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Revista de la educación superior

versión impresa ISSN 0185-2760

Rev. educ. sup vol.40 no.157 Ciudad de México ene./mar. 2011

 

Reseñas

 

Homo academicus*

 

Domingo Balam Martínez Álvarez**

 

* Bourdieu, Pierre (2008). Homo academicus. Tr. Ariel Dilon. Buenos Aires, Edit. Siglo XXI, 314 pp.

 

** Facultad de Sociología. Universidad Veracruzana. Correo e: dommartinez@uv.mx

 

En efecto, aunque parezcan obedecer a dos principios independientes, la
<<elección>> del tema y la <<elección>> del patrocinante traducen las mismas
disposiciones a dos lógicas diferentes: el sentido de la altura filosófica
que se declara en la amplitud de los temas y la nobleza de los autores se
manifiestan simultáneamente en la elección de un <<patrocinante>> que,
por su posición universitaria, tanto como por su obra, puede aparecer
en el momento considerado como el más filósofo de los profesores de
filosofía, sin dejar de ser el mejor ubicado para asegurar al pretendiente
filosóficamente ambicioso las condiciones sociales del pleno ejercicio de la
actividad filosófica, es decir, concretamente, un puesto en una facultad.

(Bourdieu, 2008: 127)

 

Pierre Bourdieu elabora en Homo academicus una suerte de exorcismo del contexto en que pasó la mayor parte de su vida: la universidad. Catalogado por una lectura primaria –y espontánea– de irreverente e ingrato con la universidad y sus agentes, el Homo –como algunos gustarían de llamarle a esta obra– tiene ya de manera deliberada títulos provocadores que componen el capitulado, por ejemplo: "El conflicto de las facultades", "Especies de capital y formas de poder", "La defensa del cuerpo y la ruptura de los equilibrios", tan sólo por mencionar algunos.

El mismo Bourdieu previene de esta probable lectura que podría tener el libro. En una entrevista con Loïc Wacquant dice al respecto: "Es verdad que Homo academicus es un libro que guardé por largo tiempo en mis archivos porque temía que se me escapase y fuese leído de un modo opuesto a sus intenciones profundas, es decir, como un panfleto o como un instrumento de autoflagelación".1

En efecto, ante el temor de que se leyera como un panfleto, Bourdieu se previno con un largo apartado sobre "las fuentes utilizadas" en dicha investigación, las que –como era de esperarse– son variadas, distintas y caracterizadas por un alto grado de autoridad. Por ejemplo: la consulta de anuarios, revistas universitarias, encuestas, entrevistas personales o telefónicas le sirvieron para construir indicadores de capital social y poder universitario. Asimismo, la aparición en los comités de redacción de revistas científicas y la participación en los directorios de ciencia nacionales le permitieron observar el prestigio científico del cual gozaban algunos de los agentes universitarios. De esta forma, el libro se constituye como una obra con contenido político, en la medida que toca el tema del poder (universitario o científico) en sentido estricto. Diríamos que esta obra es un texto de sociología política de la educación superior, del cual no está por demás decir que es una guía para trabajos de carácter local en México.

Respetando la buena tradición de los trabajos científicos y la estructura de las tesis de grado, Bourdieu nos sitúa en el primer capítulo en lo que podríamos considerar su "marco conceptual". Aunque esto, debemos precisar, es relativo, ya que los marcos conceptuales, teóricos y metodológicos los usa en sus investigaciones sin separarlos, unos de los otros, pues consideraba que no estaban disociados. Además, nos aproxima a algunos de los conceptos básicos de la investigación, sin el tedio que suelen tener los capítulos teóricos de algunas obras académicas.

Así, el primero de los conceptos que comienza a manejar es el de objetivación y es que el objeto de estudio que toma para sus análisis se lo posibilita. En sus palabras lo dice así:

Y no estoy lejos de pensar que la principal virtud del trabajo científico de objetivación consiste –a condición, desde luego, de que uno sepa analizar su producto– en que permite objetivar la objetivación. En efecto, para el investigador interesado en saber lo que hace, el código, el instrumento de análisis, se convierte en objeto de análisis: el producto objetivado del trabajo de codificación deviene, bajo la mirada reflexiva, la huella inmediatamente legible de la operación de construcción del objeto (Bourdieu, 2008: 19).

Esta técnica –de la objetivación del sujeto objetivante– no es la primera vez que la ocupa. Ya en otro de sus libros: Autoanálisis de un sociólogo (2006), da cuenta de las numerosas veces en que esta técnica le evitó muchos malos ratos en sus investigaciones, aunque en aquella obra sustituye el término de objetivación por el de socioanálisis:

Al adoptar el punto de vista del analista, me obligo (y me autorizo) a tomar en consideración, única y exclusivamente, los rasgos que son pertinentes desde la perspectiva de la sociología, es decir, necesarios para la explicación y la comprensión sociológicas. Pero lejos de tratar de producir con ello, como sería de temer, un efecto restrictivo, imponiendo mi interpretación, me propongo someter esta experiencia, enunciada del modo más honesto posible, a la confrontación crítica, como si se tratara de cualquier otro objeto (Bourdieu, 2006:14).

Otro de los conceptos clave que utiliza, no solamente en la obra sino que elaboró a lo largo de su trayectoria científica y que es tal vez lo que le dio mayor notoriedad intelectual, es el concepto de campo. Le sirvió para poder caracterizar el conflicto dentro del espacio universitario francés, donde dicho espacio claramente no se sustrae a la dinámica del campo político y el campo comercial –por mencionar algunos– sino que también es un lugar de lucha por determinar las razones, los criterios y los juicios –tanto objetivos, como subjetivos– de pertenencia al campo y de autoridad legítima. Es decir, las propiedades que subyacen al campo y que funcionan como la moneda de cambio de ese ámbito, generando así los beneficios propios que el campo provee.

Además del concepto de campo, hace un uso pormenorizado de la técnica de la vigilancia epistemológica. De ésta, ya había dado cuenta en uno de sus primeros libros, El oficio de sociólogo (2008), texto didáctico escrito con Jean–Claude Chamboreadon y Jean Claude Passeron, en donde suscribía que más allá de ser una técnica en el sentido tradicional de la palabra, es una técnica de carácter cognitivo sobre el ejercicio reflexivo que se debe tener en la construcción de la ciencia.

En el caso de Homo academicus, por ejemplo, donde el objeto de investigación era el mismo ámbito en el que de manera cotidiana se trabajaba, el problema estaba en cómo hacer que la mirada –y la experiencia– nativa, original u oriundus, no "naturalizara" los fenómenos que ahí pasaban para comentarlos –es decir, ni siquiera explicarlos, dado ese aire de normalidad– como obvios y evidentes. Así, la herramienta analítica para poder resolver este problema fue justamente la puesta a revisión de los instrumentos de conocimiento para saber cuáles eran las condiciones en las que se habían generado y cuáles eran –a la vez– sus límites, es decir, que el cuestionario, la muestra estadística, la guía de entrevista o la base de datos deben ser siempre susceptibles de reflexión, a esto se enfoca la vigilancia epistemológica.

Immanuel Kant escribió en 1797 un texto denominado El conflicto de las facultades (1963), donde reflexionaba acerca de la función crítica que debían desarrollar los filósofos en la universidad. Según él, la misión a desempeñar y que los hacía estar en el ala izquierda del parlamento universitario era que defendían los intereses de la razón y la verdad frente a las irrupciones del poder político.

Inspirado por la lectura de este libro, Bourdieu tituló así el segundo capítulo de Homo academicus. Ahí se pregunta sobre cuáles son los principios que se oponen a la jerarquización social; es decir, la dominación social en términos del campo. De esa forma, encuentra que existen dos principios básicos: el primero es el de la jerarquía social que está dado por diversos capitales: el capital heredado, el capital económico y político que en la actualidad se detenta, se opone a la jerarquía propiamente cultural (segundo principio de oposición) la cual está dada por la notoriedad científica o intelectual. De manera sintética y para el caso específico del sistema universitario francés, esta oposición se da entre el dinero y la cultura.

Para dar cuenta de manera empírica sobre esta operacionalización conceptual, y de los que están del ala del primer principio; la jerarquía social, donde se encuentran generalmente los académicos de baja extracción social, es decir, que pertenecen a las clases populares (por ello es que se habla de capital heredado) y de las provincias y no de París, están, según sus palabras, del lado "del poder inseguro" ya que la conservación y perpetuación del poder que los sitúa en un lugar del campo y del cual dependen en tanto lo sepan reproducir tiene un carácter intermitente ya que esta falta de continuidad está dada por la participación en los comités del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) y en los comités de asesores de las universidades; puestos que están sujetos, de entrada, al tiempo en que sea publicada una convocatoria para poder estar dentro de ellos.

Así, al carácter de inseguridad que tiene este tipo de poder universitario, se adiciona el carácter de incertidumbre, lo cual hace que los académicos que están ahí tengan menos posibilidades para despuntar en el ámbito universitario, ya que su poder está restringido, y en muchas de las ocasiones en una especie de stand by.

Del lado contrario, el otro principio de oposición es el de la jerarquía cultural y es donde están los dominadores del campo universitario francés. Esto, en la medida que están dotados de notoriedad científica y autoridad intelectual, los cuales, en principio están en oposición a la intermitencia e inseguridad del poder que caracteriza a la jerarquía social, ya que este poder es casi perpetuo o vitalicio, al momento en que dichos académicos están reconocidos con la medalla de oro del CNRS, o para el caso específico de los profesores de las facultades de letras y ciencias humanas con el alto prestigio intelectual que implica la traducción de sus obras, la publicación en colecciones de bolsillo (lo cual dota de un carácter más popular o masivo, si se quiere, a la lectura de estos libros) la participación en los órganos editoriales de revistas científicas, culturales o intelectuales. Su presencia mediática y la aparición de sus artículos en Le Monde hace que detenten un poder sustantivo en el campo universitario.

Para poder elaborar estas caracterizaciones sobre cada una de las jerarquías que se oponen en el seno del campo universitario, Bourdieu recurrió al método de la prosopografía, el cual es un auxiliar de la historia que tiene por objeto estudiar la biografía de una persona, poniéndola en relación con el resto del medio en el cual está inmerso: de esta manera se puede ver una dimensión especifica de la sociedad. Así pudo ver el ejercicio del poder universitario en su conjunto, compilando biografías y elaborando un análisis cuantitativo, y así tener la posibilidad de detectar rupturas, continuidades, dotaciones de capital, ejercicios y reproducciones de capital en la reproducción social de un grupo determinado.

En el tercer capítulo, Bourdieu analiza diversos ámbitos del ejercicio del poder y los tipos de capital. Para ello examina la manera en que el poder existe, es decir, cómo existe, dónde lo vemos y quién lo tiene. En la misma línea se pregunta sobre cuál es la importancia en el orden de sucesiones para el relevo generacional de los profesores universitarios por sus respectivos becarios. Asimismo, describe el uso político–académico que tienen los eventos más "inocentes" de la dinámica de divulgación científica: seminarios, foros, coloquios y congresos sirven para el conocimiento y el reconocimiento de las autoridades académicas, legítimas y consagradas que hacen funcionar la lucha por los espacios de poder en el campo universitario. En Francia se necesita generalmente de "un patrocinador" y, como suele suceder, no siempre es el más apto ni mucho menos el más competente técnicamente, sino el que más poder conserva.

Otra de las formas en las cuales puede medirse el poder, el prestigio y la notoriedad intelectual con los académicos es, sin duda alguna, en los espacios donde publican sus obras, ya que la publicación de la tesis doctoral (o la tesis de Estado, como se llama en Francia), los libros subsecuentes, los artículos de investigación y demás productos académicos tendrán notoriedad por si son publicados en una editorial local –como puede ser el caso de las editoriales de las universidades o de editoriales de los gobiernos estatales– o en el mejor de los casos en una editorial nacional, o una editorial de alguna institución de educación superior prestigiosa. Aquí, no sólo el lugar de publicación da cuenta del prestigio intelectual, sino también el tema dentro del cual esté ubicada la obra, es decir, si es un tema de antaño o contemporáneo, de interés público o reducido para los colegas y especialistas, si se trata de un tema "importante" o no.

Aunado a los bemoles en el análisis de las publicaciones, Bourdieu destaca la importancia del orden de las sucesiones para que los becarios lleguen al puesto de sus antiguos jefes, momento excepcional si consideramos la larga espera a la cual éstos han sido sometidos. En este sentido, los becarios son sin duda alguna los encargados directos y eficaces de reproducir el cuerpo profesoral y con este todo lo que tiene dentro de sí: las líneas de investigación, los cubículos, los laboratorios, los espacios de toma de decisiones, los horarios y hasta el equipo técnico. Así, la prolongación que posibilitan los becarios en la reproducción del cuerpo profesoral tiene ya de por si varias aristas, semejanzas con la dinámica del mercado y particularidades que crean diferencias sociales, sobre todo al momento de reclutamiento.

Por ejemplo, los criterios al momento de reclutamiento de los becarios –potenciales sustitutos– son poco objetivos, ya que mezclan las cualidades personales del individuo: su talento, disciplina, capacidad, obediencia y destreza, con las características objetivas propias de la profesión académica, ante lo cual se crean dos escenarios: el primero, que es el que suele ser el más frecuente, es que se crea una relación de dependencia en relación con el protector que pone bajo resguardo y con seguridad la "oportuna sucesión" del cuerpo de becarios, ayudantes y colaboradores que haya logrado conformar. Por otro lado está la estrategia de que para poder asegurarse un puesto laboral de esta manera dentro del sistema universitario, en particular en la docencia o la investigación, se acude a la generación de un superávit de títulos de lo más raro, dispares y apresurados, en contra de la paciencia y la serenidad que le otorgan seriedad a la carrera de las jóvenes promesas de la disciplina.

Otra de las particularidades que propicia la forma de reclutamiento de los sucesores es que al momento de competir por un puesto académico se generan diferencias sociales, por ejemplo: por un lado están los ayudantes y jefes de ayudantes que son acreedores a beneficios potenciales por el situs que ocupan dentro del campo, es decir, por el lugar en el cual se inscribe su posición, relacionados en su mayoría con el conocimiento que tiene del funcionamiento del campo, las rupturas que pueden atisbar, los cambios de las dinámicas o las permanencias y heterodoxias que pueden consecuentar. Por otro lado están aquellos que terminarán su carrera en una posición subalterna (la de jefe de ayudantes de primera clase o, en ciencias, ayudante titular), diferencias que pasan por ser curriculares y escolares, son a la vez diferencias sociales.

La normalidad, naturalidad u obviedad con que el observador nativo puede encontrarse al momento del reclutamiento, encubre el problema de fondo. Tal problema es el alcance que ha tenido la forma de reclutamiento actual, que deja desposeídos a los nuevos agentes que quieren forjar una carrera académica. La falta de sorpresas y la ausencia de las rebeliones al insertar nuevos elementos en la dinámica del campo hacen que esa "naturalidad" que subyace al proceso de herencia académica, se dé sin exabruptos, con las pausas que amerita (la espera de los becarios y la salida del mentor), los espacios que se ganan y conservan (cubículos, clases, salones, lugares editoriales) y las promesas que se abren al momento de ser el heredero de fulanito de tal.

Para finalizar, Bourdieu elabora un posfacio a su obra veinte años después, es decir, al finalizar la década de los ochenta, en el que retoma la originalidad de la obra, la importancia no solamente en términos científicos sino también de carácter epistemológico. Ya en otra de sus obras ponía de relieve los riesgos que conlleva la práctica sociológica, cuando está alejada del necesario ejercicio de reflexividad, al respecto decía: "Los obstáculos epistemológicos que la ciencia social tiene que superar son en primer lugar, obstáculos sociales" (Bourdieu, 2003: 522).

En efecto, antes que obstáculos epistemológicos, para el avance de la ciencia existen obstáculos sociales, y en el Homo lo reitera una vez más fincando así la necesidad –no verbalizada, aunque sí insinuada– de elaborar más estudios de esta índole. Así la obra reseñada se convierte en un referente obligado para poder entender la dinámica universitaria y, a la vez, poder desacralizar el poder mítico que algunas veces se le adjudica, al igual que la sacralidad e inocencia de su funcionamiento.

 

Referencias

Bourdieu, Pierre (2003). La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Tr. María del Carmen Ruíz Elvira, México, Ed. Taurus.         [ Links ]

Bourdieu, Pierre (2006). Autoanálisis de un sociólogo. Tr. Thomas Kauf. Barcelona, Edit. Anagrama.         [ Links ]

Bourdieu, Pierre (2008). Homo academicus. Tr. Ariel Dilon. Buenos Aires, Edit. Siglo XXI.         [ Links ]

Bourdieu, Pierre; Chamboredon, Jean Claude y Passeron, Jean Claude (2008). El oficio de sociólogo: presupuestos epistemológicos. Tr. de Fernando Hugo Azcurra, José Sazbón y Víctor Goldstein, México, Edit. Siglo XXI.         [ Links ]

Estevez Nenninger, Nelly P. (2009). "El doctorado no quita lo tarado»: pensamiento de académicos y cultura institucional en la Universidad de Sonora: significados de una política pública para mejorar la educación superior en México, México, ANUIES.         [ Links ]

Kant, Immanuel (1963). El conflicto de las facultades. Tr. Elsa Tabernig, Buenos Aires, Edit Losada.         [ Links ]

 

Nota

1 Tomado de http://bibliotequita.wordpress.com/2009/02/01/pierre–bourdieu–%C2%B7–homo–academicus/ consultado en 16/06/2010

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