SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.29 número1Sobre la democracia atenienseEspacios de la retórica (Problemas filosóficos y literarios) índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Nova tellus

versão impressa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.29 no.1 Ciudad de México  2011

 

Reseñas y notas bibliográficas

 

Nieto Ibáñez, Jesús María,1 Cristianismo y profecías de Apolo. Los oráculos paganos en la Patrística griega (siglos II-V)

 

Juan Antonio López Férez

 

Madrid, Editorial Trotta, 2010, 222 pp.

 

Recepción: 28 de marzo de 2011.
Aceptación: 29 de marzo de 2011.

 

Palabras clave: Cristianismo, apolo, oráculos paganos, patrística griega.

 

Keywords: Christianity, Apollo, pagan oracles, greek patristics.

 

El profesor Emilio Suárez de la Torre escribe el prólogo (pp. 9-11), donde señala la importancia para la cultura religiosa europea de la creencia en una comunicación directa con lo divino. Si la adivinación es una constante en todas las culturas, en Grecia antigua los poderes adivinatorios podían tener un origen prodigioso o entrar en el ámbito de Apolo. Precisamente allí sobresalen dos grandes grupos de actividades adivinatorias: las emitidas en los oráculos y las ofrecidas mediante profecías.

Desde el siglo VIII hubo dos pueblos en que el modelo oracular y profético echó profundas raíces, a saber, los griegos y los judíos, con una diferencia esencial: el politeísmo de los primeros y el monoteísmo de los segundos. En cambio, advertimos un acercamiento fundamental entre ambas religiones a partir de una figura clave dentro de la cultura griega, la Sibila, la cual, por lo demás, llegó a ser instrumento esencial de propaganda en el mundo judío. Finalmente, en el cristianismo se impuso la profecía verdadera, pues, por un lado, aquél se sustenta en la tradición profética judaica, y, por otro, es sustancialmente profecía escatológica.

En la introducción (pp. 17-22), Nieto (= N.) indica que la religión cristiana no alcanzaría su victoria hasta haber recibido el refrendo de los oráculos griegos. En época imperial las profecías griegas se cristianizaron y los antiguos profetas (Orfeo, ante todo) y la Sibila se convirtieron en instrumentos de la fe cristiana. Los siglos II-V son testigos de una fuerte tensión entre el cristianismo, que avanza poco a poco, y el paganismo, que lucha por mantenerse en pie. A la progresión del cristianismo le ayudó mucho la filosofía griega, de modo especial el neoplatonismo monoteísta, apoyado, en buena medida, en los Oráculos caldeos, textos fragmentarios del siglo II d. C. Lugar central merece, como veremos, Eusebio de Cesarea, pues su Preparación evangélica corresponde a un momento trascendental del panorama cultural y religioso, situado entre el siglo III y la época de Constantino.

El contenido del libro aparece distribuido en tres capítulos, indicados con números romanos, y subdivididos en epígrafes señalados con cifras arábigas.

 

I. Mántica pagana y profecía cristiana (pp. 23-33)

1. La profecía en el judaísmo helenístico

La práctica profética fue esencial para la relación del pueblo elegido con su Dios. Moisés es presentado como profeta, en el sentido de intérprete y transmisor de oráculos divinos. Noticias abundantes leemos en Filón de Alejandría y Flavio Josefo, así como en la literatura apócrifa judía.

2. La profecía en el cristianismo.

El cristianismo primitivo se insertó en la antigua tradición profética del judaísmo. Muestras notables de profetas y profecías encontramos en los Hechos de los Apóstoles, el Apocalipsis de Juan, la Didaché (Doctrina de los Apóstoles) y, asimismo, en numerosos escritos heterodoxos o abiertamente heréticos. En general, es el Espíritu Santo el que encarna la verdadera profecía cristiana.

Los falsos profetas, en especial Montano y sus seguidores (los montanistas) surgidos en el siglo II d. C., así como las prácticas mágicas y adivinatorias fueron condenados en sucesivos Concilios.

3. Oráculos y adivinación en los siglos I y II.

En el siglo II d. C. los santuarios de Delfos, Claros, Dídima, Dodona, Amón, Lebadea y otros muestran un verdadero auge de las prácticas adivinatorias y proféticas. Al siglo II d. C., corresponden los tres escritores mencionados a continuación.

De un lado, Plutarco, que recoge en sus obras indicios numerosos sobre la crisis de la actividad profética. Ahora bien, el polígrafo, por otro lado, nos presenta el llamado segundo florecimiento de los oráculos. El sabio de Queronea dio un paso definitivo para convertir a Apolo en un dios filosófico, como mostrarán cuatro siglos más tarde los oráculos contenidos ahora en la Teosofía de Tubinga.

Luciano, a su vez, se mostró hostil a los oráculos y prácticas adivinatorias, pues nos habla de falsos oráculos como los de Peregrino (en Pario, costa asiática de Turquía) y, ante todo, los de Alejandro (en Abonutico, Bitinia).

Por último, el filósofo cínico Enómao de Gádara, quien, en su Desenmascaramiento de los charlatanes, lanzó un alegato durísimo contra la práctica oracular.

4. La reflexión sobre la mántica en la filosofía del siglo III

Jámblico de Calcis (250-325, aproximadamente), discípulo de Porfirio, defendió en varios de sus escritos la adivinación tradicional, estableciendo hasta cinco clases de la misma, aunque en lo esencial pueden agruparse en dos: las de procedencia divina y las de origen humano.

5. Porfirio de Tiro

Este neoplatónico (234-308), discípulo de Plotino, fue un claro defensor del paganismo, de modo destacado en su De philosophia ex oraculis haurienda (Sobre la filosofía extraída de los oráculos), donde ofrecía una amplia recopilación de oráculos. De esa obra sólo nos han llegado trescientos veinticuatro versos: recoge oráculos de procedencia epigráfica y otros pronunciados en Claros, Dídima, Mileto, Delfos, etc. En los mismos, las respuestas del dios Apolo tienen verdadero carácter sagrado.

 

II. Los protagonistas de la polémica. La mántica pagana en la patrística griega (pp. 35-57)

1. La literatura apostólica

Desde los primeros autores cristianos se advierte el temor a los adivinos y charlatanes de la época. A finales del siglo I, la Didaché, y en el II, el Pastor de Hermas, insistieron en exponer el verdadero carisma profético frente a los falsos adivinos.

2. La apologética del siglo II

Entre el 120 y el 180 d. C. se sucedieron doce apologistas, de cuyas obras sólo nos ha llegado una parte. Sobresale Justino Mártir, a quien se han adjudicado algunos tratados espurios en los que se subraya la inmoralidad de los mitos y dioses griegos.

3. La profecía pagana y la herejía. Ireneo de Lyon e Hipólito de Roma.

Si de Ireneo no conservamos referencias explícitas a las profecías ni a los oráculos griegos, éstas abundan en su discípulo Hipólito, precisamente en su Refutación de todas las herejías, cuyo libro cuarto está dedicado a la magia y la astrología.

4. Clemente de Alejandría

De sus obras fue el Protréptico la más importante para la crítica del profetismo pagano. Su escrito de mayor calado, titulado Stromata (Misceláneas), ofrece oráculos de Apolo cristianizados y presenta una Pitia délfica sometida a los postulados cristianos.

5. Orígenes de Alejandría

Su tratado Contra Celso es una obra maestra de apologética cristiana en que se defienden los profetas del Antiguo Testamento: no condena la adivinación délfica, pues reconoce la omnisciencia de Apolo y lo compara con el Dios de Israel.

6. Atanasio de Alejandría

Algunas obras suyas, como Contra los gentiles y Sobre la encarnación del Verbo, contienen profundas críticas contra las profecías paganas.

7. Eusebio de Cesarea

Eusebio (235-339 d. C.) corresponde a una época en que renace la apología, género de rancia prosapia en la literatura griega. Sus dos tratados esenciales, la Preparación evangélica y la Demostración evangélica, luchan contra el paganismo y el judaísmo: en ellos, Porfirio es el autor pagano más atacado. La Preparación recoge un gran número de oráculos, muy variados por sus argumentos.

Los oráculos ofrecidos por Eusebio proceden, en su mayoría, de Porfirio y de Enómao: los del primero por su carácter teológico; los del segundo, por lo que suponen de crítica de la adivinación.

La Demostración presenta los oráculos hebreos como fuente divina y prueba de la verdad de las profecías sobre Jesús. A su vez, la Preparación, dividida en quince libros, dedica tres de ellos (IV-VI) a la polémica contra los oráculos, los cuales son refutados según los lugares en que fueron pronunciados.

8. La reflexión sobre la auténtica profecía después de Eusebio

Gregorio de Nacianzo, Gregorio de Nisa, Basilio de Cesarea, Dídimo el Ciego, Juan Crisóstomo, Sinesio de Cirene, Filostorgio, Sócrates de Constantinopla y otros varios figuran entre los que nos han transmitido noticias sobre la adivinación y la profecía, especialmente cuando muestran su afán por diferenciar la profecía verdadera de la pagana.

9. Las últimas apologías: Teodoreto de Ciro y Cirilo de Alejandría

El primero sobresalió por sus aportaciones contra los oráculos, y el segundo, por su apología contra el paganismo.

 

III. Apolo y sus oráculos en la literatura griega (pp. 59-149)

1. Aceptación y reutilización de los oráculos paganos

Los Oráculos Sibilinos, nacidos en la comunidad judía de Alejandría, son buena muestra de cómo los oráculos griegos sirvieron de propaganda a los judíos helenizados.

Por otra parte, numerosos apologetas cristianos (Pseudo-Justino, Clemente y Eusebio, entre otros) nos han transmitido oráculos de contenido bíblico, pero puestos en boca de Apolo. No faltan ocasiones en que escritores distintos interpretan un mismo oráculo de forma bastante diferente.

Además, abundaron los oráculos paganos de contenido teológico, es decir, atento a la esencia de lo divino. Efectivamente, en el siglo II, los santuarios apolíneos de Claros y Dídima difundieron muchos oráculos de ese tipo, recogidos, en parte, por los Padres cristianos, Porfirio y, luego, en la Teosofía antes señalada. En ocasiones, los apologetas cristianos adaptaron a la nueva religión monoteísta ciertos oráculos surgidos de un culto politeísta.

2. Crítica de los oráculos paganos

Juan Crisóstomo, en el siglo V, estableció una clara oposición entre profecía verdadera (la cristiana) y falsa (pagana).

A su vez, la crítica abierta de los falsos profetas, surgida entre los primeros apologetas cristianos, la advertimos en escritores como Clemente de Alejandría, Eusebio de Cesarea, Dídimo el Ciego y Teodoreto.

Un motivo de singular relieve desde el cristianismo primitivo es la de-monología, o estudio y reflexión sobre los demonios vistos como origen y causa del mal. Para numerosos autores cristianos los oráculos y los fenómenos adivinatorios proceden del diablo. N. recoge abundantes ejemplos tomados de los Padres Apostólicos, los apologetas (Justino, Taciano), Hipólito de Roma, Orígenes de Alejandría, Atanasio de Alejandría, etc.

Por su lado, la crítica severa contra Apolo, considerado simplemente cual un demon, es obra de Clemente de Alejandría.

Eusebio de Cesarea, en su selección de oráculos porfirianos, sostiene que los oráculos paganos son una manifestación demónica, al mismo tiempo que ataca sin cesar los sacrificios y las coacciones impuestas por los dioses paganos. Precisamente, para demostrar que los oráculos y profecías de los griegos proceden de démones malos, se apoya en dos tratados de Plutarco: Sobre la desaparición de los oráculos y Sobre Isis y Osiris.

A continuación, N., apoyado en abundantes testimonios, examina, en sucesivos puntos, la inspiración demónica de la Pitia; los oráculos y la idolatría, así como el culto a las estatuas; los oráculos y la astrología; los oráculos como causa de muerte; Apolo, incapaz de ayudarse a sí mismo; la ambigüedad de los oráculos; los oráculos cuando se burlan de los consultantes o no dan respuestas sobre hechos importantes; los oráculos que divinizan a poetas, atletas y tiranos.

3. El final de la mántica pagana

N. se detiene en el silencio de los démones (de la muerte de los mismos se ocuparon, entre otros, Clemente y Atanasio, ambos de Alejandría, Plutarco y Gregorio de Nacianzo); el argumento cronológico. Los cristianos y el final del paganismo (la manifestación de Cristo supuso la desaparición de los démones y oráculos); San Babilas y Apolo (cuando ese santo, tras ser martirizado, recibió sepulcro en Dafne —un suburbio de Antioquía—, el oráculo apolíneo sito en tal localidad dejó de emitir sus respuestas); Apolo y la victoria del cristianismo (desde el siglo IV las palabras de ese dios sirvieron de mensajeras del triunfo del cristianismo sobre el mundo pagano).

Conclusiones (pp. 151-156)

N. subraya que la atención prestada por autores de la talla de Eusebio de Cesarea, Gregorio de Nacianzo, Cirilo de Alejandría y Teodoreto de Ciro a los textos oraculares griegos confirma la importancia del tema de la adivinación en los siglos IV-V d. C., dentro de un mundo que conservaba fuertes lazos con la antigua religiosidad y sus expresiones oraculares.

Antología (pp. 157-185)

N. recoge ciento veinticuatro oráculos extraídos de autores patrísticos de los siglos II-V d. C, atendiendo al contexto filosófico, apologético y polémico en que se habían dado las respuestas oraculares. Esos oráculos (con la indicación precisa, en su caso, que permite localizarlos en los corpora especiales dedicados a la materia), van acompañados de traducción al español, bien, los más de ellos, obra del autor, bien tomada de otros.

Bibliografía (pp. 187-203)

Tiene dos apartados: ediciones o traducciones; estudios especiales.

Tabla cronológica (p. 205)

Indices: nombres propios; pasajes citados (pp. 2 07-221)

Estamos, sin duda, ante una obra de madurez, resultado de largos años de investigación sobre la adivinación y la profecía entre los griegos. Es una contribución interesante que recoge y valora numerosos datos, presentes, de modo disperso, en una pléyade de escritores repartidos a lo largo de cuatro siglos llenos de polémicas filosóficas, culturales y religiosas. El libro será bien recibido, no sólo por los filólogos clásicos, y, más concretamente, los helenistas, sino también, de forma especial, por los estudiosos de la patrística y la historia del cristianismo en Europa.

 

Nota

1 Catedrático de Filología Griega en la Universidad de León, España, cuenta con numerosas publicaciones, especialmente sobre Literatura judía en lengua griega, Textos cristianos y Humanismo. Dirige un Proyecto de investigación titulado "Humanistas de los siglos XVI-XVII: Tradición clásica y patrística y exégesis bíblica".

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR:

Juan Antonio López Férez, doctor en Filología clásica por la Universidad Complutense (Madrid), es profesor de Filología griega en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid), y estudioso de la literatura griega, sobre todo de Eurípides, Hipócrates y Galeno.

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons