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Perfiles educativos

versión impresa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.37 no.spe Ciudad de México nov./dic. 2015

 

Editorial

 

Sobre la docencia en la educación post-básica: un pretexto para repensar el sentido social de la educación

 

Los números especiales de Perfiles Educativos tienen el propósito de abordar temas que se consideran de amplio interés para el campo educativo, sea por la problemática que abordan, por el marco de las políticas educativas del momento, o bien, por su trascendencia para reflexionar sobre las prácticas educativas. En esta ocasión resulta muy grato ofrecer a nuestros lectores este número, que responde plenamente a esas finalidades.

En primer lugar, este número especial trata una problemática de amplia trascendencia. Actualmente, el paso a los niveles post-básicos de educación constituye el principal cuello de botella del sistema educativo nacional, pues es ahí donde un número considerable de jóvenes abandona los estudios, y muchos otros, aun cuando logran ingresar a estos niveles, los dejan sin concluir. Como muestran los trabajos de investigación que se han realizado al respecto, las causas del abandono escolar son muy diversas: si bien los factores estructurales juegan un papel importante, las prácticas educativas han resultado ser insuficientes para mantener a los jóvenes en las instituciones educativas hasta que adquieran las competencias formativas que les permitan aspirar a futuros más promisorios.

En segundo lugar, el desarrollo del propio sistema educativo mexicano, en conjunción con el impulso reformador de los gobernantes, ha favorecido la puesta en marcha de diversas políticas que centralizan la atención en los niveles post-básicos de formación. La creciente demanda social por lograr el ingreso a dichos niveles ha impedido que los funcionarios ignoren estas demandas y ha hecho que actualmente se considere prioritario implementar acciones orientadas a ampliar la cobertura. No obstante, en el contexto de los nuevos discursos educativos, este objetivo se combina con la necesidad de asegurar la calidad y la equidad de la oferta, lo que resulta en muchos propósitos y pocos recursos e imaginación en las políticas educativas que se han puesto en marcha para enfrentar el reto. Además, estas políticas, desafortunadamente, siguen padeciendo de las modas sexenales, las cuales llevan a priorizar las metas del gobernante en turno y no brindan atención o continuidad a aspectos prioritarios del sistema, los cuales siguen quedando fuera de sus propuestas.

En tercer lugar, hacia finales del siglo pasado, Amartya Sen cambió el sentido del concepto de desarrollo usualmente utilizado por los economistas hasta ese momento, que estaba basado en indicadores tales como el producto interno bruto o el acceso a bienes y servicios. En contraste, la noción de desarrollo de este autor parte de considerarlo como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos. De esta forma, Sen cambió el sentido del concepto: de estar centrado en los medios (riqueza, posesiones, etc.), puso el énfasis en los fines: la libertad de los sujetos para elegir la vida que desean. En este sentido, cada cierto tiempo hay quienes nos recuerdan que el desarrollo educativo de un país no puede reducirse a un simple conjunto de indicadores, sino que debe centrarse en desarrollar las capacidades que permitan a las personas elegir libremente el tipo de vida que quieren llevar.

En perspectiva, como indica el Dr. Juan Fidel Zorrilla Alcalá, investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) y coordinador de este número especial de Perfiles Educativos, los seis trabajos que integran estas páginas centran su atención en dos dimensiones sustanciales del sistema educativo: la formación y la actualización docente, y la renovación y revisión de la enseñanza y el aprendizaje. Estas cuestiones tan importantes sirven también como un pretexto para que los autores profundicen en muchos otros aspectos. Así por ejemplo, dan cuenta de los problemas de cobertura, eficacia y equidad que se presentan en la educación post-básica, y brindan aportes particularmente relevantes para mejorar los procesos de formación de las denominadas capacidades genéricas (lectura, escritura y matemáticas), que resultan fundamentales para avanzar en el sistema escolar, independientemente del nivel educativo de que se trate.

En cuanto a las políticas educativas, los aportes que brindan los trabajos incluidos en este número sirven para cuestionar abiertamente la pertinencia de muchas de ellas, las cuales han sido instrumentadas en los últimos años. Éstas han tendido a homogeneizar lo diverso, sea a través de planes y programas poco flexibles que terminan por socavar la autonomía, iniciativa e innovación de los profesores en las aulas de clase, o por los mecanismos de evaluación estandarizados que se utilizan para valorar la calidad de la educación. Aunque discursivamente estos mecanismos reconocen las diferencias existentes en el sistema, terminan por ignorar la diversidad de condiciones en que se desarrollan los procesos educativos.

También, como en el caso del concepto de desarrollo señalado anteriormente, las contribuciones que brindan en conjunto los artículos llevan a reflexionar sobre el propio sentido social de la educación. Tal como el coordinador de la obra nos recuerda, educar no significa simplemente cubrir los planes y programas de estudio, o mejorar en determinados indicadores educativos; de lo que se trata es de desplegar el potencial de cada persona para conocer y comprender mejor el mundo físico y social en el que vive. Ello nos lleva a vislumbrar el proceso educativo no como un fin en sí mismo, sino como un medio para potenciar las capacidades de las personas, con el fin de pensar y actuar mejor como ciudadanos.

Finalmente, un aspecto que resulta relevante es la forma en que algunas de las contribuciones ejemplifican la importancia de vincular la investigación con la práctica educativa, puesto que los proyectos que trabajan directamente con los actores del proceso educativo producen evidencias respecto a la mejora en los aprendizajes de los alumnos. Ello muestra la necesidad de aumentar la autonomía relativa de los docentes, dado que, como sugiere el propio Zorrilla, y en concordancia con la vieja tesis marxista sobre el trabajo alienado, los profesores incentivan su capacidad de innovación al recuperar cierto margen de control sobre su propia materia de trabajo, con resultados favorables para el desarrollo formativo.

En un momento en que los docentes suelen ser estigmatizados como responsables principales de los pobres resultados de aprendizaje, cuando las políticas gubernamentales se han volcado a reformar la función docente en todos los niveles educativos; pero además, en un contexto donde los docentes son asediados por evaluaciones realizadas con premura y sin mostrar evidencias de validez, sin duda, los artículos incluidos en este número contribuirán a ampliar los debates existentes sobre los problemas de formación y actualización docente, y sobre el propio sentido del quehacer educativo. En ello confiamos, con la expectativa de que nuestros lectores lo consideren de igual manera.

Alejandro Márquez Jiménez
Director de Perfiles Educativos
Octubre 2015

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