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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versão impressa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.57 Ciudad de México Jan./Jun. 2019  Epub 30-Abr-2020

https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2019.57.69788 

Reseñas

Susie S. Porter, From Angel to Office Worker. Middle-Class Identity and Female Consciousness in Mexico, 1890-1950

Mario Barbosa Cruz* 

1Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa mbarbosacruz@gmail.com

Porter, Susie S. From Angel to Office Worker. Middle-Class Identity and Female Consciousness in Mexico, 1890-1950. Lincoln: University of Nebraska Press, 2018.


De ángel a empleada de oficina es, sin duda, una frase que sintetiza el propósito del trabajo de Susie Porter, un libro de gran relevancia para quienes nos interesamos en el género, el mundo del trabajo y las identidades. En un periodo que cubre el final del siglo XIX y la primera mitad del XX, la autora aborda los cambios sustanciales en la conformación de identidades de clase media de un número creciente de mujeres que engrosaron las filas del trabajo en sectores de la burocracia en México.

Porter aporta a la historiografía desde varios puntos de vista. En primer lugar, este libro y sus publicaciones anteriores abordan temas que habían sido poco explorados y analizados hasta hace pocos años. En primer lugar, la autora ha sido pionera en abrir caminos, tanto en México como en otros países, para estudiar el mundo de las empleadas, no sólo para explorar las características de un trabajo que la historiografía había descuidado, dando prelación a estudiar ampliamente a otros sectores de trabajadoras. Su interés va más allá, busca estudiar las relaciones de género de estas mujeres y las particularidades de dichas relaciones con sus identidades de clase. Se pregunta: ¿cómo una secretaria o una mecanógrafa, por ejemplo, puede ser parte, al mismo tiempo, de las clases trabajadoras y de la clase media?

Los estudios de la clase media en México y América Latina se han renovado en las dos últimas décadas a partir de la incorporación de varios ámbitos que la autora atiende en este libro. En primer lugar, esa posición social de las empleadas y los empleados en el “justo medio” y los crecientes llamados de atención de diversos sectores públicos en relación con que las mujeres de clase media necesitaban trabajar más que otras mujeres. En el siglo XIX, los ideales de masculinidad construyeron una imagen de familia en la que el hombre era el proveedor y la mujer el ángel del hogar. Las clases medias, como ideales de mesura, decencia y civilización fueron el símbolo de este modelo; muchas mujeres de estos sectores comenzaron a ingresar al mercado de trabajo en las organizaciones burocráticas del Estado y de las empresas privadas constituidas desde la segunda mitad del siglo XIX.

En esta exploración de las empleadas de oficina, la expansión de la educación y de los programas de capacitación comercial desempeñaron un papel fundamental. En las escuelas creadas para tal fin, muchas mujeres jóvenes (cabe señalar que también muchos hombres) adquirieron conocimientos técnicos y mejoraron sus habilidades para desempeñar este trabajo. Uno de los ejes del libro es precisamente analizar cómo fue cambiando y cuáles fueron las características y particularidades de la educación comercial, desde sus orígenes hasta cómo se fue fortaleciendo y expandiendo en las décadas de 1920 y 1930.

La educación se había convertido en una posibilidad importante para la movilidad social o para conservar estas particularidades sociales de las mujeres que las ubicaban en la clase media. La autora ve un incremento de esta presencia pública de las empleadas de oficina en la década de 1920 a partir de una exploración de su participación en el mundo del trabajo, así como de sus conocimientos de mecanografía y del perfeccionamiento de sus habilidades para escribir, que llevaron a las mujeres a preguntarse por el papel social y por la defensa de sus derechos. La participación de estas mujeres en eventos e iniciativas era también consecuencia de la experiencia de mujeres que habían trabajado en oficinas gubernamentales y conocían los debates legislativos y que buscaban dignificar sus condiciones laborales y sociales.

La autora señala que este ingreso en el mundo del trabajo de la oficina se refuerza con la participación de las mujeres en los espacios públicos y en los movimientos a favor del sufragio femenino. Por lo tanto, encuentra una asociación importante entre la consolidación del feminismo y el fortalecimiento de la pertenencia de las mujeres a las clases medias (tanto por su propia autoadscripción como por la ubicación en el medio que hacían otros sectores sociales).

La autora encuentra un aumento creciente de la presencia de mujeres en las oficinas públicas (con algunos altibajos al final del periodo de estudio), no sólo numéricamente sino en términos porcentuales respecto de los hombres. A la par, también observa un fortalecimiento de los procesos de profesionalización de estas mujeres, así como una visibilización de las desigualdades laborales y sociales de estas mujeres que se hacían evidentes.

Las primeras organizaciones de mujeres insistieron en lograr condiciones similares de igual pago por igual trabajo en relación con sus compañeros varones. Justamente, en el libro se resalta cómo estos reclamos y estos movimientos de mujeres impulsaron una mayor presencia pública en estas discusiones en el espacio público, superando los discursos públicos de comienzos de siglo que criticaban el ingreso de las mujeres al mundo del trabajo y reproducían esos roles tradicionales relacionados con su papel como “ángel del hogar”.

Porter subraya la participación creciente de estas mujeres en el fortalecimiento de la cultura escrita a partir del “empoderamiento de su palabra” y de una activa participación en discusiones sobre temas como trabajo, matrimonio, familia y feminismo. La autora subraya su papel no sólo como trabajadoras de oficina, sino como mujeres que acrecentaron su capital político al fortalecer su capital cultural conseguido por su trabajo, por las interrelaciones construidas y por su misma posición en las oficinas gubernamentales.

Las mujeres participaron de forma creciente en congresos y movimientos de trabajadoras. La autora da seguimiento a los congresos de mujeres y a las organizaciones que se conformaron con mayor fuerza en la década de 1930. Estas organizaciones y las coaliciones y encuentros con otras organizaciones (maestras, defensoras del sufragio femenino) fortalecieron la conciencia de una posición estratégica para exigir el respeto y la defensa de sus derechos civiles. La autora insiste en la necesidad de relacionar en el análisis de la historiografía estas movilizaciones en defensa de derechos laborales y civiles, como mujeres, como trabajadoras y ciudadanas.

La diversidad y el aumento de la presencia pública de los medios de comunicación en estas décadas y, en particular, en la década de 1940, es una oportunidad para que Porter analice las representaciones de la mujer de oficina en la prensa, los estudios sociológicos, el cine, y la literatura. Señala que en dichas imágenes persisten temas recurrentes en los últimos veinte años: el balance entre el hogar y el trabajo, las relaciones de mujeres y hombres dentro y fuera de la oficina, así como la imagen de la madre soltera trabajadora. Si bien las organizaciones continuaron con un papel importante, las representaciones tuvieron un matiz conservador al final del periodo de estudio.

Estos problemas abordados por Porter en su libro abonan para entender los cambios en las identidades de las mujeres trabajadoras en las oficinas gubernamentales. Además, permiten entender el fortalecimiento de una identidad de clase media. La autora señala que, a pesar de las dificultades económicas que podrían tener las funcionarias, en estas décadas ganaron diversos capitales en el sentido bourdiano del término: un capital cultural, social, político y simbólico como mujeres pertenecientes a las clases medias.

Para terminar, quisiera subrayar los aportes de esta obra. En primer lugar, es un libro que se suma a los esfuerzos por entender las identidades de clase y género a partir de la incorporación de ámbitos centrales en la constitución de un análisis de la clase tomando en cuenta sus condiciones estructurales marcadas por un trabajo específico permitido por la capacitación y la profesionalización creciente, así como la conformación de elementos simbólicos y de una orientación clara hacia la acción. La presencia y la fortaleza continuas de las organizaciones permitieron consolidar metas comunes para la defensa de sus derechos como mujeres, trabajadoras y ciudadanas.

Faltan más estudios como el de Susie Porter que permitan dar sentido a conceptualizaciones que, a veces, se asumen como dadas en la historiografía. El concepto de clase media y las identidades de género de estas mujeres se enriquecen con una obra muy bien fundamentada a partir de una amplia revisión de fuentes diversas y de un diálogo fecundo con la historiografía mexicana sobre estos temas y con la bibliografía que ha explorado recientemente a las clases medias urbanas.

Considero que éste y los trabajos anteriores de Porter han abierto caminos para dimensionar el papel de las mujeres, para relacionar ámbitos que la historiografía a veces analiza de manera fragmentada: me refiero a los estudios sobre el mundo del trabajo, el análisis social de la movilidad social y de clase, así como de la necesaria discusión sobre las relaciones de género en la historia de México en el siglo XX. Sin duda, este libro permitirá continuar abriendo caminos en la historiografía social y en los estudios de género en un tema que sigue abierto a nuevas investigaciones e interpretaciones para entender cómo las mujeres conquistaron y se abrieron paso en la oficina, un mundo que hasta finales de siglo XIX había estado destinado preferentemente a los hombres.

Referencias

Susie S. Porter, From Angel to Office Worker. Middle-Class Identity and Female Consciousness in Mexico, 1890-1950. Lincoln: University of Nebraska Press, 2018. [ Links ]

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