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Perfiles educativos

versión impresa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.40 no.161 Ciudad de México jul./sep. 2018

 

Reseñas

La organización estudiantil en la Universidad Autónoma de Querétaro (1958-2016): “entre las aulas y la política”

Ramsés Jabín Oviedo Pérez* 

* Pasante de la Licenciatura en Filosofía de la Facultad de Filosofía, Universidad Autónoma de Querétaro. México. CE: oviedoperezramsesjabin@gmail.com

Delgado, Kevyn Simon; Guzmán Cárdenas, Daniel. La organización estudiantil en la Universidad Autónoma de Querétaro (1958-2016): “entre las aulas y la política”. México: Universidad Autónoma de Querétaro, Municipio de Querétaro, 2016.


Reseñamos en estas líneas un libro necesario y extraordinario. Con la aparición de esta obra sobre la organización estudiantil de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) se avanza en el conocimiento y comprensión de la historia de las organizaciones estudiantiles en México y América Latina. Este volumen, de la autoría de Simon Delgado y Guzmán Cárdenas, fue publicado conjuntamente por el Municipio de Querétaro y la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) en diciembre de 2016, pero fue presentado al público hasta finales de marzo de 2017. La obra en comento se propone como de “divulgación” de los resultados de la investigación que le dio origen; en este caso, la neutralidad histórica no impide hacer un aporte crítico frente a importantes hechos de la historia universitaria. El libro consta de seis apartados en los que los autores sintetizan la historia de la organización estudiantil. Para ello incorporan una base de 47 testimonios de personas que participaron en el proceso de configuración de la Federación de Estudiantes desde 1958 hasta 2016. Por lo demás, el subtítulo de la obra (entre las aulas y la política) resume la dialéctica del contexto estudiantil en su ámbito interno (el aula) y externo (la política). Explicaré cada capítulo con mayor detalle.

El apartado inicial, “Los cincuenta: autonomía y organización”, explica uno de los ejes rectores de la organización estudiantil: la búsqueda de autonomía universitaria. Para ello, los autores se proponen explicar el proceso de gestación, desarrollo y consecuencias del movimiento estudiantil que demandaba la autonomía universitaria en 1958. El propósito de este apartado es mostrar el contexto local en el que inició la huelga universitaria, esto es, los apasionados encuentros y desencuentros que tuvieron lugar entre los diversos grupos estudiantiles. Muchos universitarios del Comité de Huelga reivindicaban la democratización del proceso de elección del rector y del Consejo Estudiantil, el aumento de subsidio y la autonomía. Queda claro que en ningún momento fue fácil o relajada la organización de los estudiantes. El atento seguimiento de los testimonios permite puntualizar, paso a paso, el proceso de obtención de la autonomía, la solidaridad de la sociedad queretana ante la reivindicación estudiantil, y el apoyo otorgado por otros grupos con causa social en México. Las respuestas del gobierno estatal y federal, finalmente, se resolvieron en favor de las peticiones universitarias. Simon Delgado y Guzmán Cárdenas dan cuenta de la emoción que generó la conclusión de la huelga el 28 de enero de 1958, tras 12 días de manifestaciones y discusiones, y la entrada en vigor de la autonomía universitaria el 5 de febrero del mismo año. Asimismo, se menciona la creación de la Federación Estudiantil Queretana (después llamada Federación de Estudiantes Universitarios de Querétaro, FEUQ). En este capítulo también se advierten las dificultades que se tuvieron que sortear para redactar la Ley Orgánica. Para los autores, la aportación más importante de la huelga fue la obtención de la autonomía.

El siguiente apartado, “Los sesenta: crecimiento y consolidación de la Federación de Estudiantes”, atiende una de las décadas más trascedentes para los movimientos estudiantiles en México, en la cual, demás, se dieron varios sucesos que marcaron la historia de la UAQ. Tras una rápida contextualización del estado de Querétaro a principios de los sesenta, se describen las experiencias de cuatro presidentes de la FEUQ y se hacen notar la diversidad de pensamiento y las actuaciones de cada uno. Inmediatamente después se advierte uno de los cambios que más ha repercutido en la UAQ: la designación de Hugo Gutiérrez Vega como rector, en 1966. Sin perder de vista el marco general de la FEUQ, los autores explican las directrices del nuevo rectorado y explican el proceso, desenlace y alcances que tuvo la toma del Patio Barroco, así como las condiciones socioculturales que enfrentó la universidad en un estado sumamente católico.

Este segundo apartado permite ver las constantes recomposiciones que tuvo la FEUQ. De frente al año de 1968, los autores subrayan que cada estado de la república lo vivió de una manera particular y presentan un panorama general de la respuesta que dieron la FEUQ y la juventud queretana ante los hechos del 2 de octubre. En este apartado se incluye un interesante seguimiento de las versiones de la prensa queretana que muestra, sin duda, la persistencia de las versiones oficiales; además, se relata la singular visita de Luis Echeverría a la UAQ para arrancar su campaña electoral rumbo a la presidencia de la república. A partir de este evento, los autores describen las respuestas del estudiantado. Luego, hacen dos consideraciones en relación al contexto financiero de la UAQ a finales de los sesenta y abordan los efectos represivos de la matanza de Tlatelolco en el estudiantado queretano.

El tercer capítulo, “Los setenta: las disputas por la representación estudiantil”, da cuenta de un periodo convulso para las organizaciones estudiantiles. Se pone de relieve el contexto nacional caracterizado por la modernización industrial en Querétaro, así como por las continuas olas de represión. Los autores exponen las posturas de los representantes de la FEUQ que fueron sensibles al izquierdismo militante, pero también encontramos que la Federación fue pieza clave en la creación del Centro Universitario. En este sentido, se señala la participación estudiantil de principios de 1972 en relación al crecimiento institucional de la universidad. Igualmente, en este capítulo se destaca la primera manifestación de estudiantes en contra de los hechos del 2 de octubre y se detalla la respuesta estatal. Sin dejar de lado las gestiones de cada presidente de la Federación de Estudiantes, los autores dan seguimiento al proceso de lucha estudiantil en contra del alza de precios en el transporte; un conflicto donde la participación de la FEUQ fue limitada.

Un hecho de enorme importancia en esta década es el surgimiento del Consejo Estudiantil Democrático Universitario de Querétaro (CEDUQ), como la base estudiantil que buscaba democratizar la participación de ese sector en la universidad. En este tercer apartado se exponen los altibajos de confiabilidad que sufre la FEUQ en medio de las pugnas por el poder, y se ofrecen detalles de la injerencia de grupos “porriles” en el contexto universitario de los setenta. El testimonio del líder de la CEDUQ en ese momento deja ver las diversas acciones represivas de que fue víctima durante la etapa conocida como de “guerra sucia”, así como la respuesta estudiantil de solidaridad interuniversitaria. En el curso de este capítulo se aprecian los cambios constantes al interior de la FEUQ hasta que, a finales de la década de los setenta, como apuntan los autores, la Federación vivió uno de sus peores momentos. Así, en este apartado, mirado en su conjunto, se aprecia un decenio repleto de encuentros y desencuentros entre diferentes organizaciones estudiantiles, mismos que continuarían durante los primeros años de los ochenta.

El cuarto apartado “Los ochenta: caminando hacia la calma”, presenta un decenio caracterizado por los altibajos en la organización estudiantil y contextualiza los cambios del gobierno federal y estatal (este último ajeno a las necesidades universitarias). Se destaca la lucha estudiantil de la Normal del estado, en mayo de 1980, como la más importante de esa década; los autores describen el proceso de la huelga, así como la represión que sufrieron los universitarios. Los autores hacen notar, al respecto, el acto de solidaridad del CEDUQ para con los normalistas; asimismo, describen un conflicto interno grave por el que atravesó la FEUQ y la aparición en escena de presidentes de la Federación que intentaron redefinir el camino. En paralelo, se ponen de relieve los cambios institucionales de la UAQ, época en la que comienza la democratización en la elección de rector y avanza el desarrollo del Centro Universitario.

El quinto apartado, “Los noventa: pluralización de la FEUQ”, inicia con la administración federal de Salinas de Gortari (1988-1994) y el gobierno estatal de Enrique Burgos, mientras que la rectoría universitaria se enfrentaba al impacto de la transición en la política nacional. Es notable la atención que los autores ponen en las condiciones socioeconómicas de la universidad. La FEUQ inicia esa década con la visita del presidente Salinas a la UAQ, evento que la obra refiere a partir del testimonio de un presidente de la Federación. Asimismo, se abordan los cambios que se fueron realizando paulatinamente, a través de las gestiones de la FEUQ. Vale la pena mencionar que en esa década, además del polémico actuar de Salinas, las juventudes universitarias vivieron cuatro acontecimientos históricos: el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el asesinato de Luis Donaldo Colosio (ambos en 1994), junto a la última toma de camiones por parte de cientos de jóvenes universitarios por incumplimiento del descuento estudiantil en transporte público, y la concentración universitaria en la explanada de rectoría para fijar postura por la insuficiencia presupuestaria (1997). Como en las demás páginas del libro, este apartado aborda la cuestión de la simbiosis ideológica FEUQ-gobierno y FEUQ-rectoría. Así, expone las experiencias y rememoraciones de cuatro presidentes de la Federación, lo mismo que el eco de parte de las facultades no federadas. Claramente, el capítulo permite avanzar en la tesis de que la FEUQ actúa como instancia de representación estudiantil que, directa o indirectamente, legitima o deslegitima un statu quo universitario.

Finalmente, el último apartado “Del 2000 al presente: la búsqueda de una nueva identidad” pone en contexto tres ámbitos: el nacional, signado por la alternancia política debido al triunfo de Vicente Fox para el sexenio 2000-2006; en el ámbito estatal, la gubernatura de Ignacio Loyola Vera del PAN, caracterizada por una relación ríspida con las universidades públicas; y en el ámbito universitario, en el mismo año 2000, la elección de la Mtra. Dolores Cabrera Muñoz como primera rectora de la UAQ (de filiación priista); esto es, la FEUQ inicia el milenio frente al bipartidismo.

Para desarrollar este apartado, los autores incluyen el posicionamiento de 17 representantes estudiantiles -a partir de varias entrevistas- y ponen de relieve el resurgimiento de las movilizaciones de estudiantes, las cuales sacaron a la luz las presiones que tuvo la FEUQ en momentos coyunturales, sobre todo, de cara a los problemas presupuestarios de 2002 y electorales de 2006. Se presenta la postura de la FEUQ ante el movimiento #Yosoy132, el cual impactó de muy diversas maneras la forma de pensar de los jóvenes mexicanos; así como ante la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en 2014. El apartado finaliza con una breve reflexión que cuestiona la existencia de una sola organización estudiantil en una institución educativa donde se da por cierta la pluralidad de ideas.

En el último apartado se cuestiona, acertadamente, la situación actual de la FEUQ. Los autores sostienen que en los últimos años se han organizado en la universidad diversos grupos de estudiantes que apoyan causas sociales y universitarias, y que no pertenecen a la Federación. Esta reflexión también considera los cambios y matices que ha habido en la relación gobierno-federación, así como el hecho de que la mitad de los exlíderes universitarios se encuentra haciendo carrera política, mientras que la otra mitad se dedica a su carrera profesional (a excepción de dos de este segundo grupo, que llegaron a ser rectores). En torno a la autonomía universitaria, los autores admiten que si bien ésta ha sido agredida, retoman la idea del alcance social e institucional de la defensa por la educación pública y autónoma.

La lectura de las páginas de este volumen deja ver el constante diálogo con los universitarios que han forjado la imagen de la FEUQ y de la universidad, con el apoyo de fotografías de algunos acontecimientos. Es por ello que durante la lectura de la obra me surgió la siguiente pregunta, en tono de reivindicación, tomando en cuenta la praxis educativa de hoy día: ¿acaso la obra de Simon Delgado y Guzmán Cárdenas nos lleva a repensar no sólo la FEUQ, sino la participación estudiantil en su conjunto? Mi respuesta es que el libro que aquí se reseña tiene cualidades que la hacen única porque, por un lado, tiene pleno dominio de las fuentes documentales a disposición actual, así como un soporte testimonial que le confiere mayor interés; y por otro, porque no se había presentado una investigación semejante que proporcionara la perspectiva de los propios líderes estudiantiles ante cuestiones precisas, ya que este libro también recupera la voz de los presidentes de la FEUQ involucrados en el devenir sociopolítico de la UAQ. Lo anterior no supone un silenciamiento de otras voces -igualmente relacionadas con la Federación- que pudieran contribuir al análisis de su actuación; al final, los testimonios que se consignan en la obra ayudan a comprender los actos y omisiones de la FEUQ en la historia de la UAQ y del estado soberano de Querétaro.

Con base en lo expuesto en estas páginas recomendamos ampliamente la lectura del libro. Sobra decir que es útil no sólo para los historiadores de los movimientos estudiantiles en América Latina, sino también, y sobre todo, para los universitarios que buscan conocer más acerca de su universidad. La lectura de esta obra puede sensibilizar la conciencia histórica de las generaciones actuales de estudiantes, ya que ofrece las perspectivas de los representantes de la Federación de Estudiantes de Querétaro frente a hechos y procesos que fueron clave en el desarrollo y configuración de su institución universitaria. Con su esfuerzo historiográfico, los autores dan luz a las transformaciones y anhelos de la organización estudiantil al interior de la vida universitaria y permiten que el lector obtenga una mirada panorámica de las relaciones de los representantes estudiantiles con los rectores, con los gobernadores, con sus representados, y también con la sociedad civil.

En síntesis, La organización estudiantil en la Universidad Autónoma de Querétaro (1958-2016) plantea, de una manera clara y documentada, un acercamiento a detalles de la historia interna de la UAQ que no habían sido procesados con vistas a su divulgación. En ese sentido, representa un valiosísimo precedente en la estela de las escasas investigaciones sobre la organización de los estudiantes en México y de los movimientos estudiantiles en América Latina. Tenemos, pues, un libro para no olvidar lo importantes que son los estudiantes en la legitimación crítica de la universidad pública. Es, sin duda, un libro necesario que debe ser leído justamente en estos tiempos difíciles para la educación superior pública.

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