Introducción
La educación inclusiva como proceso ha sido ampliamente estudiada en las escuelas (por ejemplo: Ainscow, 1999; Ainscow et al., 2006; Ainscow et al., 2012; Echeita, 2007; Lledó y Arnaiz, 2010; Miles y Ainscow, 2011; Muntaner, 2014). Sin embargo, a pesar de que “desde la década de los noventa se ha dado un creciente énfasis a la necesidad de políticas y prácticas inclusivas” en educación superior (López-Gavira y Moriña 2015: 366), hay pocas evidencias del desarrollo de tales experiencias. La European Commission (2001) promueve la creación de experiencias de educación superior donde todas las personas puedan participar de manera equitativa, con libertad de elección, por tanto, la asunción de una educación inclusiva sigue siendo un tema pendiente (Lledó et al., 2012; Cotán, 2017).
El presente documento aborda estas preocupaciones y se enfoca en el campo de la educación a distancia. En concreto, se describe el desarrollo de una guía que puede ser usada como un medio para revisar y desarrollar entornos de aprendizaje a distancia en educación superior.
Desarrollo de una estrategia
La búsqueda de estrategias para abordar los desafíos que supone construir una educación inclusiva es particularmente importante en relación a la educación a distancia, la cual “desde sus inicios ha ofrecido al estudiantado la oportunidad de que aprendan independientemente de las limitaciones geográficas, socioeconómicas o de otra índole” (UNESCO, 2002: 23); constituye una estrategia para la inclusión social y educativa de todas las personas, especialmente de las comunidades más vulnerables (Cabero, 2016). De hecho, la educación a distancia se considera como una de las respuestas más eficientes a los problemas de desigualdad en nuestra sociedad (Acosta, 2011). No obstante, como Steyaert (2005: 68) ha identificado: “la aparente paradoja donde la tecnología proporciona una gran plataforma para la inclusión, en realidad parece ser excluyente”. Es decir, la provisión de un entorno de aprendizaje a distancia no es necesariamente una garantía para la inclusión de todos los participantes en educación superior. En relación con esto, Seale (2013: 268) argumenta que:
…los aspectos cruciales para la inclusión digital no son sólo tecnológicos (e.g., acceso a la tecnología y entrenamiento sobre cómo usarla) sino que son sociales (e.g., la diversidad de redes de apoyo formales e informales que los estudiantes son alentados a mantener y cultivar) y culturales (e.g., los valores y las expectativas respecto a si es posible que el estudiantado mejore su rendimiento académico a través del uso de la tecnología).
A partir de esta brecha o laguna en la práctica y en la investigación, este trabajo presenta una descripción de la producción de una Guía para el Desarrollo de una Enseñanza Superior a Distancia Inclusiva, basada en la adaptación del Index for inclusion: Developing learning and participation in schools (Booth y Ainscow, 2011). Se aborda el desarrollo general de una educación inclusiva en educación superior sobre las mismas dimensiones de la versión original en la escuela, al crear culturas inclusivas, producir políticas inclusivas y desarrollar prácticas inclusivas (Fig. 1).
Cuando se usa en las escuelas, el Index for inclusion se integra en la planificación institucional cotidiana para aumentar el aprendizaje y la participación de todos los agentes, especialmente del estudiantado. El proceso para trabajar con el Index está diseñado para contribuir al desarrollo de escuelas inclusivas. Esto alienta al profesorado a compartir y construir su conocimiento sobre lo que dificulta el aprendizaje y la participación. En definitiva, es una ayuda para examinar detalladamente las posibilidades para incrementar el aprendizaje y la participación de todo el alumnado en referencia a los aspectos que conforman e interactúan con el centro educativo. Este proceso no se ve como una iniciativa adicional a la escuela, sino como una forma sistemática de participar en la planificación del desarrollo escolar, en la que se establecen prioridades para el cambio y se ponen en práctica revisiones y medidas de progreso (Ainscow et al., 2012).
Es importante comprender que la visión de la inclusión presentada en el Index for inclusion es amplia, ya que va más allá de muchas de las formulaciones que se han utilizado con anterioridad. Se preocupa por minimizar las barreras de aprendizaje y participación, sea quien sea y donde sea que las experimente en el proceso de construcción de culturas, prácticas y políticas inclusivas en la escuela. Lo anterior implica un énfasis en la movilización de recursos infrautilizados por el personal, el estudiantado, el equipo de gestión, las familias y los demás miembros de la comunidad educativa. En este contexto, la diversidad es vista como un recurso valioso para apoyar el desarrollo de la enseñanza y el aprendizaje (Bartolomé, 2017).
Las cuestiones que incluye la guía incluyen una estructura de árbol ramificado que permite el estudio de todas ellas de forma progresiva. Las tres dimensiones (políticas, prácticas y culturas) se expresan en términos de indicadores y el significado de cada uno de ellos se desarrolla en torno a una serie de preguntas o cuestiones. Por ejemplo, el indicador “durante las sesiones se alienta al estudiantado a trabajar conjuntamente” podría centrarse en preguntas como:
¿Las actividades de la sesión requieren que el estudiantado colabore?
¿El personal docente pide al estudiantado que discuta sobre el contenido de la sesión?
¿El personal docente ayuda al estudiantado a desarrollar habilidades para aprender juntos?
Los indicadores son afirmaciones de aspiraciones inclusivas que pueden ser comparadas con la realidad de las escuelas para establecer las prioridades del centro en cuestión. Las preguntas aseguran que los materiales efectivamente sean capaces de desafiar el pensamiento en cualquier escuela, sea cual sea su estado de desarrollo. En conjunto, las dimensiones, los indicadores y las preguntas proporcionan un mapa que se detalla progresivamente para conocer la posición actual de la escuela y para planear las posibilidades futuras.
El uso de múltiples perspectivas
La investigación en las escuelas sugiere que para abordar la visión más amplia de la educación inclusiva descrita en el Index deben tenerse en cuenta múltiples perspectivas (Ainscow et al., 2006). Sin embargo, este estudio -puesto en marcha en la educación superior- se refiere solamente al desarrollo de la educación inclusiva desde la visión del personal y el equipo de gestión, en vista de que los esfuerzos para desarrollar experiencias más inclusivas “requieren de un énfasis especial sobre la provisión de un soporte a los docentes que los acompañe en la búsqueda y desarrollo de prácticas que lleguen a todos los que participan en el aula” (Ainscow, 2014: 47). Hoy en día, uno de los desafíos más grandes de la inclusión es el compromiso activo del equipo docente (Howes et al., 2009) porque, junto con el estudiantado, son los agentes que están inmersos en la experiencia cotidiana.
Con esto en mente, la guía que se describe en este documento ha sido creada para fomentar la reflexión crítica entre el personal y el equipo de gestión acerca de la experiencia de e-learning inclusivo que estos agentes ofrecen. De este modo, puede ser entendida como una estrategia para incrementar las posibilidades para “detenerse y pensar” (Ainscow y Sandill, 2010). Su propósito es proporcionar espacios donde el equipo docente se enfrente con las evidencias de su labor, y provoque la reflexión y la discusión de su propia práctica docente (Howes et al., 2009; Ainscow, 2014).
La “Guía para el desarrollo de un e-learning inclusivo en educación superior” no está concebida como una receta o como un conjunto cerrado de indicadores para aplicar a manera de encuesta para verificar con qué se cuenta y con qué no a partir de respuestas dicotómicas de sí/no. Al contrario, cada sección hace referencia a dos cuestiones implícitas: ¿cómo lo hacemos?, y ¿cómo podemos mejorarlo?
Tal y como sostienen Miles y Ainscow (2011: 11) “las escuelas saben más de lo que usan” y, de manera similar, es obvio que los profesionales de la educación superior tienen un conocimiento experto de su propio contexto de trabajo, basado en su experiencia profesional, que puede ser explotado. Por lo tanto, la Guía está diseñada para aprovechar esos recursos, en tanto que provee un marco que puede generar debate sobre la inclusión en la educación superior a distancia (Ainscow et al., 2006).
El desarrollo de la Guía
El estudio concierne al diseño, desarrollo y evaluación de experiencias de e-learning en educación superior para personas con y sin discapacidades, que interactúan en línea entre sí, desde una perspectiva inclusiva. Mientras que el estudio completo de las experiencias formativas se realiza en la Universidad de Granda (España), la investigación específica que se expone en este documento tiene lugar en la Universidad de Manchester (Reino Unido).
La adaptación del Index for inclusion para el desarrollo de un e-learning inclusivo en educación superior ha requerido de una investigación sobre la acción colaborativa que provoque mejoras en las políticas, las prácticas y las culturas. En concreto, se desarrolla en el contexto de la tercera edición del Título Propio de la Escuela Internacional de Posgrado de la Universidad de Granada denominado “Lengua de signos española y su interpretación aplicada a la enseñanza presencial y virtual”. Esto llevó a una fase de reflexión dentro del proceso de investigación en la acción en la que se hizo necesario abordar explícitamente el desafío de la inclusión. A través del proceso de evaluación y reflexión se identificó un conjunto de cambios para la provisión de mejoras en las experiencias educativas venideras.
Como resultado de esta experiencia, los autores de este artículo decidieron adaptar la versión existente del Index for inclusion al contexto español, a una modalidad de educación a distancia y a una población adulta que recibe educación superior, para su validación en la Universidad de Manchester en relación con cuatro factores:
Adaptación al contexto. El uso de la Guía para promover un e-learning inclusivo en educación superior está situado en España; por lo tanto, ha sido necesario cambiar el idioma para la validación, y también ciertos aspectos de contenido cultural.
Adaptación de la modalidad. La experiencia se desarrolla dentro de un entorno de aprendizaje a distancia; consecuentemente, ha requerido de cambios relativos a la accesibilidad, la usabilidad, el diseño universal y la ubicuidad (como una característica identificativa del e-learning, que significa: en cualquier lugar y en cualquier momento).
Adaptación del nivel de madurez. A diferencia del Index for inclusion, concebido para escolares en periodo de enseñanza obligatoria, la participación de estudiantado adulto (estudiantes de educación superior) en el presente estudio ha requerido de consideraciones relativas a la noción de aprendizaje a lo largo de la vida. Por lo tanto, fue necesario suprimir las referencias a las familias y, al mismo tiempo, dar énfasis a las interacciones entre los participantes.
Adaptación del tamaño. Dada la intención de usar la Guía durante reuniones a través de videoconferencia con una duración de entre 1 y 2 horas, fue necesario reducir el número de preguntas. Por lo tanto, el proceso mantiene el mismo marco general, pero se enfoca únicamente en lo que se consideran preguntas esenciales.
El uso de una versión inicial de la Guía basada en estos cambios demuestra no sólo que es crucial en el proceso de reflexión sobre las prácticas, las políticas y las culturas inclusivas del equipo docente y de gestión, sino también en el proceso de autoevaluación integral de la experiencia de aprendizaje en línea.
Basado en la experiencia de la primera autora de este trabajo como tutora y coordinadora de las experiencias de e-learning inclusivo en educación superior, y como observadora participante en este proceso, se consideró necesario crear una cierta distancia crítica para analizar el progreso realizado en el desarrollo de una Guía apropiada. Con esto, el propósito del presente estudio se focaliza en una comprensión más holística de los aspectos que deben incluirse en la Guía a través de la síntesis de las opiniones de un grupo de expertos externo. Estos expertos del ámbito de la inclusión, el e-learning y la educación superior fueron invitados para actuar como “amigos críticos” (Ainscow et al., 2012) que discuten sobre el borrador inicial del instrumento. El marco general del proceso que se utilizó para llevar a cabo este análisis se resume en la Fig. 2.
Método
Para el estudio aquí presentado se utilizó la técnica Delphi. Ésta implica que una variedad de expertos y expertas ofrecen su punto de vista sobre la coherencia, la representación y la calidad técnica de cada uno de los indicadores y el conjunto de preguntas de la Guía para promover un e-learning inclusivo en educación superior. Esta estrategia de investigación ha sido ampliamente usada (Dunsmuir et al., 2015) porque ha demostrado su utilidad para identificar y priorizar aspectos que faciliten la toma de decisiones (Okoli y Pawlowski, 2004).
El método Delphi se seleccionó como el enfoque más apropiado para este estudio porque
…el proceso reiterado de recopilación e interpretación de datos permite la creación de un consenso dentro de un panel de expertos…, manteniendo el anonimato y evitando la confrontación y la presión de los participantes para ajustarse a las perspectivas del grupo (Fuller et al., 2014: 334).
Lo anterior, dado que “la opinión colectiva del panelista experto es de mayor calidad que la visión limitada individual” (Nworie, 2011: 25).
Participantes
Al diseñar el estudio se reflexionó acerca de cuántos expertos informantes habría que involucrar para usar la técnica Delphi. Williams y Webb (1994) sostienen la falta de acuerdo en la literatura científica en relación con este aspecto. Por su lado, Skulmoski et al. (2007), al escribir sobre su investigación indican que el tamaño de la muestra varía desde 4 hasta 171 expertos, pero establecen que “grandes muestras en un estudio Delphi pueden presentar desafíos logísticos difíciles que supongan una gran inversión de tiempo para los panelistas y para la persona investigadora” (Nworie, 2011: 26). El aspecto crucial es encontrar un número óptimo de expertos, teniendo en cuenta que es necesario un número mínimo y máximo que compense el esfuerzo, el costo y el tiempo invertidos. Definitivamente, el tamaño de la muestra depende del propósito del proyecto, del diseño seleccionado y del periodo de tiempo para la recolección de datos (Keeney et al., 2000).
La muestra de este estudio incluye a 10 expertos y expertas de la Universidad de Manchester, seleccionados por su variada y reconocida experiencia a nivel internacional sobre la educación inclusiva, el e-learning y la educación superior. El tamaño de la muestra se considera óptimo para obtener suficiente información de alta calidad y experiencia diversa, controlando los desafíos logísticos del estudio. El objetivo se focaliza en abordar diferentes perspectivas que se resumen en el Cuadro 1.
1.Director/a del Programa de Doctorado en Psicología Educativa. Examinador/a externo/a del programa MEd en Discapacidad, Inclusión y Necesidades Especiales. Los intereses de investigación se centran en las necesidades educativas, la salud mental, la inclusión, la práctica profesional en psicología educativa, el uso de datos en sistemas educativos, la dislexia, la terapia cognitiva, los enfoques terapéuticos y la evaluación de intervenciones y programas basados en la escuela. |
2.Profesor/a de Psicología Educativa y de la Infancia. Trabaja en la mejora de servicios para la infancia y la juventud en situación de vulnerabilidad, en concreto, en aquéllos que tienen necesidades educativas especiales, que están en riesgo de exclusión en la escuela o que son atendidos por las autoridades locales. |
3.Profesor/a titular de Educación. Master of Arts (MA) en Tecnología Educativa en Teaching English to Speakers of Other Languages (TESOL). Sus intereses en investigación se centran en el uso de la tecnología en la enseñanza de idiomas, la formación de docentes a distancia y el e-learning. |
4.Asistente de investigación en la Escuela de Medio Ambiente, Educación y Desarrollo. Su interés investigativo se centra en la educación especial y en los aspectos emocionales del aprendizaje. |
5.Profesor/a titular de Educación Científica. Sus intereses de investigación son la inclusión, la investigación en la acción, la educación científica y la desventaja social y educativa. |
6.Director/a del programa MA: Tecnologías digitales. Comunicación y educación. Sus intereses de investigación giran en torno a: teoría crítica y educación, práctica de la información y alfabetización informacional, aprendizaje en el lugar de trabajo y desarrollo profesional, comunidades de aprendizaje y aprendizaje informal, filosofía del aprendizaje y comunicación. |
7.Profesor/a titular de Educación Inclusiva. Director/a del programa para la vía MA “Liderazgo e inclusión educativa”, coordinador fundador de la Red de Educación Habilitadora (EENET). Sus intereses de investigación se focalizan en educación inclusiva, educación especial, educación internacional y educación comparada. |
8.Profesor/a titular de la Escuela de Medio Ambiente, Educación y Desarrollo. Su interés investigativo se centra en la educación y la lingüística, las desventajas y la equidad, la educación superior y la identidad de los estudiantes y el staff educativo. Lidera el proyecto “Hacia una participación equitativa: acceso e inclusión en educación superior”. |
9.Investigador/a asociado/a al Centro de Equidad. Focaliza sus intereses de investigación en torno a la inequidad dentro de los sistemas educativos, el lenguaje y el aprendizaje en línea. |
10.Investigador/a asociado/a en la Escuela de Medio Ambiente, Educación y Desarrollo. Sus intereses en investigación son: percepciones de la tecnología en educación y la mejor forma para abordar la educación para la ciudadanía global y la sostenibilidad; herramientas multimedia en educación, blended learning y alfabetización digital. |
Fuente: elaboración propia.
Además de una trayectoria profesional comprobada en estas áreas, cada una de las personas participantes proporcionó su propia autoevaluación respecto de cada uno de los indicadores de la Guía: 4 significa fuertemente de acuerdo, 3 un acuerdo razonable, 2 ligeramente de acuerdo y 1 nada de acuerdo (Fig. 3).
El proceso
Después de una revisión detallada del uso del inglés en el contenido de la Guía traducida del español, se digitalizó en un formato electrónico para facilitar la introducción de la información de cada experto (Fig. 4).
El formulario incluye información sobre el estudio, la técnica, el marco y el contenido de la Guía (incluidos los indicadores sobre las diferentes dimensiones que pueden ser consultados en el anexo de este documento: crear culturas inclusivas, producir políticas inclusivas y desarrollar prácticas inclusivas). Cada indicador de la Guía se puede evaluar en función del nivel de coherencia, representación y calidad técnica, además de que cuenta con un espacio abierto para justificar la respuesta anterior y sugerir mejoras (Fig. 5).
Previamente se celebró una reunión cara a cara con casi todos los expertos para explicar el estudio y obtener el acuerdo de participación en el mismo (sólo en dos casos se obtuvo el consentimiento a distancia porque no se pudo obtener en persona). Una vez celebradas las reuniones se envió el enlace con el formulario para comenzar con el proceso de revisión.
El proceso de la técnica Delphi comienza con un primer conjunto de opiniones de los expertos (ronda 1) y continúa con el análisis de un informe de investigación en el que se incluye información sobre cada indicador con sus propuestas de cambio y las aclaraciones sobre las diferentes preguntas, además de una sección específica que permite comentarios adicionales. Finalmente, se solicita la revisión de la nueva versión de la Guía por parte del equipo experto y del informe y los comentarios correspondientes a dicha versión (Fig. 6).
Resultados y discusión
Los resultados indican que hay una disposición positiva del grupo de expertos para introducir esta Guía con el propósito de contribuir en la mejora de la inclusión educativa en entornos de aprendizaje a distancia. Por ejemplo, el experto 7 comentó:
Me gusta mucho la guía. Me hizo pensar en los entornos de aprendizaje a distancia en los que estoy involucrado de una manera crítica para la que no siempre tengo tiempo.
También hay un acuerdo general acerca de la coherencia, la representación y la calidad técnica de todos los indicadores. La puntuación media es superior a 3 en todos los casos, incluyendo las decisiones basadas en una cuidadosa consideración de los comentarios y las inferencias hechas sobre los mismos.
Además, se expresaron opiniones sobre el tamaño de la Guía: aproximadamente la mitad del grupo experto sugirió que es demasiado larga o que podrían usarse menos preguntas. En respuesta a estas consideraciones se decidió eliminar tres preguntas y dos indicadores completos. El grupo experto también facilitó instrucciones para fusionar algunos indicadores similares y eliminar dos preguntas redundantes. Curiosamente, este aspecto generó más reflexiones interesantes durante la discusión, específicamente, ¿sería posible desarrollar la Guía en torno a un número menor de indicadores? O, ¿sería mejor responder a las complejidades intrínsecas adoptando una metodología más creativa para su uso? Esta última propuesta es la que necesita la compleja y heterogénea escuela del siglo XXI.
A partir de lo anterior se concluyó que la Guía debe adaptarse a los diferentes contextos. Cada institución habrá de focalizar sus esfuerzos en unos aspectos más que en otros, en coherencia con sus circunstancias y en las áreas de preocupación propia. En este sentido, se debe de trabajar de manera que se fomente la participación activa de las partes interesadas, lo que debería de propiciar un proceso más significativo y relevante. En estas actividades participativas se sugiere la utilización de la estrategia de Jigsaw -o rompecabezas- como una metodología estimulante que alienta las discusiones cooperativas y la toma de decisiones consensuada (Hedeen, 2003; Pozzi, 2010).
El grupo experto también proporcionó comentarios detallados que ayudan a mejorar la coherencia de algunas preguntas y, en algunos casos, a mejorar la claridad del lenguaje utilizado. Así, por ejemplo, la frase “attend actively in meetings” usada originalmente (indicador A.1.3, pregunta ii) se cambió por “participate in decision-making”. En este caso, el argumento de cambio se basó en que la colaboración como un medio para fomentar una perspectiva más inclusiva entre el personal y el equipo de gestión debe de ir más allá de la simple asistencia, y orientarse hacia una participación auténtica. También se realizaron cambios similares en las preguntas A.2.1. y B.1.3.
Otro ejemplo de cambio puede verse en la formulación original de “local communities”. Con base en los comentarios de algunos expertos se modificó del siguiente modo: “communities that have an interest in the same topic”. La clave en este punto se encuentra en que los ambientes de e-learning tienen un potencial para alentar los intercambios globales entre comunidades, dado que la apertura y la ubicuidad son características intrínsecas de esta modalidad de aprendizaje (García Aretio, 2009).
Finalmente, se realizó una serie de cambios relacionados con términos particulares utilizados en la Guía. Por ejemplo “positive rituals” se reemplazó por “arrangements” (indicador A.1.1, pregunta iv); “disputes” por “disagreements” (indicador A.1.2, pregunta v); y “who to see” por “who to contact” (indicador A.1.4, pregunta iv).
Después de incorporar estos cambios, la Guía adaptada se envió a todo el grupo experto de nuevo y se solicitaron sugerencias adicionales. Siete de las diez personas confirmaron que se sienten cómodas con los cambios; algunas ofrecieron sugerencias para futuras investigaciones y para su potencial práctico, mientras que el resto se mostró conforme con el resultado final. Lo más importante, nos parece, es que sus comentarios adicionales fungieron como confirmación de la relevancia y la calidad de la Guía.
Conclusiones y pasos futuros
La investigación reportada en este artículo confirma la necesidad de una estrategia efectiva para mejorar la inclusión dentro de experiencias de e-learning en educación superior, y generó una Guía que puede ser usada para abordar esta preocupación (ver la versión original de la Guía en inglés en el Anexo). Siguiendo un formato similar al usado en el Index for inclusion, la Guía incluye un conjunto de indicadores y preguntas que describen áreas prácticas que han de revisarse en un contexto específico para determinar las acciones necesarias para promover la mejora de la inclusión. El uso de la Guía requiere de un periodo de diálogo con el personal docente y directivo con el objetivo de reflexionar sobre la creación de culturas inclusivas, la producción de políticas inclusivas y el desarrollo de prácticas inclusivas.
Además de cubrir un vacío de la investigación, este trabajo señala la necesidad de nuevas líneas de estudio que aborden el desafío de la educación inclusiva en educación superior desde una visión más holística. El siguiente paso podría estar dirigido hacia un diálogo similar con el estudiantado, ya que sus puntos de vista podrían ser el mejor estímulo para el desarrollo inclusivo, tal y como argumenta Messiou (2012).
Finalmente, invitamos a los lectores interesados a aprovechar lo que se ha logrado hasta ahora utilizando la Guía en sus propios contextos como medio para estimular la mejora del proceso de educación inclusiva. Agradecemos sus contribuciones a lo que sigue, que es la búsqueda de formas de trabajo más inclusivas.