La literatura sobre las relaciones entre México y Estados Unidos es un campo en constante expansión y diversificación que ha alcanzado dimensiones muy considerables .2 El disco compacto Dos siglos de relaciones México-Estados Unidos, que registra la producción académica (libros, artículos, capítulos de libro y tesis doctorales) de las últimas tres décadas, enumera más de dos mil setecientos registros.3 Ello refleja, en buena medida, la contigüidad y la trayectoria de integración entre los dos países; este rasgo geográfico es lo que imprime una marca distintiva a la relación, por ser constitutivo y caracterizar las relaciones con una interacción incesante, intensa, amplia y profunda, aunque cambiante a lo largo del tiempo En este sentido, si la contigüidad responde a un accidente geográfico, la vecindad se ha construido históricamente, con ritmos desiguales y significados diversos Ésta es la diferencia principal de la relación bilateral frente a la de otros países americanos con Estados Unidos, con la excepción de Canadá 4
El propósito de este ensayo es integrar una visión de conjunto de un sector de la bibliografía, el de las obras monográficas de historia de las relaciones que, aunque de número reducido (en comparación con artículos o tesis), representa el más denso en contenido, debido al valor agregado usualmente incorporado en estudios de alcances y profundidad vastos como los del libro El objetivo es detectar la amplitud, la composición y la diversificación de dicho sector bibliográfico, dar cuenta de su novedad en cuanto a periodos, temas, acercamientos y actores, e identificar los resultados primarios de estas investigaciones.5 El procedimiento adoptado es construir marcos que permitan juntar áreas diferentes de la bibliografía, que usualmente no conectan, y establecer puentes y diálogos entre ellas Extrapolando las palabras de Cosío Villegas acerca de la complejidad de las relaciones México-Estados Unidos, se trata, a través del examen bibliográfico, de "conceder su peso justo a cada uno de los muchísimos elementos que en ellas entran De lo contrario, la pintura, en lugar se ser ponderada, resultará parcial y hasta grotesca". 6
El perímetro de interés en las relaciones bilaterales va de 1880, año en que se puede fechar el comienzo de la integración económica moderna entre los dos países, gracias a la decisión mexicana de construir la red ferroviaria y enlazarla con la estadounidense, hasta 1948, es decir el agotamiento de los postulados geopolíticos de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría Para tal fin, hemos revisado un corpus bibliográfico de setenta y dos estudios monográficos, publicados en el cuarto de siglo entre 1981 y 2006, que ofrece un panorama amplio de las relaciones bilaterales (y que se presenta como apéndice final) 7 Se trata de un censo que no es exhaustivo pero que cubre la gran mayoría de la producción disponible, integrado con base en los criterios que exponemos a continuación El denominador común es el estudio histórico de las relaciones entre los dos países, entendidas como interacciones entre organizaciones formales, tanto gubernamentales (gobiernos, diplomacias, agencias públicas, entidades subnacionales y locales) como no gubernamentales (empresariales, comerciales, educativas, de prensa, sindicales, religiosas, etcétera); pero también como vehículo para intercambios sociales, culturales y demográficos descentralizados, que no responden a una lógica de estrategias y preferencias de actores colectivos En este sentido, la cobertura temática de estos textos rebasa con creces la concepción tradicional de las relaciones diplomáticas entendidas como relaciones entre Estados y gobiernos, cuya mecánica fundamental se finca en los contactos entre cancillerías y ministros, mediados por la acción de diplomáticos, embajadores, ministros y cónsules 8
No se consideran aquí los varios estudios interpretativos generales de la relación bilateral -tales como los de Vázquez y Meyer, Langley, Raat, Vagneaux y otros-9 ni los trabajos centrados de forma predominante en las dimensiones artísticos y estéticas de los intercambios 10 Se toman en cuenta sólo los estudios publicados en América del Norte (Estados Unidos, México, Canadá) 11 En los casos de la migración y la presencia de mexicanos en Estados Unidos se han introducido criterios para deslindarlos de la historiografía acerca de la experiencia mexicano-norteamericana o chicana, que en las últimas décadas ha tenido una considerable expansión, pero que trasciende este ámbito de análisis.12 En conjunto, nuestra selección temporal trata un cuarto de siglo de producción académica en torno a siete décadas de historia de las relaciones bilaterales; al comenzar en 1981 y concluir en 2006, permite abrazar varias generaciones de estudiosos que idealmente van de Friedrich Katz, cuya obra La guerra secreta apareció en 1981, a los jóvenes investigadores que concluyeron sus tesis doctorales en los primeros años del siglo XXI y las publicaron de forma sucesiva.
Distribución por periodos y esferas
El primer paso de este análisis consiste en la exploración de los componentes y las orientaciones principales de la literatura sobre las relaciones México-Estados Unidos en la etapa considerada Se han identificado dos ejes iniciales, periodos estudiados y esferas de la relación; y uno de segundo nivel, dado por los temas contenidos en estas últimas, en el que se pretende enfocar la posición de los trabajos respecto del "paisaje" de la historiografía preexistente, y los nexos e influencias reconocibles.13 En cuanto a los periodos, se han distinguido seis etapas en función de los nexos entre los contextos nacionales y el bilateral La primera cubre, para México, los años del periodo porfiriano hasta la revolución maderista (1911), mientras para Estados Unidos corresponde a la edad del oropel, el Gilded Age, y al progresivismo de comienzos de siglo XX; la segunda abarca la etapa armada de la Revolución Mexicana, el wilsonismo y la Primera Guerra Mundial; el tercer periodo cubre los años veinte, de lenta reorganización de la economía y reconstrucción del Estado en México, frente al auge estadounidense; el cuarto incluye la década de 1930 (hasta 1938), con su secuela de crisis económica, nacionalismos, reformas y tensiones diplomáticas El quinto periodo (1939-1948) refiere a los años de la segunda conflagración mundial, y al cambio en la relación entre México y Estados Unidos La sexta categoría, "multiperiodo", abarca dos o más periodos . 14
De manera paralela, hemos clasificado en seis categorías diferentes las esferas de las interacciones de México con el vecino del norte, a partir de las cuales se puede apreciar el grado de especialización y diferenciación temática de la bibliografía: económicas, que incluye actividades comerciales, financieras, inversiones, modelos económicos; comunicaciones, información e influencias, que reúne las interacciones de los actores no estatales, sus estrategias de comunicación y los circuitos informativos y culturales en que están insertos o a los que dan vida; política exterior y seguridad, que enfoca los intereses estatales y su defensa, dentro y fuera el territorio nacional; frontera, que remite a los intercambios socioculturales y las negociaciones de gestión de los recursos, centrados en el espacio fronterizo y su zona de influencia; migración, que remite a los movimientos de personas, sus circuitos geográficos, su gestión política y sus repercusiones diplomáticas; "general", que aborda las relaciones diplomáticas en su conjunto Se trata evidentemente de categorías interpretativas, que no siempre ofrecen límites precisos a la clasificación, pero que han servido para acomodar de forma relativamente satisfactoria los textos en examen.15 El resultado se exhibe en el cuadro 1.
En el eje de la distribución por periodos, la categoría multiperiodo ocupa, con creces, la posición predominante dentro de la literatura, con 40% de los trabajos. En vista de la naturaleza heterogénea de este rubro, en su interior se hallan trabajos muy variados que, en conjunto, constituyen un indicador evidente de la tendencia a prescindir de periodizaciones basadas en los ciclos presidenciales o en las etapas políticas más evidentes, y del esfuerzo de abarcar lapsos temporales más amplios al estudiar las relaciones bilaterales En segundo lugar, figura el periodo correspondiente a la etapa armada de la Revolución (1911-1918), conjunto que comprende 20% de las obras Ello es de esperarse en vista de las características extraordinarias de esta etapa en la que se conjugaron revolución, conflicto diplomático, intervención militar y guerra mundial Para este grupo, la obra citada de Katz (1981), en la que la presencia de Estados Unidos en México durante la revolución se entrelaza y compite con la de otros poderes, ha constituido un trabajo de influencia extraordinaria sobre el desarrollo sucesivo.16 En tercer lugar, los estudios acerca de las relaciones durante el periodo porfiriano equivalen a 14% y, de manera aún insuficiente, reflejan la amplitud y la importancia de éstas.
La categoría que corresponde, de forma aproximada, a los años veinte supera porcentualmente la de los treinta, lo cual es sorpresivo a la luz de la densidad y la relevancia de los eventos internacionales y de su interrelación con los sucesos internos en esta última década.17 Esto remite en buena medida a dos circunstancias Por un lado, los trabajos relativos a los veinte reflejan la tormentosa labor de reconstrucción económica posrevolucionaria y las controversias que generó con la diplomacia estadounidense, alrededor del reconocimiento diplomático, la legislación petrolera, la deuda, el enfrentamiento con la Iglesia católica Por el otro lado, la mitología política con la que se ha cargado el régimen cardenista no ha favorecido un examen sistemático y profundo de la interacción bilateral en este periodo El dato más sorpresivo que brinda la clasificación por periodos es la pequeña dimensión del lote de bibliografía correspondiente a la etapa 1939-1948, que apenas alcanza 7% del total, y que tampoco se incluye de manera significativa en el lote multiperiodo A pesar de la incidencia de la Segunda Guerra Mundial y de su profundo impacto en la relación bilateral, este nudo permanece poco explorado Esta debilidad relativa se explica probablemente con la escasa disponibilidad de fuentes primarias específicas habida hasta tiempos recientes, junto con la característica de este periodo de representar una "tierra de nadie" desde el punto de vista disciplinario: un terreno durante mucho tiempo apartado de las zonas controladas por historiadores e internacionalistas, y asimismo al margen del interés de politólogos y sociólogos.18 Constituye éste un notable vacío historiográfico: el periodo señalado merece y necesita en el futuro más atención, investigación y estudios específicos.
El segundo aspecto del panorama general de la literatura consiste en la clasificación por esferas temáticas Como se observa, la mitad se concentra en dos rubros, dimensión económica de las relaciones a la par con política exterior y seguridad Si el primero refleja las abundantes experiencias históricas de integración entre las dos economías y sus problemas, el segundo enmarca las tensiones y los retos originados por la vecindad y las relaciones externas de cada país, especialmente en los años diez A los dos rubros principales le sigue, de cerca, el de comunicación, información, influencias (20%), que revela el creciente enfoque en favor de las conexiones protagonizadas por actores no estatales . Frontera y migración contribuyen con poco más de 10% cada tema, un porcentaje relativamente pequeño, que indica la existencia de un margen amplio para el avance de las investigaciones En general, esta clasificación revela un nivel elevado de especialización temática de la literatura, reflejado también en el porcentaje relativamente bajo (8%) de los acercamientos generales a las relaciones, basados en la experiencia diplomática.19 Sin embargo, es de notar que el grueso de la literatura acerca de la esfera económica se elaboró en los años ochenta y noventa, y muestra un declive marcado en el periodo sucesivo, que se manifiesta en la escasez de estudios entre 2000 y 2006, que sólo son tres.20 Se trata de una tendencia probablemente destinada a acentuarse en el porvenir, debido a la atención creciente hacia temas muy diversificados y relacionados con la historia cultural y social; en vista del peso de la dimensión económica en la relación bilateral, es de auspiciar que su análisis en perspectiva histórica se renueve y repunte.
Los temas
Economía
De forma esperada, debido a su centralidad en la economía política de las primeras décadas del siglo XX, la cuestión del petróleo y la de la deuda externa destacan en los estudios censados en la esfera económica En el primer caso, los antecedentes están dados por la amplia literatura originada por la expropiación de las empresas petroleras de 1938, que del derecho internacional se trasladó a la historia diplomática, y que está representada por los trabajos de Merril Rippy y Lorenzo Meyer, en los años setenta.21 La literatura más reciente tiende a trascender el puro aspecto diplomático y la dimensión de la soberanía, para indagar las relaciones sociales que se construyeron en un sector moderno de la economía, la transferencia de tecnología, el régimen empresarial y sus relaciones con la regulación mexicana durante las primeras décadas de esta industria, tal como ha hecho, de manera ejemplar, Brown (1993); adicionalmente, Ansell (1998) indaga la trayectoria del empresario Edward Doheny, pionero de la industria petrolera en California y en México, con las empresas Huasteca y Mexican Petroleum; al mismo tiempo los aspectos de negociación internacional alrededor de los derechos de propiedad sobre el petróleo mexicano se estudian, en perspectiva novedosa, en Hall (1995), quien los vincula con el proceso de institucionalización del Estado revolucionario; Harrison (1988), que los rastrea mediante las actividades del abogado Chandler Anderson, el más famoso cabildero en pro de la comunidad de negocios con intereses en México y América Latina; y en Jayne (2000), quien adopta la escala de la triangulación diplomática Estados Unidos, Gran Bretaña, México para detectar la (escasa) congruencia entre las posturas de las dos potencias ante la nacionalización del petróleo.
En el caso de la deuda, los antecedentes están en el trabajo pionero de Turlington y en el estudio de Bazant, que son historias generales de la deuda exterior mexicana, y en el acercamiento de Smith, bajo el signo de la teoría de la dependencia, a las relaciones entre Estados Unidos y los gobiernos revolucionarios.22 Los trabajos de Bodayla (1987) y Zebadúa (1994) se basan en archivos gubernamentales y de bancos y banqueros de los dos lados, se concentran casi exclusivamente en los años veinte "largos" (1917-1931) y hacen hincapié de manera más explícita en los manejos políticos en torno a la insolvencia de México, entre gobiernos posrevolucionarios, Comité Internacional de Banqueros y diplomacia estadounidense.23
El resto de la producción acerca de la esfera económica de las relaciones se distribuye entre varios estudios de los procesos de integración económica, enfocando los impactos de las grandes empresas norteamericanas durante el Porfiriato, como en el caso del Ferrocarril Central (México-Ciudad Juárez) o hasta 1929, para el grupo minerometalúrgico Guggenheim/ ASARco en Aguascalientes (Kuntz, 1995; Gómez Serrano, 1982), o el conjunto de actividades protagonizadas por agentes económicos estadounidenses en México y sus oleadas en el largo plazo (Hart, 2001). Y también las conexiones regionales con la economía estadounidense: acerca de cómo un producto de exportación y monocultivo -la fibra del henequén- vinculó Yucatán con la demanda de la agricultura y el mercado del norte, y a los intereses de empresas poderosas como la International Harvester; sobre las conexiones (y desconexiones) de estados fronterizos, como Sonora, mediante la inversión de capitales, la minería y el comercio exterior; o el caso de la minería carbonífera en Texas y Coahuila, donde la contigüidad funcionó para integrar un corredor de inversiones, tecnología, trabajo y prácticas sindicales; y en el del impacto de la reforma agraria en Chihuahua sobre los latifundios de propiedad estadounidense (Joseph, 1982; Ruiz, 1988; Calderón, 2000; Palomares Peña, 1992).
La diplomacia y la negociación comercial entre los dos países, una faceta novedosa en la historiografía, se aborda en un estudio sobre las gestiones durante el Porfiriato alrededor de la Zona Libre, el mecanismo de privilegio arancelario existente en los territorios fronterizos mexicanos, objetado por Washington,24 así como, en una perspectiva más amplia, en el trabajo (¿Reciprocidad imposible?) sobre las reiteradas negociaciones de acuerdos o tratados de comercio entre los dos gobiernos, desde la segunda mitad de siglo XIX hasta los años treinta del XX (Bell y Smallwood, 1982; Riguzzi, 2003).
Dos textos abordan con especial atención los años cuarenta El primero es Niblo (1995), quien con una perspectiva de economía política analiza las consecuencias de la Segunda Guerra y de la relación privilegiada con Estados Unidos para la estrategia mexicana de desarrollo; y que contribuye a llenar un vacío muy evidente en el conocimiento histórico.25 Ubicado en la frontera reconocible de la esfera económica, el libro de Moreno (2003), irónicamente titulado Yankee don't go home, enfoca los modelos de consumo y la cultura empresarial del México urbano y en vía de industrialización de los años treinta y cuarenta, mediante el estudio de la publicidad comercial, la agencia Walter J Thompson y los almacenes Sears; en este caso, en consonancia con un desarrollo historiográfico estadounidense, se construye la historia social y cultural de las prácticas económicas ligadas a distribución y consumo masivos.26
Política exterior y seguridad
En esta esfera sobresalen tres elementos novedosos que, en conjunto, evidencian cómo el marco de la soberanía estatal es de utilidad reducida para explicar la dinámica de los procesos bilaterales El primero de ellos es la triangularidad de las relaciones que, junto con México y Estados Unidos, involucra a otros Estados y gobiernos Ejemplares son, en este sentido, el estudio de Buchenau (1996) sobre la política mexicana hacia Centroamérica como espacio de disputa con las acciones estadounidenses; el de Schuler (1998), Mexico between Hitler and Roosevelt, que analiza las relaciones internacionales del México cardenista en función de dos polos de atracción y repulsión, la Alemania nacionalsocialista y el Nuevo Trato norteamericano; y el de Spenser (1998), significativamente titulado El triángulo imposible, sobre el cruzamiento ideológico y diplomático entre las relaciones de México con los Estados Unidos y la Unión Soviética durante los años veinte.27 De forma menos explícita, pero sustancial, el trabajo de Paz Salinas (1997) sobre la cooperación militar durante la Segunda Guerra da seguimiento a las interacciones no lineales de los dos aliados con los intereses alemanes En todos los casos, la inspiración o una referencia importante se puede hallar en el modelo de Katz (1981), ejemplo precursor de investigación multilateral que enfoca el entrelazamiento entre estrategias e intereses con diferentes bases domésticas.28
El segundo elemento de novedad de esta literatura corresponde al papel de los actores transnacionales en las relaciones de seguridad En este caso, el trabajo de Hatfield (1999) sobre la presencia de las tribus indias (apaches, comanches, kikapúes) en la frontera entre los dos Estados, y sus movimientos a lo largo y a través de ella durante el periodo porfiriano, presenta de forma más integral la incidencia, en este caso decreciente, de tales grupos en las políticas de seguridad y en las relaciones entre los dos Estados Un caso menor, pero análogo, desde el punto de vista de la progresiva pérdida de importancia, es el de los proyectos filibusteros originados en Estados Unidos, que Stout (2002) reseña desde mediados del siglo XIX hasta 1920, dejando apreciar cómo, de ser un factor de preocupación tales intentos se convirtieron en discursos y esquemas fantasiosos o al borde de lo ridículo.
En las décadas sucesivas a la desaparición de la amenaza apache, los grupos que producen alarma en los dos gobiernos y complican las relaciones de seguridad son los que disponen de enlaces en los dos países y movilidad a través de la línea fronteriza Así, el movimiento insurreccional de Catarino Garza en la frontera texana, entre 1891 y 1892, pudo dirigirse tanto en oposición al gobierno porfirista, por la pérdida de autonomía de los fronterizos ante los avances del control estatal, como en contra de los mecanismos de opresión anglotexanos sobre la población hispana (Young, 2004) . Posteriormente fueron los anarcomagonistas, militantes mexicanos liderados por los hermanos Flores Magón, cuyas bases logísticas se establecen en Estados Unidos, desde donde organizan intentos insurreccionales como el que lleva a la invasión de las ciudades fronterizas de la Baja California en 1911 (Raat, 1981, y Taylor, 1992).
El tercer elemento de novedad reside en la proyección de los eventos revolucionarios más allá del territorio mexicano: sus implicaciones para la seguridad binacional, el impacto sobre el control de la frontera, las batallas informativas y de espionaje libradas en Estados Unidos 29 Ello se debe al colapso del aparato estatal en México, y al consecuente proceso de fragmentación y desnacionalización de las relaciones diplomáticas, en el que cada facción tuvo sus representantes y su aparato de propaganda en Estados Unidos y desarrolló políticas autónomas Por otra parte, el hecho de que las regiones fronterizas de México fueran el teatro de las operaciones militares durante casi una década30 repercutió de forma recurrente del lado norteamericano En este marco, la literatura muestra cómo la frontera se militarizó y cómo especialmente la sección texano-mexicana se volvió un corredor para intercambios tumultuosos, y muchas veces ilegales, de armas, mercancías, personas e información;31 al mismo tiempo El Paso se convirtió en un nudo esencial para el intento estadounidense de control sobre las turbulentas dinámicas fronterizas, por su centralidad como puerta de entrada y tránsito entre los países De esta forma el estudio de la política y la actuación del gobierno de Texas representa un ámbito privilegiado e imprescindible de análisis para entender los procesos en cuestión (Coerver y Hall, 1985; Coerver y Hall, 1990, y Chalkley, 1998).
La literatura se enfoca, sobre todo, en dos fenómenos políticos y militares concurrentes: el Plan de San Diego, que bajo la consigna de la creación de una república autónoma en el suroeste de Estados Unidos (y el exterminio de la población anglosajona) llevó a la formación de bandas que se movían a los dos lados de la frontera; y la expedición antivillista encabezada por el general John Pershing, tras el asalto de Francisco Villa a Columbus y otras incursiones de sus milicias en territorio norteamericano (Stout, 1999) . El Plan de San Diego, elaborado inicialmente por un grupo de militares ex huertistas desde la cárcel, ha sido objeto de prolongadas controversias acerca de los diseños y móviles reales detrás de sus utópicos lemas Dos estudios profundos, ambos basados en una extraordinaria combinación de archivos nacionales, estatales y locales de los dos países, actualizan y sistematizan la discusión al respecto En ellos, se descarta la teoría del complot internacional ligada a la participación de agentes alemanes, que durante varios años estuvo presente como hipótesis ligada al contexto de la Primera Guerra Mundial, y la interpretación se polariza alrededor del plan como derivación de un proyecto anarcomagonista y mexicano-norteamericano, al que combatieron tanto el gobierno de Woodrow Wilson como Venustiano Carranza (Sandos, 1993); o, de forma alternativa, al respaldo, el uso y la manipulación del plan por parte de Carranza y sus comandantes, como parte de una estrategia que apuntaba a crear un frente de amenaza potencial como instrumento de disuasión de intervenciones en México (Harris y Sadler, 2004).32 Estos últimos autores estudian en profundidad, cuatro décadas después del libro clásico de Prescott Webb, la actuación de los rangers texanos y la brutal reacción por parte de este cuerpo en contra de la población mexicana en Texas, que llevó a una investigación del Congreso estatal en 1919 y a profundas consecuencias de recelo y desconfianza.33
Para concluir el apartado de relaciones exteriores y seguridad es importante mencionar los tres trabajos que examinan, desde ángulos diferentes, la participación y la posición mexicanas en la Segunda Guerra, ampliando de forma significativa los horizontes del conocimiento más allá de la imagen de la alianza estratégica entre los dos países. Uno, ya mencionado, analiza el entramado de la cooperación militar de México con los Estados Unidos, sus mecanismos y sus problemas, mostrando cómo en ella se conjugaron los diferentes objetivos de los dos gobiernos y cómo interactuaron estrategias de información y de seguridad (Paz Salinas, 1997) Los otros dos enfocan la guerra de propaganda activada por el conflicto, a través del uso político de la radio y de las relaciones cinematográficas Ortiz Garza (1987) presenta las relaciones y la convergencia de intereses entre esfuerzos de la administración Roosevelt, cadenas informativas estadounidenses y las estaciones radiocontroladas por el grupo empresarial dominante en el sector, el de Emilio Azcárraga, y cómo ello incidió en la opinión pública y la industria cultural mexicana.34 Peredo Castro (2004) estudia la interacción entre Departamento de Estado, Hollywood y gobierno e industria cinematográfica mexicana en el contexto de las exigencias de guerra y de las propagandas rivales en América Latina; asimismo indaga acerca de cómo la primacía de los objetivos estratégicos de Washington se impuso sobre los intereses de Hollywood y en qué medida ello resultó en un fortalecimiento del cine mexicano.35
Comunicaciones, información e influencias
La esfera que hemos definido en estos términos está dirigida a hacer de contenedor privilegiado para la presencia y las actividades de actores no estatales en las relaciones, y su incidencia en la conformación de la agenda bilateral y en la diplomacia Estamos frente a un conjunto necesariamente muy diversificado de temas y actores, que es posible distinguir en función de un criterio: si los ámbitos de la interacción desplazan por completo los Estados y las diplomacias del lugar central, y se verifican de forma predominante entre actores no estatales, o si las relaciones son entre actores no estatales y gobiernos o diplomacias
En el primer caso se sitúan cuatro estudios relativos a las percepciones, la construcción de imágenes y la recepción de ideas y modelos Se trata, respectivamente, de la imagen de Villa en la prensa estadounidense (Pancho Villa's revolution by headlines), y de cómo el revolucionario norteño elaboró estrategias de comunicación y montó un aparato de relaciones públicas con los medios y la opinión pública del otro lado de la frontera (Anderson, 2001); en términos afines, de la filmación de la etapa armada de la revolución por parte de las compañías cinematográficas norteamericanas, que se desarrolló en buena medida de forma negociada con Villa y sus fuerzas (Orellana, 1991);36 y de la estructuración y las modificaciones de las opiniones sobre la Revolución Mexicana, su significado político y su conjugación ideológica en los círculos intelectuales y académicos de Estados Unidos entre 1910 y 1960 (Britton, 2001). Junto a ellos, figura el muy novedoso trabajo de Delpar (1992), que bajo el lema The enormous vogue of things Mexican analiza las relaciones culturales entre los dos países entre 1920 y mediados de los treinta El fenómeno más relevante dentro de ellas es el ensanchamiento de los contactos de intelectuales, periodistas, militantes políticos y artistas norteamericanos con México, al que correspondió un aumento de la atención en Estados Unidos hacia este país, su arte, su cultura y su historia Ello refleja una fascinación con diferentes facetas de la realidad mexicana y la conformación de una imagen atractiva, y alternativa, que abarca de la estética a la política en un campo de experimentación de hipótesis sociales y prácticas artísticas.
A un lado de este primer lote, nuestra esfera contempla otro grupo de trabajos que arrojan luz sobre las diplomacias paralelas, protagonizadas por organizaciones no estatales, dentro las cuales es posible distinguir la religiosa, la sanitaria y la sindical Redinger (2005) analiza las posturas de las organizaciones católicas en Estados Unidos, hasta 1936, en contra de las políticas consideradas anticlericales de los gobiernos posrevolucionarios, y su movilización mediante la presión sobre el Departamento de Estado; y por primera vez trata de dirigir su análisis no sólo a las altas jerarquías de la Iglesia y los Caballeros de Colón sino a las organizaciones inferiores y los grupos difusos.37 Desde una perspectiva diferente, Baldwin (1990) analiza los cambios profundos producidos por la revolución en el campo religioso protestante mexicano, que inicialmente estaba compuesto de misioneros norteamericanos y ministros nativos, y del que se separan los primeros, para volver a Estados Unidos El trabajo, que se conecta con y complementa la veta abierta por Jean-Pierre Bastian sobre la expresiones políticas y culturales del protestantismo en México y América Latina de entre siglos (XIX-XX), presenta los aspectos internacionales de la relación al explicar cómo las Iglesias en Estados Unidos se convirtieron, a partir de 1911, en un grupo de presión anti intervencionista sobre la política estadounidense hacia México 38
Dos trabajos abordan la "diplomacia sanitaria" de la Fundación Rockefeller en México, un tema introducido en escala latinoamericana, en los años noventa, gracias a los esfuerzos precursores del estudioso peruano Marcos Cueto.39 El primer estudio analiza las campañas de la fundación que, entre 1916 y 1924, contribuyeron de forma decisiva a erradicar la fiebre amarilla en Veracruz (Solórzano, 1997). Este autor, con una perspectiva altamente ideologizada, las interpreta como la penetración de una cultura capaz de atar a México, objeto pasivo avasallado por el poderío norteamericano, al "sistema médico capitalista mundial". El segundo es el extraordinario trabajo de Birn (2006), quien analiza la presencia diversificada de la Fundación en México entre 1920 y 1950 y guía su trabajo con la conocida y elocuente imagen del Marriage of convenience (utilizada en el título), para reconstruir de manera creativa y profunda el rico entramado de convergencias, diferencias, acomodos en las interacciones sanitarias y de política de salud de esta organización con el gobierno federal, las autoridades locales y la medicina del México surgido de la Revolución.40
A lo que hemos llamado la diplomacia sindical corresponde el estudio de Andrews (1992), que trata de la influencia de la American Federation of Labor y su poderoso dirigente Samuel Gompers en la política estadounidense hacia México (1910-1924), en la que este sindicato también se convierte en grupo de presión En este ámbito, el trabajo conecta más precisamente con la formulación de la política estadounidense hacia México respecto de lo que hacía su obra precursora, la de Levenstein, que perseguía el sutil hilo de las relaciones entre organizaciones obreras norteamericanas y mexicanas.41 Para concluir con las diplomacias paralelas, mencionamos la del turismo durante los años treinta y cuarenta, a la que Berger (2006) se acerca de forma original desde el punto de vista de la intersección entre modelos de desarrollo, carreteras (Panamericana), movilidad individual y asociaciones (automovilísticas, hoteleras y culturales).42
Para terminar con esta abundante y significativa sección de la bibliografía presentaremos el sugerente texto de Schell (2001) que por primera vez reconstruye la actividades de la colonia estadounidense en la ciudad de México durante el Porfiriato: un grupo de empresarios, inversionistas e intermediarios, integral outsiders, que funciona como red transnacional de negocios pero también como zona de contacto y adaptación entre culturas, prácticas sociales y entendimientos diplomáticos locales.43 En otro ámbito, el desarrollo de las comunicaciones transnacionales, Ortiz-Garza (1997) estudia en profundidad el caso de una estación radio fronteriza de Coahuila dirigida al público estadounidense (XER-XERA), que en los años treinta, gracias a una mezcla de piratería radiofónica y comercial y anuencia del gobierno mexicano, desempeñó un papel en la redistribución de las frecuencias de emisión entre los dos países.44
Frontera
Debido a su conformación, su evolución y sus dinámicas, la frontera México-Estados Unidos es un área de extraordinario interés para los dos países y para la emergente disciplina de los borderlands studies .45 No sólo se le ha categorizado como un espacio binacional sino incluso como una zona tercera y transnacional, una Mexamérica en formación, distinguible de las dos matrices nacionales que le dieron origen.46 ¿En qué medida la literatura reseñada plantea o refleja, en perspectiva histórica, estas características?47 Lorey (1999) ofrece una excelente síntesis de las transformaciones históricas que han pautado la interacción de las dos regiones fronterizas y su integración en un espacio común.48 Los demás trabajos que hemos incluido en este grupo abordan diferentes aspectos de dicho espacio, tanto territoriales como temáticos. En el primer estudio en orden de publicación, Desert immigrants, García (1981) ofrece el contrapunto al trabajo de Óscar J. Martínez sobre Ciudad Juárez, al reconstruir el papel de los inmigrantes y los trabajadores mexicanos en el crecimiento de El Paso entre 1880 y 1920, que lo convirtió en el principal centro urbano del oeste de Texas, Nuevo México, Arizona y Chihuahua, y en nudo económico esencial para toda el área.49
En otra porción territorial de la frontera, el noroeste, Tinker Salas (1996) presenta, en un detalle casi microhistórico, los procesos sociales, económicos y culturales asociados con la interacción de Sonora con Arizona a partir de mitad del siglo XIX hasta 1910, representada de forma emblemática por el desarrollo de las ciudades gemelas de Nogales . Por lo que se refiere a la Baja California, Kerig (2001) estudia el fascinante caso del desarrollo agroindustrial (algodonero) del valle de Mexicali, ligado a la empresa Colorado River Land Company, controlada por inversionistas californianos, y cómo la cuestión del control de la tierra y del agua del río Colorado involucró, de formas imprevistas, a agricultores, empresas, así como a gobiernos locales y nacionales de los dos países.
Una perspectiva interesante y novedosa, en la que la frontera y sus recursos entrelazan sociedades locales, política nacional, cuestiones internacionales y gestiones diplomáticas, es la que acomuna dos estudios diversos como el de Herrera Pérez (2004) y Samaniego (2006): ambos documentan cómo al interior de la relación con Estados Unidos se fue extinguiendo el "norte precario", la dimensión de debilidad poblacional, administrativa y económica históricamente presente en estas áreas.50 El primero estudia los mecanismos de excepción arancelaria existentes del lado mexicano de la frontera en un plazo largo, que va desde la redefinición de los límites tras la guerra de 1847 hasta el TLC, y se centra en su significado socioeconómico y político para la conformación de las sociedades fronterizas, sus prácticas de consumo y de abasto Bajo su lente pasa la experiencia de la Zona Libre en el noreste entre 1858 y 1880, la ampliación a toda la frontera durante el Porfiriato, su eliminación en 1905 y la experiencia de los perímetros libres en Baja California y partes de Sonora, instrumentada por el gobierno cardenista.
El estudio de Samaniego, en cambio, concierne a la cuestión de la distribución y el uso de las aguas de los ríos fronterizos, el Bravo en el noreste y el Colorado en el noroeste, un problema permanente en la agenda bilateral del cual el autor reconstruye la genealogía y el impacto, enfocando los tratados de 1906 y 1944 tanto en la etapa de la negociación como en su funcionamiento y consecuencias.51 Para concluir esta sección, mencionaremos la frontera como espacio de encuentro y contacto imprevisto, entre razas y culturas, que emerge del libro de Horne (2005), Black and brown . El autor estudia la presencia importante de soldados negros en las tropas estadounidenses movilizadas en Texas alrededor de la línea fronteriza, durante la Revolución, y las modalidades de su interacción con la presencia mexicana, los inmigrantes y la seguridad territorial.
Migración
En este campo de la literatura, un papel fundacional lo representa un lote de estudios de los años setenta tales como los de Richard Craig, Abraham Hoffman y Lawrence Cardoso,52 quienes, por primera vez, acoplaron el análisis sociológico de la migración y de su impacto laboral con las gestiones políticas y diplomáticas que las acompañaron, en cada uno de los países y en la relación bilateral.53 Si inicialmente había dos grandes focos de atención, la repatriación de cientos de miles de mexicanos en los años subsecuentes a la crisis de 1929 en Estados Unidos y el programa de braceros agrícolas surgido en los años de la Segunda Guerra, la historiografía del periodo más reciente ha ampliado el abanico temático: ha rastreado los orígenes de los primeros tratos, arreglos y desacuerdos sobre braceros en los años de la entrada de Estados Unidos al primer conflicto mundial, 1917-1918 (Alanís Enciso, 2001); ha indagado las relaciones de la organización consular mexicana con los migrantes y las comunidades mexicanas y, más en general, ha abordado las relaciones, complejas y no lineales, de los gobiernos con el "México de Afuera", el Greater Mexico. En particular, ha sido examinada la actuación de los cónsules en los conflictos laborales o legales que involucraron a los trabajadores mexicanos en Estados Unidos en la década de 1930 (Balderrama, 1990; González, 2003).54 De allí, la influencia de la literatura estadounidense sobre la identidad étnica como construcción social ha generado una veta de estudios sobre las políticas de etnicidad y las culturas que las caracterizan, en relación con las diversas oleadas de migrantes mexicanos (Gutiérrez, 1995; Guerin-Gonzales, 2003) La repatriación masiva de los años treinta y el programa bracero siguen en el centro de la discusión, pero con acercamientos y planteamientos nuevos Por un lado encontramos el estudio de los procedimientos de la repatriación y los enormes problemas en los que puso al gobierno mexicano, poco capaz, e incluso renuente, a instrumentar el tan voceado programa de colonización, dirigido a acoger el regreso de sus nacionales,55 así como el análisis de las estrategias de supervivencia de los mexicanos y mexicano-americanos que "devolvió la crisis" (Guerin-Gonzales, 2003) Por otro lado, el estudio de la experiencia poco conocida de los braceros no agrícolas, a través del peculiar programa de reclutamiento de ferrocarrileros, administrado de forma binacional, que de 1943 a 1945 proporcionó alrededor de 100 000 trabajadores mexicanos para el empleo en varias decenas de compañías ferroviarias en Estados Unidos, principalmente en el mantenimiento de vías (Driscoll, 1996).
Asimetría, poder y pluralidad en las relaciones: elementos de balance historiográfico
Hay tres elementos que caracterizan históricamente las relaciones de México con su vecino del norte Uno está dado por la amplitud y la densidad de la interacción bilateral, basada en la vecindad: en este espacio, ya desde finales del siglo XIX se desarrollaron ámbitos de progresiva, aunque desigual, interdependencia y de negociación de carácter permanente.56 Junto con ello, es posible apreciar esferas menos centralizadas y negociadas, que produjeron enlaces binacionales o transnacionales entre los actores involucrados en ellas El otro elemento característico de estas relaciones es que se han desarrollado en un marco de gran asimetría en cuanto a recursos y poder De hecho, México y Estados Unidos constituyen un caso paradigmático de la asimetría económica, caracterizado por niveles fuertemente desiguales en cuanto a riqueza y desarrollo En el ámbito extraeconómico, es suficiente indicar la gran desigualdad entre el poderío militar y el peso internacional de los dos Estados vecinos: aunque se afianzaron especialmente a finales del siglo XIX, las capacidades estadounidenses fueron en todo momento enormemente superiores a las del Estado mexicano, como quedó claro desde la guerra de 1847. En conjunto, los dos países configuran un ejemplo clásico de "pareja dispar", categoría acuñada para describir las relaciones intensas y permanentes entre dos naciones cuya diferencia en poder y recursos es muy amplia.
El tercer elemento, sin embargo, es que la conversión de la asimetría en influencia, ventaja absoluta o control sobre el otro no representa una ley sino que es un elemento cuestionado teórica y empíricamente, de proporciones inciertas, sensibles a las coyunturas y variables en el tiempo Ello se debe también a los rasgos del sistema político en Estados Unidos, donde los procesos de elaboración, decisión e instrumentación de políticas exteriores se han caracterizado por la precariedad de la cohesión y la existencia de fisuras y desfases; existe un abundante consenso alrededor de la descentralización y la polarización entre el Congreso, responsivo a los intereses de grupos organizados, y el ejecutivo Esos aspectos del sistema político repercutieron de manera considerable en la conducción de los asuntos exteriores estadounidenses57 y se espera que ello haya influido en la capacidad de traducir la asimetría en poder y la ventaja negociadora.58
A la luz de estos tres elementos, y especialmente del segundo y del tercero, se considerarán los resultados de la bibliografía examinada para evaluar qué indica, al respecto, el conocimiento histórico producido por ella El objetivo es evaluar de qué forma la asimetría moldeó y determinó, en el lapso de siete décadas, las diferentes esferas de la relación México-Estados Unidos, y si su influencia se manifestó de forma similar en ellas Con este fin se han convertido las categorías de clasificación empleadas al comienzo del ensayo, unificándolas en tres grandes arenas de interacción: entre mercados, Estados y sociedades Evidentemente, reducir de esta forma la estructura de categorías plantea dificultades para su coherencia y por la interconexión entre ellas, pero tiene la ventaja de facilitar la comunicación entre las aportaciones de diferentes vetas temáticas.
Por exigencias de espacios esbozaremos de manera muy sucinta los principales resultados a los que apuntan las tres áreas.
En la arena de los mercados parece haber una convergencia predominante, con la excepción de un grupo de trabajos acerca de una de las conclusiones de Linda Hall, una autora por cierto muy atenta a la problemática del imperialismo: "la habilidad de México para protegerse a sí mismo resultó sorprendentemente efectiva" (Hall, 1995) Con intensidad y formas diferentes, la capacidad mexicana de amortiguar el peso de la asimetría y manejar de forma no desventajosa la interacción económica resulta un factor esencial que contribuye a determinar los productos y las consecuencias de las interacciones Ello se manifiesta, con diferente intensidad, ya durante el Porfiriato, en parte en la industrialización minerometalúrgica de Aguascalientes, a raíz de los beneficios relacionados con la fundición de metales y, de manera más clara, en la inserción profunda de la principal empresa norteamericana en México, el Ferrocarril Central, en la economía doméstica, más que en el tráfico internacional (Gómez Serrano, 1982; Kuntz, 1995) . El impacto político de la actividad económica como la minería de carbón de Texas y Coahuila, que constituía una base productiva común, muestra que las formas de organización de los mineros en Texas se transmitieron rápida e intensamente del otro lado, dando vida al primer sindicato moderno en la minería mexicana, la UMM (Calderón, 2000) . En el nivel de las negociaciones económicas está la defensa, recurrente y exitosa, de la Zona Libre ante las presiones estadounidenses, que permitió que el privilegio fiscal diseñado para proteger la debilidad comercial de la frontera mexicana permaneciera durante medio siglo, y que su eliminación fuera una decisión autónoma y basada en criterios domésticos (Bell y Smallwood, 1982; Herrera Pérez, 2004).
Asimismo, la amortiguación de la asimetría se manifiesta en las controversias sobre la aplicación de la legislación petrolera tras la Constitución de 1917 (Baldridge, 1987; Brown, 1991, y Hall, 1995); en la falta de coordinación durante los años veinte entre petroleros, banqueros y Departamento de Estado, explotada por la diplomacia mexicana y que impidió una coalición de intereses (Beelen, 1985), y en las maniobras sobre la deuda exterior que permitieron al gobierno evadir las presiones de los banqueros internacionales, también gracias a la diplomacia estadounidense (Bodayla, 1987; Zebadúa, 1994); de ello es ejemplo cabal la actuación de Dwight Morrow, quien entró en colisión con la estrategia de la Casa Morgan acerca de las obligaciones financieras mexicanas, y la obstaculizó con el Departamento de Estado (Collado, 2005).
Otra vez en escala local, la compleja dinámica que llevó a la desintegración de los latifundios ganaderos y forestales de las empresas estadounidenses en Chihuahua -entre las que figuraban las de la poderosa familia Hearst, titular de grandes intereses y de un imperio mediático- durante los años diez, veinte y treinta (Palomares Peña, 1991) . En este caso, la dimensión técnica de la inafectabilidad ganadera reconocida por la ley, eso es la dimensión mínima de tierra para el ganado, contó mucho más que cualquier forma de presión Incluso en una periferia tan alejada del resto de México, el valle de Mexicali, en la órbita económica del sur de California, la combinación entre prácticas locales, la influencia gubernamental y los ciclos comerciales reequilibró las condiciones inicialmente desventajosas obtenidas por una gran empresa norteamericana, la Colorado River (Kerig, 2001).
Además, es posible observar la capacidad mexicana de defensa de la decisión de la expropiación petrolera en 1938, que explotó las divergencias en el seno de la administración Roosevelt, jugó con el papel de Alemania como mercado y utilizó la postura estadounidense en contra de la agresividad británica (Jayne, 2001, Schuler 1998) También resulta evidente la capacidad de adaptar al contexto mexicano iconos e instrumentos de la cultura empresarial y de consumo estadounidenses, tales como Sears y J Walter Thompson, en función de una estrategia de industrialización (Moreno, 2003) En un plazo más largo, el análisis de la gestión política del comercio desde el Porfiriato hasta 1938 muestra que México no era un actor subordinado, destinado a acatar decisiones y exigencias externas sino que tenía la capacidad de definir preferencias autónomas y de instrumentar estrategias para defenderlas y preservarlas (Riguzzi, 2003).
En una perspectiva del todo opuesta, está un lote de estudios sobre los estadounidenses y sus intereses en México desde el último tercio del siglo xix hasta el Tratado de Libre Comercio; sobre la integración de Sonora a la economía norteamericana durante el Porfiriato; sobre la cooperación con Estados Unidos en la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias económicas y políticas (Hart, 2001; Ruiz, 1988, y Niblo, 1995). El primero, cuyo título -Empire and revolution - alude al esquema interpretativo de fondo: prácticas y disposiciones imperiales, por un lado, dirigidas a la explotación constante y depredadora de las riquezas mexicanas por parte de los empresarios estadounidenses, así como revolución como única vía para la resistencia y defensa de los intereses nacionales mexicanos El de Ruiz, que postula su naturaleza teórica en términos de "teorías de la dependencia más un poco de sabiduría marxista ortodoxa", presenta la expansión de la economía sonorense durante el Porfiriato como un mal profundo, por someterla incondicionalmente a la de Estados Unidos y por producir la americanización integral de la sociedad.59 En este marco, cualquier desarrollo sólo acarreaba de forma inevitable efectos negativos: el ferrocarril era un caballo de Troya; la minería, un espacio para la burguesía dependiente; la metalurgia industrial, un monopolio, y la ganadería sonorense, una amenaza contra los rancheros del centro-sur de México, que no alcanzaban a exportar sus animales.
El tercero -War, diplomacy and development - argumenta que la Segunda Guerra fue la ocasión para que los Estados Unidos obligaran a México a abandonar una política de nacionalismo económico e independencia y sostiene, sin evidencia estadística alguna, que ello fue perjudicial para el curso del desarrollo mexicano Un caso historiográfico que comparte algunas características pero no es asimilable a los anteriores es el de Joseph (1992), quien en un original trabajo sobre Yucatán y los Estados Unidos, del Porfiriato a la Revolución, somete la teoría de la dependencia a la verificación empírica de los cambiantes constreñimientos institucionales y económicos en los que se daba la interacción entre intereses económicos norteamericanos y procesos yucatecos El resultado presenta varios claroscuros, y si enfatiza los mecanismos de control externo la economía yucateca, desmiente la idea de que dicho control haya sido decisivo en el fracaso de los experimentos revolucionarios en Yucatán.60
Por lo que se refiere a la arena estatal, el panorama no es tan disímil al de los mercados, en cuanto a la posibilidad de reconocer en la literatura manifestaciones importantes y persistentes, por parte de México, en cuanto a autonomía de intereses, capacidad de perseguirlos e instrumentos de defensa, con diferentes facetas. Durante el Porfiriato se dio un equilibrio entre cooperación fronteriza, vigilancia y capacidad de contestar formulaciones estadounidenses no gratas al gobierno mexicano En la primera década de siglo XX, este último rechazó la aparición de la nueva Doctrina Monroe, promulgada por Theodore Roosevelt mediante el famoso corolario, y contrastó en varias formas su difusión en América Latina (Espinosa Duarte, 2001; Corzo, 2005) Durante los años diez, el uso y el significado político de la contigüidad territorial es una muestra clara de que la interacción no fluía de forma unívoca de norte a sur En los años de la Revolución, como se ha visto, actores mexicanos operaron e incidieron de forma importante en el territorio estadounidense manipulando las reglas legales y aprovechando sus vacíos para mantener y organizar grupos revolucionarios que actuarían en México moviendo gente, armas y capitales a través de la frontera y ejerciendo una amenaza latente en Estados Unidos, de la que la prolongada precariedad de la seguridad fronteriza fue una manifestación clara Al mismo tiempo, las actividades de propaganda y organización anarquistas de Ricardo Flores Magón no sólo se dirigieron a los ambientes izquierdistas y al movimiento obrero norteamericanos sino que se convirtieron en una expresión del radicalismo estadounidense, al punto de constituir una amenaza en una coyuntura de histeria antisubversiva (Sandos, 1992).
En respuesta a otro tipo de desafío, a comienzos de los años veinte el gobierno de Alvaro Obregón se enfrentó, exitosamente, mediante una impresionante estrategia de cabildeo, promoción y alianzas, a la falta de reconocimiento diplomático por parte de Washington, que oficialmente lo condicionaba a obtener garantías sobre los derechos de propiedad, mediante la estipulación de un Tratado de Amistad y Comercio (Strauss Neumann, 1983; Beelen, 1987). Por una parte, por cuestiones de principio y, por otra, por argumento de legitimidad y cohesión interna, el gobierno de Obregón rehusó someterse al requisito norteamericano Al final, la reanudación diplomática se dio mediante una negociación semiformal realizada en México en 1923, los llamados Acuerdos de Bucareli, que representan un entendimiento acerca de la no retroactividad del artículo 27 (Coerver y Hall, 1990; Raat, 1981, y Strauss Neumann, 1983).
Un terreno de relieve para la negociaciones es el de las aguas fronterizas, en el que Samaniego (2006) muestra cómo la participación de las sociedades locales y, sobre todo, la incidencia de las condiciones geográficas e hidrológicas no uniformes explican la definición del problema y las condiciones, no desfavorables para México, de los tratados bilaterales En la encrucijada de la Segunda Guerra, lo que emerge en cuanto a seguridad es la capacidad de fijar intereses propios para cooperar con Estados Unidos, económica y políticamente, así como la de controlar y aprovechar las exigencias de propaganda estadounidense y su impacto en los medios (Paz Salinas, 1997; Peredo Castro, 2004).
En el terreno migratorio, hay evidentes claroscuros Es posible notar cómo las primeras gestiones oficiales en torno a la migración mexicana a Estados Unidos, las de 1917-1918, revelan capacidad de maniobra y posicionamiento; en los años veinte la diplomacia mexicana y la organización consular mexicanas defendieron el derecho de emigrar Sucesivamente, si el impacto de la repatriación representó un fenómeno desequilibrador para las capacidades mexicanas, ello se debió también a las ambigüedades y las miopías de la política doméstica (Alanís, 1999; Valderrama y Rodríguez, 1995, y Gonzales-Guerin, 2003).
Otros estudios tratan la influencia del sindicalismo de la AFL en la política estadounidense hacia México y la actuación de los cónsules mexicanos en la dinámica migratoria (Andrews, 1992; González, 1999, y Balderrama, 1982). En tales trabajos, incluso en los primeros dos que adoptan perspectivas leninistas (de crítica a los actores por no haber sido revolucionarios), emergen con claridad dos aspectos: el primero es la movilización y las posturas de la AFL representaron un contrapeso a la influencia "antimexicana" de los petroleros y sus aliados políticos, y Gompers representó un aliado importante para Carranza, Obregón y Calles y, sobre todo en los veinte, incidió en la consolidación de los gobiernos revolucionarios (Andrews, 1992) . Al mismo tiempo, el segundo, es que un sector de los cónsules mexicanos apoyó y asesoró la organización de los trabajadores mexicanos (In defense of la raza) los enlazaron con los objetivos de los gobiernos revolucionarios y preservaron lealtades hacia fuera, en ciertos casos con aspectos de injerencia en la vida estadounidense (Balderrama, 1982; Gonzalez, 1999).
Si de la esfera estatal pasamos a la de las sociedades, el intercambio se torna menos cuantificable y susceptible de precisarse, y el criterio central se vuelve la bilateralidad de la interacción, eso es, la capacidad mexicana de ser no sólo objeto y receptor de influencias sino de ejercer influencias e incidir en distintos puntos del contexto estadounidense Las estrategias de comunicación y los juegos informativos, que representan más bien un elemento recurrente en la relación bilateral, sirven como buen referente En este caso destacan la capacidad de Villa para forjar y emitir una imagen atractiva en los medios y la opinión pública estadounidense, funcional primero para asegurarse el apoyo estadounidense contra Huerta y luego al convertirse, en alternativa a Carranza, en el interlocutor oficial del gobierno de Woodrow Wilson (Orellana, 1991; Anderson, 2001) . En otro ámbito, la presencia de la radio fronteriza, que transmitía programación prohibida en Estados Unidos y violaba los reglamentos internacionales, fue una palanca que México empleó para obtener un espacio mucho mayor en el reparto de las frecuencias radiofónicas (Ortiz Garza, 1997).
Un aspecto relevante es el notable interés por las artes y la cultura mexicanas que se desarrolló en Estados Unidos a partir de la década de los veinte, en respuesta a inquietudes internas, pero apoyado y alentado por una "diplomacia mexicana de la estética". Ello contribuyó a construir una imagen rica y favorable de México, propiciadora de entendimiento y cooperación, y que repercutió hasta en el nivel diplomático (Delpar, 1992; Collado, 2005). Si el fenómeno responde a circunstancias de Estados Unidos, es posible notar cómo encuentra estímulos, respuestas favorables y "uso" por la parte mexicana: los gobiernos de Obregón, Calles (y luego Cárdenas), y la diplomacia mexicana acogen, fomentan, en ciertos casos financian y casi siempre aprovechan esta corriente.
Aquí el contrapunto más radical es dado por González (2004), quien en su estudio Culture of empire plantea una visión totalizadora de la dominación imperial de Estados Unidos, con base en estos elementos entrelazados: la conquista económica de México a partir de finales de siglo XIX; la construcción por parte de autores norteamericanos (periodistas, diplomáticos, viajeros, misioneros, técnicos) de imágenes de inferioridad y subordinación de los mexicanos; la migración causada por la acción "destructora" de los capitales norteamericanos; y, finalmente, la transformación de las imágenes en concepciones educativas que sirvieron para definir el papel de los mexicanos en Estados Unidos y someterlos a la explotación y la opresión racial Nos parece que este esquema, parecido a un materialismo dialéctico "chicano",61 presenta rasgos de literatura militante más que de estudio histórico susceptible de comprobación, y constituye un ejemplo extremo de los temas y las preocupaciones alimentados por la relación bilateral.
Notas finales
Los actores implicados en estas relaciones son asociaciones culturales, ciudades, empresas, cámaras de comercio, despachos jurídicos, Iglesias, medios de comunicación, partidos, sindicatos, fundaciones y museos, universidades, además de gobiernos y aparatos oficiales Contrariamente a ciertas generalizaciones superficiales, los caminos y las conexiones dentro de los que se construyó la vecindad México-Estados Unidos han sido históricamente amplios y diversificados La gran expansión de la presencia de actores no estatales en la bibliografía, mucho más explícita y articulada en las décadas recientes, muestra que es impensable reducir las relaciones de los dos países a la esfera diplomática Al mismo tiempo, ello ha implicado que la literatura considerada haya innovado, de forma significativa, en cuanto a fuentes, sujetos y acercamientos respecto de la que abarcaba exclusivamente el ámbito de la diplomacia Más allá del mapa de las corrientes historiográficas distinguibles, difícil de precisar por la fluidez que ha caracterizado la producción reciente, este último aspecto nos parece un elemento central de conformación del panorama.
En la mayoría de los estudios mencionados, destacan las instancias y los mecanismos de negociación, como espacios de posicionamiento, desacuerdo, arreglo, acomodo y amortiguación, en los que la influencia y el poder no se transmiten de forma unilateral y cuyos resultados, por lo tanto, no están predeterminados sino que dan vida a entrelazamientos y equilibrios variados Ello se debe también al hecho de que las fisuras y las diferencias entre los poderes y los intereses particulares norteamericanos repercutieron generalmente en favor de las posturas mexicanas; contribuyeron así a su preservación, autonomía y capacidad de maniobra Adaptando un planteamiento de Alan Knight (1987), ello se debió al hecho que, por lo menos en este periodo, en Estados Unidos las posturas agresivas hacia México, de injerencia o presión acentuada, generalmente despertaban oposición y fuerzas contrarias en el mismo país .
En este escenario, la polarización detectada en la literatura tiene raíces en la accidentada herencia histórica de la relación bilateral (la guerra de 1847 y la pérdida del territorio) y en las implicaciones políticas que la rodean, en especial el contraste entre un norte rico y un sur que no lo es, que la vuelven un tema muy sensible a la ideologización y la politización, aspectos amplificados por la geografía de la producción académica y de los circuitos editoriales El lote general de setenta y dos textos tiene un origen exclusivamente binacional, y casi todo el análisis de las relaciones bilaterales ha sido elaborado por estudiosos de universidades y centros de investigación de los dos países, y se ha publicado en sus casas editoriales Desde este punto de vista, es oportuno notar un elemento poco favorable en la geografía de producción del conjunto de esta bibliografía, donde la porción elaborada en México es inferior a una cuarta parte del total (23%).62 En contraste con la relevancia del asunto, el conocimiento histórico disponible en México acerca de Estados Unidos y la interacción bilateral tiende a ser aún insuficiente y ligado a estereotipos de dudosa eficacia para entender cabalmente la vecindad histórica en su complejidad y riqueza. Tras varias décadas, el llamado de Cosío Villegas sigue vigente.