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Nova tellus

Print version ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.27 n.1 Ciudad de México Jun. 2009

 

Reseñas y notas bibliográficas

 

Aquino López, Silvia (comp.), Lecciones helenísticas

 

María Alejandra Valdés García*

 

México, UNAM-FFyL, 2007, 298 págs.

 

* Doctora en Filología clásica e Indoeuropeo por la Universidad de Salamanca, es profesora de lengua, cultura y literatura griega y latina en la Universidad Nacional Autónoma de México, y estudiosa de la educación en la antigüedad. malva@correo.filos.unam.mx.

 

Recepción: 2 de marzo de 2009.
Aceptación: 7 de mayo de 2009.

 

Palabras clave: compilación, época helenística, Righi, helenismo, historia de la filología.

Keywords: compilation, helenism, helenistic period, history of philology, Righi.

 

Este volumen titulado Lecciones helenísticas es una acertada compilación de artículos que atañen a la historia y al mundo literario de época alejandrina bajo diversos aspectos. Se agradece que se proporcione esta serie de trabajos escritos por especialistas de este período histórico, los cuales ofrecen dos ventajas: la de contar con la facilidad de consulta de estos artículos que debido a su antigüedad no son fácilmente asequibles y la de ser presentados ahora en lengua española, pues algunos fueron compuestos originalmente en italiano o en inglés.

Los temas contenidos en ellos están agrupados en tres partes: la primera se refiere aspectos generales de la época: "La decadencia de la pólis griega", artículo escrito por Antonio Tovar, "El futuro de los estudios en el campo de la poesía helenística", por Rudolph Pfeiffer, y la "Historia de la filología clásica", por Gaetano Righi; la segunda parte está dedicada al género literario de la comedia: "La Atenas de Menandro" de Manuel Fernández-Galiano y "Menandro, hoy" de Luis Gil Fernández; la tercera y última tiene como protagonista a la poesía: "El arte juguetón de Calimaco" y "Arcadia: El descubrimiento de un nuevo paisaje espiritual", ambos bajo la autoría de Bruno Snell, "La épica helenística" por Luis Gil Fernández y "Herodas y su obra", poeta en el que es especialista nuestra compiladora, la maestra Silvia Aquino López, quien en la Facultad de Filosofía y Letras ha impartido por muchos años ya las materias de Literatura Griega III y IV, correspondiente a la literatura del período helenístico.

En la introducción de esta obra Aquino apunta la finalidad de la compilación y presenta una síntesis de cada artículo y de sus autores. Además de la propia reflexión que logra hacer el lector a través del pensamiento de los escritores, de distintas nacionalidades, este volumen tiene el interés añadido de aportar un esbozo claro y para muchos poco conocido de lo que fueron los comienzos de los estudios clásicos en México y de cómo surgió el interés por los estudios helenísticos, los cuales hallaron en Don Alfonso Reyes a su más conocido representante. También menciona nuestra autora a algunos de los estudiosos que en época más reciente se han dedicado en México a la traducción y estudio de autores alejandrinos: el profesor Arturo Ramírez Trejo, el maestro Luis Alfonso Maruri Camacho, el doctor Pedro C. Tapia Zúñiga y ella misma, entre otros.

De particular interés en Lecciones helenísticas es el artículo del profesor Gaetano Righi sobre la historia de la filología clásica,1 en el que el autor comienza cuestionando y aclarando el significado de Filología y la tarea del filólogo.

La disciplina como tal, la Filología, surgió precisamente en época helenística, puesto que se dieron las condiciones de cultura y ambiente en esa gran urbe cosmopolita que era Alejandría con su afamada biblioteca. Del filólogo, hemos de decir que es una profesión callada, mal conocida y reconocida, pero de la mayor trascendencia, pues sin ella se habrían perdido las obras clásicas de la Antigüedad y en consecuencia la herencia que han legado al mundo actual los grandes pensadores y escritores. No obstante haber sido labor de unos cuantos a lo largo de la historia, debido a su importancia, se ha visto beneficiada toda la humanidad. Cada vez que se lee a un gran autor se le "revive" y cada vez que se le comprende se "resucita" su pensamiento, ésta es la perenne vigencia de los clásicos, que sus ideas no se estancan en el preciso momento en que fueron escritas, su legado consiste en que en cada época, sea la que sea, el hombre da su interpretación y goza de su utilidad en su propio tiempo y espacio, porque el hombre siempre será el mismo, no obstante el paso de las distintas épocas.

Según expresa Righi, todos tenemos un germen de filólogos, pues todo comienza con la simple lectura de algún texto, que, una vez hecha, propicia una primera forma de interpretación. Tal es también el hecho instintivo de aprender una poesía de memoria, una frase célebre, una oración; el repaso constante de las palabras que la conforman es el comienzo de la crítica literaria o de la crítica textual.

El mérito de este escrito sobre historia de la filología consiste en formar un vínculo entre la filología y la disciplina de la historia, la cual puede ser del interés de cualquier hombre medianamente culto. A través de esta disciplina se rompe la barrera entre lo que es para los profanos la ininteligible filología, llena de evocaciones de ciencias auxiliares y términos propios, y se abre ante nosotros la perspectiva de aquella gran conocida que es la historia.

A lo largo de esa historia vemos que la filología es, ya lo dice Righi, "placer estimulante y fatiga mortificadora", pues el quehacer filológico conlleva una absoluta dedicación -más bien diría quien escribe estas líneas que una absoluta devoción-, la cual produce en muchos casos una erudición estéril que hay que evitar y transformar en interpretación, en comentario, en sacar un provecho del autor o autores que se estudian y saber transmitirlo al aprendiz en turno, pues los clásicos son una cantera de información y formación humanística; y todo lo aprendido se ve reflejado en la persona misma, en su pensamiento, en su proceder y en su conducta; en resumen, todo eso va formando parte de su "patrimonio espiritual", para usar las palabras del autor.

La historia de la filología se divide en tres etapas: antigua, medieval y moderna, y a su vez la antigua en otras tres: alejandrina o helenística, de Pérgamo y romana. La filología medieval no es considerada verdadera filología, pero la moderna puede subdividirse, de acuerdo con el campo lingüístico y étnico, en filología clásica, románica, eslava, indoeuropea, etc.

Nombre obligado de referencia para esta época es el de Aristóteles, quien tuvo a Teofrasto como alumno, y que a su vez educó a Praxífenes, profesor de Calímaco, y a Demetrio Faléreo, a instancias del cual creó el rey Ptolomeo el Museo, o templo de las Musas, y la Biblioteca de Alejandría.

La reunión de tal cantidad de obras literarias en una biblioteca de esa magnitud, 490 000 volúmenes, según se piensa, tuvo que dar como resultado el nacimiento de la disciplina filológica. Calímaco fue el redactor del primer catálogo de escritores griegos, lo cual ya fue inicio para una historia de la literatura griega; pero hubo entonces también, gracias a estos centros de estudio, el florecimiento de muchas de las ciencias: matemáticas, física, historia natural, medicina, etc. Ante tales avances se ha visto a la época alejandrina no como la decadencia de la pólis clásica, sino como su consecuencia lógica, ya que el universalismo de entonces lo había facilitado la comunicación en griego común o koiné.

Las competencias de los estudiosos alejandrinos comprendían varias ciencias, pero su coronamiento lo lograban llevando a cabo la edición de algún escritor antiguo, sobre todo de algún poeta de los contenidos en el canon. El catálogo de Calímaco sirvió como base para el denominado canon alejandrino; algunos de los escritores incluidos en ese listado eran Homero, Simónides, Sófocles, Aristófanes, Menandro, Calímaco, Píndaro, Heródoto, Demóstenes y un largo etcétera.

El primer bibliotecario de la biblioteca de Alejandría fue Zenódoto de Éfeso (340-265 a. C.). Fue el primero en realizar una edición crítica de la Ilíada y la Odisea dividiéndolos en 24 libros o cantos, para lo cual utilizó respectivamente las letras mayúsculas y minúsculas del alfabeto griego, división aún vigente. Sabemos que en la dirección de la biblioteca le sucedieron Calímaco, Eratóstenes, Aristófanes de Bizancio y Aristarco, siendo Eratóstenes acaso el más polifacético, además de haber sido quien primeramente se denominó a sí mismo filólogo en el sentido de "amante de los muchos aspectos de la cultura". A Aristófanes de Bizancio tampoco hay que restar méritos, pues sus aportaciones a la filología fueron definitivas: continuó el catálogo de escritores griegos comenzado por Calímaco, se ocupó con criterio en cuestiones de léxico, ortografía y prosodia y señaló gráficamente la división en estrofas de las obras de los poetas líricos, las tragedias y las comedias que anteriormente se escribían sin separaciones. Estos ejemplos dejan claro que fueron los alejandrinos quienes legaron los estables fundamentos en que se basa la filología.

Quien introdujo en Roma el gusto por la filología fue Crates de Malo, de la escuela filológica de Pérgamo, siguiéndole Tiranión, discípulo del famoso gramático Dionisio Tracio, y Apolodoro, pero puede decirse que la filología auténticamente romana se lleva a cabo con Elio Estilón, maestro de Varrón, siendo este último quien diera a los romanos la conciencia histórica de sí mismos; por lo demás, no hubo entre los romanos novedades en el campo de la filología.

Finalmente quiero recordar que dentro de la división ya mencionada de la filología moderna por campos lingüísticos y étnicos, la filología clásica sigue siendo paradigma de las demás. En cualquier lugar del mundo se tiene la ventaja de consultar a los autores clásicos en las ediciones canónicas impresas por Oxford o Teubner, por mencionar algunas, mientras que, por poner un ejemplo, para un autor hispano de la importancia de Francisco de Quevedo, no se tiene la misma facilidad, debe uno llevar siempre consigo la edición elegida a falta de la existencia de ediciones universales confiables y reconocidas como las existentes para los clásicos grecolatinos.

Agradezco a la autora de Lecciones helenísticas, con quien comparto intereses académicos, que haya brindado a alumnos y profesores la facilidad de consulta de este material para el curso de literatura de época alejandrina.

 

Nota

1 Silvia Aquino, Lecciones helenísticas, pp. 65-128.         [ Links ]

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