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vol.38 número2Sánchez Barragán, E. Gabriel, Las siete Cleopatras del Nilo. Una dinastía femenina en el Egipto de los Ptolomeos, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de Filosofía y Letras (@Schola-Letras Clásicas), 2019, 300 págs., ISBN 978-607-30-1248-5, disponible en http://ru.ffyl.unam.mx/handle/10391/7508.Valencia, Pedro de, Obras completas. VIII. Epistolario, coord. Jesús Mª Nieto Ibáñez, Inmaculada Delgado Jara y Mª Isabel Viforcos Marinas, León, Universidad de León (Colección Humanistas Españoles, 39), 2019, 633 págs., ISBN 978-84-9773-966-5. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Nova tellus

versión impresa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.38 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2020  Epub 09-Dic-2020

https://doi.org/10.19130/iifl.nt.2020.38.2.0015 

Reseñas

García Jurado, Francisco, Virgilio. Vida, mito e historia, Madrid, Editorial Síntesis, 2018, 255 págs., ISBN 9788491712213.

Carlos Mariscal de Gante Centenoa  *
http://orcid.org/0000-0003-2508-8240

aUniversidad Nacional Autónoma de México, México, carmaris@comunidad.unam.mx

García Jurado, Francisco. Virgilio. Vida, mito e historia. Madrid: Editorial Síntesis: 2018. 255p. ISBN: 9788491712213.


Palabras clave: Virgilio; hermenéutica; historiografía literaria; recepción

Keywords: Virgil; Hermeneutics; Literary Historiography; Classical Reception

No creemos exagerar si afirmamos que el espíritu de la obra Virgilio. Vida, mito e historiade Francisco García Jurado, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, puede resumirse con el lema recogido en sus páginas finales, a propósito de una alusión del poeta español Luis Antonio de Villena al lema del emperador Adriano que acompañaba a su propia efigie en las monedas de la época: humanitas, felicitas, libertas (p. 189). Esta reciente publicación sobre Virgilio es partícipe del espíritu humano y humanístico que podemos inferir del primer término, del gozo por la lectura de un clásico universal como es Virgilio y de un espíritu libre que permite al autor de este volumen ofrecer a sus lectores una monografía viva y renovadora que tiene como objeto al poeta de Mantua y sus distintas formulaciones a lo largo de la historia.

La expresión del emperador Adriano nos ofrece toda una propuesta intelectual y vital que impregna el libro de García Jurado. Se trata del trabajo de un latinista que ha dedicado buena parte de su vida académica al estudio de Virgilio y de las distintas lecturas modernas con que la posteridad ha ido creando sus propios “Virgilios”. Por ello, supone un punto de llegada de muchas investigaciones previas que, unidas a otros aspectos, tradicionales o novedosos de los que García Jurado no se había ocupado hasta ahora, dan lugar a una obra sabia, amena y con un futuro casi tan prometedor como el que elucubra Seamus Heaney para su querida isla esmeralda, Irlanda, en el poema comentado por el profesor español al final de su obra (pp. 222-223).

El primer gran mérito del libro que tenemos entre las manos reside en su propia arquitectura: la triple división del estudio de Virgilio a partir de la indagación sobre su propia “biografía”, el “mito” posterior del Virgilio mago y guía y las modernas recepciones en el apartado de la “historia”. Sin embargo, contrariamente a lo que pudiera parecer a primera vista, la obra no es en absoluto una biografía convencional, como tampoco son estas tres partes compartimentos estancos, ni se nos ofrece el acostumbrado estudio de conjunto al que se anexa acríticamente un heterogéneo capítulo sobre la pervivencia, posteridad o fortuna del poeta, sino que el texto parte de toda una renovación hermenéutica para el estudio de la vida y la obra del poeta, con especial atención al contexto en que éste llega a ser un autor central en el canon educativo, un profeta sui generis para el cristianismo o un referente estético al cual seguir o denostar en función de los criterios de cada lector.

En la Introducción, que debidamente atendida requeriría todo un curso monográfico en una facultad de filología, García Jurado ofrece a sus lectores su propia idea del poeta latino, que seguirá en su estudio. La máxima del trabajo es concentrarse en el análisis de “las vidas que le ha tocado vivir a Virgilio” (p. 13), respondiendo, consciente de su importancia, a la pertinencia de considerar la “pesada carga de aspectos simbólicos” (p. 14) que ha soportado la obra virgiliana hasta nuestros días. El autor reconoce en varios momentos de su nueva obra que su apuesta hermenéutica descansa, además de en las theoriae receptae de la historia de la literatura latina, en dos referentes teóricos: la gran tradición hermenéutica de los siglos XIX y XX (Dilthey, Gadamer, Jauss) y la de la historiografía literaria que bebe de Friedrich August Wolf en su doble distinción de ‘historia externa’ (äußere Geschichte) e ‘historia interna’ (innere Geschichte), de los que se vale el filólogo madrileño para su estudio de Virgilio, su obra y sus motivaciones últimas, que tanto han preocupado a los críticos contemporáneos.

La primera parte, “Vida(s) de Virgilio” (pp. 19-44), comienza con una pre­gunta: ¿quién fue Publio Virgilio Marón? Para responder esto, García Jurado recurre a varios ámbitos de trabajo bien diferenciados: el de la indagación biográfica en el primer capítulo, valiéndose de las pruebas con que contamos de los propios versos virgilianos que puedan ofrecer un contenido autobiográfico, los testimonios de los poetas de la época (Horacio, Propercio, Ovidio, Marcial) y la tradición creada a partir de las Vitae Vergilianae, con especial énfasis en la de Suetonio-Donato. En el segundo capítulo, el autor analiza las tres obras como tres perspectivas diferentes sobre la vida y el arte, donde pasa revista a cada una de las Bucólicas y al conjunto de las Geórgicas, para concluir con unos apuntes que explican la arquitectura y los orígenes del protagonista de la Eneida, también trata de responder a la pregunta sobre qué hay de virgiliano en la materia homérica, un tanto en la línea del Virgils epische Technik (1903) de Richard Heinze. Continuando esta indagación, el estudioso se propone trazar una “historia externa” a partir de elementos fundamentales como la figura de Mecenas, la de Augusto y los datos que pueden esgrimirse sobre la relación de Virgilio con el propio emperador, además de los problemas políticos de éste, tales como la cuestión sucesoria en el poder y, por último, una revisión del Ara pacis Augustae. Estas cuestiones forman parte del mismo círculo intelectual y, en principio, del mismo proyecto cultural.

Sin embargo, no queda aquí la investigación de García Jurado: avanza más allá de lo esperable e incluye, dentro del mismo capítulo que trata de responder a las preguntas fundamentales de la vida de Virgilio, a algunos de los grandes referentes dentro de lo que él mismo en una feliz expresión denomina la “filología de la sospecha y de lo posible” (p. 96), remedando la fórmula de Paul Ricoeur. Se trata de importantes lectores y estudiosos de Virgilio como Hermann Broch y Adam Parry y, más recientemente, el virgilianista argentino Hugo Francisco Bauzá, así como el investigador francés Jean Yves Maleuvre, quienes, desde géneros literarios y perspectivas diferentes (como la creación literaria que bebe de toda una reflexión filosófica sobre la muerte y la decadencia de los valores y la filología clásica), llegaron a formularse preguntas muy similares: si Virgilio quiso quemar la Eneida, qué papel desempeña el lamento por las pérdidas y los sufrimientos de los hombres implicados en la empresa de la fundación de Roma, a la manera de una “segunda voz” simultánea a la del encomio de la patria de los romanos y de su labor civilizadora.

A raíz de esta pregunta, cabe formularse una segunda a propósito de la relación de Virgilio con Augusto, particularmente en la última etapa de su vida: ¿resistencia o sumisión? A ambas preguntas responde la novela Der Tod des Virgils (1945) del intelectual vienés Hermann Broch, escrita en varias fases de su vida y terminada muy significativamente durante el exilio en Nueva York, obra donde trata de representar desde la ficción los posibles motivos de la voluntad de Virgilio de quemar su Eneida. El otro gran indagador en estas cuestiones es el filólogo Adam Parry en su fundamental estudio “Two Voices of Virgil’s Aeneid” publicado en 1963, donde postula la existencia, acaso subterránea, de una segunda voz en la Eneida que permitiría indagar las razones por las que Virgilio habría descreído finalmente del proyecto de Augusto o, cuando menos, habría querido reflejar no sólo la grandeza de los romanos, sino también el lamento y el dolor, donde “la belleza, […] constituye una forma de consuelo ante aquello que se ha perdido para siempre” (p. 91).

Por su hondura hermenéutica y su propuesta novedosa, referimos aquí un pasaje de este capítulo, donde, siguiendo al latinista José Luis Vidal, García Jurado reconoce a sus mayores en el estudio de la literatura, en lo que debe denominarse sin titubeo “hermenéutica virgiliana”:

De acuerdo con la hermenéutica de Hans-Georg Gadamer (1900-2002), seguidor y heredero intelectual de Martin Heidegger (1889-1976), deben dejarse atrás los postulados más tradicionales de la teoría del conocimiento, es decir, aquellos que sitúan al investigador como mero observador ante un objeto susceptible de ser conocido, merced a la tradicional dicotomía planteada entre el sujeto y el objeto. Por lo tanto, Gadamer reivindicaría la pertinencia de la participación humana en la comprensión de aquello que se estudia: el hombre es el ser que se comprende en aquello que se comprende (p. 99).

La segunda parte de la obra, “El poeta, el mago, el guía” (pp. 105-149), se ocupa del Virgilio de la Edad Media, donde declara su deuda con Domenico Comparetti en Virgilio nel medio evo (1872). Aquí hace un repaso por las leyendas populares de Virgilio (napolitana y romana), la de los llamados “siete sabios” o la conversión de la obra de Virgilio en una obra de adivinación mediante las llamadas sortes Vergilianae, que García Jurado analiza a la luz del concepto de “futuro pasado” de Koselleck, las reflexiones sobre el pensamiento hermético del profesor italiano Umberto Eco y de la sincronicidad de Carl Gustav Jung, autores inesperables en la presentación de esta clase de temas. Sobre la práctica medieval de las sortes, señala García Jurado que “la ‘certidumbre absoluta’ con que se buscan las respuestas en la obra de Virgilio confiere a sus versos un carácter sapiencial y sagrado, carácter que, en verdad, está reservado a muy pocas obras de la historia de la literatura” (p. 117).

En el último capítulo de la segunda parte, el autor se ocupa del Virgilio de la Divina Comedia, el caracterizado como guía por el infierno del gran poeta florentino Dante Alighieri. Para ello, García Jurado se vale de textos contemporáneos que han proyectado sobre la obra de Dante sus propias reflexiones e inquietudes. Es el caso de Lessons of the Masters del comparatista George Steiner (2003), tristemente fallecido mientras escribíamos esta reseña. Steiner concibe la obra de Dante como un Bildungsroman, una novela de formación, que nos muestra una suerte de ética del magisterio, según la cual “el maestro […] desaparece cuando ya su cometido de guía y preceptor de Dante ha terminado”.

Como continuadora, en cierto modo, de esta reflexión sobre la educación y, como derivada de ella, de la Kultur germánica, el estudioso recurre a Der Zauberberg (1924) de Thomas Mann, a la conversación entre Naphta y Settemrini, que anticipa una parte sustancial de las recepciones de Virgilio en la segunda mitad del siglo XX. En este diálogo, marcado por el ambiente inmediatamente anterior a la Gran Guerra, García Jurado ve a dos “representantes complejos de dos posturas ideológicas opuestas del pasado siglo XX, la totalitaria frente a la liberal” (p. 149) que “permiten situar la tradición humanística en el seno de la cultura burguesa (la que nace con Goethe y termina con el propio Thomas Mann)” (p. 149). No deja de ser relevante que todo ello lo disponga en su discurso el filólogo de la Universidad Complutense, dentro de un capítulo dedicado a la configuración de Virgilio como mito.

La tercera parte, “Historia y recepción de Virgilio” (pp. 153-224) aborda las recepciones del poeta mantuano dentro de la historia de la literatura, la estética y las lecturas políticas. Para ello, recurre en primer lugar a la consideración de Virgilio como un poeta denigrado por la historiografía literaria del XIX frente a Homero por razones estéticas y políticas. También contrarios a Virgilio serán los escritores del llamado decadentismo y, en particular, Joris Karl Huysmans, de quien ha hablado García Jurado en trabajos anteriores, situando al decadentismo en su ambiente, el de las reacciones a la obra de Nisard, Études de moeurs et de critique sur les poètes latins de la décadence (1834).

Más allá de las tensiones entre el decadentismo y lo académico, “el clásico deja de ser ahora un rival para el escritor moderno y se convierte en un compañero” (p. 185). Estos últimos capítulos se van a ocupar consecuentemente de cómo este “compañero” literario será muy apreciado por autores como Eça de Queiroz, Antonio Machado o Borges, probablemente el gran lector hispano de Virgilio en el siglo XX. Este aprecio, llamémosle estético, puede seguirse a partir de la recuperación de versos fundamentales de la Eneida como sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt (Aen., 1, 462) o ibant obscuri sola sub nocte per umbram (Aen., 6, 268), que aparecen recuperados e integrados en estéticas diversas.

Por ejemplo, el último verso puede rastrearse desde Antonio Machado que añade por extenso todo el pasaje en latín en sus Complementarios (pp. 188-189), hasta las diversas formulaciones borgianas recogidas en este volumen, como el más reciente poema de Juan Antonio González Iglesias, “La canción del verano suena más que la Eneida”, poema donde resuena el verso virgiliano: “aquel verano / bailábamos oscuros bajo la noche sola” (p. 218), recuerdo que sigue a una reflexión sobre la decadencia de Occidente y la marginación de Virgilio por la canción del verano, mediocre y efímera, en la “tristeza de saber que no regresaremos / a la ternura, la serenidad, / al fulgor de Virgilio” (p. 218).

Las otras lecturas fundamentales de final del siglo XIX e inicio del xx tienen como objeto la reflexión sobre Virgilio en clave política, desde la lectura anarquista de Proudhon hasta la conservadora de Eliot, que en ocasiones se llega a confundir con la del llamado “adventismo” cristiano de Virgilio, esto es, la consideración de la obra del poeta latino como anunciadora, en calidad de alma privilegiada del paganismo, del nacimiento de Jesucristo, merced a autores como el teólogo Haecker o el traductor de Virgilio Espinosa Pólit.

En las últimas páginas de esta tercera parte de la obra, García Jurado recuerda, gracias al recurso a la hemeroteca, una celebración fundamental en el mundo cultural español: el homenaje a Virgilio con motivo del bimilenario de su muerte en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), con el entonces catedrático de dicha universidad, Carlos García Gual, como maestro de ceremonias. Por allí pasaron latinistas descollantes como Sebastián Mariner o Antonio Ruiz de Elvira, poetas como Antonio Colinas o el propio Luis Antonio de Villena e intelectuales que reunían ambas condiciones tales como Agustín García Calvo o Jaime Siles. Este evento supuso un hito fundamental en el cultivo de Virgilio dentro del ámbito cultural español, que ocupa naturalmente un lugar preeminente en los intereses de García Jurado, por la época en la que se produjo y por el contrapunto que significaron los años 80 y la llamada “movida madrileña” en el espíritu de un pueblo, un momento en que, si bien se había perdido el optimismo de la Europa de principios de siglo, todavía se guardaba una confianza en cierto consuelo aportado por la cultura, y que hoy parece desaparecido:

Pero aquellos años no solo fueron música y vida nocturna, también se puso de moda la cultura y, por mucho que hoy esto resulte extraño, algunos clásicos grecolatinos […] El momento cultural que viene a coincidir con el bimilenario de la muerte de Virgilio, al contrario de lo que ocurrió durante el bimilenario de su nacimiento, supone ya una etapa más escéptica desde el punto de vista ideológico. Dentro del dominio del pensamiento las verdades se tornan en ese momento menos dogmáticas y se configuran, más bien, como verdades provisionales en la medida en que sean refutables […]. Frente a quienes aún a comienzos del siglo XX creían, como el ya referido filólogo Werner Jaeger, que la filología clásica podía salvar el mundo, los años finales del siglo XX no confiaban ya en este tipo de salvaciones, pero sí en que la belleza sigue siendo una “inútil” forma de salvación, o, al menos, de consuelo (p. 211).

Es en este ambiente, apunta García Jurado, donde Antonio Colinas responde a las dudas del Virgilio moribundo de Hermann Broch con la confianza en la poesía como verdad y belleza intemporal (“grabad sobre mi tumba un verso de Virgilio”, pp. 216-217). Asimismo, frente al pesimismo y la nostalgia del presente, el propio García Jurado parece responderse a sí mismo con una actitud muy virgiliana, tomada en cierta forma del último poeta comentado en este trabajo, Seamus Heaney. El nobel irlandés en la “Égloga del Valle del Bann”, con Virgilio en el papel de preceptor que enseña a ordenar en un poema las palabras clave de la “Égloga IV”, carmen, ordo, nascitur, saeculum, confía en el nacimiento de una niña: “No habrá eclipses para esta niña. El frío que conocerá / será la capota del cochecito sobre su cabeza de vestal” (p. 222, traducción de Dámaso López García).

Hemos de señalar, por último, que este libro, entre las muchas virtudes, que hemos tratado de mostrar en las líneas precedentes, ofrece además, acaso sin proponérselo, una suerte de sugerente antología de la imitación, la recepción y la crítica virgiliana desde la contemporaneidad de Virgilio hasta el siglo XXI, a la que se suma una selección de pasajes de la obra de Virgilio (pp. 217-224), confirmando con ello la afirmación de Alfonso Reyes de que “toda historia literaria presupone una antología inminente”. Esta suerte de “antología virgiliana” lato sensu la puede disfrutar el lector de la mano de los análisis de García Jurado a través de los textos, distribuidos no según una estructura cronológica profesoral sino en distintos saltos temporales conforme al flujo torrencial de su erudición nunca pedante ni plomiza.

Concluimos, como lo hace el autor, con una moderada esperanza, si no virgiliana, por lo menos en la línea de la primera de las dos voces de Parry, en el futuro de la lectura del altissimo poeta (Dante dixit) Virgilio: “Este libro ha tratado de todos los Virgilios que caben en esta historia: el hombre, el poeta, el mago, el guía, el preceptor y el padre de Occidente…, y Virgilio seguirá dando lugar a nuevas lecturas y reflexiones” (p. 226).

Bibliografía

García Jurado, Francisco, Virgilio. Vida, mito e historia, Madrid, Editorial Síntesis, 2018, 255 págs., ISBN 9788491712213. [ Links ]

Recibido: 21 de Febrero de 2020; Revisado: 24 de Abril de 2020; Aprobado: 11 de Mayo de 2020

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Carlos Mariscal de Gante Centeno es graduado y maestro en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). En la actualidad realiza su tesis doctoral sobre la recepción clásica del poeta latino Virgilio en la literatura del México del siglo XX en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Asimismo, se encuentra terminando la titulación en el Grado en Filosofía de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Colabora con los grupos de investigación PAPIIT “La ‘Recepción clásica’ entre finales del siglo XIX y principios del XXI: teorías de la estética de la recepción y su aplicación en el diálogo narrativo entre la antigüedad y el mundo contemporáneo” IA400918 en la UNAM y el proyecto “Diccionario Hispánico de la Tradición Clásica” (DHTC) FFI2017-83894-P en la UCM.

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