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Perfiles educativos

versão impressa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.33 no.131 Ciudad de México Jan. 2011

 

Reseñas

 

Psicología del aprendizaje universitario. La formación en competencias

 

por: Dora Elena Marín Méndez

 

 Juan Ignacio Pozo y M. del Puy Pérez Echeverría (coordinadores). Madrid, Ediciones Morata, 2009.

 

Investigadora titular del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM. CE: doraelen@servidor.unam.mx

 

El llamado Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) pretende el cambio en las universidades europeas y supone, en la perspectiva de este libro, un intento valioso, aunque discutible, de modernizar la universidad. Está enfocado a promover la convergencia entre títulos y modelos de formación, así como a facilitar la movilidad de estudiantes, profesores y profesionales en ejercicio, mediante un sistema comparable de títulos y ciclos formativos, y un sistema de garantía de calidad homologable que permita el mutuo reconocimiento de esas titulaciones. Este libro se coloca en el contexto del debate de la creación de dicho espacio. En la introducción tanto Juan Ignacio Pozo como Carles Monereo se cuestionan qué es lo que va a cambiar realmente en sus universidades, y específicamente en cuanto al contenido del libro, se preguntan:

¿Cambiarán realmente nuestras formas de enseñar–aprender o nuestra Universidad conseguirá una vez más, como en II Gatopardo de Lampedusa, que todo cambie para, más allá de esos discursos, seguir como estábamos?... ¿Son esas propuestas de cambio un nuevo capricho administrativo o una nueva moda a la que debemos adaptarnos porque sí o son realmente necesarios para afrontar los retos que esperan a nuestra universidad y a nuestros universitarios?, ¿puede tener éxito un proceso de cambio proclamado desde los despachos que no responda a las necesidades y convicciones de los agentes educativos que realmente viven en las aulas?... ¿Es mucho lo que ha cambiado realmente o seguimos viviendo en la misma cultura educativa, las mismas formas de aprendizaje y enseñanza tradicionales en la universidad? (pp. 9 y 10).

Los coordinadores de este texto nos ofrecen, a lo largo de 12 capítulos de diversas autorías, una aproximación al tema centrada en uno de los componentes básicos de las nuevas tendencias de cambio: la necesidad de promover nuevas formas de enseñar y aprender en las universidades. Al respecto es relevante que el diseño de los planes de estudio y las programaciones docentes se lleven a cabo teniendo como eje de referencia el propio aprendizaje de los alumnos, por lo que el propósito de la enseñanza sería hacer competentes a los alumnos en el uso de ciertas habilidades consideradas básicas y estratégicas en su formación profesional.

En el primer capítulo, titulado "La nueva cultura del aprendizaje universitario o por qué cambiar nuestras formas de enseñanza y aprender", se hace referencia a la doble propuesta que subyace: colocar el aprendizaje en el centro de la educación universitaria, y fijarse como meta la formación de competencias, lo que de llevarse a cabo realmente, según los autores, colocaría a Europa ante un cambio profundo en las formas de enseñar, aprender y evaluar. Así, esta nueva cultura de la enseñanza y el aprendizaje universitarios respondería mejor a la función social de la educación superior, que es la de formar profesionales reflexivos capaces de gestionar y construir conocimientos complejos y generar nuevas formas de conocimiento.

Los autores puntualizan al respecto, que más allá de las buenas intenciones —y las discutibles limitantes del nuevo modelo— la realidad es que muchos profesores y alumnos continúan alejados de las concepciones constructivistas–cognitivas sobre el aprendizaje y la enseñanza en el aula, y continúan privilegiando una práctica basada en la transmisión monológica y unidireccional del conocimiento.

Afirman que, si bien es cierto que en las aulas universitarias españolas hay un proceso de cambio de las formas de gestar el conocimiento, este proceso es lento comparado con los cambios vertiginosos que se dan en espacios sociales y profesionales vinculados al desarrollo tecnológico, lo que indica que si bien en las aulas se fomentan debates, se trabaja en la solución de problemas, se favorece cada vez más el aprendizaje cooperativo y la autonomía de los alumnos, entre otros, los estudios orientados a averiguar lo que realmente ocurre en el aula dan cuenta del predominio de un modelo de profesor expositivo, centrado en la transmisión de saberes disciplinares específicos, formado y seleccionado como especialista en el contenido más que en las habilidades para gestionar ese conocimiento con sus alumnos.

En cuanto a los alumnos, se mencionan, entre las limitantes para el logro de un aprendizaje con comprensión, que anotan o toman apuntes como una "copia literal" del discurso docente; están centrados en apropiarse del producto o contenido de la enseñanza más que en adquirir capacidades para hacer usos novedosos de esos conocimientos; en cuanto a las formas de leer y escribir textos académicos tienden a consultar pocas fuentes de información, repiten más o menos en forma literal el contenido, y tienen problemas cuando deben escribir un texto argumentativo, entre otros.

Ante este panorama, los autores mencionan las demandas que están emergiendo de formar universitarios para la sociedad del conocimiento, aunque relativizan esto último al subrayar que los alumnos deberían de ser capaces de gestionar la información que reciben para convertirla en un futuro en verdadero conocimiento, y mencionan el surgimiento de una nueva cultura de aprendizaje a través del impacto de las nuevas tecnologías de la información (tic), donde las nuevas generaciones están adquiriendo competencias que les resultarán imprescindibles para sobrevivir en "su mundo".

Las nuevas generaciones de jóvenes —entre ellos los estudiantes universitarios— están empleando de manera diversificada los nuevos sistemas de comunicaciones, como serían el sistema de comunicación síncrona y los famosos sms —Short Message Service— de los teléfonos móviles; unos utilizan Internet únicamente como consumidores pasivos de información pero otros han pasado a controlar su gestión, llegando a convertirse en desarrolladores de diversas aplicaciones dentro del campo que ofrece el software libre o social (weblogs, podcastings, wikis, entre otras posibilidades). Es importante mencionar, para el caso de los estudiantes universitarios, los usos derivados de estos recursos, sus aportaciones y limitaciones. Entre éstos encontramos la dificultad de determinar la fiabilidad y validez de la información, la utilización poco eficiente de sistemas de búsqueda y selección de información genéricos (en lugar, por ejemplo, de buscar sistemas específicos y especializados de cada disciplina) o el abuso en el uso de las comunicaciones síncronas (como por ejemplo chats) en detrimento de las comunicaciones asíncronas (por ejemplo los foros) que permiten "pararse a pensar" y desarrollar un pensamiento más reflexivo.

Resalta en especial la afirmación que hacen los autores al respecto: vivimos en una sociedad de la información que es sólo para unos pocos, los que han podido acceder a las competencias que permiten desentrañar y poner orden en esa información; sólo ellos serán capaces de integrarse a una verdadera sociedad del conocimiento.

Actualmente vislumbramos apenas las nuevas formas de distribuir el conocimiento que están generando las nuevas tecnologías de la información. Afirman los autores que se está generando una nueva cultura del aprendizaje a la que la enseñanza universitaria no puede —o al menos no debe— dar la espalda, con lo cual estoy de acuerdo, pero también señalan que los alumnos se siguen enfrentando a situaciones mucho más cerradas en las aulas, en las que la información y el conocimiento fluyen en una sola dirección (del profesor o el libro a sus mentes), sin hacer intervenir otros referentes de acceso al conocimiento como serían, según mi perspectiva, los derivados de los espacios reales de trabajo o de investigación. Así, se cuestiona la formación universitaria actual, cuyo propósito a futuro, según los autores, debe ser formar profesionales competentes, capaces de adaptarse y responder a las demandas cambiantes y flexibles del ejercicio profesional.

La obra se organiza en tres partes: en la primera parte, titulada "Nuevas formas de aprender en la universidad", los coordinadores incluyen tres capítulos en los cuales se discuten distintos vértices en torno al mismo tema, desde una perspectiva cognitiva y de construcción del conocimiento de los estudiantes universitarios. Los temas tratados son: aprender para comprender y resolver problemas; uso de estrategias de enseñanza para resolver problemas; aprender a aprender para tener una gestión reflexiva, autónoma y metacognitiva del aprendizaje; y cómo adquirir una concepción compleja del conocimiento en la universidad.

En la segunda parte del libro, denominada "La formación en competencias", se abordan distintas competencias consideradas clave o estratégicas por los autores para la formación de los estudiantes universitarios, que van desde señalar analíticamente qué se entiende por cada una de éstas, las formas que actualmente se encuentran en uso en las aulas por parte de los alumnos y los resultados de investigaciones recientes hechas al respecto. De ahí derivan principios y propuestas para el aprendizaje de competencias en el aula. Así encontramos, entre otras competencias estratégicas en torno a aprender: a encontrar, seleccionar y utilizar información; a tomar apuntes con una postura de anotadores estratégicos y no simples copistas; a leer de forma comprensiva textos académicos; la escritura de textos académicos no como simples copistas, escribas o compiladores sino como escritores; a leer, utilizar y construir con imágenes o información gráfica; a pensar y a argumentar; a fijarse metas y a motivarse; y, por último, a cooperar y trabajar en equipo.

Dada la imposibilidad de presentar en esta reseña todo lo expuesto por los distintos autores, y la importancia de mostrar a los interesados en el tema, de manera más profunda, este trabajo, abriré un espacio para hacer referencia a lo expuesto por Carles Monereo en el quinto capítulo, denominado "Aprender a encontrar y seleccionar información: De Google a la toma de apuntes", con el propósito de interesar a los lectores a la lectura de toda la obra.

En dicho capítulo el autor recomienda formar alumnos en la competencia de aprender a encontrar y seleccionar información en buscadores y a tomar notas de manera inteligente. Para lo primero Monereo sugiere formarlos como "localizadores" eficaces de información válida y relevante, pues afirma que la búsqueda de información y la toma de notas y apuntes es una de las competencias más extendidas y empleadas ya que se utilizan para preparar sesiones de trabajo y en conferencias y observaciones de campo. En este sentido, aprender en la universidad a buscar y a seleccionar de manera eficiente la información requerida a los fines formativos, así como tomar apuntes de un modo versátil y eficaz supone adquirir un aprendizaje transferible a la futura vida laboral del estudiante.

Al respecto recomienda, por ejemplo en el rubro de la búsqueda estratégica de información, su selección y uso inteligente a partir de "búsquedas guiadas" o "guías didácticas de navegación" conocidas como WebQuest, que suelen proponer a los alumnos un tema, problema o enigma complejo cuya resolución requiere que desarrollen un proceso de investigación guiado por las indicaciones, pistas y recursos que ofrece la propia web.

En cuanto a la toma de apuntes se remite a una investigación en la que se empleó un sistema de evaluación de apuntes en varios cursos académicos, derivado de lo cual se formó a los alumnos en una toma de apuntes más reflexiva, estratégica. Para ello se introdujo un cambio en la estructura de los apuntes, orientando su elaboración: 1) a partir de la relación con la descripción de casos y análisis de problemas o investigaciones reales se confecciona un documental o reportaje audio visual para revisar los contenidos, entre otras posibilidades; 2) la posibilidad de ampliar las ideas expresadas en clase, estimulando la inclusión de datos de otras asignaturas, especialmente si son contradictorias con ideas defendidas en clase; la finalidad es, lógicamente, estimular la controversia, el debate y la reflexión; 3) el aprecio por las reflexiones y comentarios personales del alumnado y, en su nivel más valorado, la toma de postura convenientemente argumentada; y 4) la ubicación y logro de calidad de los apuntes, favorecida por la selección y personalización de la información, así como por la autoevaluación del trabajo efectuado.

Convertir los apuntes en instrumentos de evaluación y de auto–regulación del aprendizaje de los alumnos aporta ventajas tanto para el alumno como para sus profesores en la medida en que modifica los enfoques y concepciones de aprendizaje hacia formas de trabajo más profundas, aumenta el nivel de exigencia en el momento de seleccionar información e intensifica las discusiones conceptuales. Los demás capítulos de la segunda parte de la obra abordan otras competencias que para los autores es indispensable que los estudiantes universitarios desarrollen.

En la tercera parte y última del libro, titulada "Nuevas formas de enseñar", se trata el reto de educar a los profesores para que puedan formar alumnos competentes; se analiza, entre otros aspectos, la influencia de los conocimientos y creencias de los docentes sobre lo que es enseñar y aprender en su práctica; se revisan las principales funciones de un profesor universitario que caracterizan actualmente la compleja tarea de formar y se discute acerca de los procesos de gestión del cambio que se requeriría impulsar para hacer realmente una innovación, como serían, entre otras: reducir el número de estudiantes por grupo y por tutorías de cada profesor y revisar las funciones de los profesores.

La obra finaliza con una reflexión especialmente acertada:

...cambiar resulta muy difícil porque genera incertidumbre y la ansiedad emocional que la acompaña, porque implica modificar hábitos, porque exige reflexión... El camino que hemos emprendido hacia una cultura más compleja del aprendizaje y la enseñanza está bien fundamentado, pero no deben infravalorarse las exigencias que plantea (p. 215).

Comentaría, por último, que este interesante libro trata un tema innovador actualmente relevante que invita a los especialistas e interesados a profundizar en el mismo, reflexionarlo y discutirlo. Quisiera también hacer énfasis en que sería deseable que se continúe el trabajo de investigación hasta hoy desarrollado por los autores del libro en cuanto a la enseñanza de competencias profesionales, reflexionando los resultados obtenidos para ampliar y profundizar el análisis y los principios o propuestas derivados para propiciar un mejor aprendizaje en el aula. Al respecto puntualizaría la pertinencia de incorporar en este proceso de trabajo académico, competencias complementarias a las planteadas por los autores que sería conveniente fortalecer o desarrollar en los alumnos universitarios, además de enfatizar la necesidad de desarrollar las mejores vías psicopedagógicas para lograrlo.

En síntesis, considero que este sugerente texto está atravesado por la idea de ofrecer propuestas factibles para la formación de estudiantes universitarios reflexivos, competentes para el uso de nuevas estrategias cognitivas de trabajo consideradas estratégicas para la tarea compleja de construir conocimiento crítico y útil para la sociedad, capaces de emplear tanto el conocimiento profesional disponible como las nuevas tecnologías de la información; ello nos brinda elementos sólidos para hacerlo en las competencias profesionales aquí trabajadas.

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