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Perfiles educativos

versão impressa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.24 no.96 Ciudad de México  2002

 

Reseñas

 

A modo de silabario: para leer a Michel Foucault

 

Stella Quan Rossell*

 

Selección y notas de Nelson Minello Martini. México, El Colegio de México (Colección Jornadas, 127), 1999, 356 pp.

 

* Investigadora del Centro de Estudios sobre la Universidad de la UNAM, quan@servidor.unam.mx

 

"¿De dónde viene que la verdad sea tan poco verdadera?" es uno de los tres epígrafes de Foucault con que Nelson Minello rubrica la "Introducción" de su Silabario; un segundo es: "El discurso de la lucha no se opone al inconsciente; se opone al secreto" (p. 13). Como se sabe, Foucault murió en 1984 sin haber cumplido sesenta años (nació en 1926 en la ciudad de Poitiers, a unos 340 kilómetros de París); de entonces a la fecha se han publicado decenas de textos, biográficos y bibliográficos, tanto en Europa como en América Latina. Sólo editorial Siglo XXI había publicado, para 1998, la vigesimosexta edición de Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas que, como se sabe, fue publicada por primera vez en Francia en 1966. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, por su parte, había tenido, para 1999, veintinueve ediciones en la misma editorial.

Independientemente de cuál sea la profesión del autor o autora, los ensayos basados en las propuestas de Foucault se siguen publicando; antropólogos, psicoanalistas, educadores, feministas continúan abrevando de sus obras, de sus palabras, de sus textos. Tal es la razón por la que esta reseña se publica en las presentes páginas.

Ni en términos teóricos ni metodológicos —empieza diciendo Minello en las primeras líneas de su Silabario, tiene Foucault una propuesta acabada, por lo que se hace necesario rastrear su pensamiento en sus obras, en las diversas entrevistas que sostuvo; sintetizar ese pensamiento, en consecuencia, es una tarea difícil de realizar en un espacio breve. Al mencionar la gran cantidad de escritos que existen sobre Foucault, además del hecho de que prácticamente todos sus textos han sido publicados, Minello propone que es justamente en esta misma abundancia, aunque resulte paradójico, donde se encuentra la dificultad para aprehender su pensamiento, ya que encontrar una sola cita suya obliga a la revisión de gran número de materiales. A propósito, el autor menciona incluso una publicación sobre Foucault en "monitos" publicada en Nueva York en 1997 (Chris Horrocs y Zoran Jevtic, Introducing Foucault, Nueva York, Totem Books).

Es fácil enamorarse de sus ideas, continúa planteando el autor, ya que el pensamiento de Foucault es aparentemente, sólo aparentemente, sencillo de aceptar de manera más o menos acrítica, en la medida en que permite olvidar las mediaciones entre ese pensamiento y la historia concreta de cada una de nuestras sociedades. Por todo lo señalado, Nelson Minello emprende la tarea de preparar una obra en la que persigue dos objetivos: por una parte presentar de manera "más o menos breve" (tanto como esto es posible en un autor con las características señaladas; 356 páginas en el caso del Silabario) y en orden alfabético, las principales categorías empleadas por Foucault, y por la otra, facilitar a los lectores tanto la ubicación de sus textos como las traducciones de los mismos al castellano, o al inglés si éstas no existen.

Minello busca y consigue, me parece, provocar el interés por consultar directamente las obras de Foucault, ya que al leer los fragmentos seleccionados, es difícil resistirse a ir a la obra misma y completar la lectura; el autor enfatiza que su libro para nada sustituye esta consulta y advierte que por la forma de reflexionar de Foucault no hay un solo texto suyo en el que se pueda encontrar una condensación o una "esencia" de su pensamiento; aunque en la nota al pie de página en la que lo afirma, Minello precisa que en las conferencias de su texto La verdad y las formas jurídicas quizá pueda encontrarse una sinopsis de algunas de sus preocupaciones teóricas y metodológicas. Esta cita está escrita con precauciones ya que La verdad y las formas jurídicas, advierte, nunca fueron corregidas por Foucault.

El germen del Silabario se encuentra en las notas de los diversos cursos que Minello ha impartido sobre Foucault en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en la Universidad Autónoma Metropolitana (Iztapalapa), en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y, de manera prioritaria, en su lugar de trabajo habitual, El Colegio de México en sus seminarios Poder y dominación y Sexualidad y género. Fueron las preguntas, las dudas, las sugerencias y comentarios de todos estos estudiosos, explica Minello, los que fueron dando forma a esta obra sobre Foucault a través de sus propios textos.

La obra está dividida en tres partes. En la primera, la "Introducción", el autor presenta el entorno en el que se desarrolla la vida y obra de Michel Foucault ("Generalidades", "Michel Foucault y su contexto", "Los intelectuales", "La filosofía", "Las historias", "Las vanguardias", "El plano histórico político"); en la segunda, en el Silabario en sí, Minello cita alfabéticamente las categorías empleadas por Foucault tal como aparecen en sus propios textos, a las que agrega notas o sugerencias de lecturas complementarias. En la última parte: "Su vida, sus obras, sus palabras", Minello muestra los objetivos explícitos de Foucault en cada uno de sus textos y cita las fuentes consultables en inglés, como se comentó. En cuanto a la traducción de textos no publicados en castellano, la autoría es suya.

Algo más que Minello menciona como regla general es la carencia de contextuación en los trabajos sobre Foucault, con unas cuantas excepciones; a esta carencia, comenta, contribuye Foucault mismo, ya que aunque hizo explícita su deuda con ciertos autores (Marx, Weber, Nietzche, Heidegger, Bataille, Dumezil, Hippolite, los músicos dodecafónicos), por una parte no gustaba de citar las fuentes de donde extrajo tal o cual idea, y por la otra, porque explícitamente buscó evadirse de cualquier clasificación que quisiera adjudicársele (pp. 17 y 18).

Los aportes de Minello al conocimiento de Michel Foucault son múltiples; en su obra presenta no solamente las claves, una guía, un abecedario para ir profundizando en el pensamiento de Foucault, sino que también dibuja las grandes líneas, algunos puntos específicos y una bibliografía cuidadosamente comentada sobre la época intelectual y política en que Foucault obtuvo su formación y desarrolló su obra. Sin tal conocimiento, como se sabe, ningún autor o autora puede ser comprendido. Opto por transcribir el resumen de la "Introducción" elaborada por Minello, el contexto de los días y las obras de Michel Foucault:

Creo haber señalado las discontinuidades, la nueva visión de la historia, la importancia de la epistemología y la historia de las ciencias, la fascinación con las fenomenologías y la lucha que instauran los estructuralismos, la recurrencia a los filósofos irracionalistas como Nietzsche y Heiddeger, junto con un panorama político que pasa de una república parlamentaria a otra presidencialista y con ciertos rasgos autoritarios, la importancia de los procesos de descolonización -en especial el de Argelia y la lucha contra la tortura-, la ola de prosperidad económica y el desencanto ante la política soviética, que junto con otros factores contribuyen al cambio en el imaginario francés y en la vida intelectual. Michel Foucault recogió de aquí buena parte de sus propuestas (p. 64).

De la segunda parte, el Silabario en sí, ilustro el método seguido por el autor con uno de los temas clásicos de Foucault, el poder.

Habría qué ensayar el estudio del poder no a partir de los términos primarios de la relación, sino a la relación en sí misma, pues es ella la que determina los elementos que la componen; más que preguntar a los sujetos ideales qué es lo que ellos han podido ceder de si mismos o de sus poderes para dejarse dominar, es necesario buscar cómo las relaciones de dominio pueden constituir a los sujetos. De la misma manera, más que buscar la forma única, el punto central desde el cual todas las formas de poder derivarían por vía de consecuencia o de desarrollo, es necesario hacerlas valer en su multiplicidad, sus diferencias, su especificidad, su reversibilidad, estudiarlas como relaciones de fuerza que se entrecruzan, se remiten unas a otras, convergen o se oponen y tienden a anularse. Más que privilegiar a la ley como manifestación de poder, será mejor localizar las diferentes técnicas de coacción que ponen en práctica (p. 152) [Foucault, Résumé des cours..., 1989].

El ejercicio del poder es un modo de acción de unos sobre otros, lo cual quiere decir, evidentemente, que no hay algo como el "Poder" o "cierto poder" que pudiera existir globalmente, en bloque o difusamente, concentrado o distribuido [...] el poder existe únicamente en acto [... De hecho lo que define una relación de poder es un modo de acción que no actúa directa e inmediatamente sobre los otros, sino que actúa sobre su propia acción. Una acción sobre la acción, sobre acciones eventuales o concretas, futuras o presentes. Una relación de violencia [en cambio] actúa sobre un cuerpo, sobre cosas: fuerza, doblega, quiebra, destruye; contiene todas las posibilidades [...] por el contrario, una relación de poder se articula sobre dos elementos que le son indispensables para que sea justamente una relación de poder: que el "otro", (aquel sobre el cual se ejerce) sea reconocido y permanezca hasta el final como sujeto de acción; y que se abra ante la relación de poder todo un campo de respuestas, reacciones, efectos, invenciones posibles (p. 197) [Foucault, 1982, "Omnes et singulatim: hacia una crítica de la razón política", en La cultura en México, 3 de noviembre].

La última parte del libro de Minello: "Su vida, sus obras, sus palabras", engarza tersamente con las dos anteriores; en ella el autor da cuenta, casi año con año a partir de 1926 -fecha del nacimiento de Foucault-, del entorno familiar: tradición universitaria, médicos; católicos practicantes; las escuelas donde estudia, su formación, sus lecturas universitarias: Hegel, Marx, Heidegger, Nietzche, Becket, Maurice Blanchot, George Bataille y Robbe Grillet, Michel Butor, Roland Barthes, Claude Levy Strauss, los autores y obras que le produjeron la mayor impresión (Faulkner, Thomas Mann, Bajo el volcán de Malcolm Lowry), sus carreras de psicología y filosofía, su especialidad en psicología patológica, sus temas, sus obsesiones, las escuelas y los países donde posteriormente vivió y enseñó, etcétera.

Siempre atraído por los estudios de medicina además de los de filosofía, trabajé en el hospital de Saint-Anne alrededor de 1955 [...] Tuve la oportunidad de observar todo aquello referente a las relaciones entre los médicos y los enfermos [...] Y en el fondo, mi preocupación no fue tanto saber qué es lo que sucedía en la cabeza de los enfermos sino, más bien, qué es lo que ocurría entre los médicos y los enfermos [...] qué es lo que ocurre detrás de esos muros, de los reglamentos, los hábitos, las limitaciones, la coerción, así como la violencia que se puede encontrar en los hospitales psiquiátricos [...] En pocas palabras, yo he querido hacer, de cierta manera, la historia de la relación entre la razón y la locura, tratando de situarla dentro de la historia general; de reconstituir todo esto [dentro] de los diferentes procesos de la historia por los cuales la sociedad moderna se ha transformado y ha introducido la diferencia entre los individuos (p. 154) [Osorio, Manuel, 1984, "Michel Foucault antes de partir" entrevista en Plural, núm. 224, mayo].

Algunas líneas sobre la resistencia:

Yo no contrapongo una sustancia de la resistencia a la sustancia del poder. Me limito a decir que desde el momento mismo en que se da una relación de poder, existe una posibilidad de resistencia. Nunca nos vemos pillados por el poder: siempre es posible modificar su dominio en condiciones determinadas y según una estrategia precisa. (p. 170) [Foucault, "No al sexo rey", 1977].

Si no hubiese resistencia no habría relaciones de poder. Sería tan sólo un asunto de obediencias. Se dan relaciones de poder en situaciones donde no haces lo que quieres. La resistencia viene primero, y las relaciones de poder se modifican forzosamente con la resistencia. Creo que la resistencia es la palabra clave en esta dinámica. (pp. 170 y 171) [Foucault, "Poder"; "Más allá del bien y del mal", en Microfísica..., 1971].

Hace algunos años participé en el seminario del maestro Minello, Poder y dominación en El Colegio de México (2001); viví la experiencia de ese fecundo intercambio con sus discípulos tal como lo comenta al inicio de su libro (pp. 15 y 16). Para entonces el Silabario ya había sido publicado y en verdad fue de gran ayuda contar con él, como sé que lo será para cualquier estudioso o estudiosa que desee penetrar cada vez más, cada vez mejor, en el pensamiento del autor del que Minello se ocupa, Michel Foucault: "brillante, incisivo, que divierte, estimula, cautiva y cuya destreza provoca la adhesión y su arte la seducción" (De Certau, citado por Minello, p. 14, cita 1) y de cuyas ideas, ciertamente, es tan fácil enamorarse.

Cierro estas páginas con el discurso de Foucault leído en Ginebra el año de su muerte, 1984, en una reunión sobre derechos humanos organizada por la Organización de las Naciones Unidas:

FRENTE A LOS GOBIERNOS, LOS DERECHOS HUMANOS:

¿Quién nos ha reunido entonces aquí? Nadie, y esto es precisamente un derecho que nos pertenece. Me parece que hay que recordar tres principios...

Uno: Existe una ciudadanía internacional que tiene sus derechos, sus deberes, y que nos compromete a levantarnos contra todo abuso de poder, cualquiera que sea su autor y cualesquiera que sean sus víctimas. Después de todo, todos nosotros somos gobernados y por esta razón solidarios.

Dos: Los gobiernos, al ocuparse del bienestar de las sociedades, se arrogan el derecho a contabilizar en términos de ganancias y pérdidas las desgracias de los hombres provocadas por sus decisiones (de los gobiernes) o toleradas con sus negligencias. Un deber de esta ciudadanía internacional es hacer valer a los ojos y oídos de los gobiernos los sufrimientos de los hombres (ya que no es cierto que esos gobiernos) no sean responsables. El sufrimiento de los hombres nunca debe ser un mudo residuo de la política sino que, por el contrario, constituye el fundamento de un derecho absoluto a levantarse y dirigirse a aquellos que detentan el poder.

Tres: Es necesario oponerse a la división del trabajo que con mucha frecuencia nos proponen: a los individuos les corresponde indignarse y hablar; a los gobiernos reflexionar y actuar [...] La experiencia muestra que se puede y se debe rechazar el papel teatral de la pura y simple indignación que nos proponen. Amnistía Internacional, Tierra de los Hombres y Médicos del Mundo son algunas de la iniciativas que han creado este nuevo derecho: el derecho de los sujetos privados a intervenir efectivamente en el orden de la política y las estrategias internacionales: La voluntad de los individuos debe encarnar en una realidad que los gobiernos han pretendido monopolizar. Es ese monopolio el que hay que socavar poco a poco y día a día (pp. 310-311) [Foucault, "La vida de los hombres", 1990].

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