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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versión impresa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.34 Ciudad de México jul./dic. 2007

 

Reseñas

Thomas Benjamín, La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia

Diego Esteva Pulidoa 

a Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, México.

Benjamín, Thomas. La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia. ,, Madrigal, María Elena. México: Taurus, 2003. 309p. ils, Pasado y Presente,


Nadie vacila en señalar que las plumas extranjeras han enriquecido la historiografía de la Revolución Mexicana. Una de ellas pertenece a Thomas Benjamin Con la publicación de El camino a Leviatán, el autor contribuyó a redimensionar el proceso revolucionario mexicano con las herramientas de la historia regional, inscrito de lleno en el revisionismo entonces en boga. En esencia, esta tendencia deconstruyó el mito de la Revolución. Los estudios sobre procesos locales y regionales de los años sesenta y ochenta desacreditaron la imagen de una revolución única y unificada y contribuyeron a la interpretación revisionista que considera la experiencia mexicana desatada en 1910 una revolución popular fallida o un exitoso movimiento burgués. ¿Contra qué fantasma peleaban? Pues Fon la idea monolítica, sacra y dominante de la revolución promovida por el Estado priista.

En cambio, en esta ocasión Benjamin nos presenta un complicado juego entre memoria, mito e historia, abonando al posrevisionismo historiográfico. Todo ello en aras de comprender la construcción social de la noción de Revolución Mexicana. De arena de debate entre facciones a mito político unificador, este autor sigue el proceso de invención de una idea -representación, si se quiere-. Para lograrlo, leyó de manera audaz variados vestigios: la rica folletería de la Biblioteca Lerdo de Tejada, la Colección Basave de la Biblioteca México, incluyendo en su agenda murales y monumentos.

En buena medida, La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia es afín al universo de textos que se han servido de la nueva historia cultural. Esto es, "la historia de la producción y reproducción de significados socialmente construidos".1 La mayoría de los estudios realizados dentro de esta tendencia, se ha centrado en los grupos populares.2 En cambio, Benjamin se ocupa de la formación y diseminación de una idea en la cultura posrevolucionaria, una noción que se transformó en el interior de grupos hegemónicos en disputa: la Revolución Para ello reconoce dos procesos Por un lado, la construcción de la Revolución en la memoria, el mito y la historia de 1911 a 1928, a lo que destina la primera parte del libro. Por el otro, en la segunda parte se ocupa de la "tradición revolucionaria" en tres manifestaciones o, como refiere el autor, "encarnaciones": el festival anual, el monumento conmemorativo y la historia oficial.

Al mismo tiempo, la obra sugiere que la memoria de la Revolución, igual que el proceso revolucionario, se construyó en diversos momentos Si bien dejó de manar legitimidad en el discurso oficial, permanece en el imaginario de las reivindicaciones sociales y nacionalistas El discurso entró en crisis al igual que el Estado que fincó su retórica en éste. "El Estado y el partido dominante [...] son la culminación y la continuación de la Revolución Mexicana", asegura Thomas Benjamin. 3

Ni la memoria ni la historia ni el mito de la Revolución son un monolito atemporal Antes que otra Fosa, Benjamin nos introduce a cómo afectó la agitación de 1910 a 1920 el recuerdo organizado y el olvido deliberado en las narraciones nacionales Para ello, el autor propone partir de que hacia el último tercio del siglo XIX existían dos monumentos historiográficos: México a través de los siglos, dirigido por Vicente Riva Palacio siguiendo el rasero liberal, y México, su evolución social, C oordinado por Justo Sierra empapado de doctrinas acogidas por la elite porfiriana, esto es, el positivismo y el darwinismo social. En ambas se representa la historia de México en una secuencia progresiva de etapas.

Siguiendo este proceso, Benjamin apunta que la lucha armada rompió la linealidad del relato Diversas plumas inflamadas contribuyeron a la agitación y la incertidumbre, pergeñando interpretaciones distintas y opuestas sobre su pasado reciente De esta manera, el reto más apremiante para los artífices de la idea de Revolución fue consustanciar nación y revolución, es decir, hacer de ambas nociones la misma cosa.

Tras plantear esta disyuntiva, el historiador estadounidense presenta la primera parte del libro En ésta se ocupa de la "puesta en escena", esto es, Benjamin hace un seguimiento cronológico del "torrente discursivo" que acompañó la "avalancha de acontecimientos" de 1910 a 1928. En otras palabras, el autor presenta un análisis del discurso de los "voceros de la Revolución" al calor de la lucha armada Aquí resulta sugerente que la división política tuvo su correlato en una serie de desacuerdos sobre el pasado poco a poco, las representaciones textuales del movimiento fueron dándole forma como un solo proceso hasta la década del veinte, alcanzando proporciones míticas En el tránsito, los carrancistas abonaron bastante a este proceso: la dictadura de Díaz y el gobierno de Huerta fueron desacreditados, mientras que Madero y otros "mártires" precursores fueron sacralizados, sin dejar de señalar sus errores políticos La nueva Constitución fue presentada como la culminación de la lucha del rey viejo contra Huerta, mientras que (des)calificaron como reaccionarios a Villa y Zapata.

De esta forma, el Estado que fue reconstruido no necesitaba inventar la Revolución. Pero la dominación política implica por fuerza una definición histórica y, para ello, las heridas de la memoria deben cicatrizar Congruentes con este imperativo de la hegemonía, los gobiernos que se sucedieron en los años veinte buscaron su legitimidad en la Revolución Retomadas en la base de su discurso, las voces sonorenses innovaron dos elementos en la construcción de la idea de la Revolución: 1) "fue hecha gobierno" y, por lo tanto, bajada del caballo y concebida en permanente y pacífica renovación, y 2) fue unificada por una "familia revolucionaria" ocupada en enterrar las discordias partidistas.

En la búsqueda de este objetivo, los sonorenses reificaron -o cosificaron- la Revolución, reacomodando el panteón de figuras que Contribuyó a la causa de ésta: fue anatemizado Carranza y reivindicados Zapata, Flores Magón y Felipe Ángeles. Si bien Obregón descuidó la remembranza porque, como hombre práctico, menospreció la forja de una memoria oficial así como porque su prestigio personal no demandaba apelar a otras herramientas; Calles, carente de carisma, asumió la tarea de hacerla gobierno y se fincó en ella para maquinar reformas sociales, presentándose en las conmemoraciones de Madero, Pino Suárez, Zapata, Flores Magón, Carrillo Puerto y hasta Carranza Así, los callistas destacaron tres episodios de la Revolución: la lucha maderista, la promulgación de la Constitución y la presunta aplicación del programa revolucionario a partir de 1920.

Ingresando de lleno al mundo de las representaciones, Benjamin ocupa la segunda parte del libro para analizar tres manifestaciones de lo que llama "tradición revolucionaria" A saber, el festival anual, el Monumento a la Revolución y la historiografía oficial Todo ello formó una estructura de significados para trasladar el pasado al presente, edificando la plataforma en que se montó la propaganda ideológica del Estado en construcción. La culminación de este proceso está asociada al Cardenismo, donde se afinaron las bases institucionales del régimen que dominó la segunda mitad del siglo XX.

En primer lugar, Benjamin describe el festival anual. "Los desfiles son monumentos vivientes", asegura este historiador.4 Originalmente relegado al ámbito oficial, el 20 de Noviembre fue alentado por asociaciones civiles No fue sino hasta la institucionalización de la Revolución -a fines de los años veinte y principios de los treinta- que el Estado mexicano acometió la labor de afirmar y conmemorar su linaje Al mismo tiempo, el desfile deportivo correspondía con la pedagogía del nuevo ciudadano, siguiendo una ruta por monumentos históricos Así, este evento encarnó lo que Alan Knight califica de programa cultural revolucionario, orientado a fomentar en las masas populares el nacionalismo, la alfabetización, la ciudadanía, la sobriedad y la higiene.5

Por su parte, el Monumento a la Revolución, erigido sobre las ruinas de lo que hubiera sido el palacio legislativo porfiriano, unificó en piedra el pasado reciente Fon la guerra de Independencia y la Reforma liberal Sus conciliadoras columnas integraron la "familia revolucionaria", al acoger las cenizas de Carranza, Madero, Calles, Cárdenas y Villa Eso no fue todo, a su doble papel de monumento y tumba, tiempo después se le asignó un tercero: ser un museo.

Finalmente, Benjamin hinca el diente en las representaciones historiográficas Señala que maduraron a un ritmo más lento. Con algunos precedentes semioficiales, la Historia de la Revolución Mexicana del periodista Alberto Jiménez Morales, fue premiada por el Partido Revolucionario Institucional en 1951. En ella, se subrayó el supuesto carácter popular, nacionalista y democrático del movimiento iniciado por Madero De manera elocuente, se concibió que la Revolución fue hecha gobierno para promover la reforma social.

En suma, el 20 de Noviembre, el Monumento a la Revolución y la historiografía oficial autorizaron y legitimaron al PRI, al régimen en el poder y al Estado posrevolucionario Mientras duró su hegemonía, Fada una de estas instituciones afirmó descender de la Revolución misma, autoproclamándose ejecutoras de sus promesas.

Por último, el historiador estadounidense concluye que en las últimas décadas del siglo XX, varios grupos políticos afirmaron o cuestionaron la idea de Revolución En otras palabras, la legitimidad del Estado encaramado en la tradición revolucionaria se resquebrajó En la misma medida, la credibilidad del relato y la memoria de la Revolución entraron en crisis Este proceso maduró de 1968 a 2000, pero encontró sus primeras voces en numerosas plumas, como las del escritor Rodolfo Usigli y el historiador Daniel Cosío Villegas Benjamin acusa la ironía del monumento como medio para volver permanente y perdurable una interpretación del pasado "El sentido público de un monumento conmemorativo como el de la Revolución es cambiante, como cualquier otro significado de todo símbolo . Entonces, debemos hablar de 'significados' que evolucionan con el transcurso del tiempo y difieren según el observador -superposiciones de significados que, como sedimentos, se depositan conforme pasan las eras".6

Sin lugar a dudas, la aportación de Thomas Benjamin está orientada al problema del nacionalismo cultural y el discurso hegemónico. De esta manera, la memoria de la Revolución se presenta como una metanarrativa dominante en el imaginario. Por otra parte, resulta interesante su estudio porque muestra las relaciones entre la política, el poder y la construcción social del conocimiento histórico.7

Entre las críticas que ha recibido esta obra se ha señalado la ausencia de voces populares en la producción de significados o la recepción de éstos.8 En lo personal, lamenté una carencia que en sí reclama otro estudio: la memoria gráfica, de la que Álvaro Matute ha atisbado algunos elementos.9

Para terminar, lo más importante es que La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia invita a una inagotable reflexión. Si algo ha de decirse, es que, a pocos años de su centenario, la Revolución Mexicana representa un pasado de irrecusable actualidad.

Bibliografía

Alan Knight, "Estado, revolución y cultura popular en los años treinta", en M. T. Águila, Perspectivas sobre el cardenismo. Ensayos sobre economía, trabajo, política y cultura en los años treinta , México, Universidad Autónoma Metropolitana/Azcapotzalco, 1996, p. 297-324, p.299. [ Links ]

Álvaro Matute, "Memoria e imagen de la Revolución Mexicana, articulación y desarticulación textual", Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México , v. 24, julio-diciembre, 2002, p. 79-101. [ Links ]

Eric van Young, "The new Cultural history Comes to old Mexico", Hispanic American Historical Review , v. 79, n. 2, mayo 1999, p. 211-247, p. 214. [ Links ]

Erik Ching, "Review. La Revolución: Mexico's Great Revolution in memory, myth, and history Latin American Politics and Society, v. 43, n 1, primavera 2001, p. 161-164. [ Links ]

Gilbert M Joseph y Daniel Nugent (eds.), Everyday forms of State formation: Revolution and the negotiation of rule in modern Mexico , Durham/London, Duke University Press, 1994, XIX-432 p. [ Links ]

Rick A. López, "Review . La Revolución: Mexico's Great Revolution in memory, myth, and history Hispanic American Historical Review, v. 81, n 2, mayo 2001, p . 398-399. [ Links ]

Thomas Benjamin, La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia , p . 43. [ Links ]

1Eric van Young, "The new Cultural history Comes to old Mexico", Hispanic American Historical Review, v. 79, n. 2, mayo 1999, p. 211-247, p. 214.

2El ejemplo más claro de estos estudios sigue siendo Gilbert M Joseph y Daniel Nugent (eds.), Everyday forms of State formation: Revolution and the negotiation of rule in modern Mexico, Durham/London, Duke University Press, 1994, XIX-432 p.

3Thomas Benjamin, La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia, p . 43.

4Ibidem, p. 154.

5Alan Knight, "Estado, revolución y cultura popular en los años treinta", en M. T. Águila, Perspectivas sobre el cardenismo. Ensayos sobre economía, trabajo, política y cultura en los años treinta, México, Universidad Autónoma Metropolitana/Azcapotzalco, 1996, p. 297-324, p.299.

6Thomas Benjamin, La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia, p . 216. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 34, julio-diciembre 2007, p. 139-144.

7Erik Ching, "Review. La Revolución: Mexico's Great Revolution in memory, myth, and history", Latin American Politics and Society, v. 43, n 1, primavera 2001, p. 161-164.

8Rick A. López, "Review . La Revolución: Mexico's Great Revolution in memory, myth, and history", Hispanic American Historical Review, v. 81, n 2, mayo 2001, p . 398-399.

9Álvaro Matute, "Memoria e imagen de la Revolución Mexicana, articulación y desarticulación textual", Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, v. 24, julio-diciembre, 2002, p. 79-101.

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