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Nova tellus

versão impressa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.36 no.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2018

https://doi.org/10.19130/iifl.nt.2018.36.1.787 

Ensayos y Notas

Apuntes sobre Don Quijote, la carrera de Letras Clásicas y la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana1

Notes on Don Quijote, the Classical Letters Carreer, and the Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana

Tarsicio Herrera Zapiéna  *

aUniversidad Nacional Autónoma de México, México. Correo electrónico: tarsicioherrera@yahoo.com.mx


Palabras clave: Quijote; mexicano; hispano; latín; griego

Keywords: Quijote; Mexican; Hispanic; Latin; Greek

El clasicismo en Don Quijote

En 2005 la Academia Mexicana de la Lengua fue invitada a participar en un homenaje a Miguel de Cervantes, en la Universidad de Guanajuato, para conmemorar el cuarto centenario de la publicación de Don Quijote. El director sugirió que se propusieran quienes desearan hablar sobre el tema. Yo me ofrecí a dar una visión global en torno a los abundantes pasajes y citas latinas diseminados a lo largo de la novela más célebre de la lengua española, Don Quijote de la Mancha.

Después de releer tan magna obra, confirmé que las referencias a Grecia y a Roma eran más numerosas de las que yo recordaba haber leído durante mi bachillerato. Por cierto, no toda novela de los Siglos de Oro parece casi una obra bilingüe hispano-latina, como sucede con el Quijote.

Desde el prólogo, la primera página parece extraída de un manual de frases célebres latinas. Además proliferan los cultismos semánticos como divertido por distraído (p. 1002), trofeo por monumento (p. 941), margarita por perla (p. 453).2

El consejero de Cervantes

En el prólogo de la novela, “un amigo …, gracioso y bien entendido” le dice a Cervantes:

—Para empezar airosamente tu novela de caballerías, comienza por trazar alguna frase latina que te sepas bien.

—¡Ah, como Non bene pro toto libertas venditur auro!3

Escribe pronto don Miguel, recordando que eso significa: “La libertad es tesoro / que no se vende por oro”.4 Su interlocutor le pregunta luego cuál es la frase más célebre de Horacio sobre la muerte, y Cervantes contesta:

Pallida Mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres.5

Doy mi traducción:

Pálida muerte ataca / con igual pie insolente

del pobre la barraca / y el bastión del potente.

El amigo, quien sin duda es alguno de sus recordados maestros de Sevilla, le aconseja que continúe con algo relativo a la buena y mala fortuna. Don Miguel asiente y responde:

Donec eris felix, multos numerabis amicos,

tempora si fuerint nubila, solus eris.6

El autor toma al punto este pasaje de Ovidio, que vierto así:

Muchos amigos tendrás / mientras que fueres dichoso,

pero en los tiempos lluviosos / muy solo te quedarás.

El amigo también le recomienda a Cervantes que acuda a veces a “la Escritura divina”, con pasajes como Ego autem dico vobis: Diligite inimicos vestros,7 que traduzco: “Mas yo a vosotros os digo: / amad a los enemigos”. Aquél le pide a Miguel de Cervantes otra cita evangélica, como De corde exeunt cogitationes malae,8 que vierto así: “Del corazón han brotado / los pensamientos malvados”. De inmediato, el amigo enumera una serie de personajes clásicos como Caco, Lamia, Laida, Flora, Medea, Calipso, Julio César y Alejandro.

Las frases célebres aconsejadas a Cervantes por tal amigo han hecho que varios clasicistas planteen la hipótesis de que este autor contó con uno o varios colaboradores eruditos. Recordemos que el interlocutor le dice a Cervantes: “Dejadme a mí el cargo de poner las anotaciones y acotaciones, que yo os voto a tal9 de llenaros las márgenes y de gastar cuatro pliegos en el fin del libro”.10 En efecto, el escritor acostumbra aprovechar para sus libros todas las sugerencias de sus compañeros, incluso los de prisión, pues el inmortal Don Quijote fue engendrado en una cárcel, “donde toda incomodidad tiene su asiento”,11 y añadió alguien acerca de un teatro: “donde todo asiento tiene su incomodidad”.12 Ahora bien, ese consejero no es el único clasicista que dialoga ingeniosamente con Don Quijote. Otro hábil interlocutor es padre de un estudiante, a continuación me referiré a él.

El Caballero del Verde Gabán

En la segunda parte de la magna novela, cierto caballero, al que Cervantes llama “del Verde Gabán”, nos sorprende cuando en pleno camino real entabla una culta conversación con Don Quijote, informando que él es el medianamente rico Diego de Miranda y que un hijo suyo lleva en Salamanca seis años cursando griego y latín.13 No se trata de un dato suelto. El caballero comienza una cátedra de literatura clásica en toda regla y afirma que ese hijo suyo

todo el día se le pasa en verificar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada, si Marcial anduvo deshonesto o no en tal epigrama, si se deben entender en una manera u otra tales versos de Virgilio. En fin, solo conversa sobre los libros de tales poetas y sobre los de Horacio, Persio, Juvenal y Tibulo […] Y no es posible hacerle estudiar la ciencia de las leyes, que yo quisiera que estudiara, ni la reina de todas, la teología (cap. II, 16).

Resumo así ese capítulo:

A Don Quijote han contado / sobre una vocación franca:

un chico que ya ha cursado / griego y latín sazonado

seis años en Salamanca.

Cervantes muestra que Don Quijote no se queda atrás en erudición clasicista. Escuchar tal enumeración de poetas clásicos le es suficiente para abrir las compuertas de su visión sobre la poesía, orientada por Horacio, pues declara que, según el Arte poética horaciana, la poesía es menos útil que deleitable.14 Don Quijote muestra su familiaridad con esa ciencia y arte, porque como si fuera un engolado catedrático asevera:

La poesía es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa15 […] Ella tiene cuidado de enriquecer […] a otras muchas doncellas que son las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella. Ella es de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá de oro purísimo.16

Don Quijote prosigue dictando con serenidad su cátedra de estética clasicista y afirma que el poeta nace, no se hace. O sea que el poeta nace poeta y sin artificio compone cosas que hacen verdadero al que dijo: Est deus in nobis, etc.17

Como si hubiera sido invitado a disertar a su placer, Don Quijote continúa:

Riña vuesa merced a su hijo, si hiciere sátiras que perjudiquen las honras ajenas. Pero si hiciere sermones a la manera de Horacio, donde reprehenda los vicios en general, como tan elegantemente él lo hizo, alábele… mas hay poetas que, a trueco de decir una malicia, se pondrán en peligro de que los destierren a las Islas del Ponto.18

Recuerdo el giro de Ovidio que traduzco así:

Esto quiero de mi amor: / que si me ama, bien se porte…

Si es infiel, lo ignore yo; / y si lo sé, no me importe.

Pues bien, ¿acaso los clasicistas no detectamos que este desfile de sabios conceptos que Cervantes va recogiendo en diversos poetas latinos es una síntesis de los temas principales que se pueden desarrollar en la carrera de Letras Clásicas, como en efecto lo hemos venido haciendo gracias a nuestra experiencia en las aulas durante medio siglo?

Las reflexiones que Cervantes pone en labios de Don Quijote, me parecen más propias de un profesor de literatura griega y latina que de un narrador de aventuras caballerescas. El Caballero del Verde Gabán, admirado, quisiera recompensar a Don Quijote por su cátedra clasicista.

Nuevos catedráticos navegantes y caminantes

Al día siguiente del homenaje por el cuarto centenario de la edición de Don Quijote de la Mancha, el anfitrión, Eulalio Ferrer, nos invitó a visitar su Museo Iconográfico del Quijote, cerca de la Universidad de Guanajuato. Allí nos mostró su cuadro favorito: el mural que le encargó al pintor Antonio Rodríguez Luna en 1973, titulado “Don Quijote en el exilio”. En él cabalga Don Quijote en un triste caballo blanco, al cual siguen la familia Ferrer y los poetas trasterrados León Felipe, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, quienes caminan, derrotados, tras las huellas de Rocinante.

https://i.pinimg.com/originals/f6/02/2e/f6022ef71868811a35505316345ed3c6.jpg

Figura 1: “Don Quijote en el exilio”, Antonio Rodríguez Luna, 1973, 

Entonces se me ocurrió esta hipótesis: ¿No habrían viajado tras las huellas de los poetas hispanos también varios humanistas como Agustín Millares Carlo y David García Bacca, quienes venían a desplegar por América las literaturas clásicas que eran su respectiva carrera?

En 1939 se fundó la carrera de Letras Clásicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por ese mismo año, dichos profesores de literatura clásica y moderna llegaron a México en el modesto barco Sinaia y de inmediato acudieron a la UNAM para saber qué posibilidades tenían de incorporarse como catedráticos de lenguas clásicas.

En ese tiempo, Francisco Larroyo era Coordinador de Humanidades y vio con agrado el proyecto que los hispanos le propusieron para integrarse como maestros de tiempo completo a la carrera recién creada en México. Estos profesores traían de España una valiente tradición de latinistas.

Todo el Quijote en latín

En 1905, Ignacio Calvo vertió buena parte del Quijote en latín macarrónico. Ese libro se difundió tanto que un profesor de canto recordó cierto pasaje de latín que tenía en mente. Tras preguntarme si había yo estudiado latín, me dijo: “¿Se acuerda de Dominus Quixotus discamiceatus?” Le contesté “y también In amore empapatus”.

En 2005, el Centro de Estudios Cervantinos de Madrid le encargó a Antonio Peral Torres la versión en latín familiar de todo el Quijote. Guardo una copia de esta amena edición, que la colega Carolina Ponce trajo de Madrid y me facilitó. La primera página comienza así:

In quodam loco Manicae regionis, cujus nominis nolo meminisse, nuper vivebat quidam fidalgus ex his de quibus fertur eos habere lanceam in repositorio, scutum antiquum, equum macrum et canem venaticum cursorem.

La carrera de Letras Clásicas

La fundación de la carrera de Letras Clásicas, en 1939, se le adjudica al doctor en Letras Mariano Silva y Aceves, quien alternaba la dirección con el doctor Balbino Dávalos. Por entonces, Francisco Larroyo, director de la Facultad, había estado becado durante tres años en una universidad alemana, donde conoció la serie universitaria llamada Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana. Los latinistas y helenistas ibéricos recién llegados se inspiraron en esa colección para imitarla y traducir en México a diversos autores clásicos.

La Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum mexicana

Los estudiosos españoles imitaron el título de la colección alemana, pero no usaron el apellido del lingüista Teubner, sino que la denominaron “mexicana”, de ahí su nombre: Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana (BSGRM).

Los hispanos alternaron sus traducciones de escritores clásicos griegos y latinos. El helenista Juan David García Bacca presentó su estudio y traducción de tres tomos con grupos de dos y tres Diálogos de Platón, que comenzó en 1944. Luego añadió el tomo I de los Elementos de Geometría, de Euclides, en el mismo año.

Como cuarto volumen, el latinista Agustín Millares Carlo publicó su versión y estudio de La conjuración de Catilina, de Salustio, en ese año.19

En quinto lugar José María Gallegos Rocafull editó el tomo I de los Tratados morales, de Séneca, también en 1944.

Juan David García Bacca publicó el cuarto tomo de los Diálogos de Platón, en 1945. En ese año Agustín Millares Carlo20 editó una nueva versión del Bellum Iugurtinum de Salustio.

El tomo décimo fue traducido por Domingo Tirado Benedí, quien presentó De agri cultura (De las cosas del campo), perteneciente a Terencio Varrón.

Luego, apareció la versión y estudio de la Poética de Aristóteles, en 1946, gracias a la prolífica pluma de David García Bacca.

Después de diez tomos elaborados por humanistas españoles, el genial traductor michoacano Alfonso Méndez Plancarte editó el primer volumen plenamente mexicano de dicha colección. Su libro más célebre fue Cuarenta Odas selectas de Horacio, publicado en 1946.

Conclusiones

Como se puede ver, por su lugar de edición la nueva serie se llamó mexicana, pero fue española si se toma en cuenta la nacionalidad de sus primeros traductores, quienes fueron grandes lectores de Don Quijote.

Cabe añadir que, cuando en 1970 conocí Madrid, pregunté en la Librería Espasa por su colección más grande de clásicos grecolatinos. Entonces me enseñaron la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, que a mi juicio más bien debería denominarse Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Hispana et Mexicana.

Concluyo diciendo que, como no hay nadie que inspire más literatura que Don Quijote, en la Plaza de España, frente al egregio obelisco donde se sienta Cervantes y ante el cual cabalga el ingenioso hidalgo con su escudero, entoné este epigrama:

Se alza con osados vuelos

Don Quijote el inmortal,

que avanza entre un rascacielos

y el propio Palacio Real.

Bibliografía

Fuentes antiguas

Horacio, Arte poética, intr., versión rítmica y notas Tarsicio Herrera Zapién, México, Universidad Nacional Autónoma de México (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1970. [ Links ]

Publio Ovidio Nasón, Fastos, libros IV-VI, intr., versión rítmica y notas José Quiñones Melgoza, México, Universidad Nacional Autónoma de México (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1986. [ Links ]

Publio Ovidio Nasón, Las tristes, intr., versión rítmica y notas José Quiñones Melgoza, México, Universidad Nacional Autónoma de México (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1987. [ Links ]

Fuentes modernas

Calero, Francisco, “Importancia del latín para entender el Quijote”, en Cultura clásica y su tradición. Balance y perspectivas clásicas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, pp. 169-214. [ Links ]

Cervantes Saavedra, Miguel de, Dominus Quixotus a Manica, versio latina ab Antonio Peral Torres, Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1998. [ Links ]

Cervantes Saavedra, Miguel de, Don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico, Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2016, 2 vols. [ Links ]

Heredia Correa, Roberto, Catálogo de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996. [ Links ]

Herrera Zapién, Tarsicio, Horacio, crisol bimilenario, ensayos, diálogos y versión métrica de diez odas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1993. [ Links ]

1La primera versión de este trabajo fue presentada durante el V Congreso Internacional de Estudios Clásicos en México, Universidad Nacional Autónoma de México, septiembre de 2017.

2Así lo expone Calero 2008, pp. 169-214.

4Esta frase no es de Horacio, sino de un traductor de Esopo.

7Mateo, V, 44.

8Mateo, XV, 19.

9Francisco Rico anota que este “Voto a tal” significa ‘Voto a Dios’. Cf. Don Quijote 2016, vol. I, “Prólogo”, p. 12.

11 Idem.

12 Idem.

14 Hor., A. P., vv. 343 s.: “Omne tulit punctum, qui miscuit utile dulci / lectorem delectando pariterque monendo”, que vierto: Todo voto se ha ganado / quien lo dulce y útil mezcla, Y al lector ha deleitado / al tiempo que lo amonesta.

15Así inicia el Arte poética: “Humano capiti cervicem pictor equinam / desinat in pescem mulier formosa superne”, que traduzco de este modo: Si un pintor pinta un caballo / bajo una humana cabeza… y acaba en negro pescado / la que era muchacha hermosa, los a mirarla invitados / sueltan la risa estruendosa.

17 Ov., Fast., VI, 5. Significa “Un dios vive en nosotros”.

18Como le sucedió a Ovidio.

19Es fluctuante la numeración de los primeros tomos de la BSGRM. Varía según los catálogos que se consulten. Roberto Heredia (1996) firma uno y otro prácticamente es anónimo.

20En 1975, mediante una carta redactada en latín, Millares Carlo me agradeció la traducción del poema que en ese entonces era la página lírica más aplaudida de ambos mundos.

Recibido: 25 de Octubre de 2017; Aprobado: 20 de Enero de 2018

Tarsicio Herrera Zapién es doctor en Letras Clásicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, e investigador en el Centro de Estudios Clásicos del Instituto de Investigaciones Filológicas. Imparte la asignatura de Tradición clásica, en la Facultad de Filosofía y Letras. Su principal línea de investigación es la poesía latina, es traductor de Horacio, Tibulo y Ovidio; ha publicado la obra completa de Francisco José Cabrera. Desde 1984 es Académico de Número de la Academia Mexicana de la Lengua, de la que ha sido Secretario general. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores.

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