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Nova tellus

versão impressa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.26 no.2 Ciudad de México Nov. 2008

 

Reseñas y notas bibliográficas

 

Viveros Maldonado, Germán, Hipocratismo en México. Siglos XVI al XVIII

 

Martha Eugenia Rodríguez

 

2a. ed., México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Instituto de Investigaciones Históricas, Seminario de Cultura Mexicana, Universidad Nacional Autónoma de México (Ediciones Especiales, 40), 2007, 144 págs.

 

Recepción: 4 de agosto de 2008.
Aceptación: 2 de septiembre de 2008.

 

Palabras Clave: estudios novohispanos, galenismo, hipocratismo, medicina.

 

Para comprender la historia de la medicina mexicana, en particular el hipocratismo que los españoles instituyen en la Universidad de México en el siglo XVI y las particularidades que tuvo en los dos siguientes siglos, Germán Viveros Maldonado realiza una interesante investigación, ahora presentada en su segunda edición, que afortunadamente no se limita al territorio novohispano, y por lo mismo, nos enriquece más, dado que nos introduce al contexto histórico preciso, la cultura griega propiamente dicha. Cuando se habla de la medicina griega, se piensa ante todo en la figura de Hipócrates; sin embargo, el libro que nos ocupa va más allá. El autor señala que en los siglos anteriores al padre de la medicina hubo numerosos progresos en la experiencia médica que fueron significativos para la posterior evolución de la medicina hipocrática. Para mayor claridad en la exposición de la medicina en el viejo y nuevo continente, el libro dispone de cinco capítulos: I. Medicina prehipocrática, II. Medicina hipocrática, III. Hipocratismo en México durante el siglo XVI, IV. Hipocratismo y galenismo novohispanos. Siglo XVII y V. Antigua medicina griega en el siglo XVIII novohispano.

Analizar la medicina griega es algo que resulta complejo, debido a las diferentes etapas en que puede y debe enfocarse. Entre la medicina prehipocrática y la hipocrática se fue generando un cambio de mentalidad en lo concerniente a la etiología de la enfermedad. En el periodo prehipocrático ésta se considera como un castigo divino y por tanto la terapéutica está separada de toda actitud objetiva y racional, mientras que en la época de Hipócrates los griegos desarrollaron un sistema interpretativo del mecanismo de producción de las enfermedades cimentado en la teoría de los cuatro humores existentes en el organismo humano, sangre, bilis, flema y melancolía. Recuérdese que la fisiología hipocrática, presidida por estos humores, está vinculada con la teoría de los cuatro elementos de Empédocles: agua, aire, fuego y tierra, lo cual queda muy bien explicado en los dos primeros capítulos del libro en cuestión.

En el primer apartado, referente a la medicina prehipocrática, se advierte un viso sobrenatural donde las enfermedades fueron el resultado de una acción mágica, de ahí que los curadores ejercieran un oficio que era mezcla de sacerdocio y de medicina, haciendo uso del poder mágico de la palabra y del encantamiento, lo que se ejemplifica con las obras que se han vuelto paradigmáticas, según señala el propio Viveros, la Ilíada y la Odisea de Homero.

El segundo capítulo del libro en cuestión es básico para comprender qué clase de hipocratismo se implantó en el México virreinal, ya que como se ha señalado, se dedica a la medicina hipocrática, que sustituye el pensamiento mágico por el racional y dentro de la cual se enmarca el concepto de naturaleza, la idea de enfermo y enfermedad, la terapéutica, el médico así como el método científico a que se integraron todos los puntos anteriormente mencionados.

Una acotación importante que hace Germán Viveros consiste en aclarar que los vocablos hipocrático e hipocratismo no sólo se refieren al médico de Cos, Hipócrates (460-375 a. C.), como podría pensarse, sino también al conjunto de tratados médicos. Hay que recordar que Hipócrates fue un maestro y médico notable de la Isla de Cos, en Grecia, pero sin sobresalir demasiado. Dos siglos después, los alejandrinos le dan fama al retomar y estudiar su obra. Sin embargo, fue hasta el siglo XIX, en 1839 cuando Littré, en Francia, llama a los escritos médicos de la Grecia antigua obras completas de Hipócrates o colección hipocrática o corpus hippocraticum, revelando que los escritos fueron elaborados por varias personas y en diversas épocas; es decir, que los tratados hipocráticos son libros sobre medicina escritos a lo largo de años sobre el conocimiento y experiencia profesional. La colección abarca unos 70 escritos que tratan todos los temas de la medicina: deontología, anatomía, fisiología, dietética, patología, terapéutica, cirugía, obstetricia y pediatría, entre otros.

La lectura del libro escrito por Germán Viveros nos hace comprender que la medicina hipocrática fue un sistema orientado a conservar la salud, más que ocuparse de los enfermos. Interesa que el hombre lleve una vida equilibrada, él y su circunstancia, por eso se piensa siempre en la naturaleza, de ahí que un aforismo afirmara que "la naturaleza es suficiente en todo para todo"; para que la naturaleza pudiera actuar por sí misma de manera favorable, era necesario que el cuerpo humano fuera sano, de ahí la importancia que los hipocráticos concedían a la profilaxis, a través del uso de baños, dietas y ejercicios.

Con el tercer capítulo, el hipocratismo en México durante el siglo XVI, inicia la parte medular del libro. Aquí el autor hace referencia, como él le llama, al "hipocratismo mexicano" que se estableció en la Real y Pontificia Universidad de México, señalando, por cierto, que convivió con la práctica de la medicina indígena. El capítulo refiere las siguientes cuestiones: a) el establecimiento y objeto de los estudios médicos en el México del siglo XVI, ahondando en los motivos de fundación de la Real y Pontifica Universidad en 1553, como el favorecer y honrar a los pobladores de las Indias y desterrar de ellas las tinieblas de la ignorancia. Sin embargo, los estudios médicos inician hasta 1578, con Juan de la Fuente, quien empieza a impartir la cátedra de Prima de Medicina y a la que paulatinamente se fueron agregando otras asignaturas que conformaron el plan de estudios médico que rigió durante el periodo virreinal. Dichas materias fueron Vísperas de Medicina, Método Mendendi o terapéutica; Anatomía y cirugía y finalmente, Astrología y matemáticas, impartidas todas en latín, con excepción de esta última. En fin, queda claro que la fundación de la Universidad diferenció rotundamente al sanador del médico, el primero empírico, este último académico, pero ambos muy necesarios dentro de la población que iba en crecimiento. A su vez, el libro que nos ocupa advierte, al referirse a la naciente medicina mexicana del siglo XVI, la presencia de dos ámbitos un tanto distantes entre sí, la docencia universitaria y la práctica profesional. La primera apegada al modelo de la universidad salmantina, sin reflexionar sobre su adecuación a la realidad americana y sin importar tanto la solución de los problemas de salud pública, cuanto tener la posibilidad de evidenciar un logro social, del que formaba parte la Universidad.

b) La enseñanza de la medicina hipocrática a través de diversas obras, permite conocer el contexto médico del momento, donde se narra principalmente el devenir de la Universidad y se cuestiona la efectividad del Real Tribunal del Protomedicato, organismo responsable de velar por el ejercicio de la medicina. La lectura del libro escrito por Viveros deja ver que la medicina del siglo XVI se caracterizó por su apego teórico a la europea y por una fusión práctica de los elementos hipocráticos con la terapéutica indígena.

A través de este apartado se dan a conocer los libros que circulaban dentro y fuera de la Universidad, como los de Hipócrates, Galeno, calificado por Viveros como el intérprete del médico de Cos, Avicena, Averroes y Rhazés, ahondando en los escritos de los dos primeros facultativos. Para conocer más sobre la medicina del México del siglo XVI, el libro también da cuenta de los médicos que figuran en los últimos cuarenta años del siglo citado, cultivando su profesión en el más alto nivel científico de la época, entre ellos Pedro Arias de Benavides, Francisco Bravo, Francisco Hernández, Alonso López de Hinojosos, Agustín Farfán y Juan de Cárdenas, así como Juan de Barrios y Diego Cisneros en los inicios del siglo XVII, cuyas obras muestran que en México hubo un temprano mestizaje médico que se evidencia a través del ejercicio de los múltiples especialistas de la salud: el medico, cirujano latino, romancista o empírico, flebotomiano, barbero y algebrista.

c) El subcapítulo concerniente a los médicos "hipocráticos" que son ubicables en México durante el siglo XVI, refiere que para conocer y justipreciar el hipocratismo que se estableció en México, es necesario saber quiénes fueron los primeros médicos que llegaron a México, sus estudios y experiencias, pues finalmente, en la capital del virreinato ejercieron por igual médicos y curanderos, atendiendo a distintos estratos de la población. Asimismo, en este apartado Germán Viveros señala el indisoluble binomio Hipócrates-Galeno que se presenta en el México del siglo XVI, subrayando que el hipocratismo se vio desvirtuado debido a que se amalgamó y diluyó con el galenismo. El autor afirma que el hipocratismo mexicano se caracterizó por su debilidad científica, dada la fusión cultural médica que se da, ejercida por médicos, cirujanos, curanderos y boticarios.

d) Se presenta la lista de los profesionales de la salud que ejercieron en México entre los años 1525 a 1638, en total 79 nombres con algunos datos biográficos y profesionales, como sus grados, exámenes presentados y los aforismos discutidos en éstos, distribuidos de la siguiente manera: 24 doctores en medicina, 17 médicos, 11 bachilleres en medicina, 8 estudiantes de medicina, 7 boticarios, 5 barberos, 4 cirujanos, 1 algebrista, 1 curandero y 1 enfermero, lo que resulta muy interesante para el historiador de la medicina, atento no sólo en el género biográfico sino también en el docente y el sanitarista en general.

El cuarto capítulo del libro se titula Hipocratismo y galenismo novohispanos. Siglo XVII, donde queda establecido que en la Nueva España hubo dos vías por las cuales se dio el conocimiento, la práctica y la enseñanza de la medicina: por una parte, la autóctona, de esencia prehispánica y, por otra, la europea occidental, basada en los principios clásicos, aclarando que sólo esta última es objeto de estudio del libro que se analiza, cuya raíz se ubica en algunos de los tratados hipocrático galénicos, dos grupos de obras clásicas que crearon el fundamento de la ciencia médica novohispana. Vale la pena mencionar que también se leyeron algunos textos más de origen árabe.

A través de este apartado, el lector puede conocer el plan de estudios de la Facultad de Medicina de la Real y Pontificia Universidad de México, conformado por cuatro años de carrera, sobre los cuales no se dio un exacto programa de actividades docentes, pero sí una idea general acerca de las obras y autores clásicos que serían leídos y explicados en las aulas y ahora citados por Germán Viveros. De las múltiples obras estudiadas, hubo dos que descollaron, los Aforismos de Hipócrates y el Método Medendi de Galeno, hecho que se constata a través de los exámenes aplicados a los bachilleres y a los que presentaban un concurso de oposición para incorporarse a la plantilla de catedráticos de la Real y Pontificia Universidad de México; en ambos casos, las obras más utilizadas eran precisamente las hipocrático galénicas.

El quinto y último capítulo se dedica a la antigua medicina griega en el siglo XVIII novohispano, donde el objetivo primordial sigue siendo la consideración de las obras hipocrático galénicas que se leyeron en el territorio novohispano, predominando entonces las del médico de Pérgamo y pasando a segundo término las del médico de Cos. Los dos tratados de Galeno que se leyeron de manera permanente en la Facultad de Medicina fueron de índole deontológico y terapéutico, De arte curativa, ad Glauconem y De metodo medendi, permitiendo conocer cual fue la formación básica del estudiante.

En este último apartado, Germán Viveros llama la atención respecto a las obras y los autores más modernos que no se leyeron en la Universidad, que permaneció fiel a sus estatutos y tradicionalismo, lo cual no significa que los médicos del setecientos las ignoraran. Concluye que son dos aspectos muy distintos el estudiar el ejercicio profesional médico fuera de la Universidad, controlado por el Real Tribunal del Protomedicato y el ámbito docente, al que básicamente está dedicado el libro que se reseña. Asimismo nos comenta el autor que los médicos que ejercen científicamente su profesión son escasos y están alejados de la docencia, entre ellos Francisco Hernández, Francisco Bravo y Juan de Barrios.

En fin, esta obra contiene abundante información y cumple muy bien su objetivo: adentrarnos en la tradición clásica griega que se dio en México en el periodo novohispano, analizando las modalidades de la medicina del viejo continente que dirigió su quehacer más bien hacia los aspectos preventivos, mientras que a la ciencia médica novohispana se le quitó la posibilidad de desarrollarse como tal, debido a que tanto los estudios como la práctica profesional se orientaron hacia la enfermedad en sí misma, excluyendo su etiología y prevención, lo que modifica la idiosincrasia de la medicina novohispana respecto de la hipocrático galénica.

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