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Nova tellus

versión impresa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.27 no.1 Ciudad de México jun. 2009

 

Reseñas y notas bibliográficas

 

Méndez Aguirre, Víctor Hugo, La diferencia sexual en los diálogos de Platón (Antropología filosófica de la utopía)

 

María Rosa Palazón Mayoral*

 

México, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM (Colección de Bolsillo, 34), 2008, 100 págs.

 

* Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, profesora de Filosofía de la Historia y del Seminario de Estética en el Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras, investigadora del Centro de Estudios Literarios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas. Coordina la edición de las Obras de José Joaquín Fernández de Lizardi. mpalazoa@yahoo.com.

 

Recepción: 20 de febrero de 2009.
Aceptación: 13 de abril de 2009.

 

Palabras clave: feminismo, Platón, sexualidad, utopía.

Keywords: feminism, Plato, sexuality, utopy.

 

Introducción

Imaginemos un torbellino en el mar. En el fondo se encuentra Platón y su personaje Sócrates, predicando que aborrecen los mitos, dejándolos plantados en sus textos sin mayores explicaciones. En la siguiente línea de la espiral está Ute Schmidt, un pez reluciente que traduce aquellos textos. En el siguiente tramo se encuentra Víctor Hugo Méndez Aguirre, pez de boca sonriente que busca y rebusca en las etimologías griegas y registra los enunciados feministas del Sócrates-platónico (el fantasma de Graciela Hierro, fundadora del Centro de Estudios sobre el Género, se asoma con una cota de malla que atenúa las embestidas misóginas de los lectores). Yo, más arriba, intento dialogar con los ecos de este libro, que invita a pensar hasta la neuralgia. Comenzaré con los antecedentes o preliminares de esta obra y lo seguiré en forma de preguntas.

Igualdad andrógina. Cabe postular una teórica igualdad genérica en los orígenes, en los tiempos oscuros de los que se escriben sendas historias con una buena dosis de imaginación. En aquella época remota los seres humanos pudieron convivir en una igualdad genérica, supone Riane Eisler en El cálice y la espada.1 Encuentro otro apoyo a esta hipótesis en mitos que le dan verosimilitud. Por ejemplo, en El Génesis se lee: "Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra [...]: crióles varón y hembra (Gn. 1-26)". Echóles Dios su bendición, y dijo: Creced y multiplicaos y henchid la tierra, y enseñoraos de ella, y dominad a los peces en el mar, y a las aves del cielo, y a todos los animales que se mueven sobre la tierra (Gn. 1, 26-28). Y vio Dios que las cosas que habían hecho eran en gran manera buenas (Gn. 1-31). En el Tratado de historia de las religiones, Mircea Eliade plantea que los opuestos son unidos en una andrógina unidad primigenia.2

Primera duda: ¿la androginia es una huella de tal igualdad? ¿Por qué el Dios de esta tradición era un andrógino?, ¿la división de sexos es un asunto divino, no humano? Dios, la primera causa, en cuanto a los hechos postulados, y última en la explicación u orden de los razonamientos, no tuvo envidia fálica o de poder, ni envidia vaginal o de procreación que, al parecer, se escapó a Freud, no a las narraciones illo tempore.3 Quizá la impronta de esta androginia además de encaminarse por terrenos sexuales, transita por la concesión platónica de que las virtudes son un asunto "andrógino".4 ¿El feminismo presupone la misoginia?, ¿es posterior a la propuesta imaginaria de la androginia?

Hijas de hombre. Segunda duda. ¿Los mitos de la etapa patriarcal se sobrepusieron a los de la igualdad, o esto sólo es un malentendido porque falta la completa trama primitiva de aquellos asomos quizá involuntarios a la igualdad?, o ¿por conservar las palabras de los viejos se encimaron los relatos incoactivos? Así, en la Biblia aparece en Gn. 2 este otro relato patriarcal, o su fragmento: había plantado el Señor Dios un jardín delicioso (Gn. 2, 15).5 Tomó al hombre y lo colocó en ese paraíso de delicias, permitiéndole comer todos los frutos, excepto el del bien y el mal, bajo la amenaza de que convertiría a su especie en mortal (Gn. 15-17). Y aquí aparece la contradicción: después de haber descansado el séptimo día, Dios pensó que no era bueno que Adán estuviera solo y procedió a entregarle una ayuda y compañía (Gn. 21): lo duerme, le quita una costilla (símbolo fálico) y llena de carne aquel vacío (Gn. 2, 23); por ser hueso de los huesos y carne de la carne del varón, a la costilla la llamó "varona".

Adán y Eva comieron del árbol y conocieron el bien y el mal (Gn. 3, 6). Ha nacido el ser humano como ser ético. Aunque, desde el ángulo feminista, sigue el relato, Dios amenaza y cumple: "Yo pondré enemistad entre tú y la mujer" (Gn. 3-16). Al buen Adán se le multiplican los trabajos, la fatiga para obtener el alimento (Gn. 3 17-18), y a Eva, la vida o madre de los vivientes (Gn. 3-20), las preñeces y los dolores de parto, amén de quedar bajo la potestad y el mando de su marido (Gn. 3-17). La indisoluble igualdad primigenia de lo masculino y lo femenino es rota. En otro mito aparece otro testimonio en esta dirección, a saber, la de ser hija de hombre. Zeus, cuando, hembra prudente, estaba a punto de parir Metis, Zeus la devoró y adquirió así la condición de hermafrodita prudente, y parió por la cabeza a la ojizarca Atenea (Timeo 91d). ¿Platón acepta la ideología patriarcal cuando dice que la mujer, más débil físicamente, pare y el hombre procrea?

Hebreos, griegos y babilónicos negaron que la mujer sea la procreadora original: es hija de varón. De nuevo la oralidad nos mete en callejones aparentemente sin salida: ¿en una versión primigenia Metis parió a Atenea?, ¿el hombre más sublime, Zeus, es capaz de parir igual que el primer hombre bíblico? En Atenea se descubren los recovecos ambiguos y contradictorios de la misoginia: obstinada en mantener su virginidad, como Ártemis y Hestia, representa la masculinidad, apunta Méndez. Confrontar a un andrógino en cuerpo de hembra molestó tanto a Ares que le espetó a Zeus que ha parido una hija insufrible,6 metida en las guerras (aunque, matiza Víctor Hugo Méndez, gustaba de tejer y otras faenas a la sazón femeninas). ¿Contradicciones del feminismo griego? ¿El hombre-mujer divino es básicamente macho o hembra? ¿O en qué momento se identificó con el Padre (mítico)?

Un nuevo ejemplo de mujer creada por varón, en este caso manualmente, es la virgen Pandora, "don de todos". Sin embargo, Afrodita la hace irresistiblemente bella de cuerpo y de cara -hermosa virgen semejante a Dios-;7 pero con deseos nefastos. Hermes le otorga la curiosidad, la simulación, la mentira, la astucia y la facilidad de palabra, "unidad indisoluble de bella apariencia y esencia maligna",8 prototipo de mujer, una calamidad, que acompaña a su pareja en la bonanza y la abandona en la pobreza; un zángano, que se alimenta con el trabajo ajeno, si bien indispensable para la reproducción de la especie.

La ambigüedad misógina. La representante más pura de la creatividad de la especie es Démeter, divinidad ctónica, o la madre tierra. Ártemis, la virginidad agreste es su opuesta en el caso de la desertificación, y su equivalente cuando gesta plantas y flores silvestres. La tierra se equipara con la matriz y viceversa. ¿La figura de Pandora es la Démeter originaria? Méndez Aguirre lo aventura siguiendo a Patricia Marqueardt -"la visión antigua de Hesíodo sobre la mujer"-.9 Lo cierto es que los misterios de Eleusis se celebraban en honor de Démeter.

¿Tales mitos son un juego de pensamientos simbólicos o falsedades en cuanto a las prácticas sociales? Otros discursos favorecen a la mujer como madre. Desde Homero y Hesíodo los dioses son inmortales; el mortal ser humano sólo se le aproxima mediante la creación. Démeter, la madre tierra, es el símbolo de esta capacidad de generar. Recordemos además que cuando, indirectamente, Hefesto eyacula en el muslo de Atenea, ella recoge el semen en un copo de lana, lo tira a la tierra y nace Erecteos.

La mala y necesaria mujer. Es imposible que el varón evada a las hembras porque se acabaría la humanidad. Las mujeres han cedido a los hombres el espacio y el discurso público a cambio de seguir como ombligo de la familia. ¿Existe una mujer que se respeta públicamente como madre de cada sujeto y madre de la progenie? ¿Cómo centro familiar es, después de todo, una alegría, un don, porque la androginia es una versión teológica, no histórica ni biológica, sí entrañablemente simbólica? ¿La mujer es madre de la humanidad, como lo había sido la madre tierra en las cuatro "razas" anteriores, según otro relato hesiódico? En El Banquete platónico, Diótima precisa que la diferencia de sexos es indispensable para la permanencia de la especie, para su descendencia. La aterrante Medea, ¿cometió el filicidio en estado psíquico normal, en un momento de conciencia plana? Medea es un terror en este sentido.

Más tarde o quizá en paralelo detecto una evolución histórica profunda hacia la organización patriarcal que muestra la envidia masculina a la maternidad. La paternidad hasta fechas recientes ha sido un acto de fe en sociedades donde rige la promiscuidad y el engaño. Estoy pensando en los discursos, en mi opinión de tipo patriarcal, donde poco o nada tuvo que ver la mujer, salvo cuando alguna representó los valores masculinos como Atenea. ¿Me equivoco? ¿Qué dosis de historia falta a este razonamiento?

Mujer e influencia pública. Si la mujer aceptó, en aquella situación primigenia más igualitaria, cambiar el papel público por el privado, ¿hizo un trueque desfavorable? Posiblemente no se juzgó de esta manera en los principios de los tiempos. La mujer se encargó de la familia como ama de casa, siendo la familia el núcleo de la organización social más amplia, que definimos sobre esta misma base familiarizante mediante la madre y el padre míticos y los seculares. La etimología de natus, nationis, camada o hermandad y natus, nacido, revela que nos hemos reconocido como un "ser con" o sociales a partir de relaciones parentales, a saber, por medio de "la madre tierra" y del Dios padre, según esto, los miembros de la fratría o comunidad mantienen entre sí relaciones cercanas de tipo centrípeto en el tejido social, es decir, las mantienen gracias al amor fraterno. A lo largo de los años, tal hermandad rebasa la estricta familia nuclear hacia la extensa, basada también en y por principios en el amor, en Eros: complementariedad indispensable en una especie social por naturaleza y cultura.

También potencialmente de modo generalizado sobreviene el amor espontáneo, desinteresado, que hermana a partir de unas formas de vida. No es de extrañar que Clarissa Pinkola haya titulado el capítulo 6 de su versión sobre el patito feo:10 "El hallazgo de la manada: La dicha de la pertenencia".

El silencio. Otra estrategia de la dominación obliga a la mujer a guardar silencio. En aforismo de Lacan,11 la mujer no existe, sólo forma parte de los famulus o esclavos al servicio del amo, forma parte de un conjunto anónimo. La preponderancia fálica no niega que existe la mujer, sino que, como hija de hombre, funciona como su esclava. El silencio la acompaña cuando lo sirve.12 No reconocida en las ciencias, las artes y en grado menor en las Letras, vaga con el estigma de ser lo maléfico y, quizá, lo cósico que se maltrata porque su existencia y su valor se niega mediante el silencio. Pasiva dentro de una sociedad patriarcal (¿en menor grado la campesina?), ha vivido hasta fechas recientes de las labores productivas (admitidas socio-económicamente) del marido.

Ahora bien, la opresión genera respuestas defensivas no especialmente positivas. Las no reconocidas socialmente féminas son el fantasma que ejerce lo que Jacques Lacan denomina el "maternaje", un dominio indirecto (a veces no consciente) bajo la convicción, asimilada a fuerza de discursos, de que es un ser degradado. Se le ha impuesto la convicción de estar castrada. Dije dominio "indirecto" debido a que la mujer obedece al sentimiento de haber sido emasculada, de que su minus-valor amerita tutelaje para devenir un modelo de callada ternura, de pureza, castidad, y esto dice que es un complemento infantilizado que aligera las cargas del trabajo masculino.13 La mujer que no interviene silenciosamente en la vida, cuando se rebela, es catalogada como loca a-normal, y si es culta, ridícula "mujer sabia" como las que "retrató" Molière. Los casos excepcionales, los que admiran su mente, han masculinizado a la mujer.14

La pérdida de presencia en el discurso público (la ciudadana). En general, los libros de historia de cualquier rama del saber hablan de hombres valiosos, no de mujeres. Tal es el "falogocentrismo". Incluso el silencio femenino y sobre lo femenino sacó a las mujeres de la vida social en desarrollo, aunque hayan sido un centro indirectamente muy influyente en los hijos, en el marido y, por ende, en la vida pública.

Si en tiempos inmemoriales hubo una situación de igualdad, las mujeres paridas debieron quedarse cerca del hogar para atender a sus crías, aunque no dudo que las aldeanas, ayudadas por otras aldeanas débiles o viejas, siguieran con sus labores agrícolas y al cuidado de animales domesticados (carne fresca en cercanía o en la misma cueva o tienda de campaña, como el toro y la mula que calentaron a Jesucristo, según otro relato bíblico). ¿Qué papel jugó el género femenino en la invención de la agricultura? Tal vez en numerosos lugares (no en todos) la reversión de la posible igualdad primigenia surgió cuando las poblaciones bajaron a las poleis. Entonces las viejas, las recién paridas, las madres de pequeños y otras mujeres quedaron prácticamente en el encierro. Cierto, hubo faraonas, reinas rojas, y en los mares del sur permanecieron las gobernantes hasta que esas prebendas fueron aplastadas por la "civilización".

El dominio tutoral. No es de extrañar que ya convertidas en la virgen Hestia, ciudadana domesticada, una suerte de Vesta hogareña, que Platón alaba en el Timeo y el Cratilo, las diosas del fuego, las posteriores cenicientas de los cuentos fantásticos, tomaran conciencia de la pifia, a saber, no haber compartido los espacios y discursos públicos. Exclusividad que generó un montón de anomias o enfermedades sociales: las mujeres debían permanecer ocultas y calladas, porque si usaban el lenguaje, serían capaces de fundar normas adversas al orden vigente en las ciudades.

Ya metidas en ámbitos cerrados, el pater griego, se dedicó a trabajar, a divertirse y a compartir los discursos en el ágora y las orgías y las tertulias... Clarissa Pinkola Estés, escritora húngara, afirma: la madre pata dice que "el muy bribón del padre de estos patitos no ha venido a verme ni una sola vez".15

Hasta bien entrado el siglo pasado, el padre era el sustento monetario y la ausencia más o menos notoria. La división sexual del trabajo implicó que la madre transmitiera a su descendencia la religión o religación, las normas, el ethos y las costumbres de cualquier índole. El papel del hombre era el de teórico dominante (de domus, casa, dominator, dominador y dominium, derecho del amo o señor), a quien debían obedecer las miles de Evas domesticadas, lo cual, bien lo sabemos, ha sido una tragedia (con su dosis de farsa) sobre la sumisión; la esposa guarda silencio ante el Señor porque si un hijo (como Hefesto) toma el partido de su madre (Hera) contra su padre (Zeus) puede ser lastimado (hacerlo cojo) y echado de su hogar (del Monte Olimpo, entre otros sitios).

¿La mujer rica tuvo una posición menos incómoda que la pobre? Según esta ideología ambas necesitan de tutor. Habría que Escuchar a Aristóteles; así como la emotividad distorsiona la facultad deliberativa de que carece el esclavo, tal facultad es ineficaz en las mujeres.16

El Olimpo era la versión exagerada de algunas prácticas sociales: Zeus engañó tantas veces a Hera que hasta los más eruditos pierden la cuenta. El elenco de Afrodita, Démeter, Hera, Atenea y Ártemis, ejemplos de monogamia, simbolizan, en esta faceta, qué debería haberse hecho y no los engaños, los incestos, la promiscuidad y la venganza aderezada con celos y competencias que hubo en la Grecia clásica.

La histeria. La mujer necesita tutor porque lo muestra un altero de sintomatologías femeninas, que diagnosticaron un cúmulo de autores, según rememora Víctor Hugo Méndez. Los tratados médicos, con su ética, antropología filosófica y filosofía política dominante, que ahora conocemos con el nombre de Hipócrates, aplastaron al cuerpo femenino, dice Méndez. Fedra ejemplifica magistralmente los deseos libidinosos sin freno. La docta ciencia hipocrática de antaño sostenía que en el lado zurdo de la matriz evoluciona el feto femenino, esto es, en el lado del mal. Añadían: las mujeres están hechas para copular y parir, o se derrumban en la histeria, enfermedad de la matriz vagabunda, de las vírgenes con muchos años encima y de las viudas jóvenes. La histeria pasa del corazón, a la cabeza, a los pies, a las piernas, a la cadera, al ano, a la vejiga y prácticamente se expande por cualquier sitio del cuerpo, provocando que las mujeres abstemias sean propensas al suicidio y al asesinato debido esto a la intoxicación que les provoca la sangre menstrual. El coito y el embarazo (sin engaños al marido, por supuesto) eran la solución médico-social para las vestales de entonces, medidas que "justificaban ideológicamente la estructura patriarcal de las poleis griegas".17 En suma, lo femenino (thele, pezón), está en flor (tethelenai) cuando se lo riega seguido, según informa Víctor Hugo Méndez.

El travestismo. ¿Cómo podía la mujer escapar de las cenizas del hogar? Méndez registra que para asistir a la Academia, Axiotea se vestía de hombre. También existe el romance sobre la doncella guerrera y hasta sabemos que, tal vez, existió la, negada por la Iglesia, papisa Juana, de quien se dijo que murió de parto en la calle.18 Sean personajes reales o ficticios, o meras fabulaciones (como la de sor Juana Inés de disfrazarse de varón para acceder a la educación superior), es factible pensar que las mujeres han sido las campeonas históricas del travestismo, o que por lo menos lo ejercieron algunas.

Por un extraño motivo no cambiamos la condición de ser centro de la familia por la vida laboral pública hasta eras recientes. Al dejarnos aplastar por los estigmas teóricos y prácticos, en los cuales posiblemente influyó, repito, la organización en ciudades (no aldeas) y las distintas religiones, ¿hubo culpa femenina? ¿Por qué colectivamente tardamos milenios soportando el ejemplo de las simbólicas Pandora y Eva, mujeres truculentas y culpables de penas mundanas descomunales? Hasta tiempos recientes, en su mayoría obligadas a trabajar después de las Dos Guerras Mundiales del siglo pasado (quiero mencionar a las sufragistas, no tanto por su cantidad y peso en la liberación, sino por su valentía), las miembros del género femenino comienzan a hermanarse en la resistencia contra las agresiones de una milenaria historia represiva.

Por desgracia, aún abundan las misóginas; funcionan como siervas que atribuyen al señor la humanidad que se niega a sí mismas. En fin, todavía, aunque en grado menor, el varón domina con prepotencia e inculpa a su pareja de los males. Gimoteando su papel de víctima, las mujeres aún no han descrito suficientemente sus enfermedades psíquicas.19 El contra-discurso podría ser diáfano a favor de la negación de la identidad sexual y genérica; por ejemplo, cuando Tiresias mató a dos serpientes, símbolos fálicos que copulaban, cambió de macho a hembra. Por su parte, Afrodita, la feminidad, es un pilar cuadrado que remata en una cabeza fálica erecta.20

La virtud del conocimiento. Ricas contra pobres. El Sócrates platónico que, al modo órfico, tanto despreció el cuerpo, reconoce el error de los prejuicios que asocian a la mujer con la maldad. Su ecuación es: el mal es resultado de la ignorancia; y, por inversa lógica, el conocimiento es virtud. Ambas paradojas socráticas, que forman parte de la ética platónica, desembocan en que existen mujeres sabias que poseen las virtudes cardinales: sabiduría, justicia, templanza, valentía y piedad.21

El alma asexuada. Las loas platónicas de las mujeres me azoran. En este contexto entra la muerte: el alma, dice Platón (Menón) es inmortal y carece de sexo. Con los órficos, Sócrates dice que el cuerpo (soma) es la tumba (sema) del alma (Fedón), una mezcla de elementos racionales entorpecidos por elementos concupiscibles e irascibles (Fedro),22 (los hedonistas, sentencia Platón, no miden las consecuencias dolorosas de una entrega ciega a los placeres inmediatos: Protágoras, 357 d-e).

Una vez liberado el ser humano del estorbo material, la inmortalidad iguala a hombres y mujeres. Incluso en su reencarnación será indiferente en cuanto al sexo. Sócrates está convencido de que en el Hades dialogará con gente de ambos sexos. Al actualizarse el conocimiento de las ideas (innatas) se diviniza el individuo, conquista la excelencia moral e intelectual. En La República, Platón imagina un futuro de educación igualitaria entre personas libres y cultas ¿en el Hades o en el mundo? Tampoco en el Timeo considera inferiores a las mujeres. ¿Platón salva a su madre Perictone (quizá una mujer de las que aún podían congregarse en las sectas pitagóricas, a quien se atribuye el tratado Sobre la armonía), y, además, salva a la hija de Eurípides, a Diótima, y a las anónimas mujeres unidas por el pitagorismo? Pero, en definitiva, mientras no se llegue a un futuro no nato de enseñanza igualitaria, las salva muertas: ¿la muerte es un puente imaginario entre fases sociales, o una realidad donde el género no parece un problema social?

Pregunto, ¿en la etapa platónica, cuántas mujeres eran libres y cultas? ¿El feminismo fue influido por las clases, y tomó diferentes deformaciones clasistas? De esto no pudo salvarse nuestro filósofo. Creo que, en contra del platónico Víctor Hugo Méndez, aquellos tiempos estuvieron bajo las cosmovisiones esclavistas (es verdad que, con las respectivas variaciones de sistemas, algunas aún perduran). ¿El alma readquiere en plenitud los conocimientos al morir? ¿O en el Hades también las almas de los esclavos, hombres y mujeres, merecen ser infamadas por incultas y faltas de virtud? Aparentemente no, pero tampoco veo un sí contundente.

El disfraz. Además, ¿si en el Hades las almas son asexuadas, qué clase de defensa feminista es ésta? Cuando no se es hombre ni mujer, la lucha por la causa genérica resulta indiferente. Éste es un asunto que ratifica la siguiente proposición de Víctor Hugo Méndez: la misoginia siempre ha sido un asunto equívoco. De acuerdo con mi hermenéutica, Platón se acerca y escapa a todo correr del feminismo. Faltaban muchos siglos para que las mujeres iniciaran la revolución genérica actual, deshaciéndose de los disfraces de hembra afanosa y obediente. ¿Se ha liberado o se ha incrementado el disfraz de género? Una pregunta más, ¿el equívoco no es huella y conciencia soterrada de que los géneros somos iguales y complementarios en nuestras diferencias?, ¿no encontramos a cada paso las huella y la conciencia de que el dominio patriarcal ha tropezado siempre con su propio disfraz?

Felicidades Víctor Hugo Méndez. No puedo seguir. Me ahoga este mar de sabiduría. Tanto me concierne que me hace reflexionar hasta la migraña.

 

Notas

1 Riane Eisler, The Chalice and the Blade, San Francisco, Harper & Row, 1988.         [ Links ]

2 Mircea Eliade, Traité d' histoire comparée des religions, Paris, Payot. 1959.         [ Links ]

3 Sobre este tema véase Karen Horney, La personalidad neurótica de nuestro tiempo, trad. Ludovico Rosenthal, México, Planeta (Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo), 1985.         [ Links ]

4 Víctor Hugo Méndez Aguirre, La diferencia sexual en los diálogos de Platón, p. 87.         [ Links ]

5 Sagrada Biblia, trad. de la Vulgata José Miguel Petisco, disposición y publicación de Félix Torres Amat, Madrid, Apostolado de la Prensa, 1950.         [ Links ]

6 Víctor Hugo Méndez Aguirre, ibid., p. 17.

7 Ibid., p. 23.

8 Hesíodo, Los trabajos y los días., versión rítmica y notas de Paola Vianello de Córdova, México, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1980 (2a. ed.), p. XXX.         [ Links ]

9 Méndez Aguirre, ibid., p. 23.

10 Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos. Mitos y cuentos del arquetipo de la mujer salvaje, New York, Vintage Books, 2000.         [ Links ]

11 Jacques Lacan, Escritos 2, traducción de Tomás Segovia y A. Suárez, revisada por Juan David Nasio y Armando Suárez, México, Siglo XXI Editores, 1984 (12a. ed. corregida y aumentada).         [ Links ]

12 Catherine Clément, Vida y leyendas de Jacques Lacan, traducción de Joaquín Jordá, Barcelona, Anagrama, 1981.         [ Links ]

13 María Rosa Palazón Mayoral, "La mujer no existe: hay que inventarla", Perspectivas feministas (antología), prólogo de Graciela Hierro, Puebla, BUAP, 1993, pp. 64-71.         [ Links ] La reacción lésbica la analiza Judith Buttler, Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity, New York, Routledge (Thinking Gender), 1990.         [ Links ]

14 Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, New York, Routledge, 1990.

15 Clarissa Pinkola Estés, ibid., p. 235.

16 V. H. Méndez Aguirre, p. 90.

17 V. H. Méndez Aguirre, ibid., p. 38.

18 Así lo sostuvo Juan Antonio Llorente, canónigo y vicario general de Calahorra y secretario de la Inquisición, en Portraits politiques des papes. Versión que reproduce José Joaquín Fernández de Lizardi en Obras VI-Periódicos. El Correo Semanario de México, investigación, edición, prólogo y notas de María Rosa Palazón, México, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM (Nueva Biblioteca Mexicana, 40), 1975, pp. 247-253.         [ Links ]

19 Susan A. Speer, Gender Talk: Feminist Discourse and Conversation Analysis, Hove, Routledge, 1990.         [ Links ]

20 V. H. Méndez, ibid., p. 26.

21 Ibid., p. 84.

22 Ibid., p. 90.

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