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Perfiles educativos

versão impressa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.32 no.128 Ciudad de México Jan. 2010

 

Claves

 

Investigación interdisciplinaria, vinculación social y subsidio en la Universidad de México, Autónoma, 1935–1938

 

Interdisciplinary research, social links and subsidies at the Autonomous Universidad de México, 1935–1938

 

Gabriela Contreras Pérez*

 

* Profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (Departamento de Relaciones Sociales), integrante del Cuerpo Académico Consolidado Espacio Social, Región y Organización Rural. Doctorado en Historia por la Universidad Iberoamericana y Maestría en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Publicaciones recientes: (2008), Rodulfo Brito Foucher (1899–1970). Un político al margen del régimen revolucionario, México, IISUE/UAMX/Plaza y Valdés; (2002), Los grupos católicos en la Universidad Autónoma de México, 1933–1944, México, UAM– Xochimilco.

 

Recepción: 1 de septiembre de 2008.
Aceptación: 22 de agosto de 2009.

 

Resumen

La Ley Orgánica de la Universidad de México de 1933 dejó en manos de los universitarios la responsabilidad de su gobierno; en ese momento se estableció la entrega de diez millones de pesos como subsidio total y la pérdida del carácter nacional de la institución. A este proceso se le conoce como Autonomía Total de la Universidad. Las condiciones que la Universidad enfrentó entonces se caracterizaron por la grave situación económica, los intentos por establecer relaciones con el Gobierno sin perder la autonomía y por el impulso y consolidación del proyecto académico. En este contexto la intervención de los universitarios en la solución de los problemas sociales fue determinante.

En este artículo se expone la situación de la Universidad en la coyuntura política del cardenismo; se examinan los problemas de subsidio y las tareas de vinculación, las labores de servicio social y los proyectos de investigación interdisciplinaria, actividades que sirvieron para aminorar, al menos parcialmente, las presiones económicas que enfrentaba la Universidad, aunque complicaron las relaciones con algunas organizaciones y representantes locales y desencadenaron conflictos internos.

Palabras clave: Investigación interdisciplinaria, Orientación social, Vinculación, Acción social.

 

Abstract

The Organic Law of the Universidad de México in 1933 left in hands of the university community the responsibility of its government; at that moment the Mexican government stated the delivery of a global subsidy of ten million pesos and the loss of the national nature of the institution. This process is known as the "total autonomy" of the University. The conditions in which the University had to survive then were characterized by a very serious economic crisis, the attempts to establish relations with the government without losing autonomy and the boost and consolidation to the academic project. Within this context the intervention of the university community for the solution of the social problems was deciding

This article sets out the situation of the University during the political period called "cardenismo" after President Lázaro Cárdenas government. The author analyzes the subsidy matters, the connection and social service duties and the intersdisciplinary research projects, activities that helped to reduce, at least partially, the economic pressures experienced by the University, although they also made more complicated the relations with some organizations and the local representatives, triggering internal conflicts.

Keywords: Interdisciplinary research, Social orientation, Connection, Social action.

 

LAS TENDENCIAS

Cuando Luis Chico Goerne fue rector en la Universidad Nacional Autónoma de México (1935–1938), se puso en marcha un proyecto de investigación científica en el Valle del Mezquital, en el estado de Hidalgo. El proyecto era interdisciplinario. La región se eligió por "la condición de miseria social, riqueza cultural y por las características de la población indígena".

Era un intento de vincular la institución de educación superior con el entorno social, "con los problemas nacionales", según lo justificara el propio rector. Además, este proyecto se insertaba en un contexto político social, el cardenismo, para el cual la solución de los problemas de rezago e injusticia social era prioritaria. Los resultados quedaron plasmados en algunos informes y en artículos de la Revista Universidad, en donde se da cuenta "de la realidad geológica, biológica y sociológica" de la región, así como estudios del arte tanto musical como arquitectónico y pictórico.

Una parte importante del tiempo en que Luis Chico Goerne fue rector en la Universidad Nacional Autónoma de México se caracteriza por una fuerte tendencia a vincular los proyectos universitarios con los proyectos de servicio a grupos sociales marginales. Esta no era no preocupación vana: 66.5 por ciento de la población total del país en 1930 era rural; la esperanza de vida al nacer era de 33.9 años; 47 por ciento de las defunciones se debían a enfermedades infecciosas y parasitarias y más de dos millones de los habitantes registrados en el censo de ese año eran hablantes de lengua indígena (INEGI, 2000).1 Estos datos nos dan una idea del grado de marginalidad que existía a nivel nacional; saldos de la revolución y necesidades sociales que exigían una respuesta institucional a los problemas de salud, vivienda, trabajo y educación, servicios cuya cobertura no podía descansar únicamente en el Gobierno. De hecho no era así, ya que entonces existían numerosas sociedades de beneficencia que, desde sus posibilidades y bajo sus reglas, efectuaban algunas labores de atención a niños, discapacitados, ancianos y mujeres desamparadas, menesterosos y enfermos.

Los apoyos del Gobierno para proporcionar servicios de salud eran diversos pero insuficientes, pues había también que mejorar las condiciones de vida de la población que habitaba en los núcleos urbanos y en las colonias que empezaban a formarse: agua entubada, cableado, pavimentación y drenaje, por ejemplo (Cruz Rodríguez, 2004).

La solución dada hasta entonces a estos grupos marginales había sido la de concentrarlos y atenderlos en sitios como las casas hogar para niños o asilos, mesones y dormitorios, pues la capacidad del departamento de Salubridad estaba rebasada para responder a una problemática que había crecido desmesuradamente.

Desde este punto de vista, las instituciones educativas, y en particular la Universidad, ofrecían algunas posibilidades: no se trataba sólo del discurso de la época, era imprescindible involucrar y responsabilizar a los grupos sociales en la atención a los núcleos de población desatendidos. Tras el proceso revolucionario se habían desarrollado distintos proyectos cuya intención era, precisamente, vincular a los estudiantes en la resolución de problemas apremiantes de la sociedad; ejemplos de ello fueron la Universidad Popular (1912), las brigadas alfabetizadoras y las actividades desplegadas a partir de los Congresos Locales de Estudiantes, que ya esbozaban la atención de asesorías legales y servicios médicos. Asimismo, encontramos en las resoluciones de distintos congresos estudiantiles la propuesta de orientar la institución universitaria al servicio de la sociedad.

Esto, además, se establecía en los fines de la Universidad,2 pero tras el conflicto desatado a partir del intento fallido de educación socialista (cuya línea de acción claramente establecía que esta institución debía actuar en beneficio de los grupos sociales menos favorecidos), la orientación social de la institución quedó en entredicho, señalada como una isla cultural, ajena a las preocupaciones sociales.

En ese sentido era de suma importancia vincular las actividades de los institutos universitarios con las necesidades sociales, tarea impulsada a partir del llamado Departamento de Acción Social que se encontraba bajo la conducción de Salvador Azuela y contaba con el apoyo del rector Luis Chico Goerne. La orientación social de la Universidad, canalizada a partir de dicho departamento, encontraría una nueva forma de expresión a partir de estos años, incluso a pesar de que durante más de una década la Universidad continuó siendo señalada como conservadora.

En esas condiciones, cuando la situación económica de la propia Universidad era por demás precaria, se consiguió la aprobación de una serie de proyectos que, a la vez que ofrecían una posibilidad de abrirla a otros entornos sociales, permitían mostrar disposición y apoyo a las propuestas gubernamentales de atención social y, más aún, daban oportunidad para conseguir algunos recursos que eventualmente desahogaría la situación económica prevaleciente. Esto se consiguió no sin cierta resistencia entre algunos grupos de universitarios, tanto estudiantiles como de profesores.

Sobresalen en este punto dos aspectos prevalecientes entre muchos de los académicos y universitarios de aquellos años. El primero muestra al menos dos líneas de análisis y comprensión de la sociedad: por un lado, la de aquéllos que se conciben como parte de una élite que puede interpretar su entorno aislada del mismo, basando sus reflexiones en la retórica academicista, anhelantes del diseño de esquemas ideales para un funcionamiento "adecuado" de la sociedad; por otro lado el de aquéllos que, sin proponerse un método de estudio de la sociedad, proponen brindar su conocimiento a partir de actividades muy específicas, incidiendo directamente en su entorno social. Ninguno de estos grupos de universitarios era homogéneo. Todos ellos pretendían estar mucho más comprometidos con el quehacer universitario que con actividades académicas de carácter político; es más, para algunos grupos universitarios era necesario definirse como "ajenos" a la política cardenista. Podían ser cercanos a los católicos o que simplemente encontraban útil su labor en la medida de su propia necesidad de conocimiento, en función de las necesidades universitarias, actuando sólo como "interesados en lo académico". El segundo aspecto se refiere a los grupos de universitarios que habían colaborado, o lo hacían en esos momentos, en instancias gubernamentales: aquéllos vinculados a secretarías de Estado, a organizaciones específicas, a sectores sindicales, o simplemente, simpatizantes del proyecto cardenista.

Todo lo anterior pudo haber tenido efecto en la forma en que se plantearon las propuestas de apoyo a los sectores marginados: una idea generada "desde arriba", que proyectaba más lo que una suma de voluntades proponía hacer que lo que en realidad requerían los grupos a los que se dirigían dichas propuestas.

Si bien es cierto que esto último ha sido una constante en los proyectos sociales gubernamentales, para el caso de los proyectos interdisciplinarios en donde el trabajo académico podría haber tenido impacto social, será preciso detenernos en el momento y condiciones de los años treinta, cuando la influencia de intelectuales como Manuel Gamio era tan relevante para tratar de "proyectar, legislar y ejecutar" con conocimiento de las condiciones y características de la población.

La propuesta de realizar investigaciones en regiones particularmente marginadas, integrando equipos interdisciplinarios de investigadores universitarios podía entenderse de dos maneras: como la posibilidad de involucrarse en la línea política del cardenismo o como la real posibilidad de desarrollar una tendencia de investigación dentro de la Universidad. Esta segunda línea había venido dándose, aunque tal vez de manera muy rígida. La coyuntura obligaba, además, a mostrar que había valido la pena que los institutos (Geología y Biología, básicamente) hubieran dejado de pertenecer a instancias gubernamentales y se integraran a la Universidad, con todo y recursos físicos y económicos.

La Universidad mostraba en esta coyuntura la manera como se podían integrar distintas disciplinas para la resolución de un problema: la pobreza. La posición ideológica relacionada con la necesidad de integración nacional también estaba implícita, de ahí que fuesen tan relevantes tanto los lingüistas como los arqueólogos y los estudiosos de la morfología del suelo, la calidad del agua, las costumbres, la economía, etc. Tras varias reuniones de los directores de institutos y de algunas escuelas y facultades, y bajo el liderazgo del jefe de Acción Social de la Universidad, Salvador Azuela, se dio inicio a la organización de las brigadas de universitarios que habrían de encarnar este proyecto de vinculación entre la Universidad y los grupos sociales marginales.3

La elección de los sitios para el traslado de las primeras brigadas de investigadores se basó en los datos sobre núcleos de población cuya trayectoria histórica, actividad económica y conformación de la población podían resultar ejemplares para otros casos similares a lo largo del país; fue así como se eligió el Valle del Mezquital, en el estado de Hidalgo. Zona rural con pasado y presencia indígena importante, este sitio representaba un verdadero reto para los cardenistas pues se combinaban no sólo los simbolismos nacionales, sino que también se asumía el desconocimiento respecto de las condiciones sociales, económicas, de recursos y de conflicto político que existía acerca de esa región, aunque se entendía que éste sólo era un ejemplo del acontecer nacional. No bastaba con señalar la pobreza o la falta de servicios, había que analizar cuáles eran las posibilidades de incidir en ese espacio social.

También se enviaron brigadistas a la zona textil de Atlixco, en Puebla, que contaba con una tradición de lucha muy importante, en donde las organizaciones sindicales y campesinas tenían peso político y esperaban que el trabajo de estos brigadistas pudiera convertirse en una actividad permanente, como se asentó en el siguiente documento:

La iniciación de estos servicios que comprenden y están atendidos por médicos, dentistas, veterinarios, ingenieros, químicos y abogados, ha sido un acontecimiento que hace mucho esperábamos y que desde luego redundará en beneficio del elemento del campo para ayudarse a remediar las necesidades que venía padeciendo.

La mortalidad de nuestros hijos, los cuidados que requieren nuestras familias y nuestros escasos bienes de fortuna: exiguos ganados y tierras estériles, necesitan de la cooperación y de la ayuda que la Universidad nos brinda. Nosotros esperamos que la estancia de la Brigada Universitaria sea permanente y libre de toda influencia extraña a su verdadera misión que es la de contribuir con sus posibilidades y conocimientos a darnos el servicio social que viene impartiéndose diariamente desde que fue establecido el servicio: hace un mes.

Tenemos necesidad de mejorar el rendimiento de nuestras tierras, el acaparamiento de las corrientes pluviales, la vida y producción del poco ganado de que disponemos, por eso interesa a nosotros y a nuestros hermanos de clase que los ingenieros, químicos, que los médicos veterinarios den todo el rendimiento de que disponen con sus consejos aportando todo el material de que pueda disponer la Universidad.

Hasta esta fecha es palpable y notorio que la Brigada Universitaria viene cumpliendo íntegramente con el programa que elaboró. El elemento que representamos acude diariamente a la Casa de la Universidad a recibir los servicios y se le atiende con la competencia y cortesía característica de los jóvenes universitarios que forman la Brigada. Por esto nos complacemos y una vez más queremos solicitar de ese su gobierno revolucionario y amigo de las clases trabajadoras de lo que ha dado constantes y reiteradas pruebas, que la Universidad de México sea sostenida en esta labor y que se le imparta toda la ayuda que necesita.4

Esta extensa referencia nos da muestra clara de lo que se esperaba de estas brigadas, y cabe destacar el énfasis en la idea de que no hubiera "influencias extrañas a la verdadera misión", lo cual denota no sólo la esperanza de que por la intervención de estos brigadistas se resolviera una serie de problemas aplazados, sino también de que no hubiera confrontaciones políticas que impidieran el desarrollo del proyecto. Esto, como veremos, no pudo cumplirse cabalmente.

Finalmente, este interés por activar distintas brigadas en otros sitios del país se fue extendiendo a algunos poblados de la mixteca oaxaqueña y algunos núcleos urbanos que presentaban datos de marginación. Los proyectos iniciaron en 1936 y algunos concluyeron a principios de 1938; otros, como el servicio social, consiguieron institucionalizarse y otros más marcaron las tendencias de investigación en los centros de educación superior y de educación técnica en el país. Veamos.

El proyecto interdisciplinario en el Valle del Mezquital fue anunciado en gran ceremonia, con presencia de autoridades gubernamentales así como de los directores de los institutos de investigación involucrados: Biología (Isaac Ochoterena); Sociales (Miguel Otón de Mendizábal), Geología e Investigaciones Físico Químicas (Manuel Santillán) así como el programa de Investigaciones Estéticas (Manuel Moreno Sánchez).5

El objetivo general se reportaba de la siguiente manera:

Con la firme voluntad de enfrentarse a los problemas fundamentales de México, desde el plano científico que preferentemente le corresponde y de servir con la cultura a las masas más pobres del país, la Universidad Nacional Autónoma, superando sus escasas posibilidades económicas, inició los trabajos coordinados de sus institutos de Investigación, orientándolos al estudio de los múltiples y complejos aspectos del campo y la ciudad.

Para hacer más eficaz este servicio social, que se lleva a cabo por medio de investigaciones, a las que se les dará toda la profundidad necesaria, se ha creído conveniente elegir zonas tipo que ofrezcan las distintas características que concurren en las regiones de la altiplanicie, en las montañas y en la costa tropical; investigaciones que irán sucediendo en forma sistemática y coordinada con el levantado propósito de entregar, algún día, a nuestro pueblo, el panorama científico de su propio ser y de proporcionar a la dirección política mexicana las soluciones que la ciencia debe ofrecer a los más hondos problemas de la vida colectiva ("Notas", en Revista Universidad, marzo de 1936: 47).

A grandes rasgos, los empeños se orientaban a hacer estudios diagnósticos sobre la flora, la fauna, estudios de suelo y subsuelo y recursos acuíferos. Por otra parte había que hacer un esbozo "demográfico, etnográfico, económico y jurídico de la región, así como el estudio arquitectónico, pictórico, escultórico y musical... para encauzar las actividades artísticas de los hombres y para descubrir entre ellos las capacidades selectas que bajo el patrocinio de la Universidad podrán más tarde alcanzar la plenitud de su desarrollo" ("Notas", en Revista Universidad, marzo de 1936:48). El proyecto se realizó a lo largo de dos años y, al decir del propio rector, estos esfuerzos se reflejaron en "tres tomos", mismos que aún no encontramos.

No obstante, gracias a la Revista Universidad y a algunos documentos de archivo, tenemos noticia de algunos resultados parciales que, ante la profundidad y extensión de ciertas investigaciones y trabajos académicos actuales, resultan muy generales. Lo cierto es que los objetivos iban más allá de la mera investigación de la región. Según diversas opiniones, el empeño se orientaba, ante todo, a la "integración verdadera de nuestra nacionalidad, para después trascenderla con fines más generosos" (López, 1935: 9). Desde esa perspectiva es como habría que entender el proyecto de conjunto: como la búsqueda y afirmación de la identidad nacional iniciando una línea de "revalorización" de la producción artesanal indígena, de la arquitectura y de su obra plástica en general. Por otro lado, se pretendía impulsar cooperativas entre los otomíes para la explotación de las minas de caolín.

Otro proyecto importante fue el desplegado en Atlixco, Puebla, en donde se pretendía dar no un apoyo de investigación, sino operativo, a través del servicio social de los estudiantes:6 se trataba de establecer dispensarios médicos con atención de odontología y de maternidad e instalar un consultorio de medicina veterinaria. Por otra parte, el Instituto de Biología se encargaría de hacer estudios de la calidad del agua y, posteriormente, los pasantes de ingeniería se encargarían de la planeación del servicio de entubación del agua y del servicio de drenaje.

Los alumnos de arquitectura también entraban al proyecto: habrían de diseñar y encargarse de la construcción de toda una colonia para los trabajadores, y en cuanto a los estudiantes de leyes, aparte del consabido despacho de apoyo legal se encargarían de la realización de una serie de estudios económicos y sociales para posteriormente impulsar "la mejor organización de los trabajadores". Finalmente, se enunciaban las posibilidades de integración de áreas como geología, química, música y artes plásticas.

Ante todas estas propuestas las expectativas que despertaron los universitarios se expresaban, entre otras, de la siguiente manera:

Que en estos momentos recordemos, es el primer caso de una solicitud hecha a la Universidad Nacional por una organización de trabajadores, a fin de que los ayude a resolver cuestiones de trascendental interés para ellos. De cualquier manera, nunca antes de ahora había tenido oportunidad de hacer una demostración importante de su posibilidad de prestar servicios sociales, al menos en el sentido concreto y directo en que se entiende actualmente la expresión...

La Universidad, en otros términos, tiene ahora una ocasión excelente para probar con hechos —y así lo hará sin duda— que se halla capacitada para desplegar directamente, como un centro de investigación y estudios superiores, una acción de guía y ayuda en beneficio de quienes carecen, colectiva e individualmente, de recursos para procurársela de otra forma ("La acción social de la Universidad", El Universal, 30 de abril de 1937).

Después de las propuestas a desplegar a partir del mes de mayo de 1937 en Atlixco, Puebla, se pretendió extender el proyecto a la mixteca oaxaqueña en donde, aparte de los estudios de investigación similares a aquellos del Valle del Mezquital, se decía: "Una vez hecho el estudio detenido de las condiciones de esas razas en todos sus aspectos, se propondrán los remedios [sic] necesarios para mejorarlas" ("Actividades universitarias..., Revista de la Universidad, abril de 1937:44.).

Finalmente, en el estado de Yucatán, y con el apoyo del director del Instituto de Investigaciones Lingüísticas, Mariano Silva y Aceves, se inició una investigación de la lengua maya que se orientaba a tres puntos fundamentales: recopilación del idioma, recolección de textos mayas e impresión de textos para apoyar en las escuelas de adultos "y en la escuela primaria, en forma de cartillas o de primeros libros de enseñanza del idioma nativo. Por último, se proponía la fundación de la Academia de la Lengua Maya" ("Actividades universitarias...", Revista de la Universidad, junio de 1937).

Falta aún constatar los resultados de cada una de estas propuestas. No obstante, lo expuesto anteriormente es ilustrativo de una de las tendencias de investigación que se seguiría durante muchos años en las instituciones de educación superior, en particular en los centros de investigación. Uno de los principales estudiosos de la realidad social en la época, Manuel Gamio, había ya establecido directrices en este sentido y las interrogantes planteadas en adelante llevarían siempre a un nuevo inicio.

Pero también habría tendencias que pretendieran vincular a la Universidad a actividades que le significasen retribuciones y beneficios económicos. Planteamiento que en un gobierno decidido a abatir el rezago y la desigualdad social, no tenía mucha viabilidad.

 

LAS LÍNEAS INSTITUCIONALES

Tras los primeros meses de actividad de este pequeño equipo, el proyecto derivó en otras investigaciones: la Mixteca, Yucatán... Los recursos económicos que llegaban a cuentagotas a la Universidad eran muestra del interés de ésta por establecer vínculos con grupos sociales marginados, y fueron garantía —al menos por un breve periodo— para que la institución siguiera su marcha. Todo esto al margen de conflictos internos, elecciones estudiantiles, conatos de huelga y otras cosas.

El recuento señalaba que posterior a las brigadas hubo proyectos orientados a la "selección de capacidades populares", como el Proyecto de Protección a la Cultura Indígena; también se continuó el establecimiento de bufetes y de consultorios gratuitos. Todo esto, sin embargo, era parte de un discurso para tratar de garantizar el ingreso del subsidio a la institución universitaria.

A lo largo de su gestión, el rector Chico Goerne envió diversos oficios en los que enumeraba las necesidades de la Universidad, sugería formas de allegarle recursos y justificaba la actividad y el cambio de orientación de los universitarios, en regla con la política social cardenista, tratando con ello de conseguir el subsidio que no llegaba de manera regular.

Si bien es cierto que no encontramos muchos resultados concretos en estas investigaciones,7 también es clara la inquietud por mantener vínculos con el entorno social. En ese sentido, es notoria la insistencia respecto a su idea de cultura, que es vista más como un objeto o un propósito y que ilustra una de las dos tendencias prevalecientes en la Universidad respecto al análisis de la cuestión social. Veamos:

La cultura, entonces, no será más privilegio de minorías ni instrumento eficaz de opresión al servicio de los poderosos de la tierra, sino por el contrario, como debió serlo siempre, riqueza para disfrute de todos; factor de primer orden para la liberación de los esclavos y víctimas de la desigualdad, de la explotación, de la miseria; panacea para el alivio de todas las miserias y las podredumbres del cuerpo y el espíritu del hombre (Manrique, 1935: 2).8

La idea que sobresale es la de la superioridad que supuestamente confiere el ser universitario, el "ser ilustrado" que se acercaba a los marginados para sacarlos de su estado de atraso. Las actividades que algunos estudiantes desarrollaban llevaban implícita la idea de "poner la cultura al servicio de la humanidad" o bien, de "la "Universidad al servicio de la humanidad". Había mucho por hacer y se requería de esfuerzos joviales, de disciplina y estudio "con finalidades prácticas".

En otra posición Vicente Magdaleno, uno de los jóvenes participantes en la campaña vasconcelista de 1929, aclara respecto a los "beneficios" que la cultura podía "proporcionar" a los ciudadanos:

Es una idea errónea la que supone que la cultura es una actividad ajena, y por esto contraria, a las actividades otras de la vida. Sólo la mala fe de los demagogos, por un lado, y por el otro, la pedantería de los culturalistas indigestados, ha sido capaz de inventar y propalar tal absurdo. Sostenida por el individuo, el cual, como ciudadano, participa de los problemas todos de la sociedad, la cultura ha hablado siempre a éste para ver de procurar impartirle conocimientos que, más que separarle de sus semejantes en lo social, más y mejor le hagan hermosa la convivencia. Así que frente a la existencia de tantas y tan absurdas diferencias entre los hombres, el Instituto encargado de la impartición de la educación más seria (y por seria la más cargada también de problemas) hace lo posible por elevarse al pensamiento de una auténtica anulación de tales diferencias, y sabiendo, como sabe, de las conexiones de la cultura con todo lo popular (que es donde toda cultura crea sangre) [sic], va al pueblo, de la mano de todas las aparentemente opuestas tendencias ideológicas (las cuales en resumidas cuentas, integran la cultura que es una y la misma) y por medio de toda labor de divulgación, hace accesibles principios y fórmulas a los humildes, y acepta a su vez de éstos, intuiciones y problemas, con lo que efectúa la Universidad, merced al intercambio, una labor de perfecta integración, de trascendental democracia espiritual, base y preparación de toda subsecuente nivelación (Magdaleno, 1936).

Si bien es cierto que hay un enorme interés por vincular el conocimiento con el entorno social, es muy importante la noción de "proveedora" que se le da a esta casa de estudios. Por lo visto, no se entiende el trabajo de investigación como un proceso que —como ocurre en algunos centros— incorpora al aula lo que se encuentra en el medio social investigado.

No obstante, es necesario destacar los propósitos políticos de esta tarea; véase por ejemplo el caso del Valle del Mezquital, en donde ya hemos referido la labor de reconocimiento y diagnóstico de la zona del cual lo más relevante fue lo relativo a la explotación de las minas de cal, aunque con una idea de desarrollo comercial que no prosperó. Está también el llamado Centro Industrial de Atlixco, que para entonces tenía una población obrera considerable; en ese lugar se dio apoyo a partir de un centro de servicio social que concentraba básicamente a pasantes de Medicina y Leyes, aunque según afirmara Luis Chico Goerne, también se habían enviado biólogos, químicos y geólogos "para investigar científicamente las líneas a través de las cuales podría hacerse progresar a la región".9 Desafortunadamente, los conflictos políticos acabarían por medrar todos estos esfuerzos: hacia fines de 1937, en Atlixco, se acusó a algunos jóvenes de propiciar un conflicto con las autoridades municipales, y como resultado de ello los estudiantes no contaron con las condiciones necesarias para continuar desarrollando su trabajo.

Gran parte de los esfuerzos vertidos en esta tarea interdisciplinaria de proyectos regionales fue transformándose en parte integral del ser universitario, aunque cabe señalar la contradicción que se dio entre las propuestas o vías de solución a los problemas diagnosticados cuando el poder político —fuera éste local o regional— entró en juego: el intento por transformar las condiciones de miseria y marginación de los grupos sociales en estudio desde el idealismo de los universitarios, se enfrentó a los conflictos de interés que se desencadenaban cuando el trabajo de los universitarios incidía en las estructuras políticas y caciquiles ya establecidas las cuales, pese al programa social del cardenismo, no habían sido erradicadas.

Lo que sí pudieron hacer los universitarios quedó en el estudio diagnóstico. Cuando trataron de elaborar propuestas prácticas, éstas quedaban en un plano que resultaba casi imposible de efectuar. Por ejemplo, ante las condiciones de vida de los campesinos indígenas del Valle del Mezquital que habitaban en regiones de minas de cal, se dijo:

Se intenta organizar a los indígenas otomíes de la comarca en forma de cooperativas. Se les darán los elementos indispensables para comenzar los trabajos de explotación, incluyendo la compra de los predios en que estén los yacimientos. Una vez orientados, se les dejará en posesión de la industria, y la Universidad solamente recuperará la sumas que hubiera invertido, sin ningún interés, y pagaderas a plazos razonables, siempre y cuando el negocio se encuentre próspero.

Esto que va a hacerse en la zona experimental de referencia, se extenderá posteriormente a otras partes del país, donde las posibilidades son mayores, ya que se considera por las autoridades universitaria que ésta es una de las maneras más apropiadas de proporcionar realmente un servicio social de beneficios inmediatos para colectividades que se hallan en abandono ("Actividades universitarias..." Revista Universidad, febrero de 1937: 43).

Vale la pena preguntarse ahora, ¿qué autoridad legal tenían los universitarios para decidir la organización de cooperativas, la compra de los predios o la dotación a los indígenas de la supuesta industria del caolín?, ¿cuáles eran las posibilidades reales de que la Universidad pudiera recuperar sus inversiones?, ¿cuáles inversiones?, ¿cómo iba a ingresar ese dinero a la institución universitaria?, ¿bajo qué concepto?, ¿hasta dónde llegaba su autonomía?

Me parece más o menos evidente que era muy seria la intención de los universitarios de participar o colaborar en actividades que pudieran contribuir al mejoramiento de su entorno social. Caminaban de acuerdo con muchas de las acciones gubernamentales que entonces se experimentaban: las cooperativas, por ejemplo, así como la relevancia otorgada a los asuntos indígenas a partir del Departamento de Asuntos Indígenas con Luis Chávez Orozco al frente,10 proyecto que se relacionaba con la idea mucho más extensa de reforzar una identidad nacional.

Aunque es claro que los esfuerzos desplegados por las brigadas no eran ajenos a la imperiosa necesidad de trabajar para eliminar los rezagos sociales y dar atención a poblaciones muy alejadas que no contaban con los servicios mínimos, también es evidente la distorsión en cuanto a obtener recursos. Si bien no es un elemento negativo el hecho de plantear la posibilidad de recuperación económica a partir de los servicios prestados, es el mecanismo o la ausencia de éste lo que resulta chocante. Simplemente no había procedimientos establecidos de colaboración entre el Gobierno y la Universidad; por mucho que los institutos y el rector estuviesen volcados en tareas de labor social, éstas aparecían como actividades independientes y voluntarias en donde no había un compromiso explícito por parte del Gobierno hacia la Universidad.

Todo parece indicar, sin embargo, que existían acuerdos entre el Rector —o tal vez el jefe del Departamento de Acción Social, Salvador Azuela— y algunos representantes del Gobierno (Secretaría de Educación Pública) que orientaban el trabajo general de la investigación universitaria de acuerdo con los proyectos gubernamentales a cambio de subsidio, pero tanto los grupos activos dentro de la Universidad Nacional como los integrantes de la Comisión de Estudios de la Presidencia de la República, en particular Jesús Díaz Barriga, protestaron ante esta situación y día a día creció la demanda de esclarecimiento de las finanzas universitarias, asunto que finalmente significaría la caída de Luis Chico Goerne.

Sin precipitarnos en el desenlace de los acontecimientos respecto al rector, veamos otros asuntos que también cuestionaban algunos grupos de universitarios que habían manifestado molestia por todo el apoyo que tenía el Departamento de Acción Social, encargado de este proyecto, ya que contaba con muchos recursos económicos, personal y amplia capacidad de decisión, sin tener que consultar ni al rector ni al Consejo. La situación se tornó más crítica cuando se sugirió que el hecho de establecer ciertas actividades académicas de investigación, difusión y servicio social en función de los lineamientos establecidos por el gobierno cardenista ponía en riesgo la autonomía. Pero ¿significaba ese intercambio de apoyos el empeño de la autonomía universitaria? Siguiendo a Alejandro Gómez Arias encontramos un punto para reflexionar:

¿Qué es la autonomía? La autonomía como la libertad, como el libre albedrío, es un concepto vacío que es preciso llenar día con día con la acción. Ser libre no tiene sentido si no nos preguntamos para qué se es libre. Ser autónoma, en el caso de las instituciones como ésta, solamente plantea una interrogación todos los días: ¿para qué la autonomía? Nuestra generación y algunas de las posteriores, la han signado con la fórmula, a la vez simple y complicadísima: autonomía para servir a la nación; es decir, al pueblo de México. Pero eso no es fácil, porque también eso es cambiante y a veces resulta un concepto cambiante e inasible y difícil de comprender y expresar en unas cuantas líneas... (Gómez Arias, 1992:179).

"Autonomía para servir a la Nación", en efecto; pero hay que insistir en que uno de los mayores problemas en todo este proceso residió en la fuerza que se concentró en el Departamento de Acción Social, como se ha dicho, a cargo de Salvador Azuela. Incluso el inquieto doctor Gustavo Baz, tan constante y disciplinado como atento y cuidadoso del cumplimiento del servicio social estudiantil, quedaba opacado ante Azuela,11 quien no dudaba en insistir que la obra que se efectuaba bajo su dirección "se articulaba plena y cordialmente con los ideales revolucionarios, no sólo de México, sino del mundo contemporáneo". Así se afirmaba en un memorándum enviado al rector:

Es preciso considerar, igualmente, que es apenas un mínimum de lo que esta nueva trayectoria podrá el pueblo de México esperar de su cultura superior; pues faltaría que se establecieran centros permanentes de obra universitaria en todos aquellos lugares en donde el Estado va realizando obras materiales y económicas, pues sólo así la empresa resultaría completa y la Universidad no tiene dinero para acompañar al Estado en esta gran empresa y por lo tanto apenas si está realizando una parte insignificante de su idea.

Y es preciso considerar, por último, que con este gesto insignificante para la magnitud de la empresa, ni siquiera alcanza para realizar una de las más grandes aspiraciones universitarias, o sea la unificación de la juventud con el trabajador y el rendimiento de la cultura superior de los jóvenes, andando a todos los estudiantes durante el último semestre de su carrera a convivir con el pueblo, con sus necesidades, con sus aspiraciones y aún con sus miserias, para servirlo con su ciencia en primer lugar y después para adquirir de él la inspiración lo mismo jurídica, que artística, que física, que biológica para trabajos posteriores que sean auténticas producciones científicas, salidas de la vida real de México.12

Todos los proyectos que hemos esbozado anteriormente dependían para su realización de esta instancia universitaria que, a su vez, concentraba la mayor cantidad de recursos que ingresaban a la Universidad. Sus resultados eventualmente dieron frutos no sólo en el sentido económico, sino incluso por las inquietudes que despertó para la discusión académica y para el debate de lo que era el quehacer de la Universidad y el sentido de los intelectuales, de la cultura y del conocimiento. El problema fundamental es que el impacto no fue del todo positivo para las comunidades a las que acudieron los brigadistas, pues en muchos casos la actividad desarrollada no pasó de ser un diagnóstico con varias propuestas, pero sin la posibilidad real de llevarlas a la práctica, como veremos más adelante.

 

EL APOYO GUBERNAMENTAL

Para la institución universitaria estos proyectos sirvieron de garante para el subsidio y, con ello, del mejoramiento general de las condiciones de estudio y desarrollo de los estudiantes y profesores que día con día debían enfrentarse a una infraestructura inadecuada, a grupos excesivamente grandes, salones muy pequeños, falta de instrumental, profesores ausentes y otras cosas muy conocidas todavía en nuestros centros de estudio.

Desde que Luis Chico Goerne tomara posesión como rector había insistido en la necesidad de incrementar el subsidio. En junio de 1937, en una carta dirigida la Presidente Cárdenas señalaba:

...la Universidad del 29 vivía con la escasez que le consta al señor Secretario Particular del Señor Presidente, con un presupuesto de cuatro millones y que la actual, habiendo duplicado su población estudiantil y emprendido obras costosas del servicio al Pueblo de México, no ha podido reunir ni siquiera la mitad.13

Dadas las delicadas circunstancias de la Universidad en aquellos años del cardenismo, y ante la determinación de los universitarios de oponerse al proyecto de educación socialista, esta vía de vinculación entre la institución educativa y el medio social dio una proyección no sólo coyuntural sino estructural a los propósitos de la educación superior en México.14 Finalmente, la Universidad dependía, para su funcionamiento, del subsidio gubernamental. A pesar de los esfuerzos de Chico Goerne por intercambiar la reorientación de la Universidad, inclinándose hacia ciertas propuestas del cardenismo, los gastos no se cubrían. Tras muchas discusiones los universitarios habían vendido unos terrenos en los cuales se pensaba construir la Ciudad Universitaria, ubicados en Tecamachalco; los había adquirido la Secretaría de Guerra, pero el pago completo no había llegado. Esto era parte de lo que el rector trataba de negociar: la entrega del subsidio, la entrega del pago restante por la venta de los terrenos e, incluso, pedía al Gobierno el pago por concepto de renta de los locales que —siendo de la Universidad— ocupaban distintas dependencias gubernamentales. Muchos son los oficios que se emitieron con este propósito, pero los resultados fueron relativamente magros.

Después de todo, la institución universitaria siguió funcionando, siempre en el límite, siempre con aprietos económicos, pero no llegó al punto de quiebra en que se había encontrado durante las gestiones previas. De cualquier modo, si bien es cierto que la Universidad fue importante en el despliegue de los proyectos que llevaron al gobierno cardenista a avanzar en su política asistencial, también es verdad que era preferible contar con el apoyo de los universitarios, de los académicos, a continuar sobrellevando a las instituciones de beneficencia en las que los grupos católicos y la Iglesia estaban completamente metidas. La Universidad, a pesar de todo, era laica.

A partir de este periodo los proyectos de vinculación entre la Universidad y los grupos sociales marginados irían en aumento, y éste no sería solamente el propósito de una gestión, sino que seguiría presente en los diferentes grupos y tendencias políticas de la Universidad.15

Una muestra del impulso a este tipo de proyectos puede verse en el interés que estas actividades despertaron entre algunas instancias gubernamentales en donde colaboraban muchos universitarios. En efecto, en todas las dependencias de Gobierno, en diferentes niveles, en diversos proyectos, se encontraban laborando universitarios, algunos con nexos muy estrechos con la Universidad. De una u otra manera la constante era la intervención en la actividad gubernamental de profesores, egresados y pasantes; lo raro era que los profesores se dedicasen única y exclusivamente a la labor universitaria.

Por otra parte, los conflictos internos de la Universidad, es decir, entre las distintas tendencias políticas (católicos, autonomistas y estatalistas) implicaron fuertes discusiones sobre la distancia que unos suponían debía mantenerse respecto del Gobierno que había impulsado la educación socialista y con el cual rehusaban colaborar. Para otros grupos las propuestas de desarrollo universitario no se enfocaban únicamente a la Universidad Nacional, pues consideraban que sus horizontes de investigación, extensión y difusión de la cultura ya influían notablemente en sus pares de provincia.

En efecto, cabe destacar aquí la ardua labor desplegada por el Consejo Nacional de Educación Superior y la Investigación Científica, organismo creado por decreto presidencial, al frente del cual se encontraba Enrique Díaz de León. El Consejo estuvo orientado a promover la resolución de los problemas de carácter técnico en los planteles oficiales de educación superior del país y resolver las consultas enviadas por la Secretaría de Educación Pública.16

Jesús Díaz Barriga fue uno de los que se opuso de manera constante a los proyectos universitarios de acción social; cuestionaba las "subvenciones como compensación a servicios del Estado", que se contraponían a lo establecido en la ley de la propia Universidad. Señalaba que todos esos bienes eran más bien escasos, reducidos a pequeñas zonas de influencia, con centros de educación que no se apegaban al proyecto de educación socialista. E insistía en que todos estos servicios resultaban "onerosos", pues calculaba que hasta entonces ya se le habían entregado a la Universidad "no menos de ocho millones de pesos", mientras él consideraba que las labores realizadas no habían supuesto un gasto mayor a los 500 mil pesos; por eso señalaba: "Cabe preguntar en qué ha utilizado los siete millones y medio de pesos restantes..."17

 

PROYECTO PIONERO

El proyecto interdisciplinario, aunque no lo expongamos aquí de manera exhaustiva, sirvió como guía de gran parte de las actividades que actualmente sostenemos como universitarios. La novedad no sólo residía en sus características, sino que, además, era acorde con las investigaciones que se hacían en otras latitudes y se discutían en algunos círculos académicos.18 En la Universidad Nacional se trataba, además, de aplicar una serie de proyectos que tuvieran coherencia y sentido social, tal como lo expusiera el propio rector Chico Goerne al poco tiempo de iniciada su gestión. El problema que atravesó a este proyecto fue el de la falta de recursos aunque éste, como vimos anteriormente, sirvió como detonador de una dinámica de trabajo que involucró a profesores, autoridades universitarias y alumnos en relación con su entorno social, justificó el apoyo económico e incluso en ocasiones hasta sirvió de elemento de presión para arrancarle al Ejecutivo los recursos tan escasos en la Universidad a lo largo de esos años.

Así, las actividades relacionadas con este proyecto pionero fueron: aquéllas desarrolladas por los institutos que se involucraban en regiones en donde era necesaria la atención por parte del Gobierno, en acciones como elaboración de diagnósticos y propuestas y diseño de acciones concretas; hacía falta quien pudiera desarrollar tales actividades y esa especie de trueque establecido entre Gobierno y Universidad convenía a todos. Así, Oaxaca, Atlixco, Ixmiquilpan, y algunas colonias de la Ciudad de México fueron sitios en donde la actividad de investigación de los profesores asignados por los institutos, así como la labor desempeñada por los jóvenes de servicio social fue muy importante, aunque no estuvo exento de conflictos.

En la Ciudad de México, los apoyos se encontraban en los Centros de Difusión Cultural para Trabajadores, en donde se habían instalado consultorios médicos y dentales gratuitos; asimismo, se ofrecían servicios de asesoría legal en cuatro bufetes jurídicos, se había creado una orquesta sinfónica y un cuerpo teatral. Se decía que las actividades de todos estos grupos se orientaban a la atención de los núcleos más necesitados de la sociedad; por ello se pedía apoyo económico inmediato. Señalaba el rector: "En vista de lo anterior, esto es, de la trascendencia de la obra que está realizando la Universidad y para la cual necesita todo el apoyo del Gobierno y de los deseos que tiene de amoldarse a las posibilidades del presupuesto...".19

En Atlixco, Puebla, la Brigada Universitaria enviada a prestar servicio social seguiría trabajando, atendiendo aspectos de salud en general mediante la instalación de dispensarios médicos, en tres ramas: la de cirugía general, atendido por cinco pasantes de la Escuela Nacional de Medicina "bajo la dirección y responsabilidad del director de la escuela, doctor Gustavo Baz"; dos pasantes de Odontología, bajo la responsabilidad del director Virgilio Ramos San Miguel, y la Sala de Maternidad. También había atención de los estudiantes de la Escuela de Medicina Veterinaria.

Cabe destacar el apoyo del director del Instituto de Biología, doctor lsaac Ochoterena, que dirigía un estudio de aguas con el propósito de prever el contagio de enfermedades. En cuanto a los ingenieros, se contaba con el apoyo de tres pasantes quienes habrían de "intervenir resolviendo técnicamente dos grandes obras públicas que demanda la población de Atlixco: introducción de aguas potables y drenaje".20 Por su parte, los pasantes de Arquitectura se encargarían de la planificación de las colonias de obreros, la "proyección de tipo de habitación para obreros" y la "proyección del Centro Obrero que se construirá por la Federación Textil de la Región de Atlixco, comprendiendo campos deportivos y salas de cultura y vida social."21 Finalmente, se insistía en la labor jurídica, a cargo del bufete atendido por dos pasantes de jurisprudencia e investigaciones económico–sociales, "con la mira de proponer medidas adecuadas para la organización de las cooperativas de consumo para obreros y campesinos y para la organización de la producción agrícola de la región, estudios que serán encomendados al licenciado Lucio Mendieta y Núñez."22

Pero ahí no concluía el compromiso del rector Chico Goerne y de los universitarios; con el propósito de conseguir no sólo un acercamiento con el Gobierno cardenista, sino también recursos económicos, como se ha venido insistiendo; también se harían investigaciones geológicas y químicas para analizar el agua y la tierra y mejorar la salud y la agricultura así como estudios lingüísticos, estos últimos "con el objeto de investigar las formas en que la lengua náhuatl subsiste viva en la región." Una amplia gama de representantes universitarios, al igual que había sucedido en Ixmiquilpan, se encontraban a disposición de las autoridades de Atlixco. Se añadía que, para atender la difusión cultural se harían labores de estética "por medio de una Sala en que la Universidad llevará música y arte plástico" y aseguraban: "la Universidad pedirá la colaboración de los organismos e institutos correspondientes con la mira de elevar la Educación Técnica de los obreros en la rama textil a que principalmente se dedican".23

No obstante, el trabajo desarrollado en Atlixco, Puebla, no pudo prolongarse más allá de diciembre de 1937, pues pronto comenzaron los conflictos con organizaciones como la Federación Textil de Atlixco, dirigida entonces por el señor Antonio León, y por la Confederación Campesina "Mártir de Chinameca", quienes cuestionaban a los integrantes de la brigada por su "actitud demagógica". A pesar de todo este conflicto, sin embargo, los universitarios habían conseguido no sólo atender dichas localidades, sino que habían iniciado una nueva forma de trabajo, dándole a la actividad académica un sentido de vinculación que ya no abandonarían. Así lo señalaban a mediados de 1937:

Con la calidad y cantidad de esta colaboración y con un número aproximado de treinta personas con trabajo diario y permanente en lugar distinto del de su residencia, podría esperarse la posibilidad de hacer alguna economía, podría pensarse, si ello no fuera, como no es posible, en la supresión de esta obra, cuando ella forma parte de la esencia vital de la nueva Universidad y cuando a mayor abundamiento se realiza no sólo con la aprobación sino por invitación del señor Presidente de la República.24

Desde el punto de vista gubernamental, la intervención de los universitarios era relevante. La base para esto era un estudio diagnóstico efectuado por el abogado Eduardo García Maynez para la Secretaría de Educación Pública en que proponía el establecimiento "de tres grandes Universidades en la República, además de la de México: una en el Norte; otra en el Oeste y la tercera en el Este". Por otra parte, se proponía la división del país en cinco zonas, cada una de ellas con un centro universitario de primer orden: Yucatán, Guadalajara, Monterrey, México–Puebla–Morelia y Oaxaca.25

Inquietudes similares se tenían en la Universidad en el sentido de dar proyección nacional a las actividades de investigación que estuviesen ligadas necesaria y exclusivamente al Gobierno. Para ello, el rector Luis Chico Goerne había ido ideado un proyecto que nunca llegaría a proponer: el Instituto de Cultura, el cual tendría por finalidad "incorporar a la clase intelectual en la trayectoria de la Revolución...".26

En un documento que él esperaba fuera presentado como decreto de creación de dicho instituto, y que presentara en 1942, Chico Goerne afirmaba:

El Instituto de Cultura habrá de integrarse con total independencia de la política, de los partidos y de las ideologías, con el solo criterio de la ilustración, del saber, de la respetabilidad y de la honradez; que habrá de organizarse en las distintas ramas de la ciencia y el arte articuladas en un centro unitario de atracción y coordinación que permite enfocar en su plenitud la problemática social, lo mismo en sus aspectos físicos que biológicos, que sociológicos y estéticos; y que habrá de tener como propósitos fundamentales servir de órgano consultivo del gobierno con los grandes problemas y en los grandes acontecimientos de la vida patria; organizar a la clase intelectual en una unidad actora y responsable ante los destinos del país, incorporándola a la marcha del Estado.

Más adelante continúa:

...coordinar un sistema permanente de acciones protectoras de la actividad del espíritu y de las creaciones del pensamiento; y emprender, sobre todo una investigación metódica, científica y seria de la República, que proporcionando al Estado un conocimiento profundo y real del pueblo que gobierna, le pondrá en la posibilidad de liberarse de la política empírica, y lo que es peor, ensayista y demagógica en que ha vivido, para encaminarse de lleno porla ruta de la política culta, que es, lo que como misión sustancial le asigna el imperativo de su tiempo.27

Destaca una posición: debía existir una sola institución que diera orientación a las líneas de conocimiento e investigación que en el nivel nacional se siguieran; tras la caída de Chico Goerne (mayo de 1938), esta posición la seguirían sosteniendo los distintos rectores de la Universidad Nacional pero no con respecto a un instituto, sino en relación con la propia Universidad que en esos tópicos (investigación y difusión del conocimiento), operaría por encima de la Secretaría de Educación Pública.

Al final, las acusaciones sobre la malversación de fondos y de abuso de autoridad hacia el rector Luis Chico Goerne desencadenaron su renuncia; no obstante, el nombramiento del doctor Gustavo Baz como rector significaría la continuidad del trabajo de servicio social ya que Baz se comprometería a continuar impulsando todo tipo de trabajos que implicaran un mayor vínculo entre los distintos institutos y escuelas de la Universidad para atender las necesidades y las preocupaciones de asistencia v obra social del Gobierno cardenista.

 

REFERENCIAS

Acervos documentales

Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Lázaro Cárdenas del Río (Fondo LCR).

Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo Rodulfo Brito Foucher.

Hemerografía

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"Actividades universitarias. Investigaciones en la mixteca oaxaqueña" (abril de 1937), Revista Universidad, México.        [ Links ]

"Actividades universitarias. Investigación científica de la lengua maya" (junio de 1937), Revista Universidad, México.        [ Links ]

"La Acción Social de la Universidad" (30 de abril de 1937), editorial periódico El Universal, México.        [ Links ]

Revista Universidad (marzo de 1936), director: Salvador Azuela, Departamento de Acción Social, México, Ediciones de la Universidad Nacional.        [ Links ]

Bibliografía

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NOTAS

1 Respecto de las condiciones de pobreza en el país y el funcionamiento de las organizaciones de beneficencia, véase Moisés González Navarro (1985), La pobreza en México, México, El Colegio de México.

2 Véase la Ley Orgánica de la Universidad Nacional de México, Autónoma, 1929, y Ley Orgánica de 1933.

3 En agosto de 1936, el rector Chico Goerne escribía al presidente Cárdenas sobre las dificultades económicas de la Universidad y señalaba la manera en que se había "consagrado" a darle una nueva definición ideológica a la Universidad. "Para el logro cabal de este propósito, el Consejo Universitario estimó esencial salir del marco estrecho de la Universidad tradicionalista, dedicada al mero ejercicio de la docencia, para enriquecer su función educativa con el acrecentamiento de la investigación científica...", Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Fondo Lázaro Cárdenas (en adelante Fondo LCR), caja 745, exp. 534.8/7, 21 de agosto de 1936.

4 Carta de los Comisariados Ejidales de San Esteban Zoapiltepec, y de San Baltazar Atlimeyaya, en el municipio de Atlixco, dirigida al Presidente Lázaro Cárdenas, AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/7,27 de agosto de 1937

5 Para un estudio detallado sobre la investigación en Humanidades en la Universidad Nacional véase el trabajo de Raúl Domínguez Martínez (2007), Panorama general de la investigación en institutos y centros de humanidades de la Universidad Nacional durante el siglo XX, México, UNAM/Miguel Ángel Porrúa.

6 El doctor Gustavo Baz, director de la Facultad de Medicina en 1936, había dedicado grandes esfuerzos a impulsar la actividad del servicio social, como se ve en este memorándum. Es curioso observar la manera en que, siendo director, señala al presidente Cárdenas la situación crítica de la Universidad en materia económica: "La Universidad Nacional tiene dinero para terminar el mes de agosto. Estará en quiebra desde el mes de septiembre, la salvarán 600 mil para terminar el año." Continúa después dando el informe sobre los requerimientos para llevar a cabo la práctica del servicio social, como se lee a continuación: "El servicio social que realizan los pasantes de la Facultad de Medicina, han logrado colocar a una buena parte, los Departamentos de Irrigación, Agrario, Ferromex, Secretaría de Economía, Secretaría de Comunicaciones; pero quedan todavía alrededor de 140 que están destinados para salir comisionados por Salubridad y el Banco Ejidal. Se necesita autorizar a estos dos departamentos para completar el presupuesto respectivo. En el Servicio Social que realizarán los pasantes de Medicina, hay numerosas poblaciones en donde no existen boticas y sí problemas de enfermedades tropicales, infecciosas y parasitarias para lo cual es necesario dotar a estos doctores de un botiquín. Salubridad informa no tener partida para formar estos botiquines, que es Beneficencia la que puede organizados; suplicar directamente a esta dependencia del Ejecutivo la formación de estos botiquines para que sean distribuidos entre los alumnos que ejerzan en los sitios ya mencionados." La cita tan extensa vale la pena para ir mostrando la manera en que el futuro rector iba abriéndose espacio, definía sus propios ritmos y relaciones y, sobre todo, cuidaba sus proyectos, al margen del Jefe de Acción Social, Salvador Azuela. Memorándum a LC, que presenta G. Baz, AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/ legajo 2, firma como director el 19 de agosto de 1936.

7 Fue importante el entusiasmo y compromiso de algunos como Miguel O. de Mendizábal, por ejemplo, quien envió al Presidente un informe de las actividades que, junto con dos profesores del Instituto de Investigaciones Sociales (Daniel Rubín de la Borbolla y Francisco Rojas González) había hecho en Santa María Tepeji. En este expediente no está el informe de Mendizábal aunque sí se encuentran varias cartas en las que, reiteradamente, los pobladores señalan abusos de los caciques del lugar, así como la petición de hacer obras para que todos pudieran aprovechar el agua. Cada carta tenía las firmas y huellas digitales de los habitantes de cada uno de los poblados y rancherías que Mendizábal y los otros dos profesores había visitado. "En cumplimiento de la orden que se sirvió usted darme en Tasquillo, durante los días 5 y 9 de julio próximo pasado, practiqué en su representación la visita al Municipio de Santa María Tepeji, para estudiar las condiciones económicas y sociales de la región y recibir las solicitudes de sus habitantes. Los pueblos, rancherías y ranchos que visité personalmente fueron: Mojoneras, Santa María Tepeji, El Capulín, Tlalaxco, Santo Domingo, Higuerón, Las Pilas, La Laguna, Cerro Prieto y Jagüey; pero los habitantes de las rancherías lejanas mandaron nutridas comisiones que fueron atendidas con gran cordialidad, testimoniando así el profundo cariño y la inquebrantable confianza que en usted tienen. Adjunto tengo el honor de enviar a usted el informe en cuestión, que procuré hacer con toda amplitud y documentación posible; las peticiones por escrito, que me fueron confiadas para que las pusiera en sus manos, así como opinión sobre las medidas más urgentes que se deben tomar para satisfacer dichas solicitudes y fomentar la prosperidad regional". Carta de Miguel O. de Mendizábal, del Instituto de Investigaciones Sociales (ubicado en Brasil 35), AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/7, legajo 6, 1° de agosto de 1936.

8 Para entonces Aurelio Manrique era Director de la Biblioteca Nacional.

9 Luis Chico Goerne, "Algunas de las obras sociales realizadas por la universidad con la finalidad de conectar la cultura superior con los problemas nacionales", Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (en adelante AHUNAM), Fondo Rodulfo Brito Foucher, caja 54, México, 13 de abril de 1942 (mecanoescrito).

10 En la entrevista que hace James Wilkie a Luis Chávez Orozco, se dice: "En esos años en que se formó el Departamento de Asuntos Indígenas, ¿tenía usted una visión de una democracia indígena del pasado precolonial? Porque en esos años, muchos intelectuales veían al indígena como el demócrata mexicano por excelencia, y preferían olvidar la historia de la Colonia y el porfiriato y rehacer México en nombre del indio. Se hablaba de incorporar lo bueno del indígena con lo bueno de la civilización moderna para crear un México nuevo, forjando patria, como dijo Manuel Gamio". Véase James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie (1995: 75).

11 El departamento de Acción Social comprendía los siguientes servicios: editorial, en cuya imprenta se editaba la Revista Universidad; Acción Estética, de la que dependían los cursos de teatro, la orquesta sinfónica, un trío clásico, los coros de la universidad y las exhibiciones cinematográficas; el servicio escolar obrero, que se refería a centros de divulgación cultural para obreros; servicio de bufetes y consultorios, cinco de cada uno; educación física para los alumnos que asistían a los centros escolares para obreros; bibliotecas; e intercambio universitario, que se refería a las escuelas de verano y la estación radiodifusora. Memorándum, AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 5348/7, 11 de junio de 1937.

12 Loc. cit.

13 Carta del rector Luis Chico Goerne al Presidente Lázaro Cárdenas, AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/7,2 de junio de 1937

14 Esta situación se describe en detalle en un documento elaborado por universitarios de la manera que sigue: "El éxodo de los estudiantes provincianos hacia el centro ha venido a complicar extraordinariamente la vida de la Institución. En el año de 1936 tenía 11,529 estudiantes; en 1937, la población escolar ascendió a 13,288; en 1938, a 14,375; en 1939 hubo un ligero descenso ya que la inscripción fue de 14,560; en 1940 la población escolar llegó a 15,586 y en 1941 a 17,000. Las consecuencias de este crecimiento exorbitante de la población escolar ha sido desastrosa. En la Facultad de Medicina hay grupos de 400 alumnos; en la de Derecho no son raros los de 150. Tal aglomeración de estudiantes en los salones de clase reduce considerablemente el rendimiento escolar y, en ocasiones, nulifica de manera completa el valor de la enseñanza...". Eduardo García Maynez y Virgilio Domínguez, "Proyecto de un plan general de educación universitaria en la República Mexicana", Secretaría de Educación Pública, AHUNAM, Fondo Rodulfo Brito Foucher, caja 54,31 de diciembre de 1942, p. 4.

15 Por ejemplo, durante la gestión del Dr. Gustavo Baz, Mario de la Cueva y Brito Foucher, las brigadas de jóvenes estudiantes de Medicina serían institucionalizadas como una de las labores universitarias más relevantes. De la misma forma ocurriría con los despachos de apoyo legal establecidos por los jóvenes estudiantes de leyes o las brigadas de apoyo a la construcción de los jóvenes pasantes de ingeniería.

16 Cfr. Decreto que crea el Consejo Nacional de la Educación Superior y la Investigación Científica, Diario Oficial de la Federación, 30 de octubre de 1935.

17 Jesús Díaz Barriga, Memorándum Confidencial, Comisión de Estudios, Presidencia de la República, "La obra de la Universidad Autónoma de México y la malversión de fondos que hace", AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/7, legajo 1,14 de diciembre de 1938.

18 Desde 1894 el Instituto Internacional de Sociología (IIS) organizaba congresos mundiales. La celebración del XIV Congreso, que se llevaría a cabo en Bruselas, Bélgica, no se efectuó a causa del inminente conflicto político internacional. Aparte de este congreso habían tenido lugar otros eventos como el relacionado con los estudios de Folclor o los congresos de historiadores, en donde se presentaron resultados de estudios en los que participaron grupos multidisciplinarios de investigadores. Las tendencias políticas tras los proyectos, como la de los académicos alemanes respecto a la '"preservación y continuidad de las costumbres campesinas", que reforzaba la idea del suelo y la sangre, se contraponía a propuestas como la del análisis de las estructuras sociales y los procesos históricos. Respecto del Congreso, véase Peter Scöttler (1995:163–171).

19 Carta de Luis Chico Goerne al Presidente Lázaro Cárdenas, AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/7, legajo 3 bis, 21 de agosto de 1936.

20 Organización de la Brigada Universitaria, AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/7, leg. 3 bis, s/f. Cabe señalar que el director del Instituto de Biología envió al rector Chico Goerne un minucioso reporte sobre las condiciones del agua en Atlixco, en el que especificaba desde las condiciones bioquímicas, el reporte de los análisis bacteriológicos, estudios de al menos cinco manantiales situados en el Valle, los resultados de estudios del agua entubada y las aguas empleadas en algunas de las fábricas. Carta de Isaac Ochoterena al rector, Luis Chico Goerne, AGN, Fondo LCR, caja 745, exp. 534.8/7, 5 de junio de 1937.

21 Loc. cit.

22 Loc. cit.

23 Loc. cit.

24 Memorándum, AGN, Fondo LCR, vol. 745, exp. 534.8/7, leg. 3 bis, 11 de junio de 1937.

25 Eduardo García Maynez y Virgilio Domínguez, op. cit.

26 Luis Chico Goerne, Anteproyecto de Decreto que crea el Instituto de la Cultura Mexicana, AHUNAM, fondo RBF, caja 54, México, 12 de febrero de 1942, mecanoescrito.

27 Loc. cit.

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