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Nova tellus

versão impressa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.26 no.2 Ciudad de México Nov. 2008

 

Noticias

 

CEREMONIA DE INSTALACIÓN DE CURSOS 2009-1 DEL COLEGIO DE LETRAS CLÁSICAS (18 de agosto de 2008)

 

Carlos Belmonte Trujano

 

Poco a poco empieza a sazonarse la buena costumbre de celebrar la instalación de cursos del Colegio de Letras Clásicas. La ceremonia siempre se ha dedicado a la nueva generación de alumnos, esta vez a la de 2009, en el Aula Magna "Fray Alonso de la Vera Cruz" de la Facultad de Filosofía y Letras. Además de los ponentes que enseguida referiré, asistieron alumnos de varios semestres y algunos profesores de la carrera, mas lo paradójico de la bienvenida fue que los alumnos de nuevo ingreso (por una involuntaria confusión) no escucharon el discurso y la música que se habían preparado para ellos. Por tanto considero que es útil para los noveles estudiantes de Letras Clásicas dar noticia de las palabras de los participantes y reproducir en parte la Relectio que se pronunció.

El programa del acto dio inicio con las palabras de acogida del director de la Facultad, el doctor Ambrosio Velasco Gómez, quien manifestó —como lo ha hecho durante su gestión— su amor por las Letras Clásicas, a las que considera pilar de las trece carreras que se imparten en la Facultad. Siguió el maestro José David Becerra Islas, coordinador del Colegio, y presentó los pormenores de la carrera, por ejemplo, la matrícula y el índice de titulación crecientes, los cursos que se imparten tanto para los clasicistas como para los estudiantes de otras carreras, y las nuevas formas titulación que facilitan la obtención del grado para los alumnos. Rebeca Sentíes, recién egresada de la licenciatura, compartió cuál fue su motivación para estudiar Letras Clásicas: en el bachillerato leyó un libro que hablaba de las declinaciones latinas, para mostrar un ejemplo de las distintas veredas que conducen a un joven a los clásicos. El doctor José Quiñones Melgoza, profesor del Colegio, pronunció la Relectio "Vitalidad de las Letras Clásicas: literatura clásica latina y literatura neolatina mexicana", la cual reproduzco a continuación:

Continuando con esta ceremonia de "Apertura de cursos" para los estudiantes de Letras Clásicas, y deseando dar a los alumnos de primer ingreso una alegre y efusiva bienvenida, voy a tomarme la licencia de leer ante ustedes algunos fragmentos del capítulo XVI de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha en edición de la Real Academia Española de la Lengua, con el objeto de extraer, de entre mil más, cinco asuntos dignos de reflexión.

Durante la lectura de dicho texto, metafóricamente debemos pensar en un cambio de significado de algunas palabras. Cuando se diga padre/padres, entiéndase maestro/maestros; hijo/hijos, alumno/alumnos; poesía, carrera de Letras Clásicas; reyes, directores/autoridades universitarias o de gobierno; poeta/poetas, escritor/escritores o estudiante/ estudiantes, y otras más que iré glosando en la lectura del texto cervantino.

El dicho capítulo XVI cuenta que don Quijote, al ser alcanzado en su camino por el caballero Diego de Miranda (ataviado con un gabán verde), entabla con él conversación. [Aquí el doctor Quiñones leyó los fragmentos y luego expuso los siguientes puntos:]

1. La primera reflexión va conmigo: ni por asomo deseo compararme con Homero o con Virgilio; sólo pretendo imitar su consciente impulso: hablar en mi lengua, el español, ya que don Quijote dijo: "Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho las obras de romance, doyme a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es ésta: el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego porque era latino; en resolución, todos los poetas (autores) antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos; y siendo esto así, razón sería se extendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase el poeta (autor) alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno que escribe en la suya".

2. La segunda reflexión va con la vocación y la elección personal de cada uno de ustedes los estudiantes. Yo confío y espero que todos por vocación (los ya avanzados en la carrera de Letras Clásicas y los que ahora en ella ingresan) hayan tenido la libertad de elección, y libre y gustosamente la hayan elegido por vocación, sin que fueran obligados o por sus padres o por sus maestros; o lo que sería peor por circunstancias fortuitas: aquellas de no encontrar lugar en la ciencia a que por sus dotes o gustos naturales aspiraban a desempeñar. Don Diego de Miranda hubiera querido que su hijo en vez de la poesía latina (Letras Clásicas) hubiera estudiado la ciencia de las Leyes o bien la Teología. A los deseos de Miranda, respondió don Quijote: "y en lo de forzarles que estudien ésta o aquella ciencia, no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso, y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dio el cielo padres que se lo dejasen, sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado; y aunque la de la poesía [Letras Clásicas] es menos útil que deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee".

Esta valoración personal de dotes naturales y libertad de elección en lo que gusta, debe extenderse además, al final de los estudios, en la libertad de elegir la forma de titulación. Y si ésta fuera tesis, tesina o traducción comentada, en la elección personal del tema a desarrollar dentro de un texto o autor clásico. Ejemplos posibles sería estudiar, analizar e investigar la historia política o la religión, o la mitología en determinada égloga o geórgica de Virgilio, o en una elegía o en una metamorfosis de Ovidio, o sátira u odas de Horacio etcétera, donde la concesiva cervantina: "aunque el persuadirles no será dañoso", cobra seguro vigor si el estudiante de verdad persuadido lo acepta conscientemente libre.

3. La tercera me lleva a decirles que la carrera de Letras Clásicas, que ustedes eligieron, es una carrera de Letras de la cual se debe pregonar lo que el evangelio de la Biblia dice: Quaerite ergo primum regnum Dei, et iustitia eius: et haec omnia adiicientur vobis (Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura), cuyo traslado metafórico a la razón de mi asunto sería: "Tomad, estudiad y escudriñad el profundo sentido de los textos de los autores clásicos y todo lo demás lo tendréis de sobra".

Todo lo demás no es Letras, es cultura, y dentro de ella: la historia político-social, la mitología y la religión. No quiero decir con esto que no se ayude al alumno a elegir asignaturas que le den una visión general estructurada y sinóptica de cada una de estas ciencias; pero el estudiante de Letras Clásicas siempre absorberá más de ellas, cuando dentro de un texto tenga que explicar y aclarar alusiones, referencias o citas (que en él se encuentren) a hechos y personajes históricos, a mitos y al proceder de los dioses y a la actitud que asume la sociedad ante la fenomenología de sus creencias.

Más le dirán los nombres de Júpiter, Venus, Baco, Apolo, Ceres o Marte en los textos, que las exposiciones de clase. Ya lo reiteró don Quijote cuando en el texto leído nos dijo: "La poesía [Letras Clásicas] señor hidalgo, a mi parecer es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas que son, todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas y todas se han de autorizar con ella".

Esa autorización, pues, la dan las Letras, o sea, los textos de autores clásicos, los cuales deben ocupar la primacía en estudio, investigación y traducción; sin embargo, algunos, poco informados, superficialmente opinan que sobre los clásicos ya no hay nada que hacer; que internacionalmente ya todos están muy estudiados y traducidos. A esta opinión Alfonso Méndez Plancarte replicaría que cada época y generación ocupa sus propios traductores y que un hijo no se contenta con tener un solo retrato de su padre sino varios, porque cada uno tendrá rasgos que en otros no se descubren. Con todo, para los descontentos y no convencidos de esta situación, que podría probarse con el estudio y desciframiento de los primeros versos de la Eneida, queda abierta el área de las Letras neolatinas mexicanas, donde pueden encontrarse problemas que resolver y novedades que mostrar para orgullo de su satisfacción.

4. Para ellos digo (pero no antes de que hayan dominado la traducción de los autores clásicos latinos y todo el bagaje gramatical y léxico del latín clásico): queda el extenso campo de la literatura neolatina mexicana que abarca tres densos siglos (1521-1821) de lucha, de esfuerzo y de literatura escrita en el todavía no lejano neolatín del Renacimiento. Literatura tan necesitada de estudios sistemáticos, metodológicos y coherentes con una cronología deductiva que permita establecer realidades y no sólo barruntos esquemáticos generales. Literatura que, además, posee un vasto inventario documental (no elaborado ordenadamente por escrito, pero impreso en la mente de quienes se dedican a ella), que espera ser traducido y que sea puesto y considerado parte esencial de nuestra literatura mexicana.

5. Finalmente en ambas Letras: clásicas y neolatinas mexicanas, se impone, aparte de su estudio e investigación, la traducción, la cual en los últimos semestres ya no debe ser literalmente pedestre, sino literaria: que tome en cuenta todo el significado figurativo y metafórico del texto y lo exponga lisa y llanamente a un público lector, con objeto de que los clásicos sean leídos con gusto y contribuyan a la educación del pueblo mexicano desde las aulas primarias hasta las profesionales. Con ello se estará sirviendo a México y a nuestra Universidad Nacional. Y Universidad es esta gloriosa Facultad de Filosofía y Letras, de donde los traductores literales de los clásicos grecolatinos en gran medida se hallan proscritos. La traducción literaria no perseguirá nunca alejarse del texto sino, en comunión directa con él, hacer comprensible tanto su contenido semántico y cultural como favorecer el gusto por la lectura, del cual las traducciones literales, con entelequias verbales, nos privan.

Por último Gerardo Franco, alumno del Colegio, con su terceto de guitarras cerró la instalación de cursos con obras de Ponce, Oliva y Moncayo.

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