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Nova tellus

versión impresa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.27 no.1 Ciudad de México jun. 2009

 

Artículos

 

Algunas notas de Galeno sobre la enseñanza y el aprendizaje de la medicina1

 

Juan Antonio López Férez

 

Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid. jalferez@flog.uned.es.

 

Recepción: 24 de marzo de 2009.
Aceptación: 20 de mayo de 2009.

 

Resumen

Galeno es una fuente de extraordinario valor para la Historia de la Medicina por los abundantes detalles que ofrece sobre la enseñanza y el aprendizaje de la medicina tanto en épocas pretéritas como en sus propios días. Entre numerosos datos destacamos sus testimonios sobre la medicina hipocrática, sus notas críticas acerca de algunos médicos anteriores, su juicio sobre los médicos alejandrinos contemporáneos, las referencias a sus propios maestros de medicina, sus indicaciones a propósito de cómo él mismo enseñaba medicina, sus notas generales sobre la enseñanza y el aprendizaje de la medicina en su época.

Palabras clave: aprendizaje, enseñanza, Galeno, medicina.

 

Abstract

Galen is a source of special value for the History of Medicine by offering abundant details about the teaching and learning of medicine both in the past and in his lifetime. Among numerous data we underline his testimonies about the Hippocratic medicine, his criticism about some earlier doctors, his opinion on contemporary Alexandrine medicine, his references to his own teachers of medicine, his indications about how he taught medicine, his general notes on the teaching and learning of medicine in his own time.

Keywords: Galen, learning, medicin, teaching.

 

A la memoria de Antonio López Eire.

 

Galeno (c. 129/30-200 d. C.) es una fuente de extraordinario valor para la Historia de la Medicina por los numerosos datos que ofrece sobre la enseñanza y el aprendizaje de tal disciplina, tanto en épocas pretéritas como en sus propios días.

Dentro de la enorme producción literaria del médico de Pérgamo he seleccionado unos cuantos ejemplos que me han parecido especialmente significativos. En general, me he concentrado en dos familias léxicas: la de y la de , pues era un campo que había trabajado anteriormente de modo parcial.2

 

1. La medicina hipocrática

Aludiré brevemente a la importancia de la medicina hipocrática en la formación médica de Galeno. En los siguientes apartados me centraré, en la medida de lo posible, en las alusiones galénicas a la enseñanza y aprendizaje de la medicina en sus propios días.

a. El médico de Pérgamo valora positivamente las enseñanzas de Hipócrates y destaca la importancia de los universales en los escritos hipocráticos. Veamos algunos ejemplos entre muchos:

También esa frase tiene una implicación de muchos síntomas que no se presentan en cualquier persona enferma, por lo que también son inútiles las cosas escritas de ese modo, cuando la enseñanza útil se produce por medio de los casos universales, como Hipócrates suele hacer... 3

También queda dicho antes por mí que la enseñanza de la teoría médica es llevada a cabo por Hipócrates mediante universales en todos los libros auténticos, ocupándose también él, a veces, de algunos casos particulares por dar un ejemplo y para claridad de los que aprenden.4

Efectivamente, como veremos más abajo, nuestro autor dio gran importancia a la enseñanza y aprendizaje de los universales dentro de los estudios médicos.

b. Ahora bien, nuestro médico afirma que en el Pronóstico no se aplica esa norma didáctica:

La enseñanza realizada por el hombre que escribió el Pronóstico se ha demostrado ya muchas veces que no contiene lo universal salvo en raras ocasiones, apartándose también de la explicación exacta por elementos particulares tal como está escrita respecto a los enfermos de las Epidemias...5

No obstante, Galeno observa que, incluso dentro de tal tratado, hay algunas excepciones: "Aunque en lo referente a los días tuvo el Pronóstico una enseñanza de lo universal".6

c. Nuestro autor quiere aportar claridad a ciertos escritos hipocráticos que, según él, contienen una "enseñanza" o "doctrina" algo confusa y oscura. El autor de Pérgamo, en algún caso, da un rodeo evitando aludir a su propia persona:

Pero para quien ha aprendido de él (sc. Hipócrates) de modo sesgado y desordenado y ha dedicado toda su vida al ejercicio aprendido a partir de las obras, no le es imposible añadir claridad y orden a su enseñanza. Y, si fuera posible hacerlo valiéndose de muchos libros, es evidente cuánta será la exuberancia de claridad de las cosas enseñadas.7

Ahora bien, en general, es más directo e incisivo:

Pero nosotros, esforzándonos mediante una enseñanza clara en enseñar lo dicho por él de modo nada claro, comenzaremos la explicación.8

Y, en otro lugar:

Por tanto yo siempre delimito las cosas dichas en el libro de modo indefinido, pues van a perjudicar a quienes las lean. La doctrina que llega a ser indefinida para los comentaristas perjudica más que beneficia a los jóvenes. Pues creen que la virtud del comentario es coincidir con lo escrito de cualquier modo, aunque resulte evidentemente falso. Y si hacen eso con celo en los casos evidentes, mucho más en los oscuros, sin importarles nada la verdad.9

d. Los Aforismos, tanto por su contenido como por su especial estructura formal, ocupan un lugar preferente en los comentarios galénicos a propósito de la enseñanza. Veamos unos ejemplos:

• Pues bien, cuantos afirman que se ha ofrecido en el proemio la causa o del modo de enseñanza o del uso de los escritos en conjunto, ésos, me parece, tienen una opinión mejor que los demás. Pues aforística es la forma de enseñanza, la cual es definir, con brevísimas palabras, todas las peculiaridades del asunto: utilísima para quien quiere enseñar un arte largo en tiempo breve.10

• Y es útil dejar escritos especialmente breves y aforísticos. Pues para el primer aprendizaje y para memoria de lo que uno aprendió en su beneficio y para recuerdo de lo que uno olvidó tras eso, tal tipo de enseñanza es útil.11

• Pues bien, Hipócrates, una vez que se propuso en este libro (sc. Aforismos) hacer una enseñanza breve y aforística, no expuso su discurso como yo ahora...12

• En los aforismos anteriores expuso la enseñanza del 'cuánto' en lo referente a la dieta, y ahora se ocupa detenidamente del 'cómo', enseñando muchas cosas y útiles de las correspondientes al arte, en una exposición muy breve.13

• Puesto que la forma de enseñanza es aforística aquí y se lleva a cabo con braquilogía extrema...14

A pesar de todas las ventajas del género aforístico, el médico de Pérgamo echa en falta algunas omisiones:

Habría sido conveniente quizá en una enseñanza aforística haber dicho de forma bastante breve que todas las excreciones malignas que salen bien llegan a buen término. Pero Hipócrates no lo hizo así...15

e. En algún pasaje nuestro autor sostiene que ciertas enseñanzas hipocráticas no tenían validez en su propia época. Así sucede respecto al sueño y las horas apropiadas para el mismo:

En los tiempos <de Hipócrates> no era una cosa lo acorde con la naturaleza y otra, la costumbre, pero ahora, al contrario, los ricos lo hacen en otros asuntos y también en lo referente al sueño, durmiendo de día y estando despiertos de noche. Pues bien, respecto a esos acostumbrados a vivir contra la naturaleza, no es verdadera la doctrina pronunciada <por Hipócrates>. En los tiempos actuales la costumbre es más fuerte que la naturaleza, no sólo en las mujeres ricas, sino también en no pocos varones.16

 

2. Notas críticas sobre algunos médicos anteriores

Daré sólo unos pocos ejemplos del abundante material ofrecido por nuestro autor. He preferido aludir a dos médicos del siglo I d. C., cuyos discípulos y doctrinas continuaban vigentes en los años de Galeno.

a. El autor de Pérgamo se extiende sobre Arquígenes, especialmente a propósito de los dos libros que había escrito Sobre los momentos oportunos en las enfermedades, y se esfuerza por demostrar que no superaba en nada lo escrito por Hipócrates:

Aprenderás claramente lo que digo, tras examinar con exactitud estos dos puntos: uno, si estas cosas ahora dichas por mí mediante este libro son utilísimas para la terapia y la prognosis, y otro, si algo ha sido dicho por Arquígenes. Pues, si a éstas no les falta nada, resulta que dice cosas distintas y yerra en doble sentido, no enseñando lo útil y oprimiendo con locuacidad de términos inútiles a quienes leen sus libros.17

En este pasaje nuestro autor critica dos puntos: no enseñar cosas útiles () y el uso frecuente de términos inútiles () que oprimen a los lectores de sus libros. Otro ataque más contra las palabras absurdas empleadas por Arquígenes:

Pues bien, todas las (sc. palabras) tales son dichas, claras y conocidas para todos los médicos de antes de Arquígenes, y se enseñan sin palabras absurdas. Pero algo propio y peculiar de la doctrina de Arquígenes es la guía, no de asuntos nuevos, sino de palabras que no revelan ningún asunto.18

El de Pérgamo critica de nuevo el uso lingüístico de Arquígenes que, en su libro sobre los pulsos, afirmaba que ninguna magnitud le corresponde a lo pequeño:

Ni pudiendo acusarlo por eso -que no está bien dicho-, ni queriendo perturbar inoportunamente a los que por primera vez aprenden con enseñarles que el tamaño es de los términos homónimos y que se dicen de dos formas, decidí que debía decir con más corrección que muchas diferencias de los pulsos se establecen en razón de la cantidad de la distensión.19

b. Tésalo20 es otro de los que merecen acerbas críticas de nuestro autor. En efecto, Galeno, tras decir que entre los getas, tibios, frigios y tracios es más famoso, no el que domina mejor el arte médica, sino el más hábil para adular, añade:

Habiendo comprendido eso el famoso Tésalo, no sólo adulaba en lo demás a los ricos de Roma, sino que, con prometer enseñar el arte en seis meses, conseguía fácilmente muchísimos discípulos. Pues si ni geometría, ni astronomía, ni dialéctica, ni música ni ningún otro saber de los hermosos requieren los que han de ser médicos, conforme prometía el nobilísimo Tésalo, sino que ni siquiera tienen necesidad de una larga experiencia ni de familiaridad con las obras del arte, resuelto está ya acercarse para todo el que haya de ser médico fácilmente. Por eso, zapateros, carpinteros, tintoreros y broncistas saltan ya a las obras de la medicina, abandonando sus antiguas artes.21

En otra ocasión, nuestro médico, comentando el aforismo: "la vida es breve; el arte, larga", alude a Tésalo, sin mencionarlo directamente:

Suprimidos todos los elementos que son falsamente sospechosos de ayudar al arte y mirando nosotros tan sólo a las cualidades comunes, la medicina ya no es larga, ni difícil, sino facilísima y evidente, y puede conocerse entera [de forma rapidísima] en seis meses. Así en las enfermedades relacionadas con la dieta, pues todo se mete fácilmente en lugar estrecho; y, del mismo modo, en las relacionadas con la cirugía y medicamentación. Pues también en estas enfermedades, en general, intentan descubrir algunas cualidades comunes y se ponen objetivos a las curaciones, pocos en número, de modo que me parece que, no en los famosos seis meses, sino mucho más rápidamente es posible aprender perfectamente toda el arte. Y es preciso agradecerles así por su enseñanza abreviada, si es que no mienten; pero, si mienten, acusarles de negligencia.22

Alguna secuencia nos muestra el menosprecio de Galeno hacia los seguidores de Tésalo:

Nosotros, junto con los que están ejercitados en seguirnos con la demostración y que, a la vez, son inteligentes por naturaleza, pues no prometemos enseñar a asnos seguidores de Tésalo, vayamos hacia lo propuesto desde el comienzo, y, al mismo tiempo que la enseñanza del método terapéutico, explicando las causas en las que fracasaron los más de los médicos que intentaron des cubrirlo. 23

 

3. Los médicos alejandrinos contemporáneos

Merecen la aprobación de nuestro escritor. Así, a propósito de los huesos humanos, Galeno hace referencia a ostologías y esqueletos24 escritos por otros:

Trabajo y esfuerzo has de tener no sólo para aprender perfectamente, a partir de un libro, la forma de cada uno de los huesos, sino para convertirte a ti mismo, mediante tus ojos, en intenso observador de los huesos humanos. Y eso es muy fácil en Alejandría, de modo que los médicos de aquel territorio suministran a sus discípulos la enseñanza de los mismos (sc. los huesos) acompañada de autopsia. Y has de intentar, si no por otro motivo, por ese solo, residir en Alejandría. Pero si no puedes lograr eso, no es imposible, ni siquiera así, observar huesos de hombres. Yo, al menos, los he contemplado muy muchas veces, o al romperse algunas tumbas o algunos monumentos...25

El autor de Pérgamo da otros ejemplos y recomienda, si no hay posibilidad de ver huesos humanos, diseccionar un mono de los más parecidos al hombre.

 

4. Referencias a sus propios maestros de medicina26

En líneas generales, Galeno critica seriamente a quienes han aprendido medicina sin maestros. Frente a esa opinión, menciona con relativa frecuencia a sus propios maestros, aunque en muchas ocasiones no nos diga su nombre.

 

A) Citados por su nombre

a. Sátiro es nombrado en varios pasajes:27

• Mi maestro Sátiro -habiendo estado con éste, el primero, después escuché a Pélope- no daba las mismas explicaciones que Lico sobre los libros hipocráticos. Sátiro reconoce que conserva de modo muy exacto las opiniones de Quinto, sin añadirles ni quitarles nada.28

Es una secuencia fundamental para nuestro estudio, pues demuestra que el primer maestro de Galeno no tenía ninguna teoría personal, sino que se había limitado siempre a repetir la de su maestro, Quinto (cf. 19.58.5). Otro punto de gran interés es el hecho de que Pélope fuera un comentarista de los libros hipocráticos, actividad en la que tanto brillaría el de Pérgamo. Un detalle más de indudable relevancia es que Pélope escribiera libros de anatomía, a diferencia de otros médicos ágrafos en asuntos de su especialidad.

• Eso, <Sátiro>, el discípulo <de Quinto>, al que, antes que <a Pélope>, tuve por maestro, lo explicaba de ese modo...29

• Yo, en aquel tiempo, vivía aún en mi patria, recibiendo formación de parte de Sátiro, que estaba ya tres años en Pérgamo en unión de Costunio Rufino, el cual nos construyó el templo de Zeus Asclepio. Había muerto, no mucho antes, Quinto, el maestro de Sátiro. Cuantos de nosotros lo habíamos observado, cuando Quinto seccionaba alguna de las partes puestas al desnudo, inmediatamente la reconocíamos y hacíamos una diagnosis articulada...30

• La opinión de Quinto con respecto a la valeriana, la cual no sólo la escuché de Sátiro sino también de otros discípulos de Quinto, mejor es explicarla...31

• Sátiro, mi maestro, mofándose, decía respecto a eso que Quinto, entre sus palabras ingeniosas, afirmaba lo siguiente: quienes nos piden echar doble casia cuando carecemos de canela hacen lo mismo que quienes pretenden, cuando no tenemos vino falerino, hacer beber el doble del comprado en las tabernas, y si carecemos de pan puro, comer el doble del llamado "de salvado".32

b. Pélope es el maestro más citado, como tal, por nuestro médico.33 En algunos casos la construcción sintáctica aparece sin el posesivo correspondiente, es decir, como maestro por antonomasia: "Los escritos en tres libros eran opiniones del maestro Pélope; pasando un tiempo junto a él, las escribí <en> Esmirna".34 Otras veces tenemos una marca de posesivo. Como en tantas ocasiones, Galeno se muestra experto consumado en el uso de la variatio.35 Recogemos ahora una secuencia donde se señala que algún maestro no escribió nada, mientras que sí lo hicieron sus discípulos:

Y discípulos de estos hombres, otros muchos; los más brillantes: de Numisiano, mi maestro, <Pélope>, y de Marino, <Quinto>. Pero Quinto no escribió ningún otro tipo de libro, ni tampoco anatómico. Y de todos los demás tenemos no pocos libros anatómicos. Mas de los discípulos de Quinto hay libros anatómicos, como los de mi maestro <Sátiro> y de <Lico>.36

Otro ejemplo relevante:

Mi maestro Pélope, en la disección de la lengua, escribe: dieciséis son los músculos de la lengua bovina, pero yo ahora, como queda dicho al principio, tengo decidido ejercitarme con monos, con respecto a su cuerpo, a causa de su semejanza con el hombre.37

He aquí una opinión curiosa:

Queriendo decir las causas de todos ésos, mi maestro Pélope afirmaba razonablemente que el cangrejo, siendo un animal acuático, beneficia a los mordidos por animal rabioso, los cuales tienen miedo de ser presa de una afección muy seca, la rabia, y por eso temen el agua.38

c. De Estratonico tenemos dos menciones:

Después, al cabo de un año, uno de mis maestros <de Pérgamo>, de nombre <Estratonico>, discípulo <de Sabino el hipocrático>, habiendo cortado la vena en el codo de un hombre y observado que salía sangre densa y negra, sacó un poco al día siguiente, y, luego, de igual modo, al segundo y tercer día, un poco, y, después de eso, tras purgarle del humor negro que despedía y proporcionarle una dieta de buen jugo, lo encaminó a la curación de la herida.39

d. Contamos, asimimo, con dos citas de Escrión:

Y por lo demás raramente los gasté asados (sc. los cangrejos), y, por lo general, según los gastaba Escrión el empírico, anciano muy experto en medicamentos, conciudadano y maestro mío. Había una paella de bronce rojo, sobre la cual, tras poner vivos a los cangrejos, los asaba hasta que se convertían en ceniza, para que pudieran desmenuzarse fácilmente. Ese Escrión tenía siempre preparado, dispuesto en su casa, el medicamento; en época de verano, asando los cangrejos tras el orto de Can, cuando el sol estaba en León, y la luna en su decimoctavo día.40

 

B) Maestros anónimos41

a. Alguna vez alude a ellos mediante el adjetivo correspondiente a la escuela a que pertenecían. Así ocurre, por ejemplo, con "empírico", donde no estamos seguros de si se trata de un maestro de medicina o de filosofía:

42

b. Una nota de indudable importancia es, dentro del anonimato, la de estar al frente de los seguidores de un médico famoso. Así sucede en el texto siguiente:

Tras haberme demostrado y mostrado mis maestros -ésos eran los corifeos de los discípulos de Quinto y Numisiano-, que el pulmón es movido por el tórax del modo que Erasístrato escribió, las demostraciones están escritas en los dos primeros libros de Sobre el movimiento del tórax y del pulmón..43

c. Indicaciones más lejanas son las referentes a la localidad en que enseñan ciertos médicos o al asunto de que se ocupan. Puede comprobarse en los dos textos que vienen a continuación:

• En nuestra Asia observé por primera vez tal luxación, cuando era educado todavía en Esmirna por los maestros de allí.44

• Cuando por primera vez el maestro de esas cosas intentaba explicarme la opinión de Ateneo, yo creía conveniente que me distinguiera exactamente la homonimia.45

d. Normal y muy frecuente es omitir todo dato de escuela y época. En algunos casos, podemos deducir, por el contexto, que esos maestros anónimos serían expertos en disección.

• Mis maestros pensaban, sin razón, que sólo el diafragma movía el pecho en las inspiraciones.46

• El tercero (sc. libro) de ellos explica cómo es el movimiento del tórax, estando compuesto también aquél de acuerdo con la opinión de mis maestros.47

• Observé a todos mis maestros curando con el tratamiento llamado ya habitualmente por los médicos modernos hemostático y cicatrizante, pues, aplicando, al principio, uno de los medicamentos llamados hemostáticos, intentaban cerrar los labios de la herida...48

e. Otros pasajes nos indican que tales maestros desconocían determinada disección. Así lo leemos a propósito de que, cuando se cortan ciertas fibras, la voz del animal queda alterada:

• Eso, naturalmente, era desconocido por mis maestros, porque jamás habían intentado tal disección.49

• Y tengo por costumbre llamar nervios fonadores a los descubiertos por mí, conociendo mis maestros sólo los que hay junto a las arterias.50

f. Algunos de esos maestros anónimos no destacaban, precisamente, por sus conocimientos sobre el funcionamiento del vientre. Veamos un pasaje ilustrador del modo en que Galeno, al lado de sus maestros, observa al enfermo, sin que ni éstos ni él supieran qué le sucedía al paciente:

Y yo sé que, junto con mis maestros, observé al primero de todos, a un hombre de edad madura, molesto ya no pocos meses.

Pero ni ninguno de aquéllos conocía su estado ni tampoco yo. Tras ello, cuando había descubierto ya el método terapéutico, me acordé de que esto era lo contemplado por mí hacía tiempo. Pero mejor es exponerlo, pues beneficiará de todos modos a quienes lo escuchen, como también a mí. El hombre tenía cuarenta años, de configuración media respecto a gordura y delgadez en el tiempo de su estado sano; padecía gran sed y afirmaba odiar todo lo caliente y nadie le daba nada frío, aunque insistía mucho. Con todo, a los médicos no les parecía que tuviera fiebre. Y el vientre expulsaba lo tomado, tres o cuatro horas después, junto con la bebida...51

g. En ocasiones, nuestro autor afirma que no ha aprendido ciertos conocimientos al lado de maestro alguno. Veamos algunos ejemplos:

• Y si alguien quiere personalmente ser famoso a partir de las obras del arte, no de las palabras sofísticas, a ése le es posible, sin esfuerzo, leer lo que he descubierto con mucha investigación en toda mi vida. Sepa ése, por tanto, que en las enfermedades raras, en las que ni vi a un maestro curando a ningún enfermo, ni personalmente intenté jamás la ayuda, usé tal camino para el descubrimiento de la curación. ¡Séanme los dioses, también ahora, testigos de mi explicación!52

• Pues bien, puesto en la necesidad de recuperar la memoria perdida de algo, siendo todavía bastante joven, sin haber visto a ninguno de mis maestros curando esa afección ni por haber leído la curación en ninguno de los antiguos, buscaba por mí mismo, en primer lugar, descubrir cuál sería el lugar afectado, al que aplicarle los llamados remedios tópicos, y, después, el cuidado de todo el cuerpo, como es evidente, pues eso es común en todas las afecciones.53

h. El autor nos da alguna información sobre la lectura que un día, junto a sus maestros, hiciera del tratado hipocrático De uictu salubri:

Qué <particulares> quiere decir lo han omitido quienes han explicado el libro, en los comentarios con que me he encontrado. Con todo, no hice la investigación jamás durante la lectura del libro junto a mis <maestros>. Y ahora, proponiéndome escribir un comentario sobre él, he pensado que, por mis maestros y los exegetas, había sido omitido de mal modo investigar qué "particulares" quiere decir.54

i. Galeno, pues, alude, con frecuencia, a sus maestros de medicina sin indicar sus nombres y sin aportar otros datos que nos pudieran dar pistas para su identificación. Contamos con bastantes ejemplos.55 Pienso que, en algunos tratados, la alusión repetida a maestros anónimos puede tomarse como rasgo de estilo. Así ocurre en De anatomicis administrationibus,56 De methodo medendi,57 De compositione medicamentorum secundum locos58 y De compositione medicamentorum per genera.59

j. Al lado de sus maestros, nuestro autor aprendía algunas cosas que pueden resultarle sorprendentes al lector de nuestros días:

Yo mismo conozco, por haberlo experimentado, el admirable poder del excremento humano y de perro. Te hablaré primero del canino, el cual lo usaba continuamente uno de mis maestros, dándole de comer a un perro sólo huesos durante dos días seguidos, después de los cuales el excremento se produce duro, blanco y, en modo alguno, maloliente. Recogiéndolo lo secaba, para, cuando quisiera usarlo posteriormente, reducirlo a polvo con facilidad. Lo usaba para anginas, disenterías y heridas muy antiguas.60

k. Del alto aprecio y gran valor que nuestro autor daba al uso de la terminología correcta nos ilustra este pasaje:

El que quiere enseñar a otro lo que sabe, necesitará sin duda palabras para las cosas y pondrá la claridad como límite en el uso de aquéllas. Pues el que se esfuerza muchísimo en dar los nombres del modo más claro posible, de manera que quien aprende los aprenda perfectamente, es el mejor maestro.61

 

5. Algunas indicaciones sobre cómo él mismo enseñaba la medicina

a. Tenemos algunas noticias sobre lecciones públicas pronunciadas por nuestro escritor:

Y hablando en una ocasión, en público, sobre los libros de los médicos antiguos, tras haber sido expuesto por mí el libro de Erasístrato Sobre el vómito de sangre y después de haber sido fijado en él el estilete, según costumbre, y, siendo mostrado, después, sobre aquella parte del libro en que desaconseja la flebotomía, hablé más respecto a él para fastidiar a Marcialio, que pretendía ser erasistrateo. Y una vez que el discurso fue bien aceptado en grado suficiente, un amigo mío, que estaba enemistado con él, me pidió que dictara lo dicho a uno que me había enviado, habituado a escribir de prisa mediante signos, para que, si me marchaba de la ciudad hacia casa, pudiera decírselas a Marcialio en las visitas de los enfermos. Después, no sé cómo, cuando llegué por segunda vez a Roma, llamado por los emperadores, el que lo recibiera, había muerto, y el libro lo tenían no pocos, compuesto con la ambición de aquel tiempo, cuando hacía refutaciones en público. En verdad, siendo todavía joven hice eso, transcurriendo mi año trigésimo tercero.

Desde aquello, decidí no enseñar en público ni hacer demostraciones, cuando la buena suerte, mayor que mi deseo, me había aceptado en relación a los curados. Pues sabiendo respecto a mis rivales en el arte médica, cuando un médico es elogiado, cómo lo odian llamándolo logiatra, quise coser su lengua envidiosa con no pronunciar sobre los pacientes nada más allá de lo necesario, ni enseñar ante una multitud como antes, ni dar conferencias, sino mostrando sólo mediante las obras del arte médica la posición que tenía antes en las teorías de la misma.62

b. Leemos ahora un texto autobiográfico en que el escritor hace referencia a cómo practicaba la disección en Roma:

Y, pasando un tiempo todavía en Esmirna por causa de Pélope, que fue mi segundo maestro, tras Sátiro, discípulo de Quinto, las escribí, aunque yo no había dicho todavía nada importante ni nuevo. Y más tarde, en Corinto, por causa de Numisiano, el cual era, en persona, el más famoso de los discípulos de Quinto, y, tras residir en Alejandría y entre otras gentes, con las que, según me informaba yo, pasaba una temporada un famoso discípulo de Quinto, Numisiano; y, después, tras regresar a mi patria y permanecer en ella durante no mucho tiempo, volví a Roma, en la que hice muchas disecciones para Boeto, estando siempre presentes con él Eudemo el peripatético y Alejandro de Damasco, el que ahora, en Atenas, es considerado digno de enseñar los razonamientos peripatéticos a expensas públicas, y, muchas veces, también otros hombres con cargos públicos, como éste que ahora es prefecto de la ciudad de Roma, hombre que ocupa el primer puesto en todo con sus trabajos y exposiciones referentes a filosofía, el cónsul Sergio Paulo. Entonces, pues, hice los Procedimientos anatómicos para Boeto, muy inferiores a los que ahora escribiré, no sólo en claridad, sino también en exactitud.63

c. En otra ocasión nuestro autor cuenta lo que le sucedía con los seguidores de Asclepiades de Bitinia:64

Pues bien, yo tuve experiencia de tales médicos no pocas veces, de cómo admiraban mi prognosis -cuando la veían bien considerada respecto a los enfermos- y se esforzaban por aprenderla, pero cuando uno, comenzando a enseñarles, les explicaba algo sobre la cocción de las enfermedades, o sobre la fuerza de la naturaleza, o sobre alguna de las demás cosas sin las cuales no es posible que se sostenga la teoría de las crisis, afirmaban una y otra vez: "¿Y cómo me convencerás de que existe una naturaleza y lo hace todo para salvación del animal, o de que, cuando aquélla elimina las partes nocivas de las enfermedades, algunos se libran de ellas, o de que el calor es lo más activo en los animales, o de que los cuerpos están compuestos de calor y frío, de seco y húmedo?"...65

d. Galeno confiesa que ha tenido que cultivar también la parte cosmética de la medicina:

El hacer, a partir de fármacos, más blanco o más rojo el color del rostro, o los cabellos de la cabeza, crespos o rojos o negros o, como las mujeres, crecidos con muchísima longitud, esas actividades y las parecidas son propias de la ornamentación mala, no obras propias del arte médica. A causa de su familiaridad con aquéllas, las mujeres regias o los propios reyes nos encargan, a veces, elementos propios de la ornamentación, gente a la que no es posible negárselo, enseñándoles a diferenciar la ornamentación de la parte cosmética de la medicina. Por eso me pareció bien escribir a continuación los fármacos escritos por Critón en el libro primero de los cosméticos, conservadores y acrecentadores de los cabellos.66

e. No es posible practicar la medicina como es debido y lucrarse al mismo tiempo:

Pues bien, lo descubierto por Hipócrates en un tiempo muy largo era muy fácil que, tras haberlo aprendido yo en poquísimos años, lo utilizara en el tiempo restante de mi vida para el descubrimiento de las cosas que faltaban. Pero no se admite que se considere la riqueza más estimable que la virtud, ni que quien aprende el arte, no para beneficio de los hombres, sino por lucro, aspire al fin que al arte corresponde, <aunque>, con buen resultado, <muchísimos> médicos se den prisa en enriquecerse antes que llegar con sosiego al fin de aquélla (sc. el arte médica). Pues, en realidad, no es posible, al mismo tiempo, lucrarse y convertirse en hormiga, y practicar un arte tan importante, sino que es forzoso que menosprecie una de esas dos cosas quien se inclina por una de las dos con bastante vehemencia.67

 

6. Notas generales sobre la enseñanza de la medicina en la época de Galeno

a. Muy importante es la alta valoración dada por nuestro autor a la enseñanza transmitida por vía oral:

Pues sólo el ejercicio acorde con la descripción y la enseñanza hacen artífices. Y por eso me parece que los más dicen bien que la mejor enseñanza es la que se produce desde la palabra viva; ningún timonel puede llegar a serlo a partir de un libro68 ni tampoco el trabajador de ninguna otra arte. Pues ésos (sc. los libros) son recuerdos de los que anteriormente han aprendido y conocido esas cosas, no enseñanza perfecta de los ignorantes. Y si algunos de esos que carecen de maestros quisieran encontrarse diligentemente con los trabajos sabiamente escritos y de acuerdo con la descripción -tal como lo hacemos nosotros- se beneficiarán en gran manera, sobre todo, si no vacilan en leerlos muchas veces.69

El autor insiste en otro lugar, destacando la importancia de la relación directa y oral entre maestro y discípulo:

Pues censuraba yo a quienes por primera vez pusieron por escrito las formas de las plantas, considerando que es mejor que quien aprende sea testigo ocular junto al que enseña y que no se parezca a los timoneles de libro. Pues así la enseñanza se llevaría a término, por obra de los maestros, de modo más verdadero y evidente, no sólo la de las plantas, arbustos y árboles, sino también la de todos los demás medicamentos.70

b. El criterio de la utilidad es esencial para la enseñanza y aprendizaje de las disciplinas médicas:

Todas las demás partes correspondientes del arte las aprendemos, enseñamos o, en una palabra, escuchamos, no por sí mismas, sino porque cada una de ellas resulta útil para el objetivo. Como, inmediatamente, la parte diagnóstica del arte, a la que llaman semiótica los médicos modernos, necesario es que la tengan ejercitada, antes que la terapéutica, quienes se disponen a practicar bien la medicina, por causa de conocer exactamente las diferencias de las afecciones en los enfermos, cuando consigan lo semejante.71

Tres pasos diferentes, pero complementarios, en la enseñanza-aprendizaje del arte médica: aprender-enseñar-escuchar; el criterio dominante es la utilidad () de cada una de esas partes de la medicina; la diagnosis ha de preceder a la parte terapéutica; para notar las diferencias de las enfermedades preciso es conocer antes lo que las hace semejantes (). Y otro ejemplo:

En el actual libro, el presente, recorramos primero lo útil, como hice en todos los tratados, para que uno, teniéndolo y disfrutándolo en abundancia, aprenda a refutar las tonterías de los sofistas. Y como las demás cosas, incluso sin la larga estupidez de éstos, es posible que las aprendan perfectamente los que se inician en el arte, les resulta posible, de hecho, aprender con exactitud toda la naturaleza de los días (sc. críticos) a partir de la propia enseñanza, aunque es imposible apartarse por completo de su estupidez tan divulgada.72

c. Nos atraen de modo conspicuo sus referencias críticas a la enseñanza y aprendizaje de la medicina en sus días:

Los más de los que ahora siguen medicina o filosofía no siendo capaces ni de leer bien, frecuentan a quienes les van a enseñar los saberes más grandes y más hermosos entre los hombres, las teorías que la filosofía y la medicina enseñan. Tal indolencia comenzó hace muchos años, cuando yo era todavía muchacho, pero no había llegado en aquel tiempo hasta tanto cuanto ahora ha aumentado. Así pues, por ese motivo y porque muchos entre mis libros sufrieron mutilaciones de muchos tipos, leyéndolos otros entre otras gentes como propios, además de suprimir unas cosas, añadir otras y modificar otras, pienso que es mejor, en primer lugar, indicar la causa de haber sufrido mutilaciones...73

Nuestro autor critica duramente tanto a quienes adulan y saludan de modo lisonjero a los poderosos como a los que prometen enseñar el arte médica en poquísimo tiempo. Un pasaje interesante es el que sigue:

Esa desgracia común de todas las artes alcanzó a la vida actual. La referente a la medicina es variada, pero he decidido ocuparme de uno solo de los rasgos importantes para mí. Pues cuando un médico de los que han aprendido según la norma, si sobreviene delirio del enfermo, escalofrío, ataque letárgico, hemorragias, parotíditis, otro absceso en alguna parte, vómito, sudores, alteración del vientre, desvanecimiento o alguna otra afección de las semejantes que él haya predicho, resulta extraño y prodigioso para los profanos por su falta de costumbre, pero tanto dista de maravillarse con ellas el susodicho que se daría por contento si no pareciera un embaucador. Pocos de entre ésos dejan de refutarlo, en la idea de que es imposible tal observación; preguntan al susodicho y a los demás médicos si algo tal ha sido descubierto por los antepasados o es un descubrimiento sólo del susodicho. A partir de entonces es forzoso que los médicos oculten su ignorancia y quizá también algunos realmente ignorantes: afirmar que nada tal ha sido escrito por ninguno de los antepasados y que es un embaucador el que ha demostrado tal predicción...74

d. Habla Galeno de los anatomistas () o expertos en disección:

Pues bien, no hay que entrar en discusión con tales hombres, ni demostrar que se pretenden honores, porque la anatomía por accidente o la contemplación traumática (ésas son las palabras de aquéllos) no sólo no son capaces de enseñar exactamente la naturaleza de cada una de las partes, sino que ni siquiera lo logran con dedicación, sin haberse ejercitado muchas veces en muchos aspectos con los preceptos que yo recorro en este tratado.75

Sobre la función educadora de la disección he aquí otro pasaje:

De la anatomía, la parte que se realiza sobre el animal muerto enseña, de cada una de las partes, la disposición, el número, la peculiaridad de su sustancia, magnitud, figura y composición.76

e. De enorme relevancia para la Historia de la medicina y de la ciencia son las observaciones de Galeno sobre la enseñanza de la medicina en las diversas escuelas de su época.77 Es un campo de enorme extensión del que he seleccionado sólo una muestra. El de Pérgamo nos habla así a propósito de los empíricos:

Afirman que a partir de las heridas que se producen en cada ocasión se aprende la naturaleza de ellas. ¿A ésos los admiraría alguien por su temeridad? Cuando ni siquiera quienes llegaron a la disección de las mismas con mucho estudio han logrado una observación perfecta, difícilmente recibiría uno enseñanza a partir de la observación de las heridas. Por tanto, uno, sentado sublime en su cátedra, puede hablar a sus discípulos, pero no puede enseñarles acerca de las obras del arte, cuando es el primero en ignorar todas las partes de los indicados órganos del animal. Sólo las cosas que se manifiestan claramente bajo la piel las conocen los que entre ellos parecen, en alto modo, expertos.78

 

7. Crítica dirigida contra quienes no han leído con maestros los libros hipocráticos

Daré un ejemplo. De Teón de Alejandría79 nos dice el autor de Pérgamo:

Pues no leyó los escritos del antiguo (sc. Hipócrates) con maestros, comenzando inmediatamente después de la infancia. Reconoce, en efecto, que fue primero atleta, y, tras dejar el ejercicio, llegó al arte gimnástica...80

 

8. Algunos datos sobre el aprendizaje de la medicina

a. Nos advierte el escritor que la época de Hipócrates era muy distinta de lo que acontecía en sus propios días:

Pues en los tiempos de Hipócrates los que practicaban la medicina habían aprendido, de acuerdo con las normas, su arte, sobre todo respecto a tales prácticas quirúrgicas. Pero los de ahora no lo aprenden por completo o lo aprenden enteramente en poco tiempo. Después, con la experiencia de las luchas atléticas, es admirable cuánto avanzó cuando quienes explican los miembros los retuercen y doblan de muchas formas. Buscarás, pues, afirmaba yo, no por qué mencioné a tantos, sino por qué no vi a más hombres, entre tantas miríadas, llevados a tales luxaciones por muchos pedotribas y muy muchos médicos ignorantes.81

b. El autor opone la deficiente enseñanza de la medicina tal como era realizada por otros en sus propios días y el modo en que él personalmente aprendió y se formó en la disciplina. Censura de modo incisivo ciertas prácticas habituales entre los médicos de su época, ante todo el mucho tiempo que pierden en relaciones sociales:

Pero ahora los más intentan enseñar a otros lo que ellos jamás hicieron ni se lo demostraron a otros. Por tanto no es nada extraño que los más de los médicos, despreocupándose de la buena costumbre, practiquen la aparente sabiduría más que la verdad. Pero lo mío no es así, pues, no ayer ni anteayer, sino que, nada más ser adolescente, enamorado de la filosofía llegué a ella por vez primera. Después, movido mi padre por sueños evidentes, llegué a la práctica de la medicina y, durante toda mi vida, atendí celosamente cada uno de los saberes, con obras más que con palabras. No es nada extraño, si en el lapso de tiempo en que otros saludan, recorriendo en círculo toda la ciudad, y cenan con otros y hacen venir a los ricos y poderosos, en todo ese tiempo yo, en primer lugar, esforzándome, aprendí perfectamente cuanto había sido bien descubierto por los antiguos, y, después, mediante mis acciones, lo juzgué y, al mismo tiempo, lo practiqué.82

En otra secuencia vuelve sobre lo antes afirmado, añadiendo algunos detalles sobre por qué fracasan muchos de los que practican medicina o filosofía:

...Después, movido (sc. mi padre) por sueños evidentes, teniendo yo diecisiete años, me hizo practicar la medicina junto con la filosofía. Mas, aunque tuve tal buena suerte y aprendí perfectamente y más deprisa que todos los demás cualquier enseñanza que recibía, si no hubiera dedicado mi vida entera a la práctica de las observaciones propias de la medicina y la filosofía, nada importante habría conocido. Con todo eso no es ningún milagro por qué gran número de hombres que practican medicina y filosofía no tienen éxito en ninguna de las dos. Pues o no estuvieron bien dotados por la naturaleza o no recibieron educación como convenía o no persistieron en las prácticas, sino que se volvieron a las actividades propias de la ciudad.83

Galeno puntualiza que de nada le habría servido todo lo aprendido sin la práctica constante (), punto en que insistirá más tarde con la indicación de que otros no insistieron en esos ejercicios (). Tres firmes bases pone nuestro autor para llegar al dominio de la medicina (y de la filosofía): estar bien dotado por la naturaleza, recibir educación adecuada y persistir en la práctica.

c. Galeno ataca, con frecuencia, a los seguidores de las sectas médico-filosóficas:

Así, no sólo no saben nada sano quienes son esclavos de las sectas, sino que ni siquiera soportan aprender. Pues siendo necesario oír la causa por la que lo húmedo puede entrar en la vejiga a través de los uréteres, y, en cambio, salirse hacia atrás por el mismo camino no le es posible, y admirar el arte de la naturaleza, ellos no quieren aprender, y, además, se burlan, afirmando repetidamente que, entre otras muchas cosas, también los riñones han sido creados por ella.84

He aquí otro pasaje en que el autor de Pérgamo se manifiesta con dureza contra los sectarios:

Pues bien, se admiran unos de un modo, otros de otro, tanto médicos como filósofos, sin haber aprendido sus propios conocimientos ni practicado la ciencia demostrativa, con los que podrían discernir los argumentos falsos de los verdaderos; unos, porque tenían padres empíricos, dogmáticos o metódicos; otros, maestros; otros, amigos, o porque en su ciudad era admirado alguno por causa de esa secta.85

d. En otros lugares tenemos indicaciones sobre el desinterés por aprender, bastante corriente entre muchos médicos de su tiempo:

(sc. Es preciso), en cambio, censurar a quienes son tan indolentes que ni siquiera soportan aprender de las cosas que se han dicho con corrección, y a quienes son ambiciosos hasta tal punto que siempre traman y maquinan algo por su deseo de nuevos principios, dejando voluntariamente unos, como Erasístrato hizo con respecto a los humores, y oponiéndose maliciosamente a otros, como ése mismo y otros muchos entre los médicos modernos.86

e. El siguiente texto, algo extenso, nos indica las dificultades de los jóvenes que aprendían medicina con escuelas distintas en el momento de comprobar el pulso de los enfermos:

Pues bien, cuando diciendo sólo los puntos principales he llenado yo ahora un libro entero, sin recorrer ni siquiera todas las definiciones expresadas, ¿acaso no es evidente que por obra de quien quiera explicarlas todas se llenarán tres o cuatro libros? Piensa, pues, que tales libros están llenos y que un muchacho, tras caer en manos de un sofista charlatán ejercitado en decirlo todo y no omitir nada de las cosas dichas por los médicos, los aprende perfectamente a fuerza de mucho tiempo y con amor por el esfuerzo, y, después, coincide en casa de un enfermo con otro muchacho que ha aprendido de boca de otro maestro cómo es preciso reconocer cada uno de los pulsos y qué indican por naturaleza. ¿Cuál de los dos te parece que descubrirá algo útil para el arte respecto a la prognosis relativa al enfermo? ¿O cuál de los dos tendrá buena fama a ojos del propio enfermo y de los presentes? Uno de los dos muchachos expondrá largos discursos sobre cómo debe definirse el pulso, pero si el enfermo no corre peligro o está en situación peligrosa, y si le acontecerá que le dure por un largo periodo de tiempo o que se juzgue con rapidez, lo ignora por completo. El otro muchacho pronosticará esas cosas con exactitud y las predecirá a los presentes, pero ignorará cómo es preciso que sea definido el pulso. Y, de la comparación, con tal claridad se conocerá cuál es la clase de enseñanza inútil y cuál la útil. Y, como el proverbio afirma: "Dulce la guerra para el inexperto";87 así me parece que quienes prefieren que todo sea definido no conocen en absoluto las investigaciones realizadas por los dialécticos sobre cómo conviene que se haga la definición.88

La secuencia ilustra sobre la oposición entre una enseñanza libresca y la recibida de un maestro por vía oral. Galeno se muestra decidido partidario de esta última.

f. A propósito de la necesidad de observar cada una de las partes de los músculos, Galeno, nos ofrece algunos detalles sobre el aprendizaje de la disección. El autor cuenta en un pasaje bastante extenso cómo Sátiro realizaba disecciones en Pérgamo y ponía las partes del cuerpo al descubierto:

Comprendí, pues, claramente, a partir de eso, que, a quienes habían recibido alguna explicación, la contemplación de la herida les confirmaba lo que habían aprendido, pero a quienes no sabían nada de antemano era incapaz de enseñárselo todo.89

g. Entre las recomendaciones dadas a quienes están aprendiendo medicina figuran las que se refieren al aprendizaje de lo universal y lo particular. Nuestro médico sostiene en varios pasajes que quien conoce lo universal está capacitado para comprender y explicar lo particular. Así sucede a propósito de un texto del Prorrético hipocrático en que se habla de los signos críticos ():

El que está aprendiendo el arte desde hace poco cree que son sólo malignos ésos sobre los que ha oído; pero, si es rápido por naturaleza, puede sospechar que algunos otros son tales y esperar otro momento en que aprenda también aquéllos, y, aunque resulte que haya aprendido otros, esperará, al no conocer los que acontecen en particular, todo cuanto le queda todavía de enseñanza; en cambio, el que ha aprendido lo universal conoce todos los que acontecen en particular.90

He aquí otra admonición:

Después de esto me volveré a aquélla (sc. explicación), tras haber advertido tan sólo lo que está dicho de antemano en <otros> muchos de los libros escritos por mí, exhortando yo a quienes quieren aprender bien el arte médica a que se ejerciten en las cosas perceptibles en particular, para que reconozcan las que previamente han aprendido de modo universal.91

Y, de nuevo, en otro lugar:

Y es preciso que quien quiera practicar el arte con método, tras aprender bien las propiedades propias de todas las materias, no crea ya oportuno oírlas a propósito de cada afección, sino que, después de conocer sólo eso, la clase de curación, sea capaz de descubrir la dieta conveniente. Yo, preocupándome de quienes se esfuerzan en aprender bien la verdad, no vacilaré en ocuparme de tal enseñanza, con el fin de que quienes están bastante poco ejercitados en el razonamiento pasen desde lo universal a lo particular conducidos en sus pasos por los ejemplos.92

h. El autor de Pérgamo expone con rotundidad la importancia de sus comentarios hipocráticos para los que aprenden medicina:

Vergüenza me daría dedicarme a tal frivolidad si, tras exponer antes todas las cosas útiles del arte médica en muchos tratados, no hubiera llegado de este modo a las explicaciones de los libros hipocráticos, en las que no pueden comprender nada los que están aprendiendo el arte, salvo aquellas sobre las que escribí detalladamente, de modo claro, en mis tratados médicos, para que incluso los obtusos pudieran seguir el sentido con lo que se dice y tuvieran conocimiento de la narración, a partir de la cual los más de los hombres admiran a veces a algunos de los que cultivan las artes, pensando que los hombres que mucho relatan y mucho recuerdan conocen bien los asuntos del arte.93

Asimismo, a propósito de los comentarios () que está redactando para sus amigos, insiste en la conveniencia de sus escritos para los que no han aprendido con un maestro de medicina o lo han hecho de modo inapropiado:

Es natural que estos comentarios vayan a parar a otros que no pueden utilizar bien los escritos, o porque no han aprendido de un maestro la teoría del arte médica sino que están carentes, por completo, de iniciación y faltos totalmente de práctica, o la han aprendido de mal modo permaneciendo junto a quienes dicen que los medicamentos compuestos han sido descubiertos, sin razonamiento, mediante la experiencia sola.94

i. Nuestro médico recuerda cómo le explicaban la reducción de las luxaciones:

Pues bien, la reducción de las partes luxadas, antes de comprender el cambio de posición de la parte dislocada, hacia qué lugar se produjo, no puede ser explicada claramente; sin embargo, antes de conocer las señales de ese cambio es posible que sea explicada. Habiendo aprendido eso solo en el comienzo de la explicación: que la dislocación se produce hacia la axila, yo mismo pude comprender la reducción y aprenderla cuando otro la explicaba, no sin conocer claramente que la dislocación se produce hacia la axila antes de conocer toda la naturaleza de la articulación.95

El paciente lector habrá observado qué importante es Galeno para la Historia de la medicina, del pensamiento y de la ciencia. Sus profundos y vastos saberes literarios, médicos, filosóficos, retóricos y lingüísticos se plasman de manera evidente en sus escritos, y, en el caso que nos concierne, dan mucha luz para entender bien cómo era la enseñanza y el aprendizaje de la medicina desde los tiempos de Hipócrates hasta sus propios días.

 

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Notas

1 Terminado dentro del Proyecto HUM2006-08548 de la Dirección General de Investigación (Ministerio de Educación y Ciencia). Con algunas variantes aparecerá, con traducción inglesa, en las Actas del XIIth Colloquium Hippocraticum (Medical Education. Philosophy, Practice, Tradition), Leiden, 24-26 Agosto de 2005.

Me atengo a los datos ofrecidos por el TLG (Thesaurus Linguae Graecae) (32; año 2000), seleccionando los textos más relevantes. He consultado también a Jost Gippert, Index Galenicus, Dettelbach, J.A. Röll, 1997: es un instrumento importante, sin duda, para todo estudio léxico que se quiera hacer sobre nuestro autor; no obstante ofrece indudables dificultades por el método filológico seguido.

Las traducciones ofrecidas son mías. Con el fin de uniformar las citas, en la medida de lo posible, indico, después del signo =, el volumen, página y línea del texto de Karl Gottlob Kühn, Claudii Galeni opera omnia, Leipzig, 1821-1833; Hildesheim, Olms, reimp. 1965. En no pocas ocasiones sigo ediciones más modernas.

Mi agradecimiento a los colegas por sus precisiones y comentarios durante el Coloquio de Leiden, en especial, a los Prof. Bruni Celli, Craik, Demont, Fausti, Horstmanshoff, Jouanna, Lami, Pormann y Roselli.

 

Información sobre el autor

Juan Antonio López Férez, doctor en Filología clásica, por la Universidad Complutense (Madrid), es profesor de Filología griega en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid), y estudioso de la literatura griega, sobre todo de Eurípides, Hipócrates y Galeno.

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