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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versión impresa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.58 Ciudad de México  2019  Epub 31-Ene-2022

https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2019.58.70847 

Documentaria

Marion Bryce en México (1901)*

Marion Bryce in Mexico (1901)

Itzel Toledo García** 

**Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Históricas. Becaria posdoctoral. itzel_toledo@hotmail.com


Resumen

Este texto presenta la traducción de las cartas que envió Marion Bryce a su madre, la señora Ashton, en octubre de 1901 mientras realizaba una visita a México con su esposo, el académico y miembro liberal del parlamento británico James Bryce. La estancia de Marion en México no ha sido de interés para los especialistas en la literatura de viajeros británicos, pero vale la pena recuperarla porque nos permite conocer más sobre la vida política, económica, social y cotidiana durante el Porfiriato.

Palabras clave: mujeres viajeras; relaciones anglo-mexicanas; literatura de viajes; Porfiriato

Abstract

This text presents the translation of letters written by Marion Bryce to her mother, Mrs. Ashton, in October 1901 while she was in Mexico with her husband, the British academic and liberal James Bryce, mp. Marion’s stay in Mexico has not been of interest for specialists on British travel writing but is worth of recovery as it allows us to know more about the political, economic, social and daily life during the Porfirian regime.

Keywords: women travellers; British-Mexican relations; travel writing; Porfirian regime

Introducción

Este texto tiene como objetivo incentivar el estudio de viajeras que visitaron México durante el Porfiriato a través del acceso a fuentes originales. Para ello se presenta la traducción de una serie de cuatro cartas escritas por Marion Bryce a su madre, Elizabeth Ashton, en octubre de 1901, en las cuales describió su estancia en el centro-sur del país mientras acompañaba a su esposo el historiador, abogado, diplomático y político liberal británico James Bryce en su recorrido por Estados Unidos, México, Cuba y Jamaica de septiembre a diciembre de aquel año. En estas cartas Marion planteó sus impresiones sobre la hermosura del paisaje, la infraestructura, la urbanización, la arquitectura, los habitantes, la vestimenta y la religiosidad en el país. Tales observaciones nos pueden ser útiles para ampliar nuestro conocimiento sobre el Porfiriato y enriquecer otras fuentes como las literarias, periodísticas y diplomáticas, entre otras,1 las cuales en su mayoría fueron escritas por hombres; por ello recuperar a Marion es todavía más pertinente pues, como ha mostrado la bibliografía especializada en la literatura de viajeras, las mujeres se concentraron en observar y plasmar no sólo cuestiones de la vida pública sino también de la privada. Además, es útil revisar las cartas de Marion que, como la literatura de otros viajeros, nos dejan ver los valores y patrones mentales europeos “caracterizados frecuentemente por el mito de la supremacía del hombre blanco, que aceptaban otras culturas y mentalidades sólo de manera reservada y los interpretaban por lo general desde su perspectiva desarrollista.2

Las cartas de Marion Bryce no han sido publicadas hasta la fecha -ni en inglés ni en español- en contraste con la correspondencia de otras viajeras que visitaron México, por ejemplo de Fanny Calderón de la Barca y Carlota de Bélgica3 o de aquellas que escribieron libros sobre este país para un amplio público interesado en la literatura de viajeros en el último tercio del siglo XIX y principios del siglo XX, como hicieron las británicas Alice Dixon Le Plongeon y Ethel Brilliana Harley Tweedie, las estadounidenses Nellie Bly, Helen J. Sanborn y Fanny Chambers Gooch, o la alemana Orla Holm.4 Sin embargo, vale la pena recuperar a Marion y sus cartas a modo de fuentes dentro de un momento en el que había un mayor número de mujeres viajando y en el que varias escribieron “para justificar su tiempo de ocio convirtiéndolo en trabajo, para financiar futuros viajes o para expresar su sincero interés por recordar todo lo que habían visto”.5 Las viajeras, que no han sido tan estudiadas como los viajeros, destacaron por ser cronistas que describieron paisajes y personajes, siendo su enfoque “una evidencia social y un testimonio, y que es un comentario continuo sobre las costumbres, formas de comportamiento y normas morales de los actores”.6

Con referencia a las viajeras en América Latina, Hahner plantea que se trataba de mujeres que en su mayoría viajaban al acompañar a sus esposos o al ser ayudantes de diplomáticos, ingenieros, militares o científicos, aunque algunas viajaron como misioneras, maestras o para mejorar su salud y explorar su arte.7 A pesar de sus diferencias de clase, nacionalidad o religión, eran mujeres de cultura, muchas veces eran bilingües y emitían comentarios racistas, y tendían a propagar sus suposiciones de clase y género de sus propias sociedades. Ellas emplearon diferentes formatos para escribir sus experiencias: diarios, cartas y narrativas autobiográficas. Además, según su origen social las viajeras experimentaron México y su sociedad de distinta manera; el tiempo de viaje variaba de semanas a meses o incluso un par de años.8 Margarita Pierini señala que los relatos de viajeros son una zona intermedia entre la historia y la literatura, al compartir la búsqueda de veracidad con la primera y con la segunda “la huella que deja sobre esos sucesos la subjetividad de quien narra una parte de su vida, centrada en la aventura de conocer nuevos mundos”.9

Elizabeth Marion Bryce (1854-1939) no ha sido tema de interés para la historiografía. Faltan estudios sobre su vida como parte de la élite liberal victoriana y como viajera por diferentes partes del mundo en las que acompañó a su esposo James. Generalmente los historiadores se refieren a ella como la hija de Thomas Ashton o la esposa de James Bryce. Su padre fue un rico manufacturero de Manchester10 y su madre, Elizabeth Ashton (nacida Gair), era una norteamericana “que le daba un legajo estadounidense del cual Bryce gustaba presumir”11 por ser un especialista en el sistema político estadounidense y un actor fundamental para la relación especial entre Reino Unido y Estados Unidos. Marion tuvo ocho hermanos, de los cuales destacaron Margaret Ashton, quien fue la primera mujer en ser consejera en Manchester, además de ser sufragista, pacifista y filántropa preocupada por la cuestión educativa12 y Thomas Ashton, un hombre de negocios, filántropo y político liberal, quien en 1911 fue nombrado primer barón Ashton of Hyde.13 Su esposo fue James Bryce, quien participó en importantes debates políticos y académicos sobre cuestiones tales como la democracia, la educación, el liberalismo, el imperialismo y el entendimiento entre naciones. Además, resaltó en su época porque en su tiempo libre se dedicó a ser viajero, alpinista y amateur botanista, era un verdadero hombre cosmopolita.14 También sabemos que Marion era una mujer educada -por ejemplo sabía lenguas antiguas y modernas-,15 y que llevó al matrimonio Bryce ingresos importantes que les permitieron tener un departamento en 3 Buckingham Gate en Londres, a unos minutos del palacio Buckingham y del parlamento británico, y una casa de campo en Hindleap en Sussex, Reino Unido.16

Es decir, al igual que otras viajeras que aprovecharon las posibilidades del desplazamiento por el avance tecnológico, Marion Bryce pertenecía a la clase burguesa, pero destacaba al estar casada con un miembro del parlamento británico. Los Bryce estuvieron en México solamente un mes, octubre de 1901, fueron las visitas de lujo en casa de Weetman Pearson,17 el británico más importante de la época,18 y bajo la atención de políticos mexicanos, desde jefes políticos hasta gobernadores. Nuestra viajera, al igual que otras, vivió “en un mundo de sirvientes y servidumbre donde sus privilegios de clase y de raza se dan por sentados y donde las comidas, los baños, las mantas y las lámparas surgen de la nada”.19

Fue precisamente Pearson quien invitó a los Bryce a que se alojaran en su casa en la ciudad de México en la dirección de Puente de Alvarado 15 y puso a su disposición a sus trabajadores y contactos para que tuvieran una permanencia acogedora en el país.20 Ellos salieron el 1 de octubre desde Washington, después de cenar en la Casa Blanca con el presidente Theodore Roosevelt,21 y llegaron por tren a la ciudad de México el 6 de octubre, para partir el 1 de noviembre de 1901 hacia Cuba. Estuvieron en el país cuando la relación anglo-mexicana era bastante amigable, pues en 1884 se reanudó la relación diplomática, en 1886 se renegoció la deuda y en 1888 se estableció un nuevo tratado de amistad, comercio y navegación, lo cual permitió la convergencia comercial y financiera.22 Había inversión británica en “los ferrocarriles (40.6%), minería (11.9%), bienes raíces (9.2%) y deuda pública (8.3%); la inversión en bancos, comercio e industria manufacturera era insignificante, en tanto que la petrolera apenas empezaba (5.8%)”.23

Al leer las cuatro cartas de Marion Bryce escritas a su madre, la señora Ashton, podemos ver que mientras estuvieron en ciudad de México los Bryce visitaron el centro, la catedral, un museo, Paseo de la Reforma, el bosque de Chapultepec y también hicieron paseos a Texcoco y Cuernavaca. Después de utilizar la ciudad de México de base durante diecisiete días, pasearon a través de los estados de Puebla, Tlaxcala, Oaxaca, Veracruz y finalmente regresaron a la ciudad de México para ir a Tampico y de ahí salir hacia Cuba el 1 de noviembre.

En las cartas a su madre, Marion se enfocó en temas tan variados como la naturaleza, la vestimenta de la población, el encuentro entre las ciudades modernas, el pasado colonial y las ruinas prehispánicas, e incluso habló sobre las habilidades de su esposo para informarse sobre el contexto político, económico y social del país. Sin embargo, no fue su propósito realizar un análisis de la vida política y económica del país.

Recordemos que Fanny Calderón de la Barca publicó La vida en México durante una residencia de dos años en ese país (1843), basándose en las cartas que escribió a su madre y familia mientras acompañaba a su esposo, el primer ministro plenipotenciario español en México de 1839 a 1842. La autora escribió con detalle sobre los paisajes, la flora, las ciudades, la arquitectura, la vida social y el carácter de los mexicanos.24 Marion trató varios de esos temas aunque de manera más superficial, pues solamente estuvo un mes en México, pero en la misma calidad social que Calderón de la Barca: con los mejores lujos al ser la esposa de un miembro del Parlamento británico. Desde épocas distintas, las dos dieron importancia a la naturaleza; por ejemplo, hablaron de los volcanes. Calderón de la Barca mencionó en los años cuarenta del siglo XIX:

Por fin llegamos a la cumbre y contemplamos el gran valle, admirado en todo el mundo por su marco de montañas eternas, los volcanes nevados, sus grandes lagos y fértiles llanuras. Todo rodeaba la honorable ciudad de Moctezuma, el mayor alarde del conquistador y antaño una de las diademas más brillantes de España. Pero el día se había nublado y el camino no era el más adecuado para entrar en México. Las nubes envolvían los volcanes salvo en sus cumbres nevadas, que parecían cúpulas de mármol descollado sobre el cielo.25

Mientras que Marion señaló empezado el siglo XX:

El viaje por tren toma unas cinco horas y es muy disfrutable; la línea rodea y cruza una cresta considerable de la montaña y baja de nuevo con muchas vueltas e inclinaciones al rico y verde campo de Cuernavaca. Las vistas por todas partes eran magníficas y compensamos nuestra decepción del día anterior, al ver los volcanes en toda su belleza.26

Al igual que la reportera estadounidense Nellie Bly, la primera mujer en darle la vuelta al mundo y que publicó Six Months in Mexico (1885),27 Marion habló bastante de la experiencia del viaje en los trenes y tranvías en las cartas; por ejemplo, en su primera carta dijo a su madre: “Este es nuestro quinto día viajando y solamente hemos tenido un receso de unas pocas horas en San Luis […] En general el calor no ha sido tan grande como lo esperaba, aunque las literas carecen de aire durante la noche, y hasta ayer el polvo no estuvo mal”.28 Al igual que Bly, Marion mencionó el paso por los límites geográficos entre distintos estados y al retratar su experiencia en la frontera entre México y Estados Unidos escribió: “nos encontramos en el pueblo fronterizo mexicano Ciudad Porfirio Díaz, llamado así por el presidente (comúnmente abreviado como C. P. Díaz). Aquí tuvimos que pasar la aduana y nos encontramos en medio del español mexicano, el dinero mexicano y las caras curiosas de indios mexicanos”.29

Como para otras mujeres, el ambiente doméstico tuvo importancia para Marion al describir el interior de la casa de Pearson: “una casa palaciega con habitaciones refinadas alrededor del patio interno, con toda la comodidad y conveniencia, y servidos por el sirviente español Fernando y su esposa que están aquí a cargo permanentemente y parecen ansiosos de que tengamos todo lo que queramos”.30 Como explica Pratt, las mujeres hablaban de los interiores porque “Si la tarea de los hombres era recoger y poseer todo lo demás, estas viajeras buscaban en primer lugar y por sobre todo recogerse y poseerse a sí mismas. Su reclamo territorial fue el espacio privado, un imperio personal de las dimensiones de una habitación”.31

Nuestra viajera incluso señaló el encuentro entre el ámbito externo y el interno, por ejemplo en Jalapa: “Es un pueblo de provincia sucio y pequeño con calles empinadas y torcidas, y fuera de la calle principal casi todas las casas son de un solo piso, las ventanas a nivel de la calle, fuertemente enrejadas en la afuera y cerradas por dentro; y como es usual el ‘patio’ regular o terraza interior”.32

Marion también remitió a sus viajes en España al mencionar: “Tiene algunas buenas construcciones e iglesias (la catedral en su exterior es bonita -al estilo español-, el interior es malo)”;33 algo similar vemos en la descripción de Carlota sobre la catedral en Mérida en los años sesenta del siglo XIX:

construida en piedra amarilla al estilo morisco, como las de Málaga y Ragusa. Por dentro tiene formas muy hermosas, pero el altar está construido en estilo totalmente diferente, la cimbra es mate de corte muy agradable. Todo se asemeja mucho más a la vieja España que a sus colonias; en una palabra, no es para nada americano, sino más bien medieval.34

Al igual que otras viajeras, Marion habló sobre la superstición y la falta de cuidado por parte del gobierno sobre la mayoría de la población: “La masa general de indios (en opuesto a los indios mezclados y los blancos) son muy ignorantes y parece que se hace poco por ellos. Están básicamente en las manos de los sacerdotes y son altamente devotos y supersticiosos”.35 Igualmente, ocupó tiempo en describir la vestimenta: “Las mujeres visten calicó y chales sobre sus cabezas, y aquí no son pintorescas en su vestido, pero creo que en otras partes sí. Como regla, el color del mexicano es café de variados tonos. Claro que la clase alta viste ropa europea”.36

Marion, como otros viajeros y viajeras que vinieron a México, ejerció un poder donde existe “la relación dialéctica yo/otro, colonia/metrópoli, bárbaro/civilizado, atraso/modernidad, pero también hombre/mujer”,37 pues escribió sus observaciones desde un horizonte de valores burgueses del imperio británico, enfocándose sobre todo en los paisajes, la naturaleza y la vida cotidiana.

Antes de pasar a la traducción de las cuatro cartas que Marion Bryce escribió a su madre desde México, debe mencionarse que éstas forman parte de los documentos del archivo Bryce Papers resguardados por la Biblioteca Weston de la Universidad de Oxford. En las mismas cartas Marian mencionó que envió otras a su madre y hermanos, pero éstas no se encontraron en la investigación de archivo. La traducción la he realizado de forma que sea de fácil lectura en español y según la ortografía actual. Las abreviaturas y los subrayados que aparecieron en las cartas originales se han enfatizado a través de notas al pie. Para marcar el fin de una foja y el comienzo de la siguiente a lo largo de la carta se utilizaron los corchetes y el número de foja [f. X-X].

Las cartas de Marion Bryce

Marion Bryce, Carta a la señora Ashton, en camino de Texas a Ciudad de México, 5 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 161-163.

Querida madre:

Te escribo esto desde el tren así que debes perdonar las deficiencias. Este es nuestro quinto día viajando y solamente hemos tenido un receso de unas pocas horas en Saint Louis desde donde mandé mi carta a Margaret.38 Tuvimos una tarde placentera allá. James le había escrito al señor Marshall Snow (profesor de Historia en la Universidad de Washington en San Luis),39 a quien conoce, para decirle que cruzaríamos a través [de esta ciudad] y entonces pasamos la tarde con él y nos fueron mostrados la ciudad y los suburbios. San Luis, la ciudad principal de Misuri, es un lugar muy grande y próspero; se extiende por unas diecinueve millas a lo largo del banco del Mississippi y unas siete millas al interior. Los nuevos suburbios residenciales son muy bonitos, bien trazados con pasto y árboles, las casas luminosas y cómodas. Los jardines públicos y parques están cerca. El profesor Snow también nos llevó a ver los nuevos edificios para la universidad, que están en una buena ubicación afuera de la ciudad. Por cierto, podrías decirle a Grace y Willie que el profesor Snow preguntó por ellos y recordó cómo junto a su esposa cruzó con ellos en el mismo buque de vapor de Nueva York en 1889 y los conoció; y cómo Grace, cuando la descubrió leyendo el American Commonwealth, dijo que se sentía obligada a hacerlo porque el autor se iba a casar en poco tiempo con su hermana -lo cual le causó mucha gracia al profesor Snow-.40 Él fue una persona placentera, alegre y muy educada: no vimos a la señora Snow, quien estaba en cama con un resfriado.

Dejamos San Luis esa noche (el 2 de octubre)41 y hemos estado viajando desde entonces. En general el calor no ha sido tan grande como lo esperaba, aunque las literas carecen de aire durante la noche, y hasta ayer el polvo no estuvo mal. Hemos viajado una parte de Arkansas y cruzamos el [f. 161-162] río Arkansas en Little Rock; y a través de la deprimente extensión de Texas a la que entramos en Texarkana en la noche del 3 de octubre.42 Pasamos por Austin la capital del estado muy temprano en la mañana. Aquí el gobernador del estado y el presidente de la universidad querían que James hiciera una parada y diera una conferencia, pero él se negó firmemente. Llegamos a San Antonio, una ciudad laberíntica que se ve en mal estado con un cierto aire extranjero, temprano en la mañana del 4, y ahí tuvimos que cambiar de la línea del Southern Pacific a la de Eagle Pass; y de ahí, más tarde, al sistema internacional mexicano.

En la tarde llegamos a Eagle Pass (que simplemente significa el paso del río Grande del Norte y no tiene nada que ver con montañas) y entonces nos encontramos en el pueblo fronterizo mexicano Ciudad Porfirio Díaz, llamado así por el presidente (comúnmente abreviado como C. P. Díaz). Aquí tuvimos que pasar la aduana y nos encontramos en medio del español mexicano, el dinero mexicano y las caras curiosas de indios mexicanos.43 Desde este lugar hemos pasado de forma continua a través de un tipo de desierto con arena cubierto por arbustos bajos aquí y allá algunos árboles pequeños, cactus, aloe y unas pocas palmeras enanas. Alrededor las colinas se levantan áridas y rocosas a veces cerca, a veces a la distancia y de vez en cuando nos topamos con una zanja artificial o estanque de agua. Creo que mucho de la parte norte de México es así, el país no muy alto y muy árido. Hay minas de varios tipos en las colinas. Ayer y hoy han sido muy calurosos y polvosos, pero esta tarde una lluvia bienvenida tranquilizó el polvo por un tiempo. Afortunadamente no estamos abarrotados en nuestro coche y tenemos espacio para movernos; y tenemos algo de cambio en nuestras periódicas corridas [f. 162-163] para la comida en ciertas estaciones donde debemos atravesar una cantidad sorprendente en un espacio corto -no es una forma de comer placentera, pero es un respiro del confinamiento del coche-. Ahora todo el tiempo estamos subiendo en altitud y estamos por alcanzar los 8 000 pies en Zacatecas. La ciudad de México, a la cual debemos arribar en algún momento de la mañana de mañana (6 de octubre)44 está a 7 600 pies sobre el mar. Voy a dejar esta carta abierta para mandarla cuando lleguemos.

Domingo en la mañana: 6 de octubre.45Ciudad de México:

Hemos llegado seguros y todo bien. Desayunamos en San Juan del Río a las 6:00 am, y desde ahí ha sido un viaje hermoso en medio de las colinas, el campo verde y muchas flores silvestres de colores brillantes. Hubo fuerte lluvia en la noche y hay muchas nubes en las montañas altas, por lo que no vimos el Popocatépetl como hubiéramos querido. El señor Sturt amablemente se encontró con nosotros en la estación y nos trajo a la casa donde estamos excelentemente acogidos, y vamos a vivir como los invitados de Sir Weetman Pearson, así que estaremos de lo más cómodos y libres para hacer lo que queramos, y de dejar nuestras cosas aquí si queremos hacer excursiones de uno o dos días.

Nuestro preciado amor a todos en casa.

Tu amada hija,

E. Marion Bryce

Marion Bryce, Carta a la señora Ashton, Ciudad de México, 9 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 164-167.

Querida madre,

Tengo que agradecer de todo corazón la pila de cartas que he recibido desde casa el 8 de octubre.46 La tuya y la de Charlotte del 24 de septiembre, también la de Katherine en ese mismo día. Todas [son] muy bien recibidas y me dieron muchas noticias de casa. Desearía que también hubieran traído noticias de Eva. Espero que recibas varias cartas mías a su debido tiempo, aunque toman largo tiempo para llegar y mientras nos estamos moviendo no es siempre fácil escribir una carta sustanciosa. Esta mañana, sin embargo, tengo tiempo, pues James está ocupado entregando cartas de presentación y visitando el banco, etcétera. Llegamos a este lugar, como dije en mi última carta, el 6 de octubre,47 cerca del mediodía, muy contentos de haber terminado el viaje de cinco días en los coches, porque aunque las literas eran suficientemente cómodas los preparativos de la comida eran muy incómodos; a veces desayunábamos a las 6:00 am, otras veces hasta las 8:00; podías comer a las 11:30 o a las 2:00 pm y la comida de la tarde podía ser a las 5:00 en punto o a las 8:00 pm, según la parada que hiciera el tren. E invariablemente eras conducida a una velocidad que te iba a romper el cuello. Uno podía conseguir un poco de comida a bordo, pero tomaba tanto tiempo para conseguirla (y era todo enlatado) que rara vez la probamos. Te puedes imaginar entonces lo que fue encontrarnos en este lugar -una casa palaciega con habitaciones refinadas alrededor del patio interno, con toda la comodidad y conveniencia, y servidos por el sirviente español Fernando y su esposa, que están aquí a cargo permanentemente y parecen ansiosos de que tengamos todo lo que queramos. Ellos no hablan inglés, pero nos comunicamos en francés y practicamos nuestro español con ellos. La [f. 164-165] oficina de la empresa está en el piso de la planta baja y cuando queremos alguna ayuda o información solamente debemos bajar con el señor Sturt, quien hará cualquier cosa que pueda por nosotros.48 James estuvo muy contento al encontrar a un votante de Aberdeen como uno de los empleados en la oficina, a quien alguna vez él había integrado a la Casa de los Comunes y quien parecía muy complacido de verlo. A nuestra llegada descubrimos que absolutamente estábamos como los invitados de Sir Weetman Pearson, y que íbamos a ser alimentados y alojados, algo que no habíamos entendido, por lo que realmente estamos en condiciones lujosas y no tenemos que ocuparnos de abastecimientos y suministros; en todos los sentidos es toda una vacación. Pasamos una tarde tranquila, nublada solamente por la impiedad que sentíamos por la falta de la llegada de nuestro equipaje, que no arribó por otras 24 horas. Lo habíamos visto debidamente puesto en nuestro tren en la frontera, pero suponemos que los oficiales lo tomaron a la ligera en un cruce más tarde donde cambiamos a otra línea y descuidaron la transferencia de nuestro equipaje. Dado que solamente hay un tren más diario, esto implicó para nosotros una espera de veinticuatro horas49 para nuestras vestimentas decentes que después de cinco días de viaje era irritante. Por fortuna, James tenía más que el señor Lyttelton y yo; nosotros50 estábamos furiosos ante el sistema. Dimos una vuelta por el Paseo51 y salimos a Chapultepec, una colina boscosa que sube de la llanura entre las más encantadoras arboledas de cipreses y otros árboles (este ciprés no es nuestro ciprés, pero es un árbol de ramificación más grande que extiende follaje y un tronco fino de una forma muy hermosa). En la parte superior de la colina está el palacio del presidente (formalmente ocupado por el desafortunado Maximiliano y otros jefes de la república en tiempos modernos) en el sitio del palacio de los antiguos reyes aztecas -un célebre lugar en la historia azteca, donde la tribu paró en su marcha antes de asentarse [f. 165-166] en el lago-.52 Ahora no hay huella de la antigua ciudad de Montezuma [sic], el lago queda a cinco millas, los canales están cubiertos, las calzadas se han perdido entre las calles, y el México moderno se ve como un pueblo español bastante sucio y en mal estado, que está comenzando a adaptarse a nuevas cosas. Tiene algunas buenas construcciones e iglesias (la catedral en su exterior es bonita al estilo español -el interior es malo-), tranvías a mula y eléctricos, y luz eléctrica. Justo en este momento la vemos en circunstancias bastante desgraciadas, pues casi todas las calles están en construcción y esto da una apariencia bastante desordenada.53 Los trabajadores que uno ve en las calles son singularmente no atractivos, un bajo tipo de mezcla entre indio y español; nos dicen que este es el peor tipo de población en México y que la gente de la provincia es de muy buen tipo, muy superior a éste. Se visten en su mayoría con ropa blanca áspera con una tela gruesa, “poncho”, puesta encima; un “poncho” es una prenda simple, tan sólo una pieza oblonga de material con un hoyo a la mitad para que pase la cabeza; se cuelga entonces de los hombros, cubriendo la parte trasera y delantera del cuerpo y dejando libres los brazos, y puede ser envuelto de la manera que se necesite. Éstos están hechos de todos tipos y materiales y colores. Ellos visten sombreros de paja bastante amplios y circulares, de ala ancha y curvada hacia arriba, y coronas cónicas muy altas; éstos también los hacen de fieltro y castor. Las mujeres visten calicó y chales sobre sus cabezas, y aquí no son pintorescas en su vestido, pero creo que en otras partes sí. Como regla el color del mexicano es café de variados tonos. Claro que la clase alta viste ropa europea, y muchos de ellos son españoles con piel blanca. Hay algunos ingleses y muchos americanos en la Ciudad de México, todos en negocios. Los españoles aquí son muy mexicanos en sus sentimientos y no se llaman a sí mismos españoles y hablan [f. 166-167] la lengua con una pronunciación diferente que ellos insisten en remarcar.54 Hemos llegado justo al final de la temporada de lluvias y ahora deberíamos tener buen clima. Las mañanas son encantadoras, aire fresco y sol caliente; las tardes muchas veces se vuelven ventosas, y justo ahora uno puede enfrentar una ocasional tormenta fuerte cerca del atardecer, de las que experimentamos nuestra primera tarde con un aguacero de lluvia. El alcalde llamó el día después de que llegamos, muy educado y hablando inglés, y nos prestó su carro bien equipado con un cochero inglés para conducir. El club británico de aquí ha dado entrada a la casa a James y el señor Lyttelton en una forma muy educada; el presidente de este año es el sobrino de un viejo amigo de James, del norte de Irlanda. Creo que James será recibido mañana por el presidente de México (Porfirio Díaz). Ayer tuvimos una hermosa excursión a la vieja ciudad mexicana de Texcoco, cerca del lago del mismo nombre, donde Cortés construyó sus bergantines para atacar México y que está a una hora de camino por tren desde aquí.55 Un joven mexicano que hablaba algo de inglés, el señor Landa, fue enviado con nosotros y a nuestro arribo nos recibió el jefe magnate de Texcuco [sic] (un tipo de prefecto) que pasó el día con nosotros, muy inteligente, educado y placentero, un completo mexicano y nos llevó en su carruaje con seis mulas bonitas de color pardo a la famosa colina de Texcozuico [sic] en cuya parte superior están las ruinas de uno de los palacios reales texcocanos, y de la cual uno tiene una vista magnífica del lago y el espléndido círculo de montañas alrededor de ti.56 Fue un día brillante y el paisaje era muy encantador; pero las grandes montañas de nieve estaban escondidas por las crestas cercanas. Vimos muchas flores silvestres hermosas (todas desconocidas) de colores brillantes, cactus, dulces arbustos perfumados, y debajo de nosotros en la llanura hectáreas de aloe que es la gran planta de México. De éste hacen “pulque”, la bebida del pueblo; y también un tipo de alcohol como brandy. Algunas partes de la planta son comestibles, y de la fibra se hacen cuerdas.57 Debo parar ahora; estaremos aquí por algunos días para hacer excursiones. Cuando recibas esta carta puedes enviarnos una hasta e incluido el 9 de noviembre (a tiempo para el correo americano)58 a The Post Office, Kingston, Jamaica.

Esa será la última dirección por carta, pues probablemente estaremos saliendo hacia Inglaterra alrededor del 30 de noviembre, pero por supuesto un telegrama nos llegará después del 9 de noviembre59 [f. 167-164].60

Nuestro preciado amor para ti y todos en casa, y pensamos en ustedes seguido; estamos muy interesados en saber más de la compra de Tom. Tu amada hija.

E. Marion Bryce

Marion Bryce, Carta a la señora Ashton, Puebla de los Ángeles, 19 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 168-171.

Querida madre,

Recibí un fajo de cartas de casa el 17 de octubre,61 justo antes de que dejáramos la Ciudad de México. Una de ellas, de Charlotte, del 1 de octubre,62 la tuya del 4 y la de Mgts, del 5.63 También recibí una de Tom que he agradecido en una carta aparte. Muchas sinceras gracias a todos ustedes por escribirme tan seguido, las cartas son muy bien recibidas.

Nos dio mucho gusto escuchar sobre Eva y el hijo, y espero que ambos continúen estando bien. Será un gran placer e interés para ---- Eva.64 Estamos muy interesados en escuchar sobre la compra de Rushton.65 El campo es ciertamente muy bonito y yo debo pensar que el aire es muy bueno y que disfrutarán su casa de campo. Deseo que estuviera más cerca de nosotros; deben ser unas 20 millas cruzando el campo; y por tren uno tiene que ir a Tunbridge Wells y cambiar estaciones para ir a Robertsbridge. Te envié mi última carta el 15 justo cuando partíamos a Cuernavaca, donde pasamos dos mediodías y una noche. El viaje por tren toma unas cinco horas66 y es muy disfrutable; la línea rodea y cruza una cresta considerable de la montaña y baja de nuevo con muchas vueltas e inclinaciones al rico y verde campo de Cuernavaca. Las vistas por todas partes eran magníficas y compensamos nuestra decepción del día anterior al ver los volcanes en toda su belleza. Tuvimos un conductor americano muy agradable en el carro que nos fue señalando todo, y fuimos introducidos al conductor (un escocés de Alloa),67 quien nos permitió ir en la locomotora mientras descendíamos, lo cual fue interesante, aunque había unos cuantos baches y fue fatigoso [f. 168-169].

En Cuernavaca nos esperaban el carruaje del gobernador y el jefe político, y un caballero español mexicano (señor Oliverez), que fue educado en Stonyhurst68 y hablaba un excelente inglés. Nos acompañaron al hotel a comer y descansar, y después llegó el gobernador, y pasó la tarde llevándonos a ver los lugares importantes. El campo es verde y bonito, y como está más bajo que la Ciudad de México la vegetación es más abundante. Vimos café y mangos, y mucho arroz y caña de azúcar está siendo cultivada en la llanura debajo de la ciudad. Nos llevaron a ver una hermosa cascada que desciende en un anfiteatro rocoso vestido de helechos y cosas verdes,69 y después alrededor de la ciudad que me recordó a una del viejo mundo -con sus calles irregulares, su catedral y monasterio en ruinas y claustros, y sobre todo el famoso palacio de Cortés con una fina galería o “corredor”, como le dicen, de cada lado: una viendo hacia la ciudad, la otra comandando una vista gloriosa de los volcanes, que vimos en todo su esplendor en el atardecer. El edificio se usa ahora para la Asamblea del Estado. La siguiente mañana el gobernador envió otra vez su carruaje y nos llevaron a un pueblo indio donde Maximiliano tuvo su villa y jardín.70 El lugar debió ser bonito, pero ahora se ve triste, y en México por supuesto no hay amor para Maximiliano. Olvidé mencionar que también nos llevaron a ver la curiosa escultura de una criatura que parece un lagarto enorme tallado en una áspera piedra en un bosque. Su historia no se conoce, pero presumiblemente data de los días indios antes de la Conquista. Regresamos a la Ciudad de México en la tarde y nos pusieron en un carro privado (que compartimos con el joven señor Mora, hijo del gobernador del [f. 169-170] estado de Guerrero, que hablaba inglés y que ha vivido en Londres por un tiempo), desde el cual tuvimos excelentes vistas del paisaje mientras veníamos. Pasamos nuestro último día en México yendo nuevamente al museo, viendo la Galería de Pinturas (no es buena), haciendo visitas y empacando.71 James también tuvo una entrevista interesante con el señor Limantour, ministro de Finanzas, y también con el rector del Colegio.72 Tuvimos que empezar temprano la siguiente mañana y viajamos con lujo a Puebla en un coche privado que es mucho mejor para apreciar el paisaje que un carro ordinario, pues tienes control de la vista y de donde se estaciona. En la estación nos recibió el señor Newcome, el administrador del Southern Rail­way, quien ha sido muy atento y nos conducirá a Oaxaca en un carro privado mañana. Ayer también hizo los arreglos para que un tranvía especial nos llevara a Cholula a unas millas de la ciudad para ver la famosa pirámide y vino con nosotros. Cholula fue uno de los lugares retenidos por Cortés durante sus primeras luchas y él masacró a un buen número de indios aquí. En los viejos tiempos españoles era una ciudad grande con muchas calles e incontables iglesias. Ahora es un pequeño pueblo de provincia con una “plaza” enorme fuera de toda proporción [respecto] de la población; las iglesias todavía existen, pero están afuera del pueblo puestas a lo largo del campo y las calles son caminos donde crece el pasto y no hay casas. La pirámide es una estructura grande de tierra y piedra y “adobe” (un tipo de ladrillo secado al sol) y originalmente tenía tres terrazas en niveles, una sobre la otra; era probablemente el sitio de un templo. Los españoles la removieron en su mayoría (como hicieron con todo lo indio) y finalmente construyeron una iglesia encima [f. 170-171].

Los costados están descuidados con árboles y pasto, y las terrazas se pueden trazar de manera imperfecta. Puebla es una ciudad muy brillante que ha prosperado con manufacturas; mucho más limpia y más atractiva que Ciudad de México, cuenta con una catedral hermosa que contiene un coro de madera interior y hermosos portales tallados.73 La ciudad está sobre una meseta abierta con aire fresco y limpio, con los grandes volcanes al oeste y una montaña pintoresca llamada Malinche en el noreste. Mañana temprano nos vamos a Oaxaca, donde pasaremos uno o dos días para visitar las grandes ruinas de Mitla. Allá nos deberemos encontrar en un clima más caliente y con vegetación más rica, y la raza de indios son más finos y mejor parecidos. El presidente Díaz viene de Oaxaca, también su predecesor, el presidente Juárez, quien era un indio de sangre completa. Nos dicen que la sangre india no contiene discapacidades de ningún tipo en México; si un hombre tiene cerebro y poder, puede llegar hasta arriba sin obstáculo, no importando su color, y no será un obstáculo para el matrimonio.74 La masa general de indios (en opuesto a los indios mezclados y los blancos) es muy ignorante y parece que se hace poco por ella. Están básicamente en las manos de los sacerdotes y son altamente devotos y supersticiosos. Es una vista curiosa ver estos rostros salvajes frente a los santuarios de las iglesias, pasando por todas las formas de la iglesia romana con evidente sentimiento. Debo acabar ahora, pues quiero alcanzar el correo de hoy. Esperamos ir de Oaxaca a Jalapa y Orizaba, y de ahí bajar a Veracruz, partir de ahí a Cuba (La Habana) el 31 de octubre.75 En uno de los buques de vapor de la línea Ward. Nuestro preciado amor para ti y todos en casa. Tu querida niña.

E. Marion Bryce

Marion Bryce, Carta a la señora Ashton, Ciudad de México, 29 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 172-175.

Querida madre,

Debo agradecer la carta de Charlotte del 7 de octubre, que me llegó a Jalapa el 25 de octubre, y la tuya del 11 de octubre, que me llegó hoy desde Veracruz; muchas gracias por las dos.76 Contrario a nuestras expectativas estamos de vuelta en Ciudad de México por un día, ya que el buque de vapor de la línea americana que debía partir de Veracruz el 31 de octubre77 se descompuso y ahora debemos partir desde Tampico (un puerto en el golfo de México al norte de Veracruz) el 1 de noviembre.78 Este cambio forzado, que nos fue informado muy tarde para reajustar nuestros planes, nos ha causado un cansado viaje de vuelta por tren que ha tomado casi tres días y nos ha hecho volver por el mismo rumbo al norte de la Ciudad de México, a través de un país poco interesante. Nosotros por supuesto habíamos planificado un viaje para acabar en Veracruz, justo a tiempo para navegar el 31, y entonces estamos en la parte equivocada del país para salir de Tampico el 1 de noviembre.79 Es molesto y es una decepción perdernos Veracruz, habiendo estado entre tres y cuatro horas desde Jalapa y Orizaba, pero no podemos perder el tiempo y esperar otra semana en México, y entonces mañana partimos hacia Tampico. Mi última carta fue escrita para Charlotte desde Jalapa, donde pasamos dos días para ver el paisaje. Es un pueblo de provincia sucio y pequeño, con calles empinadas y torcidas, y fuera de la calle principal, casi todas las casas son de un solo piso; las ventanas están a nivel de la calle, fuertemente enrejadas por fuera y cerradas por dentro; y como es usual, el “patio” o terraza interior es algo regular.80 Algunos de los patios de las mejores casas en México son muy bonitos, con árboles y arbustos floreados y una fuente. Jalapa está justo arriba de la tierra caliente y debajo de las montañas, y como consecuencia, hay muchas nubes y niebla. El aire durante el día tiende a ser caluroso y pesado, con humedad, y seguido llueve, pero en la noche (durante esta época del año), como descubrimos, puede en efecto ser muy frío. Fuimos desafortunados con el clima, pues estaba muy nublado y no pudimos aprovechar las vistas, pero la vegetación es rica -arboledas de plátanos, naranjas [f. 172-173] y plantaciones de café, y en los jardines, rosas, adelfas y buganvilias, helechos y varias enredaderas crecen a lado de los cruces del ferrocarril. Hicimos una expedición por tren a un lugar llamado Teocelo, para ver el paisaje, o más bien nos quedamos a medio camino; y una camioneta se salió de la vía y bloqueó la línea durante ese día (pues se toman las cosas a la ligera y esta era una línea pequeña), así que nunca llegamos a nuestro destino.81 Caminamos al pueblo más cercano y esperamos ahí unas horas, con el deseo de que un tren de repuesto pudiera llegar, pero finalmente nos dimos por vencidos y viajamos de regreso a Jalapa en el coche de tren más lento que he conocido, que era llevado por seis mulas, cuesta arriba y abajo a través de las colinas arboladas y caminos de vegetación exuberante; hubiera sido muy bonito bajo la luz del día, pero desafortunadamente habíamos estado tan retrasados que la oscuridad cayó muy poco después de que comenzamos, y nos perdimos mucha de la belleza. Regresamos a Puebla el 26 de octubre82 por una noche y partimos hacia Orizaba el siguiente día; pasamos la noche en una villa adjunta a un molino de yute afuera de la ciudad de Orizaba, de la cual Sir W. Pearson es uno de los socios. Es un viaje hermoso a Orizaba, con vistas espléndidas de los dos volcanes conocidos, y aunado a ellos el gran cono de Orizaba, con un magnífico volcán nevado. El descenso de Orizaba desde la meseta alta es muy interesante y las vistas son encantadoras. En efecto una buena parte del tren que viaja a México es maravilloso por las vistas y la ingeniería. La ciudad de Orizaba está en un valle verde dominado por el gran volcán y rodeado de colinas bajas. Hay muchos molinos de algodón y yute; y afuera hay plantaciones de café y arboledas de plátanos y naranjas. Está arriba de la tierra caliente, pero [f. 173-174] puede ser muy tibio durante el día. Tuvimos un tiempo placentero ahí y marchamos ayer en la mañana para regresar a la Ciudad de México. En la noche en Orizaba nos divirtió ser saludados por un joven escocés de Aberdeen, que era capataz en el molino de yute y que había escuchado de nuestra estancia en la villa, y quería hablar con James y darle un apretón de manos. El fuerte acento de Aberdeen sonaba tan familiar y a la vez tan extraño en estos rumbos.83 Hoy estamos teniendo un día tranquilo en México viendo a una o dos personas y preparándonos para comenzar mañana temprano el viaje a Tampico. Navegamos a La Habana adonde esperamos llegar el 4 de noviembre y entonces debemos poder averiguar cuándo podemos cruzar a Jamaica. Se trata de tan sólo una distancia de unas 60 millas al punto más cercano, pero la comunicación parece muy lenta e incierta, y es difícil delimitar desde aquí qué podemos hacer. En La Habana nos despediremos del señor Lyttelton, que va en un barco de vapor directo a Nueva York y luego a casa. Él ya ha visitado Jamaica. Ha sido un placentero y fácil compañero de viaje y nos hemos llevado excelentemente. Puedo agregar privadamente que no es tan buen viajero como James en la forma de aprender cosas y conseguir información y en mostrar interés en el país y la gente, y prácticamente ha dejado todo a James. Pienso que se divierte e impresiona con la curiosidad insaciable de James y sus preguntas persistentes [f. 174-175].

No podemos más que hablar muy bien de toda la amabilidad y atención y hospitalidad que hemos recibido en todas partes en México, y nos ha permitido ver las cosas de una manera menos incómoda y fatigante de lo que de otra forma hubiéramos tenido que hacer. Pienso que hemos visto tanto como ha sido posible en este tiempo; no podíamos esperar ver todo,84 pues el país es grande y viajar toma tiempo. Les mandamos nuestro preciado amor a ti y a todos en casa, y estamos muy contentos de escuchar los buenos reportes sobre Eva y el pequeño Raymond. Debo acabar ahora, e ir a ver a James para un último paseo en la alameda de Chapultepec.

Tu muy amada hija,

E. Marion Bryce

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*Agradezco a Helen Kemp su ayuda para resolver mis dudas a la hora de transcribir las cartas de Marion Bryce. También quiero agradecer a Diana A. Franco Becerra por compartirme bibliografía sobre literatura de viajeras que me ha sido de mucha utilidad. Este trabajo fue posible gracias a mi estancia como becaria del Programa de Becas Posdoctorales de la UNAM, en el Instituto de Investigaciones Históricas, asesorada por el doctor Silvestre Villegas Revueltas.

1 Walther L. Bernecker, “Literatura de viajes como fuente histórica para el México decimonónico: Humboldt, inversiones e intervenciones”, en Lourdes de Ita Rubio y Gerardo Sánchez Díaz (coords.), A través del espejo. Viajes, viajeros y la construcción de la alteridad en América Latina, Morelia (Michoacán), Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, 2005.

2 Bernecker, “Literatura de viajes como fuente histórica…”, p. 24.

3 Felipe Teixidor, “Prólogo”, en Madame Calderón de la Barca, La vida en México durante una residencia de dos años en ese país, 15a. ed., México, Porrúa, 2017. Rodolfo Ramírez Rodríguez, “Fanny Calderón de la Barca y su percepción romántica de México”, Históricas, n. 88, 2010. José N. Iturriaga, “Prólogo”, en Carlota de Bélgica, Viaje a Yucatán, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2011.

4 Romina España y Carolina Depetris, “Utopía y arcadia en los relatos de Alice Dixon Le Plongeon”, Estudios de Cultura Maya, n. 38, 2011. Alicia Diadiuk, Viajeras anglosajonas en México, México, Secretaría de Educación Pública, 1973, p. 32-58. Beatriz Ferrús Antón, Mujer y literatura de viajes en el siglo XIX: entre España y las Américas, Valencia, Universitat de València, 2011, p. 57-69.

5 Barbara Hodgson, Señoras sin fronteras. Las mujeres y la aventura, Barcelona, Editorial Lumen, 2006, p. 4.

6 Diadiuk, Viajeras anglosajonas…, p. 8-9.

7 June E. Hahner (ed.), Women through Women’s Eyes. Latin American Women in Nineteenth-Century Travel Accounts, Wilmington (Delaware), A Scholarly Resources Inc., 1998, p. XII-XIII.

8 Hahner (ed.), Women through Women’s Eyes…, p. XVI-XVII.

9 Margarita Pierini, Viajar para (des)conocer. Isidore Löwenstern en el México de 1838, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 1990, p. 10.

10 Emdund Ions, James Bryce and American Democracy, 1870-1922, New York, Humanities Press, 1970, p. 43.

11 John T. Seaman, Jr., A Citizen of the World, London, Tauris Academic Studies, 2006, p. 158.

12 Joyce Goodman y Sylvia Harrop (eds.), Women, Educational Policy-Making and Administration in England: Authoritative Women Since 1800, London, Routledge, 2000, p. 43.

13 L. G. Wickham Legg (ed.), The Dictionary of National Biography, 1931-1940, Oxford, Oxford University Press, 1949, p. 21.

14 Christophe Harvie, “Bryce, James, Viscount Bryce”, en Oxford Dictionary of National Biography, 2004. https://doi.org/10.1093/ref:odnb/32141 (consultado el 9 de julio de 2018); Keith Robbins, “History and Politics: The Career of James Bryce”, Journal of Contemporary History, n. 7 (–), 1972; Ions, James Bryce and American Democracy…;Seaman Jr., A Citizen of the World; José Enrique Covarrubias, “Alexander von Humboldt y James Bryce: una visión cosmopolita de Hispanoamérica en dos tránsitos de siglo”, en Aurora Cano Andaluz, Manuel Suárez Cortina y Evelia Trejo Estrada (coords.), Escenarios de cultura entre dos siglos. España y México 1880-1920, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas/Universidad de Cantabria, 2018; Héctor Domínguez Benito, James Bryce y los fundamentos intelectuales del internacionalismo liberal (1864-1922), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2018.

15 Seaman, Jr., A Citizen of the World, p. 158.

16 Harvie, “Bryce, James, Viscount Bryce…”, p. 11.

17Weetman Dickinson Pearson (1856-1927) fue un empresario británico que heredó el control del negocio familiar S. Pearson and Sons, Ltd. Trabajó en varios proyectos de infraestructura en Gran Bretaña y en 1886 llevó a cabo su primer proyecto en el extranjero: la construcción de un dique en Halifax, Nueva Escocia. También construyó el ferrocarril de Ávila y Salamanca en España en 1888 y el túnel del río Hudson en Nueva York entre 1904 y 1908. En México destacó por ser el contratista de Porfirio Díaz al hacer obras como el Gran Canal del Desagüe, el ferrocarril de Tehuantepec y llevar a cabo la modernización del Puerto de Veracruz. Además, en 1908 estableció la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, S. A. En 1918 vendió la mitad de las acciones a la Royal Dutch Shell que se haría cargo de la dirección a partir de 1919. Pearson fue uno de los empresarios británicos más importantes de la época y fue miembro liberal del parlamento británico, representando a Colchester en la Cámara de los Comunes de 1895 a 1910. En 1910 se le otorgó el título de Barón Cowdray y en 1917 de Vizconde Cowdray (Priscilla Connolly, El contratista de don Porfirio. Obras públicas, deuda y desarrollo desigual, México, El Colegio de Michoacán/Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco/Fondo de Cultura Económica, 1997; Lisa Bud-Fierman, Andrew Godley y Judith Wale, “Weetman Pearson in Mexico and the Emergence of a British Oil Major, 1901-1919”, The Business History Review, v. 84, n. 2, 2010; Paul Garner, British Lions and Mexican Eagles. Business, Politics, and Empire in the Career of Weetman Pearson in Mexico, 1889-1919, Stanford, Stanford University Press, 2011).

18 Garner, British Lions and Mexican Eagles…, p. 230.

19 Mary Louise Pratt, Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación, México, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 240.

20Weetman Pearson, Carta a James Bryce, Carlsbad, 2 de agosto de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 117, f. 49. La casa de Pearson se encontraba en la moderna colonia San Rafael, fundada en 1881 como ampliación de la colonia de los Arquitectos y en el antiguo Rancho del Cebollón (Jesús Galindo y Villa, Historia sumaria de la ciudad de México, presentación de Sergio Miranda Pacheco, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2011, p. 195).

21El republicano Theodore Roosevelt (1858-1919) fue presidente estadounidense del 14 de septiembre de 1901 al 4 de marzo de 1909 y destacó por su compromiso con el movimiento progresista que buscaba acabar con la corrupción en Estados Unidos. Durante su administración aumentó el poder de la Presidencia y del Gobierno Federal para apoyar el interés público frente a los intereses de empresarios. En cuanto a política exterior, Roosevelt consideró que era necesario volver a Estados Unidos una potencia mundial; en América Latina es importante porque aseguró la construcción del Canal de Panamá (1904-1914) y es conocido por el Corolario Roosevelt en el que señaló la importancia de que Estados Unidos ejerciera un poder policiaco sobre la región. En 1906 obtuvo el Premio Nobel de la Paz por mediar en la guerra ruso-japonesa. Howard Kennedy Beale, Theodore Roosevelt and the Rise of America to World Power, New York, Callier Books, 1962; Lewis L. Gould, The Presidency of Theodore Roosevelt, Lawrence (Kansas), University of Kansas Press, 1991; Jean M. Yarbrough, Theodor Roosevelt and the American Political Tradition, Lawrence (Kansas), University Press of Kansas, 2012.

22 Lorenzo Meyer, Su Majestad Británica contra la Revolución Mexicana. El fin de un imperio informal, 1900-1950, México, El Colegio de México, 1991; Michael P. Costeloe, Deuda externa de México: bonos y tenedores de bonos, 1824-1888, traducción de Lucrecia Orensanz Escofet, México, Fondo de Cultura Económica, 2007; Silvestre Villegas Revueltas, Deuda y diplomacia, la relación México-Gran Bretaña, 1824-1884, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2005; Garner, British Lions and Mexican Eagles…, 2011.

23 Lorenzo Meyer, “La Revolución Mexicana y las potencias anglosajonas. El final de la confrontación y el principio de la negociación, 1925-1927”, Historia Mexicana, v. 34, n. 2, 1984, p. 306.

24 Teixidor, “Prólogo”…; Ramírez Rodríguez, “Fanny Calderón de la Barca…”.

25 Frances Calderón de la Barca, La vida en México durante una residencia de dos años en ese país, Madrid, Rey Lear, 2007, p. 74-75.

26Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, Puebla de los Ángeles, 19 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 168.

27 Ferrús Antón, Mujer y literatura de viajes en el siglo XIX…, p. 57-63.

28Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, en camino de Texas a Ciudad de México, 5 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 161.

29Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, en camino de Texas a Ciudad de México, 5 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 162.

30Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, Ciudad de México, 9 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 164.

31 Pratt, Ojos imperiales…, p. 295.

32Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, Ciudad de México, 29 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 172.

33Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, Ciudad de México, 9 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 166.

34 Carlota de Bélgica, Viaje a Yucatán, prólogo de José N. Iturriaga, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2011, p. 36.

35Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, Puebla de los Ángeles, 19 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 171. Esta crítica también la realizaron liberales a lo largo del siglo XIX, quienes acusaban al clero católico del analfabetismo y el fanatismo de las masas, el cual veían como un rezago colonial. Con las Leyes de Reforma comenzó un largo proceso en que los liberales redujeron el poder económico de la Iglesia católica al desamortizar sus bienes, eliminar privilegios judiciales y secularizar actividades que previamente estaban a cargo de la Iglesia como el registro de nacimientos y los cementerios. La Revolución Mexicana continuó este proceso al secularizar la educación. Ildefonso Murillo Murillo, “La religión antes y después de las independencias. ¿Fuente de unidad o de conflicto?”, Escritos, v. 19, n. 42, 2011; Ruperto Patiño Manffer, “La secularización del Estado mexicano y las Leyes de Reforma”, en Las Leyes de Reforma a 150 años de su expedición, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2009; Pablo Mijangos y González, Entre Dios y la República. La separación Iglesia-Estado en México, siglo XIX, México, Tirant lo Blanch/Centro de Investigación y Docencia Económicas, 2018.

36Marion Bryce, Carta a la Sra. Ashton, Ciudad de México, 9 de octubre de 1901, Weston Library, University of Oxford, Bryce Papers, exp. 464, f. 166. Durante el Porfiriato las élites adoptaron la vestimenta europea. Las tiendas departamentales como Ciudad de Londres, Fábricas de Francia, El Puerto de Veracruz y El Palacio de Hierro vendían los productos de última moda, algunos importados y otros manufacturados en México por la industria textil de los barcelonnettes que muchas veces reprodujeron los diseños europeos. Las mujeres vestían a la moda francesa, mientras que los hombres a la británica. Florencia Gutiérrez, “El juego de las apariencias. Las connotaciones del vestido a fines del siglo XIX en la ciudad de México”, Varia Historia, v. 24, n. 40, 2008; Steven S. Bunker, “Transatlantic Retailing. The Franco-Mexican Business Model of Fin-de-Siècle Department Stores in Mexico City”, Journal of Historical Research in Marketing, v. 2, n. 1, 2010; Víctor M. Macías-González, “Learning the rules of the game. Informal Empire and the Mexican Experience at Stonyhurst College, 1805-1920”, en Martin Hewitt (ed.), The Victorian World, Abingdon, Routledge, 2012.

37 Ferrús Antón, Mujer y literatura de viajes en el siglo XIX…, p. 21.

38Se refiere a St. Louis, Missouri, Estados Unidos.

39Marshall Solomon Snow (1842-1916), docente e historiador. Fue canciller de la Universidad de Washington en San Luis de 1887 a 1891 y de 1907 a 1908.

40James Bryce publicó The American Commonwealth en 1888, traducida al español como La república norteamericana. En 1912 una traducción por Adolfo Álvarez-Buylla y Adolfo González-Posada fue publicada en Madrid por la editorial La España Moderna y en 2017 una nueva traducción con el estudio de Héctor Domínguez Benito fue publicada en Madrid por Marcial Pons.

41En la carta original la fecha aparece abreviada: “2nd Oct.”

42En la carta original la fecha aparece abreviada: “3rd Oct.”

43Se ha traducido Indians como indios, según el uso de la época.

44En la carta original la fecha está abreviada (Oct. 6th).

45En la carta original la fecha está abreviada como “Oct. 6th.”

46En la carta original la fecha está abreviada como “8th Oct.”

47En la carta original la fecha está abreviada como “6th Oct.”

48Henry Pratt Sturt estuvo encargado de los negocios como apoderado legal de Weetman Pearson en México en enero de 1900 (Armando Rojas Rosales, El ferrocarril de Tehuamteèc: ¿el eje del comercio del mundo? 1893-1913, tesis de doctorado en Humanidades, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2004, p. 84-87).

49En la carta original esta abreviado como “hrs.”

50Subrayado en la carta original.

51Se refiere a Paseo de la Reforma.

52Hay un error por parte de Marion sobre el sitio palaciego de los mexicas, el cual se encontraba ubicado en el actual Centro Histórico de la Ciudad de México. Sin embargo, en Chapultepec existen vestigios arqueológicos de los reyes mexicas como el famoso retrato de Moctezuma Xocoyotzin.

53La ciudad de México tuvo un arduo proceso de urbanización durante el Porfiriato como demuestra la obra de Jesús Galindo y Villa Historia sumaria de la ciudad de México, publicada en 1925 (Galindo y Villa, Historia sumaria de la ciudad de México, p. 191-223). En la época fue fundamental mejorar las condiciones de higiene, por lo cual se llevaron a cabo proyectos como el sistema de drenaje y el sistema de abastecimiento de agua (Mauricio Tenorio Trillo, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales, 1880-1930, México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 199-218; Claudia Agostoni, Monuments of Progress. Modernization and Public Health in Mexico City, 1876-1910, Calgary/Boulder, University of Calgary Press/University Press of Colorado/Universidad Nacional Autónoma de México, 2003). También ocurrió un proceso de embellecimiento de la ciudad: “Tan temprano como en agosto de 1877 se expidió un programa que pretendía hacer del Paseo de la Reforma un bulevar consagrado a los triunfos liberales. Dicho programa se completó, con algunas variantes importantes, en septiembre de 1910”. Arnaldo Moya Gutiérrez, Arquitectura, historia y poder bajo el régimen de Porfirio Díaz. Ciudad de México, 1876-1911, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2012, p. 35.

54Sobre los negocios, periódicos, empresas editoriales y actividades sociales de la colonia española, véanse los trabajos de Mario Cerutti, Empresarios españoles y sociedad capitalista en México, 1840-1920, Colombres (Asturias), Archivo de Indias, 1995; Martín Pérez Acevedo, Consideraciones sobre la presencia española en México: repercusiones y conflictos, siglos XIX y XX, Morelia (Michoacán), Papiro Omega, 2013, y Lilia Vieyra Sánchez, Inéditos del XIX: escritores, traductores, periodistas, editores y empresas editoriales, Zinacantepec (Estado de México), Secretaría de Cultura, 2015.

55Los bergantines fueron construidos en Texcoco por los españoles con piezas de artillería traídas desde Veracruz por los tlaxcaltecas. Alfredo Chavero, Lienzo de Tlaxcala, México, Cosmos, 1979, p. 55 y 68; Matthew Restall, Cuando Moctezuma conoció a Cortés. La verdad del encuentro que cambió la historia, traducción de José Eduardo Latapí Zapata, México, Taurus, 2019, p. 21.

56Marion se refiere a la actual zona arqueológica conocida como los baños de Nezahualcóyotl, en donde se encuentra un complejo palaciego perteneciente a la realeza texcocana.

57Hace referencia a diferentes productos extraídos de distintas plantas de agave como la bebida fermentada conocida como pulque, el destilado conocido como mezcal y la fibra del henequén.

58El subrayado es de la carta original. En el original correo americano viene abreviado como “Amer. mail”.

59Las fechas vienen abreviadas en el original como “30th Nov.” y “9th Nov.”

60Se queda sin papel y termina la carta en la primera página de la carta.

61Abreviado como “17th Oct.”

62Abreviado como “1st Oct.”

63Se refiere a su hermana Margaret.

64Palabras tachadas.

65Rushton es una aldea en Northamptonshire, Inglaterra.

66Abreviado como “hrs.”

67Alloa es una villa en Clackmannanshire, Escocia.

68En el Stonyhurst College se educaron varios miembros de la élite política y económica mexicana a lo largo del siglo XIX. Macías-González, “Learning the Rules of the Game…”, p. 691-707.

69Marion Bryce se refiere a la cascada San Antón, en el pueblo San Antonio Analco, que se ubica a tres kilómetros del centro histórico de Cuernavaca.

70Los emperadores Maximiliano y Carlota escogieron la mansión del minero taxqueño José de la Borda como lugar de residencia de verano por sus hermosos jardines. Actualmente este lugar es conocido como Jardín Borda y se ubica en la ciudad de Cuernavaca.

71Se refiere al Museo Nacional fundado en 1825, cuya función durante el Porfiriato “fue representar los orígenes del Estado mexicano y difundir el conocimiento científico por medio de tres coordenadas: la diversidad natural, el pasado prehispánico y las piezas heroicas. Con la inserción de estas últimas, el discurso museístico oficial pretendió exaltar un sentimiento defensivo, incluida la soberanía, frente a la invasión extranjera”. Mayeli Martínez Torre, La construcción del Museo Nacional de Arqueología e Historia (1867-1910). De la colección privada a la pública, tesis de maestría inédita, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2016, p. 104. Sobre la historia del museo y el aumento de colecciones a lo largo del siglo XIX, véanse Luz Fernanda Azuela y Alejandra Tolentino, “La construcción de un espacio para la divulgación de las ciencias: el Museo Nacional de México en el siglo XIX”, en Luz Fernanda Azuela y María Luisa Rodríguez-Sala (coords.), Estudios históricos sobre la construcción social de la ciencia en América Latina, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013; Rodrigo Antonio Vega y Ortega Báez, La colección de historia natural del Museo Nacional de México, 1825-1852, tesis de maestría inédita, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2011; Rodrigo Antonio Vega y Ortega Báez, “La vida pública del Museo Nacional de México a través de la prensa capitalina, 1825-1851”, Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, n. 59, 2014; y Martínez Torres, La construcción del Museo Nacional de Arqueología e Historia…

72James Bryce visitó la Escuela Preparatoria y también se reunió con el subsecretario de Instrucción Pública, Justo Sierra, véase “Dos visitas a la Preparatoria”, La Patria, Ciudad de México, 20 de octubre de 1901, p. 3.

73La Catedral Basílica de Puebla es la sede episcopal de la arquidiócesis de Puebla. La catedral fue construida entre 1575 y 1647. El coro fue construido de finales del siglo XVII a principios del XVIII; después se le instalaron órganos para armonizar las ceremonias. El coro tiene 52 sillas y fue un espacio destinado al oratorio del Cabildo de Puebla. Antonio Juárez Burgos, La catedral de Puebla, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2009.

74En la ideología del mestizaje mexicano el pasado indígena era la raíz de la identidad mexicana, un pasado glorioso pero caduco que debía ser superado a través de la cultura occidental. “[E]l mestizaje abrió la posibilidad de integración a las élites nacionales, definidas siempre por su cultura occidental que las hacía superiores al resto de la población, a un grupo mucho más amplio: ya no sólo los descendientes de europeos, sino todos aquellos ciudadanos que estuvieran dispuestos a adoptar esta identidad.” Federico Navarrete, Las relaciones interétnicas en México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 90. La ideología del mestizaje ha sido fundamental en la construcción del Estado mexicano en los siglos XIX, XX y XXI (Navarrete, Las relaciones interétnicas en México, p. 77-111), y es un discurso que en este apartado está reproduciendo Marion Bryce.

75Abreviado como “31st Oct.”.

76Abreviadas como “7th Oct.”, “27th Oct.” y “11th Oct.”.

77Abreviado como “31st Oct.”.

78Abreviado como “Nov. 1st”.

79Abreviado como “Nov. 1st”.

80A partir de la época colonial en México y otros países iberoamericanos las casas y edificios se organizaron alrededor de patios. Algunas tenían solamente uno principal y otras, dos o más patios. Los patios eran el espacio por donde transitaba la vida familiar al tener árboles, flores y animales. Beatriz Silva, “La vivienda a patios de origen hispánico y su difusión en Iberoamérica”, en Actas del III Congreso Internacional del Barroco Americano: territorio, arte, espacio y sociedad, Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, 2001; Alberto González Pozo, “Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica: universo por explorar”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, v. 26, n. 85, 2004.

81Teocelo es un pueblo en el estado de Veracruz que tiene la impresionante cascada de Texolo y otras dos cascadas llamadas Salto de Tocuapan y Salto de Tezozotla.

82Abreviado como “26th Oct.”.

83Orizaba fue una de las ciudades más importantes de México durante el régimen de Porfirio Díaz por su proceso de industrialización y urbanización. Por ejemplo, miembros de la colonia francesa instalaron la Compañía Industrial de Orizaba en 1880 en Río Blanco, empresa que fue fundamental para el desarrollo de la industria textil en el país. La obra que simbolizó la riqueza e industrialización de esta ciudad fue El Palacio de Hierro diseñado por Gustave Eiffel. Para saber más sobre el proceso de industrialización en Orizaba, véase Aurora Gómez-Galvarriato, Industria y revolución: cambio económico y social en el valle de Orizaba, México, Fondo de Cultura Económica/El Colegio de México/Universidad Veracruzana, 2016.

84Subrayado del original.

Recibido: 22 de Septiembre de 2019; Aprobado: 27 de Septiembre de 2019

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