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Perfiles educativos

versión impresa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.44 no.176 Ciudad de México abr./jun. 2022  Epub 17-Abr-2023

https://doi.org/10.22201/iisue.24486167e.2022.176.61057 

Reseñas

Universidad de Guadalajara. Caleidoscopio de identidades

Cristina Palomar Verea* 

*Investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara (México). Doctora en Educación. CE: cristina.palo mar@csh.udg.mx

Peredo Merlo, María Alicia; Navarro Navarro, Miguel Ángel. Universidad de Guadalajara. Caleidoscopio de identidades. México: Universidad de Guadalajara, 2021.


Lo primero que hay que decir es que Alicia Peredo y Miguel Ángel Navarro, autores del libro titulado Universidad de Guadalajara: caleidoscopio de identidades, lograron con creces el objetivo que enuncian en la página 9: hacer de su texto “una obra disfrutable en su lectura y provocadora en su contenido”. Realmente es una lectura que se disfruta y que resulta muy estimulante para la reflexión acerca del tema que analizan, sobre todo para quienes hemos tenido una trayectoria larga dentro de esta universidad y hemos dedicado parte de nuestros esfuerzos investigativos a pensar tanto el tema de las identidades como el de la cultura institucional.

Se trata de un texto breve (alrededor de 100 páginas) compuesto por la introducción, cuatro capítulos, reflexiones finales y una vasta bibliografía. La introducción ofrece el marco conceptual desde el cual Peredo y Navarro realizan el acercamiento a su objeto: el discurso identitario de los académicos de la Universidad de Guadalajara (UdeG). Los autores plantean que la universidad es una organización educativa en la que los elementos que la componen, sus fines y objetivos, su metodología de trabajo y sus tareas, son poco definidas y ambiguas porque operan sobre procesos no controlables ni objetivables. Es el caso del aprendizaje -señalan-, por ser el proceso nuclear en una universidad, pero subjetivo, variable, no medible y difícilmente observable. No obstante, afirman, en torno a este componente se edifica un aparato administrativo y burocrático enorme que, además, cuenta con una “cultura”, la cual es producida, según se puede leer en el primer apartado, a través

…del tiempo, la historia particular, los símbolos y discursos dominantes, los contextos internos y externos, así como los personajes que van hilando la explicación que los miembros de la Universidad encuentran para entender quiénes son, cuál es su papel y qué se espera de ellos (p. 8).

Ahí es donde cobra relevancia la identidad, en torno a la cual Peredo y Navarro anudan el interés que los impulsó a hacer este trabajo: indagar la percepción identitaria que algunos miembros de la comunidad académica reportan a partir del relato de la propia trayectoria académica. Dicho relato es posteriormente analizado por los autores a partir de cuatro categorías que desarrollan en los capítulos siguientes.

Los autores parten de la pregunta de si el proceso de reforma universitaria de 1993 implicó un cambio en la identidad de los académicos de la Universidad de Guadalajara. Y la hipótesis que proponen es que, efectivamente, el discurso identitario de los académicos incorporados a la UdeG antes de esa fecha es distinto de quienes ingresaron después, ya que la transformación de la organización en términos territoriales, académicos y administrativos conllevó cambios en “el ambiente interno” cotidiano en el que los universitarios se desarrollaban y convivían.

Con el trabajo realizado los autores buscan, justamente, caracterizar los cambios en los símbolos, valores, mitos, narraciones y ritos que integran o modifican la identidad institucional en ambos grupos de académicos: pre y post reforma. Para realizar la investigación se diseñó una muestra teórica con base en el ingreso o antigüedad, la adscripción actual y el género, de 12 sujetos a los cuales se entrevistó a profundidad.

Peredo y Navarro abordan después el tema de la identidad institucional a partir del planteamiento de que no es fácil distinguir entre ésta y la identidad académica en el discurso de los sujetos. Exponen los resultados de una amplia revisión bibliográfica en torno a este punto, y plantean que la identidad académica es fluida y está sujeta a los cambios en las estructuras de la institución, en el ambiente exterior y en la misma disciplina a la que se adscriben los académicos. La discusión con diversos autores acerca de esta identidad muestra la complejidad del proceso de su producción en un contexto determinado por la preponderancia de los valores de libertad intelectual, conocimiento y verdad, en torno a los cuales hay permanentes debates, como es el ámbito universitario.

En el capítulo acerca del contexto (dividido en externo e interno), Peredo y Navarro presentan algunos hitos en la historia de la UdeG a partir de los cuales articulan el proceso que desemboca en la institución actual, marcada por problemas presupuestales y por la entrada de programas federales compensatorios, los cuales han participado en la producción de un nuevo discurso que introduce cambios en la identidad institucional. Se relata el abandono del sentido social y humanista de la universidad para pasar a la concepción del trabajo académico como una actividad individual y meritocrática, sujeta a indicadores cuantitativos acumulables, lo cual también modificó la manera en que los docentes se perciben a sí mismos. Estas mutaciones en el discurso acerca de la identidad de los académicos universitarios son entendidas por los autores como efectos de la pugna entre universidades públicas fomentada por el gobierno federal al exigirles competir por fondos extraordinarios. Bajo la presión de diversos elementos externos, la UdeG ha tenido que adaptarse a las transformaciones económicas y tecnológicas derivadas de la globalización, así como incorporar los diferentes instrumentos de planeación que marca la nueva política de asignación presupuestal.

La descripción de dichos instrumentos compone un escenario surrealista y abigarrado que produjo diversas transformaciones en la vida cotidiana institucional y que implicó la resignificación de las identidades de sus académicos. Navarro y Peredo (ambos con largas trayectorias dentro de la UdeG) describen los diversos efectos que producen los cambios en el contexto externo en la institución y en la producción de una nueva imagen del docente y de la misma universidad, todo esto expresado en un giro radical del discurso institucional cotidiano.

Los autores trazan una frontera metodológica para analizar los cambios en el discurso institucional: el ya señalado proceso de la reforma universitaria de 1993. En los cuatro siguientes capítulos del libro presentan los resultados de la indagación realizada con los académicos universitarios; en ellos exploran cuidadosamente cómo se muestra esa transformación discursiva en el relato que los sujetos articulan en torno a cuatro aspectos: su proceso de ingreso a la UdeG; los problemas del quehacer académico; los valores institucionales; y, finalmente, la identidad académica e institucional.

En las reflexiones finales, los autores tejen dos hilos para analizar la información recogida: los cambios efectivamente ocurridos en la institución, por una parte, y las percepciones de los actores sobre dichos cambios, los cuales -afirman- “han incidido en sus nociones de la identidad universitaria”. Concluyen que la institución cambió y que, con ello, hubo también una mutación en las nociones de identidad que ahora se observan en los universitarios. Señalan también que, a pesar de los cambios, la Universidad de Guadalajara conserva algunos rasgos que la definen: una universidad pública, autónoma, plural y laica que es referente local y nacional por diversas razones. No obstante, detectan la presencia, por una parte, de elementos discursivos que perviven de las épocas pasadas, mezclados con otros que provienen de factores contemporáneos y que aparecen en los testimonios de los sujetos. El texto cierra con el planteamiento de preguntas sugerentes acerca de cuál es la relación entre la identidad institucional y la identidad incorporada por los sujetos, así como acerca de los mecanismos de dicha incorporación.

Llama la atención que, en la lectura del libro de Peredo y Navarro, la Universidad de Guadalajara aparece al mismo tiempo como una institución de gran profundidad histórica y una gran solidez institucional, pero también como una institución en movimiento, cada vez más subordinada a las presiones del contexto. Si su definición anterior a la reforma universitaria de 1993 se producía desde adentro a partir de un discurso fundacional claro, de mitos asentados, de personajes clave y de la convicción de una identidad muy visible, la imagen actual es la de una institución que ha perdido personalidad y que vive en el desgaste permanente que implica resistir los embates derivados de las presiones presupuestarias y las amenazas constantes de vigilancia y escrutinio externos. La autonomía ha perdido claridad como valor en el discurso institucional y la necesidad de incorporarse a los circuitos globales para participar en la vida académica de vanguardia ha conducido a que la identidad de sus académicos ya no se construya primordialmente a partir de su adscripción institucional, sino del reconocimiento individual vinculado a la proyección nacional e internacional que inició con la internacionalización y que se ha facilitado a través de la tecnología y de las formas de comunicación virtual.

Más allá de esto, parece que en la coyuntura actual la UdeG enfrenta nuevos retos que no hay que soslayar derivados del discurso antielitista del actual presidente de México, en el que no solamente ha colocado a los académicos y los científicos como grupos privilegiados, y a las universidades públicas como instituciones que promueven el pensamiento neoliberal y que, por lo tanto, son corruptas, sino que ha puesto en marcha una serie de acciones que han impactado en la situación financiera de estas instituciones y que han comprometido su funcionamiento. De esta manera, la Universidad de Guadalajara se enfrenta a una coyuntura en la que podría redefinir (o refrendar) su postura institucional, reivindicar los valores y principios que se quieren preservar como definitorios de su identidad, al mismo tiempo que evaluar lo que significa ser parte de esta institución.

Otro comentario tiene que ver con el señalamiento que hacen Peredo y Navarro acerca la Universidad de Guadalajara como “una institución de vida habitable… en donde la persona se siente acogida, realizada, reconocida” (p. 13). Creo que esta observación se vincula con un elemento muy característico de esta Universidad: a lo largo del tiempo ha demostrado ser una institución educativa en la que se desarrollan numerosas trayectorias personales muy duraderas (sería interesante indagar este dato en las estadísticas históricas universitarias). En este sentido, la UdeG se caracteriza por seguir siendo una institución sólida en el sentido de la modernidad -es decir, que ofrece solidez en la permanencia laboral- a pesar de las inevitables transformaciones que ha acarreado la globalización, de los nuevos significados culturales de la educación superior y de la aparición de las identidades líquidas contemporáneas.

En relación con este punto es interesante pensar que el caleidoscopio que los autores encuentran en las identidades de los académicos de la UdeG puede ampliarse si se considera que la mayoría de esas largas trayectorias están compuestas de itinerarios complejos en los que las tareas desarrolladas y los niveles transitados a través del tiempo por un mismo sujeto han variado. Es decir, la identidad de los académicos universitarios no ha sido la misma a lo largo del tiempo vivido en la institución. Ser académico en la UdeG no ha significado siempre lo mismo, y si ese académico antes fue estudiante y/o parte del personal administrativo o llega a ser funcionario, esa identidad también ha ido mutando. Porque, además, la identidad no se forja solamente en relación con la pertenencia a un gremio o con la realización de cierto tipo de tarea (la académica), sino también con el propio itinerario en actividades estudiantiles, administrativas, académicas, gremiales o políticas, en combinación con otros aspectos identitarios como el género y la generación, por ejemplo. Lo que estoy planteando es que la identidad tiene una evolución diacrónica, pero también está en constante mutación en el plano sincrónico. Un elemento más es el relativo a la crisis de las identidades profesionales de la que habla Dubar (2002), porque los académicos, además de construir una identidad por su adscripción institucional, también lo hacen por su ejercicio profesional, cuyo sentido ha sufrido también transformaciones a través del tiempo.

En esta línea, resulta interesante tomar en cuenta lo que algunos antropólogos han hecho notar acerca del carácter múltiple y móvil de la identidad (Narayan, 1997; Rosaldo, 1989) y la manera en que sus distintas facetas emergen como prioritarias en distintos momentos y contextos en un mismo ámbito. Esto quiere decir que resulta difícil entender la identidad solamente a partir de la pertenencia a uno de los colectivos humanos que conforman la universidad: estudiantes, académicos o administrativos. La faceta subjetiva que se elige o que se está forzado a aceptar como una identidad definitoria puede variar a partir del tiempo, del espacio y de la presencia de vectores propios del poder, aspecto que, por cierto, se echa en falta en el libro que comentamos, sobre todo porque es conocida la alta politización de esta institución y la existencia histórica de grupos de poder en su seno, siempre en pugna.

Las identidades, es innegable, así como están sometidas al juego continuo de la historia y la cultura, también lo están a las dinámicas de poder. En este sentido, hay que entender las identidades como las distintas formas en que estamos posicionados por ellas y en las que nos posicionamos en las narrativas del pasado, lo cual quiere decir que la identidad no es un producto totalmente elegido conscientemente, sino que es la política de las identidades -cada vez más relevante- el elemento que, de manera dinámica y muchas veces imperceptible, asigna la identidad y determina con ello tanto el comportamiento como la autoimagen, los vínculos interpersonales y la postura frente a la institución. Por último, sería importante distinguir entre la identidad y la subjetivación, porque en esta distinción radica la posibilidad reflexiva para los sujetos de distanciarse de las identidades y para asumir posiciones críticas frente a éstas.

Referencias

Dubar, Claude (2002), La crisis de las identidades, Barcelona, Bellaterra. [ Links ]

Narayan, Kirin (1997), “How ‘Native’ is a Native Anthropologist?”, en Louise Lamphere, Helena Ragoné y Patricia Zavella (eds.), Situated Lives. Gender and culture in everyday life, Nueva York, Routledge, pp. 23-41. [ Links ]

Rosaldo, Renato (1989), Culture and Truth: The remaking of social analysis, Boston, Beacon. [ Links ]

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