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Perfiles educativos

versão impressa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.34 no.spe Ciudad de México  2012

 

Entrevistas

 

Tres problemas prioritarios que urge resolver en la educación media superior

 

Entrevista con Lorenza Villa Lever*

 

* Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Especialista en política educativa, y educación y trabajo.

 

¿Cuáles considera que son los tres principales problemas que afectan el desarrollo de la educación media superior?

Identifico tres problemas muy grandes: en primer lugar, y dado que la educación media superior es ahora el nivel educativo que se solicita para entrar al mercado de trabajo, hay que pensar en que el futuro laboral de los estudiantes no debe quedar determinado por el tipo de institución donde se estudió la educación media superior. Se trata de un nivel muy segmentado, con una enorme diversidad en términos de calidad y prestigio, y que por lo tanto reproduce las desigualdades sociales a partir de esas diferencias.

Para abordar ese problema hay que posicionar a la educación media superior, específicamente las opciones técnicas, frente a los empleadores y frente a la sociedad, porque por un lado, éstas han sido muy vapuleadas, y por otro, el nivel quedó mucho tiempo a la deriva: se le daba atención a la educación superior y a la educación básica, mientras la media superior quedaba en medio de las dos, sin una posición, sin un valor importante frente a la sociedad, y particularmente frente a los empleadores. Mucho se ha dicho, y es una realidad, que los jóvenes y los padres de los jóvenes no quieren que sus hijos estudien opciones técnicas y por ello la gran mayoría de los estudiantes quiere irse al bachillerato general. A partir de la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) a principios de este sexenio, con la nueva organización curricular, y sobre todo con la idea de trabajar por competencias, se empezaron a tamizar teóricamente dichas diferencias, que conllevan la devaluación de la educación técnica. Sin embargo, también cabe suponer que los empleadores no conocen esta reforma o no saben qué significa, y en esa medida siguen teniendo la idea de que el lugar del técnico medio es equiparable al del obrero, que debe comenzar desde abajo y aprender en la práctica. Además, consideran que no les conviene contratar a quienes tienen estudios de educación media superior porque suponen que tendrían que pagarles más.

Estamos ante una serie de problemas añejos que desde la investigación educativa se han tratado mucho, pero que sin embargo no se han resuelto. El problema de la falta de posicionamiento de la educación media superior, y particularmente en sus opciones técnicas, frente al mercado de trabajo, frente a la sociedad y aun frente a los mismos padres de familia —quienes quieren que sus hijos estudien la modalidad general—, está muy relacionado con el hecho de que en nuestro país éstas tienen un estatus muy precario, son consideradas de segunda clase. Debemos tomar en cuenta que son muchos los jóvenes que mientras están cursando la educación media superior, estudian y trabajan. Esto, que debería ser considerado por el empleador como un plus, pareciera significar un minus para quienes piensan así. Para resolver la falta de posicionamiento de la educación media superior se requiere de acciones del Estado que incidan en modificar esta idea errónea de que los jóvenes no saben hacer nada, de que de todos modos se les tiene que capacitar para el trabajo específico que van a desarrollar, y que si tienen un diploma o un certificado de bachillerato o de carrera técnica, eso obliga a pagarles más. Mientras esa manera de pensar no cambie, mientras no se valore lo que la educación media superior puede proporcionar a la sociedad, —incluidos el mercado de trabajo y los empleadores—, habrá muy poco qué hacer.

Lo anterior está relacionado con el segundo problema que nos interesa enunciar aquí y que tiene que ver con los jóvenes. La educación media superior debe responder a las necesidades de los jóvenes. Aunque mucho se ha dicho a ese respecto, ¿realmente sabemos cuáles son esas necesidades y esos intereses? Necesitamos ponernos a trabajar en ese aspecto. Debemos primero conocer a este grupo de edad que es tan diverso; hay que conocer sus características, su visión de futuro, qué quieren, cuáles son sus posibilidades reales y cuáles sus aspiraciones para entonces pensar cómo abrir oportunidades que respondan a lo que quieren. Creo que el punto tendría que estar enfocado en lo que el joven espera de su futuro a corto y mediano plazo, a qué tipo de institución educativa de media superior quiere entrar y después de esto qué quiere hacer, en el sentido de si quiere seguir estudiando o si más bien va por un certificado que le servirá para enrolarse en el trabajo y desarrollar en ese campo una trayectoria de aprendizajes que le permitan, al menos, una movilidad horizontal que les permita acumular conocimientos y experiencia en el nivel técnico.

La educación tiene que ser un elemento de movilidad social tanto vertical como horizontal, es decir, dentro del oficio, en la trayectoria laboral, de manera que la persona se califique en distintas áreas, que adquiera experiencia y que a partir de ella, sus horizontes se amplíen. Es aquí donde entra la calidad de la educación que reciban. De ella dependerá en buena medida la amplitud del horizonte de los jóvenes.

El tercer problema tiene que ver con la desigualdad, cuyo núcleo está en las diferentes calidades que ofrece la educación media superior, la cual está segmentada, y por tanto orienta a los jóvenes a salidas socialmente diferenciadas y también a un futuro laboral definido de antemano por el tipo de institución en el que realiza sus estudios. Eso es lo que hay que evitar a toda costa. Esta segmentación social y escolar se puede romper, entre otras cosas, a partir del mejoramiento de la calidad educativa de los distintos tipos de institución, así como del nivel en su conjunto. Cuando nosotros podamos afirmar que los que estudian en un CBTIS (Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios), o en un CBTA (Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario) o en un CONALEP estudian ahí porque lo eligieron por gusto, por interés, o por las opciones que les abre, y no porque no alcanzaron cupo en el bachillerato general en el que querían estudiar, en ese momento habremos resuelto el problema. Sin dejar de lado el problema de desigualdad social estructural, considero que se trata de una dificultad que se puede resolver básicamente al interior de la escuela, en donde los docentes, los directores y la familia constituyen elementos fundamentales. Es necesario motivar a los padres para que valoren la educación de sus hijos, pues en la medida en que la valoren, ésta será importante para los jóvenes. Pero también hay que trabajar mucho desde el interior de la escuela para poder ofrecer una educación en la que realmente aprendan lo que a esa edad y en ese nivel se tiene que aprender.

El problema de la calidad es un problema muy complejo porque involucra muchos actores, principalmente a los docentes, que, en el caso de la educación media superior, cuentan con formaciones muy diversas. El Estado tiene ahí un papel importante que cumplir. En la unam hay una maestría para docentes en educación media superior. Es un esfuerzo muy modesto si se ve en el conjunto nacional, y habría que valorar sus resultados, pero en principio la idea me parece muy buena. Hay que tomar en cuenta también que se nos viene una ola de jóvenes, ya que el grupo de edad que corresponde a la media superior es actualmente el más grande; por ello necesitamos formar profesores, y formarlos bien para forjar una planta de docentes que cumpla con un estándar a partir del cual puedan despegar. Por ahí habría que comenzar a trabajar el asunto de la calidad.

Con relación a la reforma, desde mi punto de vista estaba muy bien planteada. Aunque es inevitable que conforme se empieza a recorrer un camino sea necesario ir resolviendo los problemas que se van enfrentando, los caminos que la reforma ofrecía eran muy buenos, por ejemplo en relación a la manera de organizar el currículo académico, con la ponderación de porcentajes a partir de las competencias (aunque claro, ahí está el problema de que los profesores no están preparados por competencias). Y lo mismo con los directivos. Si pensamos al directivo como líder, como orientador, le damos una fisonomía distinta de la tradicional, que se refiere más al ejercicio autoritario del poder, es decir, a quién decide qué se hace, y quién tiene un mejor sueldo porque tiene una mejor posición dentro de la cadena burocrática. Esto, claro está, no lleva a ningún lado; lejos de ello, lo que parece relevante es, como ya decíamos, resignificar la figura del director como un líder académico. Y eso se puede hacer si hay la voluntad política para hacerlo.

El tema de la calidad de la educación nos lleva también a otro asunto difícil que es el de las distintas cadenas de coordinación. Si bien hablamos del sistema de educación media superior, hay que reconocer que no tenemos propiamente un sistema que se haga cargo de la gestión sin perder la diversidad. Necesitamos un sistema de educación media superior en donde los bachilleratos de las universidades autónomas, por ejemplo, también se involucren y participen sin que por ello pierdan la autonomía. Es mi convicción que sí se puede trabajar a partir de convenios con proyectos inteligentes y debidamente argumentados.

Acerca de las perspectivas de movilidad social y económica, éstas son muy distintas para los distintos grupos sociales, pero eso no debería ser así; las oportunidades educativas tendrían que ser equitativas y no lo son. De algún modo la educación media superior es ahora condición indispensable para la vida laboral, por lo que no podemos perpetuar esa segmentación. ¿Qué pasa con los jóvenes que desertan, que no logran terminar la educación media superior? A este nivel le compete desarrollar mecanismos para hacer que los jóvenes permanezcan y terminen con éxito, y para ello se necesitan tutorías, becas y cierta flexibilidad para quienes además trabajan. De otra manera lo que se conseguirá será un enorme grupo de jóvenes cuyo futuro laboral y social será muy precario; justamente estaríamos reproduciendo la desigualdad que queremos combatir. Pero si bien esta parte le toca a la educación media superior, la escuela y el sistema tienen que hacer lo necesario para lograr retener a los estudiantes y que aprendan lo que tengan que aprender en ese momento. Y para los que no se quedan, para los que desertan, se requieren políticas específicas para ver si se logran recuperar para la escuela, y si no, para darles herramientas a nivel de capacitación o con otro tipo de políticas orientadas a ellos.

 

¿Cuáles podrían ser los cambios más urgentes que se requiere realizar en educación media superior para solucionar estos problemas?

En primer lugar se requiere de una autoridad nacional rectora, no autoritaria, pero sí rectora, que tenga la capacidad de coordinación necesaria para lograr un sistema de educación media superior que al mismo tiempo preserve la diversidad; no se trata de que todos hagan bachillerato general, pues hay muchas maneras de ver la vida y muchos gustos, habilidades y perspectivas de futuro distintas. Un sistema educativo tiene que enfrentar dos retos: estar articulado y lograr que en esa diversidad articulada no haya calidades académicas y educativas diferentes.

Otro reto, el segundo, que tiene que ver con la educación media superior, pero también con el Estado y con la economía, es el de las desigualdades sociales regionales. Tenemos zonas de gran precariedad socioeconómica y cultural. Ahí el Estado tendría que diseñar y ejecutar políticas orientadas a enriquecer la vida cultural en los lugares en donde es precaria, por ejemplo, donde no hay bibliotecas públicas. No se trata en este caso de políticas escolares, sino públicas: tendría que haber un sistema de bibliotecas públicas para que los más chiquitos y los adultos puedan asistir y encontrar buenas opciones de lectura, de divertimento, aprovechando las facilidades de la tecnología para acceder a programas, películas, documentales, etc. Eso no es asunto que deba resolver la educación media superior pero sí redundaría en beneficios muy grandes para las familias y para motivar a los jóvenes a que cursen el nivel medio superior.

En estudios que se han hecho sobre jóvenes de educación media superior, se ha evidenciado la importancia que ésta tiene para ellos como espacio de vida, de socialización, de encuentro, donde se comparte un ambiente cultural en un espacio protegido: la escuela, con sus conciertos, su teatro, su cine, su literatura, sus conferencias, etc. Las instituciones de educación media superior tendrían que fortalecer ese papel de polos de vida cultural para los jóvenes, abiertos a la colonia o a la comunidad. Sin embargo, para lograr este propósito es indispensable que las desigualdades regionales se reduzcan y así evitar reproducir la polarización entre regiones con una vida cultural rica y otras con una muy pobre. Estructuralmente hay que resolverlo pero también al interior de la escuela. Hay que empezar al mismo tiempo por los dos lados, en lugar de esperar a que lo estructural se solucione primero. A lo mejor si la vida cultural dentro de la escuela se refuerza, eso estimulará que en el municipio, por ejemplo, se empiece a promover este tipo de acciones.

El tercero es el reposicionamiento frente a los empleadores y la sociedad del significado de la educación media superior. Lo que este reposicionamiento tendría que evitar es esa jerarquización que no lleva a ningún lado. Para ello la calidad educativa y el papel de la escuela es fundamental; por ello hay que retomarla y revivirla porque se ha dejado a la deriva, a lo que cada uno puede hacer, a lo que los buenos profesores logran, aunque muchas veces se salgan de la norma y se les conmine a no hacerlo. Se requieren estudios de innovación educativa; los profesores, los directores y los equipos en las escuelas necesitan tener poder de decisión.

Diferenciar para jerarquizar es un gran error; en cambio, diferenciar para permitir diversidad, opciones distintas, perfiles distintos con calidad, sería la opción.

 

¿Considera que cambios como la RIEMS, los nuevos procedimientos de selección de personal directivo y docente y el incremento de las evaluaciones aplicadas a los estudiantes, han afectado o han contribuido realmente a mejorar el funcionamiento de este nivel educativo?

Me gustaría pensar que sí, pero no estoy segura. Yo no sé, por ejemplo, si la prueba ENLACE para media superior ha tenido un impacto para resolver estos problemas. Me parece muy difícil. Sin embrago, podría empezar a tenerlo en la medida en que permita detectar focos rojos en el aprendizaje para que los directivos y los profesores puedan enfocar ahí su atención. No sé si se ha hecho, pero tiene ese potencial.

Es muy importante lograr una mejor selección de profesores. Ahora que la educación media superior es obligatoria, todos los jóvenes tienen el derecho de entrar y el Estado tiene la obligación de atenderlos. Un problema muy fuerte que enfrenta este nivel educativo es la disparidad de niveles académicos con los que llegan los estudiantes a las distintas escuelas de educación media superior; es éste un primer punto que los profesores y los directivos de cada escuela, en su ámbito muy preciso, tienen que atender. Los encargados de la básica tendrán que hacer sus políticas, tendrán que trabajar para elevar la calidad, pero en el momento en el que un estudiante mal preparado entra a la media superior se constituye en un reto que ese nivel tiene que atender; se vuelve su responsabilidad. Esto me hace pensar que se necesita una calificación, no sabría decir a partir de qué medio, si de un diplomado, licenciatura o maestría, para que los profesores de media superior tengan una formación en conocimientos y destrezas que garantice que pueden desarrollar su trabajo con calidad.

¿Quiénes son los profesores de la educación media superior? Es un grupo sumamente heterogéneo, cosa que no sería un problema si esa heterogeneidad no tuviera tanto que ver con disparidades en su formación, es decir, si todos tuvieran un cierto nivel de conocimientos asegurado. La realidad es que hay unos muy bien preparados, y otros tienen una formación precaria, y ese tipo de diferencias, que se pueden convertir en desigualdades, hay que evitarlas. En este sentido, es un punto positivo de la RIEMS, que desde el principio se orientó a resolver este problema. Y lo mismo pasa con los directores: para ser director se necesita tener ciertas calificaciones, habilidades, conocimientos y competencias y no necesariamente tener habilidad política, que actualmente pareciera ser lo que más pesa para el ascenso. Desde mi punto de vista el ascenso debería estar determinado por las cualificaciones académicas. Los directores deben de tener muy claro que son los líderes de la educación media superior y de su escuela en particular. Tienen que tener claros sus objetivos y metas y eso es una cuestión de política académica. En este sentido tenemos que preguntarnos, entonces, qué es lo que el sistema de educación media superior debe de conseguir, qué tipo de acciones se tienen que desarrollar al interior de las escuelas para lograr con los alumnos las metas académicas propuestas y el nivel o estándar de calidad requerido; y, finalmente, qué tipo de cualificaciones deben de tener los directivos y los maestros y cómo proporcionárselos. La RIEMS sí los preveía, pero no se han terminado de trabajar. Es indispensable concluir ese proceso y realizar investigaciones para conocer lo que está sucediendo en la práctica.

 

Con relación al asunto de la implementación de la obligatoriedad de la educación media superior, ¿usted cree que el subsistema está preparado para dar atención (cuantitativa y cualitativamente) a los jóvenes sin que suceda lo mismo que con la secundaria, en términos de rezago educativo? ¿Cómo se escalonará la atención de aquí al año 2022 sin provocar, a través de la aplicación de exámenes de selección, grandes cantidades de jóvenes que no logran el ingreso y, por ende, son estigmatizados como rechazados?

Esto le toca a la Subsecretaría de Educación Media Superior, que es la que tendrá que tener un plan establecido de cómo, dónde, quiénes, a quiénes, etc. Tienen que hacer un mapeo de dónde están las escuelas, cómo está distribuida la población de este grupo de edad, quiénes están fuera y necesitan el acceso, cómo organizar para que en esos lugares haya profesores y directivos preparados.

El Estado tiene que proporcionar los lugares de manera no jerarquizada, es decir, que no haya instituciones de segunda ni de tercera, sino que todas las escuelas tengan la calidad requerida, física y académicamente hablando. Es verdad que en secundaria y con preescolar hemos visto los problemas que surgen para universalizar la atención. En mi opinión están dando más tiempo para la media superior: tienen un año para echar andar esa maquinaria. Es un reto gigantesco, que sin embargo se debe atender.

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