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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versión impresa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.46 Ciudad de México jul./dic. 2013

 

Obituario

 

María de Carmen Olivares Arriaga, 1927-2013

In memoriam

 

Patricia Osante

 

* Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de investigaciones Históricas.

 

Conocí a María del Carmen Olivares Arriaga en Ciudad Victoria, Tamaulipas, en 1998, en el marco de los 250 años de la fundación de la Colonia del Nuevo Santander. A partir de entonces, cultivamos una grata amistad y abrigamos juntas proyectos afines, como fue el de emprender la azarosa tarea de institucionalizar el estudio de la Historia en Tamaulipas. Fue Carmela, como solían llamarla su familia y amigos cercanos, una mujer muy activa y emprendedora. Preocupada siempre por su superación personal, obtuvo los grados de doctora en Pedagogía y de maestra en Historia. En el campo de la docencia y de la investigación, la doctora Olivares trabajó para la secretaría de educación Pública, para la Universidad Autónoma de Tamaulipas y para el Instituto Tamaulipeco de Bellas Artes. Cabe destacar que para la primera institución Carmen Olivares, entre muchas de sus aportaciones, introdujo la Metodología y técnica de la Matemática Moderna I, II, III y IV, a nivel de educación básica, en los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Estado de México, Jalisco y Coahuila, principalmente. En todos estos estados también promovió el aprendizaje de la lectoescritura por el procedimiento ecléctico y la escritura script.

Para efectos de este sencillo pero muy merecido reconocimiento resultan abrumadoras las actividades desempeñadas por Carmen Olivares en pro de la educación y la cultura tamaulipecas. Fue, por ejemplo, cofundadora del Colegio Justo Sierra y maestra cofundadora también de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. La doctora Olivares, a lo largo de su fructífera vida, difundió sus conocimientos en los ramos de la educación, la historia y la cultura a través de libros, ensayos y artículos publicados tanto en periódicos y revistas locales y nacionales como en la gran variedad de cuadernos de trabajo que realizó durante su larga carrera vinculada de modos muy diversos al magisterio, actividad que nunca abandonó hasta su muerte, que la sorprendió cuando se desempeñaba como presidenta del consejo estatal técnico de la educación. En esta importante vertiente del quehacer magisterial de la doctora Olivares sólo me detendré a mencionar la obra de su autoría titulada El maestro Lauro Aguirre y su obra educativa en Tamaulipas, editada por el gobierno de Tamaulipas en 1964. En reconocimiento de su calidad profesional, el seminario de cultura Mexicana la nombró titular de su corresponsalía en Ciudad Victoria y la Academia Mexicana de educación la designó su representante en el estado de Tamaulipas. Carmen Olivares fue distinguida como la mujer del año en 1986 y la mujer más sobresaliente de su estado natal en 1993. Obtuvo, además, la Medalla Lauro Aguirre.

Fue María del Carmen una mujer de trato amable y delicado, que contrastaba con su adusta figura. Es verdad, bastaba cruzar unas cuantas frases con ella para percatarnos de que estábamos frente a una inquieta y gentil mujer interesada en contribuir al desarrollo cultural de su querida tierra natal, Ciudad Victoria, y en general al del estado de Tamaulipas. La doctora Olivares tenía además la virtud de hacer sentir en casa a todos los "fuereños" que, en su momento, tuvimos la fortuna de colaborar en el proyecto académico, prohijado por ella y por quien esto suscribe, cuando apenas iniciaba su gestión como directora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Cómo olvidar el día en el que, apoyadas en los conocimientos del profesor Gustavo Adolfo García Paz sobre el manejo de la compleja burocracia universitaria, nos lanzamos a la incierta pero fascinante aventura de echar a andar la Especialidad en Historia de México, hace ya más de una década. Desde un principio, el proyecto corrió con gran suerte al ser avalado y cobijado, a través de la concertación de un convenio de colaboración, por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en ese entonces bajo la dirección de la doctora Virginia Guedea.

Gracias al apoyo de las autoridades universitarias estatales, así como al de las autoridades de la UNAM, pero sobre todo debido a las gestiones realizadas por Carmen Olivares a nivel local con los funcionarios universitarios y de gobierno tamaulipecos, el proyecto que un día incoamos en mi cubículo de ciudad Universitaria no sólo se volvió viable sino que cristalizó en un sólido programa académico sostenido por una plantilla de profesores del más alto nivel, en su mayoría investigadores del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Para todos y cada uno de los 19 catedráticos que acudimos cada semana, de manera alternada, a lo largo de cuatro años a las instalaciones universitarias tamaulipecas con el objeto de impartir nuestros cursos correspondientes, la doctora Olivares fue siempre un referente importante, porque, además de ser la directora del Instituto de Investigaciones Históricas de la mencionada institución y la principal impulsora del proyecto académico, siempre estuvo presente para auxiliarnos de manera personal en todo lo que pudiéramos requerir para garantizarnos una cordial y cómoda estancia en la capital tamaulipeca. Pero, en honor a la verdad, su presencia también obedeció al genuino interés que la doctora Olivares siempre tuvo por aprender de cada uno de los académicos que llegábamos a aquellas tierras norteñas todo lo referente a nuestros particulares temas de investigación. Recuerdo haberla escuchado decir en más de una ocasión que nuestra presencia era un viento fresco que soplaba en aquellos parajes semidesérticos. En esos años se dolía de la inexistencia del estudio escolarizado de la historia en Tamaulipas cuando estaba casi por finalizar el siglo XX.

Tanto era su afán y su convencimiento sobre el proyecto académico que le asistía que, a pesar de sus múltiples compromisos en todos los ámbitos de su interés y de sus años acumulados, María del Carmen Olivares no dudó en inscribirse como alumna regular, primero en la especialidad en Historia de México, y, después, en la maestría en Historia, grado que finalmente obtuvo con la tesis Lauro Aguirre y el proceso de educación en el estado de Tamaulipas, bajo la asesoría del doctor Álvaro Matute Aguirre. Esta obra fue publicada por el Gobierno del Estado de Tamaulipas en 2010. Este personaje, desde mucho tiempo atrás, había sido estudiado por ella, pero bajo la perspectiva de su quehacer pedagógico.

La semilla sembrada por la doctora Olivares en el ámbito académico tamaulipeco ha dado jugosos frutos. La licenciatura en Historia, en la Facultad de Ciencias de la Comunicación y Humanidades de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, de donde ha salido hasta ahora la primera generación y algunos de sus estudiantes ya cursaron la maestría en Historia en diversas instituciones de prestigio a nivel nacional. Del grupo de egresados de la maestría en Historia, impulsada por Carmen Olivares, ocho obtuvieron su grado, y varios de ellos actualmente están inscritos en el doctorado en Historia de la UNAM. Atenta a las demandas del mundo actual y a las necesidades de los nobeles historiadores tamaulipecos, la doctora Olivares y un reducido grupo de egresados de la maestría en Historia fundaron en mayo de 2007 la Sociedad Tamaulipeca de Historia, A. C., asociación en la cual la doctora Olivares fungió como presidenta fundadora hasta el viernes 19 de enero de 2013, día de su lamentable deceso. A los académicos de la UNAM y de la UAT, que tuvimos el gusto de conocerla y de colaborar en sus proyectos, su ausencia nos deja un enorme hueco difícil de llenar, pero queda en nuestra memoria su carácter afable, su generosidad, así como su gran optimismo, rica mezcla de testarudez y perseverancia. Así era nuestra querida Carmela.

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