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Perfiles educativos

versión impresa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.26 no.105-106 Ciudad de México ene. 2004

 

R E S E Ñ A

 

Ignacio García Tellez.
Primer rector de la autonomía universitaria*

 

ARIEL VÁZQUEZ NEGRETE

México, CESU-UNAM / Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial /
Asociación Cívica “Ignacio García Téllez”, 2004, 183 pp.

POR FERNANDO SERRANO MIGALLÓN**

Para crecer y seguir viviendo, las naciones, como los individuos, requieren de ideales; metas altas a las cuales dirigir sus anhelos y sus vidas. Ningún pueblo ha logrado trascender sin antes fijarse un destino al cual orientar todo su esfuerzo. Estas metas conforman su identidad y constituyen la medida de su espíritu. Para evitar que esos ideales se transformen en utopías inalcanzables, es necesario el concurso de hombres que puedan sumar a la ambición del idealista la voluntad del constructor. Esta rara combinación de cualidades determina la estatura de algunos individuos que permiten mantener el movimiento de la historia y representan el mayor capital de que pueda valerse una comunidad para afrontar su realidad.

Para México, conquistar la soberanía, la independencia y la libertad de sus ciudadanos ha sido una constante histórica. Estos ideales se alejan de las utopías en la medida que han sido el objeto de luchas enconadas, que han implicado el esfuerzo de generaciones enteras y que han logrado la construcción de las instituciones que hacen posible el México de nuestros días.

A lo largo de su devenir, nuestro pueblo conquistó la Independencia, construyó el Estado laico y republicano, en época temprana extinguió la esclavitud y estableció la igualdad ante la ley, definió las bases para la protección de los campesinos y los trabajadores, y desarrolla una vida democrática.

Todo ello habría sido imposible sin un principio rector que guiara la marcha del progreso, sin un proyecto globalizador que diera sentido a todas las luchas que, en su conjunto, han logrado dibujar el rostro de la nación. Ese proyecto, que es al mismo tiempo una conquista de la sociedad mexicana, es la universidad nacional, popular y autónoma.

Encarnado en la Universidad Nacional Autónoma de México, el ideal de un centro libre de pensamiento, comprometido únicamente con la búsqueda de la verdad basada en la evidencia científica y en el desarrollo de las humanidades, ha representado para nuestro país tanto una esperanza como una realidad que actúa permanentemente en la sociedad. Desde 1929, al conquistar su autonomía, la Universidad pudo acercarse con más efectividad a los objetivos que la ley le impone: proporcionar educación superior, realizar investigación, difundir la cultura y, más allá del mandato legal, servir de conciencia crítica a la nación.

Ariel Vázquez Negrete nos presenta en este libro la imagen y la obra del hombre que supo consolidar esa característica fundamental de la identidad universitaria, el primer rector de la autonomía: Ignacio García Téllez.

García Téllez posee en su personalidad la altura del intelectual y la constancia del emperador. Recibe una universidad renacida, con nuevos retos y todavía por consolidar; una institución impulsada aún por el ímpetu de su lucha, cuya existencia causaba ya desde entonces división entre sus adeptos y sus detractores, entre quienes la veían como un logro de la sociedad y su revolución, y quienes la suponían una amenaza para los cuadros de poder imperantes. Para García Téllez, en cambio, la consolidación de la autonomía era un asunto prioritario y esencial para la sobrevivencia de la Universidad. Supo asumir que la Revolución no podría perpetuarse en la violencia sino que debía dar el paso siguiente hacia la construcción pacífica de la justicia social y del progreso colectivo; así, nos decía:

Se necesita salvar la grave crisis entre democracia y eficacia; entre la popularidad y la eficiencia; entre simpatías del pueblo y seguridad en la atención técnica de los servicios públicos, y hacia éstos debemos encaminar todos nuestros esfuerzos para que, a base de preparación, de disciplina, de técnica, de capacidad, se pueda pasar de la etapa de la lucha violenta, a la perdurable y efectiva construcción nacional.

En el pensamiento de García Téllez, como abogado renombrado y como el primero de los universitarios, es central el hecho de que la Universidad debía funcionar por y para la sociedad; tanto en el sentido de que debía preparar a las generaciones que permitirían superar el atraso material producto de largos años de lucha armada, como en el de crear la conciencia suficiente para reanudar la marcha de la cultura nacional y la formación de nuevas ideas aptas para afrontar los retos de un futuro incierto. Así lo veía el rector:

No es posible hablar de los problemas de la Universidad sin referirnos a los problemas económicos, sociales y políticos del país. La Universidad no es una entidad que esté flotando en el aire ni se le puede amurallar, aislándola de las influencias exteriores.

Ese es el primero de los retos para la autonomía que afronta García Téllez: oponerla al aislamiento en que el poder público pudiera situar a la Universidad, ya para silenciarla, o para influirla. Con García Téllez, la Universidad sale al encuentro con su sociedad, busca el diálogo con las distintas clases sociales para establecer el primer modelo de convivencia social donde la exclusión, el clasismo y la discriminación estuvieran completamente proscritas.

La Universidad Autónoma y popular se confirma con el rectorado de García Téllez, pues fue el hombre preciso para una circunstancia sumamente específica; dotado del rigor académico con que se había formado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, y de la habilidad política de un hombre experimentado, situó a nuestra Máxima Casa de Estudios en el eje central de la convivencia entre los ciudadanos.

Fue su gestión la que prácticamente volvió indispensable e insustituible a la Universidad; fue el primero de los constructores de la Universidad contemporánea. La conciencia social de la autonomía es la causa del sentido popular de la Universidad; sin él, nuestra institución carecería de sentido y se alejaría del fin para el que fue concebida. En García Téllez, ese sentido popular es una necesidad del ideal universitario y un componente elemental de la propia Universidad: “Si asistimos a la crisis del individualismo en su manifestación económica y en su organización política, sería imposible que no presenciáramos su transformación educativa.”

La lectura del libro de Ariel Vázquez Negrete nos aproxima a la personalidad de un revolucionario, de un hombre comprometido con las ideas y con las acciones, de un universitario a la altura de su circunstancia, pero, ante todo, de un educador y de un formador de nuevas generaciones, ya no de profesionistas sino de mexicanos.

La Universidad, hoy como ayer, sigue amenazada en su autonomía. Los universitarios de hoy debemos enfrentar otros retos para la autonomía: conservar la distancia respecto de los grupos de presión y poder que, dentro y fuera del gobierno, pretenden influirla; alcanzar los presupuestos económicos necesarios para el cumplimiento de sus funciones y la realización de auténticas políticas públicas en torno a la educación superior. Incluso hay aspectos que preocupaban a García Téllez y que todavía están en nuestra agenda: la conquista de la excelencia académica, la promoción de la conciencia social y el encuentro constante con la sociedad, una lucha que, como él mismo decía, “debe siempre plantearse en un plano moral superior”.

 

* Se publican tres visiones sobre el libro de Ariel Vázquez, leídas durante la presentación del mismo, pues consideramos conveniente consignar las opiniones sobre Ignacio García Téllez, ahora que se celebra el 75 Aniversario de la Autonomía de la UNAM.

** Director de la Facultad de Derecho,UNAM.

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