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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versão impressa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.35 Ciudad de México Jan./Jun. 2008

 

Reseñas bibliográficas

 

Niceto de Zamacois, Vindicación de México, selección, introducción y notas de José Enrique Covarrubias

 

Leonor Ludlow*

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 2007, 238 p. (Biblioteca del Estudiante Universitario, 144)

 

* Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México

 

Con el propósito de difundir las ideas de importantes escritos, algunos de ellos reconocidos como clásicos, fue creada hace varias décadas la Biblioteca del Estudiante Universitario, colección destinada al gran público y que entre sus últimos textos publicados destaca el de Niceto de Zamacois titulado Vindicación de México. Se trata de una selección que ha sido elaborada por el doctor José Enrique Covarrubias, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, autor que ya había sido motivo de su atención en otro trabajo de este autor,1 en el cual revisa la concepción que los extranjeros tuvieron de México a mediados del siglo XIX, entre los cuales incluyó a este autor.

La lectura de un libro de esta naturaleza invita a reconocer, en primer término que tal ejercicio no fue fácil, dado la vastedad de la obra de aquel novelista e historiador bilbaíno, Niceto de Zamacois (1820–1855), quien ha sido reconocido —por numerosos historiadores que le han sucedido— por su autoría de más de una decena de ensayos sobre costumbres mexicanas, publicados en Madrid en El Museo Universal (1847). También colaboró en revistas al lado de connotados liberales mexicanos en influyentes periódicos como El Renacimiento y en otros como La Colonia Española, publicación que participó en la polémica sobre "El origen del plagio en México", obra reeditada hace algunos años. Además, Zamacois escribió varias novelas históricas, como es el caso de El capitán Rossi, El jarabe, y El mendigo de San Ángel, en la cual señaló que buscaba, "dar a conocer a mis compatriotas los grandiosos monumentos, la riqueza territorial, el benigno clima, la vigorosa vegetación y las grandes bellezas" (p. XIII).

Pero sobre este autor ha sido reconocido todo por tratarse de quien publicó la primera historia monumental de México, intitulada Historia de Méjico desde sus tiempos más remotos hasta el gobierno de D. Benito Juárez, escrita en vista de lo que de irrecusable han dado a luz los más caracterizados historiadores, y en virtud de documentos auténticos no publicados todavía, que vio la luz en Barcelona y en México entre 1876 y 1882. Se compone de veinte volúmenes y en varios estudios historiográficos se ha reconocido el esfuerzo de Zamacois al elaborar este impresionante trabajo al que se dedicó en cuerpo y alma durante los últimos años de su vida. En diversos foros se ha reconocido también el carácter pionero de esta obra, que tuvo gran importancia y valía para trabajos posteriores como el de la reconocida obra colectiva de México a través de los siglos, que fue impulsada por Vicente Riva Palacio unos años más tarde.

La labor historiográfica y literaria de Zamacois se tradujo en una abundante y amplia obra, de la que parece difícil preparar una selección que ofrezca al lector de esta colección una visión cabal y completa del autor y de su obra. Con este propósito José Enrique Covarrubias optó por presentar en esta selección aquellos escritos que expresen mejor el sentimiento de apego e identidad que el residente bilbaíno construyó con el país en el que residió desde su juventud. Este afecto lo explicaba por ser México el país de sus hijos, por lo que no dudó en afirmar que "el suelo que más amo, después de España, es pues México" (p. 234).

Precisamente de ese cariño se desprende el título de esta antología, a través de la cual se ha buscado destacar los escritos que defendieron a México, y en particular a la ciudad de México, redactados en medio de un largo periodo donde la imagen del país se mantuvo en el descrédito, dada la prolongada inestabilidad política, pero también como resultado de la opinión de otros residentes extranjeros que, por medio de la correspondencia diplomática o de algunos impresos, difundieron una visión negativa sobre el presente y el futuro del país.

En contraste con estas opiniones de desprecio, Zamacois se relacionó con los liberales moderados de su época, además de optar por crear una visión amable sobre las condiciones naturales, culturales y sociales que México ofrecía al mundo, exculpándole así de la idea negativa que compartían propios y extraños. En otras palabras, se aprecia en la obra de Zamacois su propósito de compartir su sentimiento individual de identidad y afecto por lo mexicano entre el gran público lector de aquellos años. Esa percepción y ese deseo guió con cuidado y esmero la labor de selección del doctor Covarrubias, al elegir más de una veintena de los escritos que mejor representen el espíritu y ánimo del bilbaíno, el de lograr la vindicación de México, porque afirmaba que, a través de su obra, había expresado "Mi empeño [en ...] dar a conocer a mis compatriotas los grandiosos monumentos, la riqueza territorial, el benigno clima, la vigorosa vegetación y las grandes bellezas de México [...]; traté entonces de pintar las costumbres, la índole y el carácter de los hijos de este privilegiado país, del que en Europa no se tiene ni la más remota idea".

La presente recopilación se organizó en torno a tres importantes ejes. El primero se intitula Los mexicanos en su suelo y su clima. Carácter y costumbres, y en él se incluyó más de una decena de textos, en su mayoría relativos a la ciudad de México, ya que ésta fue reconocida por Zamacois como parte de las grandes capitales del mundo —como era el caso de Venecia, Madrid, París o Londres—. Éstas, consideró el autor, "son el receptáculo a donde van a parar con sus trajes peculiares los hombres de sus distintas provincias, y el punto, por lo mismo, en que el escritor puede de un solo golpe de vista descubrir los diferentes matices que marcan al país en general y a cada provincia en particular" (p. 69).

Esa apreciación se corrobora con otros textos que complementan este apartado describiendo, además de la estructura y la función de construcciones de gran valor arquitectónico e histórico —como son la catedral, el Palacio Nacional y los hoy inexistentes Teatro Nacional y Teatro de Iturbide—. En otras páginas destacan las observaciones escritas por Zamacois sobre la belleza del paisaje y la luminosidad del valle de México, sobre la valiosa obra arquitectónica de varios edificios, así como la naturaleza y la cultura que, en conjunto, fueron motivo de la admiración de propios y extraños, además de ser expresión del valor urbano que en otros tiempos se concedió a la ciudad de México; por ello, la consideró "la ciudad más hermosa de todas las Américas, tanto por ese cielo azul que constantemente goza como por la riqueza y la solidez de sus edificios y templos" (p. 12–13).

En este apartado se incluyen también varios escritos de Zamacois relativos a los ritos religiosos y a los espectáculos públicos —como son los toros y las festividades de Semana Santa, ambas de tradición española—, gracias a los cuales el lector del volumen logra tener una visión más completa de lo que fue la ciudad de México en el siglo XIX y no quedarse con la imagen de una ciudad vacía compuesta tan sólo del paisaje material, puesto que —afirmaba Zamacois— las "costumbres reflejan la índole de los pueblos, sus sentimientos y su grado de cultura" (p. 96).

El doctor Covarrubias tituló el segundo apartado del volumen "Una sociedad en la encrucijada"; en él se incluyen varios textos que pueden ser con facilidad comprendidos y visualizados por los lectores ilustrados de México y del extranjero. La selección se organiza en dos apartados, uno dedicado a la situación social del país y el otro a la frágil e inestable situación política de su tiempo. En el primero, hay tres textos cortos sobre prototipos de personajes de las ciudades de Antiguo Régimen, donde los mayores conglomerados estaban compuestos por los funcionarios o los empleados (oficinistas) con o sin ocupación y los criados, y en medio de éstos la figura de la casera mexicana (en contraste con ¿la española?), aquella mujer que

después de haber brillado cual su educación requería, a lado de un bizarro oficial o de un digno empleado, pasa muerto, retirado o jubilado su querido consorte a una vida más precaria [...] hasta que, acosada por la escasez [...], acude al último recurso y, gracias a sus muchas relaciones, consigue al fin que la nombre algún antiguo conocido, casera de alguna casa de vecindad donde le señala para su habitación un cuarto reducido y húmedo (p. 112).

Capítulo aparte con el fin de destacar la particularidad de México frente a las numerosas referencias e identidades que Zamacois busca y establece entre España y México, es el texto sobre los indios, cuya figura e imagen difundió en el periódico madrileño, El Museo Universal, en el cual comparte el sentimiento negativo de los criollos y peninsulares frente al mundo indígena, construido desde el periodo colonial. El autor acusa a los indios lo mismo por su atraso, vicios y flojera que por su fanatismo religioso, concluyendo que esto es resultado de su marginación del resto de la sociedad, al mantenerse "separados completamente de la clase pensadora e instruida" (p. 173).

Las referencias de Zamacois a la vida política del país lo identifican abiertamente con los grupos de liberales moderados del periodo que precedió a la Reforma. Los trabajos incluidos hacen referencia tanto al presente como al futuro del país. En la segunda parte del segundo capítulo y en el tercero y último del volumen, Covarrubias reproduce diversos aspectos de los conflictos de poder de los años que antecedieron al periodo de la "anarquía", aquel donde se sucedieron dos guerras internacionales: contra los Estados Unidos y la que hubo con motivo de la intervención francesa, en medio de las cuales se sucedió la guerra de Reforma y en la cual participó el "partido conservador". Zamacois justifica a este último en dos textos relativos al nulo impacto benéfico de las leyes de desamortización y al aspecto nocivo que se alcanzó, al romperse la unidad religiosa provocada por erróneas posturas de los liberales.

Optimista es finalmente el legado político de Zamacois, como se expresa en la última parte de esta antología, en la que son esbozadas las que deberán ser las principales directrices para el futuro. Estos textos escritos en los inicios del Porfiriato, anuncian la política de conciliación puesta en práctica por este régimen, vista como resultado de un largo y doloroso aprendizaje de guerras y desavenencias políticas, y en este sentido comparte con muchos de sus contemporáneos la idea de que la "historia [es] la maestra de la política", y por tanto era necesario alcanzar la unión, por medio de la tolerancia y la honradez.

Amena y provechosa es la lectura de este nuevo título de la Biblioteca del Estudiante Universitario, en el cual el doctor Covarrubias no sólo cumple con los propósitos y las reglas de esta tradicional colección universitaria sino que él también vindica a Zamacois al rescatar los sentimientos y las ideas que guiaron el conjunto de su obra y de su vida, presentándolo cabalmente como un hombre de su tiempo.

 

Notas

1 José Enrique Covarrubias, Visión extranjera de México, 1840–1867. El estudio de las costumbres y de la situación social, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas/Instituto de Investigaciones Dr. José Maria Luis Mora, 1998.        [ Links ]

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