Para ser un pedagogo en el sentido elevado del término, hace falta captar lo clásico. Pero como no puede convencer a la juventud de la importancia del clasicismo, le es preciso buscar otro campo de ejercicio para su vocación docente. O sea, le es preciso ser el profesor ideal para los grupos de edades más capacitadas; docente y difusor de los materiales de cultura, intermediario entre los grandes genios y los genios nuevos que están llegando a serlo, entre el gran pasado y el futuro.¹

De reciente creación, y con motivo del quincuagésimo aniversario de la institución, se ha inaugurado con viento favorable la Colección Bilingüe de Autores Grecolatinos del Colegio de Ciencias y Humanidades -uno de los dos sistemas de educación media superior de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)- por ahora con dos volúmenes publicados y cinco más en edición, fascículos que no sólo pretenden estar al servicio de los profesores como material didáctico adicional para sus cursos de griego y latín, sino ser también un recurso efectivo y asequible para difundir la cultura grecolatina entre los estudiantes del bachillerato universitario a través de lecturas breves de temática interesante.

El Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM se fundó en 1971, por acuerdo del Consejo Universitario, como una respuesta de la Universidad Nacional a las necesidades educativas de la sociedad mexicana de ese entonces: dicha iniciativa consistía en que ese ciclo de bachillerato no fuera únicamente el requisito académico previo que permitiera acceder y cursar estudios superiores, sino “un ciclo de aprendizaje en que se combinen el estudio en las aulas y en el laboratorio con el adiestramiento en el taller y en los centros de trabajo”, es decir, “la formación en este nivel sería una síntesis de actividades propiamente académicas con un aprendizaje práctico”, intentando conjugar “las matemáticas y el español, y el método científico-experimental con el histórico-social” en aras de comprender y atender “los fenómenos de la sociedad contemporánea”.² Fue en este escenario de gran precariedad educativa para la formación media de los jóvenes mexicanos -entonces un escasísimo número de la población³ tenía oportunidad de acceder a los estudios universitarios por falta de opciones- en que la propuesta de crear esta nueva opción de bachillerato profesionalista formó parte prioritaria de la agenda de la Máxima Casa de Estudios:

El Colegio será el resultado de un esfuerzo de la Universidad como verdadera Universidad, de las facultades, escuelas e institutos como entidades ligadas y coordinadas y de sus profesores, estudiantes y autoridades en un esfuerzo de competencia por educar más y mejor a un mayor número de mexicanos y por enriquecer nuestras posibilidades de investigación en un país que requiere de la investigación científica, tecnológica y humanística, cada vez más, si quiere ser, cada vez más, una nación independiente y soberana, con menos injusticias y carencias.⁴

Al frente de esta iniciativa educativa, tan innovadora en su tiempo, estuvieron, a más de otras autoridades universitarias, el Guillermo Soberón y Rubén Bonifaz Nuño, titulares, respectivamente, de la Coordinación de Ciencias y de la Coordinación de Humanidades. El académico y poeta Bonifaz Nuño fue, por cierto, director de la célebre Bibliotheca Scriptorum Græcorum et Romanorum Mexicana, colección, única en su clase y la primera en el contexto hispanoamericano, que tuvo durante más de treinta años un periodo de gran esplendor editorial; no obstante, esta colección estaba más bien dirigida a universitarios de licenciatura y posgrado, bien interesados en la cultura grecolatina, bien aprendientes de las letras clásicas. Bonifaz, asimismo, participó en el diseño del plan de estudios del naciente Colegio, de ahí que, tal como lo presenta el documento fundacional del CCH -en la así llamada “gaceta amarilla”-,⁵ se incluyeran como optativas del Área de Lengua y Comunicación las asignaturas de Griego y Latín en los últimos semestres (quinto y sexto), momento decisivo en que los estudiantes deben decantarse por un área disciplinar específica que marca decididamente su futuro profesional.

Como señalé en 2019, era “comprensible que las asignaturas de Griego y Latín, siendo lenguas como cualesquiera otras, hayan seguido en los primeros años del CCH la pauta establecida por los talleres de redacción y lectura en cuanto a la concepción de lo que es la lengua y la manera como debe enseñarse la lengua”.⁶ Hacia 1979, a casi una década de la conformación del curriculum del Colegio, la clase de griego se definía, en los programas operativos, como un “encuentro directo con la cultura de los griegos y con la lengua que la manifiesta en toda su riqueza y profundidad”;⁷ en cambio la de latín no se debía “limitar al aspecto meramente morfológico y sintáctico de la misma, sino que su estudio debe concebirse como un medio para comprender las experiencias y vivencias [...] [del] pueblo romano”.⁸ A partir de esta propuesta, inscrita desde los inicios del CCH, la enseñanza de las lenguas clásicas tenía que estar nutrida de todos esos aspectos culturales (históricos, literarios, estéticos, etc.) de la tradición grecolatina.

En virtud de este particular enfoque cultural de estudios para el bachillerato, y gracias a esfuerzos conjuntos de profesores, directivos, traductores y editores, resulta un logro para este subsistema de educación media superior la fundación de la Colección Bilingüe de Autores Grecolatinos. El director honorario de la Colección es Benjamín Barajas Sánchez, actual titular general del Colegio de Ciencias y Humanidades, quien, en enero de 2021, elogió en su informe de trabajo del periodo 2019-2020, entre otras publicaciones, también esta colección, pues “tienen el objetivo de llevar a las manos de los alumnos y profesores títulos de interés general que amplíen su perspectiva cultural y, con ello, contribuyan a la formación de futuros universitarios y ciudadanos” (pp. 78-79). La coordinación académica disciplinar está a cargo de Felipe Sánchez Reyes, egresado de Letras Clásicas de la UNAM y profesor de tiempo completo en el plantel Azcapotzalco. Estos materiales han sido configurados por diversos profesores tanto del CCH como de la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM); debido a su experiencia docente y en investigación, diseñó una colección idónea y apropiada, desde un punto de vista tanto temático como didáctico, para los jóvenes que cursan el bachillerato. Además de la traducción castellana, se incluyen -a fin de confrontar los elementos gramaticales para el caso particular del aprendizaje de las lenguas- los correspondientes textos originales en griego y en latín.

Figura 1 Sello de la colección. 

El primer volumen, que inaugura esta Colección, ofrece una selección de poesía erótica antigua, extractos de la poesía de Safo, Teócrito y Catulo; fue el responsable de esta obra, el propio maestro Felipe Sánchez, quien decidió incluir textos griegos y latinos como una muestra de distintas expresiones poéticas amorosas de la antigüedad. El segundo volumen contiene una serie de historias mitológicas de Higino, un escritor latino de finales de la República romana cuyos relatos presentan una versión ligera de personajes conocidos de los mitos griegos; la traslación estuvo a cargo de Raúl Romo, profesor del Plantel Vallejo y de la Facultad de Filosofía y Letras. De los volúmenes aún en edición, se han anunciado cinco más: 1) una selección de las Metamorfosis de Ovidio en torno al origen del universo y al colapso de las razas; 2) la obra de Paléfato, un autor griego casi desconocido que dio explicaciones racionales a algunos mitos griegos; 3) una selección de textos médicos de Hipócrates; 4) el Epídico de Plauton y 5) una selección de las Definiciones médicas atribuidas a Galeno.

En definitiva, esta Colección que, poco a poco, irá ampliando su catálogo -disponible en línea-,⁹ tal como asegura el Director del CCH en la contracubierta de los volúmenes, promoverá en los jóvenes “la literatura, la ciencia, las artes, la historia, el derecho, la filosofía y los mitos” y “refrenda el carácter de nuestro bachillerato universitario, sustentado en una base sólida de las ciencias y las humanidades”, garante para la educación de la juventud mexicana, heredera también de esa tradición cultural grecolatina.

Figura 2 Portadas de los volúmenes publicados.