones (1982, p. 1223 n. 114).

26Mientras que aquellos con amoenitas amenazan con minar el valor guerrero de los romanos, el bárbaro de Occidente sería una suerte de sparring-partner. Esta visión del bárbaro también sería válida al tratar sobre los colonos griegos de Occidente (Girod 1982, p. 1224, n. 117).

30 Thomas 1982, pp. 1-7. Sobre esta tradición, ver también López Ramos 2008, pp. 259-306.

31 Mineo 2006, pp. 22-32, para el resumen que proponemos a continuación.

32Liv., 5.54.3-5, ed. 1964.

33La idea de dicotomía funcional que analiza Mineo (2006, pp. 45-57) en AVC puede resumirse del siguiente modo: tanto los que dirigen como los dirigidos deben cumplir virtuosamente su rol en la sociedad para que sea posible una buena comunicación y el éxito de las empresas romanas. Mineo (2006, pp. 54-57) muestra cómo esto no se cumple en otros pueblos y ello da pie a que sean derrotados por Roma.

34A los trabajos generales citados que estudian pasajes de AVC fuera del contexto narrativo, podemos agregar, a modo de ejemplo, otras más específicas como: Moreschini 1985; Kremer 1994, pp. 17-80; Foulkes 1999; Martínez Gázquez 2004; Bittarello 2009, pp. 216-218; Bernard 2015.

36Sobre este tipo de lecturas de la información geográfica en AVC, ver Moreno 2012.

37La imagen de Livio como un “écrivain de cabinet” o “historien de cabinet” la encontramos, por ejemplo, en Girod 1982, pp. 1196, 1198, 1199; André y Hus 2005, pp. 96, 112; Cizek 1995, pp. 150, 151, 153, 164.

39 Burns 2003, p. 120. Ver también Bohak 2005, p. 231 y, asimismo, aunque no limitado a la cuestión en la Antigüedad, Amossy y Herschberg Pierrot 2005, pp. 40-43, quienes repasan el problema de la adecuación del estereotipo a lo real.

40Marcando la diferencia con Cornelio Nepote, Levene (2010, p. 216, n. 125) afirma: “Livy shows little sense that moral premises might not be universally shared, or that other societies might have sets of values different from but no less valid than Roman ones”.

47 Serv. Aen. I.242 = Chassignet 2004 F 1 = FRHist F 1 (Briscoe en Cornell 2013): Sisenna tamen dicit solum Antenorem prodidisse.

50Sobre la identidad romana en Livio, ver Bastos Marques 2013, pp. 49-133 con más bibliografía.

51 Dauge 1981, p. 175. Para otras críticas al planteo de Dauge, ver Moreno 2016, pp. 12-15.

53 Hartog 2003, pp. 244-245. No he encontrado ningún trabajo sobre Livio que retome ex­plícitamente esta idea, pero sí un trabajo sobre la Germania de Tácito: O’Gorman 1993, pp. 147, 154, n. 41. De todos modos, en la medida en que la “retórica de la alteridad” expuesta por Hartog tiene otros aportes interesantes, me ha parecido pertinente traer a colación esta cuestión.

59Ver un análisis en Moreno 2013.

60Esta última opinión es la de Dauge 1981, pp. 172-173. También identifica una caracterización negativa de los etruscos en AVC Bittarello 2009, pp. 216-218. Pero ver ahora Moreno 2017; 2019a.

63Así, por ejemplo, el caso de Sífax (Liv., 30.13.2-7, ed. 1949) o de Aníbal Barca (Liv., 21.4, ed. 2015). Ver también Isaac 2006, pp. 39-40 y 414; contra Sherwin-White 1967, p. 45. Aunque no siempre la figura del jefe enemigo es tan resaltada y en ocasiones vemos que se dice que los pueblos son como sus líderes (Liv., 5.28.3-4, ed. 1964).

66 Moore 1989, p. 158. Aquí cabe recordar también aquello que señala Chaplin acerca de que en la obra de Livio los romanos son mejores estudiantes de exempla que los extranjeros (2000, pp. 37-38, 70-82, 117-118 y 120).

68Balsdon, quien parte de un contexto literario más amplio, asevera: “Romans were superior to northerners in intelligence, to southerners in physical strength.” (1979, p. 60).

70Ver n. 46 arriba.

71 Moore 1989, p. 161. Esto no es una particularidad ni de Livio ni romana, también entre los autores griegos se aprecia esta práctica de que los no griegos reproduzcan en los discursos que se les atribuyen ideas griegas (Bohak 2005, p. 220).

72La identificación de fuentes etruscas o celtas detrás de ciertos pasajes, por ejemplo, parece haber quedado en el olvido. Ver Phillips 1982, p. 1021 para estudios anteriores a 1980. Pasajes como, por ejemplo, el enfrentamiento de M. Valerio con un galo (Liv., 7.26.1-5, ed. 2003a) o el de Tanaquil realizando prácticas adivinatorias (Liv., 1.34.8-9, ed. 1958), que eran leídos buscando identificar cuestiones propias de dichas culturas, ahora son estudiados poniendo énfasis en la lente cultural romana que permea la narración de Livio. En otras palabras, Livio no realiza una exposición geertziana de la otra cultura. Esto es subrayado para el caso de los hispanos por Bedon 2009.

73La discusión del tema está en Levene 2010, pp. 214-260.

74Ya, por ejemplo, Feldherr 1998, pp. 112-113, 164, había interpretado el inicio de la obra como una posible solución de Livio al problema.

76Una denuncia de ese romanocentrismo de Livio al interpretar costumbres y prácticas de otros pueblos la ofrece Bedon 2009.

77De hecho, el propio Livio confiesa que su interés se limita a Roma: Liv., 33.20.13, ed. 2002; 39.48.6, ed. 1936; 41.25.8, ed. 1971; lo mismo se advierte en Liv., 8.24.18, ed. 2003b.

78Tampoco la exposición de Bernard 2015, pp. 42-47, quien habla de matices en el plan romanocéntrico de Livio, resulta clara. La cuestión parece terminar vinculada con un problema en el manejo de fuentes y en la incursión en anacronismos por Livio (Bernard 2015, p. 47).

79Aquí no hay que olvidar tampoco que las fronteras entre los géneros literarios no son fijas y varían con el tiempo.

80Al respecto, ver Moreno 2019a, pp. 171-172 con bibliografía.

81Ejemplos del abordaje propuesto a partir del caso etrusco pueden verse en Moreno 2017; Moreno 2019b.

83Ver, por ejemplo, las discusiones sobre la fecha de publicación de la primera pentada y el prefacio general a la obra en Burton 2000 y 2008.

Recibido: 09 de Abril de 2021; Revisado: 28 de Junio de 2021; Aprobado: 17 de Agosto de 2021

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Agustín Moreno es doctor en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Actualmente se desempeña como profesor asistente de Historia Antigua General en la misma universidad e investigador en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad. Sus trabajos de investigación se han centrado en historiografía romana, especialmente la obra de Tito Livio, e historiografía moderna del mundo antiguo.

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