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Perfiles educativos

versión impresa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.41 no.165 Ciudad de México jul./sep. 2019  Epub 16-Abr-2020

https://doi.org/10.22201/iisue.24486167e.2019.165.59452 

Reseñas

Los estudios de Comercio y Administración en la Universidad Michoacana: 1915-1961, de Adrián Luna Flores

Miguel Ángel Gutiérrez López* 

*Profesor investigador de la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Doctor en Historia. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. CE: manglar21@gmail.com

Los estudios de Comercio y Administración en la Universidad Michoacana: 1915-1961. Luna Flores, Adrián. Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2018.


El libro, Los estudios de Comercio y Administración en la Universidad Michoacana: 1915-1961, del historiador Adrián Luna Flores, fue publicado en el contexto de las celebraciones académicas por el primer centenario de la fundación de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Esta institución, a través de su Dirección de Archivos y de su Archivo Histórico, ha puesto a la consideración de especialistas e interesados en el tema una obra de gran valor para la historia de la educación en Michoacán. A través de sus 258 páginas es posible un acercamiento a las vicisitudes de personas e instituciones que participaron en la construcción de uno de los proyectos universitarios más importantes de México.

En el libro el lector podrá encontrar un bien logrado ejercicio de indagación histórica sobre los procesos de profesionalización e institucionalización de los estudios de Comercio y Administración en Michoacán. Expresado en otras palabras, la investigación de Adrián Luna Flores es una búsqueda por conocer en qué condiciones estos estudios lograron consolidarse como una de las áreas universitarias de mayor demanda y crecimiento. Para dar respuesta a esta interrogante el autor consideró factores como: la existencia de espacios académicos donde se cultivaron los estudios señalados (los planteles universitarios); la existencia de un grupo de profesionistas de diverso tipo (contadores, taquígrafos, telegrafistas, tenedores de libros, administradores, etc.) que tenían interés en el desarrollo de la enseñanza del Comercio, la Administración y otros conocimientos asociados; la configuración de un proyecto político-económico que señaló la necesidad del impulso de algunas ramas del Comercio y la Administración a partir de programas político-ideológicos derivados de la construcción y desarrollo del Estado (revolucionario y posrevolucionario); la voluntad política de algunos sectores académicos; la disponibilidad de recursos económicos suficientes (aunque limitados) para salvar los momentos de crisis; la implementación de proyectos educativos que dieron viabilidad a la impartición de estos estudios en las aulas universitarias; y el desarrollo institucional que posibilitó la creación de planteles especializados.

Luna Flores nos presenta el producto de una profunda investigación en la que demuestra un amplio dominio sobre el tema tratado. Sus conocimientos sobre la Universidad Michoacana y el contexto en el que se ha desarrollado quedan expuestos en las páginas de la obra que ahora expone al interés y a la crítica de quienes están interesados en la historia de la educación superior. Al revisar su trayectoria podemos encontrar obras en las que aborda aspectos políticos y académicos de la vida de esta institución. Como ejemplo podemos mencionar La Universidad Michoacana: 1926-1932. El rectorado de Jesús Díaz Barriga (Luna, 2002).

En el libro de Adrián Luna que aquí se reseña es posible encontrar información sobre diversos elementos involucrados en la historia que cuenta. Alumnos, profesores y funcionarios son puestos en escena a partir de un marco institucional que involucra tanto normas, planeaciones y proyectos, como una convulsa vida política universitaria. Los estudios de Comercio y Administración son puestos en un contexto en el que aparecen relacionados con las necesidades sociales de la época. También es importante destacar que en el texto existen elementos para poner en perspectiva este tipo de enseñanza en relación con la que se impartía en otras instituciones del estado y del país, y con ello se hace justicia al reconocer el papel que tuvieron en el desarrollo de la educación superior en Michoacán.

La obra ofrece información sobre temas relevantes para la historia de la educación superior en Michoacán: por una parte, aborda las particularidades de los estudios de Comercio y Administración dentro de la Universidad, así como las funciones que desempeñaron a lo largo del periodo de estudio. De manera paralela, analiza y narra el devenir de la enseñanza de diversos saberes, en procesos en los que pueden percibirse los cambios más importantes en su composición y organización, a la vez que se indaga sobre las motivaciones de éstos.

El primer capítulo, además de cumplir la función de presentar antecedentes históricos que se remontan al siglo XIX, ofrece información clave para delinear el perfil de lo que constituiría a los estudios de Comercio y Administración en el momento en que se integraron a la Universidad Michoacana. En particular, se recuperan las primeras cátedras de Comercio en el Colegio de San Nicolás en la segunda mitad del siglo XIX. En esta institución, la materia de Teneduría de libros fue un espacio académico donde de manera ininterrumpida hasta 1914 se impartieron lecciones prácticas de contabilidad. La formación de corredores y la enseñanza de la taquigrafía fueron otros elementos que moldearon los estudios comerciales. De acuerdo con Adrián Luna, fue en esa época que se sentaron las bases científicas de la educación superior y se impulsó una oferta educativa que dio sustento a lo que califica como “subprofesiones”, por el grado de consolidación que habían alcanzado dentro del conjunto de saberes que se cultivaban en las instituciones educativas. Esta idea es un pilar en la construcción de lo que el autor quiere desentrañar y mostrarnos: el proceso histórico por el cual los estudios de Comercio y Administración pasaron, de ser un elemento marginal, a ocupar un lugar preponderante en la oferta educativa universitaria. Para sustentar esta explicación se hace un recorrido histórico que comprende más de cien años.

El segundo capítulo está dedicado a la creación de la Escuela Superior de Comercio y Administración, en 1915. Este plantel, de vida efímera -se cerró en 1917- tuvo como principal legado perfilar los estudios que se integrarían a la Universidad Michoacana, cuando en 1921 se abrió la Escuela de Contadores, Taquígrafos y Telegrafistas. El seguimiento de la vida de este plantel, hasta su cierre en 1939, ofrece en este libro una imagen clara de lo que fue la experiencia inicial de los estudios comerciales: la existencia precaria de un área del conocimiento en las márgenes de lo que ya se empezaba a definir como el modelo de formación profesional universitaria.

El último tramo de la obra recrea el cierre de un proceso que llevó a los estudios de Comercio y Administración a adquirir una fisonomía compatible con el modelo de estudios superiores que requería la preparación de un profesionista egresado de una carrera universitaria. El periodo de estudio termina en 1961, que se marca como un punto de inflexión en el que la Escuela de Comercio y Enseñanzas Especiales empezó a posicionarse como uno de los planteles más dinámicos y representativos de la Universidad Michoacana.

El libro de Adrián Luna Flores es también una obra de historia de la Universidad Michoacana en su conjunto. Podría considerarse como una propuesta de explicación del devenir de los estudios universitarios a partir de un elemento aparentemente marginal, como fueron los estudios comerciales en sus inicios. El análisis de tales estudios permite ver el desarrollo de aspectos universitarios en los que la institucionalidad se encontraba en los primeros pasos de su proceso de construcción.

La Universidad Michoacana fue una institución que aglutinó los estudios superiores existentes en Michoacán en los inicios del siglo XX. Este hecho representó un cambio cualitativo para la formación profesional al marcar pautas comunes para su desarrollo. A partir de ese momento, los conocimientos cultivados dentro de la institución iniciaron un proceso que los ha llevado a privilegiar un modelo común por encima de sus particularidades. En este camino, las enseñanzas del Comercio y la Administración fueron algunas de las áreas que más cambios tuvieron que afrontar para no quedar rezagadas dentro del conjunto de los estudios profesionales universitarios.

El crecimiento y consolidación de algunos estudios, como los de Jurisprudencia y Medicina, siguieron procesos que los llevaron a adquirir en una época temprana una fisonomía en la que estaban claramente delimitados, tanto su función dentro de la Universidad, como la importancia y el reconocimiento social que les habían sido asignados. De esta manera, desde los primeros años fueron normados por el Estado y la propia Universidad para garantizar su control y establecer criterios elementales para su funcionamiento. Por su parte, los estudios de Comercio y Administración tuvieron que seguir un camino independiente para alcanzar un estatus similar.

Un tema presente en el libro es el de la disociación de intereses que en diferentes momentos caracterizó a las relaciones entre la Universidad y su entorno social. Como ejemplo de esta situación, el autor señala las diferencias de apreciación entre las autoridades universitarias y una sociedad ávida y necesitada de una oferta educativa diversificada. Entre 1921 y 1939, año en que fue clausurada la Escuela de Comercio, se matricularon aproximadamente 3 mil 300 estudiantes en las carreras comerciales, pero sólo concluyeron su formación 67 de ellos, que representa 2.21 por ciento. Lo que desde la perspectiva institucional se apreciaba como un índice muy bajo de eficiencia, es explicado por Adrián Luna como una muestra de que en el campo laboral el título no era un requisito indispensable para el ejercicio profesional, ya que existía la posibilidad de ejercer si se contaba con los conocimientos suficientes. Una de las situaciones que evidencia lo anterior es el proceso de integración de la Universidad Michoacana a un contexto social muy dinámico. En esta relación, la institución educativa no siempre estuvo a la altura de las necesidades del momento y fue rebasada por una sociedad que demandaba recursos humanos con conocimientos y habilidades específicos para afrontar retos cambiantes.

Desde la perspectiva institucional y, en particular, visto el problema desde el proceso de profesionalización, el desarrollo de los estudios comerciales estuvo limitado porque su organización e implementación no cumplían plenamente con los requerimientos que ya se habían establecido para garantizar una formación rigurosa desde la perspectiva universitaria: una formación preparatoria indispensable, un plan de estudios de cumplimiento obligatorio, y procesos de titulación revisados y sancionados tanto por la Universidad como por las instancias educativas oficiales. El cumplimiento de estos requisitos garantizaría la formación de recursos humanos con un perfil determinado por criterios de utilidad social y control del ejercicio profesional. En contraparte, la formación universitaria en las áreas del Comercio y la Administración escapaba a estos lineamientos; si bien, en cierta medida, respondía a necesidades sociales, salía del control que las autoridades buscaban sobre su organización y ejercicio. Ésta fue una de las principales razones por las que la enseñanza comercial fue marginada en el proceso de consolidación de los estudios universitarios y sólo pudo ocupar un lugar destacado hasta que adoptó el modelo señalado.

Esta problemática se expresó en una accidentada vida académica. En el periodo analizado en este libro, los planteles donde se impartieron las enseñanzas de Comercio y Administración funcionaron con recursos muy limitados. En un escenario de crisis, tuvieron una existencia breve, lo cual puede verse en los constantes cambios en su denominación: Escuela Superior de Comercio y Administración de Michoacán (1915-1917), Escuela de Contadores, Taquígrafos y Telegrafistas (1921-1926), Escuela de Comercio (1927-1931), Facultad de Comercio y Administración (19311932), Escuela de Comercio (1933-1939; 1947) y Escuela de Comercio y Enseñanzas Especiales (1958-1961). Los estudios que ofrecían sufrieron de falta de recursos humanos y materiales, a lo que se añadían problemas internos que llevaron a las autoridades universitarias a cuestionar su existencia en más de una ocasión. Las razones de esta inestabilidad tienen diferentes orígenes y en esta obra Adrián Luna ofrece información relevante para proponer una explicación en distintos niveles. Por otra parte, si bien la obra se concentra en explicar lo ocurrido en la Universidad Michoacana, a lo largo del texto se ofrece información sobre proyectos y experiencias educativas en otras instituciones de carácter público y privado. Estos datos son importantes porque ayudan al lector a tener referencias de un contexto en el que se conjugan experiencias compartidas y particularidades propias del medio universitario.

Uno de los aspectos que dan riqueza a esta obra es la utilización de fuentes de archivo a través de las cuales fue posible mostrar los planes de estudio con los que se organizaron los estudios de Comercio y Administración. Puesta en perspectiva, la información que contiene muestra cambios significativos en los contenidos y la forma en que fueron estructurados. A la vez, el análisis correspondiente permite encontrar explicaciones a partir del contexto universitario y las necesidades sociales de la época. En esta tarea destaca la importancia que el autor concedió al elemento humano al rescatar la presencia de profesores, alumnos y directivos que contribuyeron a sostener y dar vida a los estudios de Comercio y Administración en su periodo de consolidación. Además, en el texto se incluyen cuadros e imágenes que remiten a personas, objetos, inmuebles, documentos y contenidos de planes de estudio y de asignaturas relacionadas con los temas tratados.

El libro Los estudios de Comercio y Administración en la Universidad Michoacana: 1915-1961, de Adrián Luna Flores, abre nuevas perspectivas de análisis en la historiografía sobre la educación superior en esta institución. El conocimiento de los procesos de desarrollo y consolidación institucional también se verá enriquecido con los aportes que el autor ofrece con esta investigación. Estoy seguro de que la lectura resultará sugerente tanto para especialistas en temas educativos como para todos aquellos interesados en indagar sobre la naturaleza de las instituciones de tipo universitario.

Referencia

Luna Flores, Adrián (2002), La Universidad Michoacana: 1926-1932. El rectorado de Jesús Díaz Barriga, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico. [ Links ]

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