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Revista de la educación superior

versión impresa ISSN 0185-2760

Rev. educ. sup vol.39 no.156 Ciudad de México oct./dic. 2010

 

Investigaciones

 

La situación del mercado laboral de profesionistas

 

Benjamín Burgos Flores* y Karla López Montes**

 

* Doctor en Ciencias Económicas, Universidad de Sonora Correo e: bburgos@guaymas.uson.mx

** Maestra en Administración, Universidad de Sonora Correo e: karla.lopez@planeacion.uson.mx

 

Ingreso: 14/04/10
Aprobación: 25/07/10

 

Resumen

En los últimos años, además del desempleo han aparecido una serie de distorsiones en el mercado de trabajo de los profesionistas. Con este trabajo se busca contribuir al análisis de dicho mercado utilizando datos de una encuesta realizada a egresados de una universidad pública estatal de México. A partir de ellos, con seis variables se diseña un indicador de pertinencia en el mercado laboral. Los resultados muestran que una proporción importante de profesionistas trabaja en condiciones inadecuadas y que existe gran heterogeneidad en cuanto a la situación de dicho mercado para cada una de las carreras.

Palabras clave: educación superior, egresados, mercado de trabajo.

 

Abstract

In the last years, a series of distortions have appeared on the professional's labor market, besides the so call unemployment. This work tries to contribute to the analysis of the above mentioned market using information of a survey made on graduates from a Public State University of Mexico. With this facts we designed six variables as an indicator of relevancy on the labor market. The results show that an important proportion of them were employed but under not suitable conditions and that there is a great heterogeneity of the labor market situation for each of the careers.

Key words: higher education, graduated students, labor market.

 

Introducción

Es en la década de los sesenta del siglo pasado cuando la expansión de la educación fue generalizándose a escala mundial. Lo característico en los últimos años fue la aceleración de su crecimiento, pues según datos de la Conferencia Mundial de Educación Superior de la UNESCO, celebrada en París en julio de 2009, la matrícula mundial de educación superior aumentó en 53% en la última década, lo que implica 51 millones de estudiantes más desde el año 2000. En México también se ha presentado tal fenómeno, al aumentar la matrícula de nivel licenciatura 38.94% en el periodo de 2000 a 2008, según datos de la Secretaría de Educación Pública.

En contraste, las tasas de crecimiento de la economía mundial y nacional han sido relativamente bajas, con la consiguiente incapacidad del mercado laboral de absorber a las personas que año con año demandan ingresar en él, incluyendo a los egresados de las instituciones de educación superior. Además del fenómeno del desempleo han aparecido una serie de distorsiones en el mercado laboral de profesionistas, tales como: la ocupación de puestos que no requieren de estudios universitarios (sobreeducación); la baja coincidencia de los conocimientos y habilidades adquiridos en las instituciones de educación superior y las funciones desempeñadas (desfase de conocimientos) y los correspondientes bajos niveles salariales, entre otros.

Para el caso de México varios estudios arrojan resultados que describen la intensidad de esta problemática. Un primer estudio, realizado por encargo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), sobre el mercado laboral de los profesionistas en la década de 1990-2000, encontró que cerca de las dos terceras partes de los profesionistas mexicanos se emplean en puestos acordes a la profesión, los cuales es probable que apliquen los conocimientos y habilidades adquiridas en las instituciones de educación superior y que el otro grupo podría estar ocupando puestos que no requieren de educación superior (ANUIES, 2003).

Por su parte, el subsecretario de educación superior del sexenio anterior, en un libro en el que realiza un balance sobre ese nivel educativo, reseña diversos estudios de egresados de varias instituciones de educación superior: el de la UNAM, realizado en el ciclo 2003-2004, según el cual 81.6% tenía empleo, de los cuales 9% realizaba actividades no relacionadas con su profesión; el de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de 2005, en el que se encontró que 74.5% tenía trabajo, de los cuales 8.6% realizaba actividades no relacionadas con su profesión; y el de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), de 2005, según el cual el 71% de los egresados buscó trabajo al terminar la carrera, de los cuales el 78% lo encontró en menos de dos años, 8% lo hizo entre uno y dos años y el restante no encontró trabajo (Rubio Oca, 2006).

De acuerdo con el documento "Educación Superior: situación actual y perspectivas" elaborado por la Subsecretaría de Educación Superior en 2009, el nivel salarial promedio que alcanzaron los profesionistas fue de 7 mil 500 pesos mensuales; 55 de cada 100 egresados de las instituciones de educación superior (IES) trabajan en áreas diferentes a la que estudiaron y existen 16 carreras críticas con exceso de oferta de egresados, lo que hace que se tengan empleos mal pagados y con dificultades para obtener puestos en esas áreas. Por otra parte, de acuerdo con reportes periodísticos, el actual subsecretario de Educación Superior al participar en el "Foro: hacia una agenda de colaboración entre las empresas y las IES", realizado en 2009, afirmó que: al menos 45% de los casi 8 millones de profesionistas efectúan labores distintas a su formación; 40% perciben ingresos menores a 4 salarios mínimos y gran parte de ellos trabaja sin prestaciones ni contrato (Notimex, 2009-09-05).

Los datos anteriores configuran una situación preocupante del mercado laboral de profesionistas del país, a grado tal que la ANUIES, en su documento más reciente de planeación de la educación superior establece como uno de sus objetivos estratégicos lograr la pertinencia de las carreras, concepto que si bien abarca varios ámbitos, la adecuada inserción en el mercado laboral por parte de los egresados universitarios es una de sus dimensiones más importantes (ANUIES, 2006).

El presente trabajo tiene como objetivo avanzar en el estudio de esa dimensión de la pertinencia analizando el mercado laboral de profesionistas mediante la integración de una serie de características, que en los estudios reseñados previamente se vieron reflejadas por separado, de manera que se pueda tener un conocimiento más completo de cómo los profesionistas se insertan a dicho mercado, utilizando datos de una encuesta realizada a egresados de una universidad pública estatal. A partir de ellos se diseña un indicador de pertinencia en el mercado laboral de profesionistas, construido con seis variables que caracterizan con mayor objetividad al mercado, el cual permite ordenar a las diversas carreras universitarias en función de sus formas de integración al mercado de trabajo por parte de sus respectivos egresados.

 

Marco teórico

En el transcurso de los años se han desarrollado varios enfoques que analizan a la educación, particularmente la referida a los niveles de formación más altos. El primero de ellos, la teoría del capital humano afirma que la educación es un acto de inversión más que un gasto de consumo, por lo que los conocimientos acumulados, sumados a ciertos componentes, representan el principal activo que posee una persona. Becker (1993) define el capital humano como el conjunto de las capacidades productivas que un individuo adquiere por acumulación de conocimientos generales o específicos. Las premisas básicas de este enfoque indican que a medida de que una persona tenga un mayor número de años de escolaridad, su productividad también será mayor, situación que se verá reflejada con mejores puestos y mayores remuneraciones, pues los ingresos son iguales a su productividad marginal.

La teoría del capital humano considera que los mercados son totalmente eficientes y pagan a cada trabajador el valor de su producto marginal, independientemente del trabajo realizado. Asimismo, supone una conducta optimizadora por parte de las empresas al aprovechar totalmente los conocimientos y habilidades de sus empleados. Bajo esos argumentos todos los empleados ocupan puestos y realizan funciones de acuerdo con su nivel educativo, por lo que se descarta la presencia de la sobreeducación, situación que se atribuye a quien tiene una educación mayor a la necesaria para el puesto de trabajo que ocupa, particularmente en el caso de los profesionistas.

Como complemento, la teoría neoclásica, dentro de la cual se circunscribe la teoría del capital humano, establece que bajo condiciones de mercado de trabajo perfectamente competitivo, tanto la oferta como la demanda de trabajo, actuando libremente, determinan el nivel de empleo de equilibrio y los salarios. Así, no existiría desempleo de profesionistas, y en general de ninguna persona que estuviera dispuesta a trabajar a esos niveles salariales que determina el mercado y que serían iguales a la productividad marginal de trabajo, determinada en este caso principalmente por los niveles de formación adquiridos.

Con el paso del tiempo muchos de los postulados de la teoría del capital humano fueron puestos en tela de juicio y surgieron alternativas teóricas que partieron del hecho de que el mercado de trabajo no era capaz de dar ocupación al gran número de egresados de educación superior y que éstos tenían que aceptar puestos de trabajo de inferior categoría a la esperada y por tanto con menores ingresos.

Es a partir de estas críticas que surgen hipótesis alternativas como la teoría de la competencia por los puestos, la teoría de la asignación y la teoría del conocimiento heterogéneo, cuyos principales argumentos se centran en la dinámica por la cual se remunera la inversión en capital humano.

La teoría de la competencia por los puestos planteada por Lester C. Thurow postula que los empleadores se basan en características observables de las personas para contratarlas, siendo la educación la más común, al proveer mejor información sobre el desempeño de los individuos. Así, indica que se contratará a las personas más productivas y que requieran de menor inversión en capacitación o formación especializada para el puesto de trabajo (González Betancor, 2003).

Dado que no se sabe con certeza cuánta formación adicional necesitará un trabajador para desempeñarse en el puesto, los empleadores contratarán a los que según sus expectativas estén mejor preparados, siendo la educación la principal señal para ello. Y si encuentran que los más educados requieren de menor capacitación, entonces los contratarán independientemente de que el puesto requiera de un nivel de escolaridad menor.

De manera alternativa a los enfoques antes mencionados surge de manera reciente la teoría de la asignación cuyo principal exponente es Michael Sattinger (1993), y la teoría del conocimiento heterogéneo de Jim Allen y Rolf Van Der Velden (2001), ambas comparten la idea de que las retribuciones están determinadas tanto por el nivel educativo del individuo como por las características del puesto de trabajo (según sus requerimientos de escolaridad y habilidades). La diferencia entre ambas teorías está en la relación que observan entre la sobreeducación (desfase de educación) y a la subutilización de conocimientos y habilidades (desfase de conocimientos), siendo la teoría del conocimiento heterogéneo la que hace una clara distinción entre ambos conceptos (Di Pietro y Urwin, 2002).

En la teoría de la asignación tanto el desfase de educación como de conocimientos se consideran a la par. Este problema que surge cuando los conocimientos y habilidades aprendidos por un individuo en sus años de estudio no encajan con los que se requieren para desempeñar el puesto de trabajo para el cual fue contratado; por ello se esperaría que los trabajadores cuyo nivel de estudios es superior al que su puesto exige, no aprovechen al máximo sus capacidades y sean menos productivos que sus pares en puestos de trabajos adecuados a su escolaridad.

En tanto, la teoría del conocimiento heterogéneo indica que la relación entre la escolaridad y el desfase de conocimientos no es tan fuerte. El razonamiento central es que personas con un mismo nivel de escolaridad tienen un abanico diverso de capacidades y los que se ubican en el rango inferior para su educación formal pueden estar a la par de los que tienen un nivel escolar más bajo. Entonces, tales personas estarían sobreeducadas en relación con los años de educación formal cursada, sin embargo, podrían considerarse apropiadamente educadas para el puesto de trabajo en términos de habilidades y destrezas, ya que son menos capaces o tienen menos habilidades comercializables (Di Pietro y Urwin, 2002).

 

Metodología

Para analizar el mercado de trabajo de profesionistas se han utilizado diversos métodos y diversas fuentes de datos. Algunas investigaciones privilegian el uso de datos provenientes de los institutos de estadísticas de los diversos países, los cuales si bien tienen la ventaja de ser representativos a nivel nacional, presentan el inconveniente de tener información genérica y no específica, lo que en los hechos impide el conocimiento detallado de dicho mercado. En este trabajo se utilizan datos de una encuesta realizada a egresados de una universidad pública estatal de México, la Universidad de Sonora. El cuestionario y en general la metodología utilizada para su realización sigue los lineamientos establecidos por la ANUIES (1998). Para efectos de la presente investigación se añadió un conjunto de preguntas al cuestionario para captar las diversas características del mercado laboral de profesionistas tanto a nivel de conjunto como de carreras específicas. El operativo de levantamiento de la encuesta se realizó de agosto a diciembre de 2009.

El universo de estudio lo constituyó la cohorte de egreso 2006 que ascendió a 2,531 egresados de cuatro campus. El tamaño de la muestra a nivel institucional fue de 1,247con representatividad para cada programa educativo. El tamaño de la muestra se calculó para cada programa educativo de acuerdo con la siguiente fórmula:

Donde:

N = universo de estudio.

n = tamaño de la muestra.

p = proporción que se desea estimar.

B = error relativo máximo aceptable.

Z = valor asentado en tablas estadísticas que garantizan estimaciones a una confianza prefijada.

Se consideró un nivel de confianza de 97.5% y un valor de precisión de 0.05. La selección de la muestra se realizó mediante el muestreo aleatorio simple usando el paquete estadístico spss. El valor de "p", en base a estudios anteriores fue de 0.9351. Se obtuvieron un total de 1,108 cuestionarios que representan 88.9% de la muestra seleccionada, misma que constituye el objeto de estudio de la presente investigación. En el cuadro 1 se resume la información de los datos utilizados.

Para caracterizar al mercado de trabajo de los profesionistas y tipificar a las diversas carreras en función de la adecuada integración de sus egresados al mercado de trabajo, se eligieron seis variables.

En primer lugar se construyó la tasa de empleo, definida a partir de los conceptos utilizados por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), según los cuales se consideran desempleados a quienes no trabajaron y buscaron activamente trabajo y no lo encontraron. Esto implica separar a los activos de los inactivos y dividir al total de egresados con empleo sobre el total de activos, con lo cual se obtiene la tasa de empleo o de ocupación.

La segunda variable construida es el nivel salarial, que representa el ingreso mensual neto, incluyendo bonos y prestaciones, declarado por el profesionista a precios corrientes. En este caso los datos se agruparon en cuatro categorías según los ingresos devengados: en el primer grupo están los que ganan hasta $4,787 mensuales; en el segundo los que ganan de más de $4,787 hasta $7,979; en el tercer grupo los que ganan más de $7,979 hasta $15,957; y en el último los que devengan más de $15,957mensuales.

La tercera variable es el tipo de puesto ocupado, que se construyó utilizando las categorías propuestas en el documento de ANUIES (1998) agrupando los diversos puestos según la posibilidad que para su desempeño, requieran o no de educación profesional. El primer grupo estaría constituido por aquellos lugares que presumiblemente requieren de educación profesional como: dueño o socio, profesional independiente, director general, gerente/director de área, subgerente/ subdirector de área, jefe de departamento, ejecutivo de cuenta, jefe de oficina/área, supervisor, coordinador, empleado profesional y analista especializado/técnico. En el segundo grupo están los que se desempeñan en puestos que probablemente no requieran de educación universitaria: vendedor, asistente, auxiliar, por cuenta propia no profesional y empleado no profesional.

La anterior variable, que pudiera tener algunas limitaciones, se complementa con la cuarta variable que capta de manera más precisa el fenómeno de la sobreeducación, en el sentido de identificación de los egresados universitarios que ocupan puestos que no requerían de educación profesional. Se construye a partir de la pregunta establecida en el cuestionario ¿Tener una carrera universitaria fue un requisito para obtener su trabajo actual?, cuyas respuestas posibles son si o no. Como se puede apreciar, esta pregunta en realidad refleja el punto de vista de los empleadores respecto a los requerimientos del puesto. Cuando la carrera no fue un requisito se considera al profesionista como sobreeducado.

La quinta variable, el grado de coincidencia de carrera estudiada con el puesto desempeñado, se construye a partir de la pregunta ¿En qué medida coincide su actividad laboral con sus estudios de licenciatura?, cuya respuesta es medida en la escala de Likert de uno al siete, apoyada en el diferencial semántico que va de nula a total coincidencia. Esta pregunta, a diferencia de la anterior, permite detectar situaciones de discordancia entre lo estudiado respecto a los requerimientos del puesto, por lo cual es en cierta forma una medida del desfase de conocimientos. Así, respuestas del 1 al 3 indicarían la existencia de ese desfase.

La última variable, que complementa la anterior en el sentido de reflejar mejor el desfase de conocimientos que pudiera existir, se construye a partir de la pregunta ¿Qué tanto ha utilizado los conocimientos y habilidades adquiridos en la carrera, en su empleo actual?, cuyas opciones de respuesta son, mucho, regular, poco o nada. Así, los egresados que utilizan poco o nada de lo aprendido en la universidad estarían en situación de desfase de conocimientos.

 

Descripción de resultados

Tasa de empleo

Al momento de la entrevista, 87.5% de los egresados se consideró como económicamente activo y 12.5% como inactivo. El principal componente de este último porcentaje lo integran mujeres que se dedican al hogar (4.9%) y quienes continuaron con su formación académica (4.8%), el resto menciona otros motivos por los que no desea o no puede trabajar.

De los egresados económicamente activos 91.4% está ocupado. Para la revisión de las características del empleo actual se tomará en adelante a este grupo como el universo de estudio, que en total suman 887 egresados. El resto (8.6%) está desocupado, buscando trabajo o por incorporarse a uno.

Siete programas tienen una tasa de ocupación de 100%, entre ellos las licenciaturas en Arquitectura, Geología, Enseñanza del Inglés, Enfermería y Artes, así como Ingeniero en Tecnología Electrónica y Minero. Las carreras con menor proporción de ocupados son Ingeniero Químico con 81.3%, le sigue Economía e Ingeniero Agrónomo con 83.3% y Literaturas Hispánicas con 84.6 por ciento.

Nivel salarial

Para la generación entrevistada, el ingreso promedio mensual se sitúa en $9,959 con una desviación estándar de $7,279 y un rango que va de $100,000 a $1,500 como mínimo, este último dato al igual que algunos otros cercanos, corresponden al ingreso mencionado por maestros que trabajan un número limitado de horas a la semana, actividades que no constituyen un empleo de tiempo completo. En el cuadro 2 se puede apreciar la gran disparidad salarial por carrera.

Tipo de puestos

Coincidentemente con la formación, se observa que 81.5% ocupa puestos que pueden considerarse adecuados a su nivel de escolaridad. Dentro de ese grupo en puestos de alto rango o independientes se encuentra trabajando 11.5%; en puestos que se pueden clasificar como de mandos medios se ocupa 17.1% de los egresados (que va de la categoría de subgerente a coordinador); el restante 52.9% se encuentra en los puestos de nivel profesional como supervisor, analista o empleado profesional, siendo esta última clasificación la que presenta mayor frecuencia. Los puestos que no requieren propiamente de una formación profesional, tienen una participación de 18.5% del total, presentándose estos casos con mayor recurrencia en la población femenina.

Para el análisis del tipo de puesto por carrera —haciendo la misma distinción mencionada en los párrafos anteriores- se identifica a Medicina, Geología y Enseñanza del Inglés con puestos eminentemente profesionales para todos los egresados ocupados. Con porcentajes de 90 y más ocupados a nivel profesional, están los programas de Enfermería, Economía, Arquitectura e Ingeniero Civil, Minero y Agrónomo. Siguen 11 programas que superan el 80% y por debajo de este límite, pero mayores a 70%, se ubican cuatro carreras. Por último, están las licenciaturas en Administración con 66%, Administración Pública con 57.7% y Literaturas Hispánicas con poco menos de la mitad.

Nivel de coincidencia entre grado educativo y empleo

Para 73.8% de los egresados, tener un carrera universitaria fue un requisito indispensable para la consecución de su empleo, lo que implica que su nivel de estudios es adecuado para el puesto que ocupa. Para 25.9% no fue necesario, es decir su nivel educativo es superior al que requiere el puesto de trabajo que desempeña por lo que se considera sobreeducado.

Esta situación afecta de manera considerable a seis programas en los que más de 40% de los profesionistas declararon que la carrera no fue un requisito para su contratación, estos son los egresados de Ciencias de la Comunicación, Administración Pública, Sociología, Artes, Desarrollo Regional y Administración de Recursos Naturales y Literaturas Hispánicas. En estas últimas dos la proporción es de uno a uno. Por otra parte, a todos los licenciados en Economía y en Ciencias de la Computación se les exigió ser universitarios y para las carreras de Arquitectura, Ingeniero Químico, Ingeniero Civil y Medicina el porcentaje supera los 90 puntos.

Nivel de coincidencia de la carrera con el empleo

En cuanto a la coincidencia del perfil del egresado con las características del puesto, se alcanza un promedio de 5.7 en escala de uno a siete. Sin embargo, en este análisis resulta más conveniente utilizar el indicador desglosado para poder dividir en grupos a los profesionistas. A los que respondieron entre uno y tres es posible atribuirles una baja coincidencia, que para los fines del estudio se puede asumir que presentan por tanto un desfase de entre la carrera que estudiaron y el puesto que desempeñan. En total, este segmento representa 14.4% de los egresados ocupados.

Mientras que 4.8% asignó un valor de cuatro, que se interpreta como mediana coincidencia y el resto (80.2%), que va de cinco a siete, se considera como de alta coincidencia entre sus estudios y las actividades propias de su trabajo.

El 100% de los egresados de Ciencias de la Computación, Medicina y Enfermería tienen empleos de alta coincidencia con su carrera, éstas, además de otras 10 carreras superan el promedio institucional y 14 se ubican con porcentajes menores, aunque sólo tres están por debajo de 60 por ciento: Trabajo Social, Literaturas Hispánicas y Licenciado en Desarrollo Regional y Administración de Recursos Naturales.

Nivel de coincidencia entre conocimientos y empleo

Cuando se cuestiona a los egresados qué tanto han utilizado los conocimientos y habilidades adquiridos en sus estudios de nivel superior, 84.4% responde que mucho o regular y 14.2% que poco o nada, considerando a este último grupo en situación de desfase de conocimientos.

Aun cuando la coincidencia de la carrera con el empleo no sea tan alta, muchos de los conocimientos aprendidos logran ser aplicados, por lo que el indicador asume una mejor calificación que la coincidencia o el hecho de requerir una carrera universitaria. Tan es así que en ningún programa el desfase de conocimientos es superior a 40%, con excepción de Licenciado en Matemáticas que alcanza 46.2 por ciento.

Dicho desfase tiene mayor impacto en licenciaturas como las de Administración Pública,

Desarrollo Regional y Administración de Recursos Naturales, Literaturas Hispánicas y Trabajo Social. Mientras que las carreras que más utilizan los conocimientos y habilidades adquiridos son Arquitectura, Enseñanza del Inglés, Ingeniero Agrónomo, Minero, Químico e Ingeniero en Tecnología Electrónica.

Debido a su naturaleza es claro que muchas de las 6 variables establecidas están estrechamente relacionadas. Sin embargo, es importante aclarar que cada una de ellas responde a la descripción de características distintas de mercado de trabajo. Por ejemplo, respecto a las últimas tres, que son las que podrían motivar mayor confusión, es de esperar que en la mayoría de los casos una persona desempeñe un puesto que requiera de un nivel educativo de licenciatura, que el tipo de carrera que estudió sea el requerido por el puesto y que utilice en ese puesto gran parte de los conocimientos y habilidades adquiridos durante sus estudios de licenciatura. Sin embargo, es posible encontrar egresados ocupando puestos que sí requerían de personas con nivel de licenciatura, pero no de la carrera estudiada por él y/o que no se encuentre aplicando los conocimientos y habilidades adquiridos en la Universidad.

Con el cruce de las últimas tres variables se puede apreciar la relación entre ellas. Si se asocian el nivel de coincidencia de la carrera y el empleo con la coincidencia entre los conocimientos y el empleo, se puede encontrar que existe una alta correlación entre ambas variables. Se encontró que del total de egresados que manifestaron baja coincidencia de la carrera con el puesto desempeñado, 72.6% utiliza poco o nada los conocimientos y habilidades adquiridos en la Universidad. Por otra parte, del total de profesionistas con alta coincidencia entre el puesto y la carrera, 94.5% utiliza gran parte de los conocimientos adquiridos. Un argumento posible para entender al restante 5.5% de los profesionistas que plantean tener alta coincidencia pero utilizan poco o nada los conocimientos adquiridos en la Universidad, podría ser que su carrera sí tenga alta relación con su trabajo pero los conocimientos aprendidos no sean los más idóneos para desempeñarlo.

Por otra parte, en cuanto a la relación que existe entre la sobreeducación y el desfase de conocimientos, la primera, medida desde el punto de vista del egresado y el desfase con la utilización de los conocimientos adquiridos en la licenciatura, se encontró que la mayor parte de los profesionistas que se ubican como sobreeducados tienen una baja utilización de los conocimientos adquiridos en la licenciatura (76.1%), mientras el 89.7% de los que se encuentran adecuadamente educados utiliza en gran medida los conocimientos y habilidades adquiridos en la Universidad. Como puede apreciarse existe una relación positiva entre la sobreeducación y el desfase de conocimientos.

 

Índice de pertinencia en el mercado laboral por carrera

Para analizar el grado de inserción de las diversas carreras al mercado de trabajo es común que se utilice información parcial, referida frecuentemente a los salarios o el nivel de empleo, que son las variables que contienen las bases de datos de los institutos de estadística. Para subsanar esa situación, aquí se construye un indicador que incluye las seis variables reseñadas en el apartado anterior que reflejan de manera más completa la situación del mercado laboral de profesionistas. Para cada una de dichas variables se define una situación ideal y a partir de ello se obtiene el porcentaje de profesionistas que cumplen con dicha situación. Así, se obtienen los porcentajes de egresados de cada carrera que: se encuentran empleados; tienen mayor remuneración (rangos 3 y 4); ocupan puestos de tipo profesional; se desempeñan en puestos que requieren de estudios de licenciatura; la carrera que estudiaron coincide con los requerimientos del empleo (valores 5, 6 y 7); y los conocimientos y habilidades adquiridos en la Universidad son utilizados en el desarrollo de sus funciones (mucho o regular).

Con dichos datos se construye el índice de pertinencia en el mercado laboral, cuya ecuación está dada por:

Fórmula 2

Donde:

IPLx = Índice de pertinencia laboral del programa x

n = Número de variables consideradas (6)

0x = Proporción de egresados ocupados del programa x

0max = Proporción de egresados ocupados del programa que obtuvo el máximo valor

Wx = Proporción de egresados ocupados con ingresos superiores a cinco salarios mínimos del programa x

Wmax = Proporción de egresados ocupados con ingresos superiores a cinco salarios mínimos del programa que obtuvo el máximo valor

Px = Proporción de egresados ocupados en puestos que presumiblemente requieren de educación profesional del programa x

Pmax = Proporción de egresados ocupados en puestos que presumiblemente requieren de educación profesional del programa que obtuvo el máximo valor

Overx = Proporción de egresados ocupados para los que tener una carrera universitaria fue un requisito del programa x

Overmax = Proporción de egresados ocupados para los que tener una carrera universitaria fue un requisito del programa que obtuvo el máximo valor

Coinx = Proporción de egresados ocupados que su actividad laboral tienen de mediana a total coincidencia con sus estudios de nivel licenciatura del programa x

Coinmax = Proporción de egresados ocupados que su actividad laboral tienen de mediana a total coincidencia con sus estudios de nivel licenciatura del programa que obtuvo el máximo valor

Mismx = Proporción de egresados ocupados que utilizan mucho y regular los conocimientos y habilidades adquiridos en su carrera del programa x

Mismx = Proporción de egresados ocupados que utilizan mucho y regular los conocimientos y habilidades adquiridos en su carrera del programa que obtuvo el máximo valor

Como se puede apreciar dicho indicador se construye a partir de calcular la proporción de egresados que se encuentran en una situación definida como adecuada en cada una de las seis variables, normalizada por la proporción del programa que obtuvo el máximo valor, y ponderando de manera homogénea cada una de ellas. Por su forma de construcción es un indicador que va del 100 al 0, donde el primer dato sería la situación ideal.

El cuadro 3 da cuenta de los resultados obtenidos.

Como se puede apreciar la tasa de ocupación, que a nivel de conjunto ascendió a 91.4%, sólo es una reflejo parcial de la situación del mercado laboral, pues implica que la gran mayoría de los profesionistas se encuentran empleados, pero no establece las condiciones en las que se desarrolla laboralmente: sólo una parte de ellos tiene salarios adecuados (53.8%); uno de cada cinco egresados realiza actividades laborales de baja coincidencia con su carrera estudiada y ocupa puestos que no son de tipo profesional; 26.2% tiene un nivel educativo superior al que requiere el puesto que desempeña; y alrededor del 16% no utiliza plenamente los conocimientos y habilidades adquiridos en la Universidad.

Lo más destacable del cuadro 3 es que permite ordenar las diversas carreras en función del índice de pertinencia en el mercado laboral, que refleja el conjunto de las características del mercado de trabajo descritas por las seis variables analizadas. Los resultados obtenidos implican una gran heterogeneidad por carrera, cuyo índice va desde 95.19 a 52.06. Por un lado las carreras con mejor situación dentro del mercado laboral son: Arquitectura, Medicina, Ingeniero Civil, Ingeniero Minero, Agronomía, Tecnología Electrónica, Enfermería y Ciencias de la Computación. Por otra parte las carreras cuyo índice de pertinencia en el mercado laboral fue bajo fueron: Sociología, Ciencias de la Comunicación, Trabajo Social, Matemáticas, Licenciado en Desarrollo Regional y Administración de Recursos Naturales, Administración Pública y Literaturas Hispánicas.

También, a partir del análisis de la información contenida en el cuadro 3, se puede caracterizar la situación del mercado laboral de cualquier carrera específica. Por ejemplo el caso de Sociología tiene un indicador global bajo a pesar de que su tasa de ocupación está por encima del promedio institucional, pero casi la mitad de los egresados de dicha carrera ocupa puestos que no requieren el grado de licenciatura y tienen salarios bajos, además de que una proporción mayor al promedio institucional realiza actividades de baja coincidencia con la carrera estudiada y utiliza poco o nada de los conocimientos y habilidades adquiridos en la Universidad.

 

Conclusiones

El aumento de la cobertura de educación superior, que ha resultado en un incremento en el número de profesionistas que se incorporan al mercado de trabajo, no ha sido acompañado por niveles de crecimiento económico suficientes para la creación de los correspondientes puestos de trabajo. Ello, junto con una serie de factores, ha creado una serie de distorsiones en el mercado de trabajo de los egresados de instituciones de educación superior.

Utilizando datos obtenidos a través de una encuesta de egresados de una universidad pública estatal se encontró que, en efecto, el problema más grave no es el desempleo de profesionistas, sino las condiciones en las que se insertan en el mercado de trabajo, como son que una proporción importante de ellos no obtiene remuneraciones adecuadas; se desempeña en puestos de carácter no profesional; ocupa un puesto para el cual no se requería de estudios de nivel superior; el empleo que desarrolla no tiene mucha coincidencia con la carrera estudiada; y no aplica plenamente los conocimientos y habilidades adquiridos en la Universidad.

Esos resultados permiten rechazar la validez de las conclusiones de la teoría del capital humano, pues ni las empresas, con su conducta optimizadora, aprovechan totalmente los conocimientos y habilidades de sus empleados ni todos ellos ocupan puestos y realizan funciones de acuerdo con su nivel educativo. De igual forma los ingresos de los egresados universitarios no corresponden a su alto nivel educativo, que se suponía generaría una productividad también mayor y en consecuencia mayores remuneraciones. Los resultados también contradicen a la teoría neoclásica debido a que se aprecia un desempleo de profesionistas incompatibles con sus postulados. Así, la evidencia encontrada está a favor de las teorías alternativas que admiten entre sus conclusiones la existencia de los fenómenos de sobreeducación y desfase de conocimientos. Además, el hecho de haber encontrado una alta correlación entre los que ocupan puestos de acuerdo a su nivel educativo y los que utilizan —en gran medida— los conocimientos y habilidades adquiridos en la universidad abona a favor de la prevalencia de la teoría de la asignación sobre la teoría del conocimiento heterogéneo.

A través de la construcción del indicador de pertinencia en el mercado laboral, diseñado a partir de seis variables que caracterizan a dicho mercado, fue posible apreciar que existe gran heterogeneidad en cuanto a la situación laboral para los egresados de cada una de las carreras. En términos generales, con buen mercado laboral destacan carreras del área de Ingeniería y Tecnología, así como algunas del área de Ciencias Biológicas y de la Salud. En una situación intermedia se ubican las tradicionales carreras del área Económica-Administrativa y con inadecuado mercado laboral se encuentran carreras de las áreas de Ciencias Sociales y de Humanidades.

La situación del mercado laboral de profesionistas en el país debiera llevar a replantear no sólo la política económica, de manera que se promoviera mayor crecimiento de la producción y del empleo, sino también la política educativa nacional para promover que los esfuerzos por aumentar la cobertura en educación superior se liguen de manera efectiva a la pertinencia de las carreras y que los planes y programas de estudio de las diversos programas educativos se adecuen para que los estudiantes adquieran los conocimientos y habilidades que realmente requiere la sociedad.

 

Referencias

Allen, J. y Van der Velden, R. (2001). Educational mismatches versus Skull mismatches effects on wages, job satisfaction, ando n-the job search, Oxford, Economic Papers, 53 (3): 434-452).         [ Links ]

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