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Perfiles educativos

versión impresa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.30 no.122 Ciudad de México ene. 2008

 

Reseñas

 

La participación estudiantil en el Congreso de 1910. Documentos históricos

 

Fernando Curiel Defossé*

 

Lourdes Velázquez Albo. México, IISUE / Plaza y Valdés, 2007

 

* Director de Divulgación de las Humanidades y de las Ciencias Sociales de la Coordinación de Humanidades de la UNAM.

 

"La realidad social es procesual: no se puede concebir como un resultado. El presente es un proceso en continua construcción y el pasado también. Entre ambos "pivota" la memoria que dota de continuidad a la realidad social. Mediante la memoria se construyen y resignifican los acontecimientos. Sin embargo, la realidad social no se detiene en la construcción del pasado y del presente: se proyecta en el futuro. La memoria, como vínculo que provee de continuidad, permite la proyección en el futuro. El futuro se construye con elementos del presente y del pasado que se consideran con un especial significado, con el significado del pasado y del presente. No se trata únicamente de proyectar el futuro, el pasado y el presente, sino de considerar y, eventualmente, crear las posibilidades a través de las cuales el futuro podrá desarrollarse. No es concebible señalar el desenlace pero queda abierta la posibilidad..."

Félix Vázquez

 

UNO: la Revolución, acto también de la inteligencia

Merced a prestigiadas firmas foráneas, pero asimismo a visionarias contribuciones locales, ha cambiado de manera radical el enfoque sobre el movimiento, cargado de antecedentes, que estalló el 20 de noviembre de 1910.

Debemos hablar no de una sino de varias revoluciones mexicanas. Estoen primer término. Requerimos fijar los vasos comunicantes entre el viejo, porfírico, y el nuevo régimen que, para legitimarse, lo demoniza o, mejor dicho, lo cancela, borra. Esto en segundo término.

Por último, estamos obligados a registrar en las oposiciones de aquellos años a la cultura –entendida como creación y ejercicio crítico.

Que nos perdonen quienes, sobre todo a partir de finales de los cincuenta, empezaron a reputar a la Revolución Mexicana de ágrafa, analfabeta y ayuna de ideas. No hay tal. Escritura tuvo, y lecturas clásicas y del día, y pensamiento.

Bajo semejante nueva perspectiva, cobran lugar y significación corrientes como el positivismo; movimientos como el modernismo; tendencias como el realismo y el naturalismo; rebeldías intelectuales como la del Ateneo de la Juventud; fundaciones como la de la Universidad Nacional de México (UNM) (precedida por la joya de la corona: la Escuela Nacional de Altos Estudios–ENAE); rechazos a la plástica pompier dominante; la revisión positivista; la prensa crítica impulsada por plumas de intelectuales; el nutrido programa cultural de las Fiestas del Centenario de 1910, marco de la Antología del Centenario y de las Conferencias del Ateneo... y el "hoy olvidado, y aun desconocido, Primer Congreso Nacional de Estudiantes".

 

DOS: el problema

En cuanto al Congreso de 1910, pregúntase Lourdes Velázquez cómo surge la idea de realizarlo: ¿de qué se ocuparía?, ¿quiénes participaron y cómo se organizaron?, ¿qué se esperaba?, ¿de qué hablaron los estudiantes ponentes, bajo qué argumentos?, ¿cómo reaccionó la prensa?, "¿cuál fue el entorno social?".

Sobra decir que esta batería de inquisiciones no sólo propone "categorías en forma de preguntas", esenciales a la investigación, sino una auténtica guía para el lector, especializado o no en historia educativa.

Aparentemente la autora invierte el orden, ya que empieza por el contexto (el afán especulador de no pocos introductores ávidos por incrementar la canasta básica: carbón, leche, huevo; todo porque se avecinaban las fiestas del Centenario). En este respecto cabe mencionar que El Impartial, periódico ministerial, emprendió, con éxito, una campaña de contención.

Ahora bien: ¿por qué el olvido, el desconocimiento del Congreso? Por lo pronto, empecemos, de la mano de Lourdes Velazquez, a remirarlo.

 

TRES: aquel episodio

Es el año que arranca con la visita del historiador Rafael de Altamira, quien diserta en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Normal de Maestros, en la Nacional de Jurisprudencia –aquí con la asistencia de Porfirio Díaz– y en la de Artes y Oficios para Hombres, y además es prolijamente agasajado por el Ateneo de la Juventud –Caso diserta sobre Momsem, Michelet y Carlyle; Reyes, sobre Góngora y Pedro Henríquez Urefia sobre Hernán Pérez de Oliva.

También es el año de la renuncia definitiva de Bernardo Reyes a la gubernatura (ya campo minado) de Nuevo León; de la muerte de Juan de Dios Peza; de la funesta llegada al país del nuevo representante estadounidense, el tal Henry Lane Wilson –"dipsómano, biblioso y voraz para el dinero", en palabras de nuestro admirado Alfonso Taracena; y de la personificación del antirreeleccionismo (oposición liberal de vieja data, despojos del reyismo) en la figura de Franciso I. Madero.

En fin, todo corre hacía el gran guateque centenario.

 

CUATRO: donde prosigue el anterior

Por agosto, la prensa recoge las primicias de la inquietud estudiantil, camino, a su vez, al Congreso de la grey. El Impartial del 25 de julio da a conocer las bases del encuentro.

Nombre oficial: Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Día de instalación: 6 de septiembre de 1910. Día de clausura: 13 del mismo mes y año –todavía sin inaugurarse ni la enae ni la UNM–. Invitado principalísimo: Porfirio Díaz. Escuelas participantes: "de Agricultura, de Artes y Oficios, de Bellas Artes, Colegio Militar [que a la postre no participa], de Comercio, Conservatorio Nacional de Música, Dentales, Homeopáticas, de Ingeniero, de Jurisprudencia, de Medicina, Normales de Profesores y de Profesoras, Preparatoria, etcétera".

Asuntos: medios de comprobación de aprovechamiento escolar; recompensas y castigos; alumnos supernumerarios y libres u oyentes; integración del profesorado en las escuelas superiores; participación estudiantil en la factura de leyes y reglamentos; relación de las escuelas no oficiales con las oficiales; relaciones de las escuelas de la capital con las de los estados; perfeccionamiento moral y físico de los estudiantes; medios para fomentar la "fraternidad y la solidaridad".

Delegados: uno por escuela, con la excepción de las escuelas de la capital que tendrían tres, aunque los tres representarían un voto.

Economía: los gastos de los delegados foráneos correrían a cargo del estudiantado capitalino.

Integración del Comité Organizador: 12 varones y 2 mujeres.

Ahora que no todo fue arduo trabajo organizativo y acalorada discusión. Baste leer las crónicas periodísticas sobre un pic–nic en Xochimilco, y acerca de él, cito: "magnífico banquete en el espacioso comedor de la segunda calle del Reloj" (150 cubiertos); o demorarse en los pasos iniciales, la búsqueda de patrocinio, el llamado a las damas de pro, la corrida de toros y la fiesta hípica.

 

CINCO: las partes restantes del estudio

Después de examinar el contexto, la investigadora nos ilustra, en primer término, sobre el nombre y el número de representantes, la cronología de las sesiones, los temas tratados, los discursos de inauguración, las ponencias, los argumentos principales y algunas evocaciones posteriores, y, en segundo, sobre la "recepción" de la prensa al encuentro.

Asimismo se repara en acontecimientos paralelos, como la frustrada visita del poeta nicaragüense Rubén Darío y los fastos centenarios, y se incluye un útil repertorio biográfico.

A modo de conclusiones se resaltan "aspectos significativos de la documentación". Subrayo algunos.

• Primero. Si bien como se previo en las bases, las demandas planteadas por los 90 delegados se trasladaron a las autoridades, éstas hicieron caso omiso. No obstante, indirectamente, la flamante legislación de la Universidad Nacional de México dio lugar a los estudiantes en el Consejo Universitario, lo que les significó vía para participar: "en la deliberación acerca de los métodos, programas y exámenes".

• Segundo. El Congreso se inscribió en la crítica "al estado de la educación en el gobierno de Porfirio Díaz".

• Tercero. La experiencia del Congreso dio pie a una tradición de activismo y expresión estudiantiles. De esta suerte, hacia 1916 se crea la Federación Nacional de Estudiantes, organizadora de subsecuentes congresos.

 

SEIS: algunas cuestiones

Acontecimiento por el que se cruzan varios planos, el de la clase media, el de las sucesivas y simultáneas generaciones, el de la modernización, el referido congreso y sus antecedencias, concomitancias y consecuencias (como diría Alfonso Reyes, representante de un natal Nuevo León), cifra esa historia de expresiones estudiantiles que, antes de 1910, ya había tomado por dos ocasiones la calle en ruidosas defensas.

La de Manuel Gutiérrez Nájera, a la malhadada reaparición de Revista Azul, y la de Gabino Barreda, blanco de ataques del bonete negro.

Y no resulta exagerado, antes natural, seguir líneas hacia el futuro: el Primer Congreso Internacional de Estudiantes de 1921;  la propuesta de autonomía de la Federación Mexicana de Estudiantes de 1924; las movilizaciones de 1929...

En suma, celebro la oportunidad que nos brinda Lourdes Velázquez de advertirnos sobre un episodio de honda significación educativa y política mediante un ejercicio de rigor y precisión.

Extraño, sin embargo, un análisis más pormenorizado de lo que llamaré las entretelas de la cuestión. ¿Sólo tenemos la inconformidad ante la situación educativa, no obstante los afanes de don Justo? ¿Sólo la espontaneidad de una población, la estudiantil superior, en franco crecimiento? Sobre tales cuestiones cabría ahondar.

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